44 SynthesiS PUNTO DE VISTA EL SECRETO PROFESIONAL y sus alcances AMALIA PATRICIA COBOS CAMPOS Facultad de Derecho/Universidad Autónoma de Chihuahua E l secreto profesional y sus alcances han inquietado a los profesionales de las diferentes ramas del saber desde tiempos inmemoriales. ¿Cuáles son los límites y alcances de este? Estos cuestionamientos constituyen la base fundamental de esas reflexiones, y no sin razón, porque en algunos campos del saber, el respeto irrestricto de este deber ético de las profesiones afecta a terceros que no están dentro de esa relación del profesional con su paciente o cliente. Es por ello que tal secreto se ha venido regulando por las legislaciones de muy disímbolas maneras, a efecto de alcanzar un punto en el que se logre un equilibrio de intereses que permita la convivencia armónica en una sociedad en constante evolución, en la cual han surgido fuertes polémicas que cuestionan la validez del secreto profesional en diversos ámbitos, como el de la medicina, donde se pone en tela de juicio su obligatoriedad cuando se trata de enfermedades contagio-infecciosas como el sida, colocando en la balanza los conceptos tradicionales y su respeto irrestricto, frente a la disyuntiva de arriesgar la salud, no individual sino colectiva. OCTUBRE-DICIEMBRE 2007 1 SynthesiS ¿Hacia dónde debe inclinarse el profesional? Es esta una pregunta nada fácil de responder y frente a ella existen las más diversas posturas de los estudiosos, quienes actualmente hablan de tres vertientes en el secreto profesional en el ejercicio de la medicina, a saber: • El secreto profesional médico absoluto. Representa las posturas tradicionales del mismo y fue detentado por las diversas legislaciones. Actualmente el derecho sajón aún sostiene esta posición. • El secreto profesional médico relativo. Condiciona la revelación del secreto profesional a la existencia de una “causa justa”. La índole de dicha causa puede ser de diversos orígenes y por ende resulta un concepto amplio que queda al arbitrio del profesional y de las delimitaciones que la legislación hace de ello. Esta postura está predominando en América. Existe, frente a las dos anteriores, otra postura que se ha denominado “secreto profesional médico compartido”, que contiene las implicaciones de la revelación del secreto por “causa justa”, pero además establece la posibilidad de compartir dicho secreto con otro profesional de la medicina siempre que ello implique un beneficio para el tratamiento del paciente en cuestión. Esa utilidad representa un parámetro difícil de precisar porque el beneficio no puede predecirse de manera indubitable y la interconsulta es y ha sido, generalmente indispensable para la mejor evaluación del cuadro clínico del paciente, a tal grado, que la mayoría de las legislaciones no estima como violación al secreto profesional dicha conducta. Esta actitud la asume el derecho francés, entre otros. Un punto importante a tomar en consideración es el derecho a la intimidad, considerado como un derecho humano fundamental por virtud del cual se tiene la facultad de excluir o negar a los demás el conocimiento de ciertos aspectos de la vida de cada persona que solo a esta le incumben. Este derecho actualmente reconocido como un derecho fundamental de la persona en las legislaciones de muchos países, incide en estas consideraciones del secreto profesional porque la propia salud es uno de los ámbitos de mayor intimidad de la persona por lo que se habla del derecho que el paciente tiene respecto a su historia clínica. Supuestos como los antes mencionados son los que han empezado a modificar paulatinamente los conceptos tradicionales, no solo en el campo de la medicina y se analiza cuáles son los factores a delimitar; de tal forma que las legislaciones han establecido normatividad 2 44 protectora de los derechos que se vinculan al secreto profesional y a la propia intimidad; en vía de ejemplo y en relación al derecho comparado, puede citarse la legislación peruana y la española. La primera regula el precitado derecho en primer término en su carta fundamental en el inciso 6 del artículo 2o. de la Constitución determina el derecho de todo individuo: “A que los servicios informáticos, computarizados o no, públicos o privados, no suministren informaciones que afecten la intimidad personal y familiar”. Por su parte, el artículo 14o. del Código Civil Peruano prescribe que: “La intimidad de la vida personal y familiar no puede ser puesta de manifiesto sin el asentimiento de la persona o si esta ha muerto, sin el de su cónyuge, descendientes, ascendientes o hermanos, excluyentemente y en este orden”. El inciso i) del artículo 15 de la Ley General de Salud es del siguiente tenor: Toda persona, usuaria de los servicios de salud, tiene derecho: a) Al respeto de su personalidad, dignidad e intimidad; b) A exigir la reserva de la información relacionada con el acto médico y su historia clínica, con las excepciones que la ley establece; c) A no ser sometida, sin su consentimiento, a exploración, tratamiento o exhibición con fines docentes; d) A no ser objeto de experimentación para la aplicación de medicamentos o tratamientos sin ser debidamente informada sobre la condición experimental de éstos, de los riesgos que corre y sin que medie previamente su consentimiento escrito o el de la persona llamada legalmente a darlo, si correspondiere, o si estuviere impedida de hacerlo; e) A no ser discriminado en razón de cualquier enfermedad o padecimiento que le afectare; f) A que se le brinde información veraz, oportuna y completa sobre las características del servicio, las condiciones económicas de la prestación y demás términos y condiciones del servicio; g) A que se le dé en términos comprensibles información completa y continuada sobre su proceso, incluyendo el diagnóstico, pronóstico y alternativas de tratamiento, así como sobre los riesgos, contraindicaciones, precauciones y advertencias de los medicamentos que se le prescriban y administren; h) A que se le comunique todo lo necesario para que pueda dar su consentimiento informado, previo a la aplicación de cualquier procedimiento o tratamiento, así como negarse a éste; OCTUBRE-DICIEMBRE 2007 44 SynthesiS i) A que se le entregue el informe de alta al finalizar su estancia en el establecimiento de salud y, si lo solicita, copia de la epicrisis y de su historia clínica. Los artículos 154 y siguientes del Código Penal sancionan a quienes violen el derecho a la intimidad. El 156 castiga a quien “revela aspectos que conociera con motivo del trabajo que prestó al agraviado o a la persona a quien éste se lo confió”; mientras que el numeral 165 pena la violación del secreto profesional1 en la misma medida que los hacen casi la totalidad de las legislaciones en el mundo moderno. Como corolario a estas disposiciones, el artículo 76 del Código de Ética y Deontología del Colegio Médico del Perú del año 2000 prevé la obligación a cargo del profesional médico de facilitar a su paciente copia del historial cuando así se lo solicite, considerando una falta de ética la negativa a hacerlo. “De igual derecho están dotados los médicos que intervienen en un determinado tratamiento médico, las autoridades judiciales o terceros facultados para realizar inspecciones médicas o por aquellos que están autorizados para realizar investigaciones científicas en beneficio de la salud pública.”2 En correlación con lo antes analizado, la legislación española determina en el artículo 61 de la Ley General de Sanidad, lo siguiente: En cada área de salud debe procurarse la máxima integración de la información relativa a cada paciente, por lo que el principio de historia clínico-sanitaria única por cada uno deberá mantenerse, al menos, dentro de los límites de cada institución asistencial. Estará a disposición de los enfermos y de los facultativos que directamente estén implicados en el diagnóstico y el tratamiento del enfermo, así como a efectos de inspección médica o para fines científicos, debiendo quedar plenamente garantizados el derecho del enfermo a su intimidad personal y familiar y el deber de guardar el secreto por quien, en virtud de sus competencias, tenga acceso a la historia clínica. Los poderes públicos adoptarán las medidas precisas para garantizar dichos derechos y deberes que la historia clínica está a disposición del enfermo y de los facultativos que directamente estén implicados en el diagnóstico y tratamiento del enfermo. Asimismo, estará a disposición a efectos de inspección médica o para fines científicos. En cualquier caso, deberá garantizarse el derecho a la intimidad del paciente a través del secreto profesional que deben guardar aquellas personas que conozcan dicha historia clínica. El derecho es otro ámbito en el que el profesional tiene conocimiento de cuestiones que afectan no solo a OCTUBRE-DICIEMBRE 2007 su cliente sino a la sociedad en general en el campo de la persecución de los delitos. El cuestionamiento ético fundamental ha sido siempre: ¿el abogado debe, en aras del secreto profesional, callar la culpabilidad de su cliente en actos delictivos de trascendencia social como el terrorismo? De difícil respuesta y de mucha trascendencia en su alcance resulta dicho cuestionamiento. La premisa de la que hay que partir es, en primer término, la conceptualización de lo que es la profesión y qué podemos entender por secreto en general; desde esta perspectiva, acudiendo al origen etimológico de la palabra profesión, esta “se deriva del latín de la proposición pro y el verbo fateor, que significa manifestar, declarar, proclamar. De estos vocablos surgen los sustantivos profesor, profesar y profesión. En este sentido, la profesión resulta difícil de conceptualizar, derivado de su identificación con otros vocablos afines. Al respecto, el maestro Jorge Fernández Pérez, catedrático de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Puebla, afirma: El concepto profesión ha estado ligado a la evolución y desarrollo de las sociedades; pero es difícil tener una definición única de la profesión, ya que existe una frontera difusa entre lo que es una ocupación y una profesión. Sin embargo, es posible identificar algunos elementos como la formación educativa de alto nivel, la estructura organizativa, la vinculación con las estructuras de poder, el estatus, la actualización continua y la búsqueda de autonomía como factores que inciden en la determinación de una actividad determinada como una profesión.3 Evidentemente, el concepto de profesión se ha ido transformando al ritmo de la evolución de su desempeño, de las corrientes filosóficas que la sustentan y del mayor o menor grado de control que el Estado ejerce en su regulación, hasta llegar a los conceptos actuales. Una nueva concepción de la profesión se da a partir del trabajo de Cleaves (1985), quien sostiene que las profesiones son ocupaciones que requieren de un conocimiento especializado, una capacitación educativa de alto nivel, control sobre el contenido del trabajo, organización propia, autorregulación, altruismo, espíritu de servicio a la comunidad y elevadas normas éticas. Esto lleva a sostener que, generalmente, la profesión aseguraría la posibilidad de hacer carrera a través de una actividad en la que los conocimientos del profesionista, además de ejercitarse, se amplían acumulativamente, enriqueciéndolo.4 3 SynthesiS Profesión será entonces, “empleo o facultad que se realiza con derecho a una retribución”.5 Sin embargo, a este concepto deberíamos agregarle otros supuestos que son elementos sine qua non de la profesión como serían: los conocimientos especializados, la vocación de servir a la sociedad a través de dichos conocimientos y el manejo ético de los mismos. Resulta factible analizar a continuación el vocablo secreto, que, de acuerdo con la expresión literal, es aquello oculto o reservado. Guillermo Cabanellas afirma que “es el conocimiento personal exclusivo de un medio o procedimiento en cualquier ciencia o arte”.6 Los diferentes autores que abordan el tema de los secretos desde su perspectiva deontológica han establecido algunas clasificaciones a este secreto; así, se ha dicho que desde el punto de vista moral se le puede clasificar en natural, prometido y confiado. El primero de ellos alude a aquello oculto que descubrimos por casualidad, confidencia o en el transcurso de una investigación. No incide en la esfera de las profesiones, ni en aspectos contractuales. La obligación de guardar el secreto no deriva de la ley, sino de un deber implícito de respeto a los demás y a su intimidad.7 El secreto prometido es aquel que se guarda por un compromiso asumido con la persona a quien afecta la información a que el secreto se refiere y se guarda en aras de ese compromiso que puede ser de índole moral o jurídico. El secreto confiado es aquel que no se descubre por accidente, sino que nos es entregado en forma voluntaria por aquel a quien afecta; de tal manera, que al hacerlo de nuestro conocimiento la persona confía en que será guardado con las reservas del caso. El secreto es lo que se mantiene reservado y oculto, puede ser, en unos casos un deber moral, mantenido en la propia conciencia de quien lo posee; en otros puede ser un deber ético cumplido en la conducta cotidiana; puede ser también un deber profesional impuesto por la Deontología o por un Código de Ética de un Colegio profesional, o incluso puede ser una obligación impuesta por una norma jurídica.8 Otros autores, especialmente los que analizan la deontología, hablan de las facetas que reviste, afirmando que se traduce en las siguientes: a) El sujeto que lo guarda. b) El sujeto frente a quien se guarda. 4 44 c) Los terceros que pudieran salir perjudicados con el mismo. Es evidente que el secreto en sí no se proyecta al campo de lo jurídico en modo alguno, pero cuando este secreto reviste la forma de confidencias vertidas ante el profesional, sin importar la profesión de que se hable, esto incide en el campo del derecho de manera indiscutible. Al estar el ejercicio de las profesiones regulado por normas jurídicas, el Estado ha puesto especial cuidado en establecer la figura del secreto profesional para vincular al profesionista de manera obligatoria a él. Esto es así porque el comportamiento del profesional le interesa a la sociedad, al realizarse el desempeño de los servicios profesionales en el ámbito de esta, incidiendo como ya se dijo en los espacios más privados de los individuos que la componen. El secreto profesional ha sido conceptuado tradicionalmente como: “obligación y derecho a guardar silencio sobre lo que se conoce en algún cargo o profesión”.9 Es de vital importancia analizar los alcances éticomorales del secreto profesional, entendidos estos como: “la reflexión sistemática y metódica sobre el sentido, validez y licitud (bondad-maldad) de los actos humanos individuales y sociales en la historia”.10 En este orden de ideas, los colegios de profesionales de las distintas ramas del saber han buscado lograr la solidez de sus agremiados en los valores esenciales inherentes a la sociedad, para alcanzar el respeto irrestricto a la obligación de guardar el secreto profesional en aras de salvaguardar el estado de derecho. Existe la regulación jurídica adecuada mediante los llamados “códigos de ética profesionales; lo trascendente es lograr la solidez moral de los individuos para el cumplimiento cabal de las mismas; de dichas regulaciones son innumerables los ejemplos que podrían citarse y que rebasarían en mucho las pretensiones analíticas del presente artículo; sin embargo, es de interés citar, entre otras, la publicación realizada por el Colegio de Psicólogos de Chile bajo el rubro “Alcances y limites del secreto profesional y la confidencialidad”.11 En dicha publicación se hace hincapié en que la confidencialidad a que obliga el secreto profesional, alcanza el nombre del paciente como elemento primordial, y determina: Esta prohibición se extiende a intercambios entre psicólogos o con otros profesionales de la salud en situaciones sociales. Hay situaciones profesionales en que caben algunas excepciones reguladas a lo ya planteado; tales como situaciones de supervisión clínica, reOCTUBRE-DICIEMBRE 2007 44 SynthesiS uniones clínicas, interconsultas o referencia de pacientes, en que incluso corresponde atenerse estrictamente a aquellos aspectos y contenidos que son estrictamente atingentes a lo que se está tratando en beneficio del paciente o cliente. Así por ejemplo, no corresponde revelar el nombre de un paciente o cliente en una reunión clínica. Asimismo, el precitado acuerdo expresa: El Código especifica: “El Psicólogo/a no podrá en caso alguno, revelar directa, ni indirectamente los hechos, datos o informaciones que haya conocido o le hayan sido revelados en el ejercicio de su profesión, salvo Orden Judicial expresa o autorización por escrito del paciente o cliente mayor de edad y con discernimiento e informadamente”.12 Por su parte, el ejercicio de la abogacía reconoce también internacionalmente el respeto al secreto profesional. En vía de ejemplo citaremos la denominada Carta sobre la abogacía, aprobada por la Unión Internacional de Abogados, también conocida como Carta de Turín sobre el ejercicio de la abogacía en el siglo XXI, la cual establece: El Abogado tiene derecho al reconocimiento y al respeto del secreto profesional por parte de cualquier sujeto de derecho y de cualquier autoridad. Dicho secreto constituye un secreto intangible que tiene como fin garantizar, dentro de un Estado de Derecho, el fundamento de las relaciones entre el mandante y el profesional, y asegurar la protección jurídica de los ciudadanos. Un cuestionamiento importante que se ha hecho a la doctrina jurídica en cuanto al alcance del secreto profesional del abogado, alude a quienes desempeñan el papel de defensores desde el ámbito de la administración pública, los llamados en nuestros país “defensores de oficio”, o “defensores públicos” como se les conoce en otros países. Se ha dicho que a estos no obliga en la misma medida el secreto profesional, pero ¿es válido este argumento?; y en caso afirmativo, ¿hasta dónde? El tema ha sido analizado por muchos autores, y al respecto cabe citar a Paula Vial Reynal, miembro de la Comisión Consultiva Ética Defensoría Penal Pública, quien estima: El desarrollo de una defensa penal pública de calidad supone la protección de las relaciones de confianza necesarias entre abogado y cliente, para lo que el respeto del secreto profesional se erige como garante final y absoluto. En el ámbito de la defensa penal pública resulta entonces más relevante reforzar el alcance OCTUBRE-DICIEMBRE 2007 del secreto profesional. Para ello, es necesario dejar establecido en el ámbito del ejercicio, en las relaciones con el Ministerio Público, con los querellantes, con los tribunales, con los órganos administrativos o con quien corresponda, que este deber-derecho se ejercerá asumiendo las consecuencias de su tutela”.13 Por su parte, el Colegio de Abogados de Chile, en oficio de fecha 3 de agosto de 2007, dirigido al titular de la Defensoría Penal Pública de dicho país, a solicitud de este, emitió su opinión al respecto del tema que nos ocupa afirmando rotundamente el carácter absoluto del derecho del secreto profesional en la defensa sin distingo alguno; esto es, que no puede, como han pretendido algunos jueces y ministerios públicos limitarse a ciertas esferas y tiempos, sino que es de índole tal que el profesional del derecho no está obligado a declarar ante el juez en relación con cuestiones que le han sido confiadas por su cliente al actuar en defensa de los derechos de este.14 Un aspecto fundamental de análisis en el presente trabajo es el relacionado con el secreto profesional y el periodismo, punto toral de las relaciones entre el Estado y la sociedad. Lleva a múltiples reflexiones en cuanto a la obligatoriedad o no de dicha premisa en el ejercicio de una profesión cuya existencia misma es punto de discusión desde sus orígenes, y sin la cual no podríamos concebir el mundo moderno en el que nos desenvolvemos. El cuestionamiento toral es: ¿obliga al periodista el secreto profesional? La respuesta ha sido objeto de un sinnúmero de trabajos de investigación de toda índole, Juan Luis Cebrián lo define como: “el derecho que tienen los profesionales de la información a no revelar las fuentes de la misma, no declarar ante los jueces sobre los hechos que ellos revelen en sus informaciones y no entregar los carnets personales de notas, cintas magnetofónicas y demás material informativo que haya utilizado al respecto”.15 Mucho se ha hablado de las diferencias sustanciales del secreto profesional del periodista, ya que este no guardará el secreto confiado, como es el deber jurídicamente consagrado de las demás profesiones que se han venido analizando; esto es, el médico, el abogado, el psicólogo, deben guardar para sí mismos lo que les ha sido confiado por razón de la profesión en la que se desenvuelven; sin embargo, en el caso del periodista, el que confía el secreto es consciente de que el mismo será revelado a la opinión pública, por lo que no es la información la que se protege; por el contrario, esa información está destinada a ser conocida por el 5 SynthesiS público en general, mientras mayor difusión se le dé, mejor destino tendrá. Aquí lo que se pretende proteger es la identidad del informante, la cual puede resguardarse de los jefes, autoridades de los tres niveles de gobierno. Las opiniones no son unánimes y algunos estiman que este último no puede llegar a la limitante del periodista para declarar ante un tribunal. Este es un tema de mucha controversia en la sociedad actual. Al respecto, cabe citar a Hernán Rodino y Rodrigo Molero, quienes afirman: “El propósito del secreto profesional está orientado no a la eventualidad de prohibirle que declare en juicio sobre sus informantes, sino a posibilitar que el periodista proteja sus fuentes y que no sea obligado a revelar sus datos confidenciales”;16 todo ello aducen los analista en ras de garantizar la libertad de expresión como derecho fundamental de las sociedades modernas. Ahora bien, ¿cuáles son los límites del secreto profesional? De entrada resulta evidente que el mismo no constituye una patente de impunidad en desdoro de la justicia y el estado de derecho, pero es importante analizar, aunque sea someramente, las limitantes que el mismo derecho le marca al ejercicio de este, como al de cualquier derecho. En primer término tendríamos la limitación normativa; esto es: “Cuando entra en colisión frente a otras obligaciones ante las cuales tiene que ceder, o cuando se encuentra con algún derecho que hace cesar la obligación de reserva”.17 En este caso estaremos precisamente frente a los límites normativos del secreto profesional. Augusto Arroyo18 estima que des- 6 44 de la perspectiva del derecho penal, la legítima defensa y el estado de necesidad eximen al profesional de los ilícitos en que pudiera encuadrar al revelar el secreto profesional que le ha sido confiado. En tal supuesto, afirma el precitado autor: “No solo producen el efecto de destruir la antijuricidad del hecho –como la destruye en cualquier otro delito las causas de justificación– sino que además destruyen la tipicidad del mismo, ya que, tratándose del delito de revelación de secretos, la ausencia de causa justa (causa de justificación) está exigida por la ley como elemento integrante de éste”.19 Se ha hablado también de la justificación moral del secreto profesional; y al respecto, los teólogos han analizados abundantemente el tema; de entre ellos destacaremos la opinión de los padres Lárraga y Lumbreras, quienes afirman: “Se puede revelar el secreto profesional cuando es necesario para el bien común o para evitar el daño grave de un inocente o del mismo que encomendó el secreto”.20 Otro elemento que puede determinar limitantes al secreto profesional es la territorialidad; esto es, el eterno conflicto de leyes en el espacio al que el derecho da solución usualmente a través de los tratados internacionales. La disimilitud de legislaciones ha originado que el tema sea materia de convenciones internacionales, como por ejemplo las celebradas en Edimburgo (1962) y México (1964). En ellas se planteó el caso del abogado que saliendo de su país es llamado a declarar ante autoridades de un país extranjero, cuya regulación del secreto profesional es disímbola a la propia y en que se le exige la revelación del mismo. A esta figura los juristas le han llamado “invasiones al secreto profesional”. En las precitadas convenciones se afirmó la supremacía del secreto profesional, aunque con muchas reservas por parte de algunos participantes.21 Frente a estas posturas, autores clásicos como Planiol, estiman que el secreto debe salvaguardarse únicamente en el territorio del estado en que se ejerce la profesión y conforme lo establezcan las leyes del lugar, mas no fuera de este; por supuesto, tal punto de vista ha sido controvertido por los autores estimando que haría nugatorio el referido secreto. Por su parte, Arroyo Soto ha considerado que debe determinarse cuál es el bien jurídico superior a salvaguardar en el caso de la revelación del secreto para poder resolver el conflicto que pudiera existir en la normatividad aplicable a este, y además estima que la ley aplicable al secreto es la del lugar en que el mismo le es confiado al profesional, independientemente de la nacionalidad o residencia de este. OCTUBRE-DICIEMBRE 2007 44 SynthesiS Otro aspecto esencial lo representa el factor temporal; esto es, ¿cuánto tiempo debo guardar el secreto como profesionista? Este punto representa un alto grado de dificultad en su solución. Algunos hablan del límite de la representación en el abogado o el fin del proceso; otros de la conclusión del tratamiento en los profesionales de la salud; sin embargo, algunos estiman que debe salvaguardarse siempre, “el secreto médico debe mantenerse aún después de la muerte del enfermo y debe exagerarse en el caso de los psiquiatras ya que la información de que disponen difiere básicamente de la de otros médicos”.22 Es, en conclusión, dable estimar que el secreto profesional no es un tema fácil y su regulación legal tampoco lo ha sido. En muchos estados modernos es aún una cuenta pendiente con la sociedad, ya que no existe una legislación adecuada, en especial en algunas profesiones, ya que en donde su regulación ha sido más minuciosa es en las relacionadas con la salud y el ejercicio de la abogacía, que es en las que se estima la mayor relevancia de preservar a salvo cuestiones fundamentales para la salvaguarda de los derechos fundamentales de los ciudadanos del mundo moderno; y sus implicaciones y alcances han llevado a los legisladores a regular su violación como un delito en algunos casos que estiman de interés público su salvaguarda. El secreto profesional es un deber que nace de la esencia misma de la profesión. El interés público, la seguridad de los enfermos, la honra de las familias, la respetabilidad del profesional y la dignidad del arte exigen el secreto. Los profesionales del arte de curar tienen el deber de conservar como secreto todo cuanto vean, oigan o descubran en el ejercicio de la profesión por el hecho de su ministerio y que no debe ser divulgado.23 8 9 10 11 12 13 14 15 Notas 1 2 3 4 5 6 7 www.devida.gob.pe http://www.revistapersona.com.ar/Persona51/51Fernandez.htm Jorge Fernández Pérez: “Elementos que consolidan al concepto profesión. Notas para su reflexión”, Revista Electrónica de Investigación Educativa, vol. 3, n. 1 (2001). Ídem. Graciela Ramos C.: La ética profesional, Instituto Estudios Bancarios Guillermo Subercaseaux, 2007. Guillermo Cabanellas: Diccionario de derecho usual, t. IV, p. 19 (citado por Ismael Rodríguez Campos: Abogacía, Monterrey, México, Lazcano Garza Editores, 2004). V.J.M. Fernández: “El secreto profesional”, Anales Médicos, Asociación Médica del American British Cowdray Hospital, AC,vol. 44, n. 1 (enero-marzo de 1999), edigraphic.com OCTUBRE-DICIEMBRE 2007 16 17 18 19 20 21 22 23 Ismael Rodríguez Campos: Abogacía, Monterrey, México, Lazcano Garza Editores, 2004. Diccionario de la lengua española, Madrid, Espasa-Calpe, 2005. “Código de ética y conducta profesional”, Calidad Visual, n. 2, Auditoría General del Estado de Guerrero (mayo de 2006). Elaborados por la Comisión de Ética del Colegio. Código de ética profesional del Colegio de Psicólogos de Chile (AG.), 1999. Paula Vial Reynal: “Alcance del secreto profesional para el defensor penal público”, www.defensoriapenal.cl/interior/estandares/ secreto_profesional.pdf http://estudiojuridico.bligoo.com/content/view/65919 Juan Luis Cebrián: “El secreto profesional de los periodistas”, Cuadernos y debates, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, n. 48 (1994), p. 20. Rodino y Molero: “El secreto profesional del periodista”, http:// www.perio.unlp.edu.ar/catedras_libres/unesco/molero_rodino.htm Augusto Arroyo Soto: “El secreto profesional del abogado y del notario”, Instituto de Investigaciones Jurídicas, México, UNAM, serie G, n. 39 (1980). Ídem. Ídem. Lárraga y Lumberas: Prontuario de teología Moral, Madrid, 1950. Citadas por Arroyo Soto: obra citada, pp. 252,253. Vargas Alvarado (citado por Hernán Silva Silva: Medicina legal y psiquiatría forense, Editorial Jurídica de Chile, 1991. Código de ética de la Confederación Médica, Argentina, artículo 66. S 7