Ultima Moda, La Madrid 5 de Marzo de 1888. REVISTA SEMANAL Año I—Núm. 9 Oficinas: Seiraoo, 88,2.° SUMARIO C m S d o s - l í í w ¿ í SS™* V a l m o n t - E í p l i o M l d n PO Cl Gm^-ünuilZT^ - E e n £ l F 1, fc.co, do la l res lla 1 5 , . i\ i b l a de los y sus leyendas, por Daniel , n v o l a Z ,1 '? , ' ' " ! ° ' novela do la \ida, por > P»r Juan do 3 AnSól 7 r e s p u e s I a ?' P° r >• Secretaria, i Lara. Madrid - Pasafíempo - Crónica de la Moda. ^ j t ó o s grandes bailes han a c a b a d o , d e e s o n o hay duda. • f e í P e r o e o m o las hadas que o b e d e c e n las órdenes d o la M o d a n o cesan de crear trajes y a d o r n o s á cual m á s b e l l o s y elegantes, n o hay m e d i o d e obligar á las s e ñoras á quienes es-tas creaciones seducen y encantan, á que permanezcan encerradas en sus gabinetes. Porque d e paseos n o hay Que hablar. C u a n d o la nieve n o alfombra las calles, el barro las mancha y l o s venda vales que W desencadenan á m e n u d o y el frío q u e hiela la sangre, no c o n v i d a n á dejar la abrigada habitación. Pero las mujeres, q u e en estos tiempos n o emplean sus ocios en hilar, c o m o las damas de la Edad Media; y, si bordan, sólo es c o n sus miradas ó c o n los giros de su amena conversación, n o p u e d e n permanecer m a n o s o b r e mano, aisladas, aburridas. Necesitan reunirse, distraer su á n i m o , lucir sus trajes, exhibir sus prendas, hablar, murmurar un p o q u i to, p o r supuesto sin mala intención; y estas necesidades del espíritu dan lugar y ocasión á los fice dock, ó reuniones vespertinas, á I03 improvisados concieitos, a los banquetes, il la representación d e m o n ó l o g o s y c o m e d i a s d o salón. El ingenio femenil no se cansa de idear distracciones; y en h o n o r de la vtrdad, c o m o n o hay nada más triste que una mu i r q u e se aburre, l o s maridos y l o s Papas d e b e n alegrarse de la nueva animación que ha sucedido al verdadero delirio de las grandes sotrecs del invierno. U n a mujer ociosa y rica, es siempre un libro e n blanco en el que sin remedio escribe una novela el Picaro mundo, y por lo regular c o n situaciones m u y dramáticas. Por otra parte, t s l e inagotable d e s e o de vestir bien, y sobre t o d o á la última m o d a , es la fortuna de los °.ue no la han hallado al nacer. Este m o v i m i e n t o social aumenta también la culluia; que si es fácil bailar un r i g o d ó n ó un vals, n o l o es tanto llamar la atención p o r el ingenio, p o r la amenidad d o la c o n v e r s a c i ó n , p o r la ilustración, siquiera NOM. 1.—1 B.vTA ELEGANIE. CUERPO PARA TRAJE DE RECEPCIÓN SERIE Ayuntamiento de Madrid l.* DIBUJOS ARTÍSTICOS PARA BORDADOS F»OFt JDOIV M A N U E L NÚM 2 - 1 Continuación de abecedario para marcar p a n u e l o s . - 2 pai amito^ordadoTl r e a l c e _ 4 . SALVI Sachet para guardar pañuelos, b o r d a d o sobre raso azul celeste c o n seda a r g e l i n a . - 3 Centro religioso Cifía para pañuelo de n i n o . - 5 . Centro p a r a p a ñ u e l o . - 6 y 8. N o m b r e s para p a ñ u e l o s - I Ayuntamiento de Madrid Cenefa para c a r n e a bordada al r e a l c e . sea superficial, que hay que demostrar en las cha- radas, en a c c i ó n , en preguntas y respues- las T o d o s pierden el m i e d o , se apoderan del te- soro que les ha to- c a d o , y se retiran. tas y en otros varios de los entretenimientos L o s amigos de la q u e tan b i e n emplea su di- que reemplazan al baile en esta é p o c a del año. ñero, quedan encan- tados. L o s c o n v i d a su ami- Una ilustre d a m a h a inau- gurado unas reunió- ga á un espectáculo que se v e raras veces: el nes semanales, q u e d e se- g u r o tendrán imita- de la verdadera fe- doras. L o s viernes abre la espaciosa capilla que Pero dirán las lee- posee en su elegante hotel, y las señoras c o n tra- tana y que no l e s h a - jes severos, negros casi todo, y l o s caballeros c o n Y a lo he dicho, y lo NÚM. [ 4.— licidad. toras q u e s o y m u y charlab l o de trapos y de cintas, r e p i t o : los cuerpos sin al- MANGA DE FIEL DE SEDA NÚM. 6.— MANGA frac, p e r o sin corbata blanca, acu- DE TELA LISA Y BROCHADA den á oir la plática que un orador sagrado, d e los más notables, diri- m a , p o r bellos que sean, care- ge al escogido p ú b l i c o . c e n de atractivo. Después pasan l o s c o n v i d a d o s NÚM. 3.— MANGA trumentistas distinguidos alque inter- mis lectoras no vean s ó l o en pretan la música religiosa de los las telas, en los adornos, en las grandes maestros. prendas y en las j o y a s l o que en paz y gracia 7.— MANGA DE TUL e n los escaparates; p o r q u e y o deseo, en su beneficio, que hable también la Moda á su c o r a z ó n , es p o r l o que distraigo su Otra señora millonaria ofrece á atención contándoles lo que la Moda inventa, c o m o N Ú M . 5 . — A D O R N O PARA DB pectáculo encan- lujo desplega sus tador. Durante g r a n d e z a s , for- la semana se en- marían una tris- tera, p o r una po- te o p i n i ó n de to- licía q u e tiene d o s esos esplen- m u y b i e n monta- dores si n o vieran da , del n o m b r e y enellos un m e d i o , d o m i c i l i o de los q u e casi m e atre- niños p o b r e s que v o á llamar pro- han sido más apli- videncial, por lo c a d o s y han o b - que tienen de ge- servado mejor neroso , d e c o n d u c t a en los ricos escuelas gratui- Cuarenta ó que difun- dan el b i e n hasta cuando parece cincuenta de es- que sólo piensan tas criaturas, ni- en divertirse. ñas y n i ñ o s , s o n invitadas á una Y después las ñora preside. de esas pieza la recep- ción, y en un m o - de esto, c o m o hasta c o m i d a que la se- D e s p u é s em- espectadoras grande- zas son á su vez actoras en otra esfera n o m e n o s se agradable, v o y á abre una puerta, hablar de las no- mento d a d o penetran los pe- vedades, p r o c u - queñuelos, y cua* rando tro ó c i n c o laca- c o m o lo haré de y o s , c o n libreas, vez aparecen descender de las grandes con badejas esta en vez, cuando, alturas para in- llenas de jugue- dicar lo práctico, tes. lo posible, hasta C u a n d o la dueña de la casa dice á los angelitos que elijan lo que más les agrade en para las que, p o r virtud ó p o r ne- cesidad, d e s e e n vestir bien y gastar p o c o . es L o s cuerpos de de verlafelicidad talle largo se im- que ponen las bandejas, brilla aquellos PASEC creaciones. Las que en m o d e s t a esfera v i v e n y ¡no pueden presentarse en esa esplendorosa escena d o n d e el las infantiles. en rostros fondo p u r o y b u e n o de la forma primorosa y brillante que da á BUS d o m i n g o s , un es- tas. PARA CUERPO VE8TIDO sus a m i g a s , l o i —TRAJE NÚM. se puede ver en las tiendas y La n o c h e se pasa sin sentir, y de Dios. NÚM. tiene ma, y p o r q u e y o quiero verdaderamente DE TISÚ L a Moda también al salón, d o n d e cantantes é ins- cada día más, y p o r algún tiempo los cortos Ayuntamiento de Madrid NÚM. 0 . — T R A J E P A R A ALIVIO DE uno NÚM. 1 0 , — P A K O R A J U . UE T1JAJES P A Ü A ' M N A S Ayuntamiento de Madrid o NÜM. 11.—TRAJES PARA PASEO Ayuntamiento de Madrid quedarán en el o l v i d o . D e los dos extremos es preferible el que la M o d a favorece, al m e n o s en m i opinión. Se hacen unos cuerpos de m u c h o efecto, que v o y á procurar describir. D e s d e l u e g o diré que son acordonados por detrás, la espalda m u y ajustada y el delanro sin piezas y m u y tirante hacia el peto. L o s pliegues que forma la falda bajo este cuerpo sobre los costados, están sujetos p o r un m e d i o cinturón b o r d a d o , que parte* de debajo de los brazos y se abrocha p o r delante. Nada más elegante, más sencillo, y más n u e v o , sobre t o d o , para una j o v e n esbelta. L o s b o r d a d o s gozan de tal favor, que n o se ven cuerpos sin ellos; los que carecen de pliegues y draperías se abren sobre plastrones b o r d a d o s , ó camisetas plegadas ó drapeadas. Las señoras que conservan en b u e n estado cuerpos cerrados de los que el año anterior estuvieron de m o d a y n o quieren modernizarlos, llevan s o b r e ellos fichúscuerpos de tul, de muselina ó seda. Las mangas tienden algo á reproducir aquellas prominencias l o s en h o m b r o s (jue, exageradas c o m o se llevaban, n o eran del mejor gusto. H o y s ó l o se indica ligeramente la hombrera, y esto puede contribuir á dar gracia á las formas, pero á c o n d i c i ó n de n o extralimitarse. C o m o LA ÚLTIMA MODA procura en t o d o s sus números ofrecer á sus lectoras los m o d e l o s más elegantes y más n u e v o s en trajes de paseo, de visita, de casa, de recepción, de banquetes, y añade las n o v e d a d e s en sombreros, abrigos, etc., paréceme ocioso repetir l o que en las e x p l i c a c i o n e s se dice. T o d o hace creer q u e las sedas serán el tejido predi, lecto en la p r ó x i m a primavera, y entre ellas la faya francesa c o m b i n a d a c o n el terciopelo labrado y el encaje. T a m b i é n p u e d e asociársela c o n las lanillas de buena calidad. E l satén n o pierde terreno, c o m o algu. ñas creen; lo que sucede es que las c o m b i n a c i o n e s constituyen la verdadera última m o d a , y por eso n o se ven trajes de satén, ni de faya, ni de ninguna clase, todos de la misma tela. E l moaré también dará lugar á preciosos contrastes en los trajes. P o r de pronto, constituyen la n o v e d a d en las sombrillas. L o m i s m o las más sencillas y baratas que las más complicadas y costosas, se hacen de moaré. E n este renacimiento, la tela de vistosos cambiantes h a ganado m u c h o en su fabricación. Se hacen unos moarés preciosísimos. Una de las más célebres y verdaderamente de las m á s hábiles modistas de s o m b r e r o s en París ha tenid o una idea ingeniosa, que está labrando su fortuna. Confecciona sombreros de un gusto y una elegancia prodigiosos, y loa envía a d o n d e quiera que se los pidan, á c o n d i c i ó n de que la que lo encarga le remita su fotografía. E n vista del retrato, ella elige la forma que mejor puede sentarle, c o m b i n a los adornos que han de favorecerla, y ejecuta obras de arte en toda la ex-tensión de la palabra. P o r añadidura, sus precios n o son exorbitantes; así es que llueven los p e d i d o s á su obrador, y si pu fama y su prestigie continúan, va á adornar casi todas las cabezas femeniles de Europa. |Bien puede decir q u e ha resuelto una cuestión capital! • BLANCA VALMONT. EXPLICACIÓN DE LOS GRABADOS N ú m e r o 1. H u t a e l e g a n t e . — 1 . ° D e velo d e religiosa, c o l o r crema. Delanteros fruncidos y cruzados. Un a n c h o volante de encaje adorna el cuello y el delantero y cae desde el costado hasta el b o r d e en un doble volante. Mangas lisas c o n volantes de encaje. Tela necesaria: 7 metros de velo de religiosa, d o b l e anc h o . — 2 . ° Cuerpo para traje de recepción.— Es de faya francesa, abierto s o b r e una camiseta d e muselina d e seda abullonada y b o r d a d o de aplicaciones de terciop e l o y perlas. P e q u e ñ o canesú de terciopelo en la parte alta del cuerpo. Mangas lisas c o n aplicaciones de terciopelo y perlas. Núm. 2. ( V é a s e Labores.) N ú m . 3. l i m i t a de tisú.—Plegada á lo largo, y adornada con un volante en la bocamanga, sujeto encima del p u ñ o por cuatro abullonados. Núm. 4. l l a n g n d e piel de s e d a . Con hom- brera y b o c a m a n g a plegada, sujetas p o r g o l p e s de pasamanería. Núm. 5. A d o r n o p a r a e u e r p o d e vestido.—De seda blanca, festoneado d e azul ó encarnado. L a parte de delante, completamente plegada, forma punta en su parte baja y tiene en su parte alta un cuello vuelto, a b r o c h a d o detrás, sujeto interiormente con una cinta para formar pliegues. Manga lisa c o n un volante festoneado sujeto c o n un lazo. Núm. 6. I l a n g a d e tela lisa y b r o c h a d a . — E s de tela brochada, casi cubierta por un abullonado de tela lisa, adornado en su parte alta p o r pliegues cruzados y un lazo de cinta. Núm. 7. l l a n g a d e tul.—Adornada c o n tiras d e terciopelo. N ú m . 8. T r a j e p a r a p a s c o . — D e lana crema c o n motitas encarnadas. Cuerpo cortado en aldetas plegado p o r delante, con plastrón de la misma tela adornado c o n galones de terciopelo. Cinturón ruso. Mangas lisas adornadas c o n galón. Falda plegada, cubierta por un recogido en punta p o r delante, rodeado de galón. P O J Í / p o r detrás. Tela necesaria: 11 metros de lana d o b l e ancho. Núm. 9. T r a j e p a r a a l i v i o d e luto.—De tela gris listada de negro. Cuerpo c o r t o , sujeto en la parte inferior y abierto en la superior s o b r e una camiseta fruncida de la misma tela. Solapa de terciopelo en el lado derecho. Falda plegada, cubierta p o r un sencillo r e c o g i d o . Tela necesaria: 22 metros de lana listada. Núm. 10. P a n o r a m a d e t r a j e s p a r a niñas.— l.° Trajecito de encaje c o n camiseta y mangas de muselina de seda. Cinturón de muselina. Sombrero Directorio, c o n la copa plegada.—2.° Traje de surah rosa.—Adornado c o n encajes. Cuerpo abierto s o b r e una camiseta plegada. Mangas huecas. Toca plegada, de surah rosa.—3.° Traje de lana moteada y terciopelo.— Túnica de lana cortada en puntas, con canesú de terciopelo. Falda y cinturón de terciopelo. T o c a d e terciopelo con un lazo en la parte de delante.—4.° Tra je marinero.—De lana azul. Cuello vuelto, adornado con galones blancos. Faldita plegada. Sombrero de paño azul, adornado c o n una pluma.— 5.° Traje de lana beige.—Con plastrón de guipure y adornado c o n galón b o r d a d o . Falda y mangas plegadas. Sombrero de fieltro adornado c o n un penacho de plumas.—7.° Traje de surah.—Cuerpo m u y largo, sobre el que se c o l o c a un fruncido d e la misma tela. E l cuello, las carteras y el cinturón son de galón de plata. Faldita plegada, adornada c o n galón de plata. Sombrero Montpensier con pluma que cae encima del ala.—8.° y 9.° (Delantero y espalda.) Traje de faya rosa.—Túnica recogida en p e q u e ñ o s paniers y f o r m a n d o pouf p o r detrás. Cuerpo cortado en forma de corazón sobre una camiseta plegada, de muselina de seda. Mangas huecas con lazos en los h o m b r o s . Falda plegada adornada c o n bordados de plata. Sombrero d'I terciopelo negro forrado de seda rosa. Una pluma amazona adorna la c o p a — 1 0 . Traje de lana escocesa.— Cuerpo largo adornado c o n d o s grandes solapas de seda festoneadas que sirven de marco á un plastrón de terciopelo. Falda lisa p o r delante y plegada, p o r detrás su jeta c o n un cinturón de terciopelo. Aldetas de seda adornadas c o n ' b o t o n e s se colocan en los costados. T o c a de terc i o p e l o c o n c o p a plegada y un lazo de cinta.—11. Traje de lana gris claro.—Cuerpo largo c o n un fruncido de la misma tela formando delantero. Canesú de terciopelo negro cincelado de gris. Tiras de lo m i s m o rodeando el fruncido. Falda plegada á palas, adornadas con tiras de terciopelo cincelado. Sombrero Directorio con rico p e n a c h o de plumas y lazo d e cinta. N ú m . 11. T r a j e s p a r a pasco.—1.° D e faya y terciopelo. Cuerpo muy corto y a b o t o n a d o , abierto en la parte superior sobre un plastrón de terciopelo rodeado do solapas de terciopelo y faya. Mangas lisas con carteras de terciopelo. Falda lisa de faya. Un rec o g i d o d e terciopelo cae en povf por detrás y se abre delante s o b r e la falda. Tela necesaria: 10 metros de faya y 7 de terciopelo. Sombrero Montpensier, adornado c o n una pluma amazona.—2.° Traje de lana bro chada.—Cuerpo corto abierto sobre un chaleco de seda r o d e a d o d e solapas de terciopelo. Mangas lisas. Falda plegada c o n delantero f o r m a d o p o r un plegado de seda y dos anchas tiras de galón b o r d a d o . Tela necesaria: 10 metros de lana brochada d o b l e ancho. - 3.» Abrigo largo.—Con mangas de cabestrillo. A b o t o n a d o delante y c o n grandes bolsillos en los costados. Sombrero Mosquetero, de fieltro, c o n una pluma en el lado. —4.° Cuerpo de piel de seda negra.—En forma de coraza y adornado c o n galones. Pequeña capota Beguin con p e n a c h o de plumas.—ü.° Traje de faya francesa.—Polonesa recogida en un p e q u e ñ o panier en un costado y c a y e n d o en el otro hasta el b o r d e de la falda. 'Adornada c o n una tira de galón bordado. Mangas lisas con un plegado de seda y tiras Je galón en las bocamangas. Falda d o seda listada. Tela necesaria: 12 metros de faya y 7 de seda listada. Capota Beguin de seda listada, con p e n a c h o fantasía.—G.« Cuer2>o de paño. - A b o t o n a d o cor sardinetas de pasamanería. Sombrero marinero c o n un ala de plumas en el lado izquierdo.—7.° Cuerpo de paño.—Azul marino a b o t o n a d o por m e d i o de tiras de la misma tela, sujeta con b o t o n e s . Sombrero c o n el ala muy vuelta y bridas de seda. Una gran pluma cae s o b r e el ala p o r delan- Ayuntamiento de Madrid te.—7.° Traje de piel de seda.—Cuerpo corto y a c o r d o n a d o en la parte baja. Solapas unidas y cuello alto de terciopelo. Mangas lisas. Túnica larga m u y drapeada, adornada en el lado izquierdo c o n una ancha quilla de terciopelo cincelado. Sombrero de c o p a baja y ala vuelta, adornado c o n una p l u m a rizada c o l o c a d a delante. Tela necesaria: 2 2 metros de piel de seda.—8.» Traje para niño.—Es de terciopelo negro. Blusa plegada, c o n cinturón. Pantalón corto. Cuello b l a n c o . Sombrero de fieltro c o n cinta de seda y hebilla.—9.o Traje para niño.—De paño azul. Chaqueta abierta sobre un chaleco de lana rayada. Cuello de lo m i s m o . Pantalones cortos. Gorra de paño azul c o n p o m p ó n d e seda. LABORES Núm. 2. D i b u j o s p a r a b o r d a d o s artísticos.— C o m o ofrecimos, p u b l i c a m o s una hoja d e dibujos para bordados, en la que aparecen varios m o t i v o s interesantes y los n o m b r e s de las Dolores y Lolitas para que puedan ser b o r d a d o s y regalados á las que llevan este h e r m o s o n o m b r e . La Cuaresma y sus leyendas. Instituida para imitar el a y u n o de Jesucristo durante los cuarenta días que estuvo en el desierto, la Cuaresma fué religiosamente observada en los primeros tiempos del cristianismo. Varios autores dieen que precauciones higiénicas contribuyeron á que se estableciese en m u c h a s religiones, y una de las más célebres es la d e los musulmanes. Durante el ramadán, desde que sale el sol hasta que se p o n e , los descendientes d e Mahoina d e b e n abstenerse de comer, b e b e r , fumar, aspirar perfumes, lavarse el rostro y refrescarse el cuerpo. Sólo son dispensados de esta abstinencia los viajeros y l o s enfermos, pero á c o n d i c i ó n de que ayunarán un número igual d e días al concluir su viaje ó al recobrar la salud. H u b o un tiempo en que, para mantener la santidad de las costumbres de la Iglesia y la observancia de sus reglas, decretó el clero penitencias públicas. L o s penitentes se presentaban en la puerta de las iglesias y permanecían en el p ó r t i c o c o n los l e p r o s o s , los pordioseros y t o d o s los parias de la sociedad. Al c a b o de cierto tiempo los admitían para que oyesen las lecturas sagradas; pero debían abandonar el t e m p l o al comenzar los rezos. Más tarde les consentían rezar c o n los fieles, p e r o tenían que estar de rodillas durante la oración. Sólo d e esta manera conseguían recuperar la gracia que habían perdido. T a m b i é n había otras penitencias, que consistían en peregrinaciones á Roma, de rodillas, avanzando tres pasos y r e t r o c e d i e n d o d o s , ó andando sin detenerse, c o m o el j u d í o errrante. La leyenda d e la Página blanca p o d r á dar una idea de esta clase do penitencias. Thibaut era el más perverso de los caballeros de la Provenza; no había un s o l o crimen o d i o s o que n o pesara sobre su conciencia. Un día t u v o Dios piedad de su alma, y le inspiró el d e s e o de confesar sus culpas á un ermitaño, quien n o atreviéndose á darle la absolución, p o r q u e creyó que sólo el Papa p o d í a perdonarle, le aconsejó que escribiese en un pergamino la lista de t o d o s sus pecados y la llevase á R o m a , y e n d o descalzo, vestido c o m o un p o b r e , y acusándose en alta v o z de las iniquidades que había c o m e t i d o . Thibaut se puso en marcha c o n lágrimas en los ojos, humillándose á cada instante, ayunando y pid i e n d o limosna, soportando c o n resignación las injurias que le dirigían y las fatigas del viaje, rezando en todas las capillas que encontraba; y cuando llegó á las gradas del trono de San Pedro so h i n c ó de hinojos, y pidiendo perdón, presentó el pergamino al Padre Santo. P e r o ¡oh milagro! L a página estaba blanca. Sus lágrimas sinceras habían borrado lo q u e su mano había escrito. A c t o continuo se hizo fraile, y murió en un c o n v e n t o de la Ciudad Eterna. E n los siglos anteriores al actual, los que n o observaban los preceptos de la Iglesia, eran castigados con la confiscación de sus comidas en beneficio de los hospitales. Pero los parisienses, para desorientar el fino olfato de la policía, asaban arenques detrás de las puertas de sus casas, y de este m o d o ocultaban el olor de la carne que furtivamente condimentaban en lo más íntimo d e su hogar. Entre los antiguos usos legados p o r la Edad Media, hay algunos en e x t r e m o curiosos. E n S o l o g n e (Francia), el primer d o m i n g o do Cuaresma abandonaban los aldeanos sus casas al anochecer, y provistos de antorchas encendidas se perseguían á través d e los c a m p o s sembrados, cantando estrofas un tanto satíricas. Después se reunían para celebrar un festín, y al día siguiente c o m e n z a b a n á observar la Cuaresma. E n el L a n g u e d o c terminaba el imperio de la máscara c o n la destrucción d e un maniquí q u e representaba el Carnaval, el cual era ahorcado, quemado ó ahogado, según el p u e b l o en d o n d e se verificaba esta ceremonia. E n los valles de Irlanda n o h a y un sólo pastor que n o c o n o z c a la siguiente leyenda: « L a V e r d e Érín, tan combatida siempre p o r la fortuna, se hallaba sumida en una miseria horrible, y los p o b r e s cristianos no sabían á qué santo encomendarse. Un día llegaron á una aldea dos ricos mercaderes m o n t a d o s en caballos negros c o n herraduras de oro. L o s d o s jinetes vestían grandes túnicas encarnadas, y detrás de ellos iba una muía cargada de sacos llenos de monedas de o r o . Su magnificencia atrajo las miradas de una p o r c i ó n de pordioseros. P e r o ¡cosa extraordinaria! la m a y o r parte de los que c o n rostro alegre entraban á visitarlos, se volvían tristes, cabizbajos y c o m o vergonzados. «Consistía esto en que los dos traficantes eran emisarios del diablo, que c o m p r a b a n almas al contado para el rey del averno. P o r eso los cristianos, al separarse de ellos, aparecían tristes c o m o un cuerpo sin alma. » E n los alrededores de la aldea vivía la hermosa Ketti O'Connor, j o v e n tan n o b l e c o m o virtuosa, providencia de los desgraciados. « A l oir hablar del odioso tráfico de los dos mercaderes, v e n d i ó su palacio, sus granjas, sus bosques y sus prados, y e m p e z ó á repartir los productos de esta venta entre los p o b r e s para que no acudiesen á vender sus almas á los agentes del maligno espíritu. «Notando éstos que era preciso recurrir á la astucia, sobornaron á un criado de la j o v e n , y se apoderó del tesoro de la bella Ketti. A l ver la j o v e n que nada le quedaba, se presentó en la posada de los compradores de almas, los cuales, c o m o es m u y natural, se entusiasmaron al oir sus inesperadas proposiciones. » N o tardaron en entenderse, y el negocio q u e d ó hec h o . El alma pura, inmaculada y virginal de la j o v e n les costó 150.000 escudos de o r o . Ketti repartió este dinero entre los pobres, á fin de que ninguno se viese precisado á imitarla. Después corrió á encerrarse en su oratorio, y cuando abrieron la puerta para buscarla, la hallaron muerta de dolor, de rodillas y abrazada á un Crucifijo. sDios, en su alta y misericordiosa justicia, declaró inocente á la hermosa Ketti y la admitió entre sus ángeles. « L o s emisarios del diablo abandonaron la aldea, y los campesinos de Blackwater cuentan que se les oía jurar y maldecir en una gruta subterránea de la montaña, en d o n d e Lucifer los tiene encadenados hasta el día en que le entreguen el alma que se les escap ó de entre las manos.» H e aquí las d o s úitimas estrofas de esta balada, que cantan los m e n d i g o s durante la Cuaresma en las calles de Dublín y de Limerick: «Para salvar á los p o b r e s , que le inspiraban un inm e n s o cariño, v e n d i ó Ketti su alma á Satanás. P a g ó esta sublime prenda en escudos de o r o . Digamos para rescatar su alma: Confíteor. «Pero el ángel, que fué culpable impulsado p o r la caridad, fué perdonado p o r Dios y admitido en el cielo, quedando de este m o d o v e n c i d o Satanás, que n o p u d o saciar su codicia adquiriendo tan preciosa j o y a . Cantemos bajo las naves de la Iglesia: Confíteor.» E n nuestros tiempos la Cuaresma n o es tan rigurosa c o m o antes. El alma recogida dirige sus miradas hacia la Religión, busca c o n s u e l o en su cariñoso seno, y al despertarse de este ensueño d i v i n o encuentra, c o m o s í m b o l o del perdón, la h e r m o s a primavera con sus flores, sus brisas y sus celajes puros, que, renovándose de año en año, es un reflejo de la inagotable bondad del Creador. DANIEL GARCÍA UN ADEREZO DE BRILLANTES POR MARIO LARA (Continuación) (1). La carta estaba c o n c e b i d a en estos términos: «La desesperación, decía, ha puesto en mis manos el arma q u e p o d í a resolver el p r o b l e m a de mi vida. P e r o antes de darme y o m i s m o el castigo que merecen m i s iniquidades, he p e n s a d o que una n u e v a infamia n o puede borrar las que he c o m e t i d o . Y o , que he faltado á todos mis deberes, quiero cumplir uno: el de consagrar toda mi existencia á reparar en lo p o s i b l e el mal que te he causado. V o y á partir á A m é r i c a , v o y á buscar en el trabajo y en las privaciones el m e d i o de resarcirte, si n o de las desdichas q u e te he proporc i o n a d o , al m e n o s de las pérdidas que p o r m í has sufrido. Si realizo mi plan, mi alma n o hallará nunca consuelo, p o r q u e al perder tu afecto he perdido la única felicidad verdadera que le sonreía; p e r o se aligerará un tanto el peso de mi conciencia. Si s u c u m b o en la lucha, quizá tu alma, que es buena, tendrá algunas lágrimas para mí. « H e d e b i d o partir sin mortificarte c o n mi recuerdo; p e r o n o h e tenido valor para ir tan lejos' sin decirte (1) Véanse, los números anteriores, desdo el 1 . ° adiós y sin confesarte, que h o y que c o m p r e n d o t o d o lo que vales, te amo... te adoro más que nunca. «Pero n o temas... n o i m p l o r o tu p e r d ó n , n o lo merezco... Jamás m e atrevería á presentarme á ti... N o quiero ni saber que tienes c o m p a s i ó n de m i extravío, de mi demencia. » M i alma será siempre esclava del martirio que se ha buscado; pero m i vida te pertenece, y á tu bien la consagro. » A d i ó s para siempre. Si el arrepentimiento sincero alcanza el p e r d ó n de D i o s , aún espero y le p i d o c o m o muestra de su infinita b o n d a d que te c o l m e de venturas.« VIII L o s ojos de Matilde se llenaron de lágrimas. E s privilegio de las almas nobles y generosas el supremo g o c e de perdonar, y ella había perdonado á su marido antes de leer aquellas líneas, que revelaban en el corazón del ingrato los sentimientos de la contrición. P e r o ¿habría de dejarle partir? ¿ Y c ó m o detenerle, c ó m o ir á su encuentro y tenderle los brazos, si n o indicaba el punto en d o n d e residía, ni el día en que se p r o p o n í a emprender el viaje que debía separarlos para siempre? E x a m i n ó el sobre de la carta, para ver si p o r el sello de correos p o d í a averiguar la población en d o n d e la había escrito, y este examen le permitió, n o sin trabajo, descifrar algunas letras de la palabra Burdeos. Sin duda en aquella p o b l a c i ó n aguardaba la salida de algún b u q u e para la A m é r i c a del Sur. Un telegram a llegaría á tiempo de detenerle; una palabra de p e r d ó n y de esperanza le haría desistir de su resolución. T o d o quedaría envuelto en el olvido; y si sus corazones latían de n u e v o enamorados, c o m o en los t i e m p o s de su pasada felicidad, ¿qué importaba la pobreza?... L o s dos trabajarían; los dos, c o n más conocimiento de lo que vale la ventura p o r haberla perdido, se esmerarían en borrar las sombras del pasado, en llenar do luz viva y pura los horizontes de su p o r venir. A toda costa necesitaba decir á A n t o n i o : — T e p e r d o n o y te amo. Ven á mis brazos ; olvidem o s el ayer para buscar un mañana d i c h o s o . P e r o ¿ c ó m o hacer llegar á sus manos un telegrama? E n Burdeos n o c o n o c í a á nadie. Sus desdichas, sus pérdidas, sn pobreza la habían alejado de la sociedad. Para salvar á A n t o n i o , para acallar á sus acreedores, para devolverle el h o n o r , había v e n d i d o sus tierras, y ya n o le quedaba más que el derecho de vivir en la casa de sus padres hasta que se vendiese en subasta judicial para pagar las hipotecas que pesaban s o b r e ella. H a b í a v e n d i d o m u e b l e s , trajes, alhajas; aún p o d í a reunir unas cuantas m o n e d a s sin sacrificar el aderezo de brillantes, que conservaba religiosamente c o m o el recuerdo del día más feliz de su vida. Aquella joya, que guardaba c o m o un tesoro, parecía reconcentrar todas sus esperanzas. E n sus soledadades abría el estuche y miraba los brillantes, crey e n d o ver en sus fúlgidos resplandores la imagen de la felicidad de sus dos primeros años de matrimonio; y cuando pensaba que algún día tendría que deshacerse de tan preciada alhaja, una profunda tristeza se apoderaba de su ánimo. E n aquellas aguas tan claras, tan puras, se reflejaban sus esperanzas y se decía que cuando n o pudiera recrearse en ellas, se acabaría el consuelo de su alma. (Cómo la admiraría su marido cuando viera que hab í a p o d i d o salvar del naufragio aquel aderezol |Con qné placer, después de recuperar el amor de su e s p o so, se desprendería de la alhaja para que su j ' r o d u c t o fuera la baso de su n u e v a vida! ¡Ohl P e r o por salvarle, p o r evitar aquella ausencia eterna, de t o d o era capaz. Las mujeres, que ignoran multitud de detalles de la vida práctica, por intuición—la intuición del amor— adivinan lo que n o saben. L o primero que hizo fué dirigirse á las A g e n c i a s d é transportes. En ellas debían saber qué buques se preparaban á salir de Burdeos c o n r u m b o á A m é r i c a . Quizás podrían decirle el n o m b r e d e los barcos, acaso el n o m b r e de los capitanes. N o pudieron ser tan explícitos c o m o Matilde deseaba los empleados de las Agencias; pero sí s u p o que el primer b u q u e que debía salir de B u r d e o s c o n flete y pasajeros, n o zarparía en ciuco días lo m e n o s . ¡Cinco días! Había tiempo de sobra "para ir á Burdeos, para averiguar los n o m b r e s de los pasajeros que habían tomado billetes, para registrar todas las fondas y hospederías. Ebria de g o z o , c o m o si nada hubiera sufrido, se fué á la administración central del ferrocarril del Norte, preguntó cuánto costaba el billete desde Madrid á Burdeos, formó su presupuesto de gastos, v i o que c o n 40 ó 50 duros podía llegar á la ciudad del R ó d a n o y vivir los dos ó tres días que p o d í a tardar en hallar á su e s p o s o . Vendiendo los p o c o s muebles q u e le quedaban reuniría aquella cantidad, y luego... allí estaba el aderezo. A u n q u e s ó l o obtuviese p o r él la mitad de lo q u e había costado, lo m e n o s d o s ó tres mil duros le darían; y c o n esta fortuna salvada del naufragio, en Ayuntamiento de Madrid Erancia m i s m o , en cualquier parte sería feliz, perdonando y adorando á aquel h o m b r e , causa de todas sus desdichas. N o hay nada más h e r m o s o que el corazón de una mujer buena. No había t i e m p o q u e perder. Llamó á un prendero, y estos industriales, que se aprovechan de las ocasiones, c o m p r e n d i e n d o la urgencia ofreció precios irrisorios; pero, en fin, Matilde o y ó < o n júbilo que al día siguiente le daría 40 duros. El resto de la tarde lo e m p l e ó en preparar su exig u o equipaje. A n u n c i ó á la criada su resolución, y al anochecer fué á ver al notario de sus padres para comunicarle su propósito y dejar arreglados los asuntos relacionados c o n la p r ó x i m a subasta que debía despojarla p o r c o m p l e t o de su patrimonio. Pero n o estaba triste, antes p o r el contrario mostrábase resignada, resuelta; la esperanza brillaba en sus ojos, la felicidad retoñaba en su ser c o m o el últim o capullo de una flor cuyas ramas han e m p e z a d o á marchitarse. Renacía á otra vida, y n o le costaba trabajo salir para siempre de la casa en d o n d e había nacido. Brillaba ante sus ojos un porvenir cuya ventura era m u c h o más dulce que cuantas hasta entonces había soñado. Aquella n o c h e apenas p u d o dormir; su imaginación le fingía mil escenas varias en la f o r m a , iguales en el f o n d o . En todas ellas su marido, sinceramente arrepentido, lloraba en sus brazos de felicidad. P o r q u e n o dudaba de que le hallaría. ¿No había de hallarle? Unas veces se figuraba q u e le encontraba en el m i s m o puerto, al ir á embarcarse. Otras llegaba hasta el m i s m o b u q u e y allí le hallaba desesperado. iQué sorpresa! ¡Qué dicha! ¿Con qué dinero se compran estos goces del alma? N o hay troquel q u e lo haya fabricado todavía. E s privilegio de los seres que han traído al m u n d o y llevan en su corazón algo del cielo. Matilde se levantó m u y temprano del lecho, risueña y contrastando su e x p r e s i ó n c o n la de la buena doméstica, á quien apenaba aquella separación. ¿Paitaría á su palabra el prendero? ¡Ya tardaba! ¿Qué hacer si no cumplía lo ofrecido? ¿Un día más? N o , de ningún m o d o ; no esperaría. Llamaría á cualquiera, daría los restos de su fortuna p o r cualquier cosa y se iría en tercera. P e r o el e x p r e s o n o admitía más que viajeros de primera clase, y en el tren m i x t o tardaría m u c h o tiempo. Necesitaba un par de días lo m e n o s para buscar á A n t o n i o antes de que zarpase el buque. P o r fin llegó el prendero. L o s antiguos y venerandos m u e b l e s eran zarandeados p o r los toscos m o z o s de cuerda, y Matilde los vela alejarse sin la pena que en otras ocasiones hubiera embargado su alma. A l c a b o v i o en sus m a n o s los cuarenta duros, y guardando en un saquito el aderezo para que n o se separase de ella un instante, partió g o z o s a á la esta ción. (Se concluirá.) ECOS D E L A N O V E L A D E L A V I D A El lunes último se c e l e b r ó en Palacio la ceremonia de tomar la almohada varias damas de h o n o r de la Reina. Equivale este acto, respecto de las señoras, al que ejecutan los caballeros cuando se cubren delante del Monarca, y viene á representar una distinción, una merced que los R e y e s dispensan á sus más allegad o s servidores. L o s Grandes de España se cubren, las damas se sientan. E s t o último es l o q u e significa tomar la almohada. La ceremonia que los p e r i ó d i c o s han descrito estos días es m u y sencilla; y sin embargo las señoras, q u e lucen c o n este m o t i v o preciosos trajes de corte y valiosas joyas, epxerimentan una viva e m o c i ó n . P e r o pasa pronto, y las que han alcanzado el h o n o r de sentarse en Palacio se consideran m u y felices. Reciben plácemes, enhorabuenas y contribuyen á esas magnificencias de la vida que cantan los poetas y perpetúan los artistas. T o m a r la almohada viene á ser c o m o dormir sobre los laureles que se han conquistado ó se han heredad o de los que los conquistaron. N o s ó l o se heredan laureles, sino joyas; y c o m o cuanto más antiguas son, más á la m o d a están, sucede que entre las nuevas y las viejas son numerosas las que e x h i b e n las damas. Sobre t o d o en el Real cuando canta la Patti. Esta diva, que n o ha querido cantar á beneficio d e los p o b r e s de Madrid por haberse c o m p r o m e t i d o á cantar p o r los de Lisboa, parece c o m o q u e se c o m p l a ce en deslumhrar, aún más q u e c o n la v o z , c o n sus brillantes. Cuando sale á la escena, piensa u n o instintivamente en la Guardia civil. Sin una pareja, parece q u e c o r r e riesgo la célebre artista. P e r o ella, nada; persuadida de que si es verdad que la música domestica á las fieras, su v o z puede convertir en h o m b r e s p r o b o s á los tomadores más despreocupados, saca una j o y e r í a entera, y es de presumir que que sea verdadera. E s t o es así c o m o una especie d e reto á las damas que o c u p a n las plateas y l o s palcos bajos. -Y s i e n d o españolas, ¿no habían de aceptar el desafío? H a h a b i d o n o c h e s en las q u e el ministro de Hacienda parecía p e n s a t i v o en su p a l c o . —¡Cómol |A un ministro de H a c i e n d a lo e m o c i o n a la música! pensaban algunos c o n extrañeza. ¡Ah! n o ; n o era la música l o que le preocupaba: seguro estoy de que se decía: —[Con t o d o s los brillantes q u e v e o en torno m:'o, nivelaría l o s presupuestos, sin necesidad d e aumentar el valor de las cédulas! P o r q u e la verdad es q u e se p r o p o n e q u e valgamos es decir, q u e p a g u e m o s más. Y ya n o se contenta c o n las cabezas, es decir, c o n los cabezas d e familia. A h o r a b u s c a l o s corazones; nuestras e s p o s a s y los pedazos d e nuestros corazones, nuestros hijos. Si t e n e m o s otros parientes más ó m e n o s cercanos, t o d o s han d e pagar. E s t o es horrible, ¿no es verdad? Los que disfrutan de abundante prole, los que abren su hogar á los d e u d o s d e s v a l i d o s , en una palabra, l o s generosos, son los llamados á formar en el n ú m e r o d e las víctimas propiciatorias. Los egoístas en c a m b i o , l o s caballeros solos, q u e tanto buscan las amas do h u é s p e d e s , c o n principio ó sin él, s n l o s favorecidos. Ya l o verán ustedes: llegará el día en que los c o bradores sostengan diálogos c o m o éste. —Usted hace ocultaciones á la Hacienda. —No, señor. — Tenía usted o c h o hijos y en la declaración n o cita usted n i n g u n o . — ¡ A h í verá usted! —¿Qué ha h e c h o usted d e ellos? —Lo que Saturno... los he d e v o r a d o . Es d e esperar que n o tengan l o s p o b r e s padres q u e recurrir á ese e x t r e m o . ¡Qué p o r v e n i r el de las infelices suegras, si el p r o y e c t o se convirtiera en leyl C a m b i e m o s la decoración. Con el primero h e m o s ganado un poeta dramático que p r o m e t e m u c h o ; c o n el s e g u n d o la prensa ha demostrado una vez m á s q u e es un verdadero p o d e r . Un e c o llega del extranjero. En los E s t a d o s Unidos,el célebre Barnum, el empresario universal, harto d e sufrirá l o s astros d e la e s cena y á los príncipes del arte, ha formado una compañía dramática c o n m o n o s . — ¿Con m o n o s ? — -¡i, señoras; u n o s m o n o s m u y m o n o s , q u e hacen muchas monadas y representan sin hablar, l o cual es una ventaja, p o r m e d i o de la mímica, dramas, comedias y hasta óperas. —¿Operas? —Sí, óperas cómicas. — A l m e n o s estos artistas eminentes n o m e darán disgustos, pensaba el empresario; ¡ n o tendrán amor propio, ni vanidad, ni envidias!... ¡Ilusiones! U n a d e las últimas n o c h e s , después de la función, le llamaron á e s c a p e : — ¿Qué ocurre? —¡Que el galán v a á ahogar al galán j o v e n ! El p ú b l i c o le había aplaudido una vez más. Si tarda en separarlos, se queda sin el Tenorio de la compañía. Ni los m o n o s p u e d e n prescindir d e ser h o m b r e s . ¡Qué extraño es q u e l o s h o m b r e s se vean o b l i g a d o s á ser m o n o s ! más; Sí; p e r o ¿ d ó n d e hallar cuadros de c o l o r d e rosa, c o m o l o s q u e desearía ofrecer á las lectoras? F e b r e r o es este año más l o c o que otras veces. ¡Hasta nieva c o n solí E n cuanto al frío, el c e r o es quien d o m i n a , c o m o en la lotería p o r irradiación. Las enfermedades abundan; l o s p o b r e s niños se convierten en ángeles. ¡La muerte n o descansal E s t o es h o r r o r o s o . Señor Noherlesoon: ya s a b e m o s q u e es usted un español que ha tenido que pasar p o r norteamericano para q u e le hagan justicia sus compatriotas. H a g a usted el favor d e n o anunciarnos m á s temporales ni más calamidades, p o r q u e t o d o l o q u e usted pronostica sale al pie... casi estoy por decir al puntapié de la letra. T e n g a usted piedad de n o s o t r o s y anuncíenos usted una primavera templada, llena d e ilusiones y de felicidad. P o r q u e si n o , va á ser cosa d e tener que ir á buscar una temperatura agradable en el p o i o Norte. ¡Con decir que hasta ha muerto la leona que amenizaba c o n sus rugidos el Parque d e Madrid! Y eso que estaba abrigada, y á la m o d a , es decir, cubierta de pieles. Sólo ha habido un m o m e n t o d e calor la n o c h e del estreno del drama El suicidio de W'crther, y o t r o m o m e n t o la tarde en q u e los periodistas q u e asisten al Congreso fueron e x p u l s a d o s de su tribuna. T o d o s estos acaloramientos son hasta una necesidad. ( ) B R A S DE DOÑA MARÍA D E L PILAR ^Sinués, que se venden en la Administración de LA ULTIMA MODA. Dramas de familia. Dos tomos 8 pesetas. Narraciones del hogar. Dos timos.. 8 „ Una herencia trágica. Un tomo 4 „ El alma enferma. Dos tomos 7 „ El ángel del hogar. Dos tomos fi „ Un libro para las jóvenes. Un tomo 8,50 La dama elegante. Un tomo 4" „ Combates de la vida. Un tomo 2,50 Verdades dulces y amargas. Un tomo 3,50 Hija, esposa y madre. Dos tomos . . . 8 „ La vida intima. Un tomo 4 „ Mujeres ilustres. Tres tomos 9 „ La vida real. Un tomo 4 „ Isabel. Un tomo 4 „ DE TEXTO 'La ley de Dios, nueva y preciosa ediei6n, con láminas de gran mérito, Un tomo 1,50 A la luz de una lámpara (cuentos).. 1 „ Se publicarán en breve: Morir sola (nueva), con un bellísimo retrato de la autora.—El abismo (nueva). ULTIMA MODA. Al efeto enviarán c o n el p e d i d o las medidas siguientes: L a r g o d e delante, desdo el escote á la cintura. L a r g o d e la espalda, d e s d e el c u i l l o á la cintura. C o n t o r n o del c u e r p o á la altura del p e c h o . Cintura. A n c h o d e la espalda. Largo desde el s o b a c o á la cintura. L a r g o d e la manga. C o n t o r n o de las caderas. L a r g o de la falda. TARIFA DE PRECIOS PARA SEÑORAS Vestido c o m p l e t o , Túnica Falda sola Cuerpo sencillo Cuerpo complicado Manteleta fichú ó esclavina R o t o n d a larga Traje d e n o v i a , según el Chambra Pantalón Peseta figurín 3,00 2,00 1,25 1,25 2,00 1,50 1,«0 » 1,25 1,25 PASATIEMPO J U A N DE M A D R I D PREGUNTAS Y RESPUESTAS J. S. de R., Sevilla.—Habrá m u y p o c a s variaciones en la forma d e las chaquetas, p o r q u e y a se han apurado todas las posibles. Se llevarán m u y ajustadas por detrás, y p o r delante flotantes. E l gusto d e la m o dista y el corte es l o principal en estas prendas. L o s b o t o n e s d e metal imitando plata vieja s o n l o s q u e parece q u e han d e dominar. , La Paz, Madrid.—- V e a usted en el n ú m . 6 d e LA ULTIMA MODA el m o d e l o n ú m . 2 0 . El c u e r p o d e d i c h o traje c o n el plastrón d e terciopelo, es el q u e reúne, en mi c o n c e p t o , las c o n d i c i o n e s q u e usted desea. Su carta n o s ha agradado en e x t r e m o y transmitimos á Blanca V e l m o n t las afectuosas frases q u e usted le dedica. T a m b i é n a g r a d e c e m o s su p r o p ó s i t o de remitir prospectos á sus amigas. N o se los e n v i a m o s p o r q u e no indica usted las señas d e su casa, y en Madrid, c o m o el p e r i ó d i c o se da á l o s repartidores, d e s c o n o c e mos el d o m i c i l i o d e las suscritoras. L o q u e p u e d e usted hacer, y l o m i s m o las demás q u e deseen q u e nuesrra Revista sea c o n o c i d a , es enviarnos lista d e las per sonas á quienes crea usted q u e p o d e m o s remitirles núm e r o s d e nuestra Revista. C. E., Pamplona.—Para luto, cualquiera d e l o s figurines q u e p u b l i c a m o s p u e d e servir, á c o n d i c i ó n d e q u e se elijan l o s m á s sencillos y d e q u e el a d o r n o sea crespón si el luto es riguroso, y si n o d e la m i s m a tela del traje. P r ó x i m a m e n t e verá usted en LA ULTIMA MUDA un m o d e l o para alivio d e luto q u e p u e d e hacerse en negro. O. L., Carranque.—Recibida su carta y h e c h o s sus encargos. Azucena, Linares.—Hemos escrito á usted para enviarle lo que n o s pedía. J. M.— D í g a n o s usted cuántos p u n t o s quiere q u e tenga la puntilla d e malla, para procurar c o m p l a c e r l a . Una madrileña.—Tiene usted q u e esperar al n ú m e r o p r ó x i m o . Q u e r e m o s decir á usted las prácticas más á la última m o d a . LA SECRETARIA PATRONES La A d m i n i s t r a c i ó n p r o p o r c i o n a r á á las señoras sus critoras l o s patrones d e los m o d e l o s q u e p u b l i q u e LA F) A N I E L C O R T E Z O Y C O M P A Ñ Í A , C A L L E -*-Ale Paliara (Salón de San Juan), Barcelona. Publicaciones de esta importante casa editorial: Biblioteca Arte y Letras. Suscrición permanente. Un tomo mensual, lujosamente encuadernad» ó ilustrado, con su correspondiente volumen de la Jliblioteca clásica española, 4 pesetas.—Novelistas españoles contemporáneos. Por suscrición, un tomo mensual, 2,50 pesetas.— Bibliotecade Maravillas. Por suscrición, un tomome.i¿nal, dos pesetas. OmtAS KN P U B L I C A C I Ó N : España, sus monumentos y artes, su naturaleza ¿ historia. Precio del cuaderno, una líesela.—Las grandes capitales. Primera/ serle: París, Roma, Londres, Berlín. Precio del cuaderno, una ; •seta. l í R A Z O S T U R G E N T E S . SE CONSIGUE T E -"-^ncr un cutis sonrosado y venoso como el mea superior mármol de Paros, por medio del l'ilivoro. i[iie suprime radicalmente el vello importuno. Nada hay (pie igualo en belleza á unos ¿raros como los que este cspecilico proporciona. Precio, 10 francos. Dussor, Inventor. Rué Jcan Jaoanes Rousseau, 1, París. (La solución en el núm. 11.) SOLUCIÓN Á LA CHARADA DEL N Ú M . 7 . ° NOVENO Leí Última J\íodci. Se REPARTE UN NÚMERO CADA SEMANA P r e c i o d e cada n ú m e r o llevado á d o m i c i l i o : •55 i É V M U O S ME PESETA E n Madrid, Barcelona, Valencia y Zaragoza, se admiten suscriciones p o r c o n d u c t o d e l o s Centros d e repartidores c o m i s i o n a d o s al efecto. E j larvados los derechos de propiedad artística y literaria . Imprenta de E . Itubifios, plaza de la Paja, 7 bis. p R E P É MIRADO PARA MOSTRAR UNA ^hermosa y abundante cabellera sin recurrir al cabello postizo. Cada crepé ó armadura sólo pesa 16 gramos, y no produce dolores do cabeza como los otros aparatos empleados para ahuecar los cabellos. So hacen de todos los tonos y matices de los cabollos. Fabricación de la Sociedad anónima tranco-americana para el tejido de alambro de a. ero. Ruó de l'Echiquier, 40, P a r í s — L A U L T I MA M O D A los envia traucos de porto al precio de 2 pesetas cada uno. P E R F U M E R Í A D E CANDOR. R U É FONtaine-au-Roy, (¡0, París. 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