23-D: por una vivienda digna volvemos a la calle por navidad

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En lucha Diciembre 2006
Editorial
3
La derrota de Bush
es la victoria de la
resistencia en Irak
El pasado mes los dos jefes de estado que
más apostaron por la guerra de Irak se veían
forzados a admitir que la ocupación en Irak
está siendo un desastre. Blair admitía en una
entrevista que la ocupación estaba siendo un
fracaso, aunque después quiso rectificar, el
malestar en el ejército británico es un hecho
que a estas alturas ni él puede negar.
Pero quizá más importante fue el revés
que sufrió George W. Bush y el Partido Republicano en las pasadas elecciones legislativas
en EEUU. Bush perdía el control no sólo de la
Cámara de Representantes, sino también del
Senado. Y lo que es más significativo, forzaba
la destitución del arquitecto de la estrategia
en Irak: Donald Rumsfeld.
Detrás de la supuesta dimisión de Rumsfeld se esconde un cambio de estrategia de
las clases dirigentes norteamericanas. Su
sustituto, James Baker, simboliza ese cambio.
Baker, lidera el Grupo de Estudios sobre Irak,
el cual está desarrollando una nueva estrategia entre tres posibilidades: seguir con lo
hecho hasta ahora, marcar una fecha para la
retirada de las tropas o dejar bases en Irak y
sus alrededores para mantener el control de
la situación.
Pero para EEUU el control geoestratégico
de Oriente Próximo es demasiado importante
como para simplemente marcharse. Las opciones de dejar algunas tropas, separar Irak en
base a sectas religiosas o llegar a algún tipo de
pacto con Siria e Irán, son opciones que pueden traer aún más dificultades al ocupante.
Confiar en el Partido Demócrata para una
retirada de las tropas tampoco es una opción.
Hilary Clinton, la candidata demócrata con
más posibilidades de ser elegida para la carrera hacia la Casa Blanca, ya ha comentado su
intención de no irse de Irak fácilmente. Mientras que la división en la clase dirigente norteamericana es más patente que nunca, las
cartas del imperialismo continúan encima de
la mesa, pero no todas están descubiertas.
El movimiento
La derrota de Bush en las urnas es un claro
voto contra la guerra en Irak y una economía
que cada vez va peor para los más pobres.
Pero esta derrota no ha surgido de la nada.
La feroz resistencia que se está dando en Irak
contra la ocupación (ver artículo en la página
5) está forzando esta situación. La victoria de
Hezbolá contra Israel el pasado verano también paró los planes imperialistas. Pero la
situación en Oriente Próximo continúa siendo explosiva. Tanto en el Líbano, en forma de
confrontación, como en Palestina, en forma
de ocupación, se están viendo los estragos
del imperialismo. Aunque ahora Israel quiera
llegar a algún tipo de acuerdo presionado por
la Casa Blanca, sigue con las matanzas en los
territorios ocupados.
La debacle de Bush y el hecho de que el
debate sobre retirarse de Irak o no, esté encima la mesa es una clara victoria para el
movimiento antiguerra a nivel internacional.
La convocatoria de una manifestación a nivel
nacional en EEUU para el marzo del año que
viene puede ser un punto de inflexión para el
futuro del movimiento.
En el Estado español, estar atentos a lo
que sucede en Oriente Próximo y dar una respuesta unitaria a las agresiones será también
imprescindible. Pero debemos tener muy claro que la única solución es la retirada de todas
las tropas de ocupación.
El Estado español es el que más viviendas construye de la UE, mientras las constructoras aumentan cada vez más sus beneficios.
Seguir movilizándose para detener la especulación
Los escándalos urbanísticos de Marbella o Telde, en Gran Canaria, son la punta del iceberg de una práctica mafiosa
ampliamente generalizada, el binomio
corrupción-especulación. En el “paraíso
del ladrillo” entre el 35 y el 40% de los
presupuestos locales procede del ámbito urbanístico. Autorizar un proyecto de
recalificación del suelo conlleva suculentos ingresos para la administración
local. Las comisiones y favores que reciben concejales y alcaldes, por supuesto
ilegales, no hacen más que acelerar un
proceso que produce grandes beneficios
a las empresas constructoras y fomenta
la especulación urbanística.
Vivienda y capitalismo
El negocio de la construcción es un sector
fundamental de la economía española.
La recalificación de terrenos en los viejos
cascos urbanos de las grandes ciudades,
ofrece la oportunidad de construir lujosas
viviendas y nuevos hoteles al alcance sólo
de unos pocos. Inmobiliarias y constructoras se hacen con pisos y bloques enteros
en los centros urbanos, manteniéndolos
vacíos a la espera que el valor de esos terrenos suba, para en un futuro recalificar
y construir nuevas viviendas a un precio
que duplica y a veces triplica su valor inicial. Así el precio medio de la vivienda
sube y los beneficios no dejan de crecer.
A pesar de que existen más de tres
millones de viviendas vacías –no segundas residencias-, el Estado español es el
que más viviendas construye en la UE.
La constructora española, Actividades
de Construcción y Servicios (ACS) obtuvo
unos beneficios netos de 607’5 millones
de euros durante los nueve primeros
meses de 2006, un incremento del 38%
respecto al mismo periodo de 2005.
Datos como éste contrastan con el empobrecimiento de las familias trabajadoras. El Instituto Nacional de Estadística
nos sorprendió a finales de octubre al
anunciar la existencia de ocho millones
de pobres en el Estado español. Uno de
cada cinco españoles vive bajo el umbral
de la pobreza, con ingresos inferiores a
523 euros al mes, 77 euros por debajo
del salario mínimo. Al mismo tiempo,
el Banco de España sitúa entre las cau-
sas del creciente endeudamiento de las
familias “la adquisición de la vivienda,
impulsado sobre todo por los préstamos
hipotecarios”.
Empobrecimiento
Así, la misma especulación que reporta
grandes beneficios a una pequeña élite
de constructoras, inmobiliarias y bancos,
contribuye decisivamente a la extensión
de la precariedad.
La nueva Ley del Suelo es un paso,
aunque muy insuficiente. Su aprobación
responde en buena medida al miedo de
que la burbuja inmobiliaria pudiera reventarse y embarrancar la economía si
no existe un control efectivo, como lleva
tiempo avisando el propio FMI. A otro nivel, que se apruebe esta ley y que se debatan proyectos como el del Plan Anticorrupción en Madrid tiene mucho que ver
con las masivas protestas organizadas
por asambleas y plataformas por una vivienda digna en todo el Estado, que han
conseguido situar la problemática en el
centro del debate político. Hay que seguir movilizándonos.
América Latina: de la resistencia contra el neoliberalismo a la victoria
Las luchas populares en América Latina
son un reflejo de la crisis del imperialismo
neoliberal y, al mismo tiempo, suponen la
apertura de una nueva etapa de movilizaciones en contra del sistema capitalista que ha
reavivado cuestiones que parecían obsoletas. En los últimos doce años, desde el movimiento zapatista de Chiapas, han sucedido
multitud de procesos de resistencia popular
a las medidas económicas y políticas aplicadas por los gobiernos neoliberales, títeres
de las potencias imperialistas.
Referentes
Estas experiencias, surgidas desde la base
de los movimientos populares, han supuesto en varios casos el derrocamiento de va-
rios presidentes neoliberales, como Mesa
y Sánchez de Lozada en Bolivia. Además,
como ocurre actualmente en Uruguay y en
Oaxaca, se han traducido en una radicalización de los sindicatos y los trabajadores,
la convocatoria de huelgas, la toma de
fábricas y la creación de asambleas populares, etc. Todo esto supone una creación
progresiva de un poder popular en contra
de las élites propietarias estatales. La evolución política de estas protestas refleja un
paso adelante en las luchas. Así, las contradicciones de clase son un factor central
de las demandas de las movilizaciones
populares. Venezuela es hoy en todo ese
proceso de radicalización el referente más
importante.
La resistencia de estos movimientos de
base supone un ejemplo de autoorganización que debe servir como referente para el
movimiento anticapitalista en otras partes
del mundo. Para la izquierda anticapitalista
europea, América Latina está llena de muestras de cómo resistir a la ofensiva neoliberal.
Las movilizaciones en América Latina son
un reflejo de que, en la actualidad, seguimos buscando nuevas formas de resistencia
y que éstas alcanzan victorias. Suponen una
ventana que podemos abrir para mostrar la
capacidad de los trabajadores y de otros colectivos oprimidos por el sistema capitalista
para unirse, organizarse y ganar. Aprender
de estas luchas es clave para fortalecer la
izquierda anticapitalista en Europa.
23-D: por una vivienda digna
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