CLIMA. 121 Comparando otra época mas inmediata, distante decada y media de la de nuestras observaciones, es decir, la de los años de 1811 á 1815, en que se hicieron en la Habana observaciones precisas sobre las lluvias, hemos visto, que la cantidad media anual de agua caída, fue de poco mas de un metro, y que no excedió de 1,055 en el año mas lluvioso. En nuestro tiempo, el año mas lluvioso fue el de 1831, en que cayeron 47 pulgadas 7 líneas de agua, ó sea 1,322 milim., y la cantidad media anual, deducida de 7 años, resulta ser de 44 pulgadas 4 líneas, ó 1,029milim.; es decir, cantidades siempre mayores que en la otra época. De lo dicho resulta, que no podemos sospechar haya acaecido variación alguna en las leyes del clima de la isla de Cuba; cuando mas podíamos inclinarnos á creer, que la estación de las lluvias se retarda en la actualidad mas que en años antiguos, pues todas las opiniones de los ancianos están de acuerdo en asegurar, que las primeras aguas acaecían en mayo y á veces en abril. El mismo estado de 1794 manifiesta, que el máximum de lluvias acaeció en junio, cuando en nuestra época no comienzan regularmente á ser bien sensibles hasta julio, y los grandes chubascos no se observan hasta setiembre. D. José María Valenzuela, hacendado muí instruido de la Vuelta de abajo> sospecha también que antiguamente la estación de las aguas comenzaba en abril ó mayo, y se inclina á creerlo, por la razón que los arrendamientos de las haciendas de crianza de cerdos, se terminan en agosto. Esto no se hubiera establecido, si en dicho mes no se hallasen los animales gordos y cebados, en estado de ser vendidos en las ciudades; y como el palmiche ó fruto de la palma real, que es la base de su alimento, no comienza á caer hasta que se entablan las lluvias, se infiere que la época de éstas se hallaba del todo concluida en agosto. Nos resta hablar de otra opinión, sumamente generalizada entre los labradores y gentes del campo, en la isla de Cuba, á saber: la influencia de las fases lunares en la cualidad de las maderas de los árboles. Todos aseguran, que en la creciente de la luna, los árboles y las enredaderas ó bejucos, contienen mucha mas savia que en menguante, y asi no hacen cortes de maderas útiles durante el primero, sino en el segundo, prefiriendo los meses de la seca ó de la estación del invierno. Esta opinión no es propia solo de los habitantes de la isla de Cuba, pues se encuentra igualmente generalizada en Europa. M. Saner, director de bosques en Francia \ ha observado que durante el crecimiento de la luna, la savia sube hasta la cúspide de los árboles; que la madera cortada en este periodo, se seca difícilmente, se raja y á poco tiempo es atacada por los gusanos; de consiguiente opina, que no puede ser empleada con ventaja en las construcciones. En cuanto la luna comienza á menguar, la savia se dirije á las raices, y cuando se halla en el último cuarto, apenas ofrece savia el tronco. La madera cortada en este periodo, es mas compacta, mas duradera y de mejor uso para la construcción. — Estos pormenores los presenta un hombre ageno de toda especie de preocupación, y cuyas observaciones son el fruto de veinte años de experiencia. 2 M. Edmonstone, que ha habitado durante treinta años en los bosques del Demerari , asegura que todo árbol cortado en la luna llena, se raja como si fuera abierto por dos fuerzas opuestas, lo cual es producido por la evaporación de una mayor cantidad de savia que el árbol contiene en esta época. Ademas, estos árboles son frecuentemente atacados por la larva de una especie de insecto, y se pudren fácilmente, como se ha notado en todos los de las posesiones inglesas del Norte-América. — La savia, dice de un modo terminante, sube directamente en el plenilunio y baja en el menguante, cuyo hecho debe verificarse en todas las especies de árboles. 5 Es notable, ciertamente, como lo hemos dicho en otra obra , que esta opinión sea tan uniforme entre los prácticos de todos los países, como contradicha por los sabios, y no se descubre cuál origen pudo tener semejante creencia popular, si no son ciertos los hechos en que se funda. Si se hubiesen anotado con el debido esmero y precisión, las observaciones comparadas que ofrecen las fases de la luna, el movimiento del mercurio en el barómetro y el ascenso y descenso de la 1 Biblioth. phys. ¿con. Paris, n° 2 9 . 2 Bulletin de M. Feyrrussac. Se. agrie., junio 1830 Frorieps notizen, vol. XXIII, n° 4. J. 3 Anales de Ciencias, Agricultura, viembre de 1829. etc. Habana, n° de no-