encuesta sobre malestar emocional en sobrevivientes del

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ENCUESTA SOBRE MALESTAR EMOCIONAL EN SOBREVIVIENTES DEL
CONFLICTO ARMADO INTERNO
De: Gloria Huamaní y Eduardo Espinoza
INTRODUCCIÓN
En el duro camino hacia la reconciliación nacional el tema de la salud
emocional juega un papel crucial. Solo pensar en cómo lograr “reparar” la
pérdida de un ser querido, la dignidad, la tranquilidad o la confianza mutua,
nos da una idea de su complejidad.
La salud emocional es primordial para alcanzar una buena calidad de
vida, gozar de nuestros derechos y ser partícipe del desarrollo de nuestra
localidad.
La actual encuesta nace por la idea de contribuir a que nuestros actores
sociales involucrados en la temática de salud mental converjan en una acción
efectivamente reparadora en bien de las víctimas del conflicto armado interno.
La información presentada se recogió mediante la aplicación de 10 encuestas
de mujeres víctimas de violencia armada que todavía no han recurrido a
atención clínica de parte del Estado. Son ayacuchanas adultas y adultas
mayores, algunas
lideresas, algunas residentes en ciudades, otras en
comunidades.
Los resultados de la mencionada encuesta se relacionan con problemas de la
salud,
sensación de vulnerabilidad, desconfianza y el deterioro de las
relaciones interpersonales, con ellos mismos y con los demás.
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Cada una de estas afecciones que recaen en los sobrevivientes conllevan una
carga que afecta sus vidas en diferentes niveles. En lo personal, la salud se ve
diezmada por la somatización, la baja autoestima y la sensación de miedo,
como si en cualquier momento fueran a repetirse los episodios de violencia; la
desconfianza con los vecinos y fuerzas del orden los deja en un estado de
completa vulnerabilidad frente a cualquier evento contraproducente.
A nivel de la comunidad los lazos también se rompen, no solo debido a
los desplazamientos que separan familias enteras, sino que la desconfianza
afecta las relaciones comunitarias creando aislamiento de los individuos y
afectación en la identidad cultural.
Próximamente, se expondrán los resultados de encuestas de varones, niños y
niñas.
DESCRIPCIÓN DE LA ENCUESTA
Gráfico 1.-Actualmente qué problemas de malestar emocional (salud mental) tiene?
El universo de mujeres encuestadas que fueron afectadas por el conflicto
armado en Ayacucho, manifestó que el malestar emocional más común que
ellas perciben es el malestar corporal (29.0%) seguido del nerviosismo
(22.6%)1 y en menor medida el insomnio y las responsabilidades bajo
maltrato familiar que asumieron desde su juventud (3.2%), ello ha
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Entienden por nerviosismo: transpiración contínua, temblor en el cuerpo, mudez y tartamudez cuando se
habla.
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confirmado que las mujeres víctimas de la violencia durante el conflicto
armado han sido emocionalmente afectadas.
Gráfico 2.- De los que ha mencionado, ¿Cuáles son los que más les molestan?
A partir de las respuestas de la pregunta 1 de la encuesta sobre qué problemas
de malestar emocional que sienten, derivó la pregunta ¿Cuál es el que más le
molesta? Pudiéndose constatar
que entre la totalidad de las mujeres
encuestadas existe un mayor consenso en que lo que más le molesta de los
problemas que sienten es la falta de protección, el de sentirse solas y tristes
(28.6%) seguidos del malestar corporal (21.4%), características que son
típicas de los rasgos de violencia que sufrieron las mujeres después del
conflicto armado ya que se debe tener en cuenta que la violencia se manifiesta
no sólo de manera física sino también emocional, como es el caso de las
mujeres encuestadas.
La primera constatación confirma la importancia que las mujeres víctimas
otorgan al soporte social. La soledad y el aislamiento social agravan su
situación emocional. En otros términos, se puede decir que la intervención
psicosocial es la más adecuada para afrontar el malestar emocional.
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Gráfico 3.- ¿Por qué tiene cada una de ellas?
Tan importante como lo anteriormente mencionado, es que cuando se hizo la
pregunta 3 sobre el motivo por el cual presentaban dichos malestares, las
mismas mujeres expresaron que ello ocurrió a causa del conflicto armado
(61.5%) que vivieron en aquella época, pues ello muestra que los estragos
del conflicto armado que se vivió en Ayacucho han marcado emocionalmente a
la población y en especial a las mujeres encuestadas quienes fueron testigos
presenciales a tan lamentables acontecimientos y que hasta el momento no
han recibido una atención a su salud emocional para superar dichos sucesos.
Sin embargo, no todas acusaron al conflicto armado como el causante de sus
malestares emocionales, pese haber vivido las vicisitudes del conflicto, debido
a que conceden mayor relevancia a las violencias familiares padecidas como
hijas, intolerancia frente a las críticas, entre otros. Incluso, el susto y “los
nervios” que figuran entre las causas pueden tener ilación con las violencias
del conflicto armado, pero se ha preferido mantener esta respuesta en forma
diferenciada en resguardo de la opinión de las entrevistadas.
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Gráfico 4.- ¿Han producido mayor malestar emocional?
El 91% de las encuestadas manifestaron que a causa de la desatención
de los malestares emocionales mencionados su bienestar psicosocial se
ha visto conmovido.
Gráfico 5.- ¿Qué ha producido?
La gravedad y su relevancia social de estos malestares encuentran sus
asideros básicamente en dos tipos de respuestas: “decepción de la vida, mejor
no hubiera nacido, o mejor… “ y “violencia con mis hijos y pareja”. Sus efectos
envuelven no solo los ámbitos personales y familiares, sino también lo social o
comunal (aislamiento, inseguridad).
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REFLEXIONES FINALES
Estados emocionales que responden a “mejor no hubiera nacido, mejor me
suicido” desbordan la atención clínica más bien confiesan la necesidad de una
atención integral de índole psicosocial, en especial en poblaciones donde el
“qué dirán”, las relaciones interpersonales, son componentes de una identidad
cultural que la sienten quebrantada.
La gravedad de estas constataciones pone en entredicho posiciones ideológicas
de diversos actores sociales involucrados en el tema. La clase política que
dirige nuestro Estado en forma excluyente, conserva una actitud
discriminatoria frente a estas demandas de salud emocional, que se expresa en
que la inexistencia de una política de Estado orientada a enfrentar este
problema; de equipos itinerantes se pasaron a atención primaria, mañana no
sabremos qué amanecerá.
La mayoría de las organizaciones de la sociedad civil, tienen su cuota de
responsabilidad al preocuparse por otros problemas que consideran más
importantes y no ver la relación que tienen ellos con la salud emocional de
extensas poblaciones; además de no evaluar la eficacia de las intervenciones
públicas sobre el tema, con el impacto en su quehacer institucional.
La mayoría de organismos de cooperación internacional consideran que este
problema, por su dimensión y complejidad, es un problema de Estado, y no
apoyan adecuadamente proyectos con objetivos de fortalecimiento de la
estabilidad emocional.
Tal vez sea necesario que nuestros actores sociales interactúen con personas
que están en los espacios de espera de atención psicológica y psiquiátrica en
consultorios particulares y hospitalarios, para que así se comprometan en
proporción a la magnitud y dimensión del problema.
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