Educación para la paz - Gobierno de Canarias

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EDUCACIÓN PARA LA PAZ
Contenidos del tema:
1. Introducción.
2. Educación para
la paz. Concepto.
3. Definición de paz.
4. La paz interior.
5. La morada
de la paz.
6. La paz es
vital para el
crecimiento.
1. INTRODUCCIÓN.
La paz comprende tanto el concepto de paz
"negativa": fin de la contienda, es decir, una paz
mínima, como el de paz "positiva": consolidar una
convivencia justa, lo que denominaríamos paz
plena. Durante una guerra, sólo se desea de modo
inmediato que ésta acabe. Los acuerdos de paz
son un medio para ello, pero son un mero principio
que debe desplegarse. Puede compararse a un
feto que ya contiene en si, diminutos, todos los
órganos que tendrá de adulto. Así, la voluntad de
paz de quienes han alcanzado este acuerdo, esta
paz mínima, debe desarrollarse, debe desatar el
potencial que lleva dentro.
2. EDUCACIÓN PARA LA PAZ.
CONCEPTOS.
La educación para la paz, tal como hoy se entiende,
tiene sus antecedentes muy próximos, en el siglo
XX, y nace gracias a las aportaciones de los
organismos internacionales, el movimiento de la
Escuela Nueva y el movimiento de Investigación
sobre la paz, nacido de los efectos de las últimas
guerras mundiales. Aspectos a tener en cuenta
acerca de la educación para la paz, para su mejor
comprensión:
1. La educación para la paz pretende alcanzar
la construcción de un nuevo orden
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internacional basado en un concepto de paz
positivo, de modo que las relaciones en
cualquier nivel (individual, familiar, social,
nacional,
internacional)
tengan
como
resultado la solución no violenta de los
conflictos y la justicia.
RECUERDA:
La educación para la paz
abarca a la persona, a la
sociedad y al mundo en
su constante desarrollo.
2. La paz, de este modo entendida, equivale a la
práctica real de los derechos humanos en su
dimensión económica, social y política, de
modo que esta paz no representa un simple
ideal más o menos imaginario sino que está
sostenido por unos principios contenidos en
la Declaración Universal de los Derechos
Humanos que conforman la conquista y lucha
de la Humanidad por el bienestar, el
reconocimiento de unos derechos inherentes
al hombre y el modo universalmente
aceptado de sociedad deseada.
3. La educación para la paz se legitima por un
conjunto
de
resoluciones,
acuerdos,
convenios, pactos y declaraciones de los
organismos internacionales. La educación
para la paz y los Derechos Humanos son
necesarios, para la práctica del derecho a la
paz.
4. La educación para la paz no puede
restringirse sólo al marco de la escuela o de
las instituciones educativas, sino que abarca
la realidad total de la persona, la sociedad y
el mundo en constante desarrollo. La
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educación para la paz, por tanto, se
configura desde múltiples dimensiones y se
extiende desde ángulos diferentes de
acuerdo con el sujeto educado.
5. Siendo la paz, la justicia y los Derecho
Humanos
procesos
complejos
y
su
construcción veraz comprende realidades
también complejas y diferentes, debe
difundir, informar y formar conforme a los
estudios realizados por la Investigación
sobre la paz.
RECUERDA:
La educación para la
paz no sólo busca la
ausencia de guerra,
sino básicamente la
justicia social.
6. La educación para la paz y los Derechos
Humanos como acción concreta y específica
debe inspirarse para su realización en los
pensamientos y experiencias pedagógicas que
han tenido como objetivo la formación y
desarrollo de la persona integral, solidaria y
fraternal.
7. La educación para la paz no puede
entenderse como una acción neutral, puesto
que pretende unos objetivos muy diversos a
los tradicionales. Esta educación tiene una
dimensión política, en cuanto que, no sólo
busca la construcción de la paz como
ausencia de guerra, sino fundamentalmente
como justicia. Este objetivo es, en definitiva,
la transformación de las relaciones y
estructuras de poder, la transformación de
la sociedad misma.
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8. Aunque podamos encontrar en el pasado
momentos y experiencias que inspiren la
educación para la paz, sin duda tiene su
nacimiento en un momento concreto y surge
como
necesidad
urgente
debido
a
motivaciones específicas. Es el peligro de la
destrucción total de la Humanidad lo que
motiva el cambio lentísimo de las relaciones
internacionales y la génesis de la educación
para la paz.
RECUERDA:
La educación para la
paz surge para
evitar la destrucción
de la humanidad.
La Asociación Pro Derechos Humanos de 1990, ha
señalado
los
siguientes
rasgos
como
característicos de la educación para la paz:
a) Presupone tomar partido en el proceso
de socialización, por valores que
alienten el cambio social y personal.
b) Entiende el acto educativo como un
proceso activo-creativo en el que los
alumnos
son
agentes
vivos
de
transformación.
c) Pone el énfasis tanto en la violencia
directa como en la estructural,
facilitando la aparición de estructuras
poco autoritarias, no elitistas, que
aliente la capacidad crítica, el
autodesarrollo y la armonía personal de
los participantes.
d) Lucha contra la violencia simbólica,
estructural, presente en el marco
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escolar.
e) Intenta que coincidan fines y medios.
Se trata de llegar a contenidos
distintos a través de medios distintos,
haciendo
del
conflicto
y
del
aprendizaje de su resolución no
violenta el punto central de actuación.
f) Combina
ciertos
conocimientos
sustantivos con la creación de una
nueva sensibilidad, de un sentimiento
empático que favorezca la comprensión
y aceptación del "otro".
3. DEFINICIÓN DE PAZ.
RECUERDA:
La educación para la
paz es un espacio de
encuentro y un tiempo
de relaciones humanas
gozosas.
La paz es un espacio de encuentro y un tiempo de
relaciones humanas gozosas. No es sólo ausencia
de guerra, ni significa ausencia de conflictos.
Convivir en tolerancia y armonía puede suponer un
conflicto continuo, pero es positivo en el sentido
que es una derrota continuada de la violencia. Las
relaciones humanas son siempre conflictivas y la
superación pacífica y positiva de estas situaciones
es precisamente la forma de convivencia armónica
de las distintas culturas, pueblos, religiones,
sexos, razas y demás diferencias que puedan
servir de excusa para la división, el antagonismo,
el odio o la incomprensión.
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La respuesta es precisamente la contraria, en
primer lugar la diversidad nos enriquece, en
segundo término no existen dos personas exactas,
(ni siquiera entre gemelos y mellizos). Es
importante aceptar la diferencia como un rasgo
distintivo de la realidad humana, apreciar la
diversidad como algo intrínseco a nuestra
condición e incluso necesario para compartir un
mundo más divertido, más heterogéneo y menos
uniformado o aburrido.
RECUERDA:
La verdadera paz
surge cuando no
hay vencedores
ni vencidos.
La condición previa para una paz permanente es la
igualdad,
solo
las
desigualdades
pueden
desequilibrar tanto la situación que provoquen
respuestas desesperadas y violentas de rebelión
ante la iniquidad. Por eso a veces se justifica la
guerra como un medio de llegar a una situación
más justa en el reparto que permita una paz más
estable. O se mantienen períodos extensos de
"paz forzada" bajo el terror. Pero ninguna de las
situaciones son correctas, porque la paz que sigue
a la guerra la impone solo la parte vencedora, y
tarde o temprano (a veces incluso lustros después
de creído terminado el conflicto, véase el caso de
los Balcanes europeos) se repite de nuevo el
recurso a la guerra como venganza de la otra
parte perdedora. Como consecuencia, la única paz
posible siempre surge cuando no hay ni vencedores
ni vencidos. En otro sentido, una paz impuesta por
el terror es una violencia contenida, pero no deja
de ser una situación violenta, y por tanto nada
tiene que ver con la paz.
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RECUERDA:
La paz se da
en libertad y
en igualdad, o
no se da.
La paz se da en libertad y en igualdad, o no se da.
Lo que es tanto como afirmar que casi no hay paz
entre nosotros. Al menos dos tercios de la
población humana (para ser optimistas) aún no han
conseguido suficientes niveles de libertad e
igualdad para considerar posible la paz real y
positiva entre ellos, pero además, como la única
paz posible es la "global" (nunca sabemos hasta
dónde pueden verse involucrados terceros países
en las guerras de los otros, pero tenemos dos
experiencias de guerras mundiales), podemos
afirmar que el otro tercio que aparentemente se
considera viviendo en paz, está en permanente
peligro de perder su pacífica existencia, por tanto
no es tan real como se pretende.
Nunca las situaciones injustas engendrarán
períodos pacíficos reales, por eso, a veces es
preferible la "ruptura", aunque sea dolorosa, que
las componendas a medias, porque a la larga se
termina imponiendo la violencia frente a la
injusticia. No existen puntos finales, perdones
generales, olvidos masivos y voluntarios, ni
transiciones ejemplares, si lo injusto permanece o
no ha sido reconocido y exculpado, único camino de
la verdadera conciliación. Y retrasar la resolución
de estas situaciones se termina pagando a un
precio exageradamente alto en términos de
pacificación y convivencia. Tomemos los recientes
ejemplos de América latina y sus "perdonadas"
dictaduras o de nuestra propia realidad social, en
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la que siempre se airea el posible error del
consenso político frente a la ruptura social como
una duda que envenena y empaña la transición de la
dictadura a la democracia, incluso cuestionando
que estemos en una democracia real y no en una
permanente transición sin futuro, (de ahí que
algunos hablen ya, tras veinticinco años de
democracia, de iniciar la "segunda transición".).
4. LA PAZ INTERIOR.
La mente humana se ve incesantemente agitada
por la fuerza de los deseos. A más deseos, más
preocupación, más insatisfacción y menos paz. A
menos deseos, mayor quietud mental.
RECUERDA:
La paz hay que
conquistarla primero
en uno mismo, puesto
que si no hay paz
individual no habrá
paz social.
El hombre vive un momento en el que aún cree que
satisfaciendo sus deseos se acerca a la felicidad,
cuando la verdad es que cada deseo satisfecho
genera emociones nuevas que mantiene la mente
en un estado de efervescencia permanente y
confieren, en la química social, un grado de
inflamabilidad peligroso.
Ahora que estallan graves amenazas sobre la
estabilidad de los pueblos surge el anhelo
colectivo por la paz, a través de la guerra.
Son pocos, sin embargo, los que van más allá del
voluntarismo y comprenden que la paz hay que
conquistarla primero en uno mismo. La paz social
está aún muy lejana y sólo se producirá cuando el
corazón de los hombres se tranquilice en el
equilibrio de sus pasiones.
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La paz es algo más que ausencia de guerra. Es una
experiencia individual en la que la conciencia se
sitúa en el centro de si misma tras trascender las
tempestades de la mente.
No es suficiente gritar en las calles ni llevar
pegatinas para detener la ley insalvable del
encadenado, o la relación causa-efecto. Todo buen
pacifista debe comprender claramente que la
causa última que arrastra a los hombres al
conflicto, al enfrentamiento y, finalmente, a la
guerra es el egoísmo y sus secuelas, la
intolerancia, el orgullo y la ambición.
RECUERDA:
La paz reside en lo
más profundo del
corazón.
En nuestros días, la dinámica de los
acontecimientos ha desbordado todo control y nos
arrastra vertiginosamente.
Es, pues, el momento de que los amantes de la paz
miren hacia dentro y descubran que esta vive en
sus corazones y no en las calles.
No debe ser el terror a los horrores de la guerra
la fuerza que mueva el ánimo de los pacifistas,
sino la constatación y el deseo de compartir una
experiencia interior que ellos ya poseen.
Este camino que lleva al ojo del huracán implica el
control de la mente y los sentidos y no se puede
improvisar. Requiere tiempo y un método. Por eso,
a quien de veras le interesa la paz, le ha de
interesar igualmente su Yo interior.
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La excitación de los sentidos estimula la actividad
mental, interrumpe la armonía interior y crea una
situación incontrolada. Cuando la mente vibra a
alta frecuencia, la fuerza de cualquier deseo se
multiplica y se manifiesta de modo violento. En
otras palabras, se torna una agresión que, a su
vez, estimula los mecanismos de autodefensa de
otros individuos, produciéndose el conflicto y la
fricción.
RECUERDA:
La verdadera paz es
la armonía interior
que lleva a un estado
natural de felicidad.
Por medio de una fuerte disuasión externa, este
proceso puede reprimirse temporalmente, pero
nunca evitarse. Puede no haber violencia física,
pero las tremendas vibraciones de la violencia
interna contenida, son suficientes para contaminar
la atmósfera y alejar cualquier posibilidad de paz.
No serán los policías ni los soldados quienes
garanticen definitivamente la paz del mundo, sino
que ésta será alcanzada por el hombre a través de
la autodisciplina y la meditación; porque la
auténtica paz es armonía interior, un estado
natural de felicidad.
Del mismo modo que el resplandor de la luna es un
reflejo de la luz del sol, la paz externa es
solamente un reflejo de la paz interna. Para que un
árbol crezca es preciso alimentar su raíz. No tiene
objeto mojar, una a una, todas sus hojas. Del
mismo modo, si queremos extender la paz en el
mundo de nada servirá crear un orden artificial
externo, sino que se impone establecerla primero
en las mismas raíces del individuo.
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No hay que olvidar que la semilla que hoy
sembramos, será el fruto que mañana recogemos.
RECUERDA:
La primera
condición para la
paz es la voluntad
de lograrla.
Cuando los hombres seamos capaces de poner
orden en nuestro interior, habrá automáticamente
orden en la sociedad. La paz hay que conquistarla
dentro, no fuera. Los verdaderos enemigos de la
paz son las pasiones, la cólera, la avaricia, la
ambición, los deseos y los celos que empujan
constantemente al hombre a acciones violentas,
cegándole toda razón.
Quien ordena sus sentimientos y los tranquiliza a
través de la meditación en el silencio, encuentra
automáticamente la paz. Lejos de todo deseo
egoísta, la paz reside en lo más profundo del
corazón. Para sentirla basta detenerse un
momento, cerrar los ojos, relajar el cuerpo, dejar
que la respiración se produzca de un modo fácil,
suave, rítmico y hacer que la mente busque, sin
esfuerzo,
el
silencio
interior
para
que
instantáneamente se produzca un estado de
serenidad y de calma, de alegría y de paz.
Progresivamente, la conciencia se ensancha,
desborda los límites del cuerpo y se extiende
hasta hacerse infinita. Entonces desaparece la
sensación de que uno es un cuerpo; el tiempo y el
espacio se desvanecen y todo cuanto existe es la
existencia misma, la paz más absoluta.
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Por supuesto que hay que trabajar y contribuir al
desarrollo de la sociedad. La diferencia está en
hacerlo con una mente en calma o con el cuidado y
la inquietud de quien acumula tensiones y
agresividad. Meditar cada día es hacer un
esfuerzo más positivo por la paz del mundo que
intercambiar
superficiales
formalismos
o
pronunciar nerviosos discursos de oculta intención
egoísta. Así como una mente violenta irradia
vibraciones
de
violencia
que
afectan
negativamente a cuantos viven a su alrededor, la
mente de un hombre que se zambulle diariamente
en el océano de su paz interna, transmite
vibraciones de armonía que elevan e inspiran a
cuantos entran en contacto con él. No necesita
hablar mucho para que todos se sientan
penetrados por su paz.
RECUERDA:
No hay camino para
la paz, la paz es el
camino.
La paz es una cualidad del alma. No puede
permanecer en las personas avariciosas. Llena el
corazón puro, abandona a la persona pasional y
huye de la gente egoísta. Es el ornamento de la
persona sabia.
La paz es un estado de quietud. Consiste en estar
libre de la perturbación, la ansiedad, la agitación,
el descontrol, o la violencia. Es armonía, silencio,
calma,
reposo,
descanso.
Específicamente,
significa la ausencia o el cese de la guerra.
La paz es el estado natural y feliz del hombre. Es
su derecho de nacimiento. La guerra es su
desgracia.
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Todo el mundo desea la paz y la reclama. Pero ésta
no llega fácilmente. E incluso, cuando lo hace, no
dura mucho tiempo.
5. LA MORADA DE LA PAZ.
La paz no se halla en el corazón del hombre carnal,
ni en el de los políticos, dictadores, reyes, ni
emperadores.
La paz se halla en el corazón de los sabios y de los
hombres espirituales.
RECUERDA:
La paz no habita
en las cosas
externas, sino
dentro del alma.
La avaricia, la pasión, los celos, la envidia, la ira, el
orgullo y el egoísmo son los enemigos de la paz.
Aniquila a estos enemigos con la espada del
desapasionamiento, la discriminación y el
desapego, y disfrutarás de una paz perpetua.
La paz no se halla en el dinero, las casas, ni las
posesiones. La paz no habita en las cosas
externas, sino dentro del alma.
El dinero no puede proporcionarte la paz. Puedes
comprar muchas cosas, pero no puede comprarse
la paz. Puedes comprar una cama grande y
esponjosa, pero no puedes comprar el sueño
placido que da la paz. Puedes comprar buenos
alimentos, pero no puedes comprar el apetito.
Puedes comprar buenos medicamentos, pero no
puedes comprar la salud. Puedes comprar buenos
libros, pero no puedes comprar la sabiduría.
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Sepárate de los objetos externos. Medita y
descansa en tu propia alma. Alcanzarás entonces la
paz duradera.
Nada puede proporcionarte la paz sino tú mismo.
Si no tienes paz dentro de ti mismo, es inútil que
la busques en los objetos y fuentes externas.
6. LA PAZ ES VITAL PARA EL
CRECIMIENTO.
RECUERDA:
La paz es vital
para nuestro
crecimiento
personal.
La paz es la posesión más necesaria de esta tierra.
Es el mayor tesoro de todo el universo. La paz es
el factor más importante e indispensable para
todo crecimiento y desarrollo. Con la paz y la
calma se facilita el bienestar espiritual.
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