LAS LLAGAS GLORIOSAS DE CRISTO El director de la Oficina de Información de la Santa Sede ha analizado el mensaje lanzado el Domingo de Resurrección por Benedicto XVI desde la plaza de San Pedro del Vaticano en el último editorial de «Octava Dies», semanario producido por el Centro Televisivo Vaticano, del que también es director. En su mensaje pascual, el obispo de Roma invita a «fijar la mirada del alma en las "llagas gloriosas", que el Resucitado lleva en su cuerpo glorificado, para que así «podamos entender el sentido y el valor del sufrimiento, podamos aliviar las múltiples heridas que siguen ensangrentando a la humanidad, también en nuestros días». «Después de los días de la Pasión, la Pascua no significa olvidarlos. Sino llevarlos con nosotros, transformados en una vida guiada plenamente por el amor y la esperanza», añade. El Papa en su mensaje se detiene ante las «llagas de la humanidad, abiertas y dolientes en todos los rincones del planeta, aunque a veces ignoradas e intencionadamente escondidas; llagas que desgarran el alma y el cuerpo de innumerables hermanos y hermanas nuestros». Recuerda que las relaciones entre personas, grupos y pueblos, están marcadas por el egoísmo, el odio y la violencia, que la dignidad de la persona humana es a menudo «denigrada y vulnerada». «Saber que el Resucitado está con nosotros y mirar sus llagas gloriosas, significa por lo tanto -dice el portavoz vaticano citando al Papa-- comprometerse activamente en favor de la justicia, derramar signos luminosos de esperanza. Multiplicar los testimonios de mansedumbre y perdón. Caminar por la senda de la solidaridad y de la paz». «Jesús Resucitado envía por doquier a sus discípulos como testigos de la esperanza y les asegura: "siempre estoy con vosotros". El lunes de Pascua, el Papa recordó a los mártires cristianos del año pasado y, en los próximos días, visitará, en la Isla tiberina, el memorial de los mártires cristianos del siglo pasado. Personas que fijaron su mirada, con fe, en las llagas gloriosas de Cristo. Y que nos acompañan, también ellos, por medio de una historia difícil, pero iluminada --precisamente-- por la esperanza», concluye el padre Lombardi.