Las dudas naturalísticas deambulan por los agujeros de nuestra

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Las dudas naturalísticas deambulan por
los agujeros de nuestra propia
naturaleza: ¿Qué pensar del animalismo
creciente!
BURBUJAS CALIENTES/DOLIENTES DE VERANO:
El naturalismo y el ecologismo trajeron, entre muchas cosas buenas,
otra manera de ver a los seres vivos diferentes a nosotros. Las
plantas cobraron protagonismo dentro de los espacios libres, plenos de
luz, agua, tierra y rocas. Nacía la vocación por lo salvaje. Pero,
quizás por parentesco, fueron los animales quienes notaron nuestra
creciente admiración y cariño. El naturalismo practicado ha sido
superado por el animalismo recogido. Lo salvaje, caótico y brutal
muchas veces, se ha domesticado, y recluido. En esta mudanza, ganan
quienes han puesto un animal de compañía en su vida.
Muchas personas saben combinar cariño recibido con atenciones
prestadas; maniobras auspiciadas por las empresas productoras de
materiales para los animales, con sensatez compartida con sus
compañeras mascotas. Surgen gabinetes veterinarios de atención animal,
que resuelven urgencias fisiológicas, y otros comercios que apabullan
con lo exquisito (ya se publicitan cerveza y helados para perros
además de otras muchas variables de la posible “cursilería” de
mascotas). Algunos ciudadanos se citan en los parques a la “hora
perruna” para comentarse las incidencias animalísticas del día. A la
vez, se abandonan cientos de miles de animales de compañía, tantos que
España se llevaba en 2014 la absurda primacía europea, antes el
desastre afectivo era en verano. Por contra, no faltan ayuntamientos
que quieren regular la salida expansiva de los perros, al menos dos
veces al día.
Desde aquí, que tantas dudas e inseguridades sobre la interpretación
de la naturaleza libre y domesticada tenemos, invitamos a los
crecientes animalistas, especialmente a los de afectividades
ocasionales, a preguntarse: ¿Qué pensarán/sentirán algunos animales
cautivos, que los hay, tantas horas en la soledad del hogar?
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