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* La identificación
y sus vicisitudes
** Mark Kanzer (Nueva York)
Introducción
Las contribuciones norteamericanas al concepto de identificación
comenzaron a llamar la atención hacia 1915 con el estudio de Ciaren ce
P. Oberndorf sobre la claustrofobia, que precedió a la aparición de la
primera publicación periódica psicoanalítica en lengua inglesa. Los
primeros autores norteamericanos estuvieron muy influidos por sus
colegas europeos, que en muchos casos habían sido sus analistas y
maestros. Por supuesto, el propio Freud fue el mentor principal, pero
otros analistas importantes eran bien conocidos. En aquel año, 1915,
Freud procuraba relacionar la identificación con los aspectos clínicos
y metapsicológicos de las relaciones entre el self y los objetos, como
en el caso en que "por medio de la identificación, el sujeto narcisista
es permutado por un yo otro, ajeno" (v. g., la madre) (p. 132). Esta
concepción se vio ampliada con el término introyeccián, acuñado por
Ferenczi (1909): es la inclusión de objetos placenteros en el self, y
su contrapartida
es la proyección,
disposición a expulsar del self
lo desagradable (p. 136). De este modo se crea un "yo-placer purifi,~ Título original: "Identification
and its Vicissitudes".
,',* Dirección: 16 Sunnyridge Rd., Harrison, NY 10528,USA.
Mark Kanzer
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cado" y se regula en un nivel infantil el examen de realidad entre los
mundos interno y externo.
"Incorporación" es un término aplicado por Freud a un apremio
motor de devorar y de incluir el objeto placentero en el yo (p. 137),
mientras que "eyección" es uno de los varios términos usados para
referirse a la tendencia opuesta (a menudo anal). Estos principios
fundamentales seguirían siendo, en distintos marcos, básicos para las
ulteriores concepciones de la identificación.
Primera
fase. Los Pioneros (1915-1945)
Por motivos de claridad expositiva dividiremos el desarrollo del concepto de identificación en los Estados Unidos en tres fases principales: 1] los pioneros (1915-1945); 2] los sistematizadores
(19451975), Y 3] los comentaristas contemporáneos (1975-1985). Se pueden
apreciar características claras de las fases principales, pero también
transiciones y mezclas, así como la participación de algunos analistas
en más de un período.
En los "pioneros" se observan elaboraciones y aplicaciones dentro
de las líneas generales de avance del psicoanálisis a medida que Freud
1] desarrollaba nuevos aspectos de la identificación
(1917, 1921.
1923), 2] proponía la segunda teoría de las pulsiones y el punto de
vista estructural, y 3] integraba -con el progreso del análisis de niños
y adolescentes así como del conocimiento del período preedípico y de
la psicología femeninanuevas perspectivas desarrolladas por otros
colegas.
J A. Bertram D. Lewin (1935), al reseñar el trabajo de Oberndorf
sobre la claustrofobia y también al presentar el suyo, destacó la importancia de las fantasías de nacimiento y los temores asociados de
asfixia en el vientre materno. En su núcleo encontró la evidencia
de identificaciones parciales por incorporación oral con un feto (hermano) =. Y, por otra parte, la idea de que el vientre materno puede
ser penetrado por el falo, incorporado, del padre. Una inversión de la
identidad sujeto-objeto da lugar al temor de ser un feto aplastado o
barrido por el falo paterno -una
alternancia que Poe captó y expresó brillantemente en "El pozo y el péndulo" (Bonaparte, 1949). El
propio Lewin elaboró posteriormente
esta tesis en sus útiles conceptos de la "tríada oral" y las oscilaciones entre melancolía y elación
(1950). Advirtió que existía correspondencia entre su trabajo anterior y las observaciones de Melanie Klein (1932) que acababan de
ser publicadas.
* En el original: "(sibling) fetus", (N. de R.)
La identijicacián y sus vicisitudes
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1B. Clarence B. Oberndorf hizo ulteriores aportaciones sobre los matices de la identificación en una serie de estudios alrededor de la
despersonalización, que eran ya investigaciones sobre la identidad (un
aspecto que también hemos observado en relación con el pensamiento
de Lewin) , pero a los que se había prestado poca atención específica
en los trabajos psicoanalítico s anteriores sobre la relación entre sujeto
y objeto. Describió una variedad de aspectos de la despersonalización, anticipándose al interés por el "self" que pasaría al primer plano
en períodos ulteriores, al tratar de las reacciones ante el propio
nombre (1920), la interrelación entre dos personas en la folie-á-deux
(1934a), y las identificaciones sexuales conflictivas en el uso de funciones del yo y del superyó (1934b). Este último artículo incluye una
revisión valiosa de otros autores que se habían referido al problema
de la despersonalización (Freud, Abraham, Federn, Fenichel, Nunberg,
Reik, Schilder, etc.).
le. Como muchos de los primeros analistas norteamericanos habían
surgido de las filas de los psiquiatras clínicos, problemas prácticos en
relación con el suicidio atrajeron su atención desde distintas perspectivas. Karl Menninger (1933, 1936) usó la segunda teoría de las pulsiones de Freud para postular una escisión en el interior de la personalidad, en que la porción agresiva sádica mata al complemento
masoquista pasivo Esto puede ocurrir por introyección en el yo de
un objeto odiado, al que se da muerte por autodestrucción. Otro
mecanismo se pone en juego con la muerte del objeto amado, que
libera agresión, la cual es vuelta contra la porción odiada incorporada
en el self. La melancolía es particularmente ilustrativa de este curso
de los acontecimientos. Dentro de un contexto cada vez más amplio,
que ponía de manifiesto el intrincado enlace entre la identificación y
las consideraciones terapéuticas que se imponían, Menninger señaló
la importancia de los mecanismos empleados y de las formas indirectas, incompletas y crónicas de suicidio. Bromberg y Schilder
(1933) eligieron otro terreno clínico para ilustrar la mezcla de factores
orgánicos y psicológicos en el desencadenamiento de alucinosis alcohólicas, especialmente en relación con identificaciones homosexuales que
se encuentran detrás de fantasías y acciones desmembradoras
(autocastradoras). Brill (1939) estudió el suicidio psíquico desiderativo, un
fenómeno que ha sido descrito a menudo en la literatura y en la
magia de las sociedades primitivas.
1D. Ruth Mack Brunswick. Los horizontes cada vez más amplios
de la teoría y las aplicaciones del psicoanálisis dejaban un marco
poco definido en el cual situar la identificación y los conceptos vincu-
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Mark Kanzer
lados con ella, como los de incorporación, introyección, proyeccion,
etc. A menudo cada uno de ellos estaba arraigado en diferentes observaciones y en los puntos de vista de aportaciones individuales. Una
revisión de Robert Knight (1940) muestra la confusión que existía
en la bibliografía, pero todavía habían de transcurrir
algunos años
de la era de la expansión para que pudiera llegarse a la sistematización.
Ruth Mack Brunswick había vivido en Viena durante mucho tiempo
y era una persona allegada a la familia de Freud. Ella mostró la importancia, hasta entonces inadvertida, de las mujeres de la familia en
el "Hombre de los lobos". Lo hizo a partir de la transferencia, a propósito del segundo análisis de ese paciente, reanálisis que estuvo
a su cargo (1928). Ruth Mack Brunswick había sido también precursora introduciendo
el concepto de período preedípico, y en 1940
mencionó una sugerencia de Freud que podría permitir un abordaje
más unificado de la fase preedípica en relación con la edípica. El
hecho de diferenciar entre complejos de Edipo activo y pasivo, más
que entre "positivo" y "negativo" como se hace habitualmente,
parecía permitir una consideración más congruente de ambos sexos, y
de las transiciones de uno a otro que se producen desde el comienzo de la vida hasta el período edípico.
Brunswick insistió en la necesidad de describir los fenómenos preedípicos por sí mismos, y no como estadios previos de lo edípico
dotados de rasgos regresivos (lo que implicaba, quizás, una aproximación distinta de la de Melanie Klein). Descubrió que tanto el
varoncito como la niña se identificaban primero con la madre, y sólo
después adoptaban
las identificaciones
predominantes
en la fase
triangular edípica. Al destacar la importancia de la relación madrehijo en la primera infancia, dio un paso hacia la orientación que
prevalecería entre los sintetizadores que vinieron después de ella. No
obstante, el hincapié que hizo en las madres fálicas y su visión de las
mujeres como machos castrados indican que su visión del desarrollo
sexual era todavía predominantemente
masculina.
lE. Ives Hendrick (1942, 1951) recalcó el papel del yo durante el
desarrollo de la fase preedípica e invocó especialmente un instinto de
dominación (comparable a los instintos del yo de Freud) al delinear
el aprendizaje y la adaptación como adquisiciones de la personalidad.
El contraste con la concepción habitual que presentaba las metas
libidinales como determinantes del desarrollo de las funciones del yo,
sugirió que podía ocurrir también lo contrario. Indicó que los problemas de carácter y las psicosis podían ser el resultado de trastornos
de las funciones del yo que habrían tenido lugar en una edad tem-
La identificación y sus vicisitudes
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prana. En este mismo orden de cosas, propuso una distinción entre
funciones defensivas y funciones ejecutoras del yo.
Hendrick describió identificaciones transitorias frecuentes en el juego de los niños y durante el análisis; obedecen a un cumplimiento de
deseo, pero no producen cambios permanentes en la personalidad.
Descubrió identificaciones rudimentarias, indicadoras (especialmente
en individuos esquizoides) del comienzo de un proceso de identificación que no se completa. Al correlacionar las identificaciones con
las relaciones de objeto, consideró que las identificaciones yoicas eran
las más primitivas y las identificaciones superyoicas las más maduras.
Las primeras se producen en situaciones diádicas, las segundas en situaciones triádicas. Propuso la hipótesis de que las identificaciones
primitivas del yo empiezan "cuando un deseo de repetición de placer
ha devenido una exigencia emocional de aquellos estímulos provenientes de la madre que en el pasado han acompañado a ese placer
específico" (1942, pp. 55-56). Sólo una relación madre-hijo de este
tipo puede iniciar la identificación.
Hendrick contribuyó a definir con más precisión los términos al
distinguir la introyección como deseo de incorporación (una fantasía) , mientras que la identificación es un proceso, e insistió en que no
sólo el canal oral, sino también otros accesos a la personalidad (el
anal, el visual) pueden intervenir en la identificación. Las identificaciones yoicas en la primera infancia, indicó, acaso son promovidas
por el placer en la imitación, pero difieren de la simple imitación en
que prestan una contribución permanente a la dominación del mundo
externo. El "impulso de dominación" de Hendrick fue rechazado en
general, pero sus formulaciones sobre el yo fueron precursoras y
tuvieron influencia en el medio psicoanalítico (Hartmann, Loewald
et al).
lF. Richard Sterba (1940). Robert Fliess (1942; 1953). Las tendencias
yoicas y superyoicas siguieron siendo importantes en los debates
ulteriores sobre las identificaciones. Richard Sterba, que aplicó un
abordaje estructural a la "alianza yoica" entre paciente y analista,
una prefiguración de la alianza terapéutica, describió la interacción
entre ambos en el curso de la "disolución" de las resistencias de
transferencia. Propuso la idea de que el analista coloca las funciones
de observación y crítica de su propio yo a disposición del ello y el
yo dominado por las resistencias del paciente, invitándolo a una identificación temporal -que
fortalece en éste las funciones de examen de realidad y que llegado el caso se transforma en estructura
permanente.
Robert Fliess siguió similares líneas de abordaje, especialmente
con respecto a las contratransferencias
y contraidentijicaciones
del
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Mark Kanzer
analista. Describió la capacidad de empatía afectiva (una identificación afectiva) de éste, que se alcanza por medio de identificaciones
tentavias (y refutó las críticas que Theodor Reik hizo a este término). Consideró que éstas consistían en una introyeccion transitoria
del paciente, seguida por la reproyección de la imagen sobre él. Fliess
correlaciona estas suposiciones con una descripción del "yo de trabajo" del analista, que le permite conservar sus funciones del yo más
lábiles, para que establezcan identificaciones
exploratorias con el paciente. Además distinguió un tipo especial dentro del conjunto de las
contratransferencias:
las contraidentijicaciones,
que constituyen reacciones a las identificaciones del paciente, y dan lugar a una folie-adeux que estorba el examen de realidad (1953).
lG. La revisión de Otto Fenichel (1945) de la bibliografía analítica
anterior es un verdadero libro de texto para quien trabaja en el campo
del psicoanálisis. Puede considerárselo el último de los pioneros o el
primero de los sintetizadores. Ciertamente es poco lo nuevo en este
volumen (si bien Fenichel hizo abundantes contribuciones a la bibliografía, especialmente en su época pre-norteamericana):
Lo más
valioso fue su completísima revisión de contribuciones (1646) hechas
por docenas de escritores en los cincuenta años anteriores, que proporcionó al lector la ocasión de ver las múltiples aplicaciones de su
tema y de encontrar las referencias adecuadas para un estudio más
profundo. El índice le procuraba información sobre las relaciones
entre identificación y sublimación o relaciones objetales, entre introyección e intercambio psicológico a través de la piel, los ojos y la
respiración, o entre proyección y celos; podía adquirir conocimientos
sobre la idealización o la restitución de un mundo objetal perdido.
Define términos y conceptos con gran claridad.
La obra de Fenichel es culminación de una época; esto se advierte
hasta en sus aspectos negativos puesto que no incluyen en el índice
términos que se convirtieron más tarde en muy frecuentes, como internalización, identidad, fase indiferenciada, estadios de la individuación, ciclo vital, constancia de objeto, objetos transicionales, transferencias en espejo, etc. De modo similar, las formulaciones clínicas
y metapsicológicas incorporan los progresos que hemos referido, pero
no nos preparan para los "sintetizadores" que habían de venir después. Con todo, su revisión integradora inspiró claramente muchos
escritos posteriores, que continúan y ponen al día sus grandes logros.
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La identificación y sus vicisitudes
Los Sintetizadores
(1945-1975)
Los sintetizadores, que hemos aislado algo artificiosamente
dentro
del continuo de que forman parte, trataban de encontrar en el psicoanálisis una base desde la que se pudieran considerar la identificación
y los conceptos vinculados con ella. Esto incluía habitualmente una
perspectiva evolutiva que empezaba con la unidad madre-hijo en el
comienzo de la vida y se desarrollaba por fases específicas hasta llegar
a la adolescencia y la madurez. El punto de vista estructural sustituyó las perspectivas tópicas e instintuales anteriores y colocó en
primer término las relaciones entre el self y el objeto en los mundos
interno y externo, con insistencia tanto en la adaptación y la progresión corno en la defensa y la regresión. El área de investigación
y las formulaciones teóricas pasaron a abarcar el análisis de niños y
el desarrollo, así corno un mayor conocimiento de la psicología femenina y el tratamiento de las condiciones fronterizas y las psicosis.
Surgieron nuevos términos y otros adquirieron nuevas dimensiones.
Ya que a todas luces, resultaría imposible tratar con alguna amplitud elementos tan variados corno éstos, debernos conformarnos y
presentar, no sin subjetivismo, hitos y figuras destacados. Definiremos puntos focales y dejaremos al lector la tarea de llenar los
hiatos.
2A. Heinz Hartmann, Ernst Kris y Rudolph Loewenstein presidieron
individualmente y en sus obras en colaboración el establecimiento
gradual, entre 1945 y 1975, del punto de vista sintético. El punto de
partida puede localizarse ya en 1939, época en que Hartmann, recurriendo a la biología, introdujo el término internalizacion para describir la tendencia a sustituir las regulaciones externas de la conducta
y los acontecimientos psíquicos por otros internos. La "internalización" pasó a incluir las nociones de incorporación, imitación, introyección e identificación con los procesos correspondientes en el campo
de la externalización.
Hartmann redefinió el término "yo" ["ego", "Ich"], de Freud, al que
consideró demasiado amplio. Distinguió entonces, por una parte, experiencias entre el self y, por otra, el "yo" corno sistema de funciones.
El distingo resultó útil para la mayoría de los autores (Strachey y
Loewald constituyen excepciones notables). Los términos "representación de self" y "representación
de objeto" ayudaron mucho a diferenciar entre las relaciones reales sujeto-objeto y los procesos que
tienen lugar en el aparato psíquico. El narcisismo fue redefinido corno
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Mark Kanzer
amor por el self, y no por las funciones de la personalidad, si bien
el individuo puede amar también a esas funciones. El "impulso *
de muerte", de Freud, fue despojado de sus connotaciones biológicas,
y así la mayoría de los analistas pudieron entender más satisfactoriamente el impulso agresivo y su lugar en el desarrollo del yo, del
superyó y el mundo objetal. Se describieron funciones innatas y funciones autónomas libres de conflicto, del yo, y se hizo hincapié en el
crecimiento y la adaptación, así como en la defensa y la regresión. De
este modo fue posible reconstruir el proceso de maduración para
incluir interacciones con el mundo externo, en vez de circunscribirlo
a los traumas y las líneas internas de desarrollo genético (1962). Las
observaciones longitudinales de niños de Ernst Kris, su concepto de
"regresión al servicio del yo" y su definición de la inspiración y
la creatividad (1952) añadieron nuevas dimensiones al contexto de la
identificación. Las contribuciones de estos tres colaboradores influyeron mucho en sus sucesores, especialmente en Jacobson y en Mahler, a
los que estudiaremos a continuación; (ver también Anna Freud,
1965).
2B. Edith Jacobson. Panel sobre identificación (Wiggers, 1953).
Edith Jacobson amplió las concepciones de Hartmann, Kris y Loe-
wenstein e hizo notables aportaciones personales. En El Self y el
mundo objetal (1964) sentó sus principios fundamentales: a] La fase
indiferenciada o "self primario psicofisiológico" incluye fuerzas libidinales y agresivas así como un self indiferenciado estructuralmente
que genera representaciones del self y del mundo objetal bajo presiones producidas por los estímulos internos o externos. b] Denominó
identificaciones afectivas primitivas a aquellas en las que se fusionan
imágenes del self y de los objetos para controlar mágicamente los
mundos interno y externo; como se puede observar en las identificaciones psicóticas, de las cuales Jacobson extrajo gran parte de su
material. Postuló la participación de identificaciones imitativas en la
"personalidad como-si" (H. Deutsch). La equivalencia "Soy el objeto"
da lugar a la diferenciación "Soy como el objeto". el Bajo la influencia del examen de realidad evolucionan identificaciones yoicas más
maduras a partir de las formas primitivas anteriores. Procesos de
idealización y valores parentales contribuyen a formar las identificaciones superyoicas. Jacobson amplió su concepción de la organización
de la personalidad para que abarcara la adolescencia e hizo importantes observaciones sobre la identidad y sobre los estados de
ánimo como vehículos de la regulación del superyó en esta edad, así
como en otras circunstancias.
* En el original: "death drive". (N. de R.)
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El panel sobre la identificación que reseña Wiggers (1953) ofrece
una rara oportunidad de observar juntos los puntos de vista de sobresalientes analistas cuya formación se asienta en diferentes momentos
del pensamiento analítico; entre ellos, Nunberg Bak, A. Reich, Kris,
Gero y Greenson. Los diálogos entre Jacobson y varios de los participantes constituyen una excelente ocasión para aclarar las cuestiones
que se suscitan.
En los debates sobre la identificación y los procesos afines hay
muchas referencias al papel de las funciones visuales y de la imaginería [imagery J. Entre los escritores que se centran en esta área
pueden mencionarse las ideas de Lewin sobre el pensamiento visual
en la infancia (1968), las de Greenacre sobre experiencias de temor y
admiración en los niños y las de Kanzer sobre la función comunicativa del sueño (1955) y la formación de imágenes en el curso de la
asociación libre (1958).
2C. Margaret Mahler. René Spitz. John B. McDevitt. Peter B. Blos.
Margaret Mahler (1975), cuyas primeras investigaciones tuvieron
lugar en el terreno de las observaciones de las psicosis infantiles, llegó
a formular finalmente fases sucesivas del desarrollo del niño que iban
desde un estado simbiótico de indiferenciación biológica y psicológica
a fases sucesivas de diferenciación (y des diferenciación) , lo que hizo
posible una comprensión más detallada de la fase preedípica, particularmente en relación con la unidad madre-hijo y su maduración hasta
alcanzar la fase edípica.
René Spitz (1957) había sentado ya precedentes notables en esta
área y siguió trabajando en el mismo sentido. Empleó términos como
"identificación primaria" para la fase indiferenciada, y "precursores
de la identificación", entre los que se encuentran la identificación con
los ademanes (Bornstein), en la cual es fundamental la imitación; e
"identificación recíproca", para describir la relación especular entre
madre y niño. [Véanse también los conceptos afines de identificación
proyectiva (Klein, 1952) y empatía (Fliess).]
John B. McDevitt (1979) correlaciona los estadios de diferenciación
de Mahler con el desarrollo de los componentes de la identificación.
En la fase simbiótica, observa la incorporación de los atributos (externos) de la madre por medio de la relación especular (indicación,
exploración *). Estas fusiones primordiales [primal mergingsJ entre
self y objeto constituyen la matriz de todas las identificaciones ulteriores y el objetivo de las regresiones ulteriores. En la subfase de
* En el original: "cueíng, scanning". Tal vez "señales de interacción, ritmos del
habla". (N. de R.)
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Mark Kanzer
práctica que sigue (de los cinco a los quince meses), la imitación
de los ademanes y del tono de voz señalan el comienzo de la comunicación verbal. En la fase siguiente de acercamiento [rapproachmentJ
(hasta los veinticuatro meses) el niño oscila entre una mayor confianza en sí mismo y la necesidad de adhesión a la madre que tanto
le sirve de reabastecimiento
(Furer) como de nuevo objeto en sus
contactos con la realidad.
Mahler y McDevitt (1982) hicieron aportaciones al tema de la formación de la identidad, al observar una complacencia supuestamente
edípica en el pene a los trece meses, y ofrecieron comparaciones valiosas de su perspectiva con predecesores y contemporáneos, entre
ellos, Schilder, Piaget, Benedek, Hoffer y los Sandler. Llegaron a la
importante conclusión de que "no es posible estudiar el desarrollo del
self separadamente del desarrollo del objeto" (1982, p. 845). Ambos
autores hicieron aportaciones a la correlación entre _observación y
reconstrucción clínica.
Peter B. Blos (1962) consideró en la adolescencia las tendencias
regresivas hacia la fase edípica, seguidas por nuevos movimientos en
la dirección separación-individuación,
en que identificaciones superyoicas antiguas son abandonadas y más apropiadas identificaciones
transitorias con imágenes idealizadas del self y los coetáneos ayudan
a edificar las identidades adultas personal, familiar y de grupo (véanse también las "crisis de identidad" de adolescencia de E. H. Erikson).
2D. Hans Loewald (1980) hizo fecundas aportaciones al tema de la
identificación a lo largo de más de tres décadas. Alejándose de la mayoría de sus colegas, él no consideraba que la separación-individuación fuera una respuesta al influjo sobre el sujeto (Loewald rechazaba
el término "self") de la presencia de objetos externos. Pensaba, en
cambio, en la separación de una unidad originaria madre-hijo, en que
ambos participantes interactúan desde el principio. Esto armonizaría
con las concepciones de Freud (1927) sobre el sentimiento oceánico
primordial (la fusión originaria con la madre) y sobre el hecho de
que identificación y relaciones de objeto son inicialmente indistinguibles (1923). Loewald añade a esto la ecuación primaria entre
internalizacion
y externalizacián
hasta que se haya formado la separación entre mundo interno y mundo externo.
Loewald amplía lógicamente sus formulaciones con la concepción
de los instintos [instinctsJ como motivaciones psíquicas a cuya formación contribuye el objeto, del mismo modo como el instinto
contribuye a que se forme la representación psíquica de objetos. La
incorporación, la introyección y la identificación toman el estatuto
de grados dentro de la internalización. Se forma un yo ideal [ideal
ego] como residuo de un estado de perfección narcisista perdida y
La identificación y sus vicisitudes
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buscada. Estas formaciones primitivas evolucionan hasta convertirse
en identificaciones yoicas y superyoicas más acordes con el examen
de realidad.
Este autor considera el proceso de la terapia analítica como la
inducción de una regresión a estados más tempranos, seguida por la
elección de nuevos objetos y líneas de desarrollo más favorables, procesos éstos mediados por la transferencia sobre el analista. La comunicación empática surge con la regresión en dirección a la unidad
primitiva; la simpatía va asociada a una separación entre el sujeto y
el objeto. La revisión detallada y consecuente de las teorías y prácticas psicoanalíticas que lleva a cabo Loewald se caracteriza además
por sus valoraciones explícitas de muchos de sus contemporáneos
(Arlow y Brenner, Hendrick, Hartmann, Kohut, Mahler, Schur, y
otros).
2E. Eric H. Erikson (1959) desarrolló una visión personal de la identidad que, aunque es inherente a la concepción de la identificación
como relación entre dos o más personas, tardó en ser valorada por los
medios analíticos. La psicología del yo, las diferenciaciones de la fase
preedípica y la distinción del self por contraposición a los objetos
propiciaron que fuese valorada. Erikson se distingue de sus contemporáneos, aquí referidos, porque se coloca en una postura que no
es la analítica tradicional al considerar el desarrollo de la identidad
en un marco social además de individual (véase Freud 1921, y en
otros trabajos). Hablando con precisión, existen dos facetas de la
identidad, una interna que se observa introspectivamente, y otra externa, que es observada por los demás. La relación de oposición [converse relationship] entre identidad interna y externa existe también
con respecto a los demás y es un factor importante en las relaciones
humanas que van de las experiencias empáticas a las realistas -y
desde luego para ambos participantes en la situación analítica.
Erikson (si bien introdujo la expresión "confianza básica") prestó
menos atención que la mayoría de sus contemporáneos a la regresión
genética al inicial intercambio entre madre e hijo. Se ocupó más bien
de las interacciones adaptativas del individuo con el grupo a lo
largo de toda su vida. "Ciclo vital", "desarrollo epigenético", "fases
psicosociales", etc., fueron los términos que eligió para expresar sus
concepciones. Postuló la existencia, en las interrelaciones madre-hijo,
de una "mutualidad" que configuraba la personalidad de cada uno
para el otro, y distinguió una identidad yoica al final de la adolescencia, así como identidad negativa y difusa, que constituyen variantes
patológicas. Describió además un "plan de vida", promovido por la
comunidad, y crisis de identidad, que se correlacionan con las reorganizaciones de la personalidad exigidas por las transiciones psico-
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Mark Kanzer
sociales. El concepto de crisis de identidad, que señala la transición
de la adolescencia a la condición adulta, es hoy de uso común. Al postular que con el progreso en la formación de la identidad existe una
menor necesidad de identificación, Erikson está pensando en la unificación y la autonomía que se alcanzan con el establecimiento de un
self más maduro (1959, pp. 113 Y ss.).
Erikson aplicó sus postulados al conocido concepto de "grande
hombre". Erikson lo describe como alguien que se interrelaciona con
su época por su sensitividad para las tendencias de actualidad y su
capacidad para formular esas tendencias de un modo adecuado a
su grupo. Sus estudios biográficos sobre Martín Lutero y sobre Gandhi alcanzaron una particular resonancia. Al tiempo que hacía un
estudio analítico del famoso "sueño de Irma", invocaba también la
idea de que Freud de esta manera se convertía en el vehículo psicosocial que habría de comunicar a su época lo que estaba en sus disposiciones, a saber, tomar noticia del significado del inconsciente y de
los sueños.
2F. Otto Kernberg (1976, 1982) trata los problemas de la identificación desde el punto de vista de la teoría de las relaciones objetales,
que define como intermedia entre la metapsicología psicoanalítica y
las formulaciones clínicas. Expuso especialmente sus ideas en relación
con la "personalidad fronteriza [borderline] ", en la cual están afectados los niveles más elevados de la personalidad y se activan prematuramente en la transferencia las relaciones objetales conflictivas
tempranas, con lo que no es posible hacer uso de los procesos terapéuticos paradigmáticos. Es importante que el analista entienda y
utilice las reacciones primitivas que se le despiertan. (A este respecto,
el uso defensivo de la escisión [splitting] y las "identificaciones
proyectivas" por parte del paciente coincide sustancialmente con lo que
Fliess presentó en 1953 como "contraidentiiicaciones'í.¡ Las comparaciones que hace entre su propia perspectiva y las de Jacobson, Mahler, Winnicott, Kohut y la escuela inglesa son muy útiles para orientar
al lector en cuanto a las vicisitudes de los conceptos referentes a la
identificación en sus aspectos históricos y funcionales.
Al igual que Loewald, Kernberg considera
que existen grados
de
internalizacion (en orden creciente: introyección, identificación e identidad yoica). Estudia la introyección y la identificación como procesos
y también como derivados estructurales de esos procesos. Considera
los afectos como las fuerzas motivadoras más profundas que organizan las representaciones indiferenciadas de self y objetos de modo
que gradualmente se va construyendo un mundo interno de representaciones placenteras (buenas) y displacenteras (malas). En el caso
fronterizo, existe un predominio de agresión y de defensas de clivaje
La identificación y sus vicisitudes
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que el terapeuta trata de resolver e integrar en procura de la constancia del self y los objetos. Kernberg asocia la personalidad fronteriza con la subfase de acercamiento dentro de la diferenciación
evolutiva (Mahler). En la sección de este artículo que se refiere a la
época contemporánea se revisarán otros aspectos de las ideas de
Kernberg.
Heinz Kohut (1971) desarrolló una aproximación
a la identificación, basada en su concepto de "personalidad narcisista" que en
algunas áreas se superpone a la "personalidad fronteriza" de OUo
Kernberg y en otras se diferencia claramente de ella. Considera que
la línea narcisista de desarrollo evoluciona independientemente de la
línea de relación objetal, pero también cree que en sus casos el trastorno está tan arraigado que no son susceptibles de un análisis regular
y requieren hacer empatía en el nivel de la primera infancia. Este es
uno de los factores principales de su programa terapéutico.
Postula la existencia de un self-objeto originario (estadio de identidad primaria) que se diferencia en un self grandioso y una imagen
parental idealizada. En las formulaciones ulteriores de Kohut, uno
y otra constituyen imágenes del self bipolar, pero puesto que a partir
de 1971 Kohut se distanció mucho más de los analistas tradicionales,
en nuestra discusión nos referiremos sólo a su versión primitiva.
Entre los conceptos relacionados con la identificación introducidos
por Kohut se encuentran el estadio del desarrollo llamado del espejo
entre madre e hijo y su reactivación en las transferencias especulares
(entre ellas, la transferencia gemelar, que trata de constituir al
analista en un alter ego del self grandioso). Las internalizaciones
transmutadoras son procesos beneficiosos que, tras decepciones leves,
establecen en el interior del self representaciones que promueven reparación y maduración en lugar de la rabia destructora y las reacciones de splitting que ocurren después de traumas más severos. Kohut
emplea la empatía para localizar la dificultad y remediarla, proceso
en el cual el analista es internalizado.
Sus críticos le cuestionan las ideas de líneas independientes del
desarrollo del narcisismo, el hecho de que descuide relativamente
las relaciones de objeto externas y el papel secundario que, a su
juicio, otorga a la fase edípica del desarrollo y a las interpretaciones. Un comentarista como Kernberg, cuyos puntos de vista sobre los
casos fronterizos han llegado a ser rivales, hasta cierto punto, de
los de Kohut y que usa varios de los mismos términos con significados distintos (self-objeto, self grandioso, splitting o fragmentación),
sostiene que la empatía es una condición previa necesaria del tratamiento, pero que no es un instrumento suficiente. Predecesores como
2G.
Mar" Kanzer
54
Fliess y Hendrick o Elizabeth Zetzel (1956) habían empleado los
conceptos de déficits infantiles del yo y de terapia por el maternaje
dentro de enfoques similares; véanse también los comentaristas de la
sección siguiente.
Comentaristas
actuales
(1975-1985)
Algunos de los sistematizadores que dejaron una profunda huella en
los conceptos vinculados a la identificación han seguido activos durante esta década, personalmente o asociados a otros colegas. También
han aparecido nuevas aportaciones. En consideración a las limitaciones de espacio, definiremos las categorías principales de tendencias
que perduran: 1] lo evolutivo; 2] los aspectos de internalización y
externalización; 3] las relaciones objetales; 4] la identidad; 5] las
aplicaciones de lo anterior en la técnica. Esperamos que en el curso
de las discusiones * será posible comentar las aportaciones que no es
posible encasillar en estas categorías.
1] Desde el punto de vista evolutivo, fue ampliamente aceptada la
fase de indiferenciación, especialmente según la describieron Mahler
y sus colegas. Cada vez ha salido más a relucir un problema relacionado, que es el del papel del padre. Ha proseguido el interés por
lo especular, que no es en absoluto nuevo en el mundo analítico ni
en el no-analítico (Narciso), y también el interés por el problema de la
aplicación de los nuevos datos de observación a las reconstrucciones
obtenidas por medio del tratamiento analítico tradicional. Abordaremos aquí los dos primeros y dejaremos al tercero para más adelante.
a] el papel del padre. No hay que ir más allá de Freud (1923) para
encontrar la afirmación de que en la "prehistoria" del individuo tiene
lugar una identificación primaria con el padre. (Más tarde la madre
fue incluida entre las identificaciones primarias, al menos en lo que
se refiere al niño varón. Ver Freud, 1923, p. 32.) Además en la fase
oral (incorporativa) es "sin duda" imposible distinguir entre catexis
de objeto e identificaciones.
Puede sostenerse que los estudios más modernos aclaran en detalle
los postulados anteriores. Las observaciones de E. Abelin (1975) indican que incluso durante la "fase simbiótica" los niños de ambos
sexos llegan a diferenciar la madre del padre y tienen alguna intuición
del hecho de que existen juntos. Las ausencias del padre durante las
primeras fases pueden despertar el "hambre de padre" (depresión)
incluso en aquellos casos en que el niño sigue recibiendo una atención
* Recuérdese que el texto de Kanzer, como el de Etchegoyen y el de Widlocher,
es un aporte previo al 34~ Congreso Psicoanalítico Internacional, que se realizará en Hamburgo. (N. de R.)
La identificación y sus vicisitudes
55
cuidadosa por parte de su madre. Puedo atestiguar, basándome en mi
experiencia personal, que es posible comprobar su importancia por
medio de los datos que aporta la observación de niños (los informes
de la madre) incluso en aquellos casos en los que no se la reconstruye en el análisis. John M. Ross (1979) ha aportado varias revisiones
informativas de la bibliografía y descubrimientos a propósito del "paternaje". Tendremos en cuenta otras consideraciones importantes en
la sección dedicada a la formación de identidad.
b] La relación especular y el concepto asociado de gemelos han
intrigado a la humanidad desde la antigüedad (Narciso, Eco, Esaú y
Jacob) , a menudo con las connotaciones de lo sobrenatural o lo siniestro (véase el "doble" en Freud y en Rank). (En ocasiones están
asociados al simbolismo del puente, como en el cuento filosófico de
Thornton Wilder sobre el hundimiento del puente de San Luis Rey
en el cual muere uno de los gemelos y el otro sobrevive.) El espejo
se ha tomado en numerosos estudios analíticos desde diferentes
puntos de vista, pero como aspecto del desarrollo infantil primitivo
y del concepto del self-objeto, aparece repetidamente entre los comentaristas que hemos mencionado. Una revisión de la bibliografía
relativa a los diversos fenómenos asociados, como compañeros imaginarios, sueños de espejos y despersonalización (¡pero también "personalización!"), es la de Wayne Myers (1976), que toma en consideración tanto las más tempranas fases del desarrollo como las más
tardías fases edípicas. Ciertamente, otras elaboraciones contemporáneas corresponden a períodos posteriores de la vida: la del padre con
el hijo es una y las "transferencias
gemelares" (Kohut) otra. Las
contraidentificaciones
son fenómenos complementarios.
2] Internalización, Externalización, Estructuralización.
Como hemos señalado, el término internalización ha llegado a
designar los fenómenos afines de incorporación, imitación, introyección, identificación y, a veces, formación de la identidad. Los procesos
complementarios de externalización están inextricablemente ligados a
ellos pero reciben a menudo menos atención específica. El examen
de realidad, cuya función consiste en determinar qué está dentro y
qué está fuera, es un marco de referencia previo que se atribuye al
funcionamiento del yo. Las hipótesis estructurales y el hecho de prestar más atención al mundo objetal, considerando que el analista, como
el yo, ocupa un lugar intermedio entre el mundo interno y el mundo
externo han llevado a un mayor equilibrio.
a] Mundo interno y mundo externo. Freud, Hartmann, Rapaport,
Jacobson, Loewald, Kernberg y otros han distinguido entre dentro y
fuera o entre mundo interno y mundo externo, con variantes en el
significado de los términos. Básicamente, el aparato psíquico se sitúa
56
Mark Kanzer
en el núcleo de estas entidades concluyentes y separadoras. Las funciones básicas del aparato a partir de las cuales se plasman ambos
mundos son la percepción, el afecto, la memoria, el pensamiento, el
control de la motricidad. La escuela inglesa ha sostenido que los
"objetos internos" desempeñan un papel en esto (Sutherland, 1980).
b] Sandler y Rosenblatt (1962) propusieron la noción de mundo
representacional para definir más específicamente, en función de los
conceptos recientes de relaciones entre el self y los objetos, los mundos interno y externo, creados por el aparato psíquico. Freud sostuvo
que tanto la realidad externa como la interna son incognoscibles y
están formadas por imágenes mentales. Roy Schafer, que ha insistido
en la relación existente con el mundo externo en las internalizaciones,
ha llegado a concebir ambos mundos como metáforas espaciales
(1976). Ampliaremos este tema con los comentarios que siguen sobre
las relaciones de objeto y la identidad.
3] Relaciones de objeto.
a] La empatia es ciertamente una de las primeras relaciones objetales que reflejan la conducta afectiva, gestual y especular entre
padres e hijo. Con la maduración se amplía la base que permite los
intercambios empáticos; y sigue ampliándose durante toda la vida. La
idea de que comporta necesariamente una regresión a los intercambios más tempranos contribuye a crear una falacia genética. De modo
similar, el supuesto de que interviene una "identificación transitoria"
entre paciente y analista tiene sólo una validez limitada; existen estratos de empatía más profundos en la mayoría de las relaciones entre
seres humanos, particularmente
en la relación médico-paciente. La
predisposición benévola a comprender y ayudar y las expectativas recíprocas que suscita se encuentran en la base de los diversos tipos de
"alianzas" analíticas que se han descrito. Las "primeras comunicaciones" en el diván y los primeros sueños contienen una gran riqueza
y múltiples estratos por las disposiciones a hacer transferencia y
empatía que ponen de manifiesto.
b] El interés contemporáneo por las relaciones de objeto está documentado por una nutrida bibliografía y por numerosas reuniones
científicas, como aquéllas de que han informado Vann Spruiell (1978)
y Arnold D. Richards (1980). Ya hemos aludido a los puntos de vista
polémicos, pero inspiradores, de Duo Kernberg y Heinz Kohut, que
proceden de casos que el psicoanálisis tradicional no abordaba y que
requieren una aproximación a las relaciones objetales tempranas desde la periferia de las técnicas normales. Tres excelentes reseñas, cuya
perspectiva se sitúa dentro del marco histórico del psicoanálisis, contienen ensayos escritos desde diferentes puntos de vista, de Leo
La identificación y sus vicisitudes
57
Rangell (1980), L. Friedman (1978) y M. Robbins (1980). Señalan una
continuidad con el pensamiento de otros autores que propugnan la
empatía en el tratamiento analítico (Zetzel, Stone, Gitelson, así como
miembros de la escuela inglesa, especialmente Balint, Winnicott y
Fairbairn).
Harold Blum (1977) considera que Freud recurría a
menudo a una combinación de observación, empatía y reconstrucciones en su autoanálisis y sus historiales clínicos. Arnold Modell
(1968) se remite a un contexto todavía más amplio cuando rastrea la
psicología de las relaciones objetales hasta las producciones artísticas
más primitivas (pinturas rupestres), las leyendas y la filosofía preanalítica que movió a Freud a traducir a John Stuart Mill y a descubrir
precursores del término "representación de objeto" en las enseñanzas
de los asociacionistas ingleses.
4] Identidad. Freud (1914) mencionó la popularidad fundamental que
rige la vida mental contraponiendo
el sujeto y el mundo externo
(objeto). Esta relación "realista" es uno de los determinantes
del
suceder psíquico y del desarrollo del aparato psíquico. Hablar de
"relaciones de objeto" es hablar en función de tal polaridad.
Heinz Lichtenstein (1961) considera que el concepto de identificación en relación con la identidad supone una influencia cartesiana en
el sentido de que un "sujeto" que está en el interior busca una identidad por medio de la unión con un "objeto" que está en el exterior.
Discierne la genuina identidad en la unidad madre-hijo originaria, que
conlleva el sentimiento de formar parte de algo mayor (presumiblemente la vivencia oceánica); este sentimiento se conserva durante el
resto de la vida -el individuo forma siempre parte de algo mayor
(su sexo, su familia, su cultura y, desde luego, su situación analítica
cuando está en análisis). No sólo las reclama como parte de sí, ellas
lo reclaman a él: sobreviene una patología cuando las diversas identidades no confluyen en una órbita polar (cf. Erikson).
El psicoanálisis ha considerado siempre que existía una relación
Íntima entre el sexo y la formación de la identidad y que las exigencias de la sociedad comienzan con el reconocimiento de la identidad sexual del recién nacido (cf. Edipo). Freud afirmó que el lecho
de rocas sexual determinaba las limitaciones de la terapia analítica.
El término "identidad de género" acuñado por Robert Stoller (1968)
ha sido puesto en relación recientemente en la esfera social con el
rol de género y las líneas evolutivas propias del género, lo cual es
prometedor y a la vez presenta problemas (Wagonfeld, 1982).
5] Los aspectos técnicos de los usos y concepciones de la identificación llevan el lastre del pasado histórico y de las diferentes significaciones que hoy se les otorgan. Por mi parte, expongo la cabal impor-
58
Mark Kanzer
tancia de los distintos factores que configuran las líneas de desarrollo
que hemos definido en mis trabajos incluidos en la bibliografía.
a] Según el estudio de Jacob A. Arlow "La génesis de la interpretación" (1980), el paciente alterna entre asociación libre autónoma e
identificación parcial con el analista, que media como representante
de las funciones observadoras y críticas que la asociación libre mantiene en suspenso (Sterba) , para hacer conscientes las implicaciones
del flujo de su pensamiento. El propio analista está empeñado en
poner sus propios procesos inconscientes en línea con los procesos
de pensamiento del paciente por medio de la empatía y la intuición
(conceptualización inconsciente), que alcanzan a sus esferas de funcionamiento consciente y promueven los insights que comparte con
el paciente en un "grupo de dos" -la base de la identidad analítica.
El paciente internaliza entonces el insight que acaba de adquirir para
ampliar la comprensión de sí mismo que imparte el analista. Existe un
espejearse mutuo entre aspectos distintos y, sin embargo, cooperativos, de la personalidad de uno y otro, similares a los que se encuentran en la relación paterno-filial promotora de maduración.
b] El ensayo de Harold P. Blum (1980) Los aspectos curativos y
creativos del insight estudia la concepción de la interpretación que da
lugar a insight, como el agente más potente de la cura analítica. Dentro del marco de la dualidad de identidades que se establece en la
situación analítica, y de identificaciones recíprocas por medio de las
cuales ésta se crea, el paciente se asocia a la búsqueda de insight, del
mismo modo como el analista se asocia a los esfuerzos creativos
del inconsciente. La empatía y la intuición, no obstante, no darán
lugar a insight por sí mismas, porque el insight requiere del conocimiento intelectual de las causas, los significados y las conexiones. Al
tiempo que expresa sus propios insights, el analista inspira también
los del propio paciente. Tanto en los artistas como en los analistas
existen insights creativos preconscientes que realmente pueden permanecer fuera de la conciencia, pero que alcanzan todo su poder sólo
cuando llegan a ella y crean nuevas estructuras que incitan a adquirir
y usar nuevos insights. Esta es la única característica diferencial de
la terapia psiconalítica, que va más allá de la recapitulación de las
antiguas relaciones entre padres e hijo y permite compartir experiencias que el individuo nunca había conocido antes.
La identificación y sus vicisitudes
59
Resumen
Este estudio divide el tema de la "identificación" en la literatura norteamericana
en tres épocas: 1] Los pioneros (1915-1945).2] Los sintetizadores (1945-1975).
3] Los comentadores contemporáneos (1975-1985).Para los pioneros, los conceptos y la terminología eran poco precisos, como reflejo de la diversidad de
material clínico, metodología y teorías que acompañaron la rápida expansión
de experiencia analítica sobre un período de un medio siglo. La visión de conjunto que logró Fenichel en 1945 marca la transición de la fragmentación a un
enfoque sintetizador de la identificación y de sus aspectos inherentes de incorporación, eyección, introyección y proyección, internalización y externalización.
Los sintetizadores pusieron de relieve puntos de vista evolutivos y de adaptación que trazaban por líneas longitudinales los procesos de maduración desde
la unidad primera de madre-niño hasta posteriores etapas de la vida. La diferenciación del yo (la propia persona) del funcionamiento sistémico dentro del ego
freudiano (Hartmann) , y la correspondiente importancia concedida a las relaciones recíprocas yo-objeto, tuvo gran importancia para la conceptualización de la
identificación. La ampliación de los esquemas analíticos tradicionales con respecto a formas de conducta tanto normales como anormales produjo como
fruto el situar los procesos identificadores entre los mundos externo e interno.
Los comentadores extendieron las tendencias sintetizadoras, reexaminaron las
perspectivas históricas de acuerdo con esas tendencias, y seleccionaron como
temas de estudio especial áreas tales como la identidad individual y de grupo, la
correlación entre observación directa y reconstrucciones analíticas, y el funcionamiento personal y profesional del propio analista.
Résumé
LES
V/CISSITUDES
DE L'/DENT/FlCAT/ON
Le traitement de "I'identification" dans la littérature Américaine est convenablement divisé en trois époques: 1] Les Pionniers (1915-1945).2] Les "Synthétiseurs" (1945-1975).3] Les Commentateurs en cours (1975-1985).Pour les Pionniers,
les concepts et la terminologie étaicnt diffus, montrant la diversité de matériel
clinique, la methodologie et les théories concommitantes a l'expansion rapide
de l'expérience analytique au cours d'un demi siecle, L'exécution d'un sondage
intégré par Otto Fenichel en 1945 a marqué la transition d'une approche fragmentaire vers une approche integrée a l'identification et ses aspects inhérents
d'incorporation et d'expulsion, d'introjection et de projection, d'internalisation
et d'externalisation.
Les "Synthétiseurs" ont mis en evidence des points de vue du developpement
et de l'adaptation et, par des lignes longitudinales, ont tracé les processus de
maturation depuis l'unité la plus précoce entre la mere et l'enfant jusqu'aux
périodes uItérieures de la vie. La differentiation du moi (la personne a chacun)
du fonctionnement systémique a I'intérieur du moi Freudien (Hartmann) et
l'importance correspondante donée aux rapports réciproques de I'objet du moi
ont fait époque vis-a-vis de la conceptualisation de l'identification. Un élargissement du cadre psychanalytique par rapport aux formes normales ou anormales
du cumportement a marqué l'accomplissemcnt corrclatif :'t la place donnée aux
proccssus d'identification entre le monde intérieur et cxtéricur,
Mark Kanzer
60
Les Commentateurs ont élargi leur orientation pour synthétiser,
ont mis en
révision respectivement les perspectives historiques et ont choisi des aspects
tels que l'identité de l'individu et du groupe, la correlation de I'observation
directe avec des reconstructions psychanalytiques et le fonctionnement personnel et professionnel de I'analyste lui-meme pour une étude spéciale.
Surnrnary
IDENTIFlCAT/ON
AND ITS VICISSITUDES
The treatment of "identification" in the American literature is conveniently
divided into three eras: 1] The Pioneers (1915-1945). 2] The Synthesizers
(1945-1975).3] Current Commentators (1975-1985). For the Pioneers, concepts
and terminology were diffuse, refIecting the diversity of c1inical material, methodology and theories accompanying the rapid expansion in analytic experience
over a half century. The achievement of an integrated survey by Otto Fenichel
in 1945marked the transition from a fragmentary to a synthesizing approach to
identification and its inherent aspects of incorporation and ejection, introjection
and projection, internalization and externalization.
The Synthesizers brought to the fore developmental and adaptive viewpoints
which traced along longitudinal lines the processes of maturation from the
earliest mother-child unit to later phases of life. The differentiation of the self
(one's own person) from systemic functioning within the Freudian ego (Hartmann) and a corresponding importance accorded to reciprocal self-object relationships, proved eventful for the conceptualization of identification. A broadening of traditional analytic frameworks with respect to both normal and abnormal forms of behaviour was a correlated achievement in placing identificatory
processes between the inner and outer worlds.
The Commentators extended the synthesizing trends, reviewed historical perspectives accordingly, and selected such areas as individual and group identity,
the correlation of direct observation with anal ytic reconstructions and the
personal and professional functioning of the analyst himself for special study.
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