Padres, hijos e Internet Internet ha entrado en los hogares, y los padres han tomado conciencia del riesgo de que sus hijos tengan acceso a información cuyo contenido no debe ponerse al alcance de los menores. Recientes casos sobre pornografía en Internet han abierto el debate, con mayor o menor fortuna, en los medios de comunicación. La pregunta que se harán muchos padres es cómo saber si sus hijos acceden a documentación o información a la que no deberían acceder. Lo primero que deben preguntarse es quién programa el vídeo. Si lo hace uno de los hijos menores, los padres se hallan en desventaja tecnológica. La siguiente pregunta es si el menor tiene acceso a un ordenador, en casa o fuera, y si ese equipo dispone de un módem y para qué se utiliza (para enviar faxes o comunicaciones en red). Por tanto, las averiguaciones han de hacerse en relación con los programas que tiene el ordenador (software) y si dispone de lector de CD-Rom, algo importante, ya que una gran cantidad de CD-Rom, de aspecto idéntico a los CD de música, que se pueden adquirir en los quioscos a un precio por debajo de las 3.000 pesetas, contienen pornografía. Una ojeada a las carátulas de los CD-Rom proporciona información suficiente sobre su contenido. Si se dispone de un ordenador doméstico al que sólo acceden los menores, hay que saber el software que se utiliza, el manual, la caja original, la licencia de uso de los programas que alberga, lo cual dará el grado de legalidad del software instalado. Una forma de saberlo es ver el nombre que aparece cuando se ejecuta el programa que proviene de la persona que tiene la licencia oficial. Una vez se ha obtenido información sobre los programas, hay que saber si el menor tiene archivo gráfico, clips, películas, animaciones, dibujos, archivos de sonido, artículos, textos u otro tipo de software con imágenes de desnudos, instrucciones peligrosas o material inconveniente para su edad. Si el equipo doméstico no es de uso exclusivo del menor, se debe introducir una clave de acceso que permita su manejo sólo en presencia de los padres. Si dispone de un módem, existe la posibilidad de que pueda conectarse a Internet. La siguiente investigación indagará si ha contratado una cuenta de acceso a Internet con algún proveedor en España (más de 300), o fuera (Compuserve), mediante posibles pagos mensuales de unas tres o cuatro mil pesetas a empresas cuyo nombre está bien diferenciado en los extractos bancarios. Y también el incremento de las cantidades facturadas en llamadas metropolitanas de las cuales no se tiene facturación detallada, a menos que se haya solicitado a Telefónica. Todas las llamadas hechas por Internet, aunque se conecte con el otro extremo del mundo, tienen un coste de llamada local. Una vez confirmada esta conexión con Internet, se supone que con autorización, hay que preguntar si usa correo electrónico, si tiene acceso a distintos Bulletin Boards Systems (BBS), si conecta con grupos de discusión (News) y con cuáles. Si es afirmativo, no hay que alarmarse, porque nada es ilegal o poco ético en el uso de Internet, ni tampoco de ello se derivan usos no adecuados de un ordenador o de Internet. Una manera de averiguar si el menor ha conectado con espacios reservados a adultos pasa necesariamente por que los padres tengan un conocimiento mínimo de los mecanismos de Internet. Se puede investigar en el historial del navegador, o revisar la memoria "caché" del mismo, donde se almacenan temporalmente las imágenes y textos que se han visto en la red, o también inspeccionar el libro de direcciones (bookmark). Son los padres quienes deben supervisar las actividades de sus hijos con la televisión, el cine, las lecturas, los ordenadores, sin caer en la satanización de Internet como origen de males que se basan más en el desconocimiento y la desinformación que en su perversidad intrínseca. Del mismo modo que los padres intentan conocer a los amigos de sus hijos y sus actividades, hay que estar al tanto de los ciberamigos y familiarizarse con sus modos de diversión, su vocabulario, etcétera. Porque la razón de ser de Internet es la comunicación, pieza fundamental del mundo tecnológico. Desconectar de Internet a un joven o no permitirle el acceso a un ordenador por un exceso de protección puede no ser tan importante como sacarlo de la escuela o que no aprenda idiomas desde muy joven, pero se provoca un grave analfabetismo tecnológico, algo que será un obstáculo para su integración futura en el mundo laboral. Padres, Hijos e Internet, de Miguel del Fresno (Artículo de opinión publicado en La Vanguardia en 1996)