El historiador Alfredo Jocelyn-Holt cree que el plan

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LATERCERA Domingo 11 de octubre de 2015
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“La gratuidad es un
caballo de Troya”
El historiador Alfredo Jocelyn-Holt cree que el plan del gobierno -que parte en
2016- apunta a un proyecto de universidad sectario, “popular y no nacional”. A
su juicio, a sitios como la Universidad de Chile ingresarán estudiantes que no
cuentan con las competencias necesarias o el capital cultural requerido. La
“colusión” entre La Moneda, las autoridades y los estudiantes, según el
académico, va a acelerar el profundo deterioro de la Casa de Bello.
TEXTO: Hernán López FOTOGRAFIA: Patricio Fuentes Y.
ON paciencia infinita, Alfredo Jocelyn-Holt archiva
desde el 2009 todos los artículos de prensa -chicos o
grandes, de diarios y medios digitales- que tengan
algún tipo de relación con
la educación. Fue gracias a este sistema que
el historiador, que no usa celular ni ve televisión, fundamentó buena parte de su nuevo libro, La Escuela Tomada (2015). A partir de la toma de la Facultad de Derecho de
la Universidad de Chile en 2009 -que entre
los protagonistas tuvo al hoy diputado Gabriel Boric y al actual decano, Davor Harasic-, con experiencias de otras partes del
mundo y con la realidad de la Casa de Bello,
Jocelyn-Holt hace un análisis descarnado
del estado de la educación en el país. El escritor cree que las actuales autoridades no
dan el ancho, cree que la gratuidad es un
retroceso en camino hacia la descomposición, y sigue insistiendo en que la bancada
joven no exhibe nada nuevo. Según él, en
las 642 páginas del texto menciona a 850
personas y a más de 90 instituciones. “La
cosa va en serio”, asegura.
En su libro La Escuela Tomada, usted afirma que la tesis del malestar que plantearon
los estudiantes el 2011, y que cada cierto
tiempo reaparece como crítica al sistema,
es un “matiz táctico”, un diagnóstico presente en Chile desde hace siglos, algo que
carece de sustancia. ¿Sigue creyendo lo
mismo a partir del deterioro de la política?
El diagnóstico crítico que se ha venido
planteando a partir del siglo XX tiene sustancia, tiene validez. El problema se presenta en cómo se usa, y sí, creo que en el
caso del 2011 tuvo una connotación meramente táctica, además, porque no se innova
mayormente sobre eso y lo novedoso es la
praxis que acompaña a eso. Ahí es cuando
no tiene sustancia. No han dicho nada nuevo que no haya dicho Moulian, Bengoa, yo
mismo contribuí algo o el mismo Gabriel
Salazar. La primera persona que habló sobre asamblea constituyente a fines de los 80
fue Gabriel Salazar. Tampoco me llama la
atención que estos procesos surjan del interior de las universidades. Lo que sí quiero
falsear es que el 2011 fue algo meramente
espontáneo, y por lo tanto, cifrar la atención en el 2009 con la toma de Derecho me
parece que pone en cuestión esa pretensión
de que el malestar hizo surgir esta eclosión.
Yo menciono el caso de Tunick, que logró
movilizar gente, y ese es un dato que habla
de la capacidad que tienen las redes sociales
para organizar, tienen una extraordinaria
capacidad de efecto, pero no necesariamente contenidos. Básicamente, lo de Tunick es
que se empelotaron y le pusieron, además,
“la nueva cara de Chile”, y eso era meramente un trasero.
¿Cuánto ha cambiado el país desde 2011?
¿Cambió en algo? ¿Maduró el movimiento
social, evolucionó?
Noto una especie de desinfle, cosa que no
pasa al interior de las universidades. En las
universidades tiene que ver con una cosa de
tradición, de compromiso activo que viene
de los años 60. Esto hay que mirarlo en función de 1988-1989 con la derrota de la izquierda. Estas universidades se transformaron en una trinchera de humillados que
quieren hacer el lugar solamente propio, lamer las heridas, cicatrizar y prepararse para
el siguiente ataque. Aquí, estos desinfles
pueden ser repliegues. La universidad es un
centro de operación desde donde se repliegan, se reconocen, se concentran los humillados con el objeto de hacer ver lo malo
que está el sistema. Véannos a nosotros y
vean nuestro comportamiento. Y entonces
las universidades pasan a ser un escenario
de imagen de aquello muy potente, y los
medios lo recogen porque son un lío, son
un problema. Son siete meses en que se toman la Casa Central; son cinco meses las facultades, y por distintos medios por las
cuales se toman las universidades, incluso a
veces en colusión con las autoridades. Esa
es la toma del 2009. O pueden llegar a tra-
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