Un estudio rechaza la autenticidad de la Tizona de Jaume I que se

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Levante 01/03/2006
Un estudio rechaza la autenticidad de la Tizona de
Jaume I que se conserva en Valencia
La espada que se conserva en el Museo Histórico Municipal
de Valencia no perteneció nunca a Jaume I El Conqueridor,
según los estudios realizados por el historiador Ferran
Juste. En su opinión, esta espada perteneció, en realidad, a
un ballestero y no a un rey. Según este estudio, la
protección de la mano no corresponde a su época, sino que
su forma indica que se utilizaba para cargar la ballesta.
También la empuñadora es de estilo gótico mientras que el
protector de los dedos se introdujo en el siglo XV. Juste
argumenta, además, que la hoja de la espada valenciana,
recta y con un corte por un solo lado, es muy raro y se
asemeja más a la hoja típica de un sable de caballería de
los siglos XVIII y XIX.
El historiador concluye su investigación, recogida por la
revista El Temps, que la verdadera espada de Jaume I se
perdió hace muchos años y puede ser, incluso, «para
siempre», asevera.
Esta hipótesis también desbarata la idea de que la mítica
espada, la Tizona, que perteneció al Cid Campeador, es la
que se exhibe en el Museo del Ejército de Madrid. En 2002,
científicos de las universidades de Oviedo y Complutense de
Madrid anunciaron que la espada que se conserva del Cid
es la auténtica. Este estudio revelaba sobre este arma, que
a pesar de la naturaleza extraordinaria que la historia y la
leyenda le atribuye, la Tizona tiene una composición
metálica similar a las de su época. Químicos de ambas
universidades examinaron un diminuto fragmento extraído
de uno de los cantos de la espada que permitió confirmar
que la espada databa del siglo XI. La Tizona o esa 1,153
kilos y mide 0,933 metros. Su empuñadora data del siglo
XV cuando reemplazó a la original de tipo árabe.
Rechaza la teoría de dos espadas
Durante muchos años se ha dado validez a esta hipótesis.
Sin embargo, Ferran Juste está en desacuerdo ya que
Levante 01/03/2006
también desmonta la teoría de la existencia de dos
espadas, la Tizona y la Colada, que el Cid, según cuentan
los historiadores, regaló a sus yernos como símbolo de
aceptación en la familia. Ambas armas le fueron devueltas
cuando fueron echados de la familia por maltratar a sus
hijas.
Según Juste, la llamada Colada va a pasar al Cid de manos
de Berenguer II. Años después, se la daría a Berenguer III
con motivo de la boda con su hija, quien introduciría la
Orden del Temple en Cataluña. El caballero Pere Tisó se va
a encargar de la custodia de la espada, y probablemente,
según el historiador, fue entonces cuando la Colada se
rebautizó como la Tizona. Fue en 1233 cuando Jaume I
reclamó la Tizona, arma que le acompañaría en sus
conquistas. A lo largo de los años, esta espada pasaría a
Jaume II el Just, a Pedro III y a Martín I El Humano. Según
las indagaciones de Juste, la última constancia de la Tizona
es una reseña hecha en Segovia en 1502, como parte de
los bienes de Isabel La Católica. A partir de entonces se
perdió su rastro. A pesar de las hipótesis de Juste, otros
historiadores creen que son dos espadas y que todavía hoy
se conservan. La Tizona formaría parte de la colección del
marqués de Falces en Madrid, quien considera que su
espada es la auténtica del Cid. Aunque, Juste, considera
improbable que eso sea así por las características góticas
de la espada. La supuesta Colada, por su parte, se
conserva en la Real Armería de Madrid, si bien en el
catálogo se dice que pertenece al siglo XIII y que tiene
elementos incorporados del XVI. Según Juste, todas las
espadas que podrían considerarse auténticas han
desaparecido. La espada de Valencia, reproducción o no, se
presenta como un símbolo de los Condados Catalanes.
Hasta el punto, que la Generalitat de Cataluña regala cada
año una réplica de esa espada a los cadetes de la primera
promoción de la Academia de Sargentos de Talarn (Pallars
Jussà). También con motivo de las Olimpiadas de Barcelona
de 1992, se hizo una serie conmemorativa que fue
presentada como «la espada de Don Jaime I».
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