Como historiador, geógrafo y americanista, ocupó en España un lugar preeminente y su fama perdura todavía a través
de los tiempos entre las personas eruditas. Durante los muchos años de registros de Archivos y Bibliotecas pasaron por
sus manos cientos de libros raros y de manuscritos inéditos
que contenían un legado inestimable transmitido por las generaciones pasadas y relegado al olvido por la incuria de los
gobernantes españoles del siglo x i x . Espada encontró en
ellos un material riquísimo para nuestra historia científica y
comenzó a descifrar muchos de ellos y tomar notas y extractos de todos y a ilustrarlos con adiciones aclaratorias escritas
a Veces después de no pocas consultas y pesquisas, y a preparar, en fin, su «Bibliografía de la Historia Natural en España»,
su obra maestra sin duda alguna. Ascienden a miles las cuartillas de este legajo, escritas en letra inverosímilmente diminuta y saturadas de noticias interesantes que fué espigando
nuestro bibliógrafo en autores españoles y aun extranjeros,
así antiguos como modernos. Pero Espada no se dio cuenta
de la falta de ambiente para esa clase de estudios y de que
no encontraría editor dispuesto a darlos a la publicidad y así
se Vio en la triste precisión de tener que archivar el fruto de
tantas y tan prolongadas vigilias.
Otro de los proyectos acariciados por Jiménez de la Espada era el de sacar del olvido los manuscritos de la expedición
Malaspina en las corbetas «Descubierta» y «Atrevida» por los
años 1789-1794. Debía constar la obra de siete volúmenes de
setecientas páginas en folio, ilustradas con setenta cartas y
más de cien láminas y figuras, en fin, un verdadero monumento científico, pero hubo de abandonar también la empresa
por la causa arriba dicha, concretándose a publicar las instrucciones que mandó el famoso Abate Spallanzani para la
recolección de animales y minerales, no sin anteponerla un
prólogo corto pero interesante.
Confiado todavía en que la suerte o los editores le serían
propicios, se arriesgó a copiar íntegros los «Discursos Medicinales del Lic. Juan Nieto», por conceptuarlos, con sobrada justicia, como Verdaderas joyas, no sólo científicas sino
también literarias, pero aun aquí Vino el desengaño, mejor