profeta Isaías (“El Espíritu del Señor me ha enviado para anunciar

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Queridos hermanos y hermanas,
Contemplábamos domingo pasado como Jesús se
presentaba como el Mesías utilizando la profecía del
profeta Isaías (“El Espíritu del Señor ... me ha enviado
para anunciar el Evangelio...”). Y hoy contemplamos
como después de escucharlo le rechazan: sus palabras
causan extrañeza y acaban diciendo: “¿No es el hijo de
José, éste?”, que parece que tenga un tono bastante
peyorativo. Parece que quiera recordar cómo fue la
concepción de Jesús, previa a la boda de José y María.
Por tanto, parece que digan “qué nos ha de decir éste,
si ya sabemos quien es, si ya sabemos cómo fue
concebido”.
Es la primera escena en el evangelio de Lucas donde
Jesús es rechazado. Por tanto, tiene un contenido
pedagógico importante. Jesús aprovecha este rechazo
para anunciar que será no será aceptado por el Pueblo
de Israel. Y después pondrá el ejemplo de dos
profetas, Elías y Eliseo, que han tenido que actuar
fuera del Pueblo de Israel porqué el Pueblo de Israel
los rechazaba.
Las palabras de Jesús les recordará que el Pueblo de
Israel casi siempre ha rechazado a todos los profetas,
y esto provoca una gran indignación, hasta el punto de
querer despeñarlo.
Jesús viene a decir: “Estáis haciendo conmigo lo que
habéis hecho con tantos profetas a lo largo de los
siglos ...”.
Por tanto, la película de los acontecimientos es muy
clara:
• Jesús se presenta como profeta
• Jesús es rechazado
• Jesús dice que otros profetas ya han sido
rechazados.
• La gente se indigna y lo quiere matar.
¿Por qué el Pueblo de Israel rechazaba, casi siempre, a
los profetas? (raramente son personajes populares,
Israel tiende a rehusar los profetas). ¿Por qué?
Porque dicen cosas, mandadas por Dios, y lo que dicen
no es popular. No dicen lo que la gente quiere escuchar,
dicen lo que Dios quiere decir, dicen lo que conviene
más a la gente, dicen aquello que lleva a la conversión, a
quedar situados delante Dios. Y pedirán a la gente que
hagan cambios en su vida que no querrán hacer.
Y a la gente de su tiempo les caerán fatal. Aunque
siglos después el Pueblo de Israel reconocerá que
fulanito y menganito eran profetas.
Y esto ¿qué nos dice a nosotros? Porqué la homilía no
pretende hacer “culturilla religiosa”, sino hablar a
nuestra vida.
Yo encuentro que el texto nos lanza una pregunta:
¿Cómo tratamos nosotros a los profetas que nos
quieren hacer crecer, que nos quieren acercar a Dios?
Profetas que pueden ser los padres para los niños,
profeta que puede ser el marido hacia la mujer,
profeta que puede ser el sacerdote hacia sus
feligreses, profeta que puede ser un amigo...
¿Cómo acogemos aquello que los profetas que nos
rodean nos van diciendo? ¿Somos humildes?, ¿tenemos
el corazón abierto?, ¿buscamos la verdad?, ¿deseamos
crecer?, ... ¡Examinemos nuestro corazón!.
Pienso que a veces esperamos que Dios nos hable, nos
revele cosas, y Él se comunica muchas veces a través
de los que nos rodean... Dice san Juan de la Cruz: “Mis
hermanos de comunidad son cinceles en manos de
Dios”. Dios para esculpir nuestra santidad se vale de
los que nos rodean: los padres, el marido, el sacerdote,
el amigo...
Y la segunda pregunta que nos lanza el texto a
nosotros que somos seguidores, discípulos, de Jesús
es: ¿hacemos nosotros de profetas?. ¿En una sociedad
donde hay tanta oscuridad no os parece que todos
hemos de hacer de profetas e indicar donde está la
luz?
Y nos pasará lo mismo que pasaba a los profetas del
Antiguo Testamento: lo que diremos no será popular,
diremos cosas que la gente no quiere escuchar.
Diremos lo que Dios quiere decir, diremos lo que
conviene más a la gente que amamos, diremos aquello
que lleva a la conversión. Y pediremos a los que amamos
que hagan cambios en su vida...
Y quizás al principio, les parecerá fatal, pero con el
tiempo, que es este juez que quita y da razones, las
personas valorarán la aportación hecha.
Todo esto nos lo ilumina la primera lectura, que es una
exhortación de Dios al profeta Jeremías a que sea
valiente. Y lo que el Señor le dice a Jeremías nos dice a
nosotros: “Te nombré profeta de los gentiles... diles lo
que yo te mando. No les tengas miedo... Yo te convierto
hoy en plaza fuerte, en columna de hierro, en muralla
de bronce, frente a todo el país... Lucharán contra ti,
pero no te podrán, porque yo estoy contigo para
librarte...”
Hagamos vida la Palabra de Dios y no tengamos miedo.
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