EL DESPEGUE ECONÓMICO EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX En un primer período (1800-1833) encontramos una paralización económica debida a los destrozos y repercusiones de la guerra de independencia, la pérdida de las colonias americanas, los problemas financieros por el déficit crónico de la Hacienda española y la tradicional desestima española por las actividades económicas y productivas: esto nos alejó de los niveles de desarrollo económico que estaban alcanzando otros países como Inglaterra, Prusia, Francia o Bélgica En un segundo período (1833-1876), la política económica española va a oscilar entre dos posturas: el librecambismo que defiende la oligarquía terrateniente de Castilla y Andalucía que pretende dar salida a su producción agraria a cambio de la apertura del mercado español a la producción industrial y a los capitales de los países europeos más desarrollados; y el proteccionismo que proponen los escasos núcleos de burguesía industrial periférica (especialmente en Cataluña). Tras la revolución de 1868, predomina una política económica librecambista (Arancel Figuerola, 1869) que acabará con la Restauración. Entre 1833 y 1853 comienza la expansión agrícola e industrial. Entre 18541876 se procede al desarrollo del equipamiento industrial con el establecimiento de la red ferroviaria, la venta de tierras en el mercado libre, la acumulación derivada de las exportaciones agrarias, el comercio y los negocios de las colonias antillanas y la explotación minera intensiva. En esta expansión capitalista jugaron un importante papel los capitales extranjeros, favorecidos por la legislación del bienio progresista La evolución económica refleja una coyuntura alcista en los años 30 y 40 que posibilita la acumulación de capitales Tras las crisis internacional de 1843 y la financiera y de subsistencias de 1847 que descargará especialmente sobre las clases populares- prosigue la línea general de amplios márgenes de beneficios y expansión económica en los años 50 -especialmente en los sectores bancario y ferroviario- hasta la crisis de 1866 y, posteriormente de 1873. En definitiva, a partir de la implantación progresiva del régimen liberal en España desde 1833, , se inicia un proceso expansivo de la economía española, un proceso de industrialización y un desarrollo capitalista que pese a sus dificultades para consolidarse, se va a manifestar en una serie de transformaciones económicas. Un tercer período se corresponde con la Restauración entre 1875 y 1898. Hasta los años ochenta hubo una relativa bonanza económica motivada por estabilidad política, apertura mercados exteriores y equilibrio fiscal y presupuestario. La expansión de la producción agraria se baso en la producción de vinos y olivo y en la extenisón del regadío. La reducción de tierras de cereales, su disminución de exportaciones, produce sobreproducción, caída de precios, rentas y salarios que generan malestar y agitaciones campesinas (crisis agraria de fin de siglo). El asentamiento del capitalismo industrial se basó en: • El desarrollo de la siderurgia y banca vizcaína, en la minería de hierro y carbón en Asturias y Santander, y en el crecimiento y modernización de la industria algodonera catalana, • En la duplicación del tendido ferroviario y transporte de viajeros y mercancías, las mejoras en la red de carreteras, la difusión del teléfono y telégrafo y en el comienzo de las industrias eléctricas en Madrid y Barcelona. • Tambien fue importante la prosperidad de la Banca y del sector financiero en Cataluña (“fiebre del oro”) y en el País Vasco, la estabilización de la Deuda y la repatriación de capitales cubanos por la guerra. La evolución de la coyuntura económica implicó prosperidad con crisis periódicas (1883-1884, 1890-91, 1897-98). En los años 90, se abandona el librecambismo a nivel internacional. Las reivindicaciones proteccionistas de cerealistas castellanos (Liga Agraria), industriales catalanes (Fomento del Trabajo Nacional) y siderúrgicos y propietarios de minas vascos y asturianos conducen a la Ley Arancelaria de 1891. La crisis agraria de fin de siglo y el aumento del precio de los cereales produce hambre y malestar entre jornaleros y clases populares. A finales del siglo XIX encontramos los siguientes problemas en la economía española de finales de siglo: agricultura atrasada y dominante, mercado interno con escasa capacidad de compra, escasas inversiones industriales y muy localizadas, problemas de modernización y equipamiento, carencia de mercados exteriores. Pese a todo, los avences serán considerables en el cambio de siglo.