apuntes necrológicos.

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REVISTA
APUNTES
BASCONGADA.
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NECROLÓGICOS.
EL PADRE ZARANDONA.
El Siglo futuro, diario católico de Madrid, ha dedicado en su número correspondiente al dia 28 de Setiembre último á la memoria de
este modesto religioso bascongado, el siguiente artículo editorial:
«Antes de anoche pasó de esta vida al cielo, y esta mañana se ha
dado tierra á su cadáver.
Ha sido su muerte, como su vida, tranquila, apacible y santa.
Murió rodeado de sus hermanos que le cuidaban en su ancianidad
como á un niño, le amaban como á un padre y le veneraban como á
un santo.
Su entierro ha sido humildísimo. Han acompañado al cadáver sus
hermanos y bastantes amigos que cuidaron de averiguar la hora de
conducirlo al Campo-Santo. Si la hubieran sabido todos los que le
amaban y veneraban, el entierro de un príncipe no habría llevado
más cortejo.
Su cuerpo descansa en la tierra, en el cementerio de San Juan,
donde aguardan la resurreccion los restos de otros muchos ilustres
y virtuosísimos jesuitas. El Padre Carasa, el Padre Cumplido, el Padre Trapiella, el Padre Blas, el Padre Medrano, el Padre Céspedes,
el Padre Perez, y otros Padres y Hermanos que pasaron por delante
de nosotros haciendo bien á los hombres y dando gloria á Dios.
Es cosa muy singular el entierro de un santo. Llena las almas de
tristeza; pero tristeza tan suave, que es más apacible que muchas de
las alegrías de esta vida. Al ver el cadáver del P. Zarandona, tendido
en el modesto ataud, revestido de los sagrados ornamentos, como si
durmiese un sueño lleno de paz y felicidad, el que le amó en vida
sentía á un mismo tiempo el dolor que causa la ausencia, mezclado
con suavísimo sentimiento de confianza y gozo, que dá el pensar enla gloria.
La vida del P. Zarandona es una vida llenísima de merecimientos; y sin embargo, es una vida sin historia.
Nació en Bilbao el 13 de Junio de 1804, de familia verdaderamente vascongada; vascongada por la sangre, vascongada por la fé y la
piedad, vascongada por el amor á la pátria y á todo lo grande y noble. Tenía su madre noventa y siete años de edad cuando la conoció
el que esto escribe, y nunca olvidará la impresion de respeto y simpatía que le causó el aspecto, la conversacion y las virtudes de aque-
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EUSKAL-ERRIA.
lla mujer privilegiada, modelo acabado de las antiguas señoras españolas, cuya alma vigorosa conservaba entre los estragos de la vejez toda la entereza de una juventud sana, robusta y piadosísima.
El 1.º de Julio de 1828 entró en la Compañía de Jesús el que luego
fué P. Zarandona.
Cuando la revolucion se inauguró en España, cubriéndola de sangre y de vergüenza con la espantosa matanza de los Religiosos, el
P. Zarandona era profesor en el Real Seminario de Nobles, en Madrid. De sus lábios oyó muchas veces, y de lábios del P. Blas. que
murió no hace mucho, y del P. Labarta, que todavía vive para gloria de Dios y de la Compañía; de sus lábios oyó muchas veces el que
esto escribe los tremendos sucesos que deshonraron á Madrid en
aquel infausto dia. Y por cierto que no es posible explicar la admiracion que inspiran las victimas y la indignacion que se siente contra aquella sacrílega hecatombe, cuando se oye referir, con reposo y
caridad sobrehumanos, á los mismos que estuvieron á punto de morir en ella y que vieron correr la sangre de sus hermanos.
¡Cuánto amarían los hombres á los santos si los conociesen!
Despues fué el P. Zarandona Procurador de varias casas de la
Compañía; y finalmente, muchos años, Procurador general de la provincia de España y Misiones ultramarinas; desempeñando en este
tiempo el cargo de Provincial, cuantas veces estuvieron ausentes los
Provinciales.
Pocas existencias más humildes, más oscuras y más retiradas
que la del P. Zarandona. Y pocos nombres más queridos y más respetados que el de este humilde Religioso.
¡En cuántas pénas, en cuántos dolores, en cuantas angustias de
la vida era, para innumerables almas, consuelo y esperanza el nombre del P. Zarandona!
Entre todas las grandezas de su alma, ninguna, quizas, resplandecía más á los ojos que le miraban que la paz, la suavísima paz, la
paz verdadera y santa que parecía circundar todo su sér como aureola de gloria. Hervía en sus venas sangre vascongada; animaba su
cuerpo un alma enérgica como pocas, capáz de todo heroismo. Mas
las fuerzas todas de su alma y de su vida, consagradas á la gloria de
Dios y al bien de los hombres, hicieron de él un modelo de suavidad
y dulzura inalterables, donde no era posible imaginar jamás rastro
ni asomo de impaciencia, ni nada que no fuese tranquilidad y reposo.
El corazon impetuoso que agitado por las luchas más vivas y ardientes de la vida, acudía á él en busca de perdon, de luz ó de consuelo, antes de oirle, con sólo verle, sentía serenarse y extinguirse
todo el hervor de las pasiones.
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BASCONGADA.
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El que esto escribe era aún muy niño cuando le conoció, juntamente con el inolvidable P. Cumplido, el año 1854. En aquella hermosa figura, en aquel rostro angelical, cubierto ya de cabellos blancos, había la misma santa tranquilidad, el mismo placidísimo reposo
que tenían hoy, ya consagrados por una muerte santísima.
Una y otra y otra revolucion, y persecuciones sin número, y peligros inminentes, y humillaciones sin cuento, no lograron turbar
una sola vez la paz de aquella alma, que ya goza de Dios el premio
de heróicas virtudes.
Roguemos á Dios por él, que es obra meritoria.
Pero son muchas las almas que al recordar con profundo y tiernísima gratitud los indecibles beneficios que deben al P. Zarandona,
esperan deberle además que esté ya pidiendo por ellas en la presencia de Dios.»
*
* *
DON ILDEFONSO DE URIZAR Y DE APOITA.
Reproducimos del diario bilbaino Beti-bat, correspondiente al dia
11 del corriente mes, la siguiente necrología:
«A las once y media de la mañana de anteayer, lunes, fueron conducidos al campo-santo de Mallona, los restos venerados del ilustre
Sr. D. Ildefonso de Urizar y de Apoita, dignidad de Maestrescuela
de la Iglesia de Gerona, hijo del noble solar vizcaino, que de regreso
ya para la catedral citada, se sintió enfermo de gravedad y falleció
el 8 del corriente Octubre.
Constantes en dar en nuestro diario noticias de lo más importante
al País vascongado, vamos á ofrecer en el Beti-bat una ligera reseña
necrológica del ilustre finado, á fin de que los coleccionadores de
nuestro humilde periódico conserven, para lo futuro, un recuerdo
de este hijo de Vizcaya.
Don Ildefonso de Urizar y de Apoita, nació en la Anteiglesia de
Mallavia, en este Señorío, el 23 de Enero de 1809; siendo sus padres
D. Joaquin y D.ª Ana Maria. Despues de haber estudiado latinidad y
humanidades en Múrua (Alava) pasó á la Universidad de Oñate á
cursar la segunda enseñanza y algunos años de jurisprudencia, continuando despues su carrera con aprovechamiento en la de Valladolid, terminada la cual, se recibió de Abogado en la misma. En el año
1832; hallándose al lado de su tio D. José de Apoita, canónigo y Provisor de Palencia, recibió los órdenes sagrados incluso el presbiterado á título de capellanía de sangre.
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