En todos los casos de acciones violatorias a los derechos humanos se percibe en esa cadena de mando la teoría del “hombre de atrás” o autoría mediata, es decir una persona que ordena a un ejecutor y que al menos en teoría, si éste no ejecuta, tendrá la potestad de ordenar dicha ejecución a otro. Sin embargo, el ejecutor directo no carecía de libertad ni de responsabilidad, ante la ley debería responder como autor de primera mano, habida cuenta que esas circunstancias son irrelevantes para el sujeto desde quien partió la orden, que desde su perspectiva visualiza al ejecutor como una figura anónima y sustituible. Esta Comisión encontró situaciones de subalternos que desobedecen órdenes superiores, se trataron de acciones de clemencia en las que el uniformado dejó con vida detenidos sobre los cuales pesaban órdenes verbales de la autoridad superior para que fueran eliminados. Las Responsabilidades en las Violaciones de Derechos Humanos “El coronel Morínigo recibió órdenes de Insfrán para liquidarnos pero él como soldado no cumplió con esa orden, por eso el coronel fue echado del ejército y posteriormente perseguido”. Silvio Velázquez,1967 38 Estos casos ponen de manifiesto que la tesis respecto de la culpabilidad de quien ejecuta acciones ilegales es correcta también desde un punto de vista fáctico. Aparte del mencionado coronel Morínigo existieron otros casos (pocos) de desobediencia a órdenes de asesinato que fueron resistidas por el oficial competente. Lo que demuestra que, pese a todo, existían espacios de autonomía entre los comandos. Tal comportamiento tenía claro sus riesgos, su costo y no podía ser frecuente. Lejos de ser premiada, tal acción convertía en sospechoso al oficial en cuestión, costándole la permanencia en la fuerza en algunos casos, una reprimenda severa o apremios y castigos. De cualquier modo muestra una senda virtuosa posible; su pervivencia en unos pocos ilustra la falacia del argumento de la obediencia debida como un principio sacro. En definitiva, la existencia de un aparato represivo global que aseguraba la obediencia debida no exculpa el delito, de momento en que algunos tuvieron la capacidad y el valor para desobedecer órdenes ilegales y violatorias de los derechos humanos.19 En el relato de muchos victimarios relacionados a casos de alta connotación, esta Comisión ha encontrado la presencia de las máximas 19 El tema de “la obediencia debida” se usó como eje de la argumentación de los defensores de victimarios graves según la Sentencia Definitiva Resolución N° 18 del 2 de julio de 1997. Las querellas han concluido con condenas a dieciséis años, seis meses y seis días de prisión para Pastor Milciades Coronel, Nicolás Lucilo Benítez Santacruz “Kururú Piré”, Camilo Federico Almada Morel “Sapriza”, Juan Aniceto Martínez Amarilla “Mariscalito”.