FORMACIÓN Y ESPIRITUALIDAD MIRANDO A SANTA MARÍA DE GUADALUPE COMO MODELO Y PORTADORA DE LA FE EN DIOS. MEDITACIÓN A PARTIR DE LA “LUMEN FIDEI” DEL PAPA FRANCISCO. “ Mons. Salvador Diez de Sollano y Ortega La Madre del Señor es icono perfecto de la Fe, como dice santa Isabel: « Bienaventurada la que ha creído » (Lc 1,45). En la plenitud de los tiempos, la Palabra de Dios fue dirigida a María, y ella la acogió con todo su ser, en su corazón, para que tomase carne en ella y naciese como Luz para los hombres” (cfr. LF 58) “La Iglesia, confortada por la presencia de Cristo (cf. Mt 28, 20), camina en el tiempo hacia la consumación de los siglos y va al encuentro del Señor que llega, recorriendo de nuevo el itinerario realizado por la Virgen María, que « avanzó en la peregrinación de la Fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la Cruz » (LG n.58 (cfr. JP II, RM n.2). « Peregrinación de la Fe », en la que « la Santísima Virgen avanzó », manteniendo fielmente su unión con Cristo, doble vínculo, que une la Madre de Dios a Cristo y a la Iglesia, y que no es sólo la historia de la Virgen Madre, su personal camino de fe y de la « parte mejor » que Ella tiene en el Misterio de la Salvación, sino además de la historia de todo el Pueblo de Dios, de todos los que tomamos parte en la misma María cree y ve como la Luz divina peregrinación de la Fe” (LG n.63) ilumina la oscuridad de su camino, (cfr. ib. n.5-6). y aún más, se convierte para nosotros en la aurora de la Estrella de En el Acontecimiento Guadalupa- la mañana, Cristo su Hijo, que no no brilla en Santa María de Gua- conoce ocaso (cfr. LF n.1). dalupe de manera sublime para nosotros “el gran don de la Luz de La Luz de la Fe, que es la capacila Fe traído por Jesucristo, que en el dad de iluminar toda la existencia Evangelio de san Juan se presenta del hombre, nos muestra a la imacon estas palabras: «Yo he venido al gen de María de Guadalupe como mundo como Luz, y así, el que cree lámpara que lleva en su ser a Crisen Mí no quedará en tinieblas» (Jn to Luz que viene de la fuente pri12,46), (cfr.2 Co 4,6). Cristo, el mordial de Dios y es Dios. La fe de verdadero Sol «cuyos rayos dan la María que nace del encuentro y de vida » está en el seno de la Virgen y la comunión con el Dios vivo, que Madre Santa María de Guadalupe. la llama y le revela su Amor, la hace BOLETÍN • 2013 • 17 capaz y segura con su Gracia de engendrar por el Espíritu la Vida, de la que aparece embarazada (cfr. LF n.4). Si Abraham es nuestro padre en la Fe del Pueblo de Dios, María es nuestra Madre en la Fe de la Iglesia y, en Santa María de Guadalupe en la Fe de nuestra Nación y de América. La fe de María nos abre el camino y acompaña nuestros pasos a lo largo nuestra historia (cfr. LF n.8). María de Guadalupe nos propone conocer a Jesús, al que nos muestra y da: “El hombre tiene necesidad de conocimiento, tiene necesidad de la Verdad, porque sin ella no puede subsistir, no va adelante. La fe, sin 18 • BOLETÍN • 2013 Verdad, no salva, no da seguridad a nuestros pasos. Se queda en una bella fábula, proyección de nuestros deseos de felicidad, algo ilusorio o hermosamente sentimental e incapaz de dar continuidad al camino de la vida” (cfr. LF n.24). La Fe requiere el Amor y conocimiento de la Verdad (en náhuatl “neltiliztli”: verdad arraigada, profunda, es la cualidad de buscar la fundamentación y raíz del hombre y del mundo). «Con el corazón se cree » (Rm 10,10). al mundo y a los otros, el entendimiento, la voluntad, la afectividad. Pues bien, si el corazón es capaz de mantener unidas estas dimensiones es porque en él es donde nos abrimos a la Verdad y al Amor (yololteol= corazón puesto en Dios), y dejamos que nos toquen y nos transformen en lo más hondo. La fe transforma toda la persona, precisamente porque la fe se abre al Amor. Esta interacción de la fe con el amor nos permite comprender el tipo de conocimiento propio En la Biblia, como también en la de la fe (“xóchitl in cuicatl”: “flor cultura náhuatl el corazón (yolotl) y canto” como símbolos náhuatls es el centro del hombre, donde se de la búsqueda de la Verdad y el entrelazan todas sus dimensiones: Amor), su fuerza de convicción, su el cuerpo y el espíritu, la interio- capacidad de iluminar nuestros paridad de la persona y su apertura sos. La fe conoce por estar vincu- lada al amor, en cuanto el mismo amor trae una luz. La comprensión de la fe es la que nace cuando recibimos el gran Amor de Dios que nos transforma interiormente y nos da ojos nuevos para ver la realidad. (cfr. LF n.26). Santa María de Guadalupe nos muestra en todo su actuar personal que “Si el amor necesita la verdad, también la verdad tiene necesidad del amor. Amor y verdad no se pueden separar”. “Pero el acto de fe individual se inserta siempre en una comunidad, en el « nosotros » común del pueblo que, en la Fe, es como un solo hombre, « mi hijo primogénito », como llama Dios a Israel (Ex 4,22)”. La Fe es un don gratuito de Dios que exige la humildad, a la manera de Santa María, y el valor de fiarse y confiarse, para poder ver el camino luminoso del encuentro entre Dios y los hombres, la historia de la salvación (cfr. LF n.14). La Fe cristiana está centrada en Cristo, “hagan lo que Él les diga…” (Jn. 2,1-12); y es lo que sigue haciendo la Virgen de Guadalupe con nosotros, nos muestra a su Hijo y nos lo da con todo su corazón: “Lo daré a las gentes en todo mi amor personal, en mi mirada compasiva, en mi auxilio, en mi salvación” (cfr. NM nn.27-28). La Palabra que Dios nos dirige en Jesús no es una más entre otras, sino su Palabra eterna (cf. Hb 1,1-2). La Fe cristiana es, por tanto, fe en el Amor pleno, en su poder eficaz, en su capacidad de transformar el mundo e iluminar el tiempo. « Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él » (1 Jn 4,16).(cfr. LF n.15). A la manera de Cristo, cuya mayor prueba de la fiabilidad de su amor se encuentra en su entrega por nosotros, si el dar la vida por los amigos es la demostración más grande de amor (cf. Jn 15,13), así la fiabilidad total del amor de Santa María de Guadalupe por nosotros es el darnos a su Hijo, nos lo entregó al pie de la cruz, nos lo da en la Eucaristía, no lo da en su Casita. Allí resplandece el amor divino y de María en toda su altura y amplitud. “Al ver cuánto cuanto me ama, es posible creer” (cfr. LF n.16). Nuestra Madre Santa María de Guadalupe como educadora nos invita a que “nuestra Fe no sólo mire a Jesús, sino que mire desde el punto de vista de Jesús, con sus ojos: sea una participación en su modo de ver”. Tenemos necesidad también BOLETÍN • 2013 • 19 En la persona de Santa María de Guadalupe se realizan en plenitud estas palabras: “El creyente es transformado por el Amor, al que se abre por la fe, y al abrirse a este Amor que se le ofrece, su existencia se dilata más allá de sí mismo. Por eso se pueden aplicar a María las palabras de san Pablo: « No soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mí » (Ga 2,20), y «Cristo habita por la fe en su corazón» (cfr. Ef 3,17). En la Fe, el «yo» del creyente se ensancha para ser habitado por Otro, para vivir en Otro, y así su vida se hace más grande en el Amor. En esto consiste la acción propia del Espíritu Santo” del que María de Guadalupe aparece totalmente llena (cfr. LF 21). La Luz de la Fe, que es la capacidad de iluminar toda la existencia del hombre, nos muestra a la imagen de María de Guadalupe como lámpara que lleva en su ser a Cristo Luz. 20 • BOLETÍN • 2013 de alguien que sea fiable y experto en las cosas de Dios. María nos presenta a Jesús, su Hijo, que a su vez se presenta como aquel que nos explica a Dios (cf. Jn. 1,18). Para que pudiésemos conocerlo, acogerlo y seguirlo al modo humano, se manifiesta como el Hijo de Dios que ha asumido en Santa María de Guadalupe nuestra carne. La Fe en el Hijo de Dios hecho hombre en Jesús de Nazaret que María nos ha traído como evangelizadora no nos separa de la realidad, sino que nos permite captar su significado profundo, descubrir cuánto ama Dios a este mundo y cómo lo orienta incesantemente hacía sí; y esto nos lleva a los cristianos a comprometernos, a vivir con mayor intensidad nuestro camino sobre la tierra (cfr. LF n.18). “La luz de la Fe no nos lleva a olvidarnos de los sufrimientos del mundo”. Santa María de Guadalupe es perfecto ejemplo de Fe que abre su corazón misericordioso hacia los sufrimientos humanos: “Porque yo en verdad soy vuestra madre compasiva,… porque allí les escucharé su llanto, su tristeza, para remediar, para curar todas sus diferentes penas, sus miserias, sus dolores” (NM nn.29-32). “La Luz de la Fe capta el misterio que se esconde en quien sufre, no disipa todas nuestras tinieblas, sino que, como una lámpara, guía nuestros pasos en la noche, y esto basta para caminar”. En Cristo, Dios mismo, y por medio de la Virgen San María de Guadalupe, ha querido compartir con nosotros este camino y ofrecernos su mirada para darnos Luz. Cristo, y María siguiéndolo a Él, es aquel que, habiendo soportado el dolor, « inició y completa nuestra Fe » (Hb 12,2) (cfr. LF n.57).