ABRIRSE PASO ENTRE LAS PAREDES DE LA ESCUELA [PRÓLOGO] ABRIRSE PASO Vencer, apartar o destruir cualquier obstáculo que cierre la entrada o la salida de algún lugar o impida el tránsito (Diccionario de la Lengua Española – RAE) Rasgar, romper, hender, agrietar, agujerear, horadar, resquebrajar, escindir, perforar, entreabrir, descubrir, destapar, iniciar, inaugurar, empezar, comenzar, estrenar, sincerarse, explayarse, confiarse (www.wordreference.com) [1] COMENZAR, PONERSE EN SITUACIÓN, ACLARAR, CONOCER,… En 2006 se puso en marcha, por iniciativa del CIDE (Centro de Investigación y Documentación Educativa), dependiente del actual Ministerio de Educación, Política Social y Deporte, un estudio sobre la situación de la educación ambiental en el sistema educativo. El objetivo es identificar algunas de las estrategias y modos de hacer educación ambiental en la escuela, conocer cuáles de ellos están consiguiendo consolidarse y detectar ciertas claves que permiten desarrollar dichas iniciativas. El estudio es cualitativo y está centrado en el análisis de casos y buenas prácticas, con la intención de obtener algunas pistas e ideas inspiradoras sobre las orientaciones más idóneas para integrar la educación ambiental eficazmente en los centros educativos. Los Principios Básicos del Libro Blanco de Educación Ambiental en España han sido un instrumento esencial del trabajo, ya que sintetizan las claves que este documento de consenso considera pilares sobre los que debe construirse la educación ambiental. Son un total de ocho principios que, desarrollados, reflejan el espíritu del resto del Libro Blanco. Para la realización del estudio, estos principios fueron transformados en 39 criterios o indicadores de calidad, agrupados en 8 bloques, que corresponden a cada uno de los 8 Principios Básicos: 9 Implicar a toda la comunidad educativa y al conjunto de la sociedad 9 Adoptar un enfoque amplio y abierto 9 Promover un pensamiento crítico e innovador 9 Desarrollar una acción educativa coherente y creíble 9 Impulsar la participación 9 Incorporar la educación ambiental a los instrumentos de planificación y gestión del centro 9 Mejorar la coordinación y colaboración dentro del centro y de éste con su entorno 9 Garantizar los recursos necesarios Esta batería de criterios presenta un gran abanico de potencialidades. De hecho, supone un compendio sintetizado de aspectos metodológicos a tener en cuenta en un programa. También puede ser una buena lista de chequeo útil en las fases de planificación y/o evaluación. Y, para nosotros, ha resultado una herramienta idónea de trabajo: nos ha ayudado a identificar lo que estábamos buscando y a comunicarnos con nuestros interlocutores, a quienes hemos podido trasladar, de forma clara y sencilla, qué es lo que el Libro Blanco entiende por buenas prácticas en educación ambiental. [2] MOTIVARSE, ENGANCHAR, IMPLICARSE, REFORZAR,… Un primer análisis de la información recibida nos habla de una gran diversidad de programas, tanto en lo referente a su temática como a la metodología utilizada, al grado de implicación de la comunidad educativa o a las entidades que los han promovido. Entre todos ellos destacan, obviamente, las experiencias centradas en programas de ecoescuelas, ecoauditorías y agendas 21 escolares, que han tenido un innegable protagonismo durante los últimos años. Entre las conclusiones alcanzadas en el estudio, hemos podido ver cómo en los centros implicados en programas en los que participa la comunidad educativa en su conjunto, se experimenta un importante refuerzo y motivación en el trabajo cotidiano. Esto incrementa a su vez la percepción de formar parte de un proyecto colectivo y refuerza la sensación de pertenencia e identidad, lo que redunda en una mayor integración en la comunidad y en procesos de enseñanza-aprendizaje más motivados. Redundando en esta idea, los programas más exitosos son aquellos capaces de generar esfuerzos conjuntos de toda la comunidad educativa y su implicación colectiva en la mejora del propio centro o más allá de él. Además, este tipo de proyectos puede suponer un importante motor de cambio para los centros educativos, un eje vertebrador capaz de dinamizar tanto el trabajo interno del centro como sus relaciones con el entorno social y ambiental. Buena parte de los protagonistas de las experiencias coinciden en que son programas con un fuerte retorno, que incentivan la puesta en marcha de nuevos proyectos o su consolidación y ayudan a integrar al centro, su profesorado y sus alumnos/as en una red social que el propio proyecto va construyendo. Cuando las intervenciones se producen más allá de los muros del centro, pueden ayudar tanto a crear y/o reforzar los lazos y relaciones con el exterior como a generar un sentimiento de conexión con el barrio, el municipio o el entorno. Además, permiten a los participantes acercarse a colectivos y sectores de la sociedad en principio alejados de la escuela. [3] CONFIARSE, ESCUCHAR, DESCUBRIR, TEJER,… Una de las cuestiones más frecuentemente destacadas por todas las personas que han colaborado en este estudio es la necesidad de compartir. Compartir experiencias, información, conocimientos, esfuerzos, proyectos,… Compartir reflexiones y debates, disponer de espacios para el encuentro, la coordinación y el trabajo conjunto. Es necesario buscar y multiplicar las ocasiones para salir del centro, contar fuera lo que hacemos y aprender de las experiencias y de las incertidumbres de otros. La comunicación no tiene por qué realizarse solo entre miembros de la comunidad educativa. Puede extenderse a otras entidades, agentes y sectores, con los que se pueden establecer fértiles relaciones de colaboración que se prolonguen en el tiempo y se transformen en instrumentos eficaces de trabajo conjunto. Este tipo de relaciones puede contribuir a hacernos conscientes de la importancia de abrir la escuela a la comunidad y a la participación de diferentes agentes. También se demandan programas y oportunidades que permitan a los centros trascender sus propias barreras y su aislamiento: jornadas, encuentros, congresos, foros, proyectos colectivos… Parece necesario buscar y multiplicar las ocasiones para salir del centro, contar fuera lo que hacemos y aprender de las experiencias y de las incertidumbres de otros. Cada día son más las plataformas e instrumentos disponibles en internet para estos fines, pero es importante también generar ocasiones para el encuentro real –presencial-, tanto entre docentes como entre alumnos/as de diferentes centros y localidades. Para los participantes, el saber que pertenecen a una red más o menos formal en la que cada año se refuerzan los lazos de unión incrementa su motivación y sus ganas de trabajar, a la vez que proporciona a los centros un motivo de identidad y un reconocimiento global a sus inquietudes de mejora. El intercambio de información y experiencias es además un instrumento esencial para la difusión de buenas prácticas, la transmisión de ideas inspiradoras y la extensión de nuevos modelos de funcionamiento y/o programas innovadores. Y del mismo modo lo es –y así lo ha demostrado la práctica- la celebración de encuentros periódicos en materia de educación ambiental entre los técnicos de las administraciones educativas y/o ambientales de las diferentes Comunidades Autónomas. [4] COORDINARSE, DEMANDAR, INNOVAR, SALTAR BARRERAS,… Existen diferencias territoriales significativas en cuanto a la cantidad y calidad de los programas que se desarrollan, detectándose mayores éxitos en las Comunidades Autónomas en las que existen equipos técnicos estables dedicados a la promoción, implantación y desarrollo de programas de educación ambiental. La ubicación administrativa de estos equipos responde a fórmulas diferentes que incluyen grupos de trabajo que coordinan a técnicos de distintas Consejerías (como en Andalucía o Cataluña), la existencia de centros específicos para el desarrollo de programas de educación ambiental (como el Ingurugela vasco) o la incorporación en los Centros de Profesores de asesores específicos para la educación ambiental (como en algunos CEFIREs de la Comunidad Valenciana). Este tipo de modelos, en términos generales, propicia una oferta más consolidada en la formación de los docentes, fomenta el desarrollo de proyectos más innovadores y permite una atención más personalizada a los centros. Ello responde, además, a una nueva realidad en la que los centros educativos demandan en menor medida recursos materiales, visitas o programas estandarizados que se planifiquen y desarrollen al margen de la vida educativa del centro. Es importante buscar fórmulas que permitan dedicar más tiempo para planificar y desarrollar programas y actividades propios, lo cual pasa por liberar horas lectivas al menos para los docentes encargados de la coordinación de los programas. En la misma dirección, es importante abrir caminos para facilitar a los centros recursos a demanda, ya que el recurso no debe ser un fin en sí mismo sino un medio para alcanzar los fines que el propio centro se ha propuesto. Algunas administraciones autonómicas han venido enfocando sus esfuerzos al diseño de proyectos de educación ambiental que se ofertan al conjunto de los centros educativos de sus territorios, como es el caso de los programas de ecoescuelas. Es deseable que este tipo de proyectos se planifique en el futuro de forma participada con los centros y los propios docentes, que van a ser los que los desarrollen en la práctica. Para ello pueden ser muy útiles fórmulas como los seminarios o grupos de trabajo, que debatan en profundidad los diferentes aspectos a tener en cuenta y/o las necesidades educativas que existan en cada momento y puedan trasladar sus propuestas a los técnicos responsables de poner en marcha los programas. Es innegable que la incorporación de la educación ambiental a la escuela cuenta con algunas barreras y obstáculos importantes. Entre ellos, la saturada agenda de la mayoría de docentes, la rígida organización escolar, la losa de las extensas programaciones y rigurosos horarios y la gran cantidad y diversidad de temáticas e iniciativas que compiten por hacerse un hueco en las aulas y en los centros. Por si fuera poco, la sociedad parecería estar demandando a la escuela más carga curricular, más rigidez, más apariencia de control,… aspectos todos ellos que, al menos en principio, dificultan la apertura de líneas de trabajo más integradoras y participativas. [5] PARTICIPAR, INTERVENIR, INFLUIR, CAMBIAR,… La integración de la educación ambiental en las escuelas ya no debe limitarse a la transmisión de determinados conocimientos o la sensibilización con respecto a la conservación del medio. Éstos son aspectos que –afortunadamente- ya se han ido incorporando progresivamente tanto a las programaciones como a los contenidos de los libros de texto y otros recursos que se manejan habitualmente en los centros. Es tiempo de dar un paso más: avanzar en el análisis de lo complejo, capacitar a docentes y alumnos/as para reflexionar críticamente sobre la realidad, analizar los problemas socioambientales desde todas las perspectivas y contribuir a buscar, entre todos, soluciones. La participación de todos los miembros de la comunidad educativa tanto en la gestión del propio centro como en la toma de decisiones sobre su entorno –incluso a nivel local o comarcal- se revela como una estrategia de trabajo idónea para mejorar la integración de los centros en los espacios sociales y ambientales donde se ubican. Además, es una manera óptima de educar a ciudadanos conscientes, críticos y participativos. La situación actual de la participación en los centros escolares es muy diversa. Hay escuelas que han comenzado por introducir pequeños cambios en su gestión ambiental como fruto de una ecoauditoría escolar y otras que han logrado transformar colectivamente su patio proyectando en este cambio toda su energía, sus ideas y su imaginación. Hay centros que apuestan por otro camino y se han planteado el reto de actuar en su entorno próximo, arreglando una fuente o repoblando un pinar, intervenciones que también pueden decidirse y planificarse participadamente. En proyectos como los de ‘camino escolar seguro’, por ejemplo, se persigue además la participación real de los centros escolares en el diseño y planificación de la movilidad de la ciudad. En esta línea, hay centros que están colaborando en la transformación de las calles y plazas, procurando que los nuevos diseños urbanos integren las ideas y propuestas de los escolares. [6] PERMEAR, ARRIESGAR, APOSTAR, SORPRENDER,… Así pues, se trata de sacar a la calle las ideas, programas y esfuerzos de la escuela, compartirlos con el resto de la sociedad, procurar que no permanezcan encerrados entre las cuatro paredes del centro. Es una línea de trabajo aún incipiente que requiere mucho esfuerzo, una estrecha colaboración con las entidades locales y un gran apoyo de la administración educativa y otros agentes, además de una capacitación específica de los docentes. Normalizar y generalizar este modelo de intervención educativa llevará tiempo y requerirá cambios tanto de mentalidad como de estructuras, además de una nueva orientación de los apoyos, pero es un camino a seguir cargado de futuro y de posibilidades. UN LISTADO INCOMPLETO PARA ABRIRSE PASO ENTRE LAS PAREDES DE LA ESCUELA 9 Aprovechar las oportunidades que nos ofrecen el entorno y los vecinos que lo habitan. 9 Redescubrir nuestro papel como educadores y trascender el de proveedores de conocimientos académicos. 9 Abrir las puertas a la creatividad, inventando proyectos que surjan de la propia escuela. 9 Crear puentes que dejen fluir todo aquello que puede ser valioso para la transformación y mejora del centro: opiniones, trabajos, relaciones, afectos,… 9 Impregnar nuestra tarea cotidiana del espíritu del trabajo en red. 9 Reforzar nuestra autoestima individual y colectiva. 9 Dar valor, también, a lo pequeño. Sorprendernos al ver que la clave de un proyecto puede estar en el aspecto más insospechado de la realidad que nos rodea. 9 Intentar superar nuestro aislamiento comunicándonos más y mejor, generando redes formales o informales que nos unan a quienes comparten inquietudes con nosotros/as. 9 Procurar intervenir en nuestro entorno, corresponsabilizándonos de lo que en él ocurre. 9 Escuchar los puntos de vista de otros, de dentro y fuera del centro (alcaldesas, fontaneros, voluntarias, ganaderos, extranjeras, músicos, arzobispas, periodistos, grafiteras…) 9 … [EPÍLOGO]: EVOLUCIONAR Dicho de un organismo o de otra cosa: desenvolverse, desarrollarse, pasando de un estado a otro. (Diccionario de la Lengua Española – RAE) Transformar, cambiar, desarrollarse, progresar, crecer, maniobrar, moverse… (www.wordreference.com) Este artículo fue publicado en el Cuaderno de pedagogía. Nº 392, julio de 2009. Yolanda Sampedro Ortega y Javier García Fernández Autores del estudio ‘Un viaje por la educación ambiental en la escuela’, editado por el CIDE (Ministerio de Educación, Política Social y Deporte) Correo-e: [email protected] PARA SABER MÁS Sampedro Ortega, Y. & García Fernández, J (2009): Un viaje por la educación ambiental en la escuela. Ministerio de Educación, Política Social y Deporte VV.AA. (1999) Libro Blanco de la Educación Ambiental en España. Ministerio de Medio Ambiente