Hermanos y hermanas zapatistas, compañeros y compañeras todos “No nos quieren indios, muertos nos quieren”. Con estas palabras nuestros hermanos del Ejército Zapatista de Liberación Nacional llaman a la atención sobre la situación de los pueblos indios en este país en su cuarta declaración de la selva Lacandona. Estas palabras, nosotros los pueblos indios de Oaxaca, las entendemos bien por la historia de muerte y represión que hemos vivido. Aquí estamos. Llegamos de todas partes. Pueblos que están allá lejos, en los últimos rincones, en los cerros más altos de la tierra oaxaqueña. Pueblos siempre olvidados, pero con una larga memoria de resistencia. Pueblos que que nunca hemos sido escuchados, sin embargo hablamos, gritamos la verdad, nuestra verdad, en nuestras lenguas. Pueblos donde no tenemos buenas tierras, más sin embargo queremos sembrar futuro par nuestros hijos. Pueblos donde no tenemos luz eléctrica, pero sí la claridad de aquel que ya no cree en las mentiras y el engaño. Pueblos, donde no tenemos agua potable, pero cuidamos el manantial de la esperanza de una vida más justa. Pueblos, donde no tenemos carreteras pero sabemos recorrer el camino de la dignidad. Somos Amuzgos, Chatinos, Chinantecos, Chochos, Cuicatecos, Chontales, Huaves, Ixcatecos, Mazatecos, Mixes Mixtecos, Náhuatles, Popolucas, Driquis, Zapotecos y Zoques. Somos hombres, ancianos, mujeres, jóvenes y niños. Juntos vivimos, juntos trabajamos, juntos sufrimos, juntos celebramos, juntos pensamos, juntos decidimos lo nuestro. Sobrevivimos el vía crucis de más de cinco siglos de despojo, represión, miseria y muerte. Hoy enfrentamos una modernidad que no es la nuestra, pero que nos envuelve y nos quiere acabar. Igual como todos los pueblos indios de nuestro país, los pueblos de Oaxaca vivimos actualmente en un estado de emergencia por las políticas económicas neoliberales que nos dejan sin sustento en nuestras comunidades y nos obligan a buscar nuestra suerte en la emigración para sufrir la explotación y la persecución en otros lados. Vivimos una situación de ausencia de justicia generalizada. Persisten los cacicazgos en contubernio0 con el poder político. No se respetan a nuestras asambleas y a nuestras autoridades. Sigue la manipulación por medio de las dependencias y los recursos gubernamentales. Sigue el rezago para la resolución de nuestros conflictos agrarios. Y se intensifica el proceso de privatización de las tierras ejidales y comunales y su venta a empresas nacionales y trasnacionales. Nos amenazan proyectos como el del Istmo de Tehuantepec, programados no para el desarrollo de nuestras regiones, sino para los intereses estratégicos delos capitales dueños de este mundo. En medio de una realidad adversa, resistimos, nos organizamos de mil maneras. Es grande la diversidad de organizaciones indígenas en el estado de Oaxaca. Unas se han desarrollado en el seno de comunidades que conservan su cultura, su organización comunitaria, siguen hablando su lengua, cultivando sus tierras comunales y practicando sus costumbres, ciencias y artes. Otras se han forjado en la triste realidad de una creciente pérdida de todo esto, en la violencia de los cacicazgos, en los conflictos contra un sistema omnipresente y destructor, en la miseria más absoluta. Por organizarnos, por defender nuestros derechos, nos han perseguido y nos han matado. Por organizarnos y por defender nuestros derechos, nos mandan soldados y policías. En nuestro estado no existe región alguna que no viva un sitio permanente por la militarización y la persecución policíaca que el gobierno está llevando en todos los territorios, en flagrante violación de nuestros derechos fundamentales. Manifestamos nuestra indignación ante la creciente militarización de todas las regiones del país, principalmente los estados más pobres y con mayor población indígena. Cuando se usan las armas para reprimir a los más débiles, es porque existe un contubernio entre los poderes políticos y económicos para no cambiar un sistema de injusticia, que beneficia a unos cuantos mientras condena a la gran mayoría a la miseria y el olvido... La militarización es traernos miedo y sumisión. Otras veces la inteligencia del estado nos llega pintando escuelas y dándonos apoyos en formas de migajas y buscando el momento de darnos la puñalada. Otro medio no menos peligroso que el militar, es el que vivimos todos los días: es cooptar nuestras voluntades, someternos, condicionándonos con la entrega de recursos que administra el estado. Se aprovecha pues de nuestra miseria para seguir con el sistema de limosna. Ante la amenaza de destrucción de la vida comunitaria y el aislamiento y la manipulación de las autoridades, el aislamiento de las organizaciones que estamos en lucha, tenemos que tomar el ejemplo de nuestros hermanos zapatistas. Tenemos que dar una respuesta de organización manteniendo firmemente la alianza comunitaria de nuestros pueblos, seguir fortaleciendo nuestras asambleas, para enfrentar al enemigo y a la sumisión que se nos quiere imponer e ir creando un acuerdo amplio de construcción de la autonomía desde abajo. Es necesario que demostremos una vez más lo que dijo un compañero chatino: “El futuro no es del más poderoso, sino de los mejor organizados”. Por eso hemos sostenido cinco sesiones del Foro Indígena Estatal Permanente de Oaxaca para analizar nuestra situación y unir nuestras propuestas, y participamos en el Congreso Nacional Indígena. Por eso hemos participado en el Diálogo de San Andrés. Muchas de nuestras realidades, nuestras propuestas y nuestras luchas se encuentran plasmadas allí. Cuando se firmaron los primeros Acuerdos de San Andrés, aquí declaramos que no los firmo únicamente con los hermanos zapatistas, sino con todos los pueblos indios de México, y con todas las fuerzas de la sociedad civil quienes exigieron en enero de 1994 una solución pacífica al conflicto. Aquí estamos para exigir que el gobierno federal cumpla su palabra. Aquí, para demandar que cese la represión y la militarización en nuestro país, Aquí, los originarios de estas tierras para exigir que se reconozcan los derechos indígenas en la Constitución mexicana(...) Sabemos que para lograr la verdadera democracia, no basta aspirar a unas cuantas cuotas de poder en el actual sistema, sino que se requiere construir una nueva fuerza política, en donde los indígenas y los campesinos junto con los obreros, colonos, estudiantes, maestros, mujeres, con toda la sociedad, con todo el pueblo pobre, luchemos para lograr construir un país en donde las Trece demandas del pueblo mexicano se hagan realidad. No puede haber justicia mientras los pueblos indígenas y los pobres del país estemos en estado de sitio y senos siga negando todos nuestros derechos humanos. No puede haber libertad si no vencemos el miedo y no fortalecemos nuestros vínculos de unidad y de organización en esta lucha, por la única, la verdadera, la real independencia de México.