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Los hermanos Strugatsky, más allá de Stalker; por
Edmundo Paz Soldán
Edmundo Paz Soldán · Sunday, June 21st, 2015
De Boris (1933-2012) y Arkady (1925-1991)
Strugatsky, los escritores más importantes de la
ciencia ficción soviética, sabía sobre todo que eran los
autores de Picnic extraterrestre (1972), la novela
breve en la cual se basó Stalker (1979), esa clásica
película de Tarkovsky. Como muchos lectores, los
estoy descubriendo ahora gracias a nuevas
traducciones de su obra al español y al inglés. En los
Estados Unidos Melville House, una prestigiosa
editorial independiente, ha iniciado su relanzamiento
con dos títulos que se cuentan entre lo mejor de un
corpus que abarca alrededor de treinta libros:
Definitely Maybe (1967) y The Dead Mountaineer’s
Inn (1970).
The Dead Mountaineer’s Inn es un excelente lugar para comenzar con los Strugatsky y
su peculiar mezcla de géneros, su humor de situaciones que remiten a las comedias
del cine mudo. La novela se inicia como un divertimento, una parodia de esas novelas
detectivescas que tan bien sabía armar Agatha Christie: una posada, un muerto en un
cuarto cerrado, ocho sospechosos y un inspector sin muchas ganas de ocuparse del
caso. A la posada en un lugar aislado entre picos nevados ha llegado el inspector
Glebsky en busca de descanso, para enterarse de la leyenda de un montañista
desaparecido años atrás. Del montañista ha quedado un fantasma que deja huellas de
sus pies húmedos por las habitaciones de la posada y comete travesuras (hace ruidos,
lee el periódico, fuma pipa, esconde los zapatos de los huéspedes). No ha terminado el
primer capítulo, y el policial ya insinúa que también tiene filiaciones con la literatura
fantástica.
A medida que el inspector conoce a los huéspedes —un famoso adivino, un millonario,
un físico, etc- y se enreda en diálogos absurdos con ellos y escucha sus bromas (“vine
a escalar las montañas, pero no he llegado a ellas todavía porque están cubiertas de
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nieve”), los hermanos Strugatsky van enrareciendo la atmósfera, creando momentos
inquietantes que apuntan a una fisura en el estado de las cosas: nada es lo que parece,
y tampoco estamos seguros de qué es lo que parece. Por esa fisura ingresa la ciencia
ficción: los extraños visitantes en la posada, ¿son fantasmas, espías o extraterrestres?
De pronto estamos leyendo un policial metafísico, en el que ya no importa tanto quién
es el asesino como la naturaleza misma de la realidad.
“¿Se ha dado cuenta, señor Glebsky,” dice el dueño de la posada, “¿cuánto más
interesante es lo desconocido que lo conocido? Lo desconocido nos hace pensar -hace
que nuestra sangre se desplace más rápidamente y nos lleva a pensamientos
deliciosos. Nos hace señas, nos promete cosas. Es como un fuego parpadeando en la
oscuridad de la noche. Pero tan pronto como lo desconocido se vuelve conocido, se
vuelve tan gris y plano y poco interesante como el resto”. Los hermanos Strugatsky
son muy buenos para crear el misterio, para apuntar a lo desconocido. El género
policial, sin embargo, exige la resolución del misterio, y lo que hace la novela, para
que no todo se vuelva gris y plano y poco interesante, es ofrecer una falsa solución,
que deja abierta la puerta como para que el inspector Glebsky, y nosotros con él, se
quede balanceándose a las puertas del enigma. ¿Novela realista, fantástica, de ciencia
ficción o todo a la vez? Definitivamente, quizás.
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on Sunday, June 21st, 2015 at 1:00 am and is filed under Artes
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