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Título:
TRECE PUNTOS BUENOS
La palabra de un huaso
Autor:
Luis Alberto Ortiz Sepúlveda
Dedicatoria:
A mi esposa y a mis hijos por dejarme ser parte de sus vidas y a la memoria de mis padres y
hermanos, particularmente a Sergio.
Agradecimientos:
Al Taller Literario del Museo Histórico de Arauco por su apoyo, en especial a Marianela
Fernández Soto y Graciela Pucheu Neira.
Un especial reconocimiento a mi amigo de siempre Víctor Vega Luengo por su aporte con
el prólogo de este libro, al Dr. Gonzalo Sáez Torres, compañero de la especialidad de
Medicina Paliativa que compartimos, autor de las décimas a nuestro baile nacional, la
cueca, que acompañan las gráficas de cada una de las poesías.
Mis agradecimientos a Alejandra Fuente-Alba Cofré quien me colaboró con el diseño y los
trámites de impresión del libro.
Prólogo:
Que honor mas grande, Lucho, el pedir a tu amigo huaso el prologo de esta obra, misión
difícil, pero bueno, la palabra de huaso esta empeñada y que diablos, aquí nos vamos.
Los trece poemas de Luis Ortiz Sepúlveda, reflejan con absoluta claridad las vivencias
existenciales del huaso Araucano, nacido, por el correr del año 1933, en la vieja medialuna
de ramas ubicada en la calle Körner, siendo ésa la primera de la provincia, para cambiar
de ubicación, después de algunos años, junto al malecón del gimnasio y el matadero. Esta
última medialuna es la que nos acunó a todos los huasos de hoy y fue en ella donde Luis
tuvo su primera experiencia corralera, esta misma forjó al huaso poeta que hoy en su letra
hace nos sintamos plenamente identificados, allí donde corrimos por los pasillos, sin perder
de vista al novillo tras la rendija de la manga que lo llevaba al apiñadero, en el mismo lugar
en que nos engañamos pensando burlar al boletero, y aramos el suelo con nuestras espuelas
de niño. Esa misma arena donde estuvimos al aguaite, atajamos, y también corrimos el
novillo del silencio.
Que mejor que tus poemas para desvestir el alma y dejar desnudo el sentimiento, por eso
repaso estos versos y siento que nadie como Luis puede contar la historia del huallento, de
la linda yegua negra, o de la reina del rodeo. Hay que ser araucano para saber del Solitario,
del Inocente, del Enojado o del Lamento.
Estar en la media luna de hoy, la última de las tres que ha tenido Arauco, la misma de los
ochenta a la que tú diseñaste el picadero, en la que despediste a tu caballo Zarco para seguir
montando al Pandero, ¡que cantidad de recuerdos y vivencias!
Sin duda alguna Luis Ortiz nos traslada a vivir todo lo que hay en nuestra poesía huasa,
llevándonos por la niñez, por el sentimiento del criador, por el corazón y el arrojo del que
va tras la atajada, nos habla del chamanto y las puntadas de mil colores e ignorar a quien las
daba, del dolor de la partida al hablar como tú lo hiciste de tu hermano Sergio, de mi tío
Lencho y su yegua la Medalla. Tus palabras recordaron a muchos viejos de esos de antes y
mis lágrimas arrearon el novillo del silencio aquella tarde de emociones.
Ahora este libro nos pone a todos los huasos frente a un espejo y nos hace ver el reflejo de
nuestras vivencias en sus palabras, por lo que solo me resta agradecer por lo que nos das
amigo Lucho en estos “Trece Puntos Buenos”.
Un abrazo de un huaso a otro huaso, siempre a tu mandar.
Víctor José Vega Luengo
3802-4 Club de Rodeo de Arauco
Finalista campeonato Nacional 1984
Introducción:
Hablar de rodeos, de caballos y de las manifestaciones típicas de nuestra cultura,
constituyen la oportunidad de compartir con los lectores parte importante de mi vida, pues
ésta ha girado en torno a esas expresiones desde siempre. Corro en los rodeos desde hace
más de cuarenta años, el primero fue en Arauco, mi ciudad, recién cumplidos los catorce
años.
“Nací montando a caballo”, por lo que todo lo que aquí escribo son mis vivencias. Es el
rodeo visto desde adentro, desde la perspectiva de un huaso que vive la emoción de correr y
ha sentido, desde siempre, en lo más profundo, las tradiciones del agro chileno.
A modo de aclarar algunas situaciones y evitar que pudieran inducir a error, debo indicar
que alguna de la terminología usada en mi poesía corresponde a expresiones tradicionales
del rodeo y del campo chileno, con acepciones que pueden diferir de las universalmente
aceptadas en el idioma castellano. En el glosario que va al final de la obra, se entregan
definiciones sobre esta materia para facilitar la comprensión del lector.
Por último sólo me resta agradecer el que se tomen la molestia de leer estos “Trece Puntos
Buenos”, título de este libro en razón a que trece puntos es el máximo de puntaje posible en
cada carrera del rodeo, esperando que disfruten de la obra y encuentren en sus versos la
esencia del campo del viejo Chile.
El autor
Al aguaite
¡Al aguaite!
Otra vez junto al toril, mano firme, sueño... vuelo...
en la puerta que se abre hacia el novillo, fija y ancha la mirada.
La rienda se toma corta, el caballo quiere cancha,
a Dios pido nos libre de una rodada.
Hay que apurarlo en las vueltas, hay que hacerle una atajada.
En la puerta del toril topean los sentimientos.
Los ijares sudorosos, la carrera sofrenada.
¡Qué larga espera! suena sólo en el oído
el bufido del caballo resoplado frente al viento.
¡Corriendo!...
En el overo negro cabalga nuestra esperanza,
el volapié de la mano, lo hago tirando el riendero...
La ilusión ¡siempre la misma! la gloria ¡ahora se alcanza!
el galope y el revuelo dentro del apiñadero.
Puntos buenos, puntos malos… Al vencedor se le abraza.
El huaso - que es de verdad - siente pago en la atajada,
en la propia, en la de otros y en el guacho que se pasa
y no se pudo enquinchar o le cantaron raspada.
¡Al aguaite!...
Siempre al aguaite, la ilusión de alzarse al cielo
y de bailar una cueca al final de la jornada.
A mi Linda Yegua Negra
La bajé del camión una noche de febrero,
a mis diecisiete años en el alma una ilusión,
la ensillé con ansias, ¡qué hermoso apero!
la monté, ya era un campeón.
El camino a casa, nunca fue tan largo,
radiante, esa noche, mil vueltas busqué;
el viento sureño no me hacía estragos,
con manta de anhelos al frío espanté.
Partimos ganando, mi primer rodeo
montando a la yegua, buena de verdad,
fue mi primer champion, la cueca, el paseo,
linda la atajada a la mano de atrás.
Volando en sus lomos la cancha se abría
madrugador rocío, surazo estival,
al anca llevamos reinas y princesas,
acolleramos pingos y eterna amistad
Pasaron los años, inolvidables corridas,
quinchas, volapiés y malas dormidas,
vida de estudiante plena de alegrías...,
pero, una vez mas, ¡la ley de la vida!
Bajé a la vega un día de enero,
mi yegua está lerda, ya lento camina,
le saqué las riendas, ¡que opaco apero!
y le dije adiós a mi “Cogotina”.
Al caballo
Caballo fino chileno, de hispánico legado,
noble mestizo criollo compañero de jornada.
Lindo manco corralero, gruesas crines adornado:
ágil, fuerte, dócil, noble, de orejas aguzadas.
“Diamante” de Baquedano, mulato de patas blancas.
Heroico norte sembrado con su gallarda pisada.
Fortaleza, alma brava que ardió en arenas de pampa
venciendo a tardes sufridas y alboradas desoladas.
Caballo de Cuasimodo, paz del cielo consagrada
que alumbra sendas y hogares en un domingo de pascua.
Recuerdo de amor de tardes paseando a mi china al anca.
Piernas de niño baldado, su ilusión y su esperanza.
Leyenda que rozó el cielo, noble manco colorado
que llevó el nombre del “Huaso” debajo del abatanado.
El lucero de su frente alumbró con un relámpago
el patio del Coraceros, al volar, ágil Pegaso.
Caballo que abrió en la tierra un surco a punta de arado,
mezcla de tantas razas, ¡cuánta carga has transportado!
Tranqueando de norte a sur cruzaste sierras y pampas
abriendo sendas eternas de la mar a la montaña.
Caballo de Valdivia, de Lautaro, de “Don Chanca”.
Caballo, sobre tus lomos ha cabalgado la patria.
A Los Huasos de Arauco
El novillo está picado y principian los revuelos,
el Capataz lo aparta dentro del apiñadero,
los porteros de a caballo le van cortando el resuello
al guacho que no se entrega, un blanqueado medio overo.
Corriendo don ... ¡Vi a tantos huasos de antes!
unos viejos muy re diablos en mi recuerdo quedados,
sus nombres son mis vivencias, los guardaré palpitantes,
no sea que un tranco en falso, me dejé algún agraviado.
Pero a riesgo de agraviar, revolearé algún recuerdo
con la esperanza que el viento traiga un poco de aire fresco,
así que voy a escarbar en mi piño, un poco lerdo,
y trataré de arrear, a buen destino, este verso.
Corriendo Luis Martínez en el “Cachorro” y “Lamento”,
a la puerta Carlos “Ríos” en el “Solitario” montado,
se preparan los Guzmán con un colorado inquieto,
Fernández y Pelén, al aguaite el legendario “Enojado”.
Vi correr al “Inocente”, Don Rena puesto en las patas.
Los Sanhueza, el Rucio, los Puga; al chico Parada.
Soto, Lencho, Hernández; Weisse, Barrueto y Valderrama.
Urra, Fredes, los del Río; Suanes, los Wilson; Sáez y Fuente-Alba.
Huasos de antes, sus figuras recortando las sombras de la tarde
hicieron cantar al surazo con música en las rodajas,
sus mantas ondeantes llenaron el paisaje de colores,
su arrojo en las quinchas de mimbre, sus monturas... sus fajas...
He dejado a muchos en lo injusto del olvido,
enredados en las cuecas de campeones
que colmaron los ocasos de mis domingos viejos...
Rebuscando veo a Torres, a Salgado, al Guatón... a Iglesias...
pero mi piño de recuerdos, se apartó en este recodo del camino
y ya va lejos... demasiado lejos...
El Huallento
Fue hace algunos años, “Marejada” y “Lisonjero”.
El “Huallento” nació entre “Cheñeco” y la mar.
La “Estrella”, el “Hechizo”, el “Amargo”, el Farrero”;
el “Verdugo”, la “Flora”, por sólo algunos nombrar.
Un día de otoño soltó riendas, clavó espuelas
sin maliciar que algo mas se podría conquistar:
completar a dos caballos en una tarde de enero,
llegar hasta las finales y con Rancagua soñar.
La amansa, la troya, el enfrenado,
trabajo de tranco a tranco, volver a algún amañado.
“Estribillo” y “Reservado”
trajeron la sangre nueva, la vuelta sobre parado.
Sus mentores, forjadores de ilusiones,
elevaron desde el alma el ideal corralero.
Un día, galopamos años de mañanas nuevas,
cuatro jinetes, con la ilusión como apero.
Dedicada a mis hermanos Sergio y Eleodoro quienes fueron los que en distintas etapas del
proceso formaron y consolidaron el Criadero Huallento.
El Novillo del Silencio
¡Huaso de palabra ancha!
Este guacho de domingo
marca el tranco de tu huella en nuestras almas.
¡Alguien llama! blanca senda de etéreas galopadas,
valle de eterna primavera y empastadas celestiales.
Veo a la distancia flamear tu manta de nostalgias
amigo de tardes alumbradas por tímidos fanales.
Huaso franco, silenciaste las cantarinas rodajas
y una tarde de grises, hiciste a la vida una sofrenada.
Cambiaste la mano en la troya al manco bayo
galopando hacia los campos de música eterna, de brisa templada.
Lloras hoy, con mis lagrimas, la ausencia de viejas corridas,
llevándote el sonido de las quinchas, el eco en los corrales.
Relinchos, mugidos, aplausos despiden tu partida,
cabezas descubiertas, ojos nublados te rinden homenaje.
¡Hacedor Supremo!
¡Qué se aparten las nubes y descubra el cielo! y un rayo de tu luz
endilgue al huaso de pretéritos afectos.
¡Capataz!
¡Qué se abran las puertas en la medialuna del recuerdo
y se corra el novillo del silencio...!
El Rodeo
El Rodeo, húmedo aroma de tréboles y amanecer de poleos,
paisaje de huasos llanos, de alegres cantoras,
hablares del viejo campo de mi Chile largo, de ventas de aperos;
fiesta criolla, días de cuecas y tonadas sonoras.
El Rodeo, sabores a tierra en el tiempo perdidos,
cinchas colgando en los postes, chupallas de paja de trigo,
mantas, frenas, bozalillos, lazos de cuero torcido,
monturas de carpincho y de nogal, tallados, un par de estribos.
El Rodeo, piños de ganado, caballos briosos,
rincón de recuerdos, de troyas eternas, de aquella atajada.
Colleras que premian, fogatas, asados, vasos generosos;
ensillar de ilusiones apurando a la suerte anhelada.
El Rodeo, tarde de domingo, de campeones, de fin de jornada,
damas ataviadas de vivos colores, chamantos de espigas,
paseo de reinas, desfile gallardo con escarapelas en las cabezadas.
Homenaje al huaso que en un volapié desmontó a la vida.
El Rodeo, anochecer de camiones con caballos, vuelta a casa,
luna quieta circundada por el austro luminoso, sólo silencio y paz.
Conversas de atajadas, de la suerte que se pasa.
Sabio adagio campesino: “Si hoy no ha sido, pues pa’ otra vez será”.
La última Corrida
Corriendo “Pandero” y “Zarco”... ¡años lejos del rodeo!
entrar a la medialuna con un nuevo compañero,
en sus lomos fue la vuelta, la ilusión nace de nuevo
otra vez riendas, espuelas. ¡A rebuscar los aperos!
Se entregaron en la cancha mi par de caballos negros,
su corazón de chilenos en el pecho palpitaba,
nos llevaron a las quinchas de las finales de sueños
con puntos hechos a ñeque al entrar cada atajada.
Hoy ya no están juntos, el tiempo pasó su cuenta.
Corriendo está el “Pandero”, el “Zarco” quedó a la puerta.
La Reina del Rodeo
Es el fin de la jornada vespertina de domingo
a la grupa del campeón monta dama primorosa,
ataviada con el traje estampado de la china
y la enagua de vuelos de andaluces remembranzas.
Ella es la dama que engalana las tribunas con su gracia
prodigando con dulzura su mirada,
la que clama palpitante por el dueño de su alma
al ver en una entrega a la mano de adelante, una rodada.
Ella es todas las mujeres:
La esposa, la hija, la madre que acalla sus miedos.
¡Es la mujer chilena!
¡Es la Reina del Rodeo!
Rodeos de mi Niñez
¡Cuantas veces burlé a los guardias de la puerta!
como todos los niños,
la atracción por lo vedado
jugando a esquivar barreras.
Nueve años, medialuna, fiesta huasa.
El valor de las entradas... ¿importante?
Pasaré de cualquier modo a mirar los corredores.
La tribuna, objetivo a conquistar. ¡Estrategia adelante!
“Que se distraiga el portero y raudos, escala adentro”.
“Pelao”, “Lalo”, “Peyuco”, hoy son mis compañeros.
¿No nos vieron?
Nunca supe,
pero tenemos asientos.
Bien cacharpeado de huaso y sobre el ojo, el sombrero.
Las espuelas a la rastra como arando por el suelo,
la faja con cinco vueltas,
por nudo, un enredo.
La camisa medio afuera,
hablando a voz en cuello,
pierna encima, concentrado, expresión de hombre serio.
¿Qué cuántas veces burlé a los guardias de la puerta?
Ninguna; en la entrada, leería años después:
“a los niños no se cobra”.
¡Lindos tiempos!, ya sin vuelta.
Cuatro Buenos
Los dos pechos del caballo van clavados como lanzas en el flanco del novillo,
el mulato va entregado en la postura hollando la arena con los cascos lacerada,
su galope es el vuelo del Pegaso, es el fuego del desierto brava herencia de la raza,
es la fuerza sudorosa de sus corvas que se tensan y preparan la lanzada.
La quincha, se viene abierta al encuentro de la collera y su guacho,
antes mimbres retorcidos entre varas de hualles y pataguas,
a lo lejos el piño se muestra amenazante del fracaso de ese instante,
la línea de postura pasa rauda y se encima la bandera de la entrada.
El jinete, cuál centauro va formando un solo cuerpo con el manco,
la atención en el novillo y en la quincha, la espuela en la costilla va clavada,
la rienda tira del acero que controla el ímpetu fogoso del mulato,
el momento es sólo uno en que cuadra su caballo y lo manda a la atajada.
Es del ijar la colgada, el aplauso en la tribuna es el premio a la llegada,
eterno es el instante de silencio a la espera que cante el secretario la jurada.
Hay que ir a la otra mano y arrearle al compañero para que haga otra enquinchada.
¡Cuatro buenos!, la perfecta, algo húmedos los ojos del jinete dificultan la mirada.
La Tejedora y la manta
La obra concluye, la mano se aquieta
de la que hace soledades de tardes urdió un telar de inspiraciones,
de la que enredó mil veces la hebra del hilo de seda
y apretó el lerdo tejido, tonón de madera, cantar de mujer,
voz afinada en arrullos de cuna con viejas canciones.
Criolla tejedora, mujer de la tierra, salvaje belleza,
ancestral herencia de simples trazados, de bellos colores,
copihues bordados, días de trabajo, tarde que empieza
con el fin de la jornada de madre, viniéndose en artes, oficios, labores.
Un amanecer brumoso, arrancó a la mar
los áureos matices de obstinados soles hiriendo a las olas.
Robó al pasto, el verde que brota en los campos de tierra feraz,
copió del cielo, el azul profundo,
el rojo, del tesón de mujer que ha luchado sola,
el negro del duelo nocturno y el blanco de la estrella fugaz.
Mezcló cada hebra de su trama eterna con manos de artista,
colores de tierra, matices de cielo, de nube, de mar.
Enredó su alma en cada puntada que tejió la fibra,
Juntó noche, día, sol, bruma, estrellas; silencio y cantar.
En hilo de seda esculpió su obra, ¡la manta chilena!
La de cuatro campos de andar lisonjero,
la obra maestra de telar nocturno, de manos, de horas,
arte hecho ropaje del huaso, sublime apero
que por ser tan bello, ha olvidado el nombre de la tejedora.
Mi Rodeo
El Rodeo, mi rodeo,
mis caballos que vivieron las tristezas y alegrías.
Amigos, compañeros de collera
atajándole al recuerdo, la partida.
El Rodeo, galopando con mis hijos junto al mar,
una mañana fría.
El Rodeo, mi rodeo,
¡tantos años de corridas!.
Especialmente dedicada a quienes han sido mis compañeros más estables durante los más
de cuarenta años que llevo practicando el rodeo: Felipe y Juan Martínez, Osvaldo Coffré,
Eduardo Concha, Bernardo y Osvaldo Barrueto, Carlos del Río, Alfonso Hernández,
Eleodoro y Alejandro Ortiz, Sergio Benavides y Francisco y Joaquín Ledezma. Una
especial mención a mi hijo Luis Felipe que desde hace tres años es mi compañero en las
medialunas.
Glosario:
Abatanado
Acolleramos
Al aguaite
Amansa
Amañado
Anca
Apiñadero
Atajada
Bandera de la entrada
Bozalillo
Cabezada
Cacharpeado
Cantoras
Cincha
Colorado, mulato, bayo
Collera
Completar
Corral
Corrida o carrera
Trozo de tela gruesa que se pone entre la montura y el lomo
del caballo y tiene por finalidad amortiguar el peso del jinete.
Hacer collera o pareja con otro huaso para el rodeo, juntar
dos caballos.
Expresión usada en el rodeo que significa prepararse para el
momento que corresponde a la participación de la pareja o
collera.
Primera etapa en el proceso de domesticación del caballo.
Caballo que adquiere mañas o conductas inapropiadas que le
impiden entregarse adecuadamente a la labor del rodeo.
Grupa.
Sector separado dentro de la medialuna en el que comienza la
corrida y al que no se debe volver a ingresar una vez que se
sale pues eso significa obtener puntos malos o en contra.
Detención que se hace del novillo con los pechos del caballo
y que tiene puntuaciones de dos, tres o cuatro puntos según si
el golpe es de más adelante o más atrás en el animal.
Cada quincha tiene una bandera de entrada y una de salida, la
de la entrada es la mas próxima a la cancha y la de salida la
mas próxima al apiñadero.
Pieza de metal o cuero que se pone sobre la nariz del caballo.
Pieza de cuero que se pone sobre la cabeza del caballo cuya
finalidad es sujetar el freno.
Bien arreglado, vestido con esmero y elegancia.
Cantantes animadoras del rodeo que interpretan música
tradicional chilena.
Faja usualmente de cordel torcido o lona con que se aprieta la
montura al pecho del caballo.
Colores de pelajes de caballos, usados también como
sinónimo genérico de caballo.
Pareja de huasos montada a caballo que corren juntos en un
rodeo.
Obtener el puntaje y requisitos necesarios para participar en
los rodeos clasificatorios previos al Campeonato Nacional de
Rodeo.
Termino usado para reunir en un concepto a un grupo de
caballos que corren dos o mas jinetes pertenecientes a un
mismo propietario o un grupo de propietarios y que pueden
ser criados por ellos o adquiridos.
Proceso de participación de cada collera o pareja que se inicia
con las vueltas reglamentarias dentro del apiñadero, dos
carreras a la mano de adelante que culminan con una atajada
cada una y dos carreras a la mano de atrás que finalizan, la
primera de ellas con una atajada y la otra con la entrega del
novillo en la puerta de salida.
Cuadra
Ubicar, sobre el galope, al caballo perpendicular al novillo
para lograr físicamente que éste empuje de frente.
Cuasimodo
Actividad tradicional chilena de carácter religioso en que un
grupo de huasos a caballo acompaña al sacerdote a dar la
comunión a los enfermos.
Cuatro campos
La manta chilena tradicional tiene un diseño de cuatro
campos de un color separados por huinchas que pueden ser
en un color o en listas transversales, diseño que se repite en la
huincha que remata externamente todo el perímetro de la
manta.
Cueca al final de la jornada Baile nacional chileno que por reglamento deben bailar los
campeones, los segundos y los terceros campeones del rodeo
con la reina y sus damas al término de la competencia.
Chamanto
Similar a la manta pero de tejido doble con colores diferentes
en cada cara y con bordados en sus campos y huinchas.
Champion
Palabra inglesa usada tradicionalmente en el ámbito del rodeo
para referirse al campeón de cada uno de ellos y también a la
Serie de Campeones o final que se corre el domingo en la
tarde por las colleras o parejas que premian en las diferentes
series de clasificación.
China
Mujer del huaso que usa un vestido a la rodilla de vivos
colores, en tela estampada con flores, de corte acinturado y
amplio hacia abajo, usado sobre una enagua de vuelos.
Chupalla
Sombrero de paja tejida.
Don Chanca
Santiago Urrutia Benavente, destacado corralero y arreglador
de caballos de la zona de Parral, campeón de Chile de rodeo y
movimiento en riendas, jinete que admiré desde siempre por
su estilo de gran arrojo y espectacularidad.
Enfrenado
Proceso de acostumbrar al caballo a tolerar el freno metálico
dentro del hocico.
Enquinchada (enquinchar) Sinónimo de atajada (atajar).
Espuelas
Piezas metálicas que se calzan sobre el zapato en el talón para
apurar al caballo. Se forman por una horquilla que se ajusta al
zapato, un pihuelo (pieza metálica doble soldada a la
horquilla) y una rodaja (rueda dentada metálica soportada por
el pihuelo).
Estribos
Piezas de madera tallada que cuelgan de la montura y sirven
para introducir los pies.
Faja
Parte de la vestimenta del huaso consistente en una larga
pieza de género que se envuelve sobre la cintura.
Frena o freno
Pieza metálica que se pone dentro del hocico del caballo para
dirigirlo.
Guacho
Sinónimo de novillo.
Huaso
Hombre de campo chileno. Jinete de rodeo.
Lazo
Línea de Postura
Manco
Mano de adelante- atrás
Manta
Medialuna
Montura
Novillo del Silencio
Novillo está picado
Overo negro
Pingos
Piño
Puesto en las patas
Quincha
Raspada
Rancagua
Revuelos
Larga cuerda de cuero torcido o tejido que se lleva en la
montura y se usa para lacear o capturar novillos o caballos.
Sector demarcado en la cancha antes de la quincha desde
donde el caballo que va a atajar debe ir galopando de lado y
con ambos pechos pegados al novillo para que la atajada sea
computable.
Sinónimo de caballo.
Carrera en sentido de las manecillas del reloj. En sentido
contrario se denomina mano de atrás.
Pieza artesanal rectangular de hilo de seda que se usa sobre la
chaqueta, está formada por listas horizontales de diferentes
colores con un diseño de cuatro campos anchos de un color y
huinchas separatorias de esos campos. El diseño de las
huinchas se replica en una huincha mas larga que va puesta
en todo el borde externo similar al marco de un cuadro.
Corral circular con dos atajadas, un apiñadero, una puerta de
entrada y una de salida en la que se realiza el rodeo.
Silla de montar chilena que se forra en cuero. Las mas finas
son forradas con cuero de carpincho.
Tradicional homenaje que se rinde a los huasos que han
fallecido y se realiza generalmente el domingo en la tarde
antes de correr la final del rodeo o serie de campeones.
En los inicios del rodeo se picaba el novillo a correr, por
parte del capataz, con una garrocha (vara larga de madera),
desde un lote al interior del apiñadero.
Color muy típico de los novillos que se corren en el rodeo,
usado como sinónimo de novillo.
Sinónimo de caballos.
Grupo de animales bovinos (novillos). En el rodeo se usa
piño o pasar al piño como sinónimo de ingresar al apiñadero
sin lograr atajar al novillo, obteniendo puntos malos.
Forma de correr usada por algunos jinetes de calidad
montados en caballos muy rápidos, sobre todo en el pasado,
en la que se ponía el caballo en la cadera del novillo,
arriesgando pasar al piño y hacer puntos malos, pero con la
posibilidad de lograr una atajada de gran puntaje y
espectacularidad.
Sector de la medialuna en el que se ataja al novillo. Hoy las
quinchas son de forma convexa y acolchadas, antes eran de
mimbre tejido entre varas clavadas al suelo.
Atajada no computable por no detenerse el novillo
apretándolo en una zona específica de su cuerpo.
Ciudad de la zona central de Chile en la que se realiza
anualmente el Campeonato Nacional de Rodeo. Se usa como
sinónimo del campeonato nacional.
Vueltas en diferentes direcciones dadas por los caballos y el
novillo.
Rienda
Riendero
Surazo
Tonón
Tranco en falso
Troya
Viejos muy re diablos
Volapié
Volapié de la mano
Vuelta sobre parado
Trozo largo y delgado de cuerda hecha con cuero torcido o
tejido que lleva el jinete en sus manos y va abrochada al otro
extremo en el freno.
Tipo de freno que se pone dentro del hocico del caballo.
Fuerte viento frío del sur, muy frecuente en Arauco en las
estaciones de primavera y verano.
Pieza plana de madera usada en el tejido a telar para apretar
cada hebra a medida que se va armando la tela.
Error u omisión.
Forma de galopar del caballo en círculos con una adecuada
colocación de manos y patas.
Expresión de admiración para referirse a alguien experto en
alguna materia.
Vuelta rápida que se hace con el caballo haciendo eje en una
pata, en la que se debe coordinar perfectamente una frenada
en seco (ennalgada o entrada de patas) con el giro.
Volapié que hace en las esquinas del apiñadero el jinete que
va a la mano o sea el que ataja en la primera carrera.
Prueba del movimiento en riendas que consiste en rápidos
giros del caballo, sin avanzar ni retroceder, usando una de sus
patas como eje de apoyo.
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