18B - Monestir Sant Pere de les Puel·les

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Domingo 18º tiempo ordinario, ciclo B
LA EUCARISTÍA, CIMA Y FUENTE DE LA EVANGELIZACIÓN
del texto base del Congreso Eucarístico Internacional de Sevilla (1993)
La Eucaristía nos remite inmediatamente al misterio de la Trinidad, ya que en ella se
manifiesta y revela la grandeza del amor de Dios Padre, la mediación salvadora y pascual del Hijo, y la comunión de vida en el Espíritu. Tiene como primer objeto la manifestación viva del misterio trinitario y de su economía de salvación.
La Iglesia, sobre todo en la gran plegaria eucarística, da gracias con Cristo al Padre
en el Espíritu Santo por todos los bienes que nos concede en la creación, y de una manera verdaderamente especial en el misterio pascual, y le pide la venida de su reino. La
exclamación doxológica final de la plegaria eucarística: «Por Cristo, con él y en él, a ti
Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, recibe todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos», rubricada por el «amén» de la asamblea, expresa y proclama la dimensión trinitaria de la eucaristía, en la que se realiza aquella unidad y solidaridad entre los hijos de Dios, que es anticipación y prenda de la unidad escatológica.
Por la eucaristía, el cristiano expresa y se siente llamado a vivir comunitariamente en
unidad y diversidad, igualdad y pluralidad a ejemplo de la Santísima Trinidad.
El ser humano, tanto ayer como hoy, ha buscado y busca la liberación y la libertad, la
salvación y la vida. Esta búsqueda constituye uno de los signos de los tiempos que la
Iglesia tiene que discernir e interpretar a la luz del evangelio. El sueño de la libertad plena aparece roto por la humillación de las nuevas servidumbres, que dejan al descubierto
las «ambigüedades del proceso moderno de la liberación». Ante esta situación, el cristiano no se desanima. Ayer como hoy continúa creyendo, proclamando y celebrando la
original liberación que procede de Dios en Cristo, y que la Iglesia continúa realizando en
la historia de manera muy especial en la celebración de la eucaristía. [...]
Participar en la eucaristía compromete al cristiano a ser como un «sacramento» de
liberación para los seres humanos en todo aquello que esclaviza o aprisiona su existencia y que tiene el pecado por raíz. El compromiso y la entrega liberadora que implica la
eucaristía son realización y prenda de evangelización para la vida. [...] No podemos separar eucaristía, ágape y diaconía, si no queremos contradecir la enseñanza de la misma Escritura. La última cena, con el lavatorio de los pies, manifiesta de una manera especial esta conexión entre comida, caridad y servicio,
Jesús establece una relación entre el convite eucarístico y el banquete del reino,
porque los dos implican igualmente convocación, reunión y celebración festiva, comunión y alianza nueva. San Pablo usa el término «koinonía» para significar la comunión
en el cuerpo y la sangre de Cristo (cuerpo material) y la comunión eclesial de Cristo
(cuerpo místico). El pan compartido nos transforma en personas dispuestas a compartir.
La eucaristía no se puede separar del sacramento del pobre. La eucaristía tiene una
dimensión social, igual que la solidaridad humana tiene una dimensión eucarística.
Cuando todo ello se considera parte integrante de la eucaristía y se asume y se vive en
un compromiso por la fraternidad humana y la justicia, ya es evangelización, ya es germen evangelizador, ya es evangelio predicado.
De la Exhortación apostólica Pastores dabo vobis, 13-14, 22
MONESTIR DE SANT PERE DE LES PUEL·LES
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