Revista de Psicoanálisis, Psicoterapia y Salud Mental vol.3 nº7, 2010 EL AMOR DE TRANSFERENCIA (Por Alejandra María García Jerez1) El amor de trasferencia nace en la privacidad del consultorio de los psicoanalistas, entre secretos íntimos confesados por una de las partes (el paciente) y la escucha activa de un compañero a ese viaje por la vida llamado (Analista), durante un proceso en que surgirá la invitación para acostarse en el diván desata en el paciente, el enamoramiento por su terapeuta, acción que se llevara a cabo durante el inicio del tratamiento. En este enamoramiento no importa el físico de analista, lo amable que pueda ser o cualquier otra característica a favor, nace a partir de esta alianza un “amor incondicional” que no da valor a mas calificativos, le basta con escuchar esas alentadoras palabras “Dime todo lo que venga a tu mente” y hacerle ver a nuestro paciente que no habrá ninguna crítica o comentario a sus comentarios Son el marco de referencia para que se produzcan diversos pensamientos, podríamos mencionar algunas: 1. El Analista sabe acerca de lo que me pasa 2. El Analista cono ce los síntomas que me agobia, esta etiqueta puesta al analista de “Interprete”, del sentido inconsciente del malestar, es el inicio de ese proceso dará inicio a un enamoramiento, conocido clínicamente como “El Amor de Transferencia”. Se traduce en lo que el paciente trasfiere a la persona del analista, que son todos aquellos sentimientos que dirigía hacia sus padres y el grupo de personas que interfirieron positiva o negativamente durante la infancia, durante este proceso se llevara a cabo mucha liberación emocional del paciente y circunstancia en la cual el analista debe estar preparado, para no permitir desviar el camino del análisis , dejando seducir por su paciente o concederse amar en reciprocidad, lo cual es un error enorme en el proceso. 1 Psicóloga (Honduras) La Trasferencia es en sentido literal: TRANS: algo que es llevado (del latín FERO: llevar), acarreado, de un lado a otro, a través de otra cosa. Este proceso vital para el desarrollo satisfactorio del análisis, consiste en una repetición que busca satisfacer y con una cierta persona un deseo realizado o fantaseado, con un objeto de la infancia del paciente y que está a disposición del principio del placer. Buscando en algunos libros encontré esta definición que me parece interesante: La definición que Laplanche y Pontalis enuncian en su Diccionario de psicoanálisis es la siguiente: “Designa, en psicoanálisis, el proceso en virtud del cual los deseos inconscientes se actualizan sobre ciertos objetos, dentro de un determinado tipo de relación establecida con ellos y de un modo especial dentro de la relación analítica .Se trata de una repetición de prototipos infantiles, vivida con un marcado sentimiento de realidad”. El concepto Transferencia admite ser interrogado desde tres ejes diferentes: 1. Disposición: Lleva implícito un factor común que está presente en toda relación libidinal, que encuentra sus raíces en las representaciones y afectos de las experiencias infantiles con los objetos primarios. No se trata de una trasferencia hostil es un proceso que es totalmente desinteresado ya que está dirigido hacia el Yo propio. La disposición a la transferencia es exclusiva del psicoanálisis, es propio de todo vínculo de los seres humanos, es confirmado al observar a nuestros pacientes en su entorno, familiar, laboral y de cualquier relación interpersonal. 2. Desplazamiento: de las representaciones y afectos en diversos lugares de la psiquis, que se presentara en esta oportunidad desde el deseo inconsciente al consciente y desde el inconsciente al consciente. 3. La cura: Donde las transferencias se dan sobre la persona del analista, como depositario de los efectos reprimidos de la sexualidad infantil y que y que fuero previamente al contexto del tratamiento y facilitaron la aparición de los síntomas. Desde la perspectiva clínica, debemos analizar la trasferencia positiva , como un signo de autoridad en el terapeuta y da confianza y comodidad al paciente sobre las interpretaciones que realice, por lo tanto se convierte en función principal para la cura, pero se debe estar consciente que este proceso debe tener un fin ya que la trasferencia idealizada presta un servicio positivo durante el tiempo en el que el paciente necesita liberarse para disponer del ideal dentro de sí mismo y solo se logra liberándose de la transferencia con el terapeuta. También se da en el proceso terapéutico la Transferencia Negativa en la que ocurre cuando el paciente, no escucha al terapeuta y se convierte en hostil en la que se deben interpretar como la repetición con el analista de vínculos tempranos ambivalentes con objetos primarios. Definitivamente la idealización del terapeuta No se puede negar que la idealización del terapeuta como quien posee el lugar supuesto del saber dentro de la cura, recibe la transferencia del ideal del yo del paciente, es tan intenso este proceso que podría ser comparada con el carisma que recibe un político de las masas. La posición que el paciente da al terapeuta en forma temporal, permite al analista la colaboración sin total del paciente lo que ayuda a tener avances significativos en el proceso, de aquí surge lo que llamamos “Alianza Terapéutica”. Pero éste proceso lleva implícito un doble riesgo, para el paciente: el sometimiento enamorado, a la persona sobre la cual deposita o externaliza esa instancia que marca el “como yo debería ser “ . Para el terapeuta: el peligro de encararla sino decodificar dicha transferencia y arremeter con el “Furor Curandi” Como lo ocurrido a Freud con Dora tratando de meter a la fuerza interpretaciones que la paciente no aceptaba, una vez que había visto el éxito de la desaparición de la tos a una interpretación que le hiciera. Para el analista también implica el riesgo de un goce omnipotente y omnisciente (cualquier omni es narcisista), y la fantasía de hacer al paciente a su imagen y semejanza como advierte Freud. Por ello, la disolución de la transferencia hacia el final de la cura es un proceso necesario y doloroso de pérdida para ambos participantes. El establecimiento de este lazo afectivo intenso es automático, inevitable e independiente de todo contexto de realidad. La Contransferencia El estudio de la contratransferencia se dio a mediados de este siglo, sobre todo con la escuela kleiniana, poniendo gran énfasis en esta herramienta, debido al marco teórico que sustenta esta corriente y con las patologías con las que comienzan a trabajar. El uso de la contratransferencia del analista como instrumento de observación y fuente para la construcción de las interpretaciones fue el estudio que se inició con la escuela de relaciones objetales y que hasta la fecha ha creado polémica debido a sí es permitido o no esta herramienta dentro del método psicoanalítico. La contratransferencia se puede analizar desde dos conceptos: *El primero que está restringido debido a que está considerado como producida por conflictos neuróticos del analista que estropean o turban el proceso terapéutico. El otro juicio abarca un concepto amplio que sustenta que se debe considerar contratransferencia al conjunto de estados emocionales que tiene el analista dentro del tratamiento. Pero aquí es donde se necesita comprender y diferenciar cuanto de lo que le sucede al analista dentro del tratamiento depende del paciente, del analista mismo y finalmente de la relación de ambos. Para un análisis objetivo se puede considerar el estudio de estos tres factores antes mencionados. Dentro de este análisis se debe explorar tanto lo que le pasa al paciente en el proceso como las propias emociones y el lugar en que queda ubicado y la manera en que participa de dicho proceso. Desde el punto de vista de Racker Lo que interpreta el analista depende no solamente de sus teorías sino también de la interacción con su analizando. Siendo así que la contratransferencia se puede considerar como una parte de la interacción del analista-paciente, dentro del proceso analítico y que dándole un uso adecuado se puede trabajar con resultados favorables en la sesión. No se quiere decir con esto que el analista va a tomar el papel de paciente y el paciente de analista ya que en ese momento lo que pasaría es que no se está llevando a cabo una contratransferencia del analista sino una transferencia hacia el paciente, debido a la angustia que puede tener el analista y no contar con otras herramientas para el manejo de esa situación. En conclusión podemos decir que la transferencia es un fenómeno central al interior de la teoría psicoanalítica, que posibilita una direccionalidad en la cura, éste no es exclusivo de ella. Podría pensarse que el origen del concepto se deriva del lenguaje común, donde transferir significa pasar de un lugar a otro. Es posible decir que la transferencia adopta diferentes formas, a veces como sometimiento absoluto, otras con un tono erótico, siendo estas formas atribuibles a la neurosis. Freud sostiene que la aparición de la transferencia se da bajo el vínculo amor/odio. El amor de transferencia se presenta como cualquier amor, puede considerarse como un “amor normal” e incluso sus manifestaciones son similares, produciéndose actos de celos y reclamos al terapeuta. Siendo así como se manifiesta en el dispositivo analítico donde este amor tiene un carácter compulsivo, posibilitando este elemento la consistencia del trabajo terapéutico, desde el principio hasta el final del tratamiento. BIBLIOGRAFÍA Sigmund, F. (1895): Estudios sobre la histeria, O. C., Buenos Aires, Amorrortu. —(1900): La interpretación de los sueños, O. C., Buenos Aires, Amorrortu.. —(1902): "Fragmento de análisis de un caso de histeria. Caso Dora", O. 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