CONTENIDO JURÍDICO la descarga de impulsos primitivos y destructivos, estructurada a través de complejas circunstancias, donde predominan elementos psicopatológicos confusionales y psicóticos. Las féminas incurren en el delito de homicidio, mayormente por identificación emocional (celos), pues es raro observar que actualicen ese ilícito penal en búsqueda de dinero, por discusión, peleas, riña o problemas de alcoholismo, como sucede frecuentemente en el hombre; se insiste, impera el elemento afectivo, donde no se advierten manifestaciones impulsivas de agresión, sino que éstas son preparadas minuciosa y sádicamente. El robo, en una perspectiva prima facie, puede considerarse una conducta con finalidad utilitaria, debido a que el objeto en que recae el antisocial tiene valor de venta o utilidad para satisfacer necesidades, empero, tal aspecto en muchas ocasiones se convierte en cobertura de motivaciones más complejas, tales como, el deseo disimulado de seguridad, que provoca interés por los bienes ajenos considerados como objetos deseables (“el objeto del deseo”), más que como un medio de satisfacer necesidades materiales. La mujer en muy raras ocasiones actúa sola, porque muestra una marcada tendencia a delinquir en compañía de una pareja. Además, tiende a “especializarse” en el robo de determinados objetos, por ejemplo: sustrae únicamente zapatos y no otra prenda de vestir. En la comisión de delitos contra la salud llevados a cabo por las mujeres, no se advierten factores que se identifiquen con la farmacodependencia o consumo personal de los narcóticos objeto de la conducta antisocial, sino mayormente con el objeto de comerciarlos o suministrarlos. La mujer incursiona en el “tráfico de drogas” generalmente como parte de una organización delictiva, donde desarrolla múltiples funciones y en algunos 34 Revista Tepantlato