Conflicto y Negociación. Facultad de Ciencias del Trabajo Universidad de Sevilla Francisco J. Medina Díaz Departamento de Psicología Social Facultad de Ciencias del Trabajo Universidad de Sevilla 0. OBJETIVOS DEL MÓDULO. ........................................................................................................................ 3 1. INTRODUCCIÓN ............................................................................................................................................ 3 2. ¿QUÉ ES UN CONFLICTO? ........................................................................................................................ 3 2.1. ASPECTOS POSITIVOS Y NEGATIVOS DEL CONFLICTO EN LAS ORGANIZACIONES ..... 4 2.2. ESTILOS Y CONDUCTAS DE GESTIÓN DEL CONFLICTO. ........................................................ 9 3. NEGOCIACIÓN ............................................................................................................................................. 13 3.1. INTRODUCCIÓN .................................................................................................................................. 13 3.2. TIPOS DE NEGOCIACIÓN ................................................................................................................. 14 3.3. EFECTIVIDAD NEGOCIADORA ........................................................................................................ 15 - Directrices Teóricas.................................................................................................................................. 15 - Criterios de Efectividad ............................................................................................................................ 18 3.4. FASES DE LA NEGOCIACIÓN .......................................................................................................... 18 3.5. CARACTERÍSTICAS PERSONALES DE LOS NEGOCIADORES .............................................. 19 - Procesos Cognitivos ................................................................................................................................. 20 - Procesos Motivacionales .......................................................................................................................... 22 - Procesos Actitudinales ............................................................................................................................. 23 3.6. ESTRATEGIAS Y TÁCTICAS DE NEGOCIACIÓN. ....................................................................... 24 - Estrategias de Solución de problemas. ..................................................................................................... 24 - Estrategia de Rivalidad. ............................................................................................................................ 28 3.7. RESULTADOS DE LA NEGOCIACIÓN ............................................................................................ 32 3.8. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS .................................................................................................. 34 0. OBJETIVOS DEL MÓDULO. El alumno será capaz de: - Analizar qué tipo de conflicto está sucediendo en su lugar de trabajo, y sus consecuencias negativas o positivas. - Conocer su estilo predominante de gestión del conflicto, y los condicionantes de su efectividad. - Aplicar las estrategias de solución de problemas a una negociación real. 1. INTRODUCCIÓN El conflicto es consustancial a la vida social, de forma que surge en multitud de escenarios y situaciones, bien sean interpersonales, familiares, empresariales, institucionales, interculturales, o entre naciones y comunidades. La ciencia han estado interesada en el estudio del conflicto desde tiempos muy remotos. Charles Darwin planteó la lucha entre las especies dentro de su teoría evolucionista; Karl Marx consideró la lucha de clases como una parte esencial de la vida social; y Sigmund Freud estudió la lucha interna entre diferentes fuerzas psíquicas. La razón de este interés es que el estudio del conflicto es esencial para comprender las relaciones internacionales, la evolución de la sociedad, las relaciones políticas entre las partes, la estructura social, los grupos pequeños y el comportamiento de los individuos. Por este motivo la mayor parte de las ciencias sociales -psicología social, sociología, historia, antropología social y cultural, lingüística, ciencias jurídicas, ciencias políticas, historia, filosofía, economía, etc- han profundizado en el estudio del conflicto. En las ciencias conductuales, el término conflicto ha sido ampliamente utilizado y entendido desde dos puntos de vista (Thomas, 1992): la primera de las acepciones se refiere a tendencias o respuestas incompatibles dentro del individuo, es decir, a conflictos internos. En esta línea destacan los estudios sobre conflicto de rol (Vg. Kahn, Wolfe, Quinn, Snoek y Rosenthal, 1964) o los estudios sobre dilemas individuales como el conflicto de aproximación-evitación (Levinger, 1957). La segunda de las acepciones se refiere a los conflictos que ocurren entre dos o más partes, bien sean personas individuales, grupos, organizaciones u otras unidades sociales. Esta segunda de las acepciones es la que abordaremos en el presente tema. 2. ¿QUÉ ES UN CONFLICTO? Como es habitual con otros constructos psicológicos, no ha existido de forma tradicional un consenso pleno sobre qué es el conflicto, ya que muchas de las definiciones abarcan los diferentes aspectos del conflicto y su gestión -asuntos en conflicto, percepciones, sentimientos, motivaciones, cogniciones, conductas y efectos- mientras que otras definiciones se han centrado en alguno de esos elementos por separado. Esta diversidad conceptual ha propiciado la búsqueda, por parte de algunos autores que se dedican al estudio del conflicto en la vida organizacional, de una coherencia entre la multiplicidad de definiciones existentes. En este sentido, Rahim (1990) intenta la integración de estos aspectos y define el conflicto como un estado interactivo que se manifiesta mediante la incompatibilidad, el desacuerdo o la diferencia dentro o entre unidades sociales. El conflicto se desencadena cuando una unidad social: a) es forzada a comprometerse en una actividad que es incompatible con sus necesidades o intereses, b) sostiene preferencias conductuales que, para ser satisfechas, entran en contradicción con las preferencias de otras personas, c) desea algo que es escaso y por lo tanto las aspiraciones de los elementos en disputa no pueden ser satisfechas de forma simultanea, d) tiene actitudes, valores, habilidades y objetivos que son percibidos como incompatibles por la parte con la que se enfrenta; e) tienen preferencias conductuales diferentes a las que propicia la acción conjunta, y f) son interdependientes en el desempeño de sus funciones o actividades. Por otro lado Putnam y Poole (1987) identifican las propiedades inherentes a un conflicto, las cuales son: a) la interacción, b) la interdependencia, en el sentido de que cada parte tiene cierto potencial de interferir en la otra y c) la percepción de la existencia de una oposición o incompatibilidad en los fines perseguidos por los elementos en disputa. Las definiciones más recientes han integrado dichas propiedades, considerando el conflicto como una reacción del individuo ante la percepción de que las partes tienen distintas aspiraciones que no pueden ser logradas de forma simultánea (Putnam y Poole, 1987). El conflicto normalmente sucede en situaciones de motivos mixtos, donde las personas tienen a la vez intereses para cooperar e intereses para competir, de forma que los elementos más competitivos incentivan el conflicto y los elementos más cooperativos lo proyectan hacia una solución. Esta dualidad motivacional provoca que el conflicto pueda tener diferentes soluciones una vez originado, y diferentes consecuencias para el sistema en el que este se produce: unas positivas, y otras negativas. En las siguientes páginas profundizaremos sobre los aspectos funcionales y disfuncionales del conflicto y abordaremos la problemática de su gestión. El Conflicto es una reacción ante la percepción de que las partes tienen distintas aspiraciones, deseos o necesidades que no pueden ser logradas de forma simultánea. 2.1. ASPECTOS POSITIVOS Y NEGATIVOS DEL CONFLICTO EN LAS ORGANIZACIONES El conflicto puede tener tanto consecuencias disfuncionales como funcionales en la dinámica organizacional (Munduate y Martínez, 1994). Por un lado, el conflicto tiene efectos negativos importantes ya que provoca la división de familias y comunidades, favorece el distanciamiento psíquico y físico entre individuos y grupos sociales, propicia el estancamiento y el escalamiento de los problemas, y facilita la agresión verbal y la violencia física. No obstante, el conflicto también tiene efectos positivos, ya que facilita los procesos de cambio social, posibilita que las personas consigan sus intereses legítimos, provoca la unidad grupal ante adversarios externos, y permite que las partes intercambien información y comprendan las necesidades del oponente (Putnam, 1989). Por este motivo muchos autores han recomendado a lo largo de los años prevenir y evitar el conflicto (vg. Katz y Kahn, 1978) mientras que otros han recomendado su gestión adecuada (Rahim, 1990), e incluso su estimulación bajo ciertas circunstancias (Van de Vliert y De Dreu, 1994). El estudio de los efectos positivos del conflicto sobre el desempeño individual, grupal u organizacional, implica el abordaje desde una doble vía (De Dreu, 1997): la primera consiste en plantearnos qué beneficios dejamos de conseguir si evitamos el conflicto (Rubin, Pruitt y Kim, 1994), y la segunda consiste en plantearnos qué podemos obtener si lo estimulamos (Van de Vliert y De Dreu, 1994). La evitación del conflicto es muy usual en la vida organizacional y social. Muchos autores han recomendado en sus trabajos la evitación o la supresión del conflicto (véase Putnam y Wilson, 1982). En la propia dinámica organizativa diaria, es muy normal la negación de la existencia de un problema, o la reducción de su importancia, con el propósito de no contradecir las opiniones o deseos de algún superior jerárquico (Brown, 1983). No obstante los efectos de la evitación del conflicto son muy diferentes a corto y a largo plazo, ya que mientras que a corto plazo reducen el conflicto, a largo plazo conducen al escalamiento del conflicto y a una confrontación más fuerte y virulenta (Hocker y Wilmot, 1991). Las razones de este fenómeno son obvias: la evitación no implica que las personas olviden las causas que desencadenaron el conflicto, sino que las mismas son aplazadas y tamizadas por el paso del tiempo. La evitación del conflicto de forma sistemática conlleva, además, la ausencia de disidencia interna, la cual puede tener dos efectos perversos: la aparición del pensamiento grupal (Turner y Patkanis, 1994), y la reducción de la creatividad y la innovación (De Dreu y De Vries, 1993). Por estos motivos, evitar el conflicto no es recomendable en todos los casos, ya que el conflicto tiene una serie de beneficios muy importantes para el individuo y la sociedad: posibilita la innovación y la creatividad, permite que las decisiones no sean tomadas de forma precipitada, impide que se lleguen a acuerdos que no benefician a nadie, y posibilita el logro de situaciones más justas (Rubin, Pruitt y Kim, 1994). De un modo muy distinto a lo que ha sucedido con la evitación del conflicto, la estimulación del conflicto ha sido una táctica que no se ha tendido a emplear por sus incontrolables consecuencias. De hecho, estimular el conflicto es como jugar con fuego, ya que no siempre se pueden controlar sus efectos (Van de Vliert y De Dreu, 1994). No obstante, las formas de incentivar el conflicto son muy diversas - expandiendo los asuntos en conflicto, utilizando una conducta más competitiva y agresiva, mostrando abiertamente las emociones y frustraciones- y con muy variadas consecuencias, por lo que cada táctica concreta puede implicar distintos grados de control sobre los riesgos adoptados. Así, por ejemplo algunos mediadores escalan el conflicto, expandiendo los asuntos en disputa, con el fin de equilibrar el poder de las partes, lo cual incide de forma muy significativa en la efectividad y la justicia de los acuerdos adoptados (Ippolito y Pruitt, 1990). Existe evidencia de que el conflicto puede mejorar el rendimiento del grupo y el desempeño organizacional (vg. De Dreu, 1997). Así, la confrontación activa entre los miembros del grupo puede incidir de forma positiva en la calidad en las decisiones tomadas por el equipo, la aceptación afectiva de las decisiones por parte de todos los miembros en disputa, y la consecución de elevados resultados conjuntos. Asimismo, la competición explícita entre grupos puede mejorar la cooperación intragrupal y evitar la disgregación. Sin embargo, la estimulación del conflicto no siempre produce resultados consistentes. Van de Vliert y De Dreu (1994) proponen que los resultados positivos o negativos del escalamiento del conflicto pueden deberse a las circunstancias específicas en las cuales está inmerso el mismo. Según estos autores el escalamiento del conflicto no resulta positivo para la persona y la organización, a menos que se tengan en consideración determinadas circunstancias, como el tipo de conflicto, y los niveles de tensión e interdependencia de los fines. Se analizan a continuación estos tres aspectos contextuales, que moderan los resultados del escalamiento del conflicto. No se trata de evitar el conflicto, sino de gestionarlo de la mejor manera posible. Tipo de Conflicto. A menudo, los investigadores que analizan el conflicto y sus resultados lo entienden como un constructo monodimensional que varía únicamente en grado y proponen un nivel óptimo de conflicto -nivel intermedio- que permite la obtención de resultados satisfactorios (vg. Walton, 1969). No obstante, la evidencia investigadora sugiere que el conflicto es multidimensional y que los resultados del mismo dependen, en gran medida, del tipo de conflicto que los sujetos experimentan. Así, algunos estudios proponen dos dimensiones en la estructura del conflicto, definiéndolo como conflicto cognitivo o de tarea y conflicto afectivo o de relaciones (Jehn, 1995). Según indican los datos de investigación, el conflicto de tarea o cognitivo -es decir, los desacuerdos acerca de los procedimientos de trabajo o la distribución de recursos- producen soluciones y decisiones de mayor calidad, acompañadas de una mayor aceptación de las mismas, y una mayor satisfacción y compromiso entre los negociadores. A su vez el conflicto afectivo o de relaciones -es decir, los desacuerdos acerca de ideas o valores personales- conducen a una menor satisfacción y compromiso con las decisiones tomadas, una menor calidad en las mismas y un menor deseo de continuar las relaciones futuras con el oponente (v.g. Amason, 1996; Jehn, 1995, 1997). Como indica Jehn (1997) basándose en estos datos, si los negociadores tienen habilidades para reconocer y comprender los diferentes tipos de conflicto, su importancia, así como las consecuencias del mismo, el escalamiento del conflicto centrado en la tarea -mediante discusiones abiertas, por ejemplo-, puede facilitar la resolución del mismo de una manera fácil y constructiva. Es conveniente reducir y evitar el conflicto de relaciones tan pronto como aparezca. Nivel de Tensión. El segundo de los aspectos contextuales que modera los resultados constructivos con el escalamiento del conflicto, es el nivel de tensión con el que este se desarrolla. Walton (1969), propone tres niveles de tensión en el proceso de conflicto (bajo, moderado y elevado) con diferentes efectos en la utilización de la información y en los resultados de su gestión. Según este autor, los niveles bajos de tensión conducen a la inactividad y a la evitación, propiciando menores resultados conjuntos debido a la falta de urgencia y a la nula necesidad de actuar de forma asertiva. Los niveles elevados también producen resultados negativos, porque reducen la capacidad de procesar y percibir adecuadamente la información por parte del sujeto. Por el contrario, los sujetos con un nivel medio de tensión, buscan e integran mayor información, consideran más alternativas y experimentan un mayor deseo de mejorar la situación (Walton, 1969). Según estos datos, resulta conveniente incentivar el conflicto cuando se desarrolla con niveles bajos de tensión, mientras que la flexibilidad o la inacción temporal son recomendables cuando los niveles de tensión son muy elevados. Una tensión moderada en el desarrollo de un conflicto puede producir resultados de calidad Interdependencia. El tercero de los aspectos que modera los resultados constructivos del escalamiento del conflicto, es el tipo de interdependencia existente entre las partes. La interdependencia se entiende como la situación en la cual los resultados de una persona se pueden ver potencialmente afectados por las acciones de otros (Johnson y Johnson, 1989); por ejemplo, un investigador puede depender de sus compañeros en proyectos de colaboración conjuntos; asimismo, el informático y el empresario dependen mutuamente cuando pretenden el diseño y la implantación de un programa de gestión contable. La interdependencia puede provenir de muy diversas fuentes: determinados aspectos de la tarea, condicionantes tecnológicos, incertidumbre en cuanto a la forma de realizar el trabajo, complejidad ambiental, distribución de habilidades y recursos, procedimientos para conseguir los objetivos o criterios de recompensa sobre el rendimiento (Wageman, 1995). La interdependencia positiva se refiere a la concordancia de las metas perseguidas por los sujetos y la discordancia en cuanto a las actividades necesarias para conseguirlas. Encontramos una amplia variedad de ejemplos de interdependencia positiva en la vida personal y organizacional: cuando una pareja discute sobre el número de hijos que desea tener, o sobre el lugar de sus vacaciones, pueden no ponerse de acuerdo en dichos aspectos, pero ambos tienen muy claro que dichas actividades y dicho proyecto de vida en común desean desarrollarlo juntos. Por otro lado, cuando dos organizaciones que llevan trabajando de forma conjunta y coordinada muchos años, discuten sobre los criterios de implantación de un determinado producto en el mercado, también saben que ese proyecto es un asunto compartido y deben desarrollarlo de forma conjunta. Si una persona percibe que existe interdependencia positiva, tiende a considerar que las acciones del otro posibilitan la consecución de los fines perseguidos por ambos. Por este motivo, en la gestión del conflicto, la interdependencia positiva permite la creación de espacios comunes de trabajo, donde es más probable que tengan cabida los intereses de las partes en disputa. La interdependencia positiva permite la transformación de los intereses personales en intereses conjuntos; la mayor apertura hacia los intereses, deseos, propuestas y demandas de la otra parte; la mayor satisfacción de las partes con los acuerdos alcanzados; y actitudes más positivas hacia la otra parte (vg. Johnson y Johnson, 1989; Tjosvold, 1997). La interdependencia negativa se refiere a la condición mediante la cual el sujeto percibe que tanto los fines perseguidos por ambos, como las actividades necesarias para conseguirlos, son incompatibles (Van de Vliert, 1997). Existen muchos ejemplos en la vida social y organizacional para ilustrar la interdependencia negativa: cuando dos países discuten sobre la hegemonía de un determinado territorio, o cuando dos personas desean la misma pareja. Por otro lado, si dos empresas competidoras pugnan por la autoría de un descubrimiento, o un empleado negocia su despido tras haber tenido problemas comerciales, ambas partes observan una incompatibilidad manifiesta en los fines, y en las actividades necesarias para conseguirlos. La interdependencia negativa conduce a situaciones de suma cero, donde la ganancia por parte de uno de los elementos conduce automáticamente a la pérdida del otro. La interdependencia negativa conlleva la negación de los intereses del otro, y la búsqueda de la satisfacción de los propios intereses (Johnson y Johnson, 1989). La interdependencia positiva entre las partes en conflicto facilita la aparición de resultados de calidad En definitiva, la aparición de resultados constructivos en una situación de escalamiento del conflicto depende, en gran medida, de las características contextuales en las que este se produce. En resumen: cuando el conflicto está centrado en la tarea, se desarrolla con niveles intermedios de tensión, y se propicia una elevada interdependencia positiva entre los elementos en disputa, se facilita la aparición de resultados positivos. Condiciones negativas * Conflicto relacional * Niveles altos de tensión * Interdependencia negativa Expansión de los temas en conflicto + Intensidad del Conflicto - Rendimiento * Calidad decisión/acuerdo * Aceptación de la decisión * é resultados conjuntos + Estimulación de la conducta competitiva Condiciones positivas * Conflicto de tareas * Niveles moderados de tensión * Interdependencia positiva Figura 1. Efectos positivos de la estimulación del conflicto (Van de Vliert y De Dreu, 1994). 2.2. ESTILOS Y CONDUCTAS DE GESTIÓN DEL CONFLICTO. Como hemos visto anteriormente, el conflicto tiene efectos beneficiosos en las organizaciones. Una correcta comprensión de la gestión efectiva del conflicto implica la distinción entre la 'cantidad de conflicto' presente en diferentes niveles organizacionales y los 'estilos de gestión del conflicto interpersonal'. El acercamiento a esta doble perspectiva permite que la efectividad pueda optimizarse si se mantiene una cantidad moderada de conflicto y los miembros de la organización utilizan distintos estilos de gestión en función de las características de la tarea y la situación. Rahim y Bonoma (1979) diferencian los estilos de gestión del conflicto interpersonal en dos dimensiones básicas: el interés por sí mismo y el interés por los otros. La primera dimensión explica el grado (alto o bajo) en que la persona intenta satisfacer sus intereses personales. La segunda dimensión explica el grado (alto o bajo) en que la persona intenta satisfacer los intereses de los otros. De la combinación de estas dos dimensiones surgen cinco estilos específicos de gestión del conflicto que son los siguientes: Integración (alto interés propio y alto interés por la otra parte); servilismo (bajo interés propio y un alto interés por los otros; dominación (alto interés propio y bajo interés por los otros); evitación (bajo interés propio y bajo interés por los otros) y compromiso (intermedio interés propio e intermedio interés por los otros).Las características fundamentales de cada uno de los estilos son las siguientes: - Integración. Caracterizado por un alto interés propio y un alto interés por la otra parte. Implica la colaboración entre las partes, por lo que puede conllevar la apertura, el intercambio de información, y el examen de las diferencias existentes para intentar llegar a una solución que sea aceptable para las partes implicadas. - Servilismo. Supone un bajo interés propio y un alto interés por los otros. Implicaría que cada una de las partes no tome en cuenta las diferencias existentes con la otra parte. En última instancia lo que se pretende es satisfacer los intereses del otro. - Dominación. El sujeto manifiesta un alto interés propio y un bajo interés por los otros. Este estilo puede suponer reivindicar los propios derechos, defender aquello que uno cree que es correcto o intentar ganar sin tener en cuenta el coste para ambas partes. - Evitación. Se caracteriza por un bajo interés propio y un alto interés por los otros. Puede manifestarse mediante la retirada o aplazamiento del problema hasta un momento más oportuno. - Compromiso. Existe un intermedio interés propio y un intermedio interés por los otros. Las partes ceden algo en su posición para poder tomar una decisión mutuamente aceptable para ambas. Puede suponer el intercambio de concesiones o la búsqueda de una posición intermedia. CONDUCTAS DE EVITACIÓN. Evitar significa eludir o aplazar el conflicto. Una persona utiliza conductas de evitación cuando reduce sus esfuerzos por negociar de forma activa y constructiva, no desea rendirse abiertamente o no desea una victoria rápida y taxativa (Van de Vliert, 1997). Las manifestaciones conductuales de la evitación pueden ser muy diversas: desde la apuesta por aplazar el conflicto hasta un momento más oportuno hasta poner excusas, trivializar el problema, guardar silencio o utilizar generalizaciones y estereotipos. La evitación es un estilo complejo de delimitar, por su similitud con la dominación y con el servilismo (acomodación), por lo cual se proponen las siguientes pautas para su diferenciación: a) La ausencia de reacciones verbales, como sucedería en una situación de silencio, sólo puede ser considerada como evitación cuando se produce en ausencia de otros componentes no verbales, como concesiones, señales de necesidad de acuerdo o expresiones de agresividad, b) una persona puede estar luchando de manera activa por un determinado asunto, encauzando los temas, haciendo hincapié en las contradicciones de su oponente y efectuar estas conductas de forma muy cordial y agradable, y no obstante ser percibido como una persona que evita el conflicto. Thomas (1992) propone que la evitación puede ser funcional en determinadas circunstancias y disfuncional en otras. Si se requiere un tiempo de reflexión, o si la confrontación con el oponente pesa más que los beneficios derivados de la resolución del conflicto, la evitación puede ser un estilo apropiado, mientras que es inapropiado cuando el tema es importante o urgente y se tiene la responsabilidad de afrontarlo y solucionarlo. CONDUCTAS DE SERVILISMO (ACOMODACIÓN) El servilismo sucede cuando una persona se amolda al punto de vista del oponente o cede ante sus demandas. Las razones por las cuales una persona realiza esta conducta pueden ser muy diversas, entre las cuales podemos destacar el altruismo, las creencias normativas, el posible logro de beneficios a corto o medio plazo o la prevención de costes asociados al enfrentamiento con el oponente. El servilismo no es en sí mismo una conducta inefectiva o improductiva, ya que el sujeto puede utilizarla de forma estratégica cuando considere que puede estar equivocado, cuando preservar la relación con el contrario es muy importante, o cuando, por justicia, crea verse obligado a ceder (Rahim, 1992, Thomas,1992; Van de Vliert, 1997). CONDUCTAS DE COMPROMISO El compromiso es uno de los modos de gestión del conflicto más polémicos. Se refiere a la consecución de acuerdos satisfactorios para las partes, donde las mismas realizan alguna concesión. Las conductas de compromiso buscan, en definitiva, el acuerdo a partir de una agenda de concesiones mutuas; esta es la principal diferencia con la solución de problemas, donde se pretende la maximización de los intereses de ambas partes (Thomas, 1992, Van de Vliert, 1997). El compromiso tiene una identidad camaleónica, ya que es la intersección entre las dimensiones integrativa y distributiva de la gestión del conflicto; es una mezcla entre la evitación y la solución de problemas, por un lado y entre el servilismo y la dominación, por otro. Esto significa que, una misma conducta de compromiso, puede ser entendida de forma muy diferente en función del nivel de integratividad del contexto negociador. Si la situación se percibe como integrativa el compromiso no es la opción conductual que permite los mejores resultados, sin embargo si la situación se percibe como distributiva, el compromiso puede propiciar un equilibrio atractivo para las dos partes. Thomas (1992) considera que el compromiso puede ser funcional en determinadas ocasiones, cuando las partes tienen igual poder, o cuando los fines de las partes son mutuamente excluyentes, mientras que puede ser disfuncional en otras, cuando una parte es más poderosa que las restantes, o cuando el tema es lo bastante complejo, y la situación tiene posibilidades de ser integrativa, con lo que es factible la utilización de la solución de problemas. CONDUCTAS DE SOLUCIÓN DE PROBLEMAS La búsqueda de un acuerdo que satisfaga las aspiraciones de las partes cuanto sea posible define a la conducta de integración o solución de problemas. Ello implica un intercambio abierto de información acerca de prioridades o preferencias, la puesta en común de ideas, la búsqueda de principios o coincidencias subyacentes a las dos partes, etc, conductas, todas ellas orientadas hacia la búsqueda de un acuerdo satisfactorio para todos. Rubin, Pruitt y Kim (1994) han desarrollado una triple ruta para conseguir dicho objetivo: a) expandir el pastel, es decir, incorporar elementos nuevos al conflicto, añadir recursos económicos, sociales, o temporales; b) reducir los costes, es decir eliminar aquellos elementos que interfieran en un acuerdo satisfactorio y c) desarrollar nuevas opciones que, aunque no coincidan con los intereses iniciales de las partes, satisfagan las necesidades subyacentes a las mismas. La solución de problemas es un estilo muy recomendable cuando el tema es complejo, existe tiempo disponible para llegar a un acuerdo, o cuando sea necesaria la participación de las dos partes para resolver el conflicto, mientras que no es recomendable si existe presión temporal, si el tema es muy simple, o si el oponente no tiene habilidades de solución de problemas (Thomas, 1992) CONDUCTAS DE DOMINACIÓN La dominación implica la utilización de conductas orientadas hacia la consecución de los fines propios a expensas de las necesidades, deseos o intereses del oponente. Dentro de la dominación es posible distinguir una amplia variedad conductual, las cuales van a ser diferenciadas en dos grandes apartados (Van de Vliert, 1997): a) conductas de lucha directa, y b) conductas de lucha indirecta. Las conductas de lucha directa son acciones que pretenden, de forma abierta, la reducción del nivel de aspiraciones o el incremento en las concesiones del oponente, para lo cual los sujetos pueden optar por una doble vía: a) la utilización de conductas que busquen la discusión sobre el origen del conflicto y las actitudes adoptadas por el oponente durante el mismo y b) la realización de acciones orientadas, de manera clara, hacia la consecución de los objetivos, procurando, por todos los medios, lograr los intereses propios e ignorar las necesidades y expectativas del oponente. Conductas como la amenaza, la violencia verbal y/o física entrarían dentro de este segundo punto, mientras que los reproches acerca de las actitudes del oponente durante el episodio del conflicto quedarían enmarcadas dentro del primer apartado. En la literatura se han descrito un gran abanico de conductas de lucha directa, como la amenaza, la promesa, los compromisos irrevocables, la acusación, la calumnia, la violencia física y/o verbal, etc. Las conductas de lucha indirecta. Sin salirnos de la propia definición de conductas de dominación propuesta por muchos autores (vg. Thomas, 1992), es factible la búsqueda de los intereses propios sin considerar los del oponente utilizando, para ello, estrategias diferentes al mero enfrentamiento directo, con ello queremos referirnos a conductas como la resistencia activa, el sabotaje, la negación de evidencias, o la utilización de procedimientos, denominadas por algunos autores como conductas de control de procesos, o conductas de lucha indirecta (Van de Vliert, 1997). Al igual que sucede con las conductas de lucha directa, es posible distinguir dos alternativas en las conductas de lucha indirecta. En la primera, denominada resistencia, el sujeto buscaría, entre otras cosas, obstruir los planes del oponente, hacer observaciones a la espalda del mismo, o formar alianzas y coaliciones con una parte externa al conflicto. Podemos distinguir tres tipos de resistencia: el negativismo, cuando de manera verbal y no verbal se manifiesta desacuerdo o insatisfacción de manera continuada; la no-complacencia, cuando no se coopera con el oponente para llegar a un acuerdo o se ponen trabas para llegar al mismo y el 'stonewaling', que supone prolongar deliberadamente la discusión mediante argucias, evasivas o negaciones. Además el sujeto puede optar por utilizar el proceso en su propio beneficio, desviando conscientemente el asunto en conflicto, apelando a cuestiones y estrategias procedimentales, lo cual ha sido denominado control del proceso. Cualquier estilo de gestión del conflicto puede ser efectivo en función del contexto, o del momento en el que se utilice 3. NEGOCIACIÓN 3.1. INTRODUCCIÓN La negociación es un medio de resolución de conflictos cuando las partes desean mantener o continuar la relación de intercambio. La negociación existe porque existe un conflicto, de forma que esta pretende resolverlo de modo que la solución negociada sea satisfactoria para ambos. Los elementos que definen a la negociación son: a) Existe una relación de interdependencia entre las partes. Este es un elemento que ya hemos analizado previamente. b) Es una relación motivacionalmente contradictoria. Las organizaciones tienen intereses contrapuestos que es difícil conjugar. La dicotomía entre la satisfacción de los propios intereses y la realización de concesiones hace que la negociación sea una situación social compleja. c) El conflicto y la negociación están mediatizados por las relaciones de poder. Entre las características que definen al poder encontramos: - El poder es relacional. Cuando hablamos de poder no lo hacemos en general, sino con relación al poder de algunas personas, grupos o instituciones con respecto a otras, en determinadas situaciones. El poder de cada uno de los elementos en disputa puede crecer o decrecer a lo largo de la interacción negociadora. - Surge de la dependencia de recursos. A necesita algo de B y viceversa. La dependencia de recursos es la base de la relación social, de forma que la escasez de recursos origina la competición entre aquellos que necesitan dichos recursos y la asignación desigual de los mismos crea la necesidad de intercambio. - El poder implica libertad para tomar decisiones. Un cierto equilibrio de poder es necesario para que se produzca la negociación. Si una de las partes tiene poder absoluto sobre otra, lo que suele ocurrir es la imposición de las aspiraciones propias. - El poder es un potencial, de forma que puede existir sin que se utilice. Las bases de poder responden al lugar o motivo donde las personas sustentan el grado de poder que ejercen sobre otras. Pasamos a describirlas a continuación: - PODER DE RECOMPENSA. Sucede cuando una persona A ofrece algo valioso a B a cambio de que B haga algo. Cuando ofrecemos a nuestros hijos la posibilidad de que ordenen su habitación a cambio de acompañarlos al cine utilizaremos este tipo de poder - PODER COERCITIVO. Cuando B percibe que A puede castigarle si no hace lo que A pretende. Frases similares a esta: Como no ordenes tu cuarto o me voy a ver obligado a retirarte tu paga por dos semanas, identificarían este tipo de poder - PODER DE EXPERTO. B reconoce que A tiene más capacidad, habilidad, información o experiencia que él mismo y por lo tanto realiza las acciones que A demanda. Normalmente acatamos sin dudar las explicaciones de nuestro amigo informático cuando tenemos un problema con un virus - PODER DE REFERENCIA. B se comporta según lo que A pretende en función del atractivo que ejerce sobre él. Solemos atender mejor las sugerencias de las personas que tienen un valor afectivo importante para nosotros. - PODER LEGÍTIMO. B ejecuta las exigencias de A porque acepta que es jerárquicamente superior y debe obedecerlo. Aceptamos, a veces a regañadientes, las órdenes de nuestro jefe, por su estatus. d) El proceso de negociación depende en gran medida de la percepción que sobre él tienen los actores. 3.2. TIPOS DE NEGOCIACIÓN Podemos hablar de dos tipos básicos de negociación: distributiva e integrativa. En la negociación distributiva los resultados de las partes se hallan inversamente relacionados, de forma que si una de las partes gana, la otra pierde. También se denomina 'de pastel fijo' porque si dividimos un pastel en diez partes si uno se lleva siete, al otro le quedan sólo tres partes. Este tipo de negociación suele aparecer cuando se tratan aspectos cuantificables -salario- o dicotómicos –promoción vs. no promoción-. Lógicamente los resultados de esta negociación son negativos, ya que el conflicto de intereses es evidente y los costos son elevados. En la negociación integrativa se persigue que todas las partes puedan salir satisfechas del proceso negociador. El objetivo es la distribución óptima de los recursos. Se suele dar este tipo de negociación en aspectos no cuantificables, como las relaciones interpersonales, el clima laboral. También se denomina de 'pastel variable'. Mary Follet (1940) comentaba el caso de dos hermanas que discutían por unas pocas naranjas que habían sido recogidas de un árbol. El acuerdo de compromiso, que significaba el reparto equitativo de las naranjas no dejaba satisfecha a ninguna de las dos hermanas, ya que ambas necesitaban la totalidad de las naranjas para satisfacer sus intereses; aún así optaron por el reparto. Una de las hermanas preparó, con la cáscara de la naranja, un delicioso dulce, mientras que la otra exprimió las naranjas para hacer un exquisito zumo. Ambas tiraron los restos que le sobraron, ya que a una de ellas no le gustaba el zumo, mientras que la otra no sabía preparar ese tipo de postres, por lo que las cáscaras le eran totalmente inservibles. Si las dos hermanas hubieran puesto en común el uso que le iban a dar a las naranjas, la solución integradora hubiese sido posible. Negociación integrativa Flujo de información Compartir libremente información. Negociación distributiva la Utilizar la información de forma estratégica. Manipular o coartar la transmisión libre de información. Comprensión del oponente Intentar comprender lo que la No hacer ningún esfuerzo por otra parte quiere y desea comprender a la otra parte. realmente. Atención a los puntos comunes y Enfatizar los fines, o intereses Enfatizar las diferencias entre las diferencias comunes entre las partes. partes. Soluciones Búsqueda de soluciones que Búsqueda de soluciones que reflejen las necesidades de las reflejen partes las necesidades personales. Intentar el bloqueo de las necesidades del oponente. En la negociación integrativa ambas partes pueden obtener beneficios, al contemplarse en el resultado, sus necesidades básicas 3.3. EFECTIVIDAD NEGOCIADORA El acercamiento al tema de la efectividad en la gestión del conflicto y la negociación supone un abordaje desde dos niveles: a) la conceptualización de directrices teóricas integradoras, b) la definición de efectividad negociadora. - Directrices Teóricas Thomas (1992) analiza dos aspectos importantes en la efectividad de la gestión del conflicto: Normativos y Racionales-instrumentales. Los primeros se basan en la justicia o racionalidad, tanto desde un punto de vista distributivo (equidad en el acuerdo adoptado por las partes) como procesal (en el modo de llegar al acuerdo). - La justicia distributiva se consigue si los resultados del conflicto son equitativos para las partes, son consistentes y satisfacen las necesidades subjetivas de las partes en disputa. La justicia procesal se consigue en función de la habilidad mutua para controlar el proceso, la neutralidad de terceras partes que pudieran estar implicadas y la protección de los derechos de los elementos en disputa. - Los aspectos racionales-instrumentales se centran en los resultados más beneficiosos para los partes en conflicto, bien sean personas, grupos o sistemas. Una valoración óptima de los resultados obtenidos en la gestión del conflicto nos lleva a considerar dos elementos: el primer beneficiario y el horizonte temporal (a corto o a largo plazo). En la resolución de un determinado conflicto puede beneficiarse: o bien una de las partes, o bien las dos, o bien el sistema en el que están inmersos. Si se pretende el beneficio de una de las partes, las actividades pertinentes serían: a) el apoyo para la identificación de las necesidades y fines de dicha parte, b) la formación y desarrollo de habilidades y recursos necesarios para conseguir los fines de forma efectiva, y c) la protección del individuo de los otros elementos en disputa. La búsqueda del beneficio conjunto implicaría acciones encaminadas a satisfacer los fines comunes de los elementos en conflicto. Por último la búsqueda de un beneficio sistémico persigue un bienestar a largo plazo, donde las partes en conflicto son elementos importantes y donde la atención se debería dirigir a las consecuencias del conflicto para el funcionamiento del sistema total. El análisis de la dimensión temporal es básico para comprender la efectividad de la gestión del conflicto. Es obvio que no se resolverá de la misma forma un conflicto por el precio de un determinado artículo cuando el cliente es habitual y adquiere en el establecimiento grandes cantidades del producto, que cuando la negociación se realiza con un vendedor ambulante, al cual probablemente no volvamos a ver. En el primer caso utilizaremos conductas más integradoras que en el segundo, ya que el horizonte visual está puesto en un beneficio conjunto a largo plazo. El análisis a corto plazo es una concepción pragmática, centrada en la situación inmediata del conflicto, con el fin último de la consecución del mejor resultado posible para los potenciales beneficiarios. Las condiciones de dicho conflicto son propias del contexto en el que se produce la interacción, de forma que el sujeto las acepta como inmodificables. Las recomendaciones para los negociadores están basadas en el proceso, las acciones pertinentes deben ser contingentes con las circunstancias contextuales presentes en el conflicto. El análisis a largo plazo requiere la presencia de altos niveles de colaboración. Un sistema global puede tender a beneficios mutuos cuando los conflictos entre las partes puedan gestionarse y producir acuerdos integradores que combinen los intereses de todas los elementos que lo componen. El enfoque a largo plazo es idealista, ya que pretende construir un futuro deseable en base a intervenciones estructurales. HORIZONTE TEMPORAL Características Corto plazo Largo plazo Foco Centrado en el aquí y el ahora Construir un futuro deseable Aspecto Las variables contextuales vienen dadas Las variables contextuales son contextual Fines Recomendaciones modificables Lograr lo óptimo. Mejor resultado en la Lo óptimo a nivel global. La situación presente excelencia Qué acciones bajo las circunstancias Qué circunstancias crear presentes Filosofía Pragmática/realista Idealista Es necesario abordar la efectividad de la gestión del conflicto desde una perspectiva a largo plazo, de forma que todas las acciones de los agentes en conflicto tengan como base la colaboración. Existe amplia evidencia de las ventajas de la integración (solución de problemas) en la gestión del conflicto. Respecto a los criterios normativos, la colaboración mejora la percepción de equidad en los resultados, y es considerada como la acción más deseable socialmente. En cuanto a los criterios racionalesinstrumentales la colaboración produce mejores tomas de decisión, elevados aprendizajes, incrementa la satisfacción y la confianza entre las partes, evitando el daño en las relaciones de trabajo, asociado frecuentemente con comportamientos distributivos. La colaboración también contribuye a la eficacia organizacional. Aunque, en líneas generales, la colaboración parece el mejor método para lograr la efectividad en la gestión del conflicto, no es oportuno para todas las situaciones. Si no hay tiempo suficiente, si el conflicto no permite soluciones integrativas, si los sujetos no tienen suficientes habilidades o si no existe un nivel óptimo de motivación y confianza, la colaboración no es pertinente. La estimulación del conflicto tiene efectos beneficiosos para el individuo y para la organización, pudiendo influir inmediatamente y demoradamente en el logro de los fines. Las consecuencias a corto plazo de la estimulación del conflicto pueden ir en detrimento del rendimiento, mientras que a largo plazo puede incrementar la productividad. Se proponen dos fases en la estimulación del conflicto; la fase de diferenciación y la fase de integración. La integración produce mejores resultados cuando va seguida de una fase de clara confrontación y diferenciación. - Criterios de Efectividad El interés en la obtención de criterios prácticos para la conceptualización y posterior medición de la efectividad negociadora, ha sido muy acuciante y recurrente en los últimos años. No obstante existe poco acuerdo sobre qué aspectos están implicados en la efectividad negociadora. En campos afines, como la psicología de los grupos, se considera la efectividad como una variable multidimensional, de forma que puede equivaler a productividad (resultados obtenidos), satisfacción con el grupo, calidad de las decisiones tomadas o emoción provocada en los miembros por su participación en el equipo. Estos criterios de efectividad se engloban en dos categorías: Aspectos relacionados con el proceso y aspectos relacionados con los resultados. El doble eje -efectividad del proceso y efectividad de resultados- aparece en el ámbito de la gestión del conflicto. Así, podemos diferenciar entre efectividad personal y diádica. La primera hace referencia a si las conductas de una parte tienen éxito en la consecución de resultados perseguidos para sí mismo y para la otra parte. La efectividad diádica indica el grado en que el que la conducta del sujeto reduce el conflicto y mejora la relación con la otra parte. La efectividad personal puede estar o no en consonancia con la efectividad diádica. Al considerar la efectividad en un conflicto debemos tener en cuenta: a quién beneficia su resolución, en qué contexto temporal valoramos el acuerdo alcanzado, y cómo quedan las relaciones entre las partes tras el acuerdo. 3.4. FASES DE LA NEGOCIACIÓN Podemos identificar cinco fases en la negociación: preparación, antagonismo, marco común, propuestas (soluciones) y cierre. Preparación: La preparación de la negociación requiere que las partes planifiquen los siguientes aspectos: - Determinar la naturaleza conflictiva en la que se encuentran, es decir, hacer un diagnóstico previo. - Determinar sus propias metas y objetivos, en dos términos: nivel de aspiraciones máximo (el punto más favorable) y zona de resistencia (hasta donde estoy dispuesto a ceder) - Establecer una lista de posibles concesiones a la otra parte y su ponderación. - Desarrollar un plan estratégico-táctico. - Preparar una alternativa para una posible ruptura en las negociaciones. Las negociaciones en las que participamos no siempre llevan a buen puerto, y en muchas circunstancias las personas implicadas se plantean el abandono del proceso negociador, bien sea porque las aspiraciones del oponente sobrepasan el límite de lo que se está dispuesto a ceder, o bien porque este supone, para las personas que negocian, un coste emocional y personal muy elevado. En la mayor parte de las negociaciones en las cuales nos vemos inmersos, existen diferentes alternativas conducentes a la consecución de los objetivos, algunas están presentes en la interacción que desarrollamos con nuestro oponente, otras, por le contrario, suponen un cambio de estrategia. La técnica denominada Mejor Alternativa a un Acuerdo Negociado (BATNA en inglés), ha sido descrita en múltiples ocasiones (véase por ejemplo Lewicki, Saunders y Minton, 1994; Pruitt y Carnevale, 1993) como una herramienta muy valiosa para que las personas se enfrenten al proceso negociador con mayores garantías de éxito. La elaboración de una Mejor Alternativa a un acuerdo Negociado incide de forma significativa en las aspiraciones que las personas establecen y en los resultados que dichas personas consiguen (Lewicki, Saunders y Minton, 1994). Antagonismo: En esta fase los contendientes ponen sobre la mesa su nivel máximo de aspiraciones. El objetivo es confirmar al oponente la firmeza de nuestros posicionamientos. Esta fase cumple cinco funciones muy importantes: - Salva la imagen del negociador ante aquellos a quienes represente. - Ayuda a clarificar las metas y prioridades propias. - Se tantea hasta qué punto se puede forzar a la otra parte a realizar concesiones. - Se demuestra firmeza con respecto a los propios objetivos. - Se explicitan las divergencias existentes. Aceptación del marco común: Existe un momento en el que las partes deben dilucidar si adoptan una postura competitiva, de colaboración o de cesión unilateral. Dado que la meta de ambas partes es la de lograr un acuerdo, se pueden acercar posiciones siempre que se perciban señales de reciprocidad por parte de los elementos en conflicto. Presentación de alternativas: En esta fase se materializan las ofertas y contraofertas a la otra parte, hasta que se acercan posiciones que permiten el acuerdo definitivo. Cierre Una vez acercadas las posiciones, y expuestos los acuerdos alcanzados, se da por concluida la negociación. Para ser efectivo, un buen negociador debe prepararse con detenimiento, y conocer la fase de la negociación en la que se encuentra. 3.5. CARACTERÍSTICAS PERSONALES DE LOS NEGOCIADORES La forma de ser del negociador, es decir, sus características personales inciden de manera significativa en el proceso negociador y sus resultados. Podemos entender que dichos rasgos personales son predisposiciones, más o menos estables, que el individuo posee en diferente grado y que afectan a su manera de percibir el medio físico y social incitándole a actuar de una manera concreta (Serrano y Rodríguez, 1993). Dichos rasgos pueden afectar a la conducta negociadora de una triple forma: - Orientando sus posiciones previas e iniciales de la negociación, - Incidiendo sobre las estrategias que los negociadores utilizan a lo largo del proceso negociador y - Interaccionando con las características de la parte contraria, generándose acciones que inciden sobre el proceso negociador y su resultado. Analizaremos las características personales de los negociadores profundizando en tres aspectos bien distintos: a) los procesos cognitivos, b) los procesos motivacionales y c) los procesos actitudinales. - Procesos Cognitivos Desde un punto de vista racional un negociador es una persona que procesa información y toma decisiones, por lo cual, como consecuencia de las limitaciones propias de la especie humana, el negociador comete errores (sesgos) perceptivos y de procesamiento de la información. Dichos procesos han sido analizados de forma recurrente por los investigadores (véase por ejemplo Bazerman y Neale, 1992) siguiendo un doble marco de trabajo: el análisis de los sesgos cognitivos y el análisis de los esquemas de procesamiento de la información (Carnevale y Pruitt, 1992). El estudio de los sesgos cognitivos parte de la base de que los negociadores, como cualquier otro individuo, tienen una capacidad limitada de percepción y asimilación de la realidad, por lo que se ven obligados a emplear diversos mecanismos para procesar cómodamente la información. Entre ellos destacamos: (a) la representatividad, (b) el anclaje, y (c) los sesgos debido a la sobre-confianza, (d) la escalada del compromiso. La REPRESENTATIVIDAD hace referencia a los juicios elaborados por los negociadores a partir de determinadas características contextuales, las cuales pueden estar en contradicción con el asunto central del conflicto. Este sesgo puede deberse a diversos factores: (a) hay informaciones más fácilmente recuperables en función del impacto que haya ejercido sobre nosotros; (b) determinada información puede ser más destacable o prominente en función del modo en el que están almacenados en la memoria (Bazerman y Neale, 1992). Así, para un representante del departamento de fabricación, puede ser más probable que considere un determinado problema de la empresa desde el enfoque o la óptica de su departamento. El ANCLAJE se basa en el establecimiento de puntos de referencia. Los negociadores basan su nivel de aspiraciones y sus conductas en determinados puntos de referencia, los cuales pueden ser muy relevantes, como los contratos o los acuerdos previos realizados por el negociador, o pueden ser irrelevantes como predisposiciones irracionales o un punto determinado establecido al azar. El anclaje es más probable durante las primeras fases de la negociación. Debemos considerar los siguientes aspectos para utilizar el anclaje en nuestro propio beneficio: a) Las metas que pretendemos conseguir con el acuerdo, es uno de los anclajes más positivos que los negociadores pueden utilizar, de forma que el establecimiento de metas debe ser muy cuidado y trabajado antes de comenzar la negociación. Las metas deben formar parte de nuestras propuestas iniciales, las cuales deben ser lo suficientemente atractivas para que atraigan la atención de la otra parte, pero no deberían ser tan extremas que impliquen su desestimación por parte de nuestro oponente. b) Hay que tomar en consideración el anclaje de nuestro oponente e identificarlo durante las primeras fases de la negociación. Una vez descubierto, no es conveniente legitimarlo realizando una contraoferta. c) El anclaje inicial no debe dificultarnos un análisis preciso y completo de la situación. Los SESGOS DEBIDOS AL EXCESO DE CONFIANZA. La sobre-confianza es un error muy normal cuando las personas se enfrentan a situaciones complejas. Se define como la sobre-valoración del éxito personal al realizar una determinada tarea. Este fenómeno puede provocar que los negociadores se mantengan estancados en sus propias posiciones esperando las concesiones del oponente. La sobreconfianza es mayor cuando los negociadores tienen un interés escaso en los resultados del oponente. Bazerman y Neale, (1992) proponen las siguientes medidas para evitar dicho sesgo: (a) formar a los negociadores, (b) solicitar la evaluación de personas ajenas al conflicto, (c) servirse de la actuación de mediadores externos expertos en el tema. La ESCALADA DEL COMPROMISO se define como la continuación de una línea de acción elegida previamente, a pesar de lo que recomienda el análisis racional de la situación. Cuando nos vemos inmersos en una escalada del compromiso podemos llegar a gastar una cantidad de tiempo, dinero o recursos muy elevada, por lo cual es conveniente identificar dichas situaciones y no verse inmersos en ellas. En estas situaciones los negociadores comienzan la interacción intentando obtener muchos beneficios y suelen finalizar deseando no perder. El estudio de los esquemas de procesamiento de la información supone el análisis de los procesos mediante los cuales los negociadores adquieren y utilizan la información en la negociación. Su premisa básica es la siguiente: la construcción que la persona realiza de la realidad social determina su conducta negociadora. Describiremos a continuación algunos de los fenómenos estudiados en este apartado: (a) la devaluación reactiva, (b) las atribuciones, (c) los guiones de negociación. La DEVALUACIÓN REACTIVA hace referencia a la consideración negativa que se realiza de cualquier propuesta o sugerencia que provenga del oponente. Las ATRIBUCIONES que se realizan sobre el oponente condicionan en gran medida la conducta negociadora, de forma que atribuciones negativas suelen conllevar conductas más defensivas y menos cooperativas en las negociaciones. Los GUIONES DE LA NEGOCIACIÓN son ideas preconcebidas, sobre los procedimientos que consideramos ideales, lógicos o deseables, los cuales seguimos en cualquier interacción social. Tales guiones incluyen apreciaciones sobre lo que debe o no ser apropiado entre las partes en la negociación. Los guiones sirven para predecir el proceso y guiar la conducta de los sujetos. - Procesos Motivacionales La orientación particular de un negociador, en combinación con las orientaciones de su oponente, incide directamente sobre la posibilidad de escalamiento del conflicto o sobre el éxito de una negociación (Serrano y Rodríguez, 1993). La mayor parte de los estudios sobre la relación entre los procesos motivacionales y su conducta en un proceso negociador se han centrado en la teoría de McClelland (1961) que considera tres necesidades básicas: la necesidad de logro, la necesidad de afecto y la necesidad de poder. NECESIDAD DE LOGRO. Las personas con una alta necesidad de logro se definen por el deseo de hacer bien las cosas, por lo cual entre sus características esenciales destacan la responsabilidad, la gran relevancia que el éxito tiene para sí mismo y el deseo de obtener información sobre los resultados de su conducta. NECESIDAD DE AFILIACIÓN. Las personas con una alta necesidad de afiliación se definen por la preocupación por establecer, mantener o renovar una relación afectiva positiva con otra persona, por lo cual entre sus características personales destacan la búsqueda de la aprobación de los demás y la búsqueda del reconocimiento público de sus éxitos. NECESIDAD DE PODER. Las personas con una alta necesidad de poder se definen por la utilización de conductas dirigidas a dominar, controlar, influir o castigar al oponente con el fin de lograr los objetivos. Los sujetos con una alta necesidad de logro se encuentran muy interesados en maximizar sus ganancias personales, por lo que suelen actuar de forma competitiva, salvo cuando consideran que cooperando con su oponente, obtendrán mejores resultados. Los sujetos con alta necesidad de poder actúan de manera muy competitiva. Los sujetos con alta necesidad de afiliación tienden a enfrentarse a la negociación desde una óptica de cooperación. - Procesos Actitudinales En este apartado analizaremos: (a) los procesos actitudinales que inciden en el proceso negociador y (b) las habilidades necesarias que debe poseer un negociador exitoso. En cuanto al primero de los aspectos, algunas predisposiciones conductuales parecen repercutir en el proceso y en el resultado de la negociación. Así, los sujetos que se muestran muy confiados actúan de forma más cooperativa que los más desconfiados, por otro lado las personas autoritarias, caracterizadas por una orientación de poder, la obediencia a figuras de autoridad, la tendencia al pensamiento concreto y la actitud cínica y desconfiada hacia los demás, suelen ser más competitivas. En cuanto al segundo de los aspectos, un buen negociador debe poseer las siguientes habilidades: (1) Expresar los sentimientos de forma apropiada. - Reconocer los sentimientos propios. - Ser consciente de ellos, de su magnitud, fuerza y de su posible impacto en el oyente. - Desarrollar un rango de expresiones, las cuales puedan ser utilizadas en función del contexto. (2) Permanecer racional cuando el oponente expresen sus sentimientos - Reconocer los sentimientos del otro. - Mantener cierta distancia emocional. - Separar las causas de los sentimientos del problema sustantivo de la negociación. - No abandonar el propósito de la negociación. (3) Ser asertivo en la negociación sin dañar las relaciones interpersonales - Distinguir los temas sustantivos de los relacionales y trabájalos en paralelo - Ser delicado con nuestro oponente. - Se firme pero abierto a las sugerencias. (4) Mejorar las relaciones interpersonales sin dañar el acuerdo en la negociación - Las buenas relaciones posibilitan los buenos resultados. - Utiliza la interdependencia, hacer referencia a ella durante el proceso negociador. (5) Hablar claramente de forma que posibilite el aprendizaje. - Hablar en primera persona. - Evitar las atribuciones sobre el otro - Utilizar frases cortas y claras al exponer los argumentos. (6) Utilizar la escucha activa. 3.6. ESTRATEGIAS Y TÁCTICAS DE NEGOCIACIÓN. Siguiendo a Pruitt y Carnevale (1993) o Thomas (1992) entendemos como plan estratégico el conjunto de actividades coherentes e integradas dirigidas a la consecución de los objetivos en la resolución del conflicto, mientras que las tácticas se refieren a los pasos o acciones que las partes usan para obtener el mayor rendimiento posible de la negociación y hacer prevalecer sus condiciones. La mayor parte de los autores diferencian entre dos tipos de estrategias: solución de problemas y rivalidad, por este motivo haremos un mayor hincapié en dichas estrategias y en las tácticas asociadas a las mismas. - Estrategias de Solución de problemas. Es una estrategia que persigue la colaboración y la conciliación. Esta estrategia genera los mayores resultados conjuntos, permite el compromiso con el acuerdo y mejora las relaciones interpersonales. Existen varios momentos claves que posibilitan la aparición de la estrategia de solución de problemas: a) al inicio de la interacción mediante la identificación del problema, b) a la hora de proponer alternativas y soluciones al conflicto, y c) en la fase final del proceso negociador. Fase Inicial: Identificación y definición del problema La definición exacta del problema es uno de los puntos más difíciles en una negociación. Para que en una negociación sea factible la utilización de la solución de problemas se deberían conseguir los siguientes aspectos: - Definir el problema de una manera que sea aceptable para ambas partes. Para que sea posible la solución de problemas ambas partes deben definir el asunto en conflicto en términos neutrales, sin que se manipule la información con el objetivo de definir el problema de forma beneficiosa para una de las partes. - Hacer que el problema sea entendido de forma limpia y simple. En las negociaciones de carácter distributivo las partes implicadas suelen hacer un uso estratégico de sus reivindicaciones, de forma que, ante la opinión pública y ante el oponente, pueden aparecer como primordiales, asuntos accesorios y viceversa. La falta de claridad en los intereses, objetivos y reivindicaciones se utiliza con el objetivo de tomar posiciones ante una negociación que se percibe como dura y larga. No obstante, estas acciones previas de dureza y falta de claridad, pueden provocar en el oponente la reciprocidad en las conductas, con lo que se consigue, en último término, un escalamiento del conflicto y un estancamiento muy difícil de solucionar. Si se desea una negociación integrativa, ambas partes deben apartar ese deseo de competir y hacer una utilización clara y sincera de la información. - Definir el problema como una finalidad, e identificar los obstáculos que pueden dificultar su consecución. Un buen camino integrador es la definición mutua del problema como una finalidad, y la búsqueda conjunta del camino para solucionarlo, identificando aquellos obstáculos que dificulten la consecución del objetivo conjunto. - Despersonalizar el problema. El análisis frío y riguroso de un problema es una garantía para la consecución de una negociación integrativa. - Separar la definición del problema de la búsqueda de soluciones. En determinadas circunstancias, el análisis rápido de un problema nos puede hacer llegar a soluciones precipitadas. En estos casos es conveniente mirar el problema con perspectiva, intentar comprenderlo en su integridad e intentar la búsqueda de soluciones creativas. - Comprender el problema de forma integral identificando intereses y necesidades. A la hora de reflexionar sobre las aspiraciones de la otra parte, debemos poder responder a las siguientes pregunta: ¿qué problema tiene mi oponente? Qué necesidades desea satisfacer?, en vez de cuestionarnos qué espera obtener con esta transacción o cuánto espera ganar. Las tácticas de solución de problemas utilizadas al comienzo de la negociación están referidas al planteamiento del problema y a la identificación de los intereses y necesidades de las partes enfrentadas. Generación de soluciones. Las tácticas de solución de problemas están basadas en dos estilos de gestión del conflicto principalmente: la integración y el compromiso. Mediante la integración las personas intentan conseguir resultados mutuamente satisfactorios donde estén presentes los intereses de las dos partes en conflicto, mediante el compromiso las personas intentan conseguir acuerdos satisfactorios mediante la reducción mutua de las aspiraciones y la realización de concesiones. Esta doble dialéctica orienta las tácticas negociadoras en dos dimensiones: la primera orientada a la generación de soluciones nuevas y alternativas que permitan la integración y la segunda hacia la búsqueda de un compromiso aceptable. La generación de soluciones alternativas a las propuestas inicialmente por las partes en conflicto requiere un alto grado de creatividad y una gran implicación de las partes con el proceso negociador. Dicho resultado es posible utilizando algunas de las técnicas propuestas a continuación, como la ampliación de los elementos sobre los que se negocia o el desarrollo de nuevas opciones mutuamente satisfactorias. Las restantes técnicas están basadas en la búsqueda de un compromiso mediante la utilización del nivel de aspiraciones propio o de la otra parte. - Ampliación de los elementos sobre los que se negocia. Los puntos que el negociador pone sobre la mesa de negociación responden a determinadas necesidades subyacentes. Cuando las personas intentan utilizar una estrategia de resolución de problemas intentan dar respuesta a esas necesidades subyacentes más que a los puntos concretos que se establecen en la agenda negociadora. En este sentido, es posible que la solución acordada responda a dichas necesidades sin quedar necesariamente plasmados en ella los puntos concretos negociados. Veamos un ejemplo: Antonio es director comercial de CABLES S.A., una empresa que suministra cables eléctricos a grandes supermercados de bricolaje. La empresa Bricomanía S.L. le realizó un pedido de 2000 m. de cable tipo A, 4000 m. de cable tipo B y 25000 m. de cable tipo C para el 25 de Septiembre. El pedido fue aceptado por Antonio, quien se comprometió a la entrega en la fecha convenida, no obstante en la empresa surgieron problemas que han obligado a un ajuste en las maquinarias, con lo que a 1 de Septiembre, Antonio cree imposible la entrega del pedido, el cual cree que se retrasará 20 días, si no surgen nuevos problemas. Ante esta demora, Antonio decide llamar a Bricomanía S.L. con el objetivo de anunciar el retraso, ante el cual surge un conflicto que amenaza con romper las relaciones entre las dos empresas. Esta es una situación difícil y muy común en nuestros días. Un abordaje de solución de problemas requiere un conocimiento exacto de las necesidades subyacentes de las partes, las cuales desean seguir manteniendo sus relaciones. Cables S.A. no desea monopolizar su producción en un único cliente y Bricomanía S.L tiene que entregar unos metros de cables de alta calidad a un cliente muy importante con el que se ha comprometido. Por lo cual una de las posibles soluciones de los negociadores es, conociendo las necesidades del oponente, comprometerse a la entrega del mismo en la fecha prevista, negociando la fecha de entrega del resto de los pedidos. En este caso, ampliando el margen temporal, quedan satisfechas, en la solución negociada, las necesidades de las partes: CABLES S.A. dispone de más tiempo para responder al cliente, y no necesita concentrar su producción en un único pedido, y Bricomanía S.L. puede obtener los cables que necesita urgentemente en la fecha convenida. Existen muchas negociaciones donde se amplían los elementos sobre los que se negocia, sobretodo en negociaciones entre países. Sirva como ejemplo las negociaciones de pesca entre la Unión Europea y Marruecos, donde normalmente se opta por introducir en los puntos a tratar el tema agrario, con el fin de tratar de compaginar los intereses de ambas partes. - Desarrollo de nuevas opciones mutuamente satisfactorias. Hay situaciones donde no se percibe una solución fácil a un proceso negociador, porque las posibles alternativas de acuerdo no terminan por satisfacer a ambas partes. No obstante, y si seguimos con la máxima expuesta en el punto anterior, de intentar satisfacer los intereses subyacentes, es posible que aparezcan nuevas alternativas que, aunque no coincidan con los puntos abordados, respondan a dichas necesidades. - Táctica de las concesiones mínimas. Está fundamentada en dos supuestos: - El nivel de aspiraciones de los participantes en una negociación está inversamente relacionado con su nivel de concesiones. - El incremento en las aspiraciones provoca un incremento en la resistencia. Las consecuencias de estos postulados para la negociación son dos: 1) Un grupo puede obtener más concesiones de otro grupo incrementando su nivel de aspiraciones 2) Una postura resistente durante la negociación consigue mayores concesiones del otro que las tácticas blandas. - Táctica moderadamente dura. La táctica de concesiones mínimas postula que las concesiones unilaterales son señal de debilidad, por lo que no suelen estimular conductas iguales de la otra parte. No obstante si la concesión se produce dentro de un marco general de estrategias cooperativas, lo cual supone un continuo acercamiento entre las partes, se puede incentivar en la otra parte conductas recíprocas de cooperación. - Firme flexibilidad. La firme flexibilidad consiste en mostrar firmeza con respecto a los fines últimos que se persigan y mostrarse flexible al observar los fines inmediatos y últimos del oponente (Fisher y Ury, 1981). Para conseguir esto se pueden utilizar diferentes tácticas (Pruitt, 1995): - Conceda pero únicamente en un punto. - Manténgase firme en su propia posición, pero piense en la forma de satisfacer a su oponente. - Mantenga firmeza en los temas importante y flexibilidad en los menos importantes. - Mantenga firmeza en los intereses propios y piensa en cómo conseguirlos. - Mantenga firmeza en los intereses más importantes y abandona los menos importantes. - Manténgase firme si sus intereses parecen más fuertes que los del oponente y ceda si los del oponente parecen más fuertes. Fase final del proceso negociador - Hacer concesiones que tengan un valor escaso. Esta táctica es muy recomendable para los momentos finales del proceso negociador, cuando se desea mantener una relación futura estable con nuestro oponente. Como sabemos, cualquier proceso negociador es una situación de motivos mixtos, donde se desea tanto competir como cooperar, la competición para obtener los mejores resultados para nosotros mismos o la organización a la que representamos, y la cooperación para establecer un clima apropiado y seguir manteniendo las relaciones con la otra parte. En algunas circunstancias, donde hemos satisfecho ampliamente nuestras aspiraciones, puede ser interesante la concesión unilateral de aquellos aspectos poco importantes para nosotros, con el fin de que nuestro oponente pueda defender los resultados obtenidos ante su organización y no quede incapacitado para futuras negociaciones. La cesión unilateral puede ser una estrategia de solución de problemas, cuando se utiliza al final de la negociación, ya que permite que el adversario pueda ‘salvar la cara’ ante la persona u organización a la que representa. Thomas (1992) resume las diferentes tácticas negociadoras en función del objetivo que persigan, bien sea la modificación del marco racional o instrumental de la otra parte, el marco normativo, o los aspectos emocionales, dichos puntos aparecen en la siguiente tabla: INTENCIONES OBJETIVOS TÁCTICOS MOTIVACIONALES ASPECTOS RACIONALES O MOSTRAR AL OPONENTE QUE NUESTRA PROPUESTA PUEDE SER INSTRUMENTALES. MUY BENEFICIOSA PARA ÉL. MOSTRAR AL OPONENTE QUE NUESTROS FINES SON MUY IMPORTANTES. CONVENCER AL OPONENTE DE LA NECESIDAD DE UN RESULTADO QUE SEA SATISFACTORIO PARA AMBOS. CONVENCER AL OPONENTE DE QUE TENEMOS HABILIDADES PARA CONSEGUIR RESULTADOS SATISFACTORIOS PARA AMBOS. DEMOSTRÁNDOLE QUE TENEMOS INTENCIONES DE COLABORAR. DEMOSTRÁNDOLE QUE SOMOS FLEXIBLES EN NUESTRAS POSICIONES. ASPECTOS NORMATIVOS. INSISTIR EN EL VALOR DE LOS CRITERIOS DE JUSTICIA PARA OPTAR ENTRE DIFERENTES SOLUCIONES INTENTAR QUE EL OPONENTE CONSIDERE LA COLABORACIÓN COMO UNA NORMA A SEGUIR AISLAR LA NEGOCIACIÓN DE GRUPOS QUE PUEDAN EJERCER UNA PRESIÓN DE CARÁCTER DESTRUCTIVO. ASPECTOS EMOCIONALES MINIMIZAR EL USO DE CONDUCTAS O TÁCTICAS QUE PUEDAN PRODUCIR EMOCIONES NEGATIVAS EN LA OTRA PARTE. BUSCAR UN CLIMA DE APOYO QUE POSIBILITE EL AFECTO POSITIVO EN EL OTRO. Las estrategias de solución de problemas permiten la obtención de resultados de calidad para todas las partes implicadas. - Estrategia de Rivalidad. Las tácticas de presión tienen como objetivo incrementar las concesiones del oponente, hecho que se puede conseguir de diversas formas: - Planteando demandas excesivas, o posicionamientos inalcanzables. Por ejemplo la solicitud del 90% de la totalidad de los beneficios de una transacción. - Utilizando argumentos persuasivos, por ejemplo intentar convencer al oponente de que nuestros posicionamientos son también beneficiosos para la otra parte. - Utilizando las amenazas. De retirarse de la negociación, o de infringir castigos al oponente. - Manejando la presión del tiempo. La utilización del factor tiempo es fundamental en la negociación, de forma que los negociadores menos preocupados por el factor tiempo tienen un mayor margen de maniobra. En el uso de las tácticas coercitivas o punitivas tienen un papel fundamental las relaciones de poder. En este sentido Munduate (1992) diferencia entre tres elementos muy relacionados: - La coerción: Es la capacidad de reducir los beneficios de la otra parte, bien eliminando los recursos de los que dispone o produciendo algún coste. Los negociadores utilizan la coerción cuando castigan la conducta del otro o cuando entorpecen la consecución de sus objetivos. - El potencial coercitivo: Es la máxima cantidad de castigo que una parte puede imponer a otra. Es un concepto relacional y situacional, porque una persona puede tener un alto potencial coercitivo sobre una persona concreta, pero no necesariamente sobre un conjunto de ellas, y además dicho poder se circunscribirá a un contexto concreto. Por ejemplo, un sargento del ejército tiene un alto potencial coercitivo sobre los reclutas, pero no sobre otros sargentos y superiores, y además ese potencial coercitivo se circunscribe a un contexto concreto: el cuartel. - El empleo de la coerción. Es la exteriorización del potencial coercitivo, la modificación real de los beneficios de la otra parte. Cuando un negociador utiliza la coerción ocurre un efecto directo y otro indirecto. El efecto directo es que la parte que ha sido castigada reduce sus beneficios; el efecto indirecto consiste en que la parte castigada es menos dependiente de la parte que castiga, por lo tanto esta última reduce su potencial coercitivo. Estos efectos los podemos observar en la conducta de los padres y los hijos. Si una hija llega tarde un sábado por la noche, y la madre la castiga a no ir el domingo a la piscina, donde la espera su novio, la madre le habrá infringido a su hija el máximo castigo posible para ella, por lo que la dependencia de la hija con respecto a la madre habrá disminuido y lo más probable es que adopte conductas de rebeldía. La amenaza Una técnica basada en el uso del potencial coercitivo es la amenaza. La amenaza es la información de la posibilidad de infringir un castigo al oponente. El poder de la amenaza está en función del potencial coercitivo, es decir, de la capacidad potencial de una de las partes de infringir un daño, por lo que la condición indispensable de la efectividad de la amenaza es la credibilidad de la misma, esto implica que a) el amenazante pueda ejecutarla, y b) efectivamente la ejecute. La convivencia con la amenaza la conocen muy bien los niños, quienes discriminan exactamente entre la amenaza que sustituye al castigo y la amenaza que lo predice. En resumen, las principales ventajas de esta técnica son dos: a) no reduce el poder del que la usa y b) es barata, ya que no es necesario emplear la coerción. Es una táctica valiosa porque se obtienen elevados beneficios con un mínimo coste, sin embargo el abuso de la amenaza puede decrecer la credibilidad del amenazante. La amenaza es una aseveración que informa al oponente qué sucederá si no acepta una determinada propuesta: ' si x, entonces y' o 'si no x, entonces z'. El castigo puede ser explícito o bien quedar implícito y no aparecer claramente en el discurso. La amenaza se diferencia claramente de la promesa. Si un jefe le dice a un trabajador: si no trabajas duro, te expulso, está utilizando una amenaza, si por el contrario le dice: trabaja duro y te aumentaré el sueldo, está utilizando una promesa. En determinados casos promesa y amenaza aparecen juntas: sigue conmigo y prosperarás, abandóname y no lo olvidarás jamás. La amenaza también se distingue claramente de la mentira, donde la persona intenta convencer al oponente de que cree una cosa cuando verdaderamente está convencido de lo contrario. El farol es un ejemplo de mentira, donde un negociador quiere hacer creer al otro que es capaz de infringirle un castigo, cuando sabe fehacientemente que esa capacidad no existe. También es fácil distinguir la amenaza de la evasión, en la cual el sujeto intenta provocar en el oponente la incertidumbre de sus intenciones. La forma concreta en la cual la amenaza está redactada ejerce una influencia de diferente signo en el oponente; no es lo mismo que el castigo quede implícito o implícito en el discurso, o que esté redactada en términos positivos o negativos. Por este motivo muchos autores (véase Gibbson, Bradac y Busch, 1992) han analizado lingüísticamente las formas de la amenaza y sus efectos. Veamos algunos ejemplos: Si las preguntas están formuladas en un formato imperativo -vg. ¿podrías apoyar en algo tu posición?obligan al oponente a responder, y producen una mayor conformidad verbal que las demandas o los requerimientos imperativos. Las amenazas o promesas explícitas, cuya consecuencia está redactada en un formato negativo 'si haces tu trabajo normalmente, no te penalizaré' producen peores resultados que las que están redactadas en formato positivo 'si no haces el trabajo como normalmente, te penalizaré'. La redacción léxica de cualquier amenaza nos informa tanto de los sentimientos, posiciones y evaluaciones del que habla, como de sus rasgos y habilidades. La amenaza puede estar redactada siguiendo cinco dimensiones: Polarización, inmediatez, intensidad, diversidad léxica y poder del estilo, las cuales pasamos a comentar a continuación: La POLARIZACIÓN se refiere a la utilización de argumentos positivos para manifestar su posición y argumentos negativos para caracterizar las posiciones del oponente. El lenguaje polarizado revela los sentimientos del oponente 'Estamos muy cansados de trabajar para usted, de partirnos la cara por la empresa, para que usted se ría de nosotros y se aproveche'. La INMEDIATEZ VERBAL refleja el deseo del negociador de estar cerca de una persona a la que evalúa de forma positiva y de estar lejos de una persona a la que evalúa de forma negativa. Esta distancia verbal puede seguir cinco formas: a) Marcadores espacio temporales de tiempo o de espacio -Buscábamos eso en vez de queremos esto-. b) Especificidad, la cual sigue la máxima de lo que es menos específico es menos inmediato: 'Las personas trabajamos porque necesitamos dinero' en vez de 'yo trabajo porque necesito dinero'; c) Efectos de orden: 'Si cambiamos conseguiremos beneficios', 'consigamos beneficios y cambiamos'; d) Relación agente-objeto: ‘Quiero conseguir un acuerdo en vez de me gustaría conseguir un acuerdo’. e) indicadores de modificación: 'usted está equivocado' en vez de 'pienso que estás equivocado'. En líneas generales la lejanía verbal implica una mayor lejanía psicológica, y, por consiguiente, un menor afecto positivo con respecto al oponente, no obstante la comunicación extremadamente directa e inmediata, también puede incrementar la distancia psicológica entre negociadores. Por otro lado, la INTENSIDAD del lenguaje refleja el nivel de compromiso del negociador con el asunto en conflicto y es uno de los indicadores más importantes de la credibilidad de las amenazas. La DIVERSIDAD LÉXICA consiste en la riqueza del vocabulario que los negociadores utilizan. Aquellos que utilizan una gran diversidad léxica son percibidos como más competentes, más efectivos y menos ansiosos. El PODER DEL ESTILO se refiere a la fuerza dialéctica del mismo. Un discurso con bajo poder estilístico está repleto de evasivas, titubeos o vacilaciones (mm, aha), preguntas retóricas o inútiles ¿sí o no?, ¿vale o no? ¿sabes lo que te digo?, formas coloquiales (guay, puntazo, tío...) o superlativos (super... buenísimo...). El estilo del lenguaje nos indica si el negociador tiene un gran poder interpersonal o más recursos sociales que su oponente. El gran inconveniente de la amenaza es la pérdida de credibilidad Posiciones intransigentes. Sucede cuando el nivel de aspiraciones es muy elevado, o cuando adoptamos una posición firme y rígida. Es una táctica muy arriesgada ya que está en juego la credibilidad del que la utiliza, pudiendo ocurrir que el sujeto se quede entrampado en una posición inaceptable para la otra parte. Comportamientos agresivos. Las tácticas de presión como la hostilidad, la violencia verbal, o en otros contextos el secuestro, rompen el diálogo, quiebran la confianza e introducen nuevos elementos activadores del conflicto. Thomas (1992) resume las diferentes tácticas negociadoras de rivalidad en función del objetivo que persigan, bien sea la modificación del marco racional o instrumental de la otra parte, el marco normativo, o los aspectos emocionales, dichos puntos aparecen en la siguiente tabla: Intenciones Motivacionales Objetivos tácticos Aspectos racionales o instrumentales. Convencer al oponente de que detener la negociación puede ser muy costoso para él, ya que no tiene alternativas. Convencerlo de que el resultado que persigue no es tan positivo. Convencerlo de que, para nosotros, romper las negociaciones no es costoso, ya que tenemos alternativas (Hacer uso del BATNA) Aspectos normativos. Convencer al oponente de que nuestro objetivo puede ser muy justo y recomendable Hacer hincapié en la injusticia de los objetivos perseguidos por nuestro oponente. Convencer al oponente de nuestras acciones son justas. Convencer al oponente de que su conducta es injusta. Aspectos emocionales Utilizar el afecto en nuestro provecho, distrayendo al otro con aspectos que le impidan concentrarse Minimizar el uso de tácticas duras que puedan conseguir el odio o el rencor del oponente. 3.7. RESULTADOS DE LA NEGOCIACIÓN Un conflicto o una negociación pueden finalizar de muy diversa forma: a) en una victoria para una de las partes; b) en un punto muerto; c) en un acuerdo integrativo, o d) en un acuerdo de compromiso donde cada una de las partes cedan un poco en sus intereses y demandas iniciales (De Dreu, Harinck y Van Vianen, 1999). Las soluciones integrativas son las más deseadas por los negociadores porque son más estables y duraderas en el tiempo y permiten que las partes en conflicto estén más satisfechas. Dichas soluciones surgen cuando la negociación se desarrolla en un contexto de carácter integrador. En definitiva, una buena solución permite satisfacer los intereses subyacentes de las partes en conflicto. No obstante, en la mayor parte de las circunstancias no está tan claro que la optimización de los recursos disponibles permita conjugar los intereses de ambas partes, como sucedía en el ejemplo de la naranja. En estos casos los investigadores asumen que la calidad en la resolución de un determinado conflicto depende de la equidad en la distribución de los resultados. La distribución equitativa de los resultados produce una gran satisfacción entre los negociadores, mucho mayor que si los resultados son muy desfavorables para ellos, o, paradójicamente, muy favorables (De Dreu, Lualhati. Y McCusker, 1994). No obstante, cuando queremos conocer si un determinado resultado es equitativo, comenzamos a tener problemas: a) primero, porque la equidad no siempre es sinónimo de integración, y b) segundo porque las experiencias subjetivas que los negociadores tienen de lo que es o no equitativo son más importantes que la distribución objetiva de los resultados; c) y tercero porque los negociadores también valoran en gran medida si el proceso ha sido o no ha sido justo. Por este motivo los investigadores suelen distinguir entre resultados objetivos, cuantificables y tangibles y resultados subjetivos de la negociación, fruto de la percepción y la valoración de los negociadores, a los primeros Thompson (1990) los denomina Resultados Económicos y a los segundos Resultados Psicosociales. Los resultados económicos de la negociación se centran en los productos resultantes de la misma. La base para el cálculo de los resultados económicos la encontramos en la zona de común acuerdo, que está definida por los puntos de reserva de cada uno de los negociadores. Dichos puntos de reserva representan el nivel mínimo de aspiraciones que los negociadores pretenden conseguir en la transacción. Si ese punto de reserva es superado, los negociadores pueden optar por su Mejor alternativa a un acuerdo negociado, o por el mantenimiento del estatus quo. Si dichas zonas de común acuerdo se solapan, existirá una zona de negociación positiva, mientras que si están distantes, existirá una zona de negociación negativa. Por ejemplo, si deseamos adquirir un coche determinado y nuestro punto de reserva son 2000$, mientras que el punto de reserva del vendedor es de 2200$, nos encontramos con una zona negativa, al contrario sucede si nuestro punto de reserva es de 2300$. Los Resultados Psicosociales de la negociación están basados en procesos de percepción social, los cuales incluyen aspectos de mundo social del que percibe: las personas, las conductas y las situaciones. Los procesos de percepción social se guían por una serie de principios clave: a) las personas percibimos de forma activa el mundo social, seleccionando, categorizando, interpretando e infiriendo información; b) las personas a veces no son conscientes de sus intereses y valores, pero estos guían sus conductas y sus elecciones; c) los procesos de percepción son constructivos y selectivos; d) las percepciones guían las conductas de las personas. En el caso del negociador, los elementos más importantes de la percepción son: la situación de negociación, la otra parte y la percepción sobre sí mismo. La percepción sobre la situación negociadora implica la valoración del negociador sobre los procesos y los resultados de la negociación. La percepción sobre la otra parte implica la evaluación del vínculo que se establece entre los negociadores, sobre la justicia y limpieza de su conducta, la inferencia sobre sus rasgos de personalidad, y las atribuciones causales sobre la conducta del oponente. La percepción sobre uno mismo supone la valoración de los propios intereses, fines, preferencias, posibilidades de riesgo y sobre la comparación social entre uno mismo y la otra parte. 3.8. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS Amason, A.C. (1996). Distinguishing the effect of functional and dysfunctional conflict on strategic decision making: Resolving a Paradox for top management teams. Academy of management journal. 39 (1).123-148. Bazerman, M. H. y Neale, M. A. (1992). Negotiating rationally. New York: Free Press. Blake, R.R. y Mouton, J.S. (1964). The managerial grid. Houston: Gulf Publishing. Brown, D. (1983). Managing conflict at organizational interfaces. Reading, MA: Addison Wesley. Carnevale, P. J. y Pruitt, D. J. (1992). Negotiation and mediation. Annual Review of Psychology, 43, 531582. De Dreu, C. K. W. (1997). Productive conflict: The importance of Conflict Management and Conflict Issue. En C K. W. De Dreu, y E. Van de Vliert. (Eds). Using conflict in organizations (págs 9-22). 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