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Cómo los jóvenes cambiaron la industria de la música
El Librero y Prodavinci · Thursday, September 24th, 2009
Por Dana Jennings
New York Times
De muchacho, pasé innumerables horas absorto, grabando mis canciones preferidas
de la radio. Había tantas canciones y yo tenía tan poco dinero. (Y si una moto o un
camión de carga pasaba veloz por mi casa mientras grababa, baladas como “Crimson
and Clover” obtenían cierta carnosidad en sus huesos etéreos.)
Ya en esa época, las empresas disqueras consideraban como ladronzuelo a gente como
yo. Al grabar de la radio , le sacaba dinero de los bolsillos, el pan de la boca y la
cocaína de las narices a sus artistas y ejecutivos.
La batalla entre el cliente y la empresa disquera solo se ha intensificado desde
entonces. El oyente grita, “Amor!” El ejecutivo de la disquera grita, “Robo!” Y el
músico—igual que siempre—grita, “Págame!” Ahora Greg Kot, un crítico musical y
uno de los anfitriones de un programa de radio sobre el rock’n’roll, nos dice lo que
ocurrió en “Ripped: How the Wired Generation Revolutionized Music,” su bien
reseñado libro sobre la era de Internet.
“Ripped” abarca desde la época en que las compañías disqueras rechinaban los
dientes ante la creciente moda de grabar en casa, a los ataques descarados de los
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editores musicales al sampleo del hip-hop, a la vida, muerte y canonización de
Napster, al iPod y más allá. También examina la constante consolidación –en las
empresas musicales, la radio y la promoción de conciertos—que ayudó a dirigir la
implosión de la industria musical.
Luego están los miserables oyentes, insatisfechos con el mantecado light que se
dispensa en la radio y en las tiendas de discos— ¿alguien pidió Backstreet Boys? Pero
una vez que descubren que pueden compartir los archivos con sus pares y utilizar el
quemador de CD, ya nadie puede detenerlos. Las disqueras tratan de usar tácticas de
mano dura y pierden. No pueden lidiar con la sapiencia guerrillera de los muchachos
computarizados y una sed insaciable de música.
Kot también escribe sobre artistas establecidos como Prince, Radiohead y Wilco (es el
autor de un libro sobre Wilco) que se crecieron durante la era digital porque no se
quedaron sentados lloriqueando como punk emo mientras la civilización musical que
conocíamos se desplomaba. Le rinde homenaje a los actos que surgieron de la
confusión –Death Cab for Cutie, Arcade Fire, Conor Oberst — y usaron esa confusión
para su beneficio.
Pero la parte más fascinante de la historia es cuando hace un recuento del suicidio
capitalista que cometieron las disqueras. Dentro de sus cabezas analógicas, los
ejecutivos no podían entender que el futuro era digital. Si los líderes de la industria
hubiesen obedecido su desconfianza ante la tecnología, todavía estaríamos
escuchando 78 rpm. o incluso, cilindros de cera.
“Ripped” es otro estudio sobre la arrogancia industrial norteamericana, un recuento
de las empresas que no pudieron, (o no quisieron) aprender a ser ágiles. En vez de
adaptarse a la nueva realidad, empezaron a llamar ladrones a la nueva clientela.
Pero Kot escribe “la postura moral era una arruga nueva risible. Acá teníamos una
industria que había instituido la payola; cuya rutina incluía la poco clara manipulación
de contratos para quitarle los derechos a los autores de las canciones; y que habían
incursionado en prácticas de contabilidad cuestionables para negarle los royalties de
sus ventas de discos a la gran mayoría de sus artistas.”
Las grandes disqueras realmente nunca se interesaron en los derechos de propiedad
intelectual. Se interesaban en hacer dinero, y si los muchachos computarizados se
robaban la música de Internet, significaba mucho menos dinero. Thom Yorke de
Radiohead dice: “Que se hacen las víctimas de un acto inmoral es algo realmente
increíble. Dicen tener los intereses de sus artistas en alto. ¿De veras? Los intereses de
sus artistas no han sido importantes para ellos desde hace 50 años.”
Kot entiende que siempre es divertido detallar la lucha de un dinosaurio moribundo,
desde la mirada de mamíferos pequeños, pero inteligentes—en este caso, los amantes
de la música ganan al final de día.
Algunos dinosaurios hasta sienten remordimiento. En 2007, Edgar Bronfman Jr., el
director ejecutivo de Warner Music Group, dijo: “Por quedarnos parados o movernos a
paso de glacial, sin darnos cuenta entramos en guerra contra los consumidores al
negarles lo que querían y podían encontrar de otro modo. Por supuesto, el resultado
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fue que ganaron los consumidores.”
Dana Jennings es un reportero de The Times. Su libro más reciente es “Sing Me Back
Home: Love, Death, and Country Music.”
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RIPPED
How the wired generation revolutionized music
Por Greg Kot
262 pp. Scribner. $25
This entry was posted
on Thursday, September 24th, 2009 at 12:21 am and is filed under Artes, Música,
Perspectivas, Reseñas
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