Guión Litúrgico - Cáritas Diocesana de Zaragoza

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Oremos: Te lo pedimos, Padre, y luz de nosotros, anunciadores y
fermento de tu Reino.
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A
A y VIVE
M
A
Oremos a Dios, Padre de la gracia y la misericordia, desde la
fe y la esperanza.
Te lo pedimos, Padre.
• Para que la Iglesia sea «isla de solidaridad», casa de acogida
y samaritana de los caminos.
Te lo pedimos, Padre.
• Para que los responsables de los pueblos defiendan la dignidad
de todos los ciudadanos y sean promotores de toda justicia
y libertad.
Te lo pedimos, Padre.
• Para que todos trabajemos por la defensa de la naturaleza y el
cultivo de la tierra, nuestra casa común.
Te lo pedimos, Padre.
• Para que todos los creyentes, y especialmente los voluntarios
y trabajadores de Cáritas, sean verdaderos servidores de los
pobres y denuncien las causas de tanta miseria y tanto sufrimiento.
Te lo pedimos, Padre.
• Para que se respeten los derechos de todos los que sufren:
pobres, excluidos, emigrantes, refugiados, prófugos, desplazados, desempleados, encarcelados, enfermos, ancianos, desesperanzados, explotados, violados…
Te lo pedimos, Padre.
• Para que todos nosotros, que celebramos la Eucaristía, descubramos el cuerpo de Cristo en los hermanos.
Te lo pedimos, Padre.
ORACIÓN PARA
DESPUÉS DE
LA COMUNIÓN
la JUSTICI
ORACIÓN
DE LOS FIELES
• Padre nuestro,
el pan nuestro de cada día dánosle hoy;
y el pan nuestro de cada día démosle hoy.
• Padre nuestro,
la dignidad nuestra de cada día dánosla hoy;
y la dignidad nuestra de cada día démosla hoy.
• Padre nuestro,
la justicia nuestra de cada día, dánosla hoy;
y la justicia nuestra de cada día, démosla hoy.
• Padre nuestro,
la paz nuestra de cada día dánosla hoy;
y la paz nuestra de cada día démosla hoy.
• Padre nuestro,
el amor nuestro de cada día dánosle hoy;
y el amor nuestro de cada día démosle hoy.
Guión Litúrgico
Caridad
2016
Corpus Christi Día de Caridad
• Padre nuestro,
la alegría nuestra de cada día dánosla hoy;
y la alegría nuestra de cada día démosla hoy.
• Padre nuestro,
la misericordia nuestra de cada día dánosla hoy;
y la misericordia nuestra de cada día démosla hoy.
Amén
Cáritas
PRACTICA LA JUSTICIA
deja tu huella
Cáritas
INTRODUCCIÓN
Celebramos la fiesta del Cuerpo de Cristo. ¡Gran misterio de fe! Misterioso acontecimiento de amor. No te acostumbres. No pierdas el asombro. De rodillas o no, adora el misterio. Déjate fascinar por él.
Por su gran amor Dios se hizo carne.
Por su gran amor Dios se hace pan.
Por su gran amor Dios se ha quedado con nosotros.
Por su gran amor Dios se deja besar.
Por su gran amor Dios se deja partir.
Por su gran amor Dios se deja comer.
Por su gran amor Dios nos transforma divinamente, y nos contagia de su divinidad.
No te limites a cantarlo. Celébralo en espíritu y verdad. Déjate contagiar. Ábrete al amor.
ACTO
PENITENCIAL
• Porque celebramos la Eucaristía
y procesionamos el Cuerpo de
Cristo, pero nos falta espíritu y
verdad.
Señor, ten piedad
• Porque comulgamos con Cristo,
pero no comulgamos con los
hermanos.
Cristo, ten piedad
• Porque nos compadecemos de los
pobres, pero no los sentamos a la
mesa de Dios.
Señor, ten piedad
LECTURAS
Gn 14, 18 - 20; 1 Co 11, 23 - 26; Lc 9, 11b - 17
• Melquisedec es figura misteriosa, y proyecta una luz sugestiva sobre
el Mesías, Cristo. Es rey de paz; es sacerdote del Dios Altísimo; ofrece
pan y vino, nada de sacrificios y holocaustos. Y, sobre todo, es un
especialista en bendiciones. Bendice a Dios, bendice el pan y el vino,
bendice a Abraham. Lo suyo es alabar, bendecir, ofrecer. Todo esto
lo será Cristo, pero en plenitud.
• Pablo nos ofrece el primer relato eucarístico, que se remonta al
año 57; pero él recoge una tradición venerable, la tradición más
antigua y mejor guardada de la Iglesia, la de la Última Cena, con la
institución de la Eucaristía. Se toca así la misma fuente que mana y
corre, y llega hasta nosotros.
• Lucas, en un marco impregnado de misericordia, después que Jesús
enseñaba a la gente y curaba a los enfermos, multiplicó los panes y los
peces. Un signo muy humano, porque Dios no quiere que sus hijos
pasen hambre. No quiere que ningún ser humano desfallezca.
Pero el milagro no se realiza de manera mágica, haciendo que el
pan bajara graciosamente del cielo; el milagro es comprometido y
compartido; todos deben colaborar a la solución del problema. Un
muchacho anónimo simboliza la generosidad humana.
PARA LA HOMILÍA
1. «Esto es mi cuerpo»
Un amor entregado hasta el fin, rompiendo límites, hasta la transcendencia.
No nos acostumbremos al misterio. No perdamos nuestra capacidad de asombro.
Dios nos amó tanto que se hizo hombre.
Y más: Dios nos amó tanto, que se quedó con nosotros.
Y más: Dios nos amó tanto, que se hizo pan.
Y más: Dios nos amó tanto, que se partía y se dejaba comer.
Saltos cualitativos
De la tierra y el trabajo del hombre, al pan.
Del pan y el amor del hombre, a la solidaridad.
Del pan y el amor de Dios, a la Eucaristía.
De la Eucaristía y la entrega de Cristo, a la vida eterna anticipada.
Nadie puede ver a Dios y quedar con vida
Si nos acercamos a Dios, algo tiene que morir en nosotros. No podemos comulgar
y quedar indemnes. Todo lo que hay viejo tiene que morir en nosotros. Después de
cada Eucaristía tenemos que salir resucitados. Es el principio del mundo nuevo. Y
tenemos que salir con semillas pascuales en las manos. Testigos de amor entregado,
sembradores de esperanza, forjadores de paz y de justicia. Cada uno se convierte
en fermento del Reino de Dios.
2. Vosotros sois mi cuerpo
Cuantos comulgan el cuerpo de Cristo se van convirtiendo en el cuerpo de Cristo.
Se hacen concorpóreos y consanguíneos del Señor. «¿No sabéis que vuestros cuerpos
son miembros de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?
Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos» (1 C 6, 15; 10, 16 – 17)
No se convierte el pan en sustancia nuestra, sino nosotros en la sustancia del pan,
que es el Cuerpo de Cristo.
El que comulga termina siendo cuerpo de Cristo. El que comulga se hace pan de
Cristo. Entonces, tiene que dejarse partir y tiene que dejarse comer. Hermosa y
dramática misión: «Dadles vosotros de comer». Y vosotros ¡Dejaos comer!
En comunión
Por otra parte, si todos somos cuerpo de Cristo, ¿no estamos llamados a vivir en
comunión, unos con otros?
La desunión entre cristianos es escándalo y sacrilegio.
Y si todos somos cuerpos de Cristo, ¿no estamos llamados a crear fraternidad y
ser artífices de solidaridad? «Expertos en comunión», dice el Papa Francisco a los religiosos. «Hacer de la Iglesia la casa y la escuela de la comunión» (S. Juan Pablo II NM, 6)
3. Éstos son mi cuerpo
También lo ha dicho Jesús. Se refiere a los pequeños, a los pobres, a los enfermos, a
los descartados, a los ancianos, a los que están solos, a cuantos carecen de dignidad,
a todos los que sufren.
Sabemos que lo que hacemos con ellos, es a Cristo a quien lo hacemos.
Y tenemos que aprender que lo que hacemos a Cristo en la Eucaristía, tenemos
que hacérselo a ellos.
• ¿Te has acercado al pobre con respeto?
• ¿Te has arrodillado ante un enfermo?
• ¿No has permitido que un excluido sea profanado?
• ¿Sabes que aprovecharse del pobre no sólo es una injusticia, sino un sacrilegio?
• ¿Pasas muchos ratos acompañando al que está solo?
• Rezas por los pobres y los que sufren, ¿les pides que recen por ti?
4. Todo será mi cuerpo
Caminamos hacia la Cristogénesis total.
Cada partícula de materia tiene que ser cristificada.
«Hay más de Dios que de agua en cada gota de agua» (Pascal) Y hay más de Dios
que de materia en cada átomo y cada célula.
«Cuando se pronuncia la fórmula: “Hoc est corpus meum”, “hoc” designa primario
el pan. Pero secundario, en un segundo tiempo de la naturaleza, la materia del
sacramento es el Mundo mismo, en el que se extiende, para llevarlo a su plenitud,
la presencia sobrehumana del Cristo-Universal» (Teilhard de Chardin, Mi universo) “El fin de la marcha del universo está en la plenitud de Dios, que ya ha sido
alcanzada por Cristo resucitado, eje de la maduración universal” (Papa Francisco,
Laudato si’, 83).
En este nuevo marco entendemos mejor la palabra paulina: «La creación fue sometida
a la vanidad, en la esperanza de ser liberada de la servidumbre de la corrupción, para
participar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios» (Rm 8, 20 - 21) «Esta hermana
(Madre Tierra) clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable
y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella (…) Estas situaciones provocan
el gemido de la hermana tierra». (Papa Francisco, Laudato si’, 2; 53).
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