El sentido de la vida en la poesía apasionada de Carlos Drummond

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la vida en la poesía apasionada de Carlos
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N° 44:
2009
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El sentido de la vida en la poesía apasionada de
Carlos Drummond de Andrade: una reflexión entre
teología y literatura
The Meaning of Life in the Passionate Poetry of Carlos Drummond
de Andrade: a Reflection among Theology and Literature
Alex Villas Boas
Pontifícia Faculdade de Teologia N. Sra. Assunção/São Paulo, Brasil
[email protected]
El presente trabajo busca puntuar el sentido de la vida en el pensamiento poético de
Carlos Drummond de Andrade como un pensamiento apasionado. Esta sería la razón
del rechazo de Dios: un Dios apático no puede amar al ser humano y, por consiguiente,
no puede caminar junto al poeta.
Palabras clave: Carlos Drummond de Andrade, sentido de la vida, teología y
literatura, teología del Pathos.
This work aims at pinpointing the meaning of life in the poetic thought of Carlos
Drummond de Andrade as a passionate thought. This is the reason of a God’s refuse:
a apathetic God can not love the human being, therefore, can not walk together with
the poet.
Keyword: Carlos Drummond de Andrade, Meaning of Life, Theology and
Literature, Theology of Pathos.
Fecha de recepción: 23 de noviembre de 2008
Fecha de aprobación: 11 de marzo de 2009
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1. La poesía y el sentido de la vida
Lo que aquí se define como el sentido de la vida es el resultado de una fenomenología de la poética drummondiana. Entenderemos por esto la búsqueda
del sentido en la amalgama de los elementos existenciales de una cultura,
considerando los valores de su tiempo, las obras del mundo artístico, el
espíritu de la época, las situaciones, las doctrinas, las instituciones, etc.
Veremos cómo lo anterior afecta al poeta en la medida que le permite un
descubrimiento de las cosas, su develamiento, mientras se identifica con su
entorno. En esta relación el poeta crea, no porque él tenga algo que decir,
sino porque más bien escucha alguna cosa que le habla (Pompeia 22) y en su
potencial simbólico reagrupa conceptos resignificando nuevas síntesis. Esta
síntesis reúne al poeta y su realidad en la obra, con una actitud de conciencia
frente de la realidad que lo afecta (Ramos 12). Así capta el sentimiento del
mundo a través del pathos (lo que le afecta e inquieta) y, a partir de ello, lo
reagrupa en una totalidad significante (Eagleton 136; Sant’Anna 216). Es por
ello que su vida se orienta, desde lo que todavía no es hacia lo que podría
ser, en una dialéctica entre la trayectoria (el camino) y sus obstáculos (la
piedra), elemento este fundamental de la poética drummondiana y que se
repite en toda su obra (Bischof 15s; 49s).
En la fenomenología de la poética drummondiana se pretendió verificar
dentro de las elecciones del poeta aquello que le es significativo para la vida.
En ese aspecto es que entra la cuestión Dios, pues forma parte importante
y está presente en cada fase de su camino poético: en la poesía irónica,
social y metafísica.
2. Dios y el sentido de la vida en la poesía irónica de Drummond
La poesía irónica de Drummond tiene en sus raíces una alteración del curso
de la devoción hacia la decepción, que va de su poesía devota hacia la experiencia de la derrota, la cual no se debe a su incapacidad personal, pues
era un joven ejemplar en el colegio jesuita, sino por la falta de libertad (que
le enseñaron) y por el sentimiento de injusticia que le impusieron por seguir
lo que consideraba justo.
De eso resultaría un sentimiento de percepción de la imposibilidad y fragilidad
humana que Mário de Andrade identificará como la piedra drummondiana
(Andrade 51). Esa piedra en la mitad del camino se fragmenta hasta convertirse en añicos cuando choca, por lo que este sujeto vive fragmentado,
ama fragmentado y sufre en cada fragmento de su ser. Esa piedra que es
inherente a la vida también está presente en las estructuras rígidas de la
sociedad y de tal manera se camufla en ella que el acento de la culpa no se
da en el hecho de que la piedra esté en el camino, sino que recaiga exclusivamente en el individuo que tropieza, sintiéndose incluso responsable de
haberse encontrado con ella.
En esta contradicción de la vida nada escapa, ni el mismo Dios. En la niñez
del poeta, Dios fue visto como la razón de su vida, y sentía un profundo deseo
de imitar la vida de los santos1 y la de Cristo2. Esta etapa coincide con su
1  Retiro
espiritual, Boitempo.
de Souza hace una crónica en el Diário de Minas, el 8 de abril de 1921, donde
2  Lincoln
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estadía en el Colegio Anchieta de los jesuitas, marcada por una espiritualidad propia de la época, en que el joven Carlito sentía como una obediencia
inexcusable el negar la propia voluntad, bajo el riesgo de la condenación
al infierno (“Igreja”, Alguma poesia). Allí con su participación en el Aurora
Colegial, un periódico destinado a la interacción escolar de los estudiantes,
se consolidaría su pasión por escribir, llegando incluso a ser galardonado en
certámenes literarios. Su primer escrito fue publicado en abril de 1918 bajo
el nombre de la “Vida nova” (Drummond de Andrade 184). Este consistía en
un comentario al inicio del año escolar, ya imbuido del catolicismo del que
se había empapado en la escuela:
Con el alma llena de fe y de esperanza, nosotros alabamos a Dios cuya
bondad paternal nos proporciona tantas venturas, y abrimos nuestro
corazón para que en él penetre el fuego del amor divino. Que nuestras
oraciones suban, puras y sinceras, hasta la azul esfera, para que en
el curso del año nosotros tengamos la bendición de Dios, protector
de nuestros estudios, de nuestros trabajos, de nuestras esperanzas,
de nuestra vida.
En varias cartas que el poeta envía a Mário de Andrade hay una aceptación
tácita de un historicismo teocéntrico que todo lo controla: “Voy viviendo la
vida que Dios quiere” (Drummond de Andrade; Andrade, Carlos & Mário,
carta 31). Sin embargo, en la experiencia de la expulsión del colegio por
insubordinación mental, debido a su discordancia con un maestro de gramática, Drummond conocería una faz de Dios ignorada hasta aquel momento:
la de un Dios sordo a su clamor (“Mi Dios, por qué me abandonaste”) y la
de un Dios insensible a la debilidad humana (“si usted supiera que yo no
era Dios/ si usted supiera que yo era débil”3), en otros términos, el joven
vive la experiencia de la “piedra en la mitad del camino”. De pronto Dios
está distante, se queda en “lo alto de la colina” donde va la procesión de los
peregrinos que suben por la cuesta, también “llena de piedras” (“por qué
me persiguen no puedo decir”, en “Igreja”, Alguma poesia). Se da entonces
una rara relación entre el individuo y Dios, aunque Él tiene el predominio de
la voluntad para conseguir todas las cosas, al mismo tiempo parece no conseguir éxito, produciéndole una “tristeza de Dios”, que puede verse cuando
Él se pregunta: “¿Por qué hice el mundo?” y luego se responde: “Yo no sé”
(“Tristeza no Céu”, José).
En la antropología drummondiana puede apreciarse esa característica del
sujeto moderno de ser torcido, gauche, hombre desajustado de los principios
de su tiempo que camina a contramano de la historia, en la izquierda. Es
un sujeto sediento de Dios, que lo busca, pero que no entiende por qué Él
no permite que le alcance, o no lo ayuda en su deseo de ir al cielo. Este es
un Dios que lo abandona en la contradicción humana de su drama y de su
afirma que Oscar Wilde es la mayor influencia del poeta, responsable por su alma perversíssima de Satã al que el itabirano responde que su lectura preferida era la “Imitação de
Cristo” de Tomás Kempis.
3  La antropología drummondiana está marcada por el gauche, presente en el primer poema
de su libro: “Quando nasci, um anjo torto/ desses que vivem na sombra/ disse: Vai, Carlos!
Ser gauche na vida”, “Poema de Sete Faces”, Alguma poesia.
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debilidad: “Perdí el tranvía y la esperanza [...] Sin embargo, hay un tiempo
largo/ nosotros gritamos: ¡sí! al eterno” (“Soneto da perdida esperança”,
Brejo das almas); “Esa angustia de ir para el cielo/ y de pecar más en la
tierra” (“O vôo sobre as igrejas”, Brejo das almas); el sujeto desea ejercer
la libido, “de ser/ infeliz y orar” (“Girassol”, Brejo das almas). Por veces es
comprensible que, en medio de los pecados, Dios le abandone: “Dios me
abandonó en medio de la orgía [...] yo estoy perdido”. Pero en otras horas,
Él lo abandona simplemente: “Dios me abandonó en medio del río/ yo estoy
ahogándome” (“Um homem e seu carnaval”, Brejo das almas).
3. Dios y el sentido de la vida en la poesía social de
Drummond
En Sentimiento del mundo (1940) puede encontrarse el sentido de la vida
como un ejercicio en que el poeta toma conciencia de las cosas, de los otros
y de sí mismo (Walty; Cury 32). En tiempos de guerra, el sufrimiento que
crece a su alrededor lo hace salir de su rincón y expresarse a través de un
sentimiento de indignación que brota del llanto de los niños (“Menino chorando na noite”, Sentimento do mundo) y del silencioso clamor de los cuerpos
muertos. Esto en medio de una época donde “la vida no tiene importancia”
(“Canção do berço”, Sentimento do mundo), y no vale la pena comprometerse
con ella, o bien resulta una vida que los demás fingen no ver. Es la etapa
del inicio de su poesía social: “Tengo solo dos manos/ y el sentimiento del
mundo” y con este sentimiento se ve “preso a la vida”, junto con sus compañeros. El poeta se niega a hacer poesía de este “mundo caduco”; a ser el
“cantante de una mujer”; de “una historia”; de “paisajes”; del “suicidio”, o
ser “secuestrado por serafines”; en cambio, la materia de su poesía estará
formada por “el tiempo presente, los hombres presentes, la vida presente”
(“Mãos dadas”, Sentimento do mundo).
La experiencia de decepción se repite incluso como militante de izquierda
cuando otros intereses están en juego, como la libertad de la individualidad:
“los camaradas no dijeron que había una guerra” (“Sentimento do mundo”,
Sentimento do mundo). Nuevamente la imposibilidad y la fragilidad le hacen
sentir “Con la llave en la mano/ quiere abrir la puerta/ y la puerta no existe;
quiere morirse en el mar/ pero el mar se ha secado;/ quiere ir a Minas/ Minas
no hay más./ ¿José, y ahora?” (“Jose”, Jose). Sin la esperanza solo le queda:
“El recurso de emborracharse/ El recurso del baile y del grito/ el recurso de
la pelota colorida/ el recurso de Kant y de la poesía/ todos ellos... y ninguno
resuelve” (“Passagem do ano”, A rosa do povo) porque no hay sentido en
el vivir sin poder vivir.
Los “alcoholes” asumen la falta de una razón más profunda para vivir en una
sociedad al revés; estos hablan: “Somos el ser, el logos, el poema” (“Noite
na repartição”, A rosa do povo). Se crean mitos para soportar esa vida (“O
mito”, A rosa do povo), como el de la mujer perfecta que es en verdad
una “fulana cualquiera”. Pero a pesar de todo, hay algo indescriptible que
camina con el poeta (“Carrego comigo”, A rosa do povo), algo que insiste
y persiste, a pesar de todas las pérdidas: “Vamos, no llore.../ la niñez está
perdida./ La juventud está perdida./ Pero la vida no se perdió./ El primer
amor pasó./ El segundo amor pasó./ El tercer amor pasó./ Pero el corazón
continúa. [...] La injusticia no se resuelve./ A la sombra del mundo erróneo/
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murmuró una protesta tímida./ Pero vendrán otros...” (“Consolo na praia”,
A rosa do povo).
Aunque el poeta se siente en la imposibilidad de un nuevo mundo (Candido
121), no consigue contener la inquietud de buscar y encontrar nuevas
posibilidades para que el sujeto sea. Este, como un gusano subterráneo,
excava incesantemente hasta perforar la tierra (“Áporo”, A rosa do povo) y,
como una flor que “nació en la calle [...] agujereó el asfalto, el fastidio, la
aversión y el odio” (“A Flor e a Náusea”, A rosa do povo), en medio de este
mundo creado por los hombres “de cemento armado” (“Privilégio do mar”,
Sentimento do Mundo). Entonces así, “piedra sobre piedra reconstruirá la
ciudad” (“Telegrama de Moscou”, A rosa do povo). Es necesario que se
detenga un momento; continúe/ Descubra en su movimiento fuerzas
no sabidas, contactos [...] cada hombre es diferente, y somos todos
iguales [...] somos todos hermanos, insisto [...] el hecho de que alguien
resista/ de otros que vienen después, de todos que somos hermanos/
en el odio, en el amor, en la incomprensión, en lo sublime/ cotidiano,
todo, pero todos son nuestro hermano [...] una parte de mí sufre,
otra pide amor/ otra viaja, otra discute, una última trabaja [...] que la
tristeza no me liquide, pero que también venga en la noche de lluvia,
en la carretera barrosa, en el bar cerrándose, que luche fielmente con
su presa. (“Os últimos dias”, A rosa do povo)
Incluso más, en un momento de agotamiento, el poeta también decide abandonar a Dios porque es un Dios apático frente dolor humano, justo cuando
es indispensable para ese tiempo de la desolación: “Llega un tiempo en que
no se dice más: mi Dios./ Tiempo de purificación absoluta./ Tiempo en que
no se dice más: mi amor./ Porque el amor ha resultado inútil./ Y los ojos no
lloran./ Y las manos tejen el trabajo rudo./ Y el corazón está seco. [...]/ La
vida apenas sin mistificación” (“Os ombros suportam o mundo”, Sentimento
do mundo). Es así como durante toda su fase social, la cuestión de Dios se
ignorará4.
4. Dios y el sentido de la vida en la poesía metafísica de
Drummond
Su fase metafísica resulta de un redescubrimiento “antieuclidiano” (“Áporo”,
A rosa do povo) que huye del encadenamiento lógico de la sociedad y va
hacia otra lógica en la cual ciudad y sujeto están en oposición: “el edificio
me obstruye la vista” (“Opaco”, Claro escrito). La única certeza que se tiene
es que, aunque la imposibilidad y la fragilidad (piedra) están presentes, no
pueden impedir que las rosas (esperanza) rompan las estructuras de cada
tiempo (asfalto), como la “llama del amor” (“As rosas do tempo”, Viola de
bolso). Pues si la piedra de la imposibilidad es un enigma indescifrable, el
amor es un “misterio que transluce la faz” (“Claro enigma”, Viola de bolso),
4  Las
dos únicas veces en que se refiere a Dios es en “Os ombros que suportam o Mundo”
(Sentimento do mundo), para dispensarlo, y en “Tristeza no céu” (José), para enseñar
cómo el mundo de los hombres se volvió tan caótico, que si hubiera un Dios, Él mismo se
arrepentiría de haberlo creado.
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aunque esté opacado por las barreras de ese “humano milagro del amor” (“A
Teresa”, Viola do bolso). Es por ello que podría decirse que la antología del
poeta contiene un anti-logos que se gobierna por el amor apasionado, “sobre
toda la razón” (“O seu santo nome”, Corpo), el “amor de todos a todos/ ofreciendo el sentimiento/ de que el mundo tiene sentido” (“O Marginal Clorindo
Gato”, A paixão medida), y que la propia búsqueda entrega el sentido de
la vida en la “humana condición en el juego eterno/ sin sentido mayor que
el de jugar”.
El amor es el que hace que las rosas florezcan, “que a la vida imprime color,
gracia y sentido” (“Amor”, Amar se aprende amando), es una “razón general”
(“Epitalâmio”, Amar se aprende amando). Siendo el amor el que confiere
el sentido a la vida, es él quien hace surgir esa “ilusión mayor” (“A suposta
existência”, O amor natural) que permite “nacer denuevo” (“Nascer de novo,
A paixão medida):
Eis que um segundo nascimento,
não adivinhado, sem anúncio,
resgata o sofrimento do primeiro,
e o tempo se redoura.
Amor, este o seu nome.
Amor, a descoberta
de sentido no absurdo de existir.
O real veste nova realidade,
a linguagem encontra seu motivo
até mesmo nos lances de silêncio.
Para Drummond este amor se vive en la mayor concreción posible y es en
el cuerpo donde se descubre “la línea universal del sentido” (“A metafísica do corpo”, Corpo); en él los amantes se hacen uno, por él y con él los
anónimos dejan de ser las “hipótesis no formuladas en el caos universal”
(“Reconhecimento do amor”, Amar se aprende amando), la “materia vana”
(“O combate da luz”, Amar se aprende amando); en él se hacen hermanos
con su proximidad y su presencia. A pesar de ello, inquieta si se hizo lo
necesario por el otro: “No amé suficientemente a mi semejante/ no cogí el
gusano ni curé la sarna” (Confissão, Claro enigma).
En el cuerpo del otro se esconde “la faz intemporal de Eros” (“Eu sofria quando
ela me dizia”, O amor natural) que permite la lucha contra toda forma de
Tanathos, pues “no puede conmigo el animal salvaje/ cuando estoy, cuando
estoy apasionado” (“Perturbação”, Farewell). El cuerpo es la llave que abre
la puerta para que el otro habite en mí, él me “abre para la inmensidad/ Va
empujándome y revelando/ lo que no sé de mí y está en los Otros [pues]
es dentro de nosotros que las cosas son” (“A Chave”, Corpo) Y es también a
partir del cuerpo que yo descubro la pasión por la vida y la sensibilidad para
percibir lo que la mata, pues “me ataca, hiere y condena/ por crímenes no
cometidos” (“As contradições do corpo”, Corpo).
Solo la pasión por la vida permite ver en el cuerpo del otro “gente como
la gente/ deseante, suspirante/ jadeante, lancinante/ El mandamiento de
la vida explota en risa y herida” (“Canções de alinhavo”, Corpo). La pasión
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nos libera de la insensibilidad ante la vida y nos invita a la fraternidad. La
pasión, esa capacidad de sufrir y amar que hace posible resistir a las imposibilidades del ser, también permite descubrir que el mundo no es mejor
porque tampoco el individuo es mejor; así entonces, “la llave de unidad del
mundo” (Unidade, Farewell) se posee cuando descubro que yo soy responsable por el sufrimiento del otro que también sufre como yo, pues “dentro
de nosotros la favela crece” (“Canções de alinhavo”, Corpo). Cuando yo sé
leer la “expresión corpórea” (“Comunhão”, Falta que ama) de alguien puedo
reconocer en él la vida y el derecho a ella, y por eso la “instauración de la
paz/ [solo puede venir con] el advenimiento del amor” (“Natal de 1975”,
Poeisa errante) entre las personas y sus cuerpos.
Ante del sufrimiento, el poeta empieza a luchar con las palabras en la búsqueda de un sentido para la vida que es la “lucha más vana”, pero que “me
desafía”, “acepto el combate”, lucho “cuerpo a cuerpo” y un “sabio amor
me enseña a fluir/ de cada palabra/ la esencia captada [...] oh palabra [...]
que toda me envuelve/ Tamaña pasión/ y ninguna ganancia” (“O Lutador”,
José). El poeta sabe que las palabras también pueden confundir y nada explicar, pero si se descubre la tamaña pasión que pueden cargar, en ellas se
encuentra el amor que da sentido al caos de la existencia.
Solo en el momento metafísico de volver a visitar el tiempo, se encontrará
nuevamente la poesía de Drummond con la cuestión de Dios. En dos poemas
se presentan las razones de su rechazo; “Máquina del mundo” es un poema
típicamente dantesco, escrito en tercetos que representan el Dios Tri-Uno de
los cristianos; el otro es “Reloj del Rosario”, símbolo de la catedral de Itabira,
que linda con el patio de su antigua casa. En “Máquina del mundo” el poeta
se presenta palmilhando5 las cosas del tiempo, o sea, tanteando como quien
busca en la carretera pedregosa, en una carretera recorrida y marcada por
la fragilidad humana debido a toda la imposibilidad de ser. El texto presenta
un momento de búsqueda de claridad en la oscuridad de “el cielo de plomo”
que venía de las colinas y de su “propio ser desengañado”. En ese momento
la “máquina del mundo se entreabrió [y puede ver] una realidad entera que
trasciende” y que lo invita a entregarse a ese “prado inédito” de una “naturaleza mítica de las cosas”, el cual había buscado hasta el cansancio. La
máquina le decía algo sin emitir “voz ninguna” ni “soplo” ni “eco”:
O que procuraste em ti ou fora de
teu ser mesmo restrito e nunca se mostrou,
mesmo afetando dar-se ou rendendo,
e a cada instante mais se retraindo,
olha, repara, ausculta: essa riqueza
sobrante a toda pérola, essa ciência
sublime e formidável, mas hermética,
5  A Drummond le gusta re-crear las palabras. Palmilhando puede ser entendido como tanteando con las palmas de las manos, como quien busca algo en lo oscuro.
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essa total explicação da vida,
esse nexo primeiro e singular,
que nem concebes mais, pois tão esquivo
se revelou ante a pesquisa ardente
em que te consumiste... vê, contempla,
abre teu peito para agasalhá-lo.
El poeta queda atónito con lo que vislumbra y más aún cuando es llamado
a participar en su “reino augusto” se resiste a contestar, pero ante el temor
de ver desaparecida esta “tiniebla espesa”, el deseo de aceptar este misterio
convoca “difuntas creencias” que empiezan a “gobernar mi voluntad”. Ese
“don tardío” que no ha podido conocer en su “búsqueda ardiente” ya no le
apetece más y desdeña acoger la “cosa ofrecida que se abría gratuita” a su
ingenio, en el momento en que la “tiniebla más estricta” aterriza sobre la
carretera pedregosa y el poeta continúa evaluando lo que había perdido ante
esta “máquina del mundo, rechazada”.
Drummond parece refutar esa “total explicación de la vida” que se presenta
demasiado perfecta en un “extraño orden geométrico de todo” (“Áporo”,
Claro enigma); extraño porque su poesía es testimonio de una esperanza
antieuclidiana, como en el decir de un poeta coterráneo: “Usted camina - del
Caos al Cosmos – Carlos” (Accioly 20). Esa evocación de un orden perfecto
de las cosas parece ser el reflejo de las “difuntas creencias” que refuta en
“Reloj de Rosario”, donde se percibe toda la pasión del poeta por la vida y
su solidaridad por cada dolor en el mundo:
Era tão claro o dia, mas a treva,
do som baixando, em seu baixar me leva
pelo âmago de tudo, e no mais fundo
decifro o choro pânico do mundo,
que se entrelaça no meu próprio choro,
e compomos os dois um vasto coro
Oh dor individual [...]
dor de tudo e de todos, dor sem nome [...]
dor do rei e da roca, dor da cousa
indistinta e universa [...]
dor dos bichos [...]
dor do espaço e do caos e das esferas,
do tempo que há de vir, das velhas eras!
La indiferencia de ese Dios, símbolo del orden y de la victoria como en Camões,
ya sea como una máquina o como un reloj que trabaja perfectamente pero
que abandonó al mundo, es la imagen de un Dios apático a todo el dolor
humano, es una “insensible trinidad” (“Tiradentes (Com muita honra)”, As
impurezas do branco). De manera opuesta, el poeta está profundamente
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afectado por el dolor de la existencia. Surge entonces la pregunta: ¿cómo
Dios puede ser tan perfecto y tan distante del dolor humano? El poema
continúa poniendo en jaque esa visión aristotélica de Dios:
Não é pois todo amor alvo divino,
e mais aguda seta que o destino?
Não é o motor de tudo e nossa única
fonte de luz, nas luz de sua túnica?
O amor elide a face... Ele murmura
algo que foge, e é brisa e fala impura.
O amor não nos explica. E nada basta,
nada é de natureza assim tão casta
que não macule ou perca sua essência
ao contato furioso da existência
[...]
a provar a nós mesmos que, vivendo,
estamos para doer, estamos doendo.
¿Cómo puede ese motor (inmóvil) (Aristóteles 1073)6, ese amor generador
tan perfecto, no sentirse afectado por el dolor de su creación?, ¿cómo puede
ser luz en medio de la oscuridad, sin importarle lo que ve?, ¿cómo ese amor
“casto” se niega a ser afectado por el “furioso contacto” del dolor humano?
Ese amor anunciado “que huye” del humano que sufre es “habla impura”,
pues ser humano es participar en la experiencia de herir, y solo la pasión
del hombre sabe lo que es sufrir por el otro. El amor es “una hoguera para
arder en el día que termina” y, tal como sucede con el fuego, es imposible no
sentirla, pues deja “grabado sus jeroglifos” (“Entre o ser e as coisas”, Claro
enigma). Un Dios que ama y que no sabe lo que es el sufrimiento del amante
no nos explica nada, porque esa “nada es de naturaleza tan casta”, está tan
“en lo alto”, “allá lejos” de la humanidad, en ese extraño orden geométrico.
El poeta entonces se pregunta: “¿Por qué Dios se divierte castigando?” (“O
Padre, a moça”, Lição de coisas). Tampoco aquellos que dicen ser sus representantes en la Tierra consiguen vivir ese amor; sus pastores “dejan de
pastorear para cobrar” (“Triste horizonte”, Discurso de primavera) y en sus
conflictos “Dios no los ayuda”. Además, ellos parecen estar demasiado distantes de la comprensión del poeta (“O Padre, a moça”, Lição de coisas).
Ese amor no es posible en la condición humana, porque la indiferencia al dolor
es inhumana; ella está en la raíz de un tiempo marcado por la muerte, el
sufrimiento, la guerra y esa indiferencia era justamente el tema de la poesía
6  Otra
expresión que usa Aristóteles para referirse a Dios es Theos apathiké. También en otro
poema hará mención a ese Deus-motor en “Presépio Mecânico de Piriripau”, Boitempo.
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social del poeta, y por esto trata con antipatía esa visión apática de Dios. Esa
es la razón del “Rechazo”, según el poema del mismo nombre, pues debido
a ese “obedecer como un cadáver da igual morir o vivir”. Por esa razón:
“Bien hace Pepe Filippo:/ cansado de obedecer, se marcha/ para vivir en un
mundo amplio/ la experiencia fascinante de solo recibir las órdenes/ de su
tumultuoso corazón” (“Recusa”, Boitempo). Solo la libertad puede garantizar
la presencia de su hermana, la responsabilidad (“Conversa de amigos”, Amar
se aprende amando). Esa obediencia cadavérica es fruto del miedo, de la
“difunta creencia” de un Dios infernal7 y “su nombre (y me agito al oír) es
un Dios del catecismo” (“Ele”, Boitempo).
El poeta itabirano parece cerrar la cuestión de Dios al publicar Claro enigma,
sin embargo, no parece eliminar a ese Dios que como un misterio se percibe
en el “corazón de un distraído agnóstico” (“Um lírio, por acaso”, Discurso de
primavera). Ese Dios parece traslucirse en la vida de los santos que él siempre admiró. Habla sobre las Teresas (de Ávila y Teresinha) como el “humano
milagro del amor” (“Teresa”, Viola de bolso), a pesar de que a esta última
nunca debe haberla oído (“Um lírio por acaso”, Discurso de primavera). Habla
de San Francisco, que por su amor le hace reconocer su limitación: “No creo
en usted para amarlo [por eso] dame, Señor, solo la belleza” (“Estampos
de Vila Rica”, Claro enigma). Llega también a reconocer en María, madre de
Jesús, a la pastora de aquellos de “pasos inciertos” (“Divina pastora”, Viola
de bolso), que acoge a todos “entre humildes y poderosos” (“A voz”, Discurso
de primavera). También trata con respeto a sus amigos poetas católicos como
Alceu Amoroso Lima a quien llama “siervo de Dios/ siervo del amor que es
cómplice de Dios” (“Alceu, radiante espelho”, Amar se aprende amando) y en
la poesía de Murilo Mendes parece ver la superación de ese “Dios [apático]
pagano” (“Murilo Mendes hoje/ amanhã”, Discurso de primavera; “Reunião
em dezembro”, Amar se aprende amando).
El poeta parece tener una cierta estima por la llamada Iglesia Popular o
de la Liberación, porque al leer un boletín de la Arquidiócesis de Itabira de
don Marcos Noronha, reescribe la carta del obispo como una crónica llamada Inventario de la miseria y la dirige a las elites beneficiadas por la Vale
do Rio Doce, compañía minera del Gobierno, denunciando el peligro de la
complacencia y la codicia. También en uno de sus poemas él menciona a
don Hélder Cámara como aquel que “predicaba la caridad” (HF, Versiprosa).
El Dios que Drummond rechazará realmente es el “Dios del catecismo”. En
Impurezas del blanco, junto con toda la denuncia de hipocresía, habla sobre
ese Dios de extraña Kom Unik Assao, que necesita ser salvado de su terrible
inkomunikhassao (“Ao Deus Kom Unik Assão”, As impurezas do branco); ese
Dios que no sabe lo que hace, que no sabe comunicarse y produce miedo
(Moraes Neto 56)8 en las personas como en todas las otras instituciones del
7  Desde
el primer libro, Drummond menciona las palabras del “padre que fala do inferno/
sem nunca ter ido lá”, en “Igreja”, Alguma poesia; así como en su fase metafísica menciona “missionários estrangeiros” que “trazem um inferno mais terrível”, en “Sentimento de
pecado”, Boitempo.
8  En la entrevista al preguntarle al poeta: “¿Cuál es el gran miedo de Carlos Drummond
de Andrade a los ochenta y cinco años?, su respuesta fue: “Miedo, propiamente, no tengo,
porque no tengo religión. No tengo partido político. Vivo en paz con mi criterio moral y mi
conciencia”.
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tiempo del poeta. Por consiguiente, considera que una fidelidad de “falso
amor” (“HF”, Versiprosa) practica el pueblo brasileño al tener el “vicio de
esperar todo de la oración” (“Prece do Brasileiro”, Versiprosa)9 y no hacer
nada para cambiar las cosas. Cuando rechaza la “difunta creencia”, como la
entiende el poeta, emerge el misterio de la “infinita benevolencia de Dios”
(“Deus, brasileiro?”, Poesia errante) porque, para él, el “Amor es estado de
gracia” (“Flor experiente”, Corpo) y nosotros “siempre nacemos por el amor”
(“O cachorrinho de poliéster”, Poesia errante) y no por la “miopía” (“Verdade”,
Corpo) de la verdad (Moraes Neto 57)10.
5. Por una teología del pathos
El pensamiento poético es apasionado, pensando desde aquello que lo afecta
esencial y profundamente, pues el logos poético no es huidizo a la pasión.
Pero es a través del pathos que el logos penetra en la realidad humana revelando algo de sí mismo reflejado en el espejo que es el otro. Este reflejo
le muestra, ya sea lo que es más humano, o lo que siente como deshumanizado. Por tanto, estamos frente a una poética del sentido que orienta al
ser humano en su devenir hacia la búsqueda por la excelencia de lo humano
en lo humano.
La poesía de Drummond rechaza la asociación a-patía/razón (incluso teológica) como una combinación deshumanizante. Se puede decir que la poesía
del autor itabirano no rechaza en absoluto el misterio de Dios, sino una comprensión aristotélica de Dios, que es incapaz de afectarse por el sufrimiento
humano para realizar su voluntad. La poesía drummondiana es emblemática
de un tiempo que siente como inadecuada la imagen de un Dios ajeno al
sufrimiento en un momento de dolores insoportables, como las dos guerras
mundiales y los tiempos de recesión, multiplicadores de llagas sociales.
Además en Drummond se pide más que un Dios que conozca el sufrimiento,
como el Jesús dos passos, marcado por las llagas, siguiendo con su cruz y
revelando la imagen de la resignación ante el sufrimiento. Para Drummond,
la pasión no se reduce al sufrimiento, sino que indica un sentido para la vida
pues el que se apasiona revela algo de sí mismo, una identidad profunda. Y
es por esa identificación con el mundo que puede unirse al sentimiento del
mundo y rechazar esa insensible trinidad del Dios cristiano aristotélico, ese
Dios que no escucha al clamor de los que sufren por ser perfecto.
9  Tal
vez Mario de Andrade también influencie esa crítica, pues coincide con el contenido
de una de sus cartas enviadas al poeta mineiro: “nada de esperar a graça divina de braços
cruzados [...] a graça divina depende da nossa cooperação, dizem os tratadistas católicos”,
Drummond de Andrade, Andrade, Carlos & Mario, carta 4.
10  Sobre la pregunta “¿Dios existe?”, responde: “¿A mí es que me preguntas? [Se ríe] ¿Qué
te puedo decir? ¡Qué sé yo! No tengo ninguna prueba de que él exista. ¿Tú crees que él
existe? Es tu opinión. Quien afirma que él existe o no existe emite una opinión puramente
personal, pues no hay ningún fundamento científico para afirmar o negar la existencia de
Dios. Lo que se puede verificar inmediatamente es que existe un orden natural en la organización del universo físico. Y esa organización es atribuida, por algunos, a un espíritu
superior llamado Dios. Por otros, es atribuida a un misterio que la naturaleza sucesivamente
deslinda, pero está todavía muy lejos de esclarecerlo del todo. Yo me quedo en el medio.
Me considero agnóstico. Soy una persona que no tiene capacidad intelectual y competencia
para resolver el problema infinito que es si existe o no existe una divinidad”.
159 ■
Taller de Letras N° 44: 149-162, 2009
Después de la poesía de Drummond no hay más espacio para un Dios que no
sea un enamorado del ser humano, un Dios que se identifique con el anhelo
más profundo del ser humano; donde la voluntad de Dios pasa por la voluntad
humana como catharsis, orientándola para su realización, intentando librarla
de sus ilusiones y no planteándose más como imposición ciega y apática.
La poesía de Drummond presenta una teología del pathos re/orientando la
fe y la espiritualidad como un modo de ser cristiano latinoamericano en su
pasión por lo humano y su aversión por lo deshumanizado. El sensus humanos del poeta parece estar más sintonizado con una teología que parte del
misterio antropológico, rescatando y (re)afirmando el sensus fidei del teólogo
en su misión de salvar al ser humano y no condenarlo. Entonces, la poesía
puede reconciliarse con la teología en la medida en que el sueño de ambas
es el de una nueva humanidad pues, como dice Karl Rahner: “Si tiene que
preparar en sí mismo algo para ser cristiano o llegar a serlo, eso tiene que
ser la capacidad de recepción para la palabra poética” (441).
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Walty, Ivete Lara Camargos & Cury, Maria Zilda Ferreira. Drummond - poesia
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■ 160
Alex Villas Boas
El sentido de la vida en la poesía apasionada de Carlos Drummond…
Anexo
En mitad del camino
No meio do caminho
En mitad del camino había una
piedra
había una piedra en la mitad del
camino
había una piedra
en la mitad del camino había una
piedra.
No meio do caminho tinha uma
pedra
tinha uma pedra no meio do
caminho
tinha uma pedra
no meio do caminho tinha uma
pedra.
Nunca me olvidaré de ese
acontecimiento
en la vida de mis retinas tan
fatigadas.
Nunca olvidaré que en la mitad
del camino
había una piedra
había una piedra en la mitad del
camino
en la mitad del camino había una
piedra.
Nunca me esquecerei desse
acontecimento
na vida de minhas retinas tão
fatigadas.
Nunca me esquecerei que no meio
do caminho
tinha uma pedra
tinha uma pedra no meio do
caminho
no meio do caminho tinha uma
pedra.
Poema de siete faces
Poema de sete faces
Cuando nací, un ángel tuerto
de esos que viven en la sombra
dijo: Ve Carlos, a ser gauche en la
vida.
Quando nasci, um anjo torto
desses que vivem na sombra
disse: Vai, Carlos! ser gauche na
vida.
Las casas espían a los hombres
que corren tras las mujeres.
La tarde tal vez fuese azul,
si no hubiera tantos deseos.
As casas espiam os homens
que correm atrás de mulheres.
A tarde talvez fosse azul,
não houvesse tantos desejos.
El tranvía pasa lleno de piernas:
piernas blancas negras amarillas.
Para qué tantas piernas, Dios mío,
pregunta mi corazón.
Sin embargo mis ojos
no preguntan nada.
O bonde passa cheio de pernas:
pernas brancas pretas amarelas.
Para que tanta perna, meu Deus,
pergunta meu coração.
Porém meus olhos
não perguntam nada.
El hombre detrás del bigote
es serio, simple y fuerte.
Casi no conversa.
Tiene pocos, escasos amigos
el hombre detrás de los anteojos y
del bigote.
O homem atrás do bigode
é sério, simples e forte.
Quase não conversa.
Tem poucos, raros amigos
o homem atrás dos óculos e
do bigode,
161 ■
Taller de Letras N° 44: 149-162, 2009
Dios mío, por qué me abandonaste
si sabías que yo no era Dios
si sabías que yo era débil.
Meu Deus, por que me abandonaste
se sabias que eu não era Deus
se sabias que eu era fraco.
Mundo mundo vasto mundo,
si yo me llamase Raimundo
sería una rima, no sería una
solución.
Mundo mundo vasto mundo,
más vasto es mi corazón.
Mundo mundo vasto mundo,
se eu me chamasse Raimundo
seria uma rima, não seria uma
solução.
Mundo mundo vasto mundo,
mais vasto é meu coração.
No te lo debía decir
pero esa luna
pero ese coñac
lo dejan a uno conmovido como el
diablo.
Eu não devia te dizer
mas essa lua
mas esse conhaque
botam a gente comovido como o
diabo.
■ 162
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