LA SEMILLA Simón Pachano [email protected] Publicado en: Diario El Universo Fecha: Lunes, 24 de noviembre de 2003 Nuevamente la inexperiencia y la falta de preparación han colocado al país en el borde del abismo. Lo que pudo haberse resuelto con una sencilla declaración que expresara la verdad de lo sucedido en la campaña, fue convertido en madeja enredada a la que le van haciendo más nudos cada vez que tratan de desenmarañarla. Si el señor Fernández contribuyó con dinero o con bienes (¿de qué otra manera participa un empresario en una campaña?) y si estos no tenían origen legal, eso no compromete a quien los recibió. Incluso la ley dice claramente que el funcionario que hubiere recibido dinero proveniente de actividades vinculadas con el narcotráfico deberá dejar de inmediato el cargo, siempre y cuando hubiera tenido conocimiento de la procedencia del dinero o de los recursos. No hay razones para suponer que en ese momento alguien sabía de los andares del empresario manabita. No se había iniciado investigación alguna y, de lo que se ha podido conocer hasta ahora, ni siquiera existían sospechas. Esa era toda la verdad, y bastaba sólo comunicarla junto con la firme decisión de ir con la investigación hasta las famosas y nunca alcanzadas últimas consecuencias. En lugar de hacer algo tan sencillo –que fue lo que hizo el vicepresidente desde el inicio-, el presidente ha escogido el camino más difícil y peligroso. Ha optado por el enfrentamiento, no sólo con uno sino con dos contendores, cuando ha identificado al diario El Comercio y a la Izquierda Democrática como los causantes de todo el embrollo. En lugar de ofrecer claras muestras de querer llegar al fondo del asunto, lo que significa investigar hasta que se detecten todas las conexiones de la red, ha preferido quedarse en lo accesorio, en el origen de la denuncia, lo que más bien huele a ansia de venganza que a anhelo de justicia. Así, en lugar de ayudar a evacuar las aguas pestilentes que amenazaban con salpicarle ha contribuido a agitarlas y hasta ha logrado terminar empapado por ellas. La ofuscación en la respuesta, que sin duda se debe a la falta de experiencia y a la ausencia de una visión clara sobre la propia responsabilidad que le cabe a éste y a cualquier gobierno, comienza peligrosamente a interpretarse como afán de ocultamiento. Es lo peor que le podía pasar no sólo al gobierno sino al país. Cuando se siembra la semilla de la desconfianza en los más altos niveles de la política, ésta germina hasta abarcar al conjunto de las instituciones y no sólo de las personas que transitoriamente las dirigen. Incluso el propio primer amigo y socio internacional puede pasar a integrar el grupo de los que van perdiendo la confianza, porque para él éste es el tema central en su agenda de relaciones con los países andinos. Penosamente, el gobierno ha mostrado no estar a la altura de las circunstancias en el manejo de un conflicto que podía no ser tal. Mientras tanto, en clara advertencia a lo que puede venirse, grupúsculos fascistoides se solazan quemando al mensajero.