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EL DÍA, jueves, 16 de mayo de 2013
25
BURGOS, EL CID Y LAS
RAÍCES DE CASTILLA, un
recorrido viajero por la ciudad
y sus emblemas 30/31
revista semanal de EL DÍA
LOS ABORÍGENES CANARIOS
Y LAS EXPEDICIONES MARÍTIMAS
Texto: José Melchor Hernández
Castilla
El objetivo de este escrito es descifrar la relación que tuvieron durante casi 200 años, desde 1312 hasta 1504, los aborígenes canarios
con los distintos viajeros y expediciones militares, generalmente bajo los reinados de Portugal y España. A su vez, se persigue calcular
el número de aborígenes canarios que residían en Canarias en 1504, después de terminada la conquista de todas las islas.
L
a primera mención de las
Islas Afortunadas data del
año 82-81 a.C. Plutarco
escribía sobre la vida del tribuno militar Sertorio (9894 a.C.): “Allí se encontró con unos marineros que acaban de llegar de unas islas
del Atlántico (...). Son dos, que se hallan
separadas entre sí por un pequeño estrecho, distan 10.000 estadios de
África y son llamados de los Bienaventurados”. Parece que la navegación
entre el sur de la Península y entre estas
dos islas podría darse con regularidad
en la primera mitad del siglo I a.C. (1).
Las “Canarias Insulas” se mencionaban en plural por primera vez en la
obra de Arnobio Adversus nationes,
hacia el año 300 de nuestra era, según el catedrático Marcos Martínez.
Y el nombre de Islas Canarias aparecía por primera vez en el portulano
(mapa de la época) de 1375, en singular, “canaria”, y en rojo para diferenciarlo del nombre de cada isla (2).
La existencia de las Islas Canarias
en Europa es dada a conocer por el genovés Lancelotto Malocello (llamado
también Lanzarotto Marocello). Entre
1312 y 1336, este genovés construía un
fuerte en Lanzarote y comerciaba durante 20 años con los aborígenes, hasta que estos lo expulsaron (3).
La situación geográfica de las dos
islas (Lanzarote y Fuerteventura) y el
islote de Lobos se refleja en la carta
portulana del mallorquín Angelino
Dulcert en 1339 –insula de lanzarotus
marocelus, la forte ventura y el islote
vegi mari– (4).
La primera expedición lusitana
hacia las islas Canarias tenía lugar en
1336, pero no ha llegado ningún dato
histórico importante hasta nosotros
(5).
El rey de Portugal Alfonso IV promovía un viaje a las Canarias (De Canaria). El 1 de julio de 1341 salía la expedición con tres naves, dos
mercantes, comandadas por el genovés Niccoloso da Recco y por el florentino Angelino del Tegghia dei
Corbizzi, y una tercera de guerra. El
6 de julio ya se hallaban en Canarias
los expedicionarios: florentinos, genoveses, castellanos, catalanes y portu-
Canarias en el Atlas de Cresques Abraham, de Mallorca. Año 1375.
gueses. Describían la primera isla de
esta manera: con 150 millas, pedregosa, cubierta de árboles, y abundante
en cabras, y poblada de hombres rudos que vivían en la desnudez. Niccolos da Recco comentaba: “Los hombres son fuertes, audaces y de
agradable aspecto... tienen los cabellos largos y van casi desnudos... Las
doncellas van completamente desnudas, sin que se avergüencen de
ello”. De la segunda isla, afirmaban:
mayor que la primera y más poblada,
sus habitantes iban desnudos; comían
hortalizas, legumbres, coles, palmeras, higueras y otros árboles; poseían
casas de buena construcción y en las
mismas se podía encontrar cebollas,
higos secos y trigo más granado,
hermoso y blanco que el trigo europeo. En otras de las islas observaron
un monte de cerca de 30.000 pasos
de altura, en cuya cumbre había un
cuerpo blanco semejante a un peñasco, y en su cima una vela de galera
que se hinchaba y se deshinchaba alternativamente; al sospechar brujería,
pasaron de largo. Estas son las materias que obtuvieron en las islas: 4
habitantes de las islas, pieles de carnero y cabra, sebo, aceite de pescado,
cadáveres de focas, maderas rojas,
cortezas de árboles para teñir de ro-
jo, tierra roja y sustancias similares,
y un ídolo de piedra que representaba
un hombre desnudo con una bola en
la mano y un tonelete de entretejida
palma que le colgaba de la cintura.
Descubrieron 13 islas, de las que 5 se
hallaban habitadas. Después de permanecer 4 meses en las islas, regresaron a Lisboa (6, 7).
Los mallorquines, excelentes navegantes, se hacían eco de las noticias
aportadas por Portugal. Cinco meses
después del regreso de la expedición
lusa, Roger de Rovenach, lugarteniente
del rey de Mallorca, autorizaba a Frances Desvalers la capitanía de una armada
formada por dos coques bayonesques,
la “Santa Creus” y la “Santa Magdalena”, para dirigirse a Canarias, llevando por patrones a Pere Magre y a
Bartomeu Giges. Desvalers, Magre y
Giges formaban parte de la empresa
armadora en unión de otros mallorquines. Su fin principal debió de ser
el comercio. El 26 de abril de 1342, Roger
de Rovenach concedía a Doménech Gual
el derecho o capitanía de poder negociar con Canarias, embarcándose en
la coca “Sant Joan” (8).
En 1352, Guillem de Llagostera, lugarteniente mallorquín de Pedro IV de Aragón, daba a Arnau Roger la jefatura de
una expedición que partía de Palma
de Mallorca hacia
las Canarias con
fines evangélicos.
El religioso carmelita fray Bernardo, posiblemente participante
de este viaje, fue
nombrado obispo
de la Islas Canarias
por Clemente VI,
motivado por las
solicitudes de los
exploradores
mallorquines de
Fuerteventura. Fray
Bernardo había sido
declarado obispo
en 1351, y había
estado pocos meses
en la isla, ya que en
marzo de 1353 se
encontraba en Aviñón, y en 1354 en las cortes de Valencia. Poco después, en julio de 1354, el
primer obispo de Canarias fue trasladado
a la diócesis sarda de Santa Giusta (9).
Se han de resaltar, también, otras
exploraciones mallorquinas en Canarias como la de Jaime Ferrer, en
1346, y la de Joan Mora, en 1366 (10).
Años después, varios súbditos de la
corona de Aragón intervenían nuevamente en la evangelización de Canarias. En 1369, dos ciudadanos de
Barcelona, Bertrán de Mamandó y Pedro
de Estrada, habían narrado al Papa cuán
fácil y hacedera resultaba la conversión a la fe de Cristo de unos infieles
sin otra ley ni religión que la adoración al sol y de la luna; y habían hecho
patente al pontífice que un grupo de
religiosos mendicantes deseaba pasar
a las Canarias para extender la religión
y predicar las verdades de la fe con
anuencia del Papa. Urbano V dirigió
una bula a los obispos de Barcelona
y Tortosa, pidiéndoles que apoyasen
fuertemente esta cristiana empresa.
Posiblemente, estos clérigos compusieron el grupo de los trece hermanos
martirizados de que habló fray Pedro
Boutier en Le Canarien; el grupo de
trece náufragos que levantó las ermi-
pasa a la pág. siguiente®
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jueves, 16 de mayo de 2013, EL DÍA
EN PORTADA
® viene de la página anterior
tas de Santa Catalina, en el Arenal de
las Isletas, y de San Nicolás, en el valle
donde hoy se alza la aldea del mismo
nombre en la isla de Gran Canaria (11).
La carta de los hermanos Pizzigani,
1367, de Venecia muestra las siete Islas
Canarias y el islote de Lobos (lancaroto o lancenzo –Lanzarote–, i forte
ventura –Fuerteventura–, canarie o
canaria –Gran Canaria–, del infierno
–Tenerife–, clarie o clane –La Gomera–,
una sin nombre –El Hierro–, palmar
o palmae –La Palma–, y el islote lono
marin –de Lobos–). En el atlas de 1375,
de Cresques Abraham, de Mallorca,
aparece por primera vez el nombre
“canaria” para referirse a todas las Islas Canarias, y también el nombre de
“fero” para designar a la isla de El Hierro (12).
Hubo otros expedicionarios que llegaron a Canarias, pero con escasas repercusiones en las islas. Así, la del vizcaíno Martín Ruiz de Avendaño, con
la historia galante de Faina, reina de
Lanzarote, en 1377; la del conde de
Ureña, don Fernando de Ormel, a La
Gomera; la de los españoles de 1393
a Gran Canaria y Lanzarote, que narra Marín y Cubas, y aderezan otros
autores cambiando por la de 1399, y
dándole por jefe a Gonzalo Peraza Martel (13).
En el siglo XIV, para viajar hacia el
Sur por el litoral africano, se hacía de
día con la sonda en la mano y sin perder de vista la costa, siguiendo las corrientes y, de abril a septiembre, con
la ayuda de los vientos alisios que soplaban del Noroeste. Los navegantes eran
presa de temor y pánico en cuanto se
aproximaban a aguas del Bojador. Pensaban que allí les estaban esperando
todos los horrores oceánicos del
mundo. Los que se habían aventurado
a acercarse algo más juraban que allí
había una corriente de tal fuerza que
imposibilitaba el regreso. Pero lo que
los navegantes creían que era un terrible remolino no era más que la zona
de contacto de dos corrientes marinas
con direcciones opuestas, que además
coincidía con una restinga que se adentraba seis leguas –33 km– en el mar,
y las aguas parecían hervir al romper
en aquélla. En 1434, Gil de Eanes conseguía doblarlo alejándose de la costa. Desde esta fecha los portugueses
sustituyeron la bordada corta para marear los alisios de bolina por la bordada
larga, uno de los más importantes descubrimientos de la historia de la
náutica. El descubrimiento de la bordada larga no fue un hecho fortuito,
sino el resultado práctico de los progresos técnicos aplicados a la náutica
en los siglos XIII y XIV: aguja magnética,
timón de codaste, el fraccionamiento
de las velas cuadradas en sentido vertical y el acoplo de las velas cuadradas y triangulares (14).
Las expediciones del siglo XIV de
genoveses, florentinos, portugueses,
mallorquines, catalanes o normandos,
entre otros, trataron a las Islas Canarias como punto de aguada, de esclavos, de maderas tintóreas y de evangelización. Así, aproximadamente
Carta portulana del mallorquín Angelino Dulcert, 1339.
entre 1312 y 1402, los aborígenes de
Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro,
y en parte los de La Gomera, tuvieron
sus primeros contactos previo a la
ocupación europea (15).
Los mercaderes italianos, mallorquines y catalanes, además del ganado
y la orchilla, encontrarían en Canarias
su mercancía más preciada, los aborígenes. La esclavitud doméstica no
había desparecido en Europa Occidental,
y los aborígenes esclavizados llegaban
sin dificultad a los mercados europeos
(16).
A partir de la segunda mitad del siglo
XIV, los asaltos a las islas eran frecuentes.
Y los aborígenes esclavizados se llevaban a los diferentes puertos peninsulares y europeos. En 1428, los castellanos dominaban este tráfico, y Baleares y Valencia se constituían en sus centros de distribución de esclavos (17).
A comienzos del siglo XV, las islas
se conocían en todos los puertos europeos. Las distintas expediciones marítimas se encauzaban por las costas africanas en su afán de aventuras. Unos
aventureros buscaban oro, esclavos,
marfil y especias. Otros buscaban almas
para la fe en Cristo... Las Islas Canarias, fin de ruta antaño, se convirtieron en punto de aguada y refresco, pues
sólo podían ofrecer al ambicioso
mercader cortísimos contingentes
de esclavos, algunas maderas tintóreas y ancho campo para el desenvolvimiento de la fe (18).
El barón normando de Saint-Martin-le-Gaillard (dueño del señorío de
Grainville, en Francia), Jean de Bethencourt, y Gadifer de la Salle (cortesano del rey de Francia) partían de
La Rochela el 1 de mayo de 1402 hacia
las Islas Canarias, con un buque provisto de marineros, soldados, colonos con sus aperos y sus semillas, dos
jóvenes esclavos lanzaroteños –Alfonso e Isabel– y dos capellanes, uno
franciscano, fray Pedro Boutier, y un
presbítero, Jean Leverrier (19).
Guadarfía, último rey de Lanzarote,
al frente de 200 hombres, se rendía
a los normandos. Estos fundaban su
campamento en el Rubicón, donde levantaban un castillo y una iglesia que
dedicaban a san Marcial. Hasta principios de 1403, cuando los indígenas
eran bautizados en número de 80, no
terminaron las hostilidades entre indígenas y normados (20)
En octubre de 1404, Jean de Be-
Portulano anónimo de la Biblioteca Ambrosiana de Milán, 1460.
thencourt pasaba a Fuerteventura, al
castillo de Rico-Rogue, para terminar
la conquista de la isla. En enero de
1405, Guize y Ayoze, reyes de Majorata y de Jandía, los dos reinos de la isla,
decidían entregarse y recibir el bautismo. Jean de Bethencourt regresaba
a Normandía y se traía consigo a 160
hombres en dos carabelas. Además,
llevaba consigo a su sobrino Maciot
de Bethencourt. En Fuerteventura,
fundaba la villa de Santa María de Betancuria. En El Hierro, Jean apresaba
a los insulares y los vendía como esclavos. Y dejaba colonos franceses en
dicha isla (21)
Así, entre 1402 y 1405, Bethencourt
había conquistado Lanzarote, Fuerteventura y El Hierro, bajo el favor de
Enrique III, rey de Castilla. El normado llamó a este territorio Señorío
de Canarias, ocupándose, entre otros
asuntos, de la venta de esclavos canarios en los mercados del reino
(22). Regresaba a Normandía en 1407
dejando a su sobrino Maciot el reinado
de las tres islas. Maciot negociaba con
los esclavos que obtenía en las cercanas costas de África. Y, en ocasiones, vendía a los pacíficos naturales
de las islas (23).
El infante don Enrique de Portugal,
bajo el reinado de Juan I de Avís, contrató al cartógrafo mallorquín Jaime
Ribes en 1412, conquistando ese mismo año Ceuta. En 1418, se producía
el redescubrimiento de las islas de Madeira (24). A partir de 1420, se intentó
convertir la isla de Madera en una gran
productora de trigo, elemento que fue
sustituido por la caña de azúcar traída por el infante don Enrique desde
Sicilia.
El autor luso Alvise Cadamosto
cuenta que, en 1456, la población en
Madeira apenas rondaba 200 hombres
de a pie y 100 hombres a caballo. Los
primeros grupos importantes de esclavos aborígenes canarios y de africanos fueron traídos a la isla antes de
mediados del siglo, después de la expedición de los lusos a Lanzarote y el
establecimiento de la factoría en la isla
de Arguín (primer establecimiento esclavista europeo en África), ambos en
1448. Muchos fueron los contingentes de esclavos canarios aborígenes
(de Gran Canaria, de Tenerife, de La
Gomera y de La Palma) llegados a esta
isla en la segunda mitad del siglo XV.
Se presume que la población de Ma-
deira a principios del siglo XVI rondaría los 16.000 o 17.000 hombres
libres, más unos 2.000 esclavos (25).
Hacia 1447, Fernán Peraza, señor de
Fuerteventura y El Hierro, establecía
una torre denominada de San Sebastián en La Gomera, contando con el
apoyo de uno de los cuatro clanes de
la isla. En 1442-1447, según Gomes
Eanes de Azurara, los aborígenes de
La Gomera generalmente ayudaban
a los portugueses a saltear la isla de
La Palma. Ya en 1449, La Gomera y
Lanzarote se hallaban en poder de los
portugueses. Y en 1454, Juan II y el
infante don Enrique renunciaban a las
islas de Lanzarote y La Gomera a favor
de Castilla, obteniendo en compensación los derechos de colonización
de África, desde los cabos Nam y Bojador hasta Guinea (26).
Jean de Bethencourt le añadía el
adjetivo Gran (1405) a la isla de Canaria en su intento frustrado de conquistarla; aunque la primera vez que
aparecía el nombre de Gran Canaria
en una carta marina es en el portulano
anónimo de 1460, que se localiza en
la biblioteca Ambrosiana de Milán
(27).
Entretanto, la evangelización de Canarias seguía su curso. Así, el eremitorio (casa de oración) de Tenerife, en
Candelaria (menceyato de Güímar),
era tutelado por el ministro general
de la orden franciscana fray Jaime de
Zarzuela (elegido el 20 de mayo de
1458), siendo su principal apóstol fray
Alfonso de Bolaños, además de fray
Masedo y fray Diego de Belmanua.
Los tres convivían entre los guanches
y predicaban en la lengua de estos. El
segundo protector del eremitorio era
el obispo de Rubicón, don Diego López de Illescas (28).
El Papa Pío II nombraba vicario a
fray Alfonso de Bolaños en 1462, con
la autoridad de reclutar misioneros en
los conventos franciscanos de su
preferencia. Las misiones atlánticas
quedaban segregadas en dos partes:
la vicaría de las Canarias, dependiente
del provincial de Castilla; y la vicaría
de las islas del Océano y Guinea, sometida a la directa jurisdicción del
ministro general de la orden franciscana (29).
Alrededor de 1462, los franciscanos
de la vicaría de Canarias fundaban un
eremitorio en Telde, bajo el patrocinio del obispo del Rubicón, don Die-
27
EL DÍA, jueves, 16 de mayo de 2013
EN PORTADA
go López de Yllescas (1460-1468). Dicho lugar era destruido posteriormente por los indígenas al quedar rotas las
relaciones con la torre de Gando
–1473-1474– (30).
En 1465, una bula del Papa Paulo II,
Decet romanorun pontificem, informa
de que fray Alfonso de Bolaños ejercía como vicario sobre Guinea, las islas del Mar y Océano y alguna de las
Canarias. Se sabe que el punto de la
misión se situaba en la isla de Tenerife, donde las conversiones de indígenas habían dado frutos espectaculares. La bula Pastoris aetemis (1472)
aludían a miles de infieles instruidos
y bautizados. La muerte de fray Alfonso de Bolaños, en 1478, suponía la
decadencia de la misión (31).
En el reinado del castellano Enrique
IV (1464-1474), casado con la infanta
de Portugal doña Juana, las naves portuguesas navegaban libremente entre
las Islas Canarias. En 1474, al morir el
rey castellano, estallaba la guerra
castellano-portuguesa por la lucha de
la sucesión. En 1479, se firmaba La paz
con el Tratado de Alcázovas. Portugal
renunciaba definitivamente a Canarias, y Castilla a sus pretensiones en
África. Paradójicamente, entre 1483 y
1510, coincidiendo con las conquistas
de Gran Canaria (1478-1483), La Palma
(1493-1494) y Tenerife (1494-1496), fue
cuando la cultura tradicional portuguesa se asentó con más ímpetu en
Canarias, recibiendo tierras y aguas
como cualquier colonizador (32).
A consecuencia de las conquistas de
las islas, Sevilla, Valencia y otros puertos se erigieron en grandes centros de
distribución de esclavos canarios, a
finales del siglo XV y principios del
XVI. En Valencia, entre 1498 y 1515,
se habían vendido 67 cautivos canarios; y en Sevilla, entre 1453 y 1525,
habían comerciado con 153 (33).
“En Canarias, la vida y condición de
los indígenas cautivos presenta una
rápida adaptación a la sociedad recién
creada por los castellanos y que es
bastante favorable a la manumisión
(proceso de liberar a un esclavo), hecho que permite en un periodo relativamente corto el término de la servidumbre, sin ser prohibida expre-
samente por los Reyes”,
según Manuela Marrero
Rodríguez –1966– (34).
Los aborígenes canarios
y su supervivencia
Los bereberes eran los habitantes preislámicos del
Magreb (Marruecos, Túnez,
Argelia, Mauritania, Sáhara
Occidental y Libia) y la mayor
parte del Sáhara al oeste del
Nilo. Su lengua afroasiática es
líbica y diferente al árabe, al
hebreo y al fenicio. Los
actuales bereberes se autodenominan amazigh y llaman a su lengua tamazigh.
Los tuareg del Sáhara, la mitad de la población de Marruecos, los kabileños de Argelia, y los habitantes de
Siwa, en Egipto, son bereberes; y lo fueron los antiguos
númidas, los aborígenes canarios (guanches) y algunas
agrupaciones dominadoras
de parte de la península –almorávides, almohades y benimerines, entre otros– (35).
Las pruebas genéticas actuales nos indican que, muy probablemente, los bereberes
canarios proceden de un grupo muy cercano a los habitantes actuales de Túnez y
Libia (36).
Los primeros pobladores
de las Islas Canarias vinieron por mar.
El primer poblamiento data del siglo
IV a.C. Esta arribada inicial, la mayor,
coincidía con la existencia de Cartago.
Las arribadas o llegadas posteriores a
las islas se sitúan entre el siglo I a.C.
y el siglo I d.C. Los levantamientos
bereberes fueron muy frecuentes
entre los siglos I a.C. y III d. C, seguidos de deportaciones masivas.
Alrededor del siglo X d.C., un pequeño
grupo de personas llegaba a La Palma
(37).
“Las estructuras culturales del pueblo aborigen parecen ser de características neolíticas, si bien la cronología no concuerda con la cultura, ya que
esta, por un natural fenómeno de ais-
(1)Blázquez, José Mª (1977). “Las Islas Canarias en
la Antigüedad” en Anuario de Estudios Atlánticos.
Las Palmas-Madrid. Num. 23, páginas 35-50, página
(página 42).
(2)Tous Meliá, Juan (1996). El Plan de las Afortunadas Islas del Reyno de Canarias y la Isla de San Borondón. Museo Militar Regional de Canarias. Las Palmas
de Gran Canaria. Página 19.
(3)Martínez, Marcos (2001). “Boccacio y su entorno
en relación con las Islas Canarias”. Cuadernos de Filología Italiana, 2001, nº extraordinario, páginas 95-118
(página 101).
(4)Tous Meliá, Juan (1996). El Plan de las Afortunadas Islas del Reyno de Canarias y la Isla de San Borondón. Museo Militar Regional de Canarias. Las Palmas
de Gran Canaria. Página 13.
(5)Ídem. Página 9.
(6)Martínez, Marcos (2001). “Boccacio y su entorno
en relación con las Islas Canarias”. Cuadernos de Filología Italiana, 2001, nº extraordinario, páginas 95-118
(páginas 102-103).
(7)Blanco, Joaquín (1983). Breve Noticia Histórica
de Las Islas Canarias. Editorial Rueda. Madrid. Páginas 11-13.
(8)Ídem. Página 14.
(9)Ídem. Páginas 15-16.
(10)Tous Meliá, Juan (1996). El Plan de las Afortunadas
Islas del Reyno de Canarias y la Isla de San Borondón. Museo Militar Regional de Canarias. Las Palmas
de Gran Canaria. Página 10.
(11)Blanco, Joaquín (1983). Breve noticia histórica
Coca “Mataró”.
Barco del siglo XIV.
Existen réplicas en el
Museo Naval de
Madrid y en el
Marítimo de
Barcelona.
de las Islas Canarias. Editorial Rueda. Madrid. Página
16.
(12)Tous Meliá, Juan (1996). El Plan de las Afortunadas Islas del Reyno de Canarias y la Isla de San Borondón. Museo Militar Regional de Canarias. Las Palmas
de Gran Canaria. Página 15.
(13)Blanco, Joaquín (1983). Breve noticia histórica
de las Islas Canarias. Editorial Rueda. Madrid. Páginas 16-17.
(14)Tous Meliá, Juan (1996). El Plan de las Afortunadas
Islas del Reyno de Canarias y la Isla de San Borondón. Museo Militar Regional de Canarias. Las Palmas
de Gran Canaria. Página 10.
(15)Matías Hernández, Antonio M. (1992). “Expansión europea y demografía aborigen. El ejemplo de
Canarias, 1400-1505”. Boletín de la Asociación de Demografía Histórica, x, 2, 1992, páginas 11-45 (página 29).
(16)Lobo Cabrera, Manuel (1982). “Los mercaderes y la trata de esclavos. Gran Canaria. Siglo XVI” en
Homenaje a Alfonso Trujillo. Aula de Cultura de Tenerife. Madrid. Página 49.
(17)Ídem. Página 50.
(18)Blanco, Joaquín (1983). Breve noticia histórica
de las Islas Canarias. Editorial Rueda. Madrid. Página
35.
(19)Ídem. Páginas 35-36.
(20)Ídem. Páginas 40-42.
(21)Ídem. Página 45-47.
(22)Serra Rafols, Elías (1941). Los portugueses en
Canarias. Imprenta y Librería Curbelo. La Laguna. Páginas 8-9.
lamiento, se conservó inalterable
hasta finales del siglo XV, fecha de la
conquista y colonización de las Islas
Canarias” –Luis Diego Cuscoy, 1973–
(38).
Podemos dar una estimación a la
baja de los aborígenes en las distintas islas antes de la colonización luso-castellana, calculada, en su momento, por el profesor Antonio M.
Macías Hernández: 30.000 habitantes en Gran Canaria; 36.000 en Tenerife; 3.000 en La Palma; 4.200 en La
Gomera; 2.555 en El Hierro; 2.000 en
Lanzarote; y 4.000 en Fuerteventura.
Curiosamente, la disminución significativa posterior de la población
aborigen no vino tanto de la mano de
(23)Blanco, Joaquín (1983). Breve noticia histórica
de las Islas Canarias. Editorial Rueda. Madrid. Página
48-49.
(24)Porro Gutiérrez, Jesús M. (2003) “Los descubrimientos luso-castellanos. La cartografía (1418-1495)”.
Tomo LX, 1, 2003, páginas 13-40 (páginas 14-15).
(25)Siemens, Lothar y Barreto, Liliana (1974). “Los
esclavos aborígenes canarios en la isla de La Madera
(1455-1505)” en Anuario de Estudios Atlánticos. Las
Palmas-Madrid. Num. 20, páginas 111-144 (páginas 113114).
(26)Serra Rafols, Elías (1941). Los portugueses en
Canarias. Imprenta y Librería Curbelo. La Laguna. Páginas 33-38.
(27)Tous Meliá, Juan (1996). El Plan de las Afortunadas
Islas del Reyno de Canarias y la Isla de San Borondón. Museo Militar Regional de Canarias. Las Palmas
de Gran Canaria. Página 19.
(28)Rumeu de Armas, Antonio (1975). La conquista
de Tenerife (1494-1496). Aula de Cultura de Tenerife,
Madrid. Página 29.
(29)Ídem. Página 31.
(30)Ídem. Página 28.
(31)Ídem. Páginas 33-40.
(32)Pérez Vidal, José (1968). “Aportación portuguesa
en la población de Canarias” en Anuario de Estudios
Atlánticos. Las Palmas-Madrid. Num. 14, páginas 41106 (páginas 50-54).
(33)Lobo Cabrera, Manuel (1982). “Los Mercaderes y la trata de esclavos. Gran Canaria. Siglo XVI” en
Homenaje a Alfonso Trujillo. Aula de Cultura de Tene-
las guerras o de la esclavitud,
sino de las enfermedades
europeas, peste y tifus (modorra), concretamente en Gran
Canaria y Tenerife, diezmando sus respectivas poblaciones alrededor de un 75%
(39).
El historiador Millares
Torres recoge, en un documento referido al año 1504, el
censo efectuado por el inquisidor Bartolomé López de Tribaldos sobre el número de
familias aborígenes en las
Islas Canarias: “… se encontraron en estas siete yslas mil
y docientas familias canarias
fuera de otras muchas que
estaban mescladas con ellas,
pues con los conquistadores
vinieron muy pocas mugeres y
estas casadas por lo que la
mayor porción de los conquistadores casaron con las de
esta tierra” (40).
De esta reseña se pueden
derivar los siguientes datos:
unos 6.000 aborígenes (1.200
familias) para una población
estimada en las islas de 16.850
habitantes -3.370 familias- La
población podría estar repartida de la siguiente manera:
3.000 pobladores en Gran
Canaria (1.500 aborígenes);
6.000 en Tenerife (3.000 aborígenes); 1.500 en La Palma
(500 aborígenes); 2.100 en La Gomera
(500 aborígenes); 1.250 en el Hierro;
1.000 en Lanzarote; 2.000 en Fuerteventura (41).
La población aborigen en 1504,
retomando la información anterior,
rondaría el 35% del total. Sin embargo,
los genes bereberes en las siete islas,
en esa fecha concreta, podrían rondar
el 50% del total de la población, ya
que no habríamos contabilizado la
mezcla de los aborígenes de El Hierro, Fuerteventura y Lanzarote con los
normados, portugueses y españoles, ni la llegada a las islas, desde Madeira, de los portugueses que habían
sido antiguos esclavos aborígenes
canarios.
rife. Madrid. Página 51.
(34)Marrero Rodríguez, Manuela (1966). La esclavitud en Tenerife a raíz de la conquista. Instituto de
Estudios Canarios. La Laguna de Tenerife. Página 108.
(35)Celtiberia.net.Biblioteca (2003). “Bereberes I:
Prehistoria final del norte de África, relaciones con
la península Ibérica y orígenes de los bereberes”. 14
de enero de 2003.
(36)García-Talavera, Francisco (2000). “Estudio Antropológico de la Población Canaria”. Comunicación presentada en La Universidad de Verano de Agadir en Historia de los Imazighen. VII-2000.
(37)Navarro Mederos, Juan Francisco (2005). Los
aborígenes. Centro de la Cultura Popular Canaria. Santa
Cruz de Tenerife. Páginas 30-32.
(38)Diego Cuscoy, Diego (1973). Museo Arqueológico de Tenerife. Museo Arqueológico. Santa Cruz de
Tenerife. Página 8.
(39)Matías Hernández, Antonio M. (1992). “Expansión europea y demografía aborigen. El ejemplo de
Canarias, 1400-1505”. Boletín de la Asociación de Demografía Histórica, x, 2, 1992, páginas 11-45 (páginas 2232).
(40)Lobo Cabrera, Manuel (1983). “Los indígenas
canarios y la Inquisición” en Anuario de Estudios Atlánticos. Las Palmas-Madrid. Num. 29, páginas 63-84 (página
67).
(41)Lobo Cabrera, Manuel (1987). “La población de
Tenerife en el siglo XVI” en Anuario de Estudios Atlánticos. Las Palmas-Madrid. Num. 33, páginas 379-416
(página 382).
28
jueves, 16 de mayo de 2013, EL DÍA
ETNOGRAFÍA DEL SUR DE TENERIFE
PERFILES ETNOGRÁFICOS PARA UNA GENUINA
CULTURA DE JABLE (X): TRAJES DE BODA
Los trajes que los novios lucían en las ceremonias de sus enlaces matrimoniales eran confeccionados por las costureras locales, a quienes se les encargaba su elaboración,
tanto para los hombres como para las mujeres, siempre dentro de un tiempo prudencial antes del feliz acontecer. Su color era normalmente serio: oscuro o negro. Al esponjado blanco por estos contornos se le vendrá a conocer ya tarde. En paralelo se reunían los ingredientes necesarios para consumir durante el convite. Para el caso de que existiesen lutos recientes en cualquiera de las dos familias, las celebraciones se amortiguaban notablemente. Los lutos eran “cosa sagrada” y dignos del más absoluto respeto.
Texto y foto: Emiliano Guillén Rodríguez
Periodista. Cronista oficial.
E
n algunos casos, desde que
se fijaba en firme la fecha
del enlace, la familia de la
novia, además de completar el ajuar que ya venía confeccionando desde bastante
tiempo atrás, también iniciaba la recolección de todos los ingredientes necesarios para destinar al banquete
nupcial. Se recuerda la recogida de
la almendra en los terrenos de su propiedad si los tuviese, o en los de su
pretendiente. En el caso de no disponer de ellas, las adquirían por compra o regalo para que, en el momento
de elaborar las famosas tortas chasneras o las piñas de almendra picada
y edulcorada en exquisito almíbar, impregnado con un ligero toque de sabor
a limón, las tuviesen reservadas y disponibles. También se reunían huevos
guardados en fresco para la ocasión.
Por las vísperas de los esponsales
se contrataba a la dulcera para la preparación de los distintos tipos de pasteles a consumir. Estas expertas artesanas de la repostería tradicional
elaboraban los dulces a partir de los
componentes disponibles: merengues,
bizcochones, rosquetes, auténticas delicias que cocían en el horno de la casa
de la novia o, en su caso, trasladaban
todos los ingredientes para trabajarlos
y hornearlos en el suyo propio.
La leña que se utilizaba para calentar la tahona era de jara que se traía
en “jaces”, o brazados, desde la zona de la medianía alta, en torno a los
linderos del pinar. En algunos casos
se emplearon tallos de retama seca,
de ceniza muy blanca, todo ello
acarreado en mula por un modesto
capital. Cuántas veces por saca furtiva.
En los pueblos tradicionales sólo
se elaboraba (amasaba) en días muy
señalados en el calendario, siempre
con motivo de alguna destacada
celebración de corte social: fiestas,
bodas, bautizos y poco más. El resto
del año no solía haber pan. Lo común
era el gofio.
Por estos pagos siempre existió
alguna familia que se dedicara a tales actividades. A ellas se acudía para
los casos de casamientos, por ejemplo. Las tortas de pan sobrante del
refectorio, a modo de hogaza, se guardaban cuidadosamente en cofres, en-
vueltas en sábanas de un blanco inmaculado, para irlas consumiendo de manera paulatina y razonable (“pan de
la boda”). Los excedentes de dulces
destinados al ágape se repartían al día
siguiente en platitos de contenido homogéneo entre los vecinos más allegados. Con la devolución de la vajilla, previamente marcada con todo
rigor, utilizando trocitos de esparadrapo en sus bases con la seña del propietario, después de bien clasificada y pulcramente fregada, también
se incluía una ración de estos pasteles,
un poco en pago por el préstamo, y
otro poco para su degustación a la salud
de los recién desposados. Igualmente se guardaban los sobrantes de
licores para agasajar a las visitas que
se recibieran en los días sucesivos al
evento por el motivo consumado.
Por tradición, la prometida iba a la
iglesia vestida de negro. El traje de
la novia se le encargaba a la costurera o amañada del lugar, o de fuera.
Sobre su cabeza lucía un largo velo
que le cubría el rostro. Este conjunto,
una vez cumplido su cometido, se
guardaba cuidadosamente por largo
tiempo. Se prestaba a veces a otras
novias poco pudientes que lo solicitaran:
Clorinda, la muchacha más pretendida de la comarca, por su “jechura”
y porque tenía el más bien puesto altar
de todas las mozas casaderas del término, no pudo casarse de negro
como era la tradición por ser cosa que
surgió “de sopetón”. La muchacha se
casó muy rápido y de conciencia porque su madre se moría y pidió verla
amparada antes de fallecer. Como tenía
novio formal, en un momento se le
habilitó el casorio.
Para el caso, nuestra protagonista
lucía un pañuelo de seda a la cabeza,
caído sobre el moño. A los lados de
la frente llevaba mechones de pelo
recogido. Aretes grandes de plata, enaguas y blusa de gasa blanca con chispitas azules. Sobre el pecho una cinta
rosada con la medalla de la Virgen de
Candelaria. Sus pies, pequeñitos y bien
calzados. Los trajes blancos y vaporosos llegaron a estas bandas con bastante retraso.
Se cuenta que una de las primeras
damas que lo lució en Granadilla fue
la señorita Dolores Reyes González,
La primera novia
con traje blanco
en Granadilla.
que contrajo nupcias con un oficial
destinado en el Batallón de Abona
a principios del siglo XX. Recuerdan
sus familiares que vino directamente de París por expreso encargo de su
futuro esposo. Luego comenzó a
generalizarse y el negro quedó postergado para bodas de “preñadas” o
para jóvenes que habrían perdido
pública y notoriamente la “honra”
antes de recibir el santo sacramento
del matrimonio.
Por cuanto respecta al novio, también el terno de este se mandaba a confeccionar en exclusividad para la ocasión; si se podía, claro está. Era de color
oscuro, con “cachorro” (sombrero de
fieltro negro). Posteriormente esta vestimenta venía a servir para asistir a
otras bodas, entierros o cualquier otro
acontecer social que lo requiriese. El
traje del novio también era objeto de
préstamo, en su caso, para otros novios
o padrinos que lo necesitasen.
Más tarde, Ciprianillo, el afortunado
pretendiente de Clorinda, se presentó al acto con “cachorra nuevita
tumbá a lo tunante”. Chaqueta, chaleco y calzón de dril recién planchados. Zapatos blancos de cuero muy
chillones. Banda colorada con las puntas colgando sobre la nalga. El
pañuelo asomándole en la faltri-
quera (bolsillo), lo mismo que el caño
de la cachimba adornado con su cadenita amarilla. En la cañota (mano
izquierda) un palo de almendrero adornado con tachas relucientes en los
nudos (Relatos adaptados de J.
Bethencourt Alfonso).
Para el enlace, la casa de la novia
se adornaba con flores. Se limpiaba
como una patena y se colocaban por
doquier plantas y gavillas de reinaluisa, poleo, tomillo, romero, salvia y otras
olorosas que impregnaban el ambiente
con un toque grato de aromática distinción olfativa. Incluíanse también
algunas flores de temporada.
El convite se celebraba en la sala
principal de la casa o en salón acomodado al efecto. En el lugar destinado, con las sillas y las mesas ya colocadas en número acorde con las
previsiones de asistencia, la mesa de
los novios, padrinos y padres presidía la estancia ante una enorme
sábana blanca y las vajillas dispuestas según el mejor modo que se pueda
dar a entender. Asimismo, se engalanaba con ramos de flores frescas recogidas desde los distintos setos (poyos)
de los hogares que se las habían prometido. Los padrinos aquella tarde
lucían sus mejores galas. Los invitados como mínimo vestían “de limpio”.
29
EL DÍA, jueves, 16 de mayo de 2013
ARTE
PATRIMONIO HISTÓRICO-MONUMENTAL
DEL PUERTO-CIUDAD DE SANTA CRUZ DE TENERIFE
Esculturas que miran al mar (II)
La capital tinerfeña está festoneada de esculturas expuestas al aire libre, muchas de ellas de autores muy cotizados. El autor del presente trabajo propone un recorrido por
aquellas que se encuentran cerca del mar o que tienen alguna relación él, como las que se encuentran en la Escuela de Náutica. Se trata de hacer una somera descripción
de cada obra con sus datos más básicos, para mejor conocimiento del público. Seguimos hoy con la serie, que abarca un total de quince esculturas.
Texto y fotos: JoséManuelLedesmaAlonso
JAULA DE LUZ
MÓVIL
O
E
bra de la artista italiana Federica Marangoni, pintora que a
mediados de los años sesenta
empezó a profundizar en la tridimensionalidad utilizando nuevos materiales
que permiten realizar efectos novedosos.
La escultura,expuesta en la plaza
General Gutiérrez Mellado, fue financiada por la Presidencia del Gobierno
de Canarias para conmemorar el 30
aniversario de la exposición permanente “Esculturas en la Calle”, que
arrancó en Santa Cruz de Tenerife en
el año 1973.
Esta creación “colgante” que representa una gran lámpara para esta
plaza, simula la prisión de la que trata
de escapar la luz azul, encerrada en una
jaula, de 2,5x2,5 metros, con fuertes
barrotes de prisión. La lámpara, formada
por un móvil de seis bombillas, se mueve
de forma continua y lenta.
“Jaula de luz”, de Federica Marangoni
En el suelo, un gran prisma de piedra basáltica,con la inscripción “LA LUZ
SIEMPRE ES LIBRE”, proyecta el volumen de la –su sombra– como si fuera
una tumba para la memoria o un asiento para la reflexión del caminante.
sta escultura de acero
inoxidable, cuyas dimensiones son 2,99x3,40x
2,20 metros, instalada en el paseo de la avenida Francisco La
Roche, a la altura del monumento al Ángel Caído, fue realizada por el pintor, escultor y
grabador Eusebio Sempere
(Onil-Alicante, 1923-1985). Formó parte de la I Exposición
Internacional de Esculturas
en la Calle, organizada en 1973
por el Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, en colaboración con el Cabildo Insular,
Ayuntamiento de Santa Cruz de
Tenerife y Caja Canarias.
Esta exposición le dio a la ciudad de Santa Cruz de Tenerife
una fisonomía nueva, diferen- “Móvil”, de Eusebio Sempere
te a la de cualquier otra urbe
española, pues la presencia de la composición llenó la calle donde quedó expuesta
a la espontánea mirada del transeúnte.
La obra está formada por una serie de repeticiones geométricas, lineales y
abstractas donde se observa el efecto de vibración y movimiento.
SUEÑO DE LOS CONTINENTES
E
sta obra del escultor
Martín Chirino (Las
Palmas de Gran Canaria, 1925), el artista de las espirales y las “ladys”, se levanta
en el centro de la plaza de
Europa de Santa Cruz de
Tenerife, formada por una
figura geométrica de hierro,
en forma de espiral, que representa el viento como
símbolo de la naturaleza. Es
otra de las obras que se exhibieron en la II Exposición Internacional de Esculturas en
la Calle organizada en 1994
por el Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias en colaboración con el Cabildo Insular, el Ayuntamiento de “Sueño de los continentes”, de Martín Chirino
Santa Cruz de Tenerife y Caja
Canarias.
la escultura en dos mitades, retiranEn el año 2009, el consistorio capido una de ellas; por ello, los representalino, para evitar que la escultura se
tantes legales del artista demandaron
partiera a causa del fuerte viento, o que
al ayuntamiento por el “gravísimo desen la algarabía de los Carnavales la gente
prestigio” que supone para el autor mutise subiera en el brazo de la pieza y pular su obra y dejarla expuesta a la vista
diera ocurrir algún accidente, seccionó
del público.
“El muro o relato de un equilibrio”, de Juan Borges Caballero
EL MURO O RELATO DE UN EQUILIBRIO
E
sta obra de Juan Borges Caballero, escultor, pintor y arquitecto nacido en
Las Palmas de Gran Canaria (1948), que durante la II Exposición Internacional de Esculturas en la Calle de 1994 se plantó en el primer tramo de
la Rambla de Santa Cruz, en la actualidad se encuentra emplazada en el paseo
de la avenida Francisco La Roche, frente al edificio de Usos Múltiples. Realizada
en bronce, tiene unas medidas de 2,75x6,30x0,50 metros y se sustenta en un pedestal conformado por barras entrecruzadas que forman la base en la que descansan seis figuras humanas. La franja que ocupa el centro de la composición está
formada por una galería con los citados personajes, desnudos, contorsionados
y aprisionados entre barras. La parte superior consiste en un gran panel o pantalla, compuesto por cinco segmentos rectangulares y unidos.
30
jueves, 16 de mayo de 2013, EL DÍA
VIAJES
BURGOS, EL CID Y LAS
RAÍCES DE CASTILLA
nónica, jardín ilustrado, parque botánico donde sobresale, de una forma
muy especial, el plátano de sombra,
el plátano de paseo, árbol tan resistente como longevo, que en invierno
es candelabro y, en primavera, un vergel. Y aquí y acullá, el entrañable recuerdo, en bronce, de la castañera, del
guardia urbano, del lector de periódicos, del peregrino jacobeo, de los
abuelos… Y nos alejamos de estos contornos donde la limpieza es una
constante y un milagro ver un confeti en las aceras.
Texto y fotos : Antonio Salgado Pérez
S
Se ha escrito, y lo hemos
comprobado in situ, que Burgos es una ciudad abarcable, conservadora y saludablemente provinciana y,
según Pascual Izquierdo, “concentra
su atractivo en la monumentalidad,
ofreciendo una vida que discurre
sin sobresaltos, a medio camino entre
la devoción al pasado y el abrazo de
la modernidad”.
Burgos, que es una bella y armónica
ciudad de tamaño razonable y cierto
gusto en sus formas, tiene un sólido
complemento en su más que respetable oferta gastronómica. Tal es la misma que la ciudad acaba de ser elegida
Capital Española de la Gastronomía
2013, sucediendo en el título a Logroño,
que, como afirma Carlos Herrera,
“es otra que tal, donde bebercio y comercio se convierten en placer contundente”.
Es curioso resaltar que Burgos, según una encuesta realizada en lo referente al Camino de Santiago, es una
de las localidades españolas más baratas donde el peregrino encuentra “el
paraíso” en sus viandas y en su
deambular por esta ruta jacobea.
Récord en municipios y energía
eólica
Estamos en la provincia española con
mayor número de municipios, un total
de 371, agrupados en siete partidos judiciales: Aranda de Duero, Briviesca, Burgos, Lerma, Miranda de Ebro, Salas de
los Infantes y Villarcayo. Su extensión
duplica a la de las Islas Canarias. Pero
apenas llega a los 400.000 habitantes. Cuenta con la central nuclear más
antigua de España (Garoña, activa desde
1960) y ocupa el primer puesto nacional en generación de energía eólica,
al contar con más de mil molinos que,
evidentemente, no pasan desapercibidos para el que holla estas tierras.
“Vierte” a tres mares
Hace un par de años, la provincia ocupó
la primera posición en nivel de vida
de la comunidad autónoma de Castilla y León; y la quinta de España. Lo
accidentado del suelo de esta provincia
da origen a un profuso sistema hidrográfico, que presenta la singular circunstancia de llevar sus aguas a los
tres mares que circundan la Península
Ibérica: Cantábrico, Atlántico y Mediterráneo.
Tumba, cimborrio y escalera dorada
En Burgos capital surge, majestuoso
e infinito, un símbolo de espiritualidad y arte; la cumbre del gótico eu-
Las barbas y la espada del Cid
Campeador
Y nos alejamos no sin antes despedir
al Cid, que se ha enseñoreado, desde
1955, de la plaza donde han ubicado,
desafiando los estragos del tráfico y
del gélido ambiente, su estatua ecuestre, donde la posición de su espada,
la actitud bélica del jinete, las luengas barbas agitadas, los faldones de
la capa y el brío del corcel otorgan un
visible dinamismo al monumento.
Y nos adentramos, siempre en tierras burgalesas, en las denominadas
“raíces de Castilla”, formadas por un
trío de excepcionales localidades:
Frías, Oña y Poza de la Sal, que discurren por llanuras, riberas, pinares,
pastizales, hayedos, encinares, desfiladeros, saltos de agua y núcleos que
han preservado su arquitectura e
historia.
ropeo, el icono más representativo de
la ciudad, declarado Patrimonio de la
Humanidad por la Unesco en 1984:
su catedral donde, por encima de todo,
y como simple espectador, fijamos nuestras miradas en la tumba del Cid, donde
una losa de granito, marcada con una
inscripción latina que formuló Menéndez Pidal, cubre los restos del héroe
y de su esposa, doña Jimena.
Y escrutamos el cimborrio, verdadera joya arquitectónica de la catedral, por cuyos ventanales abiertos en
los lados del octógono penetra una
luz que vivifica gárgolas, leyendas,
medallones y figuras. Y en el fondo
del crucero, la famosa “escalera
dorada”, de gran riqueza ornamental y audacia arquitectónica que,
salvando grandísimas distancias,
nos ha hecho recordar, por su similar estructura, la que aún posee, en
su parte antigua, el otrora y esbelto
hotel Quisisana, obra del reputado
La catedral de
Burgos, uno de los
ejemplos más
notables del gótico
español.
Mariano Estanga Arias, hoy convertido
en colegio.
El Espolón, tránsito, miradas y signos
Abandonemos este ciclópeo discurso
de piedra, propio de un tiempo de boato
y pompa, cuando era preciso señalar
la primacía de la cruz sobre la arrogancia
del blasón y la miseria del campo, y vayamos a dar un paseo por el Espolón burgalés, que no es dique, ni espigón, ni
malecón ni rompeolas, sino un simple
lugar de tránsito, miradas y signos.
Por este pequeño paraíso, analiza
el aludido Pascual Izquierdo, “pasan
gacelas de temblor incipiente y mozalbetes con asomo de rubor; matrimonios con el amor a cuestas, siluetas de
madurez y, en muchas ocasiones, ancianos a la búsqueda de sombra y conversación”. El Espolón está considerado como uno de los paseos provincianos más bellos de España. Constituye una síntesis de vigencia decimo-
Frías, “la ciudad más pequeña de
España”
En Frías, “no te fies del tamaño, no
es ni pueblo ni villa”. Tiene consideración oficial de ciudad, por cierto, la
más pequeña de España. Es uno de los
mejores ejemplos de la arquitectura
medieval militar española. En el interior del recinto amurallado se extiende
un conjunto urbano con estrechas y
muy empinadas calles; y casas de piedra con entramado de madera que se
apiñan colgando de la roca y desafiando
las leyes de la gravedad.
Proliferan las casas rurales y los pequeños restaurantes, casi siempre con este
rótulo: “Hay morcillas de arroz y de
chorizo”. Cuesta llegar a su castillo,
pero vale la pena. Desde aquella altura podemos contemplar, por ejemplo, el puente medieval de nueve ojos
que, durante siglos, controló el paso
del río Ebro.
“Un brillo especial a los ojos…”
En Poza de la Sal surge un curioso fenómeno geológico, el diapiro, que consiste en el afloramiento a la superficie de grandes masas salinas. Hace doscientos millones de años, Poza estaba
sumergida en un gran mar. Esta localidad, concisa y pintoresca, enriscada
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EL DÍA, jueves, 16 de mayo de 2013
VIAJES
HERÁLDICA
del apellido de la
familia
FERIA
José Peraza Hernández
Era costumbre de los
conquistadores y primitivos pobladores de Canarias usar el lugar de su
nacimiento como apellido
para distinguirse de otros
del mismo municipio.
Así sucedió en Badajoz,
Mérida, Plasencia, Gra-
en la ladera de una sierra, fortificada
y protegida por un castillo en decadencia, encierra en su nombre los ingredientes que explican gran parte de su
peculiar historia. Las salinas, explotadas por los romanos, fueron en la
época medieval la principal fuente de
riqueza de la población y el motivo que
atrajo a señores principales y judíos,
seducidos por aquel producto, indispensable para la conservación de los
alimentos.
En la actualidad, esta villa, la antigua Salionca, vive de los almendros, los manzanos y otros árboles frutales que cultivan sus apenas cuatrocientos habitantes que, de vez en
cuando, observan por sus angostas
callejuelas el deambular de silentes
turistas, siempre ilustrados por un guía
tan didáctico como de fino humor,
Jesús, que, entre otras cosas, pregona
que “la sal le da un brillo muy especial a los ojos”.
El monasterio de
Oña, arriba. Sobre
estas líneas, una
excelente sillería. A la
derecha, estatua del
Cid Campeador.
La cuna de Félix Rodríguez de la Fuente
En Poza de la Sal nació Félix Rodríguez
de la Fuente, el inolvidable divulgador ambientalista. “La más fascinante escuela de la infancia”. Con estas
sencillas pero emotivas palabras, “el
amigo de los animales” describía su
infancia y juventud entre la sal, aquel
“oro blanco” de épocas pretéritas, y
el páramo, “descubriendo lobos y aves
viajeras”. La abundancia de aves
rapaces en los acantilados pozanos,
que aún se pueden contemplar en vuelos tan pausados como elevados, fue
una de las razones por las que Félix,
también galeno, llegó a convertirse en
uno de los mejores naturalistas del
mundo. Su eco aquí es permanente
e, igualmente, el busto, la estatua, el
bronce de su recuerdo
nadilla. Llerena y el pro-
Oña, la gran ignorada
¡Qué sorpresa en Oña! Posee un
monasterio increíble para su población,
que apenas supera los quinientos habitantes. En el monasterio, panteón real
de condes y reyes castellanos y navarros, fundado en 1011, se aprecia el
enorme poder, el desmesurado esplendor, la incalculable opulencia que antaño
tuvieron benedictinos y jesuitas que,
incluso, y como generosos mecenas,
coadyuvaron a la construcción de la
mismísima catedral de Burgos.
Impresiona la doble fachada y, especialmente, su retablo mayor, su excelente sillería y su sombrío claustro. Hoy
por hoy, esta Villa Condal no es ni tan
siquiera una sombra de aquella magnificencia que llegó a alcanzar y, lo más
grave, según los lugareños, es que no
ocupa el sitio que por derecho le corresponde. Desconocida para la inmensa
mayoría del gran público y la gran ignorada para los propios burgaleses, Oña
y su celebérrimo monasterio reclaman
con voz alta y firme un reconocimiento
que les está siendo negado. Marginar
la visita a esta localidad y a su monasterio es olvidar una parte de la historia de la Castilla condal, a la vez que
relegar uno de los patrimonios artísticos más importantes de Burgos.
villa han salido muchos
pio Feria, a quien nos referimos ahora, lugar este
también de origen extremeño.
Feria pertenece al partido judicial de Zafra,
en la provincia de Badajoz. En su municipio se
halla un castillo-fortaleza
que data de 1460 y de esta
caballeros y conquistadores.
ARMAS
Los de Canarias traen:
en campo de oro, un roque de gules. Bordura de
de gules, con cuatro roques de oro. (Escudo
286).
BIBLIOGRAFÍA: Conquista y antigüedades
de las Islas de Gran Canaria, de Juan Núñez de la
Peña, repertorio de blasones de la comunidad
hispánica, de Vicente de
Cadenas.
POR LINO CHAPARRO
D´ACOSTA
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jueves, 16 de mayo de 2013, EL DÍA
www.eldia.es/laprensa
Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 875
EMPODERAMIENTO:
el individuo toma el control
Este proceso persigue que cada persona participe activamente en el
control de su enfermedad
Textos: Anastasio
Pablo González
Báez
Psicólogo
colegiado T-1589,
coordinador de la
comisión de Salud Mental y miembro
de la comisión deontológica del COP
de Santa Cruz de Tenerife.
E
n 2010 se pública “El empoderamiento del usuario
de salud mental”, por parte de la Oficina Regional
para Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y
traducida para el Ministerio de Sanidad y Política Social. La OMS considera el empoderamiento como clave
para la promoción de la salud. Se establece que “las personas deben ser empoderadas para promocionar su propia
salud, para interactuar con los servicios sanitarios y participar activamente
en la gestión de la enfermedad”. Y se
considera este empoderamiento prioritario, según la Declaración para la Salud
Mental para Europa, el Plan de Acción
en Salud Mental para Europa y el Pacto
Europeo para la Salud Mental y el Bienestar.
Se pasa de un modelo en el que las
necesidades son definidas por una institución (manicomio), a necesidades
definidas por personal clínico (hospital
psiquiátrico), a necesidades definidas
por profesionales, con la participación
de usuarios (atención comunitaria) y
a las necesidades definidas por los propios usuarios, con el apoyo de los profesionales (empoderamiento).
“Me he convertido en dueño de mi
enfermedad y asumo la responsabilidad de lo que hago y no hago. No dejo
que la enfermedad me controle… no
es toda mi vida, ahora es solo parte
de mi vida” (Brown, W y Kandirikirira, N., 2007). Esta cita puede resumir lo que se pretende con el empoderamiento. Se trata de un proceso personal y amplio, un proceso donde el
individuo toma el control y la responsabilidad y en el que aparecen unas
dimensiones: autoconfianza, participación en la toma de decisiones, dignidad y respeto, y pertenencia a una
sociedad más plural.
A su vez hablamos de un empode-
ramiento individual en el que el sujeto debe tomar el control con el objetivo de alcanzar su autodeterminación
y autonomía; y un empoderamiento
de la comunidad en la que los esfuerzos de cada individuo harán que se desarrolle un sentimiento de pertenencia
que pueda influir en la toma de decisiones.
Pero no se persigue una cura de la
enfermedad, se trata de recuperar su
lugar en la sociedad, asumir el control sobre la vida, apoyar a otros iguales como experto en la enfermedad y,
en el proceso de recuperación, la creación de grupos de ayuda mutua para
que el esfuerzo sea compartido y se
dé la opción a otras personas de participar en el proceso.
Este proceso no es fácil. El usuario
de los departamentos de Salud Mental se enfrenta a dificultades para llegar al establecimiento pleno del empoderamiento. Hay un arraigo en la
sociedad y el sistema de tutelar a estos
usuarios, haciéndolos dependientes.
A lo que se debe añadir el autoestigma
en el que el usuario se ve cómo alguien
inútil e incapaz de llevar a cabo el cambio de forma autónoma por el mero
hecho de padecer una enfermedad men-
tal. Llevar a cabo el empoderamiento
implica, como ya se ha dicho, un proceso amplio. En primer lugar está el
usuario, debemos contar con la familia, a la que se debe educar en el cambio para no caer en la sobreprotección
que se le da a estas personas. Después
están los profesionales, a los que hay
que formar adecuadamente para que
formen parte del cambio de forma no
directiva.
Debemos tener en cuenta, además, los modelos actuales, las políticas de inclusión social, la educación
social para afrontar el cambio, la participación de personas no usuarias de
Salud Mental en el proceso…
Al enfermo hay que darle herramientas para que pueda luchar contra el estigma. En definitiva, se debe
garantizar la protección de los derechos de estos usuarios, luchar contra
el estigma y la discriminación; garantizar servicios a los ciudadanos de calidad, acceso a información y recursos,
capacidad de influir en la toma de decisiones, y garantizar su organización para
poder reclamar ante las instituciones.
Esta propuesta parece no coincidir
con el modelo actual sobre salud
mental en España, en general, y en Cana-
rias en particular, según escribió en este
periódico el profesor Rodríguez Pulido
(9/01/2013): “…ausencia de un Plan de
Salud, como instrumento para la ordenación, desarrollo y planificación
de los recursos públicos de atención
a las personas con enfermedad mental en Canarias”.
Seguimos un modelo de atención
comunitaria en la que se da la sobreprotección al usuario de salud mental, tendiendo a que la autonomía que
se pretende sea artificial y no real, como
implica el modelo del empoderamiento, ya que no contamos con la infraestructura material y personal necesaria.
Pero no todo está perdido. Desde
Europa, países como Escocia, llevan
varios años tomando políticas relacionadas con el empoderamiento, luchando
contra el estigma (con cazaestigmas),
promoviendo la inserción y participación
de la personas usuarias de Salud
Mental, reduciendo gastos de dependencia generada por un modelo sobreprotector y cambiando el rol de estas
personas para hacerlas útiles a la sociedad y, en definitiva, a ellas mismas,
propiciando así el cambio real en la personas y en la sociedad en la que viven.
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