Niños de Nicaragua caminan 7 km diarios para ir a escuelas de

Anuncio
NOTICIA MÁS DE UN CENTENAR ASISTE A CENTROS EDUCATIVOS EN UPALA
Niños de Nicaragua caminan 7 km diarios para ir a escuelas de Costa Rica
CARLOS EDUARDO VARGAS - 12 de febrero de 2014 a las 12:00 a.m.
Convenios y tratados obligan a los docentes a recibir a alumnos extranjeros
En la Escuela de La Cruz de Upala, la mitad de alumnos son del país vecino
Upala, Alajuela. Aunque viven en países diferentes, Christian Medina y Josué García van a la misma escuela todos los días. Son amigos, y en los recreos aprovechan para jugar fútbol. Ambos sueñan con
crecer: Christian quiere ser piloto de avión y Josué camionero.
Pero al sonar la campana que anuncia el final de las clases, Christian, de 11 años, vuelve a su casa, en Nicaragua, y Josué, de 9, se queda en Costa Rica.
Christian es uno de los 103 niños que camina 7 kilómetros todos los días desde El Coral, al sur de Nicaragua, hasta La Cruz de Upala, al norte de Costa Rica.
Para ellos es una rutina natural pues ni siquiera tienen claro dónde está esa línea imaginaria que los adultos convinieron un día para dividir los dos países.
La romería de estudiantes nicaragüenses hacia escuelas ticas se vive en los poblados de la frontera norte, como La Victoria, La Cruz y Parcelas de París, ubicados en el cantón alajuelense de Upala.
De los 92 alumnos que iniciaron este curso lectivo en la Escuela de La Cruz, 40 viven al otro lado del mojón 13, en el poblado nicaragüense El Coral.
Llegan atraídos por la educación tica a la que sus padres califican como de mejor calidad.
“Son más lindas las escuelas de acá”, comentaron Alejandra y Marjorie Chavarría poco antes de devolverse sobre sus pasos y cruzar la frontera norte, al finalizar el primer día de clases.
No tienen bultos. Solo bolsas plásticas para llevar los útiles y uniformes que una de sus maestras les regaló. Cargadas con esas bolsas, las niñas se perdieron en el camino de piedras, mientras se adentraban
en suelo nicaragüense.
“Ellos van a estudiar; es lo más importante para una persona. Tanto los policías ticos como nosotros, les damos seguridad”, dijo Yader Abounza, de la Policía Nacional nicaragüense.
Con polvo o barro. Cada día, caminan media hora en cada país, ida y vuelta. Algunos, como Christian, viajan en humildes bicicletas.
Normas internacionales, como la Convención de Derechos del Niño y los documentos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), obligan a las escuelas a recibir a estos niños.
En esa normativa se establece que la situación migratoria no es razón para negar la educación a un menor. “A ellos solo se les pide constancia de nacimiento. Muchos tienen documentos de acá, pues sus
madres vienen a dar a luz a Upala”, explicó Wagner Rodríguez, director de la Región educativa Norte-Norte, del Ministerio de Educación Pública (MEP).
Rodríguez escogió laEescuela de La Cruz para inaugurar el curso lectivo. Fue sorprendido por las docentes de la escuela nicaragüense de El Coral, que decidieron abrir su año lectivo llevando a sus niños a la
Escuela de La Cruz.
Esa mañana de lunes, se cantaron los himnos de ambos países; Christian solo cantó el de Costa Rica porque no se sabe el de su país.
“Se les da Historia y Geografía costarricenses. En fechas como el Día de la Madre, celebramos el de Nicaragua en mayo y el nuestro en agosto”, dijo Ana Celia Canales, directora de la Escuela de La Cruz.
Otras fechas son más complicadas. “La celebración del día de Juan Santamaría sí es un poco confusa, pues ellos tienen sus propios héroes y batallas”, agregó Canales.
Aunque con héroes e historias diferentes, los niños se relacionan sin problemas. La directora asegura que en 16 años de laborar ahí, nunca ha tenido líos entre los estudiantes debido a su nacionalidad.
La convivencia no solo es entre los niños, los educadores también. A menudo realizan intercambios de experiencias, especialmente para ayudarle a los de las escuelas nicaragüenses en materias como
informática o inglés.
Esta es una especie de zona neutra, donde unos y otros aprovechan las ventajas de cada país.
En unos años, cuando Christian sea piloto de avión y vuele sobre esta frontera, notará que no hay nada que le diga que su amigo Josué vive en un país diferente. Entonces, deseará bajar, ponerse los tacos y
volver a jugar mejenga con él.
© 2013. GRUPO NACIÓN GN, S.A. Derechos reservados.
(http://de.gruponacion.biz/RealMedia/ads/click_lx.ads/nacion.com/Noticias/Regional/LNCNWS20140212_0016/1225553003/x99/default/empty.gif/79634738636c4a58504355414145374d)
Descargar