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Unidad 4 de 2º de Bachillerato
Lengua Castellana y Literatura
Contenidos
-Las proposiciones subordinadas sustantivas.
-La lírica del siglo XX hasta 1939.
LAS PROPOSICIONES SUBORDINADAS SUSTANTIVAS.
En la unidad anterior se definieron las proposiciones subordinadas como proposiciones que
desempeñan una función (sujeto, CD, CI, adyacente, CCT, etc.) dentro de otra proposición.
En esta unidad, estudiaremos las proposiciones que realizan las mismas funciones que el
sintagma nominal (salvo las del complemento circunstancial, con la excepción del de
compañía): sujeto, CD, CI, atributo, vocativo, CN, complemento del adjetivo, suplemento
(complemento de régimen preposicional), complemento circunstancial de compañía,
complemento agente. Ejemplos:
FUNCIÓN
SUJETO
ATRIBUTO
C. DIRECTO
C. INDIRECTO
C. DEL NOMBRE
C. DEL ADJETIVO
C. DEL ADVERBIO
VOCATIVO
SUPLEMENTO
C. C. DE COMPAÑÍA
C. AGENTE
Le sorprendió que no estuviera allí.
Le agrada pasear.
Quienes lo saben no lo dirán.
Los que lo saben no lo dirán.
Dónde va es asunto tuyo.
Cuándo lo hará no me preocupa lo más mínimo.
No me interesa cuánto cuesta.
No me importa si viene o no.
Manolita está que trina.
Pensar eso es pensar mal.
Mi problema no es cómo se lo dirás.
El duque ha anunciado que vendrá.
Todos sabemos dónde estará antes.
Vimos a quienes lo hicieron.
Dime quién te lo dijo.
Pregúntale cuánto cuesta.
Hacen rebajas a quienes compran hoy.
Hacen rebajas a los que compran hoy.
Aún tiene esperanzas de que apruebes.
Aun tiene esperanzas de aprobar.
Éste es el coche de los que llegaron ayer.
Estábamos seguros de que lo lograrías.
Estábamos cansados de intentarlo.
Estuvo cerca de ser atropellado por un coche.
Estuvo lejos de creérselo.
El que está a la derecha, avanza dos pasos.
Me extrañé de que se riera tanto.
Me alegro de saberlo.
Me informó de dónde estaba.
Me enteré de quién se lo contó.
Vino con quien tu sabes.
El paquete fue recogido por quien recibió el aviso.
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Como equivalen a un sintagma nominal, pueden ser sustituidas por un sustantivo o por un
pronombre. Ejemplo:
-Necesitamos que hagas una copia de este documento (proposición subordinada sustantiva en
función de CD).
-Necesitamos una copia.
-Necesitamos esto.
-Díselo a quien te dé la gana (proposición subordinada sustantiva en función de CI).
-Díselo a cualquiera.
-Díselo a todo el mundo.
Por el modo en que se unen a la oración de la que dependen, las proposiciones subordinadas
sustantivas son de tres tipos:
-Proposiciones subordinadas sustantivas con el verbo en infinitivo:
 Estoy harto de ver siempre el mismo programa (proposición subordinada sustantiva
en función de complemento del adjetivo “harto”).
 Les gusta comer a deshoras (proposición subordinada sustantiva en función de
sujeto).
-Proposiciones subordinadas sustantivas con nexo:
 Estoy harto de que siempre veamos el mismo programa (proposición subordinada
sustantiva en función de complemento del adjetivo “harto”).
 No le interesaba dónde lo llevaban (proposición subordinada sustantiva en función de
sujeto).
-Proposiciones subordinadas sustantivas yuxtapuestas:
 Le preguntó “¿Dónde vas?” (proposición subordinada sustantiva en función de CD).
 Te lo digo: vete (proposición subordinada sustantiva en función de CD).
Las proposiciones subordinadas sustantivas yuxtapuestas son, en buena parte de los casos,
proposiciones de estilo directo en función de CD:
-Me comentó: “Estoy segura de que no trabaja aquí”.
-Se lo ordenó claramente: “Coloca los bolígrafos rojos en el vaso azul”.
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Los nexos de las sustantivas son:
QUE (conjunción)
Es probable que lleguen hoy
Sujeto
Creo que llegarán hoy
CD
Me alegro de que estés bien
Suplemento
Estoy harto de que lleguéis tarde
C. del Adjetivo
El problema de que lleguen tarde no es asunto mío
C. del Nombre
Lo que quiero es que lleguen a su hora
Atributo
QUIEN/QUIENES (pronombre)
QUIÉN/QUIÉNES (pronombre interrogativo que precede a interrogativas indirectas)
En este tipo de proposiciones, quien, además de nexo, tiene una función dentro de
la subordinada, pues es un pronombre.
Quien no lo sepa te llamará. (Quien es nexo y sujeto de la subordinada.)
Sujeto
Quién lo hizo importa poco. (Quién es nexo y sujeto de la subordinada.)
Sujeto
Veo a quienes saludaste ayer. (Quienes es nexo y CD de la subordinada.)
CD
Desconfía de quien siempre te adula. (Quien es nexo y sujeto de la subordinada.)
Suplemento
Estoy cansado de quienes llegan tarde. (Quien es nexo y sujeto de la subordinada.)
C. del Adjetivo
El camino fue abierto por quienes fundaron la ciudad. (Quienes es sujeto.)
C. Agente
Vienen con quien menos te imaginas. (Quien es CD de la subordinada.)
C. C. de Compañía
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EL QUE/LA QUE/LOS QUE/LAS QUE/LO QUE (determinante más
pronombre de relativo)
Este tipo de proposiciones sustantivas son, en realidad, proposiciones adjetivas
sustantivadas, en las que se ha eliminado el sustantivo al que se refiere la
proposición adjetiva:
-El perro que te mordió (proposición subordinada adjetiva) está sano.
-El que te mordió (proposición subordinada sustantiva) está sano.
El que, la que, los que, las que y lo que tienen dos funciones; una de nexo; otra, equivalente
a la de un sintagma nominal, dentro de la subordinada.
El que no lo sepa te llamará. (El que es sujeto de la subordinada.)
Sujeto
Veo a los que saludaste ayer. (Los que CD de la subordinada.)
CD
Pregúntaselo a la que mejor conoces. (A la que es CD de la subordinada.)
CI
SI (conjunción)
Introduce proposiciones interrogativas indirectas (subordinadas sustantivas de Sujeto, CD,
Suplemento, C. del Nombre, C. del Adjetivo o Atributo):
No me importa si esta dirección es correcta
Sujeto
Quiero saber si esta dirección es correcta
CD
No me preocupé de si la dirección era correcta
Suplemento
No estoy muy seguro de si la dirección es correcta
C. del Adjetivo
El problema de si la dirección es correcta no es asunto mío
C. del Nombre
La cuestión es si esta dirección es la correcta
Atributo
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DÓNDE (adverbio)
Introduce proposiciones interrogativas indirectas (subordinadas sustantivas de Sujeto, CD,
Suplemento, C. del Nombre, C. del Adjetivo o Atributo). Como es un adverbio y no una
conjunción, además de la función de nexo desempeña la de complemento circunstancial de
lugar de la subordinada:
No me importa dónde estabas ayer
Sujeto
Quiero saber dónde estabas ayer
CD
No me preocupé de dónde estabas ayer
Suplemento
No estoy muy seguro de dónde estabas ayer
C. del Adjetivo
El problema de dónde estabas ayer no es asunto mío
C. del Nombre
La cuestión es dónde estabas ayer
Atributo
CUÁNDO (adverbio)
Introduce proposiciones interrogativas indirectas (subordinadas sustantivas de Sujeto, CD,
Suplemento, C. del Nombre, C. del Adjetivo o Atributo). Como es un adverbio y no una
conjunción, además de la función de nexo desempeña la de complemento circunstancial de
lugar de la subordinada:
No me importa cuándo pienses hacerlo
Sujeto
Quiero saber cuándo piensas hacerlo
CD
No me preocupé de cuándo vendrías
Suplemento
No estoy muy seguro de cuándo pasó
C. del Adjetivo
El problema de cuándo lo hagas no es asunto mío
C. del Nombre
La cuestión es cuándo vas a decírselo
Atributo
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CÓMO (adverbio)
Introduce proposiciones interrogativas indirectas (subordinadas sustantivas de Sujeto, CD,
Suplemento, C. del Nombre, C. del Adjetivo o Atributo). Como es un adverbio y no una
conjunción, además de la función de nexo desempeña la de complemento circunstancial de
lugar de la subordinada:
No me importa cómo se va a ese pueblo
Sujeto
Quiero saber cómo se va a ese pueblo
CD
No me preocupé de cómo vendrías
Suplemento
No estoy muy seguro de cómo pasó
C. del Adjetivo
El problema de cómo lo hagas no es asunto mío
C. del Nombre
La cuestión es cómo vas a decírselo
Atributo
Oraciones sustantivas para el análisis:
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8.
Es necesario que todos hagamos un esfuerzo.
Tengo miedo de que tu hermano no llegue a tiempo.
El problema es que nos falta tiempo.
Todos los aspirantes a ese empleo eran conscientes de que tenían pocas
posibilidades.
Prefiero acompañaros.
Presta tu bolígrafo al que lo necesite.
Ayer me acordé de que hoy es tu cumpleaños.
El premio fue entregado por quienes ganaron el concurso el año anterior.
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Él tiene absoluta confianza en que tú solucionarás ese problema.
Mi hermana es la que está junto a la ventana.
La función gustó mucho a quienes la vieron.
¿Te gustaría aprender italiano en diez días?
Los alumnos terminaron la reunión seguros de haber conseguido parte de sus
aspiraciones.
14. Iré con quien me quiera acompañar.
15. Confórmate con que te pongan un notable en el examen.
16. La noticia ha sido difundida por quien tenía autoridad para ello.
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17. Nadie conocía a los que llegaron al pueblo esa mañana.
18. Yo seré quien dé la salida.
19. Nos tranquilizaba la seguridad de no haber olvidado ningún detalle.
20. Me inquieta cómo se está desarrollando ese proceso.
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Levantad la mano todos los socios conformes con que se retrase la excursión.
Confiábamos en pasar las vacaciones contigo.
El alcalde ofrecía su casa al que visitaba el pueblo por primera vez.
¿Te gustaría que nosotros nos marcháramos?
Tú fuiste la causa de que viniera a vivir a Salamanca.
Mi hermana es la que está junto a la ventana.
Le agradezco mucho que me haya dado esa información.
¿Pensarás detenidamente en lo que te he dicho?
Los dos hermanos, encantados de haber cruzado el Atlántico, contaron sus peripecias a
todo el mundo.
Expón tu punto de vista a quienes participen en las reuniones.
Desconfío de la palabra de quienes prometen constantemente.
Todavía no se ha confirmado si hemos ganado las elecciones.
Reconoce que te has equivocado.
Una cosa es decirlo y otra cosa es hacerlo.
Trataron de quién sería el autor del texto.
Las bicicletas deben ser reparadas por los que montan en ellas.
Es paciente con los que ella quiere.
Todos comprendimos que aquel día estuvieses nervioso.
Alfredo está que muerde.
No tiene idea de quiénes asistirán a la reunión.
La que te sustituye ahora dio clases de violín en Barcelona.
La gigantesca paella será degustada por quienes viven en el barrio.
El juego consistía en cambiar las fichas continuamente de lugar.
Miguel es ágil en contestar preguntas difíciles.
Aún no se ha aclarado qué pretendía conseguir con ello.
Tiene complejo de que lo persiguen.
Aquellos chicos parecen tener interés.
Hay personas acostumbradas a que todos las admiren.
Te garantizo que seré totalmente neutral.
Es lógico en los padres y madres el deseo de que sus hijos sean felices.
El que quiera presentarse a la elección, que levante la mano.
Asegúrate de que el perro tiene suficiente comida.
Marta mandará información a quienes la soliciten.
Aquel enfermo fue el que cuidó a mi abuelo.
Dijo que no se retrase.
Ese libro sólo interesa a los que ya tienen conocimientos básicos sobre la materia.
Los fugitivos terminaron contentos de haber conocido tantos países.
Aconseja a tu hermano que no haga ese viaje.
Esta tarde hablaremos de cómo giran los satélites alrededor de los planetas.
El que canta, sus males espanta.
¿Quién fue quien formuló la teoría de la relatividad?
¿No hay posibilidad alguna de que sobren entradas?
Hemos visto a tu madre muy orgullosa de que hayas aprobado la oposición.
No hay que desanimar a los que están ilusionados por algo.
Escucha con atención a los que tengan algo que decir.
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66. Con sus observaciones trató de convencernos de que replanteáramos nuestras hipótesis
de trabajo.
67. Confiemos en la promesa de quienes tienen la máxima responsabilidad.
68. Julia es la que ha llegado antes a la meta.
69. Quien bien te quiere no te hará llorar.
70. No te creas que me ha molestado tu broma.
71. Me pareció enterada de lo que ocurrió el otro día.
72. Enviarán el catálogo a los que manifestaron interés en recibirlo.
73. Ana está que se sube por las paredes.
74. Él será testigo de lo que voy a hacer.
75. Ya te has olvidado de que en estas operaciones los signos deben cambiarse.
76. No me gusta que me llamen por teléfono a esas horas.
77. ¿Haz sido capaz de decirle que no venga?
78. Nos interesaría que la reunión se celebrase la semana próxima.
79. Los erizos de mar son los que pueblan las costas rocosas.
80. Ha demostrado su inocencia a los que dudaban de ella.
81. No quiero que me llamen por teléfono a esas horas.
82. Nos convencieron de que la mejor solución era ésa.
83. El asunto está que arde.
84. No tenía ningún deseo de que las cosas cambiaran.
85. No se sabe si va a haber puente.
86. Nadie sabe si va a haber puente.
87. Tenía esperanzas de que su hermano aprobase la oposición.
88. Parecía empeñado en que le reconocieran sus méritos.
89. Me imagino qué estarás pensando.
90. Siempre se ha preocupado de tener todo a punto para las clases.
91. Tiene la suerte de que no está solo.
92. Leonor está que se comería el mundo.
93. ¡Cómo me gustaría que nos dieras tus opinión!
94. Hagános el favor de alcanzarnos aquellos libros.
95. Fue mi madre quien resolvió la siutación.
96. Hallaron que el suceso había ocurrido hacía trescientos años.
97. Algunos dicen que somos lo que nuestros padres nos han enseñado de niños.
98. La única respuesta fue el aviso de que teníamos que salir de nuestras casas.
99. Era falso que aquellas huellas nos condujeses a un oso.
100. ¿Os han convencido ya de que la realidad supera muchas veces a la ficción?
101. ¿Sabes quién inventó el teléfono?
102. “¿En qué trabaja usted?”, me preguntó una noche.
103. Crecía con la idea de que las personas no cambian mucho de un país a otro.
104. No estaba enterada de que la hubieran nombrado directora general.
105. Ignoro lo que cuesta esta casa.
106. Es necesario para nosotros que escribas rápidamente ese reglamento.
107. Llegó la hora de los que siempre están callados.
108. Se mostró solícito en ayudar a cualquier persona enferma.
109. Buscaba alguna prueba de que su amistad fuese sincera.
110. Desde ese momento se supo en el barrio que construirían un centro de salud.
111. ¿Has averiguado ya lo que ocurrió el otro día?
112. ¿Es posible que nos coloque usted en la segunda fila?
113. Mantiene la opinión de que todas las enfermedades son de origen nervioso.
114. Está que no hay quien pueda con él.
115. Habla siempre como deseoso de que le den la razón todos.
116. Ayer me anunció lo que piensa hacer hoy.
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LA LÍRICA DEL SIGLO XX HASTA 1939
EL MODERNISMO
Desde finales del siglo XIX, tanto en Europa como en América, surgen corrientes
de ideas de tipo disidente o inconformista. Los primeros signos de una renovación poética
aparecen a fines del XIX. La primacía de esta renovación corresponde a los autores
americanos: hacia 1890, Rubén Darío y otros adoptan provocadoramente el calificativo de
modernistas (que antes era un mote despectivo que les lanzaban sus adversarios).
El Modernismo es en buena medida una síntesis de Parnasianismo y Simbolismo. Del
primero viene el gusto por el poema con una forma muy cuidada, los temas exóticos, los
valores sensoriales (relacionados con el placer de los sentidos). De los simbolistas toman el
arte de sugerir (los símbolos) y el sentido de la musicalidad.
1. Los temas del modernismo
La temática modernista presenta dos campos diferentes:
-La exterioridad sensible. La realidad es captada, frecuentemente, por una sensibilidad
que buscaba sobre todo el goce de los sentidos: paisajes exóticos, mujeres hermosas… El
mundo real no les bastaba a estos poetas para satisfacer esta sensibilidad, de ahí el llamado
“escapismo”, la evasión en el tiempo o en el espacio para soñar mundos de gran belleza: lo
clásico, con su mitología y su vitalismo pagano, lo medieval, lo legendario, lo renacentista, etc.;
o lo exótico, como lo oriental. Del mundo contemporáneo se prefiere lo cosmopolita (de ahí la
devoción por París).
-La intimidad del poeta. Esta intimidad es a veces vitalista, sensual, y se expresa
mediante la descripción de un ambiente particularmente hermoso, como habitaciones llenas
de flores, libros, jarrones y donde se escucha la música de un piano, o como parques donde la
primavera está en su esplendor. Otras muchas aparece marcada por la tristeza, la melancolía y
la nostalgia. Hay cierto malestar propio de quienes se sienten frustrados por el mundo. La
intimidad dolorida del poeta se proyectará en ocasiones hacia la naturaleza, y así aparecerán
paisajes que son símbolos de su estado de ánimo, como parques al atardecer en pleno otoño,
jardines que parecen cementerios o grandes espacios abiertos cuyo horizonte parece atraer al
poeta hacia un lugar lejano.
2. El estilo y la métrica
El Modernismo significa una profunda renovación del lenguaje, tanto por la brillantez y
los grandes efectos de su lenguaje, como, en otras ocasiones, por la capacidad para sugerir lo
delicado, lo leve. Tales efectos son posibles gracias a un manejo prodigioso del idioma:


Son variadísimos los recursos fónicos como la aliteración o la repetición de sonidos.
El léxico se enriquece con términos cultos, exóticos y evocadores. A esto se añade una
abundante adjetivación, ya ornamental y plástica, ya cargada de valores sentimentales.
9


Se emplean con originalidad e imaginación las imágenes y los símbolos.
La preeminencia de lo sensorial se manifiesta en ricas sinestesias.
Por otro lado, la búsqueda de la musicalidad lleva a ampliar considerablemente los
ritmos y las formas métricas:



El verso preferido es el alejandrino. Se acude a versos por usados, como el dodecasílabo o el
eneasílabo.
Fundamental es el gusto por la versificación a base de pies acentuales, especialmente los
ternarios, con su marcado ritmo.
También renuevan las estrofas, tanto las conocidas, como nuevos tipos de sonetos, como otras
inventadas.
3. Los escritores modernistas en España
Nuestros grandes poetas modernistas serán los hermanos Manuel y Antonio Machado
y Juan Ramón Jiménez (en su poesía anterior a 1915).
Machado definirá la poesía como “palabra esencial en el tiempo”, con lo que quiere
decir que se propone expresar las realidades más profundas del hombre sin desligarlas del
tiempo en el que vive. La poesía de Machado tiene su raíz en el modernismo intimista y
simbolista, evidente en su primer libro, Soledades, Galerías y otros poemas (1903), cuyos
versos tratan sobre el tiempo, la muerte o Dios. Estos temas se desarrollan a través de
símbolos que expresan el pasado ido y el final de la vida (los parques o los jardines en ruinas, el
agua estancada, el ocaso), la monotonía (la noria, la lluvia), el fluir del tiempo (el río, el
camino) o la intuición de un mundo diferente al real (los sueños, las galerías del alma).
En su siguiente obra, Campos de Castilla (1912). Los poemas son menos simbólicos,
pues se centran en la descripción del paisaje soriano. Las preocupaciones anteriores son
sustituidas ahora por las obsesiones del 98, de modo que el poeta busca en este paisaje la
explicación del pasado castellano y de la esencia misma de España y de su decadencia. Junto a
estos poemas, tienen también una gran importancia los dedicados a la enfermedad y muerte
de Leonor, su esposa. En sus siguientes libros, Nuevas canciones y De un cancionero apócrifo,
las preocupaciones filosóficas de Machado se imponen al lirismo de su poesía anterior y los
poemas son a veces breves reflexiones o sentencias sobre el comportamiento humano o la
sociedad española del momento.
Para Juan Ramón Jiménez, la poesía responde esencialmente a tres impulsos: sed de
belleza, ansia de conocimiento y anhelo de eternidad. Comenzó escribiendo una poesía
“pura”, con claras influencias de Bécquer. Adoptó luego los “ropajes” modernistas: valores
sensoriales, ritmos amplios, decorados lujosos, escenas sensuales, espacios simbólicos, como
los parques o los jardines… Aunque su modernismo es de tipo intimista, con una marcada
tendencia a expresar melancolía y ansias de escapar a un mundo que está más allá de la
realidad material, como se aprecia en La soledad sonora o Sonetos espirituales. Su afán de
renovación lo lleva hacia una “poesía desnuda” en Diario de un poeta recién casado (1916),
10
donde el estilo modernista es sustituido por una concentración conceptual y emotiva, es decir,
una poesía donde las ideas sustituyen a las metáforas sensoriales y la búsqueda de la esencia
de la realidad y del ser humano son ahora el tema principal . Será esta última poesía la que
influya decisivamente en la Generación del 27 y la que el poeta continúe desarrollando en sus
últimas obras: La estación total, En otro costado o Dios deseado y deseante.
LA GENERACIÓN DEL 27
En la década de los veinte, un grupo de poetas alcanzará su madurez: Pedro Salinas,
Jorge Guillén, Rafael Alberti, Federico García Lorca, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Gerardo
Diego y Dámaso Alonso.
Para referirse a estos poetas, se ha impuesto el nombre de Generación del 27 porque,
en esa fecha, se celebra el tercer centenario de la muerte de Góngora, poeta que reivindicaron
por su intento de crear un lenguaje poético autónomo, desligado de la realidad.
En los poemas de la Generación del 27 se encuentran la influencia de la poesía popular
y de la vanguardia. Su trayectoria de unas características comunes:

La poesía pura. Hasta 1929, se inclinan por la concepción del poema como un
“artefacto” elaborado con precisión, donde la metáfora y la imagen desempeñan un papel
esencial en la construcción del poema.

Surrealismo y rehumanización. A finales de los veinte, se comienzan a asimilar
las novedades del movimiento surrealista por parte, sobre todo, de Aleixandre, Cernuda, Lorca
o Alberti. El mundo onírico e inconsciente y las pulsiones de los deseos escondidos se traducen
en un lenguaje sorprendente, pero calculado y controlado.

La guerra y el exilio. Al declararse la guerra en julio de 1936, Lorca fue
asesinado y sólo Gerardo Diego, Vicente Aleixandre y Dámaso Alonso permanecieron en
España. El exilio, la nostalgia, la vejez y la soledad se irán imponiendo progresivamente en sus
poemas.
De los poetas del 27, destacamos aquí sólo a tres: Federico García Lorca, Rafael Alberti
y Luis Cernuda.
Federico García Lorca representa la fusión entre tradición y vanguardia. La lírica
popular, el cante andaluz, las formas métricas de la poesía clásica y el Surrealismo, a partir de
1928, dan cauce a temas como la frustración y el destino trágico del ser humano. Las
metáforas sorprendentes, la Naturaleza animada y un sistema simbólico propio definen su
estilo.
La línea andalucista y popularista está presente en Poema del Cante Jondo (1931) y en
Romancero gitano (1928); el Surrealismo, como expresión de una crisis personal y del
encuentro con un mundo deshumanizado, en Poeta en Nueva York (1929-1930).
11
Rafael Alberti ha escrito una obra que asombra por la gran variedad de temas, tonos y
estilos. Sus inicios neopopularistas, reflejados en libros como Marinero en tierra, dejaron paso
a una vena gongorina y futurista, Cal y canto. El Surrealismo le sirve de medio de expresión de
su crisis profunda en Sobre los ángeles y en Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos
tontos, dedicado a los actores cómicos del cine mudo. El compromiso político ocupa una larga
serie de títulos: Un fantasma recorre Europa o El poeta en la calle. La nostalgia del exiliado está
presente en Retornos de lo vivo lejano. Más de treinta libros suma su obra poética, en los que
el poeta adapta constantemente su obra a las circunstancias de cada momento.
Luis Cernuda se caracteriza por una personalidad solitaria y dolorida, por una
sensibilidad exacerbada y vulnerable. Lo singulariza, ante todo, el sustrato romántico de su
mundo poético. Su centro temático es un doloroso divorcio entre su anhelo de realización
personal (el deseo) y los límites impuestos por el mundo que le rodea (la realidad). Sus temas
dominantes serán, por ello, la soledad, la añoranza de un mundo habitable, el ansia de belleza
perfecta y, sobre todo el amor (Cernuda es uno de nuestros grandes poetas del amor, ya
exaltado, ya insatisfecho). De su estilo, destaca su inconformismo, que lo hará separarse de las
modas y emprender un camino solitario que se caracteriza por: el rechazo de los ritmos
marcados; el cultivo del versículo largo; y el desprecio de un lenguaje brillante y rico en
imágenes, para ceñirse a un aparente tono coloquial bajo el que se esconde un lenguaje
depurado, perfecto y denso. Reunió toda su obra poética, (Los placeres prohibidos, Donde
habite el olvido, Desolación de la quimera, etc.), bajo un solo título: La realidad y el deseo.
TEXTOS
POEMAS DE ANTONIO MACHADO
De Soledades
V
(RECUERDO INFANTIL)
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales.
Es la clase. En un cartel
se representa a Caín
fugitivo, y muerto Abel,
junto a una mancha carmín.
Con timbre sonoro y hueco
truena el maestro, un anciano
mal vestido, enjuto y seco,
que lleva un libro en la mano.
Y todo un coro infantil
va cantando la lección;
mil veces ciento, cien mil,
mil veces mil, un millón.
Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de la lluvia en los cristales.
12
VII
El limonero lánguido suspende
una pálida rama polvorienta,
sobre el encanto de la fuente limpia,
y allá en el fondo sueñan
los frutos de oro...
Es una tarde clara,
casi de primavera,
tibia tarde de marzo
que el hálito de abril cercano lleva;
y estoy solo, en el patio silencioso,
buscando una ilusión cándida y vieja:
alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo, en el pretil de piedra
de la fuente, dormido, o, en el aire,
algún vagar de túnica ligera.
En el ambiente de la tarde flota
ese aroma de ausencia.
que dice al alma luminosa: nunca,
y al corazón: espera.
Ese aroma que evoca los fantasmas
de las fragancias vírgenes y muertas.
Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara,
casi de primavera,
tarde sin flores, cuando me traías
el buen perfume de la hierbabuena,
y de la buena albahaca,
que tenía mi madre en sus macetas.
Que tú me viste hundir mis manos puras
en el agua serena,
para alcanzar los frutos encantados
que hoy en el fondo de la fuente sueñan...
Sí, te conozco, tarde alegre y clara,
casi de primavera.
XI
Yo voy soñando caminos
de la tarde. ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!...
¿Adonde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero
a lo largo del sendero...
—La tarde cayendo está—,
"En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón."
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se obscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
"Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada."
XXII
Sobre la tierra amarga,
caminos tiene el sueño
laberínticos, sendas tortuosas,
parques en flor y en sombra y en silencio
criptas hondas, escalas sobre estrellas;
retablos de esperanzas y recuerdos.
Figurillas que pasan y sonríen
—juguetes melancólicos de viejo—;
imágenes amigas,
a la vuelta florida del sendero,
y quimeras rosadas
que hacen camino ... lejos...
XXXII
Las ascuas de un crepúsculo morado
detrás del negro cipresal humean...
En la glorieta en sombra está la fuente
con su alado y desnudo Amor de piedra,
que sueña mudo. En la marmórea taza
reposa el agua muerta.
De Campos de Castilla
VI
¡Soria fría, Soria pura,
cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero
13
arruinado, sobre el Duero;
con sus murallas roídas
y sus casas denegridas!
¡Muerta ciudad de señores
soldados o cazadores;
de portales con escudos
de cien linajes hidalgos,
y de famélicos galgos,
de galgos flacos y agudos,
que pululan
por las sórdidas callejas,
y a la medianoche ululan,
cuando graznan las cornejas!
¡Soria fría! La campana
de la Audiencia da la una.
Soria, ciudad castellana
¡tan bella! bajo la luna.
VII
¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, obscuros encinares,
ariscos pedregales, calvas sierras,
caminos blancos y álamos del río,
tardes de Soria, mística y guerrera,
hoy siento por vosotros, en el fondo
del corazón, tristeza,
tristeza que es amor! ¡Campos de Soria
donde parece que las rocas sueñan,
conmigo vais! ¡Colinas plateadas,
grises alcores, cárdenas roquedas!..
VIII
He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria —barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra—.
Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.
¡Álamos del amor que ayer tuvisteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!
CXV
(A UN OLMO SECO)
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejército de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana,
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Soria 1912
14
CXIX
Señor, ya me arrancaste lo que yo más
quería.
Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar.
Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía.
Señor, ya estamos solos mi corazón, y el
mar.
CXX
Dice la esperanza: un día
la verás, si bien esperas.
Dice la desesperanza:
sólo tu amargura es ella.
Late, corazón... No todo
se lo ha tragado la tierra.
CXXI
Allá, en las tierras altas,
por donde traza el Duero
su curva de ballesta
en torno a Soria, entre plomizos cerros
y manchas de raídos encinares,
mi corazón está vagando, en sueños...
¿No ves, Leonor, los álamos del río
con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco; dame
tu mano y paseemos.
Por estos campos de la tierra mía,
bordados de olivares polvorientos,
voy caminando solo,
triste, cansado, pensativo y viejo.
CXXII
Soñé que tú me llevabas
por una blanca vereda,
en medio del campo verde,
hacia el azul de las sierras,
hacia los montes azules,
una mañana serena.
Sentí tu mano en la mía,
tu mano de compañera,
tu voz de niña en mi oído
como una campana nueva,
como una campana virgen
de un alba de primavera.
¡Eran tu voz y tu mano,
en sueños, tan verdaderas!...
Vive, esperanza, ¡quién sabe
lo que se traga la tierra!
CXXIII
Una noche de verano
—estaba abierto el balcón
y la puerta de mi casa—
la muerte en mi casa entró.
Se fue acercando a su lecho
—ni siquiera me miró—,
con unos dedos muy finos,
algo muy tenue rompió.
Silenciosa y sin mirarme,
la muerte otra vez pasó
delante de mí. ¿Qué has hecho?
La muerte no respondió.
¡Mi niña quedó tranquila,
dolido mi corazón.
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!
CXXIV
Al borrarse la nieve, se alejaron
los montes de la sierra.
La vega ha verdecido
al sol de abril, la vega
tiene la verde llama,
la vida, que no pesa;
y piensa el alma en una mariposa,
atlas del mundo, y sueña.
Con el ciruelo en flor y el campo verde,
con el glauco vapor de la ribera,
en torno de las ramas,
con las primeras zarzas que blanquean,
con este dulce soplo
que triunfa de la muerte y de la piedra,
esta amargura que me ahoga fluye
en esperanza de Ella...
15
CXXV
En estos campos de la tierra mía,
y extranjero en los campos de mi tierra
—yo tuve patria, donde corre el Duero
por entre grises peñas,
y fantasmas de viejos encinares,
allá en Castilla, mística y guerrera,
Castilla la gentil, humilde y brava,
Castilla del desdén y de la fuerza—,
en estos campos de mi Andalucía,
¡oh tierra en que nací!, cantar quisiera.
Tengo recuerdos de mi infancia, tengo
imágenes de luz y de palmeras,
y en una gloria de oro,
de lueñes campanarios con cigüeñas,
de ciudades con calles sin mujeres
bajo un cielo de añil, plazas desiertas
donde crecen naranjos encendidos
con sus frutas redondas y bermejas;
y en un huerto sombrío, el limonero
de ramas polvorientas
y pálidos limones amarillos,
que el agua clara de la fuente espeja,
un aroma de nardos y claveles
y un fuerte olor de albahaca y
hierbabuena;
imágenes de grises olivares
bajo un tórrido sol que aturde y ciega,
y azules y dispersas serranías
con arreboles de una tarde inmensa;
mas falta el hilo que el recuerdo anuda
el corazón, el ancla en su ribera,
o estas memorias no son alma. Tienen,
en sus abigarradas vestimentas,
señal de ser despojos del recuerdo,
la carga bruta que el recuerdo lleva.
Un día tornarán, con luz del fondo ungidos,
los cuerpos virginales a la orilla vieja.
Lora del Río, 4 abril 1913
CXXVI
(A JOSÉ MARÍA PALACIO)
Palacio, buen amigo,
¿está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...
¿Tienen los viejos olmos
algunas hojas nuevas?
Aun las acacias estarán desnudas
y nevados los montes en las sierras.
¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,
allá, en el cielo de Aragón, tan bella!
¿Hay zarzas florecidas
entre las grises peñas,
y blancas margaritas
entre la fina hierba?
por esos campanarios
ya habrán ido llegando las cigüeñas.
Habrá trigales verdes,
y mulas pardas en las sementeras,
y labriegos que siembran los tardíos
con las lluvias de abril. Ya las abejas
libarán del tomillo y el romero.
¿Hay ciruelas en flor? ¿Quedan violetas?
Furtivos cazadores, los reclamos
de la perdiz bajo las capas luengas,
no faltarán. Palacio, buen amigo,
¿tienen ya ruiseñores las riberas?
Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube al Espino,
al alto Espino donde está su tierra...
Baeza, 29 abril 1913
CXXX
(LA SAETA)
¿Quién me presta una escalera,
para subir al madero,
para quitarle los clavos
a Jesús el Nazareno?
SAETA POPULAR
¡Oh, la saeta, el cantar
al Cristo de los gitanos,
siempre con sangre en las manos,
siempre por desenclavar!
¡Cantar del pueblo andaluz,
que todas las primaveras
16
anda pidiendo escaleras
para subir a la cruz!
¡Cantar de la tierra mía,
que echa flores
al Jesús de la agonía,
y es la fe de mis mayores!
¡Oh, no eres tú mi cantar!
¡No puedo cantar, ni quiero
a ese Jesús del madero,
sino al que anduvo en el mar!
Este hombre no es de ayer ni es de
mañana,
sino de nunca; de la cepa hispana
no es el fruto maduro ni podrido,
es una fruta vana
de aquella España que pasó y no ha sido,
esa que hoy tiene la cabeza cana.
CXXXI
(DEL PASADO EFÍMERO)
Este hombre del casino provinciano
que vio a Carancha recibir un día,
tiene mustia la tez, el pelo cano,
ojos velados por melancolía;
bajo el bigote, gris, labios de hastío,
y una triste expresión, que no es tristeza
sino algo más y menos: el vacío
del mundo en la oquedad de su cabeza.
Aun luce de corinto terciopelo
chaqueta y pantalón abotinado,
y un cordobés color de caramelo,
pulido y torneado.
Tres veces heredó; tres ha perdido
al monte su caudal: dos ha enviudado.
Sólo se anima ante el azar prohibido,
sobre el verde tapete reclinado,
o al evocar la tarde de un torero,
la suerte de un tahúr, o si alguien cuenta
la hazaña de un gallardo bandolero,
o la proeza de un matón, sangrienta.
Bosteza de política banales
dicterios al gobierno reaccionario,
y augura que vendrán los liberales,
cual torna la cigüeña al campanario.
Un poco labrador, del cielo aguarda
y al cielo teme; alguna vez suspira,
pensando en su olivar, y al cielo mira
con ojo inquieto, si la lluvia tarda.
Lo demás, taciturno, hipocondríaco,
prisionero en la Arcadia del presente
le aburre; sólo el humo del tabaco,
simula algunas sombras en su frente.
El crimen fue en Granada
A Federico García Lorca.
I
Poesías de la guerra (1936 – 1939)
(El crimen)
Se le vio, caminando entre fusiles,
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico.
-sangre en la frente y plomo en las
entrañas-.
...Que fue en Granada el crimen
sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada...
II
(El Poeta y la Muerte)
Se le vio caminar solo con Ella,
sin miedo a su guadaña.
Ya el sol en torre y torre; los martillos
en yunque - yunque y yunque de las
fraguas.
Hablaba Federico,
requebrando a la muerte. Ella escuchaba.
"Porque ayer en mi verso, compañera,
sonaba el golpe de tus secas palmas,
17
y diste el hielo a mi cantar, y el filo
a mi tragedia de tu hoz de plata,
te cantaré la carne que no tienes,
los ojos que te faltan,
tus cabellos que el viento sacudía,
los rojos labios donde te besaban...
Hoy como ayer, gitana, muerte mía,
qué bien contigo a solas,
por estos aires de Granada, ¡mi Granada!"
III
Se le vio caminar…
Labrad, amigos,
de piedra y sueño, en el Alhambra,
un túmulo al poeta,
sobre una fuente donde llore el agua,
y eternamente diga:
el crimen fue en Granada, ¡en su Granada!
POEMAS DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
RIMAS (1902).
1
Aquella tarde, al decirle
que me alejaba del pueblo,
me miró triste, muy triste,
vagamente sonriendo.
Me dijo: ¿Por qué te vas?
Le dije: porque el silencio
de estos valles me amortaja
como si estuviera muerto.
La pobre hundió su mirada
allá en los valles desiertos
y se quedó muy triste,
vagamente sonriendo.
ARIAS TRISTES (1903)
2
Mi alma es hermana del cielo
gris y de las hojas secas;
sol enfermo del otoño,
¡mátame con tu tristeza!
Los árboles del jardín
están cargados de niebla:
mi corazón busca en ellos
esa novia que no encuentra;
y en el suelo frío y húmedo
me esperan las hojas secas:
¡si mi alma fuera una hoja
y se perdiera entre ellas!
El sol ha mandado un rayo
de oro viejo a la arboleda,
Un rayo flotante, dulce
luz para las cosas muertas.
¡Qué ternura tiene el pobre
sol para las hojas secas!
Una tristeza infinita
Vaga por todas las sendas,
lenta, antigua sinfonía
de músicas y esencias,
algo que dora el jardín
de ensueño de primavera.
Y esa luz de ensueño y oro
que muere en las hojas secas
alumbra en mi corazón
no sé qué vagas tristezas.
-¿Por qué te vas? –He sentido
que quiere gritar mi pecho,
y en estos valles callados
voy a gritar y no puedo.
Y me dijo: ¿Adónde vas?
Y le dije: a donde el cielo
esté más alto y no brillen
sobre mí tantos luceros.
18
JARDINES LEJANOS (1904)
que rondaba mi jardín
al caer la tarde?... Miro
3 JARDINES LEJANOS (1904)
Hay un oro dulce y triste
en la malva de la tarde,
que da realeza a la bella
suntuosidad de los parques.
Y bajo el malva y el oro
se han recogido los árboles
verdes, rosados y verdes
de brotes primaverales.
En el cáliz de la fuente
solloza el agua fragante,
agua de música y lágrima,
nacida bajo la hierba
entre rosas y cristales...
...Ya el corazón se olvidaba
de la vida...; por los parques
todo era cosa de ensueño,
luz de estrellas, alas de ángeles...
Sólo había que esperar
a los luceros; la carne
se hacía incienso y penumbra
por las sendas de rosales...
Y, de repente, una voz
melancólica y distante,
ha temblado sobre el agua
en el silencio del aire.
Es una voz de mujer
y de piano, es un suave
bienestar para las rosas
soñolientas de la tarde;
una voz que me va haciendo
llorar por nadie y por alguien
en esta triste y dorada
suntuosidad de los parques.
4
Soy yo quien anda esta noche
por mi cuarto, o el mendigo
en torno y hallo que todo
es lo mismo y no es lo mismo…
la ventana estaba abierta?
yo no me había dormido?
El jardín no estaba blanco
de luna?... El cielo era limpio
y azul… Y hay nubes y viento
y el jardín está sombrío…
Creo que mi barba era
negra… Yo estaba vestido
de gris… Y mi barba es blanca
y estoy enlutado… ¿Es mío
este andar? tiene esta voz
que ahora suena en mí, los ritmos
de la voz que yo tenía?
Soy yo?... o soy el mendigo
que rondaba mi jardín
al caer la tarde?... Miro
en torno… Hay nubes y viento…
El jardín está sombrío…
…Y voy y vengo… Es que yo…
no me había ya dormido?
Mi barba está blanca… Y todo
es lo mismo y no es lo mismo…
ELEGÍAS (1908-1910)
4
Oh rosas, que, en la sombra del muro
[abandonado
volvéis a abrir, llorando, vuestras
sangrientas
[hojas,
volveos a abrir en mi corazón arruinado,
[aunque os abráis de rojas!
La frangancia hace dulce la sombra, y yo
he
[ perdido
aquella claridad que me embelleció un
día…,
una rosa a mi alma es un beso al olvido,
rosas, ¡sed galardón de mi olvido,
rosas, sed galardón de mi melancolía!
19
Rosas de sangre, rosas de llanto, pero
rosas
que evoquen, corazón, tu doliente
realeza…
¡La ilusión tornará, como las mariposas,
y me perfumaré mi lúgubre belleza!
Igual que un oleaje crepuscular y
ardiente,
tu carne de mimosa se levanta, arrullando,
y eres tan fujitiva cual un agua entre yerba
bajo el anhelo loco de las calientes manos.
POEMAS AGRESTES (1910-1911)
LIBROS DE AMOR (1911-1912)
5
“El viaje definitivo”
6
…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y
plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y
[encalado,
mi espíritu errará, nostáljico…
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin
árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.
Una pena insondable, de la vida y la
muerte,
te dibujaba en la desidia de tu boca
no sé qué dejadez que entristecía el blanco
mate en que mis caricias convirtieron tus
[rosas…
Dejabas, sobre mí, que tus muslos de
plata,
descubiertos, besados, encantaran la hora
y, cerrando los ojos, sin cuidarte de ti,
te ibas por no sé qué laberintos de
sombras…
Te ibas lentamente, cual si la vida fuera
el sueño que soñabas, entre orillas de gloria,
y la tarde caía, melancólica y vaga,
y el sol manchaba el césped mojado de oro
y
[rosa…
ETERNIDADES (1916-1917)
7
LABERINTO (1910-1911)
5
En camisa pareces un jazmín… Por tu
carne
morena hay olor de jazmín soleado…
Son como dos serpientes que salen, entre
rosas,
los chorros apretados y tibios de tus besos.
Tu pasión enervante, doliente y
prolongada,
evoca las livianas lujurias del verano;
en tus ojos profundos hay regueros de
estrellas,
hay rumores de aljibe bajo tus pechos
pálidos…
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
… Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas…
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!
20
POEMAS DE LA GENERACIÓN DEL 27
8
Vino, primero, pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando, sin saberlo.
Llegó a ser una reina,
fastuosa de tesoros…
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!
…Mas se fue desnudando.
Y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica,
Y apareció desnuda toda…
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
... Rit de la fraîcheur de l’eau.
V. HUGO
DIARIO DE UN POETA RECIÉN CASADO
(1917)
Cielo
Te tenía olvidado,
cielo, y no eras
más que un vago existir de luz,
visto –sin nombrepor mis cansados ojos indolentes.
Y aparecías, entre las palabras
perezosas y desesperanzadas del viajero,
como en breves lagunas repetidas
de un paisaje de agua visto en sueños...
Hoy te he mirado lentamente,
y te has ido elevando hasta tu nombre.
BELLEZA (1923)
EPITAFIO IDEAL DE UN MARINERO
UNDERWOOD GIRLS
Quietas, dormidas están,
las treinta redondas blancas.
Entre todas
sostienen el mundo.
Míralas aquí en su sueño,
como nubes,
redondas, blancas y dentro
destinos de trueno y rayo,
destinos de lluvia lenta,
de nieve, de viento, signos.
Despiértalas,
con contactos saltarines
de dedos rápidos, leves,
como a músicas antiguas.
Ellas suenan otra música:
fantasías de metal,
valses duros, al dictado.
Que se alcen desde siglos
todas iguales, distintas
como olas de la mar
y una gran alma secreta.
Que se crean que es la carta,
la fórmula como siempre.
Tú alócate
bien los dedos, y las
raptas y las lanzas,
a las treinta, eternas ninfas
contra el gran mundo vacío,
blanco en blanco.
Por fin a la hazaña pura,
sin palabras sin sentido,
ese, zeda, jota, i...
Pedro Salinas
Hay que buscar, para saber
tu tumba, por el firmamento.
(Llueve tu muerte de una estrella.
La losa no te pesa, que es un universo
de ensueño.)
En la ignorancia, estás
en todo (cielo, mar y tierra) muerto.
21
ÁNGELUS
A Antonio Machado.
Sentado en el columpio
el ángelus dormita
Enmudecen los astros y los frutos
Bajo sus cuerdas los ríos pasan
y los pájaros beben agua sin mancharla
Y los hombres heridos
pasean sus surtidores
como delfines líricos
Otros más agobiados
con los ríos al hombro
peregrinan sin llamar en las
posadas
La
vida
es
interminable
un
único
En medio la guitarra
Amémosla
Ella recoge el aire circundante
Es el desnudo nuevo
venus del siglo o madona sin infante
Después de ver el cuadro
la luna es más precisa
y la vida más bella
El espejo doméstico ensaya una sonrisa
y en un transporte de pasión
canta el agua enjaulada en la botella.
verso
Gerardo Diego
Nadie llegó a su fin
Nadie sabe que el cielo es un jardín
Olvido.
ROMANCE DE LA PENA NEGRA
A José Navarro Pardo
El ángelus ha fallecido
Con la guadaña ensangrentada
un segador cantando se alejaba
Gerardo Diego, Imagen.
CUADRO
El mantel
jirón del cielo
es mi estandarte
y el licor de poniente
da su reflejo al arte
Yo prefiero el mar cerrado
y la sol le pongo sordina
Mi poesía y las manzanas
hacen la atmósfera más fina
ROMANCE SONÁMBULO
A Gloria Giner
y a Fernando de los Ríos.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura,
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha
22
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
-Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los puertos de Cabra.
-Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
-Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
Con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
-Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
-Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal
Herían la madrugada.
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
En la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
-¡Compadre! ¿Dónde está, dime,
dónde está tu niña amarga?
-¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
Sobre el rostro del aljibe
se mecía la gitana.
Verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Un carámbano de luna
la sostiene sobre el agua.
La noche se puso íntima
como una pequeña plaza.
Guardias civiles borrachos
en la puerta golpeaban.
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.
Federico García Lorca.
Romancero gitano.
VUELTA DE PASEO
Asesinado por el cielo,
entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos.
Con el árbol de muñones que no canta
y el niño con el blanco rostro de huevo.
23
Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos.
Con todo lo que tiene cansancio
sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero.
Tropezando con mi rostro distinto de cada
día.
¡Asesinado por el cielo!
Federico García Lorca.
Poeta en Nueva York.
EL LLANTO POR IGNACIO SÁNCHEZ MEJÍAS
La cogida y la muerte
A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.
El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro, solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.
Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
GACELA DEL AMOR DESESPERADO
La noche no quiere venir
para que tú no vengas,
ni yo pueda ir.
Pero yo iré
aunque un sol de alacranes me coma la
sien.
Pero tú vendrás
con la lengua quemada por la lluvia de sal.
El día no quiere venir
para que tú no vengas,
ni yo pueda ir.
Pero yo iré
entregando a los sapos mi mordido clavel.
24
Pero tú vendrás
por las turbias cloacas de la oscuridad.
Ni la noche ni el día quieren venir
para que por ti muera
y tú mueras por mí.
Federico García Lorca.
Diván del Tamarit.
EL POETA PIDE A SU AMOR QUE LE
ESCRIBA
Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.
El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.
Pero yo te sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.
Llena pues de palbras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.
Federico García Lorca,
Sonetos del amor oscuro.
UNOS CUERPOS SON COMO FLORES
Unos cuerpos son como flores,
Otros como puñales,
Otros como cintas de agua;
Pero todos, temprano o tarde,
Serán quemaduras que en otro cuerpo se
[agranden,
Convirtiendo por virtud del fuego a una
piedra
[en
hombre.
un
Pero el hombre se agita en todas
direcciones,
Sueña con libertades, compite con el
viento,
Hasta que un día la quemadura se borra,
Volviendo a ser piedra en el camino de
nadie.
Yo, que no soy piedra, sino camino
Que cruzan al pasar los pies desnudos,
Muero de amor por todos ellos;
Les doy mi cuerpo para que lo pisen,
Aunque les lleve a una ambición o a una
nube,
Sin que ninguno comprenda
Que ambiciones o nubes
No valen un amor que se entrega.
Luis
prohibidos.
Cernuda.
Los
placeres
QUÉ RUIDO TAN TRISTE
Qué ruido tan triste el que hacen dos
cuerpos cuando se aman,
parece como el viento que se mece en
otoño
sobre adolescentes mutilados,
mientras las manos llueven,
manos ligeras, manos egoístas, manos
obscenas,
cataratas de manos que fueron un día
flores en el jardín de un diminuto bolsillo.
Las flores son arena y los niños son hojas,
y su leve ruido es amable al oído
cuando ríen, cuando aman, cuando besan,
cuando besan el fondo
de un hombre joven y cansado
porque antaño soñó mucho día y noche.
Mas los niños no saben,
ni tampoco las manos llueven como dicen;
25
así el hombre, cansado de estar solo con
sus sueños,
invoca los bolsillos que abandonan arena,
arena de las flores,
para que un día decoren su semblante de
muerto.
Luis Cernuda, Los placeres prohibidos
(1931)
UN HOMBRE CON SU AMOR
Si todo fuera dicho
Y entre tú y yo la cuenta
Se saldara, aún tendría
Con tu cuerpo una deuda.
Pues ¿quién pondría precio
A esta paz, olvidado
En ti, que al fin conocen
Mis labios por tus labios?
En tregua con la vida,
No saber, querer nada,
NI esperar: tu presencia
Y mi amor. Eso basta.
Tú y mi amor, mientras miro
Dormir tu cuerpo cuando
Amanece. Así mira
Un dios lo que ha creado.
Mas mi amor nada puede
Sin que tu cuerpo acceda:
Él sólo informa un mito
En tu hermosa materia.
Luis Cernuda, Vivir sin estar viviendo (1949)
DESPEDIDA
Muchachos
Que nunca fuisteis compañeros de mi vida,
Adiós.
Muchachos
Que no seréis nunca compañeros de mi
vida,
Adiós.
El tiempo de una vida nos separa
Infranqueable:
A un lado la juventud libre y risueña;
A otro la vejez humillante e inhóspita.
De joven no sabía
Ver la hermosura, codiciarla, poseerla;
De viejo la he aprendido
y veo a la hermosura, mas la codicio
inútilmente
Mano de viejo mancha
El cuerpo juvenil si intenta acariciarlo.
Con solitaria dignidad el viejo debe
Pasar de largo junto a la tentación tardía.
Frescos y codiciables son los labios
besados,
Labios nunca besados más codiciables y
frescos aparecen.
¿Qué remedio, amigos? ¿Qué remedio?
Bien lo sé: no lo hay.
Qué dulce hubiera sido
En vuestra compañía vivir un tiempo:
Bañarse juntos en aguas de una playa
caliente,
Compartir bebida y alimento en una mesa.
Sonreír, conversar, pasearse
Mirando cerca, en vuestros ojos, esa luz y
esa música.
Seguid, seguid así, tan descuidadamente,
Atrayendo al amor, atrayendo al deseo.
No cuidéis de la herida que la hermosura
vuestra y vuestra gracia abren
En este transeúnte inmune en apariencia a
ellas.
26
Adiós, adiós, manojos de gracias y
donaires.
Que yo pronto he de irme, confiado,
Adonde, anudado el roto hilo, diga y haga
Lo que aquí falta, lo que a tiempo decir y
hacer aquí no supe.
Adiós, adiós, compañeros imposibles.
Que ya tan sólo aprendo
A morir, deseando
Veros de nuevo, hermosos igualmente
En alguna otra vida.
Luis Cernuda, Desolación de la quimera
(1962)
El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
¿Por qué me desenterraste
del mar?
En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quiere llevar.
Padre, ¿por qué me trajiste
acá?
Rafael Alberti, Marinero en tierra
Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y dejadla en la ribera.
Llevadala al nivel del mar
Y nombradla capitana
de un blanco bajel de guerra.
¡Oh mi voz condecorada
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!
Rafael Alberti, Marinero en tierra
LOS ÁNGELES MUERTOS
Buscad, buscadlos:
en el insomnio de las cañerías olvidadas,
en los cauces interrumpidos por el silencio
[de las basuras.
No lejos de los charcos incapaces de
[guardar una nube,
unos ojos perdidos,
una sortija rota
o una estrella pisoteada.
Porque yo los he visto:
en esos escombros momentáneos que
[aparecen en las neblinas.
Porque yo los he tocado:
en el destierro de un ladrillo difunto,
venido a la nada desde una torre o un
carro.
Nunca más allá de las chimeneas que se
[derrumban
ni de esas hojas tenaces que se estampan
en
[los zapatos.
En todo esto.
Más en esas astillas vagabundas que se
[consumen sin fuego,
en esas ausencias hundidas que sufren los
[muebles desvencijados,
no a mucha distancia de los nombres y
[signos que se enfrían en
las paredes.
Buscad, buscadlos:
debajo de la gota de cera que sepulta la
[palabra de un libro
o la firma de uno de esos rincones de
cartas
que trae rodando el polvo.
Cerca del casco perdido de una botella,
de una suela extraviada en la nieve,
de una navaja de afeitar abandonada al
[borde de un precipicio.
Rafael Alberti.
27
Se equivocó la paloma.
Se equivocaba.
Por ir al norte, fue al sur.
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Creyó que el mar era el cielo;
que la noche, la mañana.
Se equivocaba.
Que las estrellas, rocío;
que el calor, la nevada.
Se equivocaba.
Que tu falda era tu blusa;
que tu corazón, su casa
Se equivocaba.
(Ella se durmió en la orilla.
Tú, en la cumbre de una rama.)
Rafael Alberti, Entre el clavel y la
espada.
Tal vez, oh mar, mi voz ya esté cansada
y le empiece a faltar aquella trasparencia,
aquel arranque igual al tuyo, aquello
que era tan parecido a tu oleaje.
Han pasado los años por mí, sus duras olas
han mordido la piedra de mi vida,
y al viento de este ocaso playero ya la miro
doblándose en las húmedas arenas.
Tú, no; tú sigues joven, con esa voz de
siempre
y esos ojos azules renovados
que ven hundirse, insomnes, las edades.
iba a tu mar robándole caracoles y
[algas!
Bien lo merecería, yo sé que tú lo
[sabes,
por haberte llevado tantos años
conmigo,
por haberte cantado casi todos los días,
llamando siempre Cádiz a todo lo
[dichoso,
lo luminoso que me aconteciera.
Siénteme cerca, escúchame
igual que si mi nombre, si todo yo
[tangible,
proyectado en la cal hirviente de tus
[muros,
sobre tus farallones1 hundidos o en los
[huecos
de tus antiguas tumbas o en las olas te
[hablara.
Hoy tengo muchas cosas, muchas más
[que decirte.
Yo sé que lo lejano,
sí, que lo más lejano, aunque se llame
Mar de Solís o Río de la Plata2,
no hace que los oídos
de tu siempre dispuesto corazón no me
[oigan.
Por encima del mar voy de nuevo a
[cantarte.
Rafael Alberti: Ora marítima.
Rafael Alberti, Poemas de Punta del Este
POR ENCIMA DEL MAR, DESDE LA ORILLA
AMERICANA DEL ATLÁNTICO
¡Si yo hubiera podido, oh Cádiz, a tu
[vera,
hoy, junto a ti, metido en tus raíces,
[ hablarte como entonces,
como cuando descalzo por tus verdes
[orillas
28
Madrid es una ciudad de más de un millón
[de cadáveres
(según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me
[incorporo
en este nicho en el que hace 45 años que me
[pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al
[huracán, o ladrar los perros,
o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el
[huracán,
ladrando como un perro enfurecido,
fluyendo como la leche de la ubre caliente
[de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios,
preguntándole por qué se pudre lentamente
[mi alma,
por qué se pudren más de un millón de
[cadáveres en esta ciudad
de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se
[pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con
[nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales
[del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?
Dámaso Alonso. Hijos de la ira
LAS ÁGUILAS
El mundo encierra la verdad de la vida,
aunque la sangre mienta
[melancólicamente
cuando como mar sereno en la tarde
siente arriba el batir de las águilas libres.
Las plumas de metal,
las garras poderosas,
ese afán del amor o la muerte,
ese deseo de beber en los ojos con un
[pico de hierro,
de poder al fin besar lo exterior de la
[tierra,
vuela como el deseo,
como las nubes que a nada se oponen,
como el azul radiante, corazón ya de
[afuera
en que la libertad se ha abierto para el
[mundo.
Las águilas serenas
no serán nunca esfinjes
no serán sueño o pájaro,
no serán caja donde olvidar lo triste,
donde tener guardado esmeraldas u
[ópalos.
El sol que cuaja en las pupilas,
que a las pupilas mira libremente,
es ave inmarcesible, vencedor de los
[pechos
donde hundir su furor contra un cuerpo
[amarrado.
Las violentas alas
que azotan rostros como eclipses,
que parten venas de zafiro muerto,
que seccionan la sangre coagulada,
rompen el viento en mil pedazos,
mármol o espacio impenetrable
donde una mano muerta detenida
es el claror que en la noche fulgura.
Águilas como abismos,
como montes altísimos,
derriban majestades, troncos
[polvorientos,
esa verde hiedra que en los muslos
finge la lengua vegetal casi viva.
Se aproxima el momento en que la dicha
[consista
en desvestir de piel a los cuerpos
[humanos,
en que el celeste ojo victorioso
vea sólo a la tierra como sangre que gira.
Águilas de metal sonorísimo,
arpas furiosas con su voz casi humana,
cantan la ira de amar los corazones,
amarlos con las garras estrujando su
[muerte.
Vicente Aleixandre. La destrucción
o el amor.
29
MANO ENTREGADA
Pero otro día toco tu mano. Mano tibia.
Tu delicada mano silente. A veces cierro
mis ojos y toco leve tu mano, leve toque
que comprueba su forma, que tienta
su estructura, sintiendo bajo la piel alada el
[duro hueso
insobornable, el triste hueso adonde no
[llega nunca
el amor. Oh carne dulce, que sí se empapa
[del amor hermoso.
Es por la piel secreta, secretamente
[abierta, invisiblemente
entreabierta,
por donde el calor tibio propaga su voz, su
[afán dulce;
por donde mi voz penetra hasta tus venas
[tibias,
para rodar por ellas en tu escondida
[sangre,
como otra sangre que sonara oscura, que
[dulcemente oscura te besara
por dentro, recorriendo despacio como
[sonido puro
ese cuerpo, que ahora resuena mío, mío
[poblado de mis voces profundas,
oh resonado cuerpo de mi amor, oh
[poseído cuerpo, oh cuerpo sólo
sonido de mi voz
poseyéndole.
[vida,
hasta tus venas hondas totales donde
[bogo,
donde te pueblo y canto completo entre tu
[carne.
Vicente Aleixandre: Historia del corazón.
El olvido
No es tu final como una copa vana
que hay que apurar. Arroja el casco, y
muere.
Por eso lentamente levantas en tu mano
un brillo o una mención, y arden tus dedos,
como una nieve súbita.
Está y no estuvo, pero estuvo y calla.
El frío quema y en tus ojos nace
su memoria. Recordar es osceno,
peor: es triste. Olvidar es morir.
Con dignidad murió. Su sombra cruza.
Vicente Aleixandre. Poemas de la
consumación.
Por eso, cuando acaricio tu mano, sé que
[sólo el hueso rehúsa
mi amor -el nunca incandescente hueso
[del hombre -.
Y que una zona triste de tu ser se rehúsa,
mientras tu carne entera llega un instante
[lúcido
en que total flamea, por virtud de ese lento
[contacto de tu mano,
de tu porosa mano suavísima que gime,
tu delicada mano silente, por donde entro
despacio, despacísimo, secretamente en tu
30
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