Título: TRECE PUNTOS BUENOS La palabra de un huaso Autor: Luis Alberto Ortiz Sepúlveda Dedicatoria: A mi esposa y a mis hijos por dejarme ser parte de sus vidas y a la memoria de mis padres y hermanos, particularmente a Sergio. Agradecimientos: Al Taller Literario del Museo Histórico de Arauco por su apoyo, en especial a Marianela Fernández Soto y Graciela Pucheu Neira. Un especial reconocimiento a mi amigo de siempre Víctor Vega Luengo por su aporte con el prólogo de este libro, al Dr. Gonzalo Sáez Torres, compañero de la especialidad de Medicina Paliativa que compartimos, autor de las décimas a nuestro baile nacional, la cueca, que acompañan las gráficas de cada una de las poesías. Mis agradecimientos a Alejandra Fuente-Alba Cofré quien me colaboró con el diseño y los trámites de impresión del libro. Prólogo: Que honor mas grande, Lucho, el pedir a tu amigo huaso el prologo de esta obra, misión difícil, pero bueno, la palabra de huaso esta empeñada y que diablos, aquí nos vamos. Los trece poemas de Luis Ortiz Sepúlveda, reflejan con absoluta claridad las vivencias existenciales del huaso Araucano, nacido, por el correr del año 1933, en la vieja medialuna de ramas ubicada en la calle Körner, siendo ésa la primera de la provincia, para cambiar de ubicación, después de algunos años, junto al malecón del gimnasio y el matadero. Esta última medialuna es la que nos acunó a todos los huasos de hoy y fue en ella donde Luis tuvo su primera experiencia corralera, esta misma forjó al huaso poeta que hoy en su letra hace nos sintamos plenamente identificados, allí donde corrimos por los pasillos, sin perder de vista al novillo tras la rendija de la manga que lo llevaba al apiñadero, en el mismo lugar en que nos engañamos pensando burlar al boletero, y aramos el suelo con nuestras espuelas de niño. Esa misma arena donde estuvimos al aguaite, atajamos, y también corrimos el novillo del silencio. Que mejor que tus poemas para desvestir el alma y dejar desnudo el sentimiento, por eso repaso estos versos y siento que nadie como Luis puede contar la historia del huallento, de la linda yegua negra, o de la reina del rodeo. Hay que ser araucano para saber del Solitario, del Inocente, del Enojado o del Lamento. Estar en la media luna de hoy, la última de las tres que ha tenido Arauco, la misma de los ochenta a la que tú diseñaste el picadero, en la que despediste a tu caballo Zarco para seguir montando al Pandero, ¡que cantidad de recuerdos y vivencias! Sin duda alguna Luis Ortiz nos traslada a vivir todo lo que hay en nuestra poesía huasa, llevándonos por la niñez, por el sentimiento del criador, por el corazón y el arrojo del que va tras la atajada, nos habla del chamanto y las puntadas de mil colores e ignorar a quien las daba, del dolor de la partida al hablar como tú lo hiciste de tu hermano Sergio, de mi tío Lencho y su yegua la Medalla. Tus palabras recordaron a muchos viejos de esos de antes y mis lágrimas arrearon el novillo del silencio aquella tarde de emociones. Ahora este libro nos pone a todos los huasos frente a un espejo y nos hace ver el reflejo de nuestras vivencias en sus palabras, por lo que solo me resta agradecer por lo que nos das amigo Lucho en estos “Trece Puntos Buenos”. Un abrazo de un huaso a otro huaso, siempre a tu mandar. Víctor José Vega Luengo 3802-4 Club de Rodeo de Arauco Finalista campeonato Nacional 1984 Introducción: Hablar de rodeos, de caballos y de las manifestaciones típicas de nuestra cultura, constituyen la oportunidad de compartir con los lectores parte importante de mi vida, pues ésta ha girado en torno a esas expresiones desde siempre. Corro en los rodeos desde hace más de cuarenta años, el primero fue en Arauco, mi ciudad, recién cumplidos los catorce años. “Nací montando a caballo”, por lo que todo lo que aquí escribo son mis vivencias. Es el rodeo visto desde adentro, desde la perspectiva de un huaso que vive la emoción de correr y ha sentido, desde siempre, en lo más profundo, las tradiciones del agro chileno. A modo de aclarar algunas situaciones y evitar que pudieran inducir a error, debo indicar que alguna de la terminología usada en mi poesía corresponde a expresiones tradicionales del rodeo y del campo chileno, con acepciones que pueden diferir de las universalmente aceptadas en el idioma castellano. En el glosario que va al final de la obra, se entregan definiciones sobre esta materia para facilitar la comprensión del lector. Por último sólo me resta agradecer el que se tomen la molestia de leer estos “Trece Puntos Buenos”, título de este libro en razón a que trece puntos es el máximo de puntaje posible en cada carrera del rodeo, esperando que disfruten de la obra y encuentren en sus versos la esencia del campo del viejo Chile. El autor Al aguaite ¡Al aguaite! Otra vez junto al toril, mano firme, sueño... vuelo... en la puerta que se abre hacia el novillo, fija y ancha la mirada. La rienda se toma corta, el caballo quiere cancha, a Dios pido nos libre de una rodada. Hay que apurarlo en las vueltas, hay que hacerle una atajada. En la puerta del toril topean los sentimientos. Los ijares sudorosos, la carrera sofrenada. ¡Qué larga espera! suena sólo en el oído el bufido del caballo resoplado frente al viento. ¡Corriendo!... En el overo negro cabalga nuestra esperanza, el volapié de la mano, lo hago tirando el riendero... La ilusión ¡siempre la misma! la gloria ¡ahora se alcanza! el galope y el revuelo dentro del apiñadero. Puntos buenos, puntos malos… Al vencedor se le abraza. El huaso - que es de verdad - siente pago en la atajada, en la propia, en la de otros y en el guacho que se pasa y no se pudo enquinchar o le cantaron raspada. ¡Al aguaite!... Siempre al aguaite, la ilusión de alzarse al cielo y de bailar una cueca al final de la jornada. A mi Linda Yegua Negra La bajé del camión una noche de febrero, a mis diecisiete años en el alma una ilusión, la ensillé con ansias, ¡qué hermoso apero! la monté, ya era un campeón. El camino a casa, nunca fue tan largo, radiante, esa noche, mil vueltas busqué; el viento sureño no me hacía estragos, con manta de anhelos al frío espanté. Partimos ganando, mi primer rodeo montando a la yegua, buena de verdad, fue mi primer champion, la cueca, el paseo, linda la atajada a la mano de atrás. Volando en sus lomos la cancha se abría madrugador rocío, surazo estival, al anca llevamos reinas y princesas, acolleramos pingos y eterna amistad Pasaron los años, inolvidables corridas, quinchas, volapiés y malas dormidas, vida de estudiante plena de alegrías..., pero, una vez mas, ¡la ley de la vida! Bajé a la vega un día de enero, mi yegua está lerda, ya lento camina, le saqué las riendas, ¡que opaco apero! y le dije adiós a mi “Cogotina”. Al caballo Caballo fino chileno, de hispánico legado, noble mestizo criollo compañero de jornada. Lindo manco corralero, gruesas crines adornado: ágil, fuerte, dócil, noble, de orejas aguzadas. “Diamante” de Baquedano, mulato de patas blancas. Heroico norte sembrado con su gallarda pisada. Fortaleza, alma brava que ardió en arenas de pampa venciendo a tardes sufridas y alboradas desoladas. Caballo de Cuasimodo, paz del cielo consagrada que alumbra sendas y hogares en un domingo de pascua. Recuerdo de amor de tardes paseando a mi china al anca. Piernas de niño baldado, su ilusión y su esperanza. Leyenda que rozó el cielo, noble manco colorado que llevó el nombre del “Huaso” debajo del abatanado. El lucero de su frente alumbró con un relámpago el patio del Coraceros, al volar, ágil Pegaso. Caballo que abrió en la tierra un surco a punta de arado, mezcla de tantas razas, ¡cuánta carga has transportado! Tranqueando de norte a sur cruzaste sierras y pampas abriendo sendas eternas de la mar a la montaña. Caballo de Valdivia, de Lautaro, de “Don Chanca”. Caballo, sobre tus lomos ha cabalgado la patria. A Los Huasos de Arauco El novillo está picado y principian los revuelos, el Capataz lo aparta dentro del apiñadero, los porteros de a caballo le van cortando el resuello al guacho que no se entrega, un blanqueado medio overo. Corriendo don ... ¡Vi a tantos huasos de antes! unos viejos muy re diablos en mi recuerdo quedados, sus nombres son mis vivencias, los guardaré palpitantes, no sea que un tranco en falso, me dejé algún agraviado. Pero a riesgo de agraviar, revolearé algún recuerdo con la esperanza que el viento traiga un poco de aire fresco, así que voy a escarbar en mi piño, un poco lerdo, y trataré de arrear, a buen destino, este verso. Corriendo Luis Martínez en el “Cachorro” y “Lamento”, a la puerta Carlos “Ríos” en el “Solitario” montado, se preparan los Guzmán con un colorado inquieto, Fernández y Pelén, al aguaite el legendario “Enojado”. Vi correr al “Inocente”, Don Rena puesto en las patas. Los Sanhueza, el Rucio, los Puga; al chico Parada. Soto, Lencho, Hernández; Weisse, Barrueto y Valderrama. Urra, Fredes, los del Río; Suanes, los Wilson; Sáez y Fuente-Alba. Huasos de antes, sus figuras recortando las sombras de la tarde hicieron cantar al surazo con música en las rodajas, sus mantas ondeantes llenaron el paisaje de colores, su arrojo en las quinchas de mimbre, sus monturas... sus fajas... He dejado a muchos en lo injusto del olvido, enredados en las cuecas de campeones que colmaron los ocasos de mis domingos viejos... Rebuscando veo a Torres, a Salgado, al Guatón... a Iglesias... pero mi piño de recuerdos, se apartó en este recodo del camino y ya va lejos... demasiado lejos... El Huallento Fue hace algunos años, “Marejada” y “Lisonjero”. El “Huallento” nació entre “Cheñeco” y la mar. La “Estrella”, el “Hechizo”, el “Amargo”, el Farrero”; el “Verdugo”, la “Flora”, por sólo algunos nombrar. Un día de otoño soltó riendas, clavó espuelas sin maliciar que algo mas se podría conquistar: completar a dos caballos en una tarde de enero, llegar hasta las finales y con Rancagua soñar. La amansa, la troya, el enfrenado, trabajo de tranco a tranco, volver a algún amañado. “Estribillo” y “Reservado” trajeron la sangre nueva, la vuelta sobre parado. Sus mentores, forjadores de ilusiones, elevaron desde el alma el ideal corralero. Un día, galopamos años de mañanas nuevas, cuatro jinetes, con la ilusión como apero. Dedicada a mis hermanos Sergio y Eleodoro quienes fueron los que en distintas etapas del proceso formaron y consolidaron el Criadero Huallento. El Novillo del Silencio ¡Huaso de palabra ancha! Este guacho de domingo marca el tranco de tu huella en nuestras almas. ¡Alguien llama! blanca senda de etéreas galopadas, valle de eterna primavera y empastadas celestiales. Veo a la distancia flamear tu manta de nostalgias amigo de tardes alumbradas por tímidos fanales. Huaso franco, silenciaste las cantarinas rodajas y una tarde de grises, hiciste a la vida una sofrenada. Cambiaste la mano en la troya al manco bayo galopando hacia los campos de música eterna, de brisa templada. Lloras hoy, con mis lagrimas, la ausencia de viejas corridas, llevándote el sonido de las quinchas, el eco en los corrales. Relinchos, mugidos, aplausos despiden tu partida, cabezas descubiertas, ojos nublados te rinden homenaje. ¡Hacedor Supremo! ¡Qué se aparten las nubes y descubra el cielo! y un rayo de tu luz endilgue al huaso de pretéritos afectos. ¡Capataz! ¡Qué se abran las puertas en la medialuna del recuerdo y se corra el novillo del silencio...! El Rodeo El Rodeo, húmedo aroma de tréboles y amanecer de poleos, paisaje de huasos llanos, de alegres cantoras, hablares del viejo campo de mi Chile largo, de ventas de aperos; fiesta criolla, días de cuecas y tonadas sonoras. El Rodeo, sabores a tierra en el tiempo perdidos, cinchas colgando en los postes, chupallas de paja de trigo, mantas, frenas, bozalillos, lazos de cuero torcido, monturas de carpincho y de nogal, tallados, un par de estribos. El Rodeo, piños de ganado, caballos briosos, rincón de recuerdos, de troyas eternas, de aquella atajada. Colleras que premian, fogatas, asados, vasos generosos; ensillar de ilusiones apurando a la suerte anhelada. El Rodeo, tarde de domingo, de campeones, de fin de jornada, damas ataviadas de vivos colores, chamantos de espigas, paseo de reinas, desfile gallardo con escarapelas en las cabezadas. Homenaje al huaso que en un volapié desmontó a la vida. El Rodeo, anochecer de camiones con caballos, vuelta a casa, luna quieta circundada por el austro luminoso, sólo silencio y paz. Conversas de atajadas, de la suerte que se pasa. Sabio adagio campesino: “Si hoy no ha sido, pues pa’ otra vez será”. La última Corrida Corriendo “Pandero” y “Zarco”... ¡años lejos del rodeo! entrar a la medialuna con un nuevo compañero, en sus lomos fue la vuelta, la ilusión nace de nuevo otra vez riendas, espuelas. ¡A rebuscar los aperos! Se entregaron en la cancha mi par de caballos negros, su corazón de chilenos en el pecho palpitaba, nos llevaron a las quinchas de las finales de sueños con puntos hechos a ñeque al entrar cada atajada. Hoy ya no están juntos, el tiempo pasó su cuenta. Corriendo está el “Pandero”, el “Zarco” quedó a la puerta. La Reina del Rodeo Es el fin de la jornada vespertina de domingo a la grupa del campeón monta dama primorosa, ataviada con el traje estampado de la china y la enagua de vuelos de andaluces remembranzas. Ella es la dama que engalana las tribunas con su gracia prodigando con dulzura su mirada, la que clama palpitante por el dueño de su alma al ver en una entrega a la mano de adelante, una rodada. Ella es todas las mujeres: La esposa, la hija, la madre que acalla sus miedos. ¡Es la mujer chilena! ¡Es la Reina del Rodeo! Rodeos de mi Niñez ¡Cuantas veces burlé a los guardias de la puerta! como todos los niños, la atracción por lo vedado jugando a esquivar barreras. Nueve años, medialuna, fiesta huasa. El valor de las entradas... ¿importante? Pasaré de cualquier modo a mirar los corredores. La tribuna, objetivo a conquistar. ¡Estrategia adelante! “Que se distraiga el portero y raudos, escala adentro”. “Pelao”, “Lalo”, “Peyuco”, hoy son mis compañeros. ¿No nos vieron? Nunca supe, pero tenemos asientos. Bien cacharpeado de huaso y sobre el ojo, el sombrero. Las espuelas a la rastra como arando por el suelo, la faja con cinco vueltas, por nudo, un enredo. La camisa medio afuera, hablando a voz en cuello, pierna encima, concentrado, expresión de hombre serio. ¿Qué cuántas veces burlé a los guardias de la puerta? Ninguna; en la entrada, leería años después: “a los niños no se cobra”. ¡Lindos tiempos!, ya sin vuelta. Cuatro Buenos Los dos pechos del caballo van clavados como lanzas en el flanco del novillo, el mulato va entregado en la postura hollando la arena con los cascos lacerada, su galope es el vuelo del Pegaso, es el fuego del desierto brava herencia de la raza, es la fuerza sudorosa de sus corvas que se tensan y preparan la lanzada. La quincha, se viene abierta al encuentro de la collera y su guacho, antes mimbres retorcidos entre varas de hualles y pataguas, a lo lejos el piño se muestra amenazante del fracaso de ese instante, la línea de postura pasa rauda y se encima la bandera de la entrada. El jinete, cuál centauro va formando un solo cuerpo con el manco, la atención en el novillo y en la quincha, la espuela en la costilla va clavada, la rienda tira del acero que controla el ímpetu fogoso del mulato, el momento es sólo uno en que cuadra su caballo y lo manda a la atajada. Es del ijar la colgada, el aplauso en la tribuna es el premio a la llegada, eterno es el instante de silencio a la espera que cante el secretario la jurada. Hay que ir a la otra mano y arrearle al compañero para que haga otra enquinchada. ¡Cuatro buenos!, la perfecta, algo húmedos los ojos del jinete dificultan la mirada. La Tejedora y la manta La obra concluye, la mano se aquieta de la que hace soledades de tardes urdió un telar de inspiraciones, de la que enredó mil veces la hebra del hilo de seda y apretó el lerdo tejido, tonón de madera, cantar de mujer, voz afinada en arrullos de cuna con viejas canciones. Criolla tejedora, mujer de la tierra, salvaje belleza, ancestral herencia de simples trazados, de bellos colores, copihues bordados, días de trabajo, tarde que empieza con el fin de la jornada de madre, viniéndose en artes, oficios, labores. Un amanecer brumoso, arrancó a la mar los áureos matices de obstinados soles hiriendo a las olas. Robó al pasto, el verde que brota en los campos de tierra feraz, copió del cielo, el azul profundo, el rojo, del tesón de mujer que ha luchado sola, el negro del duelo nocturno y el blanco de la estrella fugaz. Mezcló cada hebra de su trama eterna con manos de artista, colores de tierra, matices de cielo, de nube, de mar. Enredó su alma en cada puntada que tejió la fibra, Juntó noche, día, sol, bruma, estrellas; silencio y cantar. En hilo de seda esculpió su obra, ¡la manta chilena! La de cuatro campos de andar lisonjero, la obra maestra de telar nocturno, de manos, de horas, arte hecho ropaje del huaso, sublime apero que por ser tan bello, ha olvidado el nombre de la tejedora. Mi Rodeo El Rodeo, mi rodeo, mis caballos que vivieron las tristezas y alegrías. Amigos, compañeros de collera atajándole al recuerdo, la partida. El Rodeo, galopando con mis hijos junto al mar, una mañana fría. El Rodeo, mi rodeo, ¡tantos años de corridas!. Especialmente dedicada a quienes han sido mis compañeros más estables durante los más de cuarenta años que llevo practicando el rodeo: Felipe y Juan Martínez, Osvaldo Coffré, Eduardo Concha, Bernardo y Osvaldo Barrueto, Carlos del Río, Alfonso Hernández, Eleodoro y Alejandro Ortiz, Sergio Benavides y Francisco y Joaquín Ledezma. Una especial mención a mi hijo Luis Felipe que desde hace tres años es mi compañero en las medialunas. Glosario: Abatanado Acolleramos Al aguaite Amansa Amañado Anca Apiñadero Atajada Bandera de la entrada Bozalillo Cabezada Cacharpeado Cantoras Cincha Colorado, mulato, bayo Collera Completar Corral Corrida o carrera Trozo de tela gruesa que se pone entre la montura y el lomo del caballo y tiene por finalidad amortiguar el peso del jinete. Hacer collera o pareja con otro huaso para el rodeo, juntar dos caballos. Expresión usada en el rodeo que significa prepararse para el momento que corresponde a la participación de la pareja o collera. Primera etapa en el proceso de domesticación del caballo. Caballo que adquiere mañas o conductas inapropiadas que le impiden entregarse adecuadamente a la labor del rodeo. Grupa. Sector separado dentro de la medialuna en el que comienza la corrida y al que no se debe volver a ingresar una vez que se sale pues eso significa obtener puntos malos o en contra. Detención que se hace del novillo con los pechos del caballo y que tiene puntuaciones de dos, tres o cuatro puntos según si el golpe es de más adelante o más atrás en el animal. Cada quincha tiene una bandera de entrada y una de salida, la de la entrada es la mas próxima a la cancha y la de salida la mas próxima al apiñadero. Pieza de metal o cuero que se pone sobre la nariz del caballo. Pieza de cuero que se pone sobre la cabeza del caballo cuya finalidad es sujetar el freno. Bien arreglado, vestido con esmero y elegancia. Cantantes animadoras del rodeo que interpretan música tradicional chilena. Faja usualmente de cordel torcido o lona con que se aprieta la montura al pecho del caballo. Colores de pelajes de caballos, usados también como sinónimo genérico de caballo. Pareja de huasos montada a caballo que corren juntos en un rodeo. Obtener el puntaje y requisitos necesarios para participar en los rodeos clasificatorios previos al Campeonato Nacional de Rodeo. Termino usado para reunir en un concepto a un grupo de caballos que corren dos o mas jinetes pertenecientes a un mismo propietario o un grupo de propietarios y que pueden ser criados por ellos o adquiridos. Proceso de participación de cada collera o pareja que se inicia con las vueltas reglamentarias dentro del apiñadero, dos carreras a la mano de adelante que culminan con una atajada cada una y dos carreras a la mano de atrás que finalizan, la primera de ellas con una atajada y la otra con la entrega del novillo en la puerta de salida. Cuadra Ubicar, sobre el galope, al caballo perpendicular al novillo para lograr físicamente que éste empuje de frente. Cuasimodo Actividad tradicional chilena de carácter religioso en que un grupo de huasos a caballo acompaña al sacerdote a dar la comunión a los enfermos. Cuatro campos La manta chilena tradicional tiene un diseño de cuatro campos de un color separados por huinchas que pueden ser en un color o en listas transversales, diseño que se repite en la huincha que remata externamente todo el perímetro de la manta. Cueca al final de la jornada Baile nacional chileno que por reglamento deben bailar los campeones, los segundos y los terceros campeones del rodeo con la reina y sus damas al término de la competencia. Chamanto Similar a la manta pero de tejido doble con colores diferentes en cada cara y con bordados en sus campos y huinchas. Champion Palabra inglesa usada tradicionalmente en el ámbito del rodeo para referirse al campeón de cada uno de ellos y también a la Serie de Campeones o final que se corre el domingo en la tarde por las colleras o parejas que premian en las diferentes series de clasificación. China Mujer del huaso que usa un vestido a la rodilla de vivos colores, en tela estampada con flores, de corte acinturado y amplio hacia abajo, usado sobre una enagua de vuelos. Chupalla Sombrero de paja tejida. Don Chanca Santiago Urrutia Benavente, destacado corralero y arreglador de caballos de la zona de Parral, campeón de Chile de rodeo y movimiento en riendas, jinete que admiré desde siempre por su estilo de gran arrojo y espectacularidad. Enfrenado Proceso de acostumbrar al caballo a tolerar el freno metálico dentro del hocico. Enquinchada (enquinchar) Sinónimo de atajada (atajar). Espuelas Piezas metálicas que se calzan sobre el zapato en el talón para apurar al caballo. Se forman por una horquilla que se ajusta al zapato, un pihuelo (pieza metálica doble soldada a la horquilla) y una rodaja (rueda dentada metálica soportada por el pihuelo). Estribos Piezas de madera tallada que cuelgan de la montura y sirven para introducir los pies. Faja Parte de la vestimenta del huaso consistente en una larga pieza de género que se envuelve sobre la cintura. Frena o freno Pieza metálica que se pone dentro del hocico del caballo para dirigirlo. Guacho Sinónimo de novillo. Huaso Hombre de campo chileno. Jinete de rodeo. Lazo Línea de Postura Manco Mano de adelante- atrás Manta Medialuna Montura Novillo del Silencio Novillo está picado Overo negro Pingos Piño Puesto en las patas Quincha Raspada Rancagua Revuelos Larga cuerda de cuero torcido o tejido que se lleva en la montura y se usa para lacear o capturar novillos o caballos. Sector demarcado en la cancha antes de la quincha desde donde el caballo que va a atajar debe ir galopando de lado y con ambos pechos pegados al novillo para que la atajada sea computable. Sinónimo de caballo. Carrera en sentido de las manecillas del reloj. En sentido contrario se denomina mano de atrás. Pieza artesanal rectangular de hilo de seda que se usa sobre la chaqueta, está formada por listas horizontales de diferentes colores con un diseño de cuatro campos anchos de un color y huinchas separatorias de esos campos. El diseño de las huinchas se replica en una huincha mas larga que va puesta en todo el borde externo similar al marco de un cuadro. Corral circular con dos atajadas, un apiñadero, una puerta de entrada y una de salida en la que se realiza el rodeo. Silla de montar chilena que se forra en cuero. Las mas finas son forradas con cuero de carpincho. Tradicional homenaje que se rinde a los huasos que han fallecido y se realiza generalmente el domingo en la tarde antes de correr la final del rodeo o serie de campeones. En los inicios del rodeo se picaba el novillo a correr, por parte del capataz, con una garrocha (vara larga de madera), desde un lote al interior del apiñadero. Color muy típico de los novillos que se corren en el rodeo, usado como sinónimo de novillo. Sinónimo de caballos. Grupo de animales bovinos (novillos). En el rodeo se usa piño o pasar al piño como sinónimo de ingresar al apiñadero sin lograr atajar al novillo, obteniendo puntos malos. Forma de correr usada por algunos jinetes de calidad montados en caballos muy rápidos, sobre todo en el pasado, en la que se ponía el caballo en la cadera del novillo, arriesgando pasar al piño y hacer puntos malos, pero con la posibilidad de lograr una atajada de gran puntaje y espectacularidad. Sector de la medialuna en el que se ataja al novillo. Hoy las quinchas son de forma convexa y acolchadas, antes eran de mimbre tejido entre varas clavadas al suelo. Atajada no computable por no detenerse el novillo apretándolo en una zona específica de su cuerpo. Ciudad de la zona central de Chile en la que se realiza anualmente el Campeonato Nacional de Rodeo. Se usa como sinónimo del campeonato nacional. Vueltas en diferentes direcciones dadas por los caballos y el novillo. Rienda Riendero Surazo Tonón Tranco en falso Troya Viejos muy re diablos Volapié Volapié de la mano Vuelta sobre parado Trozo largo y delgado de cuerda hecha con cuero torcido o tejido que lleva el jinete en sus manos y va abrochada al otro extremo en el freno. Tipo de freno que se pone dentro del hocico del caballo. Fuerte viento frío del sur, muy frecuente en Arauco en las estaciones de primavera y verano. Pieza plana de madera usada en el tejido a telar para apretar cada hebra a medida que se va armando la tela. Error u omisión. Forma de galopar del caballo en círculos con una adecuada colocación de manos y patas. Expresión de admiración para referirse a alguien experto en alguna materia. Vuelta rápida que se hace con el caballo haciendo eje en una pata, en la que se debe coordinar perfectamente una frenada en seco (ennalgada o entrada de patas) con el giro. Volapié que hace en las esquinas del apiñadero el jinete que va a la mano o sea el que ataja en la primera carrera. Prueba del movimiento en riendas que consiste en rápidos giros del caballo, sin avanzar ni retroceder, usando una de sus patas como eje de apoyo.