El Gobierno legisla más rápido para los poderosos que para las

Anuncio
"El Gobierno legisla más rápido para los
poderosos que para las demandas sociales"
El juez que llevó los desahucios ante Europa considera que, casi un año después
de la sentencia que declaraba abusiva la ley española, sólo se ha impulsado una
"ley de mínimos" frente a las exigidas reformas de calado
"La vara de medir del Gobierno es claramente contraria a derechos
constitucionales"
Eldiario.es
20/02/2014 - 21:22h
El juez Seijo cree que rechazar la dación en pago frustra la iniciativa popular. / Efe
El 14 de marzo de 2013, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea declaró abusiva la aplicación
de la ley española sobre desahucios. Concretamente, sobre el caso de Mohamed Aziz contra
Caixa Catalunya. Pero la sentencia iba más allá, porque sirve de precedente para cualquier juicio
en nuestro país.
La cuestión prejudicial la había planteado el mismo juez que no pudo detener el desahucio de
Aziz, el titular del Juzgado de lo Mercantil número 3 de Barcelona, José María Fernández Seijo,
que pretendía aclarar si la normativa española entraba en los parámetros de la comunitaria.
El juez Seijo explica ahora que, pese al éxito y el "impacto emocional" que representó esta
sentencia, casi un año después, Aziz no ha podido regresar aún a su casa, las reclamaciones por
cláusulas abusivas que llegan a los juzgados se han incrementado notablemente y el Gobierno,
"a dos velocidades a la hora de legislar", según convenga a los lobbies económicos o los intereses
sociales, ha impulsado una "ley de mínimos" frente a las reformas de calado exigidas desde
Europa.
¿Cuál es actualmente la situación de Mohamed Aziz?
Una de las paradojas del 'caso Aziz' es que el señor Aziz, que da nombre al procedimiento y que
es su principal impulsor, todavía no se ha visto beneficiado por las reformas. Yo le di la razón,
pero la entidad financiera recurrió y el recurso todavía no se ha resuelto. Por lo tanto, aún no ha
dado solución al problema de la pérdida de su casa. Cuando se resuelva el recurso, recuperaré el
procedimiento y, si me confirman todo lo que he hecho hasta ahora, tendremos que devolverle
la vivienda.
¿Qué ha supuesto esa sentencia para el resto de familias en riesgo de desahucio?
A raíz de la sentencia, el Gobierno se vio obligado a hacer un cambio legislativo urgente. La ley
1/2013, de 14 de mayo, modificó por completo el sistema de ejecución hipotecaria y, por lo
menos, ha mejorado los instrumentos de defensa de las familias. Pero, sobre todo, se ha
producido un impacto más emocional que ha permitido a los jueces constatar que tienen más
instrumentos para la defensa de los consumidores.
La sentencia del tribunal europeo ha tenido el efecto emocional de decir que los márgenes del
derecho español eran muy rígidos y que, aplicando el derecho comunitario, podría haber una
mejor protección. Aunque el problema no se ha solucionado, porque la crisis económica sigue
instalada en las familias, por lo menos han podido retrasar y eliminar cláusulas abusivas de los
contratos.
¿Tienen ahora los jueces más margen de maniobra?
Ha permitido abrir mucho las barreras y ver que el derecho no es rígido y se pueden hacer más
cosas.
¿Con la llamada ley antidesahucios se ajusta el marco legal a los requerimientos europeos?
No, no. La ley española es una ley de mínimos. El tribunal de justicia exigía que hubiera unas
reformas de más calado y, de hecho, después de la cuestión prejudicial se han planteado nuevas
cuestiones sobre las que el tribunal ha tenido que hacer pronunciamientos. Estamos como los
niños, en evaluación permanente.
"El señor Aziz, que da nombre al procedimiento y es su principal impulsor, aún no se ha visto
beneficiado por las reformas"
¿Hay intención política por amoldarse a la normativa comunitaria?
Poco a poco, sí. Es verdad que, a raíz de las sentencias que se están produciendo, se han
producido cambios legislativos. En el mes de septiembre ya hubo una reforma importante en la
Ley de Emprendedores, que permitía también el perdón de algunas deudas.
Cuesta mucho porque el Gobierno tiene dos velocidades a la hora de legislar. Cuando les
presionan los lobbies económicamente poderosos, cambian las leyes en una semana o en 15 días
y, en cambio, cuando se trata de demandas sociales va mucho más lento.
Desde que se hizo pública la sentencia, ¿ha aumentado el número de reclamaciones por
cláusulas abusivas?
Sí. En los juzgados civiles ha habido un incremento sustancial de los procedimientos de tutela de
los consumidores, y ahora mismo están llenos de este tipo de demandas. No hay una estadística
por materias, porque el año pasado, como el Gobierno introdujo las tasas judiciales, se produjo
una reducción de la litigiosidad. No obstante, en mi juzgado el incremento ha sido del 300%
respecto al año 2012. Sólo en Barcelona estamos hablando de más de 150 reclamaciones
semanales.
La moratoria de dos años –hasta el próximo 14 de noviembre– para los desahucios, ¿es una
ayuda a los afectados o sólo alarga su agonía?
Hay un problema estructural. La crisis sigue instalada y mucha gente compró vivienda a unos
precios desorbitados. Ahora el mercado no tiene capacidad para comprar esos pisos y, a la vez,
entre el paro y la bajada de salarios, cada vez hay menos recursos. El problema es fruto de la
economía española en la crisis y va a persistir. La gente sigue sin tener dinero para pagar sus
hipotecas. La moratoria, probablemente, se tendrá que prorrogar.
No creo que en noviembre de 2014 la clase media española esté en mejor situación económica
para hacer frente a los pagos. Además, los intereses siguen corriendo, por lo que muchas
personas que se acogieron a esa moratoria se pueden encontrar cuando acabe con que deben
más dinero del que debían hace dos años y además continúan con el problema de que no
pueden pagarlo.
Desde el Gobierno se ha impulsado un código de buenas prácticas bancarias al que las
entidades pueden acogerse, si quieren. Desde las plataformas antidesahucios afirman que
tampoco ésta será la solución.
Al final se ha demostrado que es una herramienta insuficiente. Hay tantos requisitos y tantos
papeles que rellenar que, por desgracia, muy pocas familias se pueden acoger a los derechos
que defiende ese código.
Conozco el caso de un chico que pidió un préstamo hipotecario, se quedó en situación de
desempleo, no lo puede pagar y cumple todos los requisitos del código de buenas prácticas.
Pero, como su madre le había avalado, el banco le dice: "Como su madre es solvente y tiene otro
piso, no le podemos aplicar el código de buenas prácticas porque en su entorno familiar hay
gente que tiene dinero".
El código fue un brindis al sol de cara a la galería, pero no es eficaz. Además, la mayoría de las
entidades financieras han vendido los riesgos hipotecarios a fondos de inversión y a banca
extranjera, ajena al código de buenas prácticas.
La Constitución reconoce el 'derecho a una vivienda digna' pero, cuando se ejecuta un
desahucio, ¿qué mecanismos articula el Estado para que una familia no se quede literalmente
en la calle?
Por desgracia, al haberse desmantelado todas las políticas sociales de los ayuntamientos y las
comunidades autónomas, ninguno. Por eso algunos jueces han empezado a dictar una
resolución por la cual suspenden el lanzamiento hasta que los poderes públicos no garanticen
una vivienda digna a los afectados.
Ya se han dictado las primeras resoluciones en ese sentido, e incluso hay algunas sentencias del
Tribunal de Estrasburgo de Derechos Humanos que van en esa línea: hasta que los poderes
públicos no den una alternativa de vivienda, no se puede lanzar al particular de donde está.
Sobre todo, porque hay miles de viviendas vacías ahora mismo. Pero el problema de fondo es
que la crisis ha dejado en situación de desamparo a muchísimas familias.
El anteproyecto de la conocida como 'ley mordaza' considera una infracción grave "los actos
de obstrucción que pretendan impedir a cualquier autoridad, empleado público o corporación
oficial el ejercicio legítimo de sus funciones, el cumplimiento o la ejecución de acuerdos o
resoluciones administrativas o judiciales". ¿Es esto compatible con la movilización social?
El Gobierno, con estas medidas, está desmantelando el Estado de derecho y no está poniendo
solución a los problemas. Lo que está haciendo es taparle a la gente la boca. Cuando se apruebe
esa ley, seguro que se van a plantear muchas cuestiones ante los tribunales, tanto españoles
como internacionales, sobre si se vulnera o no el derecho a la libertad de expresión y de
manifestación. La vara de medir del Gobierno yo creo que es claramente contraria a derechos
constitucionales básicos.
¿Las multas son proporcionales al supuesto perjuicio social?
Todas estas leyes introducen un elemento coactivo cuando, además, en muchas de las
expresiones de potestad no hay un riesgo objetivo del orden público. Cuando unos jubilados se
manifiestan o cuando la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) acude a una entidad
financiera a protestar, realmente no hay una alteración del orden público. Al contrario, suelen
ser manifestaciones muy respetuosas.
Precisamente la PAH ha estado siempre en el punto de mira del PP –su secretaria general,
María Dolores de Cospedal tachó los escraches de 'nazismo puro' y la delegada del Gobierno
en Madrid, Cristina Cifuentes, vinculó a la plataforma con 'grupos filoetarras'–. ¿Cómo ve
usted su labor en estos años de trayectoria?
Las plataformas han tenido una labor fundamental en la mejora de la actual situación. Han
generado la ilusión en muchos ciudadanos de que había cosas que era posible hacer y han
sensibilizado a los jueces con el problema social que hay detrás de los desahucios. Yo sólo puedo
tener palabras de elogio a la PAH, porque creo que su labor de implicación social ha sido
estupenda. Yo creo que han sido respetuosos con nuestro trabajo y nos han abierto nuevos
campos. Nos han puesto la realidad delante de los ojos, que siempre es positivo.
En ocasiones se culpa a los jueces del drama de los desahucios. ¿Qué tiene que decir sobre
esto el juez que los ha llevado ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea?
Es verdad que, hasta ahora, cuando un juez ordenaba un desahucio no le ponía cara al problema.
El proceso civil estaba tan deshumanizado que eran sólo papeles, escritos y números de registro.
No veíamos lo que había detrás de cada casa y de cada caso.
Si el juez no es capaz de comprender y empaparse de la realidad, es normal que tenga mala
imagen ante los ciudadanos. Por eso es importante la labor de las plataformas, que traen a los
afectados y nos dicen: "Mire usted, cuando eche de la casa del piso 7º del número 32 de esta
calle de Madrid, hay esta familia con estos señores y estos problemas". Y eso es muy, muy
bueno, porque sensibiliza a quien tiene que resolver los desahucios.
Descargar