LA IDEALIZACIÓN EN LA SEXUALIDAD

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LA IDEALIZACIÓN EN LA SEXUALIDAD.
En este trabajo es mi intención hacer una reflexión en torno a la idealización y
determinados aspectos narcisistas en los textos de Freud sobre las contribuciones a la
psicología del amor, “Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre” y
“Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa”.
Empezaré con el primero de estos textos, “Sobre un tipo particular de elección de objeto
en el hombre”.
En este texto se comenta un tipo específico de elección amorosa en el hombre que
tendría como objeto a mujeres de “mala reputación”. Esquemáticamente las cualidades
de la elección de objeto sería la siguiente: 1) la condición de tercero perjudicado, por la
cual solo las mujeres sobre las que otros hombres pueden reclamar algún derecho de
propiedad ejercen un atractivo. 2) La mujer casta e insospechable nunca ejerce atractivo
sino que es la mujer cuya conducta sexual merece mala fama y de cuya fidelidad se
puede dudar la que ejerce mayor atractivo. 3) Mientras que en la vida sexual normal el
valor de la mujer es regido por su integridad sexual y el rasgo de la liviandad lo rebaja,
en estos casos concretos ocurre lo contrario. Es decir, se trata como objeto de supremo
valor a las mujeres que presentan ese rasgo de liviandad. 4) Por último, se da una
llamativa tendencia por parte del amante a querer rescatar y devolver la dignidad
amenazada a la mujer precisamente por esta ausencia de fidelidad.
En definitiva, lo que me apetece destacar de la descripción sería que en esta concreta
elección de objeto cobra una llamativa intensidad la preocupación del hombre por esos
otros hombres que poseen a la mujer. En este caso parece que la preocupación giraría en
torno a las cualidades del amante de la mujer, que parece cobrar los rasgos del propio yo
idealizado.
Se trataría de poseer una mujer que se desea en la medida en que siempre tiene la vista
puesta más allá de las cualidades propias. Una mujer que se trata de encauzar en un
camino recto de fidelidad y de interés por un solo hombre, ya sea él mismo o incluso la
pareja legítima que hubiera quedado desplazada y ninguneada.
Más adelante, el texto de Freud recoge las diferentes fantasías de rescate propias de esta
elección objetal. Relaciona esta fantasía de rescate con el complejo parental. Según este,
al enterarse el niño de que debe la vida a los padres, se aunarían en él la corriente tierna
con una manía de grandeza que pugna por su autonomía, para generar el deseo de
devolver el regalo a sus padres. Como si dijera: “No necesito nada de mis padres y les
devuelvo todo lo que les he costado”.
Los derivados de esta fantasía recogerían diferentes variantes en las que de un lado
rescatar a la madre cobraría el sentido de hacerle un hijo igual a él mismo, que le
igualaría en las funciones al padre o tener un hijo igual al padre. En los diferentes casos
estas fantasías representarían el deseo del varón de ser su propio padre.
Resumiendo brevemente el contenido que he querido destacar de este primer texto sobre
las contribuciones a una psicología del amor, pareciera que el interés del varón por los
otros hombres, pudieran llevarlo a querer reparar la ofensa a la “manía de grandeza” por
haber recibido de los propios padres el regalo de la vida. Esto parece llevar al varón a
las diferentes escenas de salvación de la madre, cuando él mismo fue salvado del
peligro del nacimiento por ella, o del padre con el que desea identificarse no solamente
como poseedor de la madre sino como el creador de su vida. Llevando más allá esta
identificación con sus propios creadores, destacaría que, en mi opinión, tendría por
objetivo la negación de la gratitud, la dependencia, el desamparo y la existencia de unos
objetos como diferentes de sí mismo.
Ahora me gustaría detenerme en el otro texto que me he propuesto comentar, que es,
“Sobre la más generalizada degradación de la vida amorosa”.
En este texto Freud destaca la muy extendida prevalencia de los trastornos de
impotencia psíquica entre los pacientes psicoanalíticos.
Freud deriva la impotencia de la ausencia de una suficiente integración de las dos
corrientes pulsionales, la tierna y la sensual, que harían posible una sexualidad adulta.
Explica cómo estos hombres buscarían objetos a los que no necesitan amar para poder
realizar con ellos el acto sexual. También sería típico de esta particular elección de
objeto el que el hombre, para protegerse de la impotencia psíquica, tienda a la
degradación de la mujer. Cuando el objeto cumple con esta condición de
desvalorización, entonces sí, podría realizar el acto con potencia y placer. Por el
contrario, cuando el objeto no cumpliese esta condición de degradado, se daría la
situación contraria de sobreestimación, que en los casos que tratamos llevaría a un
afecto incapaz de movilizar el deseo sexual. Freud dice: “cuando aman no anhelan, y
cuando anhelan no pueden amar”.
Siguiendo el hilo de Freud, este afirma que la necesaria fusión entre los aspectos de
ternura y sensuales se consigue en las menos de las personas. Dice que el hombre siente
limitado su quehacer sexual por el respeto a la mujer y que solo desarrolla su potencia
plena cuando está frente a un objeto sexual degradado. Para una satisfacción más plena
de la sexualidad sería necesaria la integración de los componentes perversos que no se
atreve a satisfacer con su sobreestimada esposa. Busca para ello un objeto ética y
estéticamente inferior que no lo vaya a enjuiciar. Dice Freud: “a una mujer así consagra
de preferencia su fuerza sexual, aunque su ternura pertenezca por completo a una de
superior condición”.
Para hacer posible la integración de ambas corrientes en un único objeto, se destaca la
importancia de aunar las corrientes perversas de la sexualidad como son, lo coprófilo y
lo sádico. Sería por tanto cuando estas vertientes de lo sexual pueden ser tenidas en
cuenta que el hombre puede ejercer con potencia y placer el acto sexual.
Por último, también me gustaría recordar lo que se dice en el texto a propósito del papel
que juega en la sexualidad adulta, masculina y femenina, lo prohibido. Freud hace
derivar, en última instancia, el problema de la impotencia psíquica de una concepción
de la sexualidad como degradante que tendría su origen en el momento en que habiendo
adquirido el hombre la madurez sexual plena, le es vetada aún la satisfacción de la
misma tanto con objetos externos como internos al grupo familiar.
Y también de la mujer dice que se da esta unión entre la sexualidad y lo prohibido, que
la puede llevar en ocasiones a necesitar mantener en secreto relaciones para preservarse
de la frigidez. No obstante, mantiene una diferencia entre hombre y mujeres, ya que
según Freud, en la mujer no habría esa necesidad de degradar al objeto sexual en la
medida misma en que tampoco se daría la sobreestimación que le sirve de contrapunto.
Es decir, parece como si el hombre tuviera que defenderse de una sobreestima de la
mujer que le impidiera acercarse a ella. Poderse acercar a ella y poseerla en un acto
sexual potente y satisfactorio pasaría por integrar aquellos aspectos perversos que hacen
la relación objetal más conflictiva. Integrar lo anal y lo sádico, supondría integrar lo
perverso en una relación amorosa. Aspectos perversos que tienden a querer interiorizar,
controlar o dominar a un objeto que se vive como como no diferenciado, sino siendo
parte de sí mismo. Es decir, un objeto parcial. Objeto sobre el cual se siente que hay que
ejercer algún tipo de violencia en la medida en que el alejamiento del mismo pudiera ser
vivido de una forma terriblemente empobrecedora para el sujeto.
El objeto incestuoso inalcanzable es idealizado. Enfrenta al niño con su insuficiencia
frente a una madre que se le escapa y frente a un padre que si es capaz de ganarse al
objeto y poseerlo. En la relación de tercero excluido el niño y el adulto cela a los
hombres que sí son capaces de poseer a los objetos de satisfacción. El niño, mediante la
fantasía de rescate que destaca Freud en “sobre un tipo especial de elección”, trata de
negar la dependencia y el desamparo frente a unos padres omnipotentes que le dieron la
vida, manteniendo la creencia de que él mismo pudiera darse a luz. Negación
fundamental de la necesidad de objetos y del desamparo.
Cuando el objeto se siente inalcanzable e incontrolable el sujeto se empequeñece y la
idealización se hace inevitable e insoportable. Por el contrario, cuando el objeto es
asequible, el sujeto lo controla, lo incorpora y le arrebata lo que tiene de valioso, por lo
que pasa a ser degradado. Lo anal y perverso como expresión de este deseo de
incorporar los aspectos nutritivos del objeto, que posteriormente se expulsa ya sin valor.
Por último, me gustaría dar un salto y poner en relación estos aspectos de la
idealización-degradación de los objetos sexuales con algunas ideas procedentes de la
psicología del self de Kohut, en particular, con cómo entiende Kohut el desarrollo
evolutivo del psiquismo y del juego de la transferencia de los pacientes narcisistas
durante un psicoanálisis. Aunque finalmente en la obra de Kohut se ampliara esta
concepción de los objetos del self a los pacientes aquejados de neurosis clásicas.
En la teoría de Kohut se entiende el self como una representación del sí mismo. El self
sería algo análogo a las representaciones del objeto, a las imagos objetales, pero que
concierne a la imagen de sí.
Este sí mismo tendría su vertiente inconsciente, así como recogería una imagen corporal
también. Se constituiría por la internalización de cierto tipo de objetos (objetos del self)
con los que el sujeto establece una relación de tipo narcisista, marcada por la
indiferenciación.
Esta diferenciación-indiferenciación y adquisición del propio sentimiento de valía, junto
con el sentimiento de valía de los objetos, es adquirida y elaborada durante el desarrollo
normal del niño, a través de la relación con los objetos del self que comprende
diferentes etapas y cualidades.
Self grandioso: el sujeto establece una relación con un objeto del self del que espera que
le devuelva especularmente una imagen grandiosa de sí mismo.
El objeto del self idealizado: el sujeto busca una experiencia de fusión con un objeto
omnipotente y perfecto con quien se cree compartir ideales y metas.
Objeto alter ego o gemelar: se busca un objeto del self que le permita vivir la
experiencia fortalecedora de ser idéntico a sí mismo.
Mediante la incorporación de estos objetos del self, el sujeto puede adueñarse de una
imagen valorizada y diferenciada de sí mismo que procede del otro.
Para Kohut los trastornos del self, atenderían a una falta de integración del mismo
debido a la escasez de respuesta empática recibida por parte de los primeros objetos del
self. Un objeto del self empático, sería aquel que se deja idealizar por el paciente y, que
por el otro lado, refleja su grandiosidad de forma especular para después producir la
frustración óptima que permita la desidealización paulatina del objeto y del self
grandioso (transferencia idealizadora y transferencia especular) y su posterior
internalización.
Por tanto, para Kohut, el objetivo del tratamiento psicoanalítico pasaría por obtener esta
cohesión que en su momento no pudo lograrse. El setting analítico promueve la
reactivación de las transferencias narcisistas, como parte de una continuación del
desarrollo emocional. La actitud empática del analista, junto con el uso de la
interpretación, condiciona el desarrollo del análisis y la internalización transmutadora
de los objetos del self que tendría por objetivo.
BIBLIOGRAFÍA.
-“El psicoanálisis después de Freud”. Norberto M. Bleichmar, Celia Lieberman de
Bleichmar.
-“Contribuciones a la psicología del amor”. S. Freud.
COMENTARIOS SOBRE LA IDEALIZACIÓN EN LA
SEXUALIDAD
ANDONI UGARTE GARBIZU
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