220-33615 Ref: Viabilidad para efectuar negociación de acciones

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220-33615
Ref: Viabilidad para efectuar negociación de acciones en una sociedad disuelta.
Me refiero a su comunicación radicada bajo el número 064330 mediante la cual consulta si es jurídicamente viable
que los accionistas en una sociedad anónima con el 100% de capital privado, disuelta, sin obligaciones a cargo de
terceros acreedores, puedan negociar sus acciones pagadas a otros socios o a terceros y en el evento en que la
respuesta sea afirmativa, si es posible ante la eventual reducción del número de socios transformar la sociedad en
limitada.
Teniendo en cuenta que el tema objeto de la consulta versa sobre una sociedad disuelta y en liquidación, procede
enunciar brevemente algunas de las normas que regulan la disolución y liquidación de las sociedades para tratar a
continuación la situación individual del accionista socio de una empresa en la situación anotada y resolver
finalmente el tema de la posible transformación de la sociedad.
1. Situación de la sociedad disuelta y en estado de liquidación.
Dispone el artículo 222 del Código de Comercio, que disuelta la sociedad se procederá de inmediato a su liquidación.
En consecuencia, no podrá iniciar nuevas operaciones en desarrollo de su objeto y conservará su capacidad jurídica
únicamente para los actos necesarios a la inmediata liquidación. Cualquier operación o acto ajeno a este fin, salvo
los autorizados expresamente por la ley, hará responsables frente a la sociedad, a los asociados y a terceros, en
forma ilimitada y solidaria, al liquidador y al revisor fiscal que no se hubiere opuesto.
Consagra a su vez el artículo 223 ibídem, que disuelta la sociedad las determinaciones de la junta de socios o de la
asamblea deberán tener relación directa con la liquidación, éstos presupuestos normativos permiten afirmar que por
virtud de la liquidación la sociedad adquiere un estado especial en el que a pesar de que ni la asamblea ni la junta
de socios sufren alteraciones sustanciales, los actos de administración deben estar encauzados exclusiva y
directamente a la liquidación de la compañía.
Por su parte, el artículo 218 del Código de Comercio consagra en general las causales de disolución de las
sociedades mercantiles, las que en razón a sus efectos se puede clasificar en aquellas con efectos inmediatos y las
que tienen efectos diferidos.
Ahora bien, se cuentan dentro de aquellas con efectos inmediatos la referida al vencimiento del término de duración
previsto en los estatutos, contenida en el ordinal 1º, pues sus efectos para los asociados y para terceros se
producen desde el instante de su ocurrencia; produce efectos diferidos la causal de disolución cuando la decisión
proviene de los socios, pues aunque produce efectos entre los socios en el momento en que se adopta, no produce
efectos frente a terceros sino a partir de la inscripción en el registro mercantil y lo mismo ocurre cuando la
disolución proviene de la orden de autoridad competente, pues en este caso, también afecta a los socios en el
momento en que se indique en la providencia, pero respecto de terceros solo produce efectos cuando se registra en
la Cámara de Comercio.
En cuanto a las causales contenidas en los numerales 2º, 3º, 5º y 8º del artículo 218 ibídem, dispone el inciso 1º
del artículo 220, surtirán efectos para los asociados desde la declaratoria que hagan éstos en torno a la existencia
de la respectiva causal y frente a terceros, a partir del registro en la Cámara de Comercio del instrumento público a
través del cual se solemnice la referida declaración.
De las precisiones normativas que anteceden, se desprende con claridad que la sociedad una vez disuelta entra en
estado de liquidación y su capacidad se circunscribe a los actos propios de la liquidación.
2. Situación del accionista socio de una sociedad en estado de liquidación.
En principio conviene anotar que una vez constituida la sociedad surge una persona distinta de los socios
individualmente considerados, quienes de acuerdo con la ley mercantil tienen unos derechos derivados directamente
de su condición de socios y de la propiedad que ostentan sobre cada acción representativa del aporte efectuado al
fondo social que integra el capital social. En tal virtud, dispone el artículo 379 del Código de Comercio que cada
acción conferirá a su propietario los derechos y entre ellos en el ordinal 3º consagra el de negociar libremente las
acciones enunciadas a menos que se estipule el derecho de preferencia a favor de la sociedad o de los accionistas o
de ambos.
Por tanto, teniendo en cuenta que a través del ejercicio del derecho a la negociación de las acciones no se afecta
legal ni patrimonialmente la sociedad, pues el aporte como elemento esencial se mantiene a nombre de los nuevos
titulares de las acciones, a juicio de este Despacho es dable concluir para responder el primer interrogante, que
el ejercicio de este derecho por parte del accionista no tiene limitación distinta que la que le imponen los estatutos
en relación con el derecho de preferencia, pero en ningún caso en razón al estado de liquidación en el que se
encuentre la empresa.
3. Posibilidad de transformar la empresa en estado de liquidación.
En punto a este aspecto, cabe observar que de acuerdo con lo dispuesto por el artículo 167 del Código de Comercio:
"Una sociedad podrá, antes de su disolución, adoptar cualquiera otra de las formas de la sociedad comercial
reguladas en este Código, mediante una reforma del contrato social. La transformación no producirá solución de
continuidad en la existencia de la sociedad como persona jurídica, ni en sus actividades, ni en su patrimonio".
Del precepto anotado se infiere que el acuerdo de transformación ha de aprobarse y la correspondiente escritura
debe otorgarse, antes de que la sociedad se disuelva por cualquiera de las causas establecidas en la ley o en los
estatutos, lo cual significa que es un fenómeno admisible solamente en el curso de la vida social activa.En
consecuencia, para responder el segundo interrogante debe manifestarse que la definición misma de la figura de
la transformación categóricamente prohibe esta posibilidad, respecto de las sociedades disueltas, lo que permite
concluir que la operación planteada no es viable jurídicamente.
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