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Foto: EFE.
SP
embarazo y parto
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iedos
Los
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shocks
del embarazo
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Los meses de gestación son como una montaña
rusa: vivís en un constante torbellino de sensaciones.
Primero te asaltan la dudas, luego aparecen los miedos
y, por último, mucha ansiedad. Aprendé a sobrevivir
al sube y baja emocional y, con calma, esperar la
felicidad pura: disfrutar de tener a tu hijo en brazos.
l ENERO 2015
N
o me reconozco! ¡Mi pareja dice que
estoy ultra demandante! Y hasta
familiares y amigos parece que ya
no me entienden. Lo que antes te
pasaba inadvertido ahora te irrita; tus emociones
fluctúan, en cuestión de horas, entre la alegría y la
melancolía, entre sentirte invencible y percibirte
frágil e insegura. ¡¿Esta era la dulce espera de
las nueve lunas?!
El embarazo conlleva importantes cambios
hormonales que se traducen en transformaciones
físicas evidentes, pero también en sentimientos
y estados de ánimo que se tornan inmanejables.
Estos vaivenes pueden influir en el rendimiento
laboral, las relaciones interpersonales y la sensación de bienestar, en general. Los niveles de
estrógenos y progesterona de la futura mamá se
disparan para prepararla física y psicológicamente
para la maternidad. Las hormonas llevan órdenes
a todo el organismo a través de la sangre e intervienen en las funciones corporales, influyen en
la salud y también en el ánimo. Si a estas causas
químicas sumamos el malestar y cansancio que
producen algunos síntomas del embarazo (náuseas, insomnio, constipación, etc.), es de esperar
mínimamente un humor cambiante.
Pero lo que hay que saber es que la revolución
es pasajera y normal, y que el embarazo también
hace que te sientas plenamente viva y feliz.
Las dudas iniciales
Tu organismo y tu psiquis necesitan reacomodarse a la nueva situación del embarazo.
Estableciendo un correlato con lo que ocurre
en tu vientre, debés «retener» al embrión, por
lo tanto, es normal una actitud de repliegue
sobre vos misma. En esta introspección, también surgen dudas sobre si es el momento o
no de llevar adelante una gestación.
Especialmente durante las primeras semanas, y
meses, es bastante común experimentar una gran
ambivalencia acerca de la noticia de la maternidad. Podés sentirte alegre y excitada, de a ratos
insegura, al punto de que a veces preferirías no
estar embarazada. Te asaltan las dudas acerca de
si la decisión es la correcta, te planteás si estás
dispuesta realmente a modificar tu estilo de vida
y a afrontar las nuevas responsabilidades que
implica tener un hijo a cargo.
Se alternan el imaginario idílico donde te proyectas con tu bebé en brazos y en familia, con el
arrepentimiento y el agobio por la incertidumbre
que genera el futuro. ¿Podré con todo? ¿Mi pareja
me acompañará? ¿Seré una buena madre? ¿Contaré con estabilidad económica para afrontar las
nuevas responsabilidades? ¿Debo contarlo ya?,
¿cómo reaccionará mi entorno?
También puede ocurrir que, aunque tu pareja
esté feliz con la noticia, debido a que para él aún
los cambios no son tangibles como para vos,
parezca lejano a todo lo que está ocurriendo en
tu interior y te sientas sola.
Si es tu primer embarazo, es probable que
surjan inquietudes fuertes en torno a situarte
en el lugar de madre, reorganizar prioridades,
relaciones, iniciar un vínculo de apego con la
vida que estás gestando.
Aun si tu embarazo no ha sido planificado,
pero es deseado, de a poco, y sin pretender
* Por: Lic. Miriam Olaizola. Preparación al parto y obstétrica
en el Hospital Italiano de Buenos Aires.
Ser consciente de tu responsabilidad*
El embarazo es, primeramente, un hecho biológico,
y si bien los cambios que
implica generan en algunas
mujeres una crisis, es también una oportunidad muy
rica para trabajar desde la
conciencia del ser. Poder
conectarse con su cuerpo
y emociones, le permite a
la embarazada atravesar
la experiencia desde un
lugar de mayor autonomía
y confianza, lo cual, además
de tener mucho valor en
el momento del parto, trae
aparejado un enriquecimiento personal para toda la vida.
En el siglo XXI vivimos en las
grandes ciudades sin tiempo
disponible para el trabajo
personal, y creemos que son
los otros los que harán esta
tarea por nosotros (médico,
partera, etc.). Esta actitud
hace que muchas mujeres,
al enfrentar el proceso del
embarazo y el momento del
parto, se sientan inseguras,
atemorizadas, desbordadas
emocionalmente y carentes
de recursos tanto corporales como emocionales.
Entre los temores que
surgen son frecuentes
el miedo al cambio de la
imagen corporal, a que el
compañero pierda el deseo
por una, a perder la integridad física, miedo de no ser
buena madre y a cómo seré
tratada en el parto. En estos
temores influyen mucho los
relatos familiares, un material riquísimo para ser elaborado, allí residen muchas
de las inseguridades así
como la creencia de un
destino heredado. Si dejamos que estos mandatos
nos condicionen ponemos
en peligro el poder vivir la
mayor y más importante
experiencia de nuestra
vida de manera positiva.
Hoy día, existen diferentes técnicas corporales
para que las embarazavdas puedan explorar su
singularidad, fortalezas y
temores y así llegar plenas
de conciencia y apertura
a una experiencia tan trascendental como es dar a
luz. Es importante hacerse
un tiempo para disfrutar
de actividades que reduzcan el estrés: bailar, cantar,
meditar, yoga, tejer, talleres
de arteterapia, talleres de
escritura, cerámica, etc.
Hay opciones para todas.
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asimilar todas las reestructuraciones de un día
para el otro, irás adaptándote a la llegada de un
hijo. La naturaleza es sabia y nos da nueve meses
para hacerlo gradualmente. Es importante que
descanses bien y hagas una consulta precoz con
el ginecólogo para ir esclareciendo inquietudes.
Hablar con tus seres más queridos también puede
ayudarte a disipar las angustias primeras.
Miedos esperables
Cada embarazo es un camino único para
cada mujer, donde las preocupaciones y los
miedos están muy vinculados a su historia
familiar, su personalidad y las creencias
de su entorno acerca de la maternidad. Lo
importante es no dejarse aturdir por fantasías que puedan estresar y afectar la salud.
Sentir miedo es algo innato en el ser humano,
una estrategia de supervivencia, especialmente
frente a las experiencias desconocidas. Un
embarazo, aunque no sea el primero, es siempre
un camino lleno de incertidumbres y aspectos
desconocidos. El feto crece fuera de tu vista y,
aunque los controles médicos y los cuidados
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El primer trimestre suele ser bastante
sintomático y, a veces, estos síntomas
que son esperables, se interpretan como
una enfermedad y no como parte de este
proceso biológico que es el embarazo. La salud del bebé suele ser la inquietud
más frecuente. Pasado el primer trimestre,
la mujer entra en un estado de plenitud,
se nota su panza, el bebé se mueve, ya
se nota el embarazo y los malestares
desaparecieron. Se dice que es la mejor
etapa. Ya en el último trimestre, se empieza a tomar conciencia de que ya falta
menos y surgen varios miedos. Se inicia el
curso de preparto, donde la embarazada
conoce a la partera, se vincula con otras
embarazadas y se aborda el tema desde
un punto de vista más profesional. A esta
altura, los grandes miedos tienen que ver
con el día del nacimiento: si se van a dar
cuenta de los síntomas, si van a poder
tolerar el dolor, si van a poder transitar
ese camino... Se deja de fantasear con el
parto ideal y se toma conciencia del parto
posible, tanto por las situaciones que se
puedan presentar como por la capacidad de parir. En un curso de preparto se
busca responder a estas inquietudes para
que la embarazada pueda llegar al día
del nacimiento lo más tranquila posible. El consejo principal es que traten de
conectarse con el embarazo, haciendo
actividades para favorecer el vínculo con
el bebé en camino y permitirse un espacio
y un tiempo, tan difíciles en estos días.
Caminar, yoga, eutonía, esferodinamia,
pintar, escuchar música. Lo importante
es compartir un espacio con el bebé y
la pareja o acompañante y relacionarse
desde un lugar de placer y no de temor.
prenatales son fundamentales para que todo
evolucione sin riesgos y saludablemente, siempre habrá factores que no se pueden controlar.
Lo importante, como en la vida en general, es
que los miedos a lo incierto no te paralicen ni
estresen al punto de perjudicar tu salud y la del
bebé en camino.
Los temores más habituales de las futuras
mamás están vinculados con la salud del bebé,
el momento del parto y la maternidad en general. También, según el caso, los miedos giran en
torno a la modificación de la vida en pareja,
l ENERO 2015
* Por: Lic. Laura Gavilán. Preparación al parto y obstétrica en el Hospital Italiano de Buenos Aires. [email protected]
Según avanza el embarazo*
A
Foto: EFE.
a la pérdida de la independencia o la capacidad
profesional.
Es importante que puedas reconocer a qué
tenés miedo. No ocultar estos sentimientos,
poder verbalizarlos y compartirlos con alguien
de confianza que te ayude a redimensionar con
más objetividad tu percepción del momento.
Informarte con bibliografía fiable y con el obstetra
o partera también es una manera efectiva de ir
disipando preocupaciones. Intercambiar vivencias
con otras embarazadas y madres ayuda a darte
cuenta de que no sos la única a la que le ocurre
todo esto, que otras mujeres han atravesado con
éxito sensaciones similares. Pero atención, no hay
que dejarse influenciar por las historias terribles,
las opiniones negativas o las personas temerosas,
¡no es eso lo que estás necesitando!
Es muy útil que aprendas a manejar tus miedos
porque, de lo contrario, éstos te robarán una
energía muy preciada durante el embarazo lo que
provocará un estado de tensión permanente que
te impedirá descansar bien, hacer correctamente
la digestión y disfrutar de este momento único
en la vida. Existen varias estrategias a las que
podés recurrir: técnicas de relajación y respiración, conversar con amigos, pareja, familiares
sobre tus inquietudes, tener una actividad que
disfrutes y te distraiga, planificar con tiempo
algunas cuestiones prácticas y materiales para
el futuro, buscar apoyo de un profesional de la
psicología. Los cursos de preparto así como los
grupos de maternidad coordinados por doulas
pueden convertirse en un espacio importante de
contención. Allí se proporciona información sobre
los cuidados durante los meses de gestación, las
etapas del parto, la lactancia y el vínculo con el
recién nacido, entre otros.
La ansiedad
del último tramo
De pronto todo a tu alrededor resulta inoperante, lento o insatisfactorio. Perdiste la
paciencia. ¡Hay que resolver ya! Cuestiones
domésticas, antojos, compras, el cuarto del
bebé, el turno con el médico, las tareas del
colegio de los chicos. Tu jefe, tu pareja,
tu vecino son motivo de irritabilidad. Y la
ansiedad se apodera de tu psiquis… ¡cuidado!
Es normal experimentar momentos de este tipo
durante el embarazo, siempre que no sean constantes o lo suficientemente importantes como
para interferir en las actividades cotidianas. En
tal caso, la ansiedad se considera un problema
que debe consultarse de inmediato.
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Consejos para reducir el
estrés gestacional
●●Reconocer que
las dudas, miedos
y ansiedades son
sensaciones normales en todos los
seres humanos y
adquieren particular intensidad
ante el embarazo
y la nueva maternidad. No te sientas
culpable por estas
contrariedades,
mejor es ocuparte
de manejarlas lo
mejor posible.
●●Pedir ayuda
cuando la necesites: la autosuficiencia y el
perfeccionismo
son importantes
enemigos de las
mujeres embarazadas. No te aísles,
hay mujeres que
ya pasaron por lo
mismo que vos y
seguramente estén
dispuestas a darte
una perspectiva
tranquilizadora.
●●Filtrá los comentarios, consejos
y personas que
emiten juicios
negativas, no todas
las personas tienen
la capacidad de
manejar sus propios miedos y conflictos, y menos aún
de transmitir serenidad y optimismo.
Quedate con lo
útil para cumplir
tu rol de madre de
la mejor manera
posible.
●●Considerá la
posibilidad de
unirte –o inclusive
iniciar– un grupo
de mujeres que
estén en situación similar. No
es necesario que
hablen siempre
del embarazo,
pueden compartir
alguna actividad
que les guste.
l ENERO 2015
A
Las embarazadas solas, con conflictos maritales, con problemas económicos o enfermedades de base (tanto físicas como psicológicas)
constituyen un grupo de mayor vulnerabilidad en cuando a los aspectos
emocionales. En estos casos, hay que prestar especial atención a los
cuidados psicológicos y procurarse contextos de apoyo que aporten
soluciones y bienestar. A veces esa contención está en el grupo familiar o de amigos, y cuando ellos no pueden desempeñar este papel, se
puede recurrir a redes sociales organizadas e instituciones que brindan
tanto apoyo social, emocional como asistencia tangible para resolver
situaciones adversas. La figura de la doula puede tener un papel muy
beneficioso en estos casos. Asimismo, puede ser positivo el asesoramiento psicológico prenatal.
Alrededor del octavo mes de gestación tu corazón late más deprisa, la sangre circula más rápido,
los órganos funcionan al máximo rendimiento...
te sentís cansada pero pletórica, ya tenés deseos
de conocer a tu bebé, sentirlo, verle su carita.
Surge una necesidad irrefrenable de ordenar y
limpiar toda la casa: a esto se le conoce como el
síndrome del nido.
Los expertos interpretan este comportamiento
como una estrategia inconsciente de la futura
mamá para controlar lo que le rodea, dado el
caos emocional en el que está inmersa y sobre
el que no tiene poder alguno, como el miedo
al parto. Este síndrome es más habitual entre
mujeres inquietas y nerviosas. Mantenerte activa
organizando placares y cajones será una buena
terapia siempre y cuando el ímpetu por fregar la
casa no te exponga a situaciones de riesgo como
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levantar peso, quedar extenuada, hacer equilibrio
arriba de escaleras, lesionarte, etc.
En cuanto a los antojos, ese deseo imperioso
de comer un alimento concreto puede estar
motivado por un estado de ansiedad normal
del embarazo. Pero la mayoría de las veces no
se trata de un capricho, sino de una necesidad
física de algún nutriente. Debido a los cambios
metabólicos, el cuerpo puede «pedir», por ejemplo,
alimentos ácidos, que a lo mejor nunca antes te
habían llamado la atención, como los pepinitos
en vinagre. Estos alimentos ayudan a agilizar la
digestión lenta propia del embarazo. La apetencia
súbita por el dulce puede responder a una bajada
de azúcar, lo que también es común durante la
gestación. Si ocurre a menudo, conviene llevar
caramelos sin azúcar a mano. En definitiva, si
los antojos no son permanentes o referidos a
alimentos poco saludables (grasas, fritos, picantes,
etc.) saciarlos es tranquilizante y compensador.
Algunas técnicas para reducir la ansiedad del
embarazo son las mismas que se mencionaron
para manejar tus miedos. Decirles no al café, el
té, el mate, el chocolate y las comidas muy condimentadas es una forma de evitar introducir en
tu organismo sustancias que pueden aumentar
el nerviosismo. Hay que tener presente que la
ansiedad permanente provoca un gran estrés al
organismo, que comienza a generar sustancias
tóxicas, y está comprobado que estos estados
prenatales puede provocar partos prematuros,
bebés de bajo peso o con trastornos intelectuales
y de conducta, en el futuro. SP
l ENERO 2015
Por: Mariana Nirino. Supervisión: Dr. Mario Sebastiani. MN 49800. Médico Obstetra del Hospital Italiano de Buenos Aires.
Foto: EFE.
La importancia de la contención
en situaciones vulnerables
A
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