Abuelos al rescate - Dirección General de Bibliotecas

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Abuelos al rescate
AUTOR:
DIRIGIDO A:
DURACIÓN:
Rocío Villegas Albarrán
Niños a partir de los 6 años, jóvenes y adultos mayores
5 sesiones de 90 minutos
Introducción
El papel que antaño tenían las abuelas y los abuelos en una sociedad como la nuestra, provocó que los
lazos filiales fueran fuertes y los chicos se desarrollaran en un ambiente en el cual la familia era muy
importante. Por el simple hecho de alcanzar mayor edad y experiencia que otros, ya eran fuente de
respeto. Sus habilidades, experiencia y tradiciones pasaban de una generación a otra, trazando así un
sentido de identidad familiar. A partir de los años sesenta del siglo pasado, la situación social cambió y
los valores de los abuelos ya no se consideraron modernos, su autoridad perdió importancia y otros
modelos impulsados por los más jóvenes tomaron su lugar.
En la actualidad hay una gran cantidad de personas, quienes sin importar su papel de hijos, nietos o
bisnietos, no tienen el respeto de antaño por lo que representa el bagaje de vida de los adultos mayores
y los llevan como una carga que se refleja en maltrato, abuso u olvido. No obstante, en los últimos años,
los abuelos y abuelas, reciben apoyos de ciertas instituciones, que los han favorecido en varios aspectos,
por lo que los vemos más fuertes, saludables y activos; por ende han asumido nuevos roles, incluso aún
trabajan y hasta son proveedores.
Retomando el planteamiento de Erikson, si hacemos una revaloración de los abuelos, de sus necesidades
y capacidades, de cómo hay que entender esa etapa de la vida, entonces la relación entre nietos y
abuelos puede mejorar. Así que, estamos ante una nueva oportunidad para que la biblioteca pública
realice sus funciones: formativa, educativa y recreativa, que sirva como punto de encuentro para
reflexionar sobre este tema, a través de la palabra hablada y escrita, y de las relaciones interpersonales.
Para tal efecto el taller Abuelos al rescate es una invitación para que los abuelos y abuelas transmitan su
historia y sus tradiciones como herencia familiar, empoderen su papel como entidad conciliadora, de
unión en las familias, a fin de que sus nietos entiendan que son parte de un contexto más grande. Por
ello darle mayor importancia a su imagen en el entorno familiar y social inmediato a la biblioteca, es
poner nuestro granito de arena en la regeneración y fortalecimiento de los lazos filiales.
Durante el taller se realizarán algunas actividades propuestas por Gilda Waisburd en su libro Creatividad
y transformación. Es importante que en cada sesión trabajen juntos nietos y abuelos de cualquier edad,
lo importante es el dúo filial.
Los derechos referidos están declarados en la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores.
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Objetivo
Mostrar a los participantes, a través de dinámicas y de la lectura de textos recreativos y formativos de la
biblioteca pública, el potencial que tienen los abuelos y las abuelas para fortalecer esta figura en la
sociedad y favorecer las relaciones con hijos y nietos.
Requerimientos
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Elementos como: metal, madera, algún mineral, agua, tierra, vidrio, vela, cerillos, tela de fibra
natural.
Revistas.
Tijeras.
Pegamento.
Cartulinas, cartoncillos, carteles de reúso u hojas para rotafolio.
Hacer dos tarjetas con las siguientes preguntas para los abuelos: ¿Qué música, colores, sabores,
lugares, actividades, personajes, ropa y accesorios les gustan? ¿Qué sueños tienen, qué desean
y qué les falta por hacer?
Dos recipientes en forma de baúl o dos baúles. Uno chico para depositar como 30 abatelenguas
y otro de tamaño regular (de cartón, madera, mimbre) para los objetos-recuerdos según el
número de abuelos asistentes.
Plumas o plumines.
Para la sesión 4 cada nieto deberá llevar un dispositivo digital ya sea cámara, teléfono, tableta,
etcétera.
Copias del cuento “La abuela Filomena” (anexo 5), una por abuelo.
Computadora, cañón, pantalla o espacio que tenga esa función. Este equipo se utilizará sólo en
la sesión 5.
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S
esión 1. Tejiendo sueños y deseos
Ahora voy a decirte
unas verdades humanas
es el tiempo quien me enseña mi nieto
y escribe sobre mis canas.
Juan Salvador
Nuestros abuelos y abuelas tienen derecho a:
• A una vida con calidad. Es obligación de las instituciones públicas, de la comunidad, de la familia, la
sociedad [incluida la biblioteca], garantizarles el acceso a los programas que tengan por objeto posibilitar
el ejercicio de este derecho. (Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 5° I. a.)
• Que se promueva, fomente y difunda en las actuales y nuevas generaciones, una cultura de protección,
comprensión, cariño y respeto a las personas adultas mayores en un clima de interrelación generacional.
(Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 28 Fracción XXVII.)
Conforme lleguen los participantes, entrega a cada abuelo pluma y abatelenguas, en el que escribirán el
nombre de un juego que practicaron antaño o conozcan bien y lo colocarán en el contenedor pequeño
que será el “baúl de juegos tradicionales”. Para iniciar la sesión el bibliotecario recibirá a las parejas
invitadas, es decir, a cada nieto con su abuelo, o en el mejor de los casos a cada grupo familiar: nieto(a),
papá o mamá y abuelo(a).
Actividad de inicio. Dinámica de presentación
Sentados en círculo da la bienvenida al grupo, presenta el taller y establece normas de respeto y
convivencia.
Coloca en el centro los elementos: agua, tierra, madera, etcétera. Para romper el hielo y facilitar la
comunicación, invita a cada abuelo a que se presente diciendo su nombre, con cuál elemento de los que
están en el centro se identifica y por qué. Inicia tú el ejercicio.
El siguiente trabajo será en las mesas. Facilita revistas, tijeras, pegamento en cada una, así como
cartulina, cartoncillo, hoja de rotafolio o cartel de reúso por cada pareja o grupo. También deja una
tarjeta con las siguientes preguntas: ¿Qué música, colores, sabores, lugares, actividades, personajes,
ropa y accesorios les gustan? ¿Qué sueños tienen, qué desean y qué les falta por hacer? Pídeles que
hagan un collage con las imágenes que respondan a las preguntas. Los nietos trabajarán con los abuelos
pero no pueden decidir por ellos, sólo serán su apoyo. Pon música ambiental.
Cuando concluyan, cada nieto continuará la presentación de su abuelo hablando de lo que cuenta el
collage. Al finalizar coloca los trabajos en exposición.
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Actividad recreativa tradicional
Pide a un abue que pase al frente y tome un abatelenguas del “baúl de juegos tradicionales”, lo lea en
voz alta. El juego cuyo nombre salga se realizará bajo la coordinación de quien lo escribió. Apóyalo si
requiere tu ayuda.
Actividad de lectura
Ahora realiza la lectura del cuento La abuela tejedora de Uri Orlev (ver bibliografía y anexo 1). Al finalizar
pregunta: Si tuviéramos el don de tejer y destejer nuestra vida así como la abuela del cuento ¿qué es lo
que empezarían a tejer desde hoy? Espera la respuesta de cada niño, joven, adulto y abue.
Actividad de cierre
Para finalizar la sesión, van a tejer juntos abuelos con nietos. Para ello cada nieto-abue, se necesitan 12
tiras de 6 centímetros de ancho y 50 de largo (aproximadamente) de papel crepé en varios colores, con
las que harán el mismo número de “colitas de ratón”. Una vez terminadas, elaborarán 4 trenzas. Aquí las
abues enseñarán a los nietos cómo hacerlas, serán dos para un muñeco nieto y las otras para un muñeco
abue. El proceso se muestra en el anexo 2.
Pide a los participantes que lleven para la siguiente sesión una foto de su abue en tamaño media carta,
para conformar el “Catálogo de abuelos de la biblioteca”.
S
esión 2. ¿Qué le ofreces a la vida mi nieto?
Tú le pides a la vida
pero dime qué le ofreces
y esto no lo olvides nunca mi nieto
pídele lo que mereces.
Juan Salvador
4
Nuestros abuelos y abuelas tienen derecho a:
• Al disfrute pleno, sin discriminación ni distinción alguna, de los derechos que ésta y otras leyes
consagran. (Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 5° I. b.)
• Recibir asistencia jurídica gratuita, trato digno, apoyo de las Instituciones federales, estatales y
municipales en el ejercicio de sus derechos. Y en los procedimientos que se impliquen, se deberá tener
atención preferente en la protección de su patrimonio personal y familiar y cuando sea el caso, testar sin
presiones ni violencia. (Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 5° II. d.)
Para el ser humano poseer bienes materiales es un “quesito codiciado” y si se puede obtener con el
mínimo esfuerzo, mejor. Este sentir ha llevado a algunos seres a despojar a los abuelos de sus bienes. Es
importante que ellos estén informados que existe la Ley de los Derechos de las Personas Adultas
Mayores como un instrumento para revalorar a este sector de la población, ya que son la memoria y el
cimiento de lo que hoy es nuestra gran nación, según lo establece la misma Ley.
También es importante proteger los bienes inmateriales que resguardan los abuelos y las abuelas, como
son habilidades, saberes y tradiciones, entre muchos más. En esto la familia debe participar, a fin de
preservar y difundir todo ese cúmulo de conocimiento adquirido a lo largo de toda su vida, para que
nuestros seres queridos tengan una vida de calidad a la edad que sea. Así que haremos una reflexión
desde la posición de los nietos... si ellos tienen tanto que dar, ¿qué tenemos nosotros para ofrecer?
Actividad de inicio
Ya sea que transmitan valores importantes o den lecciones de cómo peinarse, los abuelos tienen mucho
que enseñar a sus nietos. Y ellos están listos para aprender de estos maestros especiales a los que tanto
quieren. La mayoría de los adultos mayores buscan enseñar a sus nietos valores morales sólidos. Pero es
importante que consideren que ellos también pueden enseñarles cosas importantes y útiles, lo que sin
duda, ayuda a entenderlos mejor. Entonces, es una buena oportunidad para que los abues demuestren
que nadie nunca es tan viejo como para no disfrutar del placer de aprender algo nuevo.
Así que, iniciaremos con una pregunta a los abues: ¿Qué aprendieron de sus abuelos? Lo que compartan,
forma parte de los bienes valiosos que poseen y si ponemos atención encontraremos cosas interesantes
por aprender. Es importante generar un ambiente de respeto y confianza para que ellos se sientan
cómodos. Motívalos a recordar sus habilidades y destrezas: artísticas, sociales, de conocimiento,
artesanales, culinarias, etcétera.
Luego entrega una hoja a los nietos y pide que marquen dos columnas. En la primera, escribirán una lista
de lo que han aprendido de sus abuelos y en la otra, lo que pueden enseñarles; cuando hayan
terminado, que den las gracias a sus respectivos abues y lean lo que escribieron. Agradece este valioso
intercambio de conocimientos e indícales que conserven la hoja.
Actividad de lectura
Comenta cómo esta situación de enseñanzas y aprendizajes ocurre en muchas culturas en las cuales los
abuelos representan autoridad, sabiduría y protección, tal como se refleja en el texto que se sugiere a
continuación o en otros con estas características, como “Dedos de Luna” (anexo 3).
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“Adiós al África” en El secreto de la Nana Jacinta,
de Estela Roselló Soberón (fragmento)
…Mi casa estaba hecha de palmas tejidas y en ella vivíamos Bigú, mi hermano; Utu, mi hermana, y la
vieja abuela Ñandá, quien, desde que nuestros padres murieron, se ocupó siempre de nosotros.
Alrededor de nuestra choza estaban las demás casitas de la aldea.
Mi vida en aquel lugar era muy distinta a mi vida aquí en la ciudad. En realidad, quizá era más
simple, pero no por ello estaba exenta de esfuerzos y peligros. Todas las mañanas, Utu y yo salíamos de
la casa a recolectar frutas y cortar hierbas para llevar a la aldea. Además, mi hermana y yo debíamos
acompañar a las demás mujeres a llenar los cántaros con agua del río. Cuando el sol brillaba a la mitad
del cielo, nos reuníamos con ellas en la orilla del arroyo y, entre risas y juegos, volvíamos repitiendo los
cantos que las ancianas entonaban a lo largo del camino.
Mi abuela siempre supo más canciones que todas las otras ancianas. Su voz era dulce y clara, y
cuando la hacía sonar parecía cubrirnos con un calor especial que no era otra cosa que el amor que nos
brindaba al cantar. Cuando uno se encontraba junto a ella, nada podía estar mal. Siempre contenta y
alegre, la vida a su lado pasaba tranquila y segura. Fue Ñandá quien nos enseñó a escuchar los sonidos
de la jungla y a descifrar su significado: el silbido del pájaro como señal de alerta de la proximidad de una
bestia feroz, los aullidos de los mandriles anunciando la tormenta que se acerca.
Fue también la abuela quien nos hizo descubrir la importancia de las pequeñas cosas, de no
menospreciar aquellos detalles casi imperceptibles que en la vida pueden hacer la diferencia: reparar en
las ramas rotas de un árbol podía convertirse en el rastro de algún animal que cazar, un mechón de pelo
dorado entre los arbustos, la pista para alejarse de los terrenos del poderoso león.
En la aldea, Ñandá tenía un lugar especial. Hombres y mujeres solían visitarla pues conocían su
habilidad para curar. Desde niña la abuela había aprendido a mezclar las hierbas para preparar pociones
que aliviaban lo mismo la fiebre que el mal del sueño, el vómito negro que la tristeza y el miedo. Ñandá
era curandera y por eso sabía los secretos escondidos en la tierra, en las plantas y las flores, pero
además, Ñandá conocía el poder de la voz y de las palabras, y muchas veces la gente se aliviaba sólo con
escucharla hablar.
Nuestra vida era tranquila. Había que conseguir la comida, trabajar duro en la aldea y cuidarse
de los animales salvajes, pero en realidad no nos hacía falta nada. Sin embargo, un día, aquel estado de
paz terminó. Poco a poco, el miedo comenzó a apoderarse de nuestros vecinos y la abuela también se
veía triste y preocupada. Su mirada no era la misma, parecía estar pensando siempre en otra cosa. Aun
así, por las noches, Ñandá nunca dejó de cantarnos arrullos para dormir. Al salir las estrellas nos
abrazaba para mecernos al ritmo de sus melodiosas palabras. Así, Utu, Bigú y yo nos quedábamos
tranquilos, listos para soñar una noche más…
Al terminar la lectura comenten sus observaciones sobre si las cosas que recordaba Jacinta de su abuela,
son parecidas a lo que recuerdan o viven los nietos presentes.
Actividad recreativa
Después de la charla, anuncia que realizarán un juego tradicional. Pide a un abue que pase al frente y
tome un abatelenguas del “baúl de juegos tradicionales”, lo lea en voz alta y el juego cuyo nombre
aparezca, se realizará bajo la coordinación de quien lo escribió. Apóyalo si requiere tu ayuda. Al terminar
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vuelvan a sus asientos, motiva a los abues para que si a alguno le gusta cantar les enseñe una canción; si
otro sabe la receta de un platillo de comida, que la platique e intercambie; si uno cuenta chistes,
trabalenguas, etcétera, que los diga y apréndanlos. Que la voz de los abuelos tenga la prioridad en todo
momento.
Actividad de cierre: El catálogo de abuelos de la biblioteca
Vamos a hacer ahora el “Catálogo de abuelos de la biblioteca”. En el reverso de la hoja marcada con dos
columnas, cada nieto escribirá otras características de su abue, por ejemplo: “Mi abue es callada,
dormilona y le gusta hacer travesuras”, o “Mi abue fue cantante y le gusta tomar el sol”, etcétera. Con
base en lo escrito, pide que piensen cuál es el tipo de abue que tienen y lo anoten. Pueden ponerle un
nombre inventado o que elijan alguno de la fantástica recopilación de varios tipos de abuelas de los
libros Abuelas de la A a la Z y Abuelos de la A a la Z de Raquel Díaz Reguera, que se presenta a
continuación:
Tipos de abuelas:
Abuela Arreglacosas
Abuela Bruja
Abuela Cocinilla
Abuela Coleccionista
Abuela Consigueloto
Abuela Costurera
Abuela de Negro
Abuela Desmemoriada
Abuela Guardasecretos
Abuela Jardinera
Abuela Lunática
Abuela Melancólica
Abuela Moderna
Abuela Musical
Abuela Por carta
Abuela Preocupona
Abuela Que da de comer Abuela Que nunca
a las palomas
abandona un sueño
Abuela Regalona
Abuela Reina
Abuela Repostera
Abuela Rosa
Abuela Sabelotodo
Abuela Supersticiosa
Abuela Tacaña
Abuela Tejedora de
cuentos
Abuela Tiquismiquis (se
queja de todo)
Abuela viajera
Abuelo
Asustamonstruos
Abuelo Alegría de vivir
Abuelo Batallitas
Abuelo Bohemio
Abuelo Canguro
Abuelo Casa del parchÍs
Abuelo Cascarrabias
Abuelo Cinéfilo
Abuelo Coleccionista por
entregas
Abuelo Como en casa
en ningún sitio
Abuelo Con un poco de
azúcar
Abuelo Culinario
Abuelo Cuentos de
hadas
Abuelo Doméstico
Abuelo De parque
Abuelo Entrelibros
Abuelo Friolero
Abuelo Gym
Abuelo Juegos de mesa
Abuelo Maestro de las
cosas sencillas
Abuelo Manitas
Abuelo Nada por aquí
nada por allá
Abuelo no se lo digas a
tu abuela
Abuelo Nostálgico
Abuelo ¿Nos vamos
yendo?
Abuelo Peter Pan
Abuelo Romántico
Abuelo Solidario
Tipos de abuelos:
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Después, entrega otra hoja a los nietos, que la doblen por la mitad usando su eje ancho. En una mitad
dibujarán o pegarán la foto de su abue, y en la otra escriben el modelo que eligieron, así como una breve
descripción. Ejemplo:
Abuela
Modista-musical
Características:
Desde pequeña le
enseñaron a cantar con
mariachis.
Le gusta que toquen la
guitarra.
Hace hermosos
vestidos de novia y
trajes para sus hijos y
nietos.
Abuelo
Entrelibros-Batallitas
Características:
Le gusta leer libros,
revistas y periódicos.
Colecciona revistas de
otros países.
Siempre ha manejado
coches muy bien.
Es comerciante.
Le gustan los
espárragos.
Conserva estas hojas para integrarlas todas en el “Catálogo de abuelos de la biblioteca”.
Agradece a los abues su participación e invítalos a que lleven para la siguiente sesión, un objeto que para
ellos sea significativo.
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S
esión 3. ¿Dónde están las cosas maravillosas?
Toma el llavero abuelita
y enséñame tu ropero,
con cosas maravillosas
y tan hermosas que guardas tú.
Francisco Gabilondo Soler
Nuestros abuelos y abuelas tienen derecho:
• A una vida libre sin violencia (Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 5° I. c.)
• Al respeto a su integridad física, psicoemocional y sexual (Ley de los Derechos de las Personas Adultas
Mayores, Artículo 5° I. d.)
Actividad de inicio: El baúl de la abuela
Conforme lleguen los abues, pide que coloquen su objeto significativo en el baúl destinado para los
recuerdos, con la indicación de que nadie debe decir qué llevaron. Cuando ya estén listos para iniciar la
sesión, colócalo en el centro del círculo y saca el primero. Permite que todos lo observen bien y hagan
sus hipótesis de a quién pertenece. Cuando alguien señale a un posible dueño pregúntale por qué piensa
que es de él.
Da tiempo suficiente para que todos los abues participen. Luego solicita que el dueño de cada objeto
comparta con el grupo por qué le es significativo.
En esta sesión muestra mucho afecto a los adultos mayores y que sus nietos los abracen mientras hablan
de sus recuerdos.
Actividad de lectura
En esta actividad, alguno de los nietos presentes, de la edad que sea, leerá para los abuelos el cuento La
abuela del juicio, de Eduardo Robles Boza (Tío Patota). O algún otro que hable sobre los recuerdo de los
abuelos.
Al terminar pregunta a los nietos: “¿Qué cosa o cosas de las que poseen ahora les gustaría ver en el baúl
de sus recuerdos cuando fueran abuelos?”. Explica que su respuesta la representarán con un dibujo,
mismo que recortarán y guardarán en el baúl de los recuerdos. Anima al grupo para que todos
participen.
Actividad recreativa tradicional
Ahora pide a un abue que pase al frente y tome un abatelenguas del “baúl de juegos tradicionales”, lo
lea en voz alta y el juego que salga se realizará bajo la coordinación de quien lo escribió. Apóyalo si
requiere tu ayuda.
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Actividad de cierre
Pide a cada pareja o grupo (nieto-hijo-abue), que seleccione del baúl un “recuerdo-objeto” y uno
dibujado, distinto a los propios. Deberán tratarlos con mucho cuidado e inventar una pequeña
representación teatral, en la cual esos artículos sean parte muy importante. Da tiempo suficiente para
que se pongan de acuerdo.
Ahora cada familia representará su obra teatral.
Pide a los abuelos que tomen los objetos que llevaron, y que ya en casa, cuenten a sus nietos una
anécdota en la que recuerden haber padecido algún tipo de abuso, para que en la sesión siguiente los
nietos la puedan relatar.
S
esión 4. Tu derecho a proteger a tus abuelos
Los dos (abuelos) suspiran. Los dos
las fuertes cabezas alzan:
los dos del mismo tamaño,
bajo las estrellas altas;
los dos del mismo tamaño,
ansia negra y ansia blanca,
los dos del mismo tamaño,
gritan, sueñan, lloran, cantan.
Sueñan, lloran. Cantan.
Lloran, cantan.
¡Cantan!
Nicolás Guillén
Nuestros abuelos y abuelas tienen derecho:
• A recibir protección, contra todo tipo de abuso y explotación, por parte de la comunidad, la familia y la
sociedad, así como de las instituciones federales, estatales y municipales (Ley de los Derechos de las
Personas Adultas Mayores, Artículo 5° I. f.).
Actividad de inicio
Luego de dar la bienvenida, toma del “baúl de juegos tradicionales” un abatelenguas, pregunta quién lo
escribió, y el nieto del autor del juego será quien inicie a contar al grupo la anécdota que su abuelo le
relató; así sucesivamente hasta que pasen todos. Anima la participación de los nietos; si es necesario,
cuenta tú primero una anécdota que recuerdes de tus abues.
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Genera una ronda de comentarios que manifiesten la importancia de cuidar a nuestros abuelos desde la
casa y en la sociedad en general. En el anexo 4 encontrarán notas que les pueden dar pie para los
comentarios.
Actividad recreativa tradicional
Pide a un abue que pase al frente y tome un abatelenguas del “baúl de juegos tradicionales”, lo lea en
voz alta y el juego cuyo nombre salga se realizará bajo la coordinación de quien lo escribió. Apóyalo si
requiere tu ayuda.
Actividad de lectura
Lee para el grupo La abuela Filomena, de María Eugenia Blanco Palacios (anexo 5).
Después de la lectura pregunta a los abues qué piensan de la decisión de Filomena. Motiva la ronda de
comentarios.
Luego entrega papel y lápiz a cada nieto y una copia del texto que acabas de leer, éste les servirá de
muestra. Pide ahora que, pensando en las características de su abue, además de las historias que les ha
contado, escriban un texto para su propio abue, así como María Eugenia le escribió a su abuela
Filomena.
Actividad de cierre
Inicia la elaboración de una presentación en PowerPoint o un video que llevará por título “Abuelos al
rescate”.
Los nietos, con la guía de los abuelos, buscarán imágenes en libros: cuentos, leyendas, cocina, música,
artesanías, naturaleza, espacios físicos o fantásticos, etcétera. Tomarán fotografía a las imágenes
necesarias para poder recrear los recuerdos, experiencia y sueños de sus abuelos en un video o
presentación. Los nietos estarán cerca de sus abues para recordar o aclarar la información que ya tienen
sobre sus experiencias de vida. Recuerda que los nietos no deben imponer las imágenes que les gusten,
sino dejarse llevar por sus “Tatas”.
Pide a los nietos que en casa terminen de buscar las imágenes de espacios, fotografías familiares del
pasado o del presente u objetos.
En caso de que alguna familia no cuente con los medios digitales, podrán preparar su presentación con
los objetos, imágenes de libros o dibujos, de forma presencial.
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S
esión 5. ¡Quiero saber de ti!
¿Qué dirán ustedes si ahora les cuento
de mis dos abuelos con sus barbas viejas?
…Su nana fue el canto del cucú en la selva…
Elsa Bornemann
Nuestros abuelos y abuelas tienen derecho a:
A vivir en entornos seguros dignos y decorosos, que cumplan con sus necesidades y requerimientos y en
donde ejerzan libremente sus derechos (Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, Artículo 5°
I. g.).
Recuerda que para esta sesión se requiere: computadora, cañón, pantalla o espacio que tenga esa
función.
Actividad de inicio: Actividad recreativa tradicional
Esta sesión iniciará como las anteriores, así que pide a un abue que pase al frente y tome un
abatelenguas del “baúl de juegos tradicionales”, lo lea en voz alta y el juego cuyo nombre salga se
realizará bajo la coordinación de quien lo escribió. Apóyalo si requiere tu ayuda.
Después, nietos y abuelos concluirán su presentación o video, mismos que pueden realizar en el módulo
digital de la biblioteca y bajo la supervisión de su personal. Según lo vayan terminando, resguarda el
archivo en una memoria USB y cópialo en una carpeta en la computadora designada para ello.
Actividad de lectura
Aquí, la actividad será leer cada una de las historias de los videos y comprobar lo interesante que son las
vidas y experiencias de los abues.
Sentados todos en círculo y con el equipo de cómputo requerido, inicien las presentaciones. En cada
caso, el esfuerzo merecerá un fuerte aplauso al final de la presentación.
Felicita al abuelo en turno e invita a que su nieto o hijo, según sea el caso, le ofrezcan un abrazo
amoroso.
Actividad de cierre
Comenta al grupo que la experiencia acumulada de los abuelos puede recuperar a la familia y sirve para
construir lazos filiales más fuertes. Asimismo, puede rescatar una cultura porque ellos son los
trasmisores de tradiciones y costumbres; puede apoyar la economía familiar, cuando se quedan a cuidar
a los nietos para que los padres puedan salir a trabajar, y obviamente un sinfín de aspectos que
coadyuvan a la integración de la familia y la sociedad. Por esa razón con el taller “Abuelos al rescate", la
biblioteca se ve favorecida con las valiosas aportaciones de los usuarios y bibliotecarios. Pregunta a los
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abuelos si puedes conservar el “Catálogo de abuelos de la biblioteca” con sus datos, para invitarlos más
adelante a contar historias a los niños o a las actividades que se realizan en la biblioteca.
Agradece y despide cordialmente a todo el grupo.
13
A
nexos
Anexo 1
La abuela tejedora, de Uri Orlev.
Un día llegó a una pequeña ciudad una abuela muy anciana. Sólo llevaba un bastón y un par de agujas de
tejer. Recorrió la ciudad y no encontró casa, entonces se sentó en el campo sobre una piedra fría y tejió
unas hermosas pantuflas para reposar sus pies cansados.
Pero la abuela no quiso poner sus pantuflas sobre la tierra. Así que se tejió un tapete. Luego se preguntó
dónde lo podría extender.
A su alrededor sólo había espinas y rastrojo. Y de nuevo se puso a laborar. Suenen, suenan las agujas.
Dos segundos más tarde tenía el piso y de ese problema se olvidó.
Pero ahora, ¿dónde conseguiría una cama o un sillón? De nuevo se puso a laborar. Suenan, suenan las
agujas. Tejió una cama, una almohada y un colchón. Tejió una funda, una colcha y una sábana.
Pero ¿cómo podría dormir sin una cortina? Y de nuevo se puso a laborar. Suenan, suenan las agujas.
Tejió una pared, ventana y mosquitero. Tejió una columna y luego otra y sobre ellas tejió el techo.
Pero, sin té ni tetera, ¿qué haría para desayunar? Entonces se puso tejer una tetera y un pastel, pero
tejió tres tazas, pues sola ahí no quería vivir. Suenan, suenan las agujas. La abuela supo qué quería. Se
tejió un nieto y una nieta. Con hilo fino les agregó unas muecas de tristeza, otras de risa, y mucha
picardía.
Afuera tejió pasto y flores. Adentro, puertas con manijas. Y los dos nietos a la terraza salieron a brincar
sobre un pasto de estambre verde.
La abuela seguía tejiendo: juguetes, estantes, roperos. Afuera los dos pícaros traviesos algunas flores
destejieron. Luego el pícaro atrapó a la pícara y le rompió unos hilos del tobillo. Y ella a su hermano le
descosió un pedazo de espalda. La abuela tejedora no se enojó remendó el tobillo y el pedazo de espalda
reparó.
Con estambre negro tejió un poco de oscuridad, acostó a los niños y los arropó. Y frente a la cama se
sentó a tejer dulces sueños de fino estambre. Por la mañana tejió un libro para cada uno y a la escuela
los llevó. Pero los maestros dijeron al verlos: —No aceptamos niños de estambre.
La abuela contestó: —No tienen razón. Son niños lindos y encantadores. Vean lo que saben. Son tejidos,
pero no es culpa de ellos.
—¿Niños de hilo y huecos?
—¡No en nuestra escuela!
—¡Eso no es respetable!
—Dijeron los maestros.
La abuela se enojó, la abuela era obstinada. Suenan, suenan las agujas. Tejió un auto y en él viajaron a
exigir una disculpa.
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La escucharon el alcalde y sus consejeros. Y decidieron que en una ciudad decente no se aceptaban niños
llenos de agujeros.
—¿Qué clase de alcaldía es ésta? —preguntó la abuela. Y de nuevo se puso a laborar. Suenan, suenan las
agujas. Tejió un avión, y en él volaron a la capital. Discutieron el presidente y sus ministros. ¿Niños de
hilo y huecos? Fruncieron la nariz y declararon:
—El alcalde y los maestros no se equivocan, aquí no hay lugar para niños de estambre.
Ya para entonces la pequeña ciudad era famosa. De todas partes venían turistas a conocer la extraña
casa y su jardín. El alcalde y sus consejeros, dispusieron levantar una cerca para resguardar la casa, pues
en ninguna otra parte había una así, toda tejida. Pero la cerca no sirvió, pues la abuela tejedora muy
enojada en secreto por la noche destejió la casa entera: Las puertas, las paredes, la cerca, las flores, la
tetera.
Ya no suenan las agujas. Cuando desapareció todo la abuela a sus nietos también destejió. Tomó su
bastón y abandonó el lugar para siempre.
Pero encontrará otro lugar y tejerá todo nuevamente. Lo primero serán sus nietos, para que vuelvan a
reír y correr. Y si hubiera gente agradable que con gusto acepte a sus nietos, la abuela tejedora sin
preocuparse se sentará y tejerá, tejerá, tejerá…
Anexo 2
Enroscar cada tira para hacer una “colita de ratón”
Elaborar una trenza con tres “colitas de ratón”, uniéndolas por un extremo con una gota de pegamento,
trenzar hasta terminar y pegar el otro lado. Seguir el mismo proceso para hacer las cuatro requeridas
(dos por muñequito).
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Luego doblar una trenza y pegar como se muestra en la foto, dando forma a los brazos.
Pasar la segunda trenza por el aro de la primera, montar y pegar.
Después, poner un punto de pegamento a la altura de donde estaría la cintura del muñequito y dar
forma a las piernas.
Anexo 3
Dedos de Luna, de Tony Johnston
Toño vivía en Guerrero, tierra salvaje, donde las nubes negras cubren de repente el paisaje y las lluvias
feroces golpean la montaña.
Don Gregorio, su abuelo, era muy diferente. Era la persona más tierna que él conocía. Era más tierno que
la hierba mecida por el viento y que las palomas que se arrullaban en el camino de tierra frente a su
casa.
Don Gregorio hacía todas las máscaras del pueblo: retratos esmaltados y brillantes, diablos de ojos
penetrantes, reyes, murciélagos o sapos, monstruos de ojos vacíos. Estas máscaras, nacidas en su
interior más recóndito, se utilizaban para la danza de la cosecha.
Todos los días Toño y su abuelo se pasaban muchas horas en el taller trabajando las máscaras. Sólo
usaban zompantle, porque es una madera seca y ligera.
—Una máscara no deber ser una carga —decía don Gregorio—. Debe ser parte de la cara; ligerita como
un velo para que hasta los pies se sientan livianos y jubilosos cuando bailen celebrando el cambio de
estación.
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Un día, escuchando a su abuelo, Toño se quedó mirándole las manos. Eran unas manos maravillosas,
morenas, bordadas de arrugas y gruesas venas.
No eran grandes, por extraño que parezca, sino largas y fuertes, de uñas anchas y planas, rematadas por
lunas blancas.
—Abuelito —dijo Toño.
—¿Qué? —contestó el abuelo.
—Tienes lunas en los dedos, ¡mira qué grandes y blancas!
—Sí —dijo el abuelo, y sus ojos oscuros chispearon con humor —. Tengo dedos de luna.
—¡Dedos de luna!, ¡dedos de luna! —Toño reía y bailaba sobre el aserrín con una máscara a medio
terminar.
El abuelo también reía.
A veces, mientras trabajaban, don Gregorio contaba historias de las danzas. A Toño le gustaban los
cuentos de danzantes que cantaban, saltaban y se movían al ritmo de la música, hasta que las máscaras
parecían cobrar vida.
A veces, cuando se cansaban de trabajar, Toño tomaba del brazo a su abuelo y paseaban juntos bajo el
sol.
Miraban a las mujeres haciendo tortillas, y oían el murmullo del río sobre las rocas y el parloteo de los
guajolotes.
—Creo que la próxima máscara la voy a hacer de guajolote —decía el abuelo.
Y se reían.
Un día, a la luz del atardecer, don Gregorio colgó lentamente una máscara en la pared, que relucía con el
reflejo del sol poniente. Sus arrugas estaban talladas como gruesas venas. Su barba caía levemente. Era
la cara de un anciano.
—Creo que ésta será la última máscara —dijo don Gregorio—. Ya estoy cansado.
—Entonces yo las haré —dijo Toño, como en broma—, y tú descansas.
—Está bien —respondió el abuelo, acercando al muchacho con su brazo y acariciándolo con sus dedos de
luna.
Toño sintió que su abuelo se parecía al zompantle, ligero y frágil, y le dio un fuerte abrazo.
—Cuando me vaya —dijo el anciano—, tú vas a hacer las máscaras.
—No, no te irás, abuelo —dijo Toño—. Te quedarás conmigo para enseñarme a tallar y a pintar, para
decirme si mi trabajo es bueno.
—Pero no siempre —dijo el anciano con tranquilidad.
Una noche, días después, apareció en el cielo una media luna. Un tecolote cantaba al silencio. Y don
Gregorio murió.
Toño no podía creer que su abuelo se hubiera ido. Sentía dentro de él una soledad que nunca antes
había conocido. Don Gregorio siempre había estado allí, como el aire o las nubes del cielo.
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Un día, sin saber por qué, Toño caminó con desgano hacia el taller, donde habían pasado tanto tiempo
riendo y trabajando. El olor a pintura y madera lo saludó y las lágrimas llenaron sus ojos, aunque no se
dio cuenta. Pensó en los dedos de luna, largos y delgados. ¡Cómo le hubiera gustado acariciarlos en ese
momento, tocar esos dedos de luna!
Vio las máscaras de la pared. Miradas fijas, vacías, insolentes.
Las odió. Las odiaba a todas. Quería olvidarlo todo, olvidar las máscaras y el dolor de su corazón.
"¡Olvidar, olvidar, olvidar!" gritaba para sus adentros.
Y con golpes feroces arremetió contra las máscaras, enchuecando algunas y quebrando otras.
A través de sus lágrimas, la máscara del anciano lo miraba con malicia. Toño la tiró al suelo. La cara
quedó herida, con la barba rota. Después Toño quedó tranquilo, muy tranquilo, menos el latido de su
propio corazón.
—Yo también lo quería —susurró alguien en el silencio.
Toño volteó lentamente. Era su madre.
—No te enojes, hijo —le dijo en voz baja.
—Es que... no lo puedo evitar —balbuceaba el muchacho—. No es justo. Teníamos tanto que hacer
juntos. Me iba a enseñar...
—Nunca estamos preparados para perder lo que queremos —lo interrumpió su mamá tiernamente—.
¿No fue una alegría tener un abuelo como el tuyo, un hombre cariñoso y tierno que hizo cosas bellas?
¿No fue un gusto aprender de él?, ¿ver el mundo a través de su bondad?
Toño se quedó mudo.
—No te enojes por lo que no puedes cambiar —dijo la madre—. Tu abuelo se ha ido, pero tenemos
recuerdos de él. Mira las bellas máscaras que nos dejó.
Toño todavía no podía hablar. Levantó la máscara rota y la abrazó; entonces apreció su belleza y
tranquilidad. Pensó en los dedos de luna trabajando la madera con paciencia y amor. Deseaba hacer
algún día máscaras tan finas como las de su abuelo. Lo intentaría con toda su alma.
Pero era demasiado pronto para eso. Aún era tiempo de pensar, de recordar.
Toño volteó a ver a su madre, y le dio las gracias con la mirada.
Anexo 4
Información general.
MENSAJEROS DE LA PAZ establece el 26 de julio como día de los Abuelos.
Mientras el porcentaje de jóvenes disminuye, el de adultos mayores va aumentando de un 8.2% en el
2000 a un 25.5% para el 2050, es decir, para ese año uno de cada cuatro personas será adulto mayor, y si
recordamos el dicho “como me ves te verás”, más vale ir sembrando en terreno fértil y nosotros enseñar
a los más jóvenes, a bien tratar a sus abuelos.
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El valor de los abuelos en la vida de los niños es grandioso. Nugartein y Weinstein indicaron en los años
sesenta, cinco estilos de ser abuelo/a (no todo el mundo está de acuerdo): comportamiento rígido y
tradicional (autoritarios), búsqueda de diversión (relajados y no autoritarios), subrogados (asunción de
responsabilidades y cuidados de los nietos/as todos los días), reserva de sabiduría (información sobre
raíces familiares, guardianes de la historia familiar), y abuelos distantes (que rara vez ven a los nietos).
Todos acostumbran a tener un poco de todo, y en general pueden aportar mucho:
-Pueden contribuir con su experiencia en momentos de crisis familiar (ayudar en la comunicación
padre/hijos, por ejemplo).
-Pueden cuidar de los niños cuando los padres no pueden hacerlo. Esto es muy importante para los
abuelos, porque se sienten más útiles, más considerados y más valorados. Esto influye directamente en
su felicidad, como es lógico.
-Pueden transmitir valores familiares y mantener el vínculo entre las generaciones. Las historias que
cuentan los abuelos sobre la vida de sus hijos (o sea, los padres) cuando ellos eran también eran niños
gustan mucho en la infancia, y contribuyen en el desarrollo psicológico de los más pequeños. Asimismo,
hacen que el niño o niña tenga un sentido de continuidad de la familia, que acepte que sus padres son
humanos (¡mi padre o madre también hacía travesuras!) y, por lo tanto, facilitan la identificación de los
niños con sus progenitores.
-Pueden aprender con sus nietos, acercándose más a las nuevas generaciones. Aprender a usar el
ordenador, por ejemplo. Este es otro elemento que puede influir directamente en su sentimiento de ser
útiles y en sus niveles de felicidad.
-Pueden parar el tiempo. Cuando los niños pasan la tarde en casa de los abuelos pueden “alejarse de
todo”, de la vorágine y la espiral de aceleración diarias. En casa de los abuelos, el nieto o nieta puede
expandirse y recibir el tratamiento cariñoso del niño que realmente es. O, sencillamente, recibe
atención, tiempo, tiempo para conversar, para escuchar y para jugar.
Fuente: (Psychcentral, guiainfantil.com), en http://www.medciencia.com/la-relacion-entre-abuelos-ynietos-un-beneficio-psicologico-mutuo/.
La Psicología social del envejecimiento indica que el desarrollo ontogenético sucede, con un nuevo
replanteamiento en función de la capacidad de adaptación al entorno y no en relación a la edad. Un
joven anciano de 80 años puede tener un mejor y mayor desarrollo al medio que un anciano joven de 30
años con poca adaptabilidad.
Frank Laubach (pag.64) nos dice que para tener una vejez satisfactoria es necesario:
1) evitar enfermedades
2) comprometerse con la vida
3) mantener intensas actividades físicas y cognitivas
(Escuela para padres)
Ser viejo es una realidad, no un derecho que permite manipular a los otros, del mismo modo que los
jóvenes no tienen derecho a manipular a los viejos. Los abuelos jubilados pueden dar al hijo un
testimonio de relativización que todos necesitamos para trascender a lo que se hace. El ejemplo de
quién es, más allá de sus actos y rendimiento, ayuda a valorar a la persona como tal, hecho que no es
fácil encontrar en el contexto de valores que se pretende inculcar actualmente a los niños y a los
jóvenes.
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En resumen y como conclusión debemos quedarnos con estas ideas importantes:
1. Los abuelos de hoy día han cambiado. Es verdad que están más dispuestos a ayudar a los hijos para
cuidar a los nietos pero también reclaman una libertad y autonomía que hasta la fecha les ha faltado y el
bienestar de la sociedad actual les proporciona.
2. La relación y el contacto con los abuelos siguen siendo muy enriquecedoras para los niños.
3. Los abuelos representan la memoria histórica y los orígenes de la familia.
4. Los abuelos transmiten el testimonio de otras épocas, la continuidad generacional, la pertenencia a un
árbol familiar, aspectos fundamentales para el desarrollo psicológico de los niños.
5. Contar con la ayuda y participación de los abuelos en la educación de los hijos aporta ventajas a todos:
- los abuelos se sienten más útiles y valorados,
- los padres más tranquilos y,
- los nietos encantados.
6. Los abuelos suponen un complemento a la educación que los hijos reciben de sus padres.
FRASES PARA ABUELOS
1. Un padre está para educar, pero un abuelo siempre ha estado para malcriar y consentir.
2. Sólo cuando se envejece se puede apreciar la verdadera belleza de las personas, esa que siempre se
ha llevado en el interior. Y hoy por eso, puedo decir que tú eres la persona más hermosa que he
conocido en la vida.
3. Los niños siempre se dan cuenta de que los únicos adultos que suelen tener toda la paciencia del
mundo con ellos, son los abuelos. Por eso siempre les hacen más caso que a sus padres.
4. No hay nada mejor que sentir el abrazo amoroso de una abuela y el consejo desinteresado de un
abuelo.
5. Podrán haber muchas cosas deliciosas en el mundo, pero no cambiaría nada los guisos que prepara
mi abuela. Ella es la mejor cocinera que existe por el simple hecho, de agregarle amor a lo que
prepara.
6. Escucha a tus mayores, porque ellos saben acerca de lo que hablan. La vida es el mejor maestro y
ellos, los más avanzados aprendices.
7. Tener un abuelo es contar con un tesoro que ha sabido conservar su corazón a través de los años.
8. No hay mejor consejero que la edad para prevenir a los jóvenes de muchísimos errores. Es triste sin
embargo, que muchos de ellos no lo sepan valorar hasta que es demasiado tarde.
9. ¿Quieres escuchar una buena historia? Platica con tus abuelos. Con ellos pasarás horas enteras
sabiendo de anécdotas interesantes y valiosas, y cuando tú mismo vayas envejeciendo, lograrás
darte cuenta de cuan útiles te serán en la vida.
10. Nada es más eficiente para levantar el ánimo, que escuchar la risa de los ancianos. Si ellos que a su
edad sufren múltiples achaques y han pasado por más de un momento difícil, pueden reír; uno que
tiene toda la vida por delante también debería poder hacerlo.
11. Cuando era pequeño y me sentaba en el regazo de mi abuela, no había un lugar mejor para mí y en
el que me sintiera más protegido. Hoy que he crecido y puedo enfrentarme a la vida por mí mismo,
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sigo teniendo ese sentimiento a veces, cuando abre sus brazos para recibirme y me dice lo
orgullosa que se siente de mí.
12. Lo mejor de volverse viejo, es que llega un momento en el que dejas un poco de lado las
responsabilidades para volver a sentirte como niño.
13. Una de las últimas metas con la que cada ser humano debería contar en la vida, antes de marcharse
para siempre, es la de pasar por la experiencia de ser abuelo.
14. Tener un abuelo es casi una necesidad para los niños. Gracias a ellos, los regaños de los padres
resultan menos severos, los dulces son más ricos y jugar se vuelve más divertido.
15. Un nieto siempre representa la oportunidad para desahogar el cariño que faltó por darles a los
hijos.
16. No existen mejores historias que las que nos puede contar un abuelo.
17. Cada vez que hablo con mis abuelos, es como si las cosas maravillosas que sucedieron en su
juventud, me hubieran sucedido a mí. Tanta es su alegría al recordarlas que cuando yo envejezca,
me gustaría ser como ellos. www.igrandparents.
Anexo 5
La abuela Filomena, de María Eugenia Blanco Palacios
Esta es la historia de la abuela Filomena,
Si el árbitro marcaba alguna falta al equipo,
que no era una abuela cualquiera.
Nuestra abuela se enojaba y pegaba unos chiflidos.
Y es que a la abuela Filomena
El director Randulfo le tenía mucha envidia:
le gustaba ir a la escuela.
La abuela era tan popular que a él nadie lo atendía.
Se aburría mucho en casa, quería hacer
A la hora del recreo nos contaba muchos cuentos.
cosas nuevas y, como añoraba su infancia,
Se sabía de animales, de marcianos y fantasmas.
decidió empezar primaria.
Nos hacía reír tanto, que hasta nos dolía la cara.
Nadie la tomaba en serio, ni siquiera el abuelo
Marcelo. Pero a todos sorprendió la abuela
Cada salón de clase lo llenó de muchas flores:
Cuando se inscribió en la escuela.
Era divertido verla llegar, cada mañana,
con su bastón, su morral y su chal de lana.
Lo mejor que tenía la abuela era su lonchera
rosada donde guardaba sus chochos,
un té y una que otra mantecada.
Se sentaba hasta adelante porque no escuchaba
margaritas, tulipanes y nubecitas de colores.
¡Hasta en los baños mandó a poner geranios!
A la abuela Filomena no se le daba el inglés,
pero en español y en historia se sacaba puro diez.
En la clase de música nos reíamos sin parar,
se salía siempre de ritmo o se ponía a bailar.
Un día el maestro dijo: -Vamos a estudiar a Mozart. Y
ella le entendió:-¡Vamos a ver, Hermosa!
Como era agradecida, sin dudar le dio las gracias y se
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bien, y si algo no entendía sólo decía “¿queeeé?
puso colorada pues se sentía halagada.
Un día la maestra dijo: -¡Vamos todos a estudiar!
Pero sucedió que un día, en una mañana fría,
Ella entendió: -¡Vamos todos a gritar!
la abuela Filomena dejó de ir a la escuela.
Y que se pone a dar gritos, pues tenía que
Todos nos pusimos tristes y con ganas de llorar,
obedecer, aunque todos le explicamos
extrañábamos su risa y su manera de hablar.
que eso no se podía hacer.
Hasta el director Randulfo, que siempre estaba de
malas, se lo veía muy triste y con algo de nostalgia.
El señor Randulfo, director de la escuela,
no estaba muy contento cuando veía a la abuela.
Decía que era muy grande, que su tiempo había
pasado, que mejor se fuera a casa
o a pasear al mercado.
--¿Qué le gusta mi bordado?
--respondió por la sordera--.
--¡Es usted en verdad el señor más educado!
Se llevaba bien con todos. Con los grandes
y chiquitos. Nos llevaba sus galletas,
¡y también, a veces, tamalitos!
--¿Qué ha pasado con la abuela Filomena?
--preguntaba todo el mundo.
--Si ya ni viene la abuela, ¿qué será de nuestra
escuela? Así es que fuimos a su casa maestros y
compañeros.
Toda la primaria estaba.
Nos abrió el abuelo Marcelo, y nos dijo que la abuela
estaba muy enferma y que, de seguir así, no podría ir
a la escuela.
El doctor que la fue a ver, la encontró muy mejorada: ¿Se tomó su medicina o se cansó de la cama?
En alguna otra ocasión
Mucho tiempo no pasó sin que volviera la abuela, con
su lonchera, su morral y su bastón de madera.
La maestra nos pidió:
-¿Ya se siente bien, abuela? –preguntamos al verla.
--Saquen pronto sus cuadernos y en silencio, por
favor.
-¿Qué si hice la tarea? –entendía por su sordera.
Como ella era obediente, los sacó
¡Claro que hice la tarea!
inmediatamente, ¡pero del salón de clase!
Al llegar el fin de curso, la abuela se graduó con
honores.
La abuela era deportista, y se apuntó como porrista.
Aunque no entendía el futbol,
Había sido la mejor alumna según todos los
profesores.
poco a poco lo aprendió.
El director Randulfo sin dudar le dijo entonces,
mientras le entregaba sus premios y sus calificaciones:
Lo hacía bastante bien y con sus porras animaba,
excepto que a veces gritaba ¡GOL!
cuando el otro equipo anotaba.
-Nos vemos el año entrante, no nos vaya usted a
fallar,
Yo no sé si fue la abuela
Que la escuela es muy diferente desde que vino a
estudiar.
o si estábamos de suerte,
Filomena como siempre, todo lo entendió muy mal,
pero nuestro equipo de futbol
Y le respondió al instante:
ganaba casi siempre.
-¿¡Qué me va usted a extrañar!?
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B
ibliografía
Orlev, Uri, La abuela tejedora, México, FCE, 1997.
Riveros Elizondo, Gabriela, El encargo de Fernanda, México, Ediciones Castillo, 2000.
Roselló Soberón, Estela, El secreto de la nana Jacinta, México, Ediciones SM, 2009.
Eslava, Jorge, Florentino, el guardador de secretos, México, Conaculta, 2002.
Robles Boza, Eduardo, La abuela del juicio, México, ED. Trillas, 1984.
Mansour Manzur, Vivian, Familias Familiares, México, FCE, 2001.
Machado, Ana María, Bisa Bea, Bisa Bel, México, FCE, 1997.
Álvarez de la Peza, Isabel, La desaparición de la abuela, México, Ediciones SM, 1997.
Blanco Palacios, María Eugenia, La abuela Filomena, México, Ediciones SM, 2002.
David Walliams, La abuelita gánster, España, Editorial Montena, 2013.
Hinojosa, Francisco, Léperas contra mocosos, México, FCE, 2007.
Molina, Silvia, Mi abuelita tiene ruedas, México, SEP-CIDCLI, 2001.
Otros libros que puedes consultar
Aréchiga, Hugo y Cereijido, Marcelino, El envejecimiento: sus desafíos y esperanzas, México, Ed. Siglo XXI,
1999.
No se lo digas a mamá. ED. Graó, 2010.
Isabel Agüera, Guía práctica para abuelos con nietos, Ed. Toromítico, 2010.
Comellas. María Jesús, Nietos: instructivo de uso, Ed. Larousse 2010.
Sanpedro, Jose Luis, La sonrisa etrusca, Ed. Alfaguara.
Voli, Franco, El arte de ser abuelos, México, Ed. SM.
López, Raquel, 27 abuelos son demasiados, México, Ed. Anaya.
Machado, Ana María, La abuelita aventurera.
Referencias electrónicas
Ser abuelos las alegrías y los desafíos. Respuestas para la vida de AARP
Desde el Blog de “La pizarra de clase” sugieren los siguientes libros que trabajan con la figura del Abuelo:
41 cosas que sólo hacen los abuelos. Ed. SM
Manolito Gafotas. Elvira Lindo. Ed. Alfaguara
Mi abuelo Simón lo sabe. Nieves Pérez Rivero. Ed. Anaya
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