falso motor cultural falso motor cultural

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La gaceta
21 de septiembre de 2009
El
bicentenario,
¿
falso motor cultural
La próxima celebración del
bicentenario –que el presidente
inauguró de facto el pasado 16 de
septiembre– sirve de nuevo (como
lo hizo en el centenario Porfirio Díaz)
para ensalzar una distorsionada visión de país.
Los hacedores de cultura se relamen los bigotes:
el presupuesto premiará casi todo.
En sus marcas...
La gaceta
21 de septiembre de 2009
E
VERÓNICA LÓPEZ GARCÍA
?
n todas las culturas y
a partir de la organización de los estados, la
creación y el establecimiento de una identidad nacional a través
del arte, ha sido uno de los motores
fundamentales para conseguir y
mantener el poder. Por conducto de
las distintas disciplinas artísticas,
los gobiernos se han adueñado de la
historia y en ocasiones también de
los motivos que sirven como trasfondo al arte.
México, como la mayoría de las
naciones latinoamericanas, está
próximo a conmemorar doscientos
años de independencia. En muchos países, y particularmente en
el nuestro, surgen iniciativas –tanto
públicas como privadas– para celebrarlo a través de publicaciones,
exposiciones, películas, obras de
teatro, eventos académicos y otras
manifestaciones que buscan subrayar una idea de nación particular.
Ricos en símbolos colectivos, los
mexicanos repetimos la fantasía
tricolor de los desfiles con los que
celebraron el centenario de la independencia. El imaginario de nuestra identidad es tan callejero como
las fiestas septembrinas y los perfiles luminosos de nuestros héroes.
La historia de México y sus personajes se convierten en proveedores
centrales de los iconos que representan al país.
La próxima celebración del bicentenario del México independiente, llega en un momento crítico, no sólo en el ámbito económico,
sino especialmente en el cultural.
Aún más castigado que el resto de
los sectores, el artístico demuestra
su desgaste y la dificultad con la
que los artistas producen.
El arte y la nación
Los mexicanos que abrieron el siglo
XX, celebraron el primer centenario
de la independencia con una idea de
país sensiblemente distinta a la que
hoy se reconstruye. Los festejos del
centenario sirvieron a Porfirio Díaz
para presentar ante el mundo a
un México moderno, progresista y confiable para la
inversión. El modelo a seguir
se
en-
políticas
8
contraba en las festividades de la
Exposición Universal de París de
1889. México se llenó de cuerpos diplomáticos extranjeros e invitados
especiales, para los que organizaron banquetes, recepciones y bailes.
Hubo desfiles de militares y marinos que acompañaban a sus representaciones.
Como parte de la intención porfirista de construcción nacional, los
medios propagandísticos y la creación artística se dirigieron completamente al ensalzamiento de los
héroes patrios. La historia de México fue vista a través del cuidadoso
filtro selectivo de Díaz. Esta visión
particular fue inmortalizada por
conducto de las artes, y de manera
especial en construcciones civiles y
monumentos que aún reciben guardias de honor, bandas de guerra y
arreglos florales. Fueron justamente
dichos festejos, sus consecuentes
productos artísticos, así como la revolución de 1910, los que orientaron
la evolución natural del arte mexicano.
A partir del movimiento revolucionario, personajes como Vasconcelos, Antonio Caso y Manuel
Gómez Morín, buscaron la modernización por medio del reconocimiento de la diversidad cultural y
combatiendo las doctrinas positivistas que justificaban la colonización y la opresión de las llamadas
razas periféricas.
La intención del pensamiento
nacionalista de ese momento era la
reivindicación de la raíz americana,
aquella que había sido menospreciada y devaluada en ámbitos sociales y de gobierno. Los principales
edificios públicos sirvieron como
galerías para el movimiento muralista, tan cercano al pensamiento
de Vasconcelos y su raza cósmica.
Se intentó, hoy sabemos que sin
mucho éxito, la integración de las
diversidades en un todo armónico.
El mestizaje y el sincretismo cultural habrían de llevar al país a la verdadera modernización. Es aquí en
donde el arte se convierte en uno de
los gestores principales de la identidad nacional. El poder creador de
los artistas se inclinó de forma notable a la construcción del imaginario
patrio que aún sobrevive en múltiples esferas.
Certámenes, premios y convocatorias
En México son pocos los artistas
que tienen el privilegio de vivir de
su trabajo. Si a ello sumamos los
interminables recortes presupuestales que sufre la cultura, nos encontramos ante un panorama árido y difícil. En este contexto, las
convocatorias para la celebración
del bicentenario de la independencia, se convierten en opción casi
obligada para quienes se dedican
a las artes. Además de las posibilidades de reconocimiento social
que supone ganar un concurso nacional, está lógicamente el premio
económico que puede llegar a ser
hasta de 25 mil dólares, como en
el caso del Certamen internacional
de las letras del bicentenario Sor
Juana Inés de la Cruz. De nuevo el
engranaje de gobierno selecciona,
filtra, elige de forma voluntariosa
la serie de criterios con los cuales
dibujará la nueva cara de un país
que, tambaleante, no termina de
caerse.
Orientadas a todas las manifestaciones artísticas, las convocatorias
abiertas con motivo de la celebración del bicentenario para premios
y becas, suman una larga lista, entre
las que se encuentran: Premio nacional de dramaturgia, en las categorías “independencia de México”
y “revolución mexicana”; para el
premio de ensayo histórico, social
y cultural, la convocatoria muestra
“una mirada a la historia, un acercamiento interpretativo a la Independencia de México y a la Revolución
Mexicana”; el Concurso nacional
de pintura y escultura las mujeres
en el arte; el premio bicentenario
de novela histórica; la convocatoria Morelia bicentenario, y hasta el
premio llamado “Para mujeres que
se atreven a contar su historia de
revolución, libertad e independencia personales”. Cada estado de la
república, cada institución pública,
municipio, universidad, organismo,
instituto y hasta asociación civil, se
considera en la obligación de participar en esta dinámica monotemática, que pretende “estimular” la
creación artística.
Bajo la intención manifiesta de
revisar críticamente la historia, de
reflexionar sobre la herencia, así
como los posibles rumbos y escenarios futuros del México independiente, los certámenes responden
más a la intención de una legitimación discursiva de gobierno, que a la
búsqueda de nuevos signos identitarios desde el arte.
La visión sobre la independencia que Porfirio Díaz consagró en
la historia y que luego de la revolución se reorientara, llega a nosotros como una copia folclorista que
intenta escribir sobre las mismas
letras gastadas, repetirse sin cesar,
grabarse aún más en la piedra del
culto a lo nacional. En todos los medios de comunicación el abuso de la
postal patria es la constante: todos
hemos de celebrar algo que no sabemos qué es, pero sigue sonando
a mariachi. [
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CONVOCATORIAS
Celebraciones
ad hoc para
héroes cursis
C
alderón preside el
desfile de los Niños
del
bicentenario,
para honrar la cuestionada y mítica figura de los
niños héroes. También para
los pequeños se ofrece el Bicecalendario coleccionable,
que permite hacer un recorrido virtual por la ruta del padre
Hidalgo, el drama fest en su
llamada Edición bicentenaria
escenificará un monólogo de
cada país participante (Argentina, Chile, España y México),
con actores encapsulados en
burbujas plásticas.
El Centro Nacional de las
Artes presenta el singular espectáculo teatral “En boca de
todos Bocanegra (o de cómo
escribió Francisco González
Bocanegra el himno nacional
o también, de a mí qué con
todo esto del bicentenario)”.
El gobierno de Marcelo
Ebrard ofrece una serie de actividades culturales a las que
ha llamado “generación bicentenario”, es decir, jóvenes
de secundaria y preparatoria.
Para quienes gustan más del
espectáculo, está el proyecto
“Las corregidoras toman la
ciudad”, que ofrece conciertos
en autobuses que recorren el
DF con mujeres que se dicen
“transgresoras, irreverentes
y propositivas en su personalidad musical”, como Susana
Zabaleta y Amandititita. La
intención es divulgar la figura
y el ejemplo de la corregidora.
Como estos, muchos espectáculos continuarán sumándose a la lista de eventos
que poblarán las marquesinas, los medios de comunicación y los espacios públicos.
Los mexicanos comenzamos el siglo XXI con la herencia simbólica de un arte
que ha insistido en contar
una versión parcial de lo que
somos, de lo que representa
nuestra historia y de lo que
define a nuestra sociedad.
Esperemos que esta multiplicación de absurdos patrioteros nos dejen más de
alguna obra crítica y una visión fresca y renovada de lo
que somos. [
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