¿Alguna vez le han dicho algo similar a: “Relájate, cierra los ojos y

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Una fuente de energía humana inagotable
Lola Doménech Sabater. Entrevista-Perfil. Diciembre 2012
¿Alguna vez le han dicho algo similar a: “Relájese, cierre los ojos y respire. Piense que está
en una afrodisíaca playa desierta donde tan solo las olas acunan sus pensamientos y altas palmeras
dan sombra a sus emociones…?”
¿Alguna vez ha tenido la sensación de llevar tanto tiempo encerrado en casa, que lo único que
se le ocurre para aliviar esa sensación de agobio y claustrofobia incipiente es abrir de par en par la
ventana (aunque sea invierno, eso no importa) y dejar que el aire, y sobre todo el sol, le den de pleno
en la cara?
De ser así, quizás debería conocer usted a Guillermo Ballenato Prieto, esa playa desierta; un
halo certero de luz personificado.
Originario de Puertollano (Ciudad Real), llegó a Madrid en el año 79 y desde entonces solo ha
salido de la capital durante siete años, después
de casarse. Pero dejando casi un cartel en la
puerta, como diciéndole a su querido barrio de
Argüelles: “Volveré”. Y es que no necesitó
mucho tiempo para enamorarse de La Villa, a
la que considera una ciudad con grandes
posibilidades de expansión y, sobre todo, de
integración. “En dos días ya eres madrileño”
dice con una firme convicción.
Psicólogo especialista en psicología clínica, educativa e industrial y responsable de la
orientación psicopedagógica de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M). Las listas de espera
para conseguir una cita con él pueden llegar a ser de un mes; las plazas para sus cursos, enmarcados
dentro del programa de mejora personal de la Universidad, se llenan rápidamente con estudiantes de
los tres campus. Algunos de sus alumnos lo definen incluso como “lo más parecido a una fuente de
energía humana inagotable”. Y no les diría yo otra cosa después de nuestro breve pero intenso
encuentro en su reducido despacho de la Universidad. Un despacho, por cierto, difícil de encontrar.
La gran parte de los pasillos de la UC3M, son amplios y luminosos pero esto no sucede en el
edificio, de entrada recóndita, en el que trabaja Guillermo. He quedado con él a las diez y media de la
mañana y solo faltan cinco minutos cuando estoy ya en la puerta de su despacho. No llamo, prefiero
esperar porque sus citas son de 30 minutos y estoy convencida de que seguirá con la anterior. Me
dedico a montar el trípode de la cámara y a comprobar que todo está en orden.
Cinco minutos más tarde de las diez y media, Guillermo abre la puerta del despacho y con una
sonrisa de oreja a oreja me invita a entrar, todavía despidiéndose de su anterior visita. Me pide
perdón por esos cinco minutos de espera y dice haberme oído montar el material en el pasillo. Para
él, el tiempo es oro.
No escogió la psicología como algo vocacional desde el principio, más bien fue por
asimilación, su hermana mayor también estudió psicología. No obstante, a lo largo de sus años en la
universidad se dio cuenta de que la psicología no se correspondía con la idea inicial que él mismo y
el resto de la sociedad tenía por aquel entonces. A la psicología se le atribuía una prensa muy
negativa, pero ahora “ya no se habla tanto de la psicología desde ese enfoque negativo, clínico y
patológico, sino desde un enfoque de psicología positiva”.
Ha superado los cincuenta años y posee una visión amplia de la psicología ya que se
especializó en tres ramas diferentes (clínica, educativa e industrial). No obstante, con el tiempo, ha
ido dirigiendo su trabajo hacia la educación y la docencia, labor de la que disfruta y considera de vital
importancia, compromiso y vocación: “No entendería mi vida sin la docencia ni la posibilidad que
me brinda de compartir mis conocimientos con los demás. La atención que me prestan y su visión
alternativa es todo un regalo”.
Su actividad como escritor resulta también muy destacable. Entre 2005 y 2007, publica cinco
de los libros que contienen las competencias sobre las que trabaja en los cursos de la Universidad:
“Técnicas de estudio”, “Trabajo en equipo”, “Comunicación eficaz”, “Hablar en Público” y “Gestión
del Tiempo” (2007). Pero su gran éxito llegó definitivamente con “Educar sin gritar. Padres e hijos:
¿convivencia o supervivencia?” (2007), libro que alcanzó el número de ventas en Portugal, al mes de
su publicación.
Su último trabajo escrito es “Merezco ser feliz”, publicado en 2009. Guillermo lo considera,
sin lugar a dudas, una compilación de numerosas conclusiones extraídas tras muchos años de
docencia y elaboración de artículos de diversas ramas; reflexiones sobre la calidad humana y
reivindicaciones de una felicidad que todos merecemos.
Algunos de sus libros y, tal vez este último en particular, son enmarcados en el ámbito de la
lectura de “autoayuda”, sin embargo este es un termino que no parece gustarle mucho a Guillermo.
Ni a muchos lectores, que rechazan abiertamente este tipo de lectura por el hecho de que implica
tener un problema, pero Guillermo rebate: “Desde que nacemos nos enseñan cosas que nos son útiles.
Muchas personas deciden aprenderlas por sí misma mediante la lectura.”
Y es que parece que tengamos miedo de asumirlo: a veces necesitamos ayuda, provenga de
donde provenga. Un familiar, un amigo, un libro o, ¿por qué no?, un profesional, puede ser también
de gran ayuda. Ballenato sonríe pícaramente cuando le pregunto de dónde procede ese miedo
irracional que mucha gente tiene a los psicólogos: “En ocasiones, se mantiene el mito de la imagen
del psicólogo como la de una persona que puede saber de nosotros, de lo más profundo e
inconsciente de nuestro ser, casi la de un adivino. La idea de que se pueda bucear en nuestro interior
puede causar cierto vértigo o rechazo.”
Enseguida, añade que es evidente que no se trata de ningún tipo de magia, simplemente un
profesional que escucha y, desde una perspectiva externa al problema, trata de conducirnos por un
camino que, es posible que ni siquiera veamos por estar sumergidos en lo más profundo de nuestras
pre-ocupaciones. Porque así las denomina Guillermo, pre-ocupaciones. No son más que el momento
previo antes de ocuparnos de solucionar nuestro problema. “¿Tienes un problema? No te pre-ocupes,
directamente ocúpate de solucionarlo”.
Para todos aquellos que, a veces, nos reímos de este tipo de evidencias, más nos valdría
pararnos a pensarlo dos veces. Guillermo me cuenta que precisamente ahí está el problema, que son
cosas tan sencillas que, por pura evidencia, no se aplican. Pero entre pensar que algo “debe” ser de
una manera concreta, y llevar a cabo todo lo que sea necesario para con seguir que “sea” así, hay un
gran trecho.
Es una mañana fría pero su despacho es
cálido y luminoso. Llegados a este punto de la
conversación no sé ni cuánto tiempo ha pasado,
pero prefiero no mirar el reloj y aprovechar cada
segundo porque él tampoco lo ha mirado. Parece
que no tiene prisa y habla con calma.
Guillermo es una persona de labia fácil,
la conversación con él fluye sola y es evidente
que es un gran comunicador. No hay más que
ver su forma de gesticular, natural y pausada
pero correcta en cada momento, adecuada a cada
palabra. Además juega con una gran ventaja: esos profundos ojos azules, que asoman por encima de
sus gafas sin montura, han conseguido que esta cita prevista, esta entrevista concertada, se haya
convertido, en pocos minutos, en lo que parece un encuentro fortuito frente a un café caliente.
Tras preguntarle en qué medida y de qué modo dependemos de las personas que nos rodean,
Guillermo se acomoda de nuevo en una de las sillas de su despacho y me cuenta que los seres
humanos somos en función de cómo nos ven los demás, de cómo nos valoran los demás o de cómo
nos aprecian y nos quieren los demás. Afirma que nuestra supervivencia depende de ese instinto
animal que es el sentirse integrado “en la manada”. No obstante, hace hincapié en algo: “El punto de
enriquecimiento mutuo e interdependencia es el que hay que buscar, no podemos hipotecar nuestra
vida a los demás”… Y más en los tiempos que corren, pienso yo.
Pero una de las cosas que más me llamó la atención es que según él “tenemos que buscar la
felicidad de los demás, no la nuestra”… Cuántas veces nos habrán dicho: “Antes de dormir, piensa en
todos los motivos que te han hecho ser feliz hoy”. Error, Guillermo dice: “Antes de dormir, piensa en
qué has sido útil para los demás hoy”.
Para él hay algo muy claro: La energía positiva fluye de unas personas a otras. “Las personas
que me dicen que desprendo energía no se dan cuenta de que son ellas las que me la están dando, y
que esa energía se la va a llevar otro que no tiene ni idea de que la energía que se lleva, me la ha
aportado otra persona”.
¿Qué es la felicidad? Quién sabe, pero Guillermo Ballenato es feliz aunque no sea capaz de
definirla. Sólo hace falta hablar un minuto con él para darse cuenta. Y cuando lo haces, te asaltan las
dudas: ¿Por qué es tan feliz?, ¿cuál es la clave?, Si dice que esa felicidad le llega de otras personas,
¿cuánta será suya y cuánta de los demás?...
Guillermo tiene un sentimiento de amor hacia su familia tan irrefrenable que lo demuestra y
comenta cada vez que tiene oportunidad. Su familia es su gran fuente de felicidad. “Humildemente
me considero un hombre al que se le regalan todos los días un montón de cosas y, cuanto más tengo,
más puedo dar”
Por su puesto aplica su teoría en su día a día. Lo que enseña, lo vive y confirma su eficacia
constatando los resultados. No le resulta difícil aplicar la teoría a la hora de la práctica, ni concibe
compartir con los demás cosas en las que no cree. “Un profesional que no cree ni aplica, seguramente
encuentre dificultades para transmitir”.
Dice, con una mirada brillante, que parte de su felicidad se escribiría con la palabra “Gracias”,
porque siente un agradecimiento profundo a todo lo que le rodea, a cada momento puntual, a sus
padres (aunque ya no estén), a la gente con la que comparte su día a día, a sus alumnos que le regalan
su afecto…
Me apresuro en decirle que solo tengo algo más que preguntarle, acabo de darme cuenta de
que pasan más de veinte minutos desde que debimos haber terminado nuestra cita. La siguiente visita
esperaba en el pasillo, tal y como yo había hecho cincuenta minutos antes. Aunque debía estar algo
más molesta…
No tiene más proyectos a largo o corto plazo que no se basen en la difusión de sus
enseñanzas. “Sería tan fácil si todos conociésemos, por ejemplo, las cinco pautas simples de
comunicación eficaz… ¡nos ahorraríamos tantos problemas y discusiones!” Su objetivo es mover su
mensaje de una manera más significativa para que este, pueda intervenir sobre la realidad de manera
práctica y que no quede sencillamente escrito en las hojas de algunos libros.
Supongo que, mientras contestaba esta última pregunta, él también era consciente de que nos
habíamos excedido en el tiempo y de que, con total seguridad, había alguien esperándole al otro lado
de la puerta. No fue una falta de respeto, en absoluto… Quiero pensar que él se encontraba tan a
gusto como yo. Que simplemente estaba apurando esos últimos sorbos de café, ya frío. Que estaba
disfrutando de este momento puntual, colmándose de mi energía, y haciéndome salir de allí cargada
con mis bártulos, henchida de la suya y con un “disculpa” dirigido a quien tuvo que esperar veinte
minutos en el pasillo.
Lola Doménech Sabater
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