El tiempo subjetivo, una aportación de las neurociencias a la

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PUSC – TESTO PROVVISORIO del XX Convegno della Facoltà di Filosofia 2012
El tiempo subjetivo, una aportación de las neurociencias a la cuestión
“conciencia e identidad personal”
Natalia López Moratalla
Resumen. Investigaciones recientes en Neurociencia apoyan la hipótesis de que, si bien el estado
consciente es una propiedad emergente de la actividad neuronal, es el sujeto, liberado del encierro
en el presente, quien asume el control del código del tiempo. Se da un reclutamiento secuencial,
progresivo, de diferentes áreas que procesan la información en función a la realización de las
diferentes tareas o procesos mentales. La capacidad de cambiar el ritmo temporal, traer al presente
el pasado y simular el futuro –viajar en el tiempo- tiene como presupuesto necesario la labor
reguladora, de frenado de la excitación neuronal, que permite coordinar los diversos ritmos en
unidades de tiempo. La sincronización en uniones temporales de oscilaciones en diversas
estructuras cerebrales aporta la conciencia del yo, anclada en el cuerpo. La conciencia relaciona el
yo con las experiencias de los sucesos y reconoce la propia identidad personal a través de la
sucesión temporal de las vivencias del pasado, el presente y un presagio de futuro, lo que indica que
el yo posee una estructura temporal somatizada en el cuerpo. La sincronización en uniones
temporales de oscilaciones se percibe como “yo siento, yo pienso, yo recuerdo, yo decido”. En
circunstancias excepcionales -como son las experiencias humanas de “yo sin mi cuerpo”-, la
percepción continua de si mismo, la mismidad, se da separada de la percepción del cuerpo. El
conocimiento de las des-sincronizaciones que ocurren en el cerebro en este tipo de fenómenos,
como lo que ocurre en las experiencias de meditación y éxtasis, sin una percepción sensorial
normal, deben ser incorporadas a las teorías científicas y filosóficas de la relación mente-cerebro.
Justamente, la autoconciencia se manifiesta en la liberación de cada ser humano del automatismo
del aquí y ahora, como una dimensión extra-cósmica que le hace capaz de abarcar todo espacio y
todo tiempo.
1. Hacia una síntesis
Investigaciones recientes aportan un nuevo marco conceptual que cambia la clásica metáfora del
cerebro como “orquesta sinfónica” a otra en que la actividad cerebral se parece a "los golpes
polirrítmicos de un baterista de jazz que combina diferentes ritmos sin esfuerzo tocando en el
tambor1”.
Las neurociencias actuales nos permiten indagar qué pasa en el cerebro humano en diferentes
estados de conciencia. Algunos logros recientes nos aproximan a la tarea de dar responder a la
pregunta acerca del tipo de relación que existe entre los fenómenos corpóreos y los fenómenos
mentales, que obviamente no es la de causa-efecto. La reflexión filosófica podrá integrar aquellas
hipótesis científicas que permitan explicar mejor, y con más amplitud de perspectiva, tal
correlación.
Hoy, el estudio científico de la conciencia no trata de buscar posibles redes que sustenten las
interacciones requeridas para que se produzca. Ciertamente, diversos autores han buscado la sede
neurológica de la conciencia en un intento de comprender cómo tiene lugar a partir de las
interacciones entre neuronas de la corteza y el tálamo.
La conciencia es vista, actualmente, como sincronización de patrones de actividad: una
coordinación, o unión temporal, de actividades oscilatorias. Puesto que tal sincronización puede
desaparecer, por un tiempo breve, o perdurar por lesiones neuronales, es posible analizar el
fenómeno de la conciencia de sí mismo ligada al cuerpo, desde la perspectiva temporal de
sincronización/des-sincronización de patrones de actividad neuronal.
1
Battaglia, F.P., McNaughton, B.L. (2011) “Polyrhythms of the Brain” Neuron 72, 6-8.
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Patrones de actividad y representación mental
Todo procesamiento de información sensorial origina un patrón de actividad neuronal específico.
Millones de conexiones posibles entre terminaciones de las neuronas, sinapsis, disparan unos signos
concretos y específicos que representan el objeto visto, el sonido escuchado, etc. Esto es, existe una
correspondencia entre el mundo externo tal como es captado por los sentidos y el patrón de
actividad nerviosa generado en el área correspondiente del cerebro del individuo que mira el objeto,
oye, toca, gusta o huele.
Sin embargo, estos patrones de actividad no son pasivos, sino que son el resultado de una
elaboración. Para construir la “representación mental”, o modelo interno, del mundo exterior el
cerebro combina entre sí las informaciones entrantes y también con las almacenadas. Es sabido que
la representación mental de un objeto percibido visualmente exige que los diversos aspectos de un
objeto –como color o movimiento- se procesen en diferentes áreas y es imprescindible una
integración de la información entre los sistemas que operan en paralelo y que fluya en ambas
direcciones en los diversos niveles de la jerarquía de control cerebral2. Una integración requiere que
las células de las áreas visuales que responden a distintos atributos del mismo objeto se exciten en
sincronía temporal. El hecho de que la percepción del mundo no venga dada exactamente por una
proyección directa del entorno sino por un proceso de elaboración activa de las neuronas3, no
implica que la mente construya la realidad, sino que lo que construye es la propia experiencia de la
realidad.
Algunos estímulos que tienen importancia para el organismo pueden disparar una reacción corporal,
y la percepción de esos cambios automáticos se experimenta como emoción. A su vez, cada
situación emocional provoca un patrón diferente de cambios -como secreción de lágrimas, latidos
del corazón, posturas y gestos corporales-, que se perciben como emociones diferentes. La
conciencia de esas emociones son los sentimientos. Con tales patrones el cerebro elabora las
representaciones del mundo interno.
Para el filósofo de la mente Thomas Mensinger4 el yo sería un tipo de estructura representativa. Su
teoría de la experiencia subjetiva se basa en el modelo que uno se hace de sí mismo, de tal forma
que según afirma “soy el contenido de un modelo transparente de mi mismo”.
Algunos aspectos significativos de las teorías neurocientíficas de la conciencia anclada al cuerpo.
En la corteza visual se habían observado oscilaciones de frecuencia gamma, a las que se denominó
“oscilaciones de 40 hz“, lo que significaría que las neuronas que procesan la percepción de aspectos
concretos de un objeto se enlazan entre sí por un disparo correlacionado, conjunto y sincrónico.
Crick y Koch5 propusieron que ese disparo sincronizado a un ritmo de unos 40 hz podría ser el
correlato neuronal de la conciencia visual. Sería función de la conciencia presentar el resultado de
las computaciones que subyacen al proceso de poner juntas todas las características del objeto;
unión que realiza la atención.
Damasio6 aportó que el cerebro dispone de un medio natural, el sistema tálamo-cortical, para
relacionar las referenciales sensoriales del mundo externo a las motivaciones y memorias generadas
internamente. Los mecanismos que mantienen constantes los equilibrios internos del organismo en
2
Cheadle, S.W., Zeki, S., (2011) “Masking within and across visual dimensions: Psychophysical evidence for
perceptual segregation of color and motion”. Visual Neuroscience, 1-7; Haan, E.H.F., Cowey, A. (2011) ”On the
usefulness of ‘what’ and ‘where’ pathways in vision”. Trends in Cognitive Sciences, 15, 460-466. MacEvoy, S. P.,
Epstein, R.A. (2011) “Constructing scenes from objects in human occipitotemporal cortex”. Nature Neurosceince 14,
1323-1331.
3
Nishimoto, S., Vu, A.T.,Naselaris, T., Benjamini, Y., Yu, B., Gallant, J. L. (2011) “Reconstructing Visual Experiences
from Brain Activity Evoked by Natural Movies”. Current Biology ,21, DOI 10.1016/j.cub.2011.08.031.
4
Cfr. para un resumen de varios autores: Blackmore, S. “Conversaciones sobre la conciencia” Paidós. Madrid. 2010;
Metzinger, T. (2003) “Phenomenal transparency and cognitive selfreference”. Phenom. Cogn. Sci. 2, 353–393;
Metzinger, T. (2008) “Empirical perspectives from the self-model theory of subjectivity: a brief summary with
examples”. Prog. Brain Res. 168, 215–245.
5
Crick, F., Koch, C. (1990) “Towards a neurobiological theory of consciouness”. Seminars Neurosc 2, 263-275; Crick,
F. “La búsqueda científica del alma. Una revolucionaria hipótesis para el siglo XXI”. Circulo de Lectores. 1994.
6
Damasio, A.R. "Creación cerebral de la mente" Investigación y Ciencia, enero de 2000, pág. 66. "El error de
Descartes. La emoción, la razón y el cerebro humano" Ed. Crítica, 2007.
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permanente cambio, representan la continuidad del mismo organismo y se convierte en el
fundamento biológico del sentido del yo. Durante una fracción de tiempo, las representaciones del
organismo y de los objetos externos se aúnan en un único constructo, una representación de
segundo orden, el sí mismo, en una fracción de tiempo para crear una nueva representación de
segundo orden que ocurre entre el tálamo y corteza cingulada. Del “diálogo” entre el tálamo y la
corteza emerge la subjetividad: la información de que yo soy el propietario de ese proceso, titular de
ese cuerpo. Tendiendo en cuenta que el principal mapa sensorial pertenece a los estados del cuerpo
y se configura en forma de sentimientos, el sentido del yo -en el acto de conocer- emerge en el
interior del proceso como un tipo especial de sentimiento.
De hecho, ser consciente quiere decir estar despierto, estar vivo por dentro, recrear el mundo en el
interior y darle sentido, darle un significado.
También Edelman y Tononi7 implican la emergencia al afirmar que cada percepción es un acto
creador, que construye escenas en la mente con las que cerebro realiza mapas de sus propios mapas
y categoriza su propia actividad. De ahí que Edelman compare el cerebro a una orquesta sin
director: cada músico interpreta individualmente la música y es modulado por los demás dando
lugar a una interpretación creativa colectiva. Posiblemente Edelman da el paso más significativo en
la comprensión de la conciencia al aportar la razón de la distinción entre la conciencia primaria, que
alcanzan algunos animales, y la conciencia de orden superior, que sólo poseen los seres humanos: el
hecho que el hombre incorpora a la identidad personal el pasado y el futuro.
Ciertamente todos los estados mentales -conocimientos, voliciones, creencias, sentimientos- se dan
ligados al cuerpo, y por tanto ligados a estructuras espacio-temporales del cerebro, biológicas; pero
los estados mentales no son espacio-temporales. La conciencia, como el conocimiento, es
intemporal.
Resumiendo, el acto consciente es un acto único de dos dimensiones, dos dinamismos, que remiten
a un único sujeto. La integración de patrones de actividad en el dialogo tálamo-cortical aporta el
componente específico, el contenido relacionado con el mundo externo; mientras que el
componente no-especifico daría la unión temporal del fenómeno. Esto es, la dimensión crucial de la
mente -de los procesos mentales- es el tiempo, no el espacio. La consciencia se considera un
fenómeno de la mente implicado en el sentido de la identidad personal, del “yo” como un ser-en-elmundo. El yo somatizado en el cuerpo. La autoconciencia de asocia con otros fenómenos mentales como la memoria, la atención, las emociones y también con el comportamiento,- que se acompañan
de la experiencia subjetiva.
Aproximación desde otros estados de conciencia
La investigación científica sobre la conciencia del yo se enriquece con el análisis de otras formas de
conciencia, que tienen en común una des-sincronización de los procesos sensoriales. De especial
interés, y gran actualidad, son los estudios acerca de las experiencias del “yo sin mi cuerpo”8 un
estado especial de conciencia que incluye la sensación de estar fuera del cuerpo, observándose así
mismo desde una altura y volviendo conscientemente después al cuerpo. Se trata de una de las
vivencias que forman parte de la experiencia de la inminencia de la muerte con idénticas
características en personas de todas las culturas y todas las épocas.
Más aún, es universal también que tras esas experiencias, se produzca un cambio en las formas de
entenderse, entender la vida y la relación con los demás9 (10). Esta experiencia de eventos
conscientes, recordados después, mientras las personas están inconscientes, por una anestesia
general o clínicamente muertas por un paro cardiaco, plantea que existe más conciencia y memoria
de lo que puede ser explicable solamente por una buena integración de actividad neuronal.
7
Tononi, G., Edelman, G.M. (1998) “Consciousness and Complexity” Science 282, 1846-1851.
Metzinger, T. (2009 ) “Why are out-of-body experiences interesting for philosophers? The theoretical relevance of
OBE research” Cortex, 45, 256–258.
9
Klemenc-Ketis. Z. (2011) “Life Changes in Patients After Out-of-Hospital Cardiac Arrest.The Effect of Near-Death
Experiences”. Int.J. Behav. Med. DOI 10.1007/s12529-011-9209-y.
8
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La hipótesis de trabajo
En la búsqueda de los tiempos de la mente ha supuesto una ayuda innegable las técnicas que
registran los campos eléctricos del cerebro y que pueden obtenerse en forma de potenciales a través
de electrodos situados en el cráneo. Se mide así los tiempos de activación en las diversas áreas del
cerebro y su relación con la actividad concreta mental que se les indica realizar a los voluntarios de
los ensayos. El resultado más importante al respecto de estas investigaciones es que existe una
secuencia en la activación/inhibición de la actividad de las diversas regiones del cerebro. Hay un
reclutamiento secuencial, progresivo de diferentes áreas que procesan la información en función a la
realización de las diferentes tareas o procesos mentales.
La perspectiva de este estudio se dirige al dinamismo sistémico propio de la realidad estrechamente
interrelacionada del viviente. Planteamos que la emergencia de los procesos mentales desde los
procesos neuronales significa que el principio organizador de la función cortical no reside en las
áreas ni en las conexiones fijas entre circuitos, sino en el código de tiempo, secuencia temporal, en
que esos módulos, activados o silenciados, son reclutados o des-sincronizados. Es decir, la dinámica
del sistema es una dinámica epigenética.
Resumiendo, el acto consciente es un acto único de dos dimensiones, dos dinamismos, que remiten
a un único sujeto. La integración de patrones de actividad en el dialogo tálamo-cortical aporta el
componente específico, el contenido relacionado con el mundo externo; mientras que el
componente no-especifico daría la unión temporal del fenómeno. Esto es, la dimensión crucial de la
mente -de los procesos mentales- es el tiempo, no el espacio. La consciencia se considera un
fenómeno de la mente implicado en el sentido de la identidad personal, del “yo” como un ser-en-elmundo. El yo somatizado en el cuerpo. La autoconciencia de asocia con otros fenómenos mentales como la memoria, la atención, las emociones y también con el comportamiento,- que se acompañan
de la experiencia subjetiva.
La hipótesis de trabajo
En la búsqueda de los tiempos de la mente ha supuesto una ayuda innegable las técnicas que
registran los campos eléctricos del cerebro y que pueden obtenerse en forma de potenciales a través
de electrodos situados en el cráneo. Se mide así los tiempos de activación en las diversas áreas del
cerebro y su relación con la actividad concreta mental que se les indica realizar a los voluntarios de
los ensayos. El resultado más importante al respecto de estas investigaciones es que existe una
secuencia en la activación/inhibición de la actividad de las diversas regiones del cerebro. Hay un
reclutamiento secuencial, progresivo de diferentes áreas que procesan la información en función a la
realización de las diferentes tareas o procesos mentales.
La perspectiva de este estudio se dirige al dinamismo sistémico propio de la realidad estrechamente
interrelacionada del viviente. Planteamos que la emergencia de los procesos mentales desde los
procesos neuronales significa que el principio organizador de la función cortical no reside en las
áreas ni en las conexiones fijas entre circuitos, sino en el código de tiempo, secuencia temporal, en
que esos módulos, activados o silenciados, son reclutados o des-sincronizados. Es decir, la dinámica
del sistema es una dinámica epigenética.
En segundo lugar, el estudio plantea que, si bien el estado consciente es una propiedad emergente
de la actividad neuronal, es el sujeto, liberado del encierro en el presente, quien asume el control del
código del tiempo. La estructura temporal de la identidad personal, exige como presupuesto
necesario que el cerebro trabaje en un código temporal. Distinguimos la conciencia en “on”, en
presente, como un simple “percatarse de”, de la autoconciencia o conciencia en “off” que manifiesta
la liberación del hombre del encierro en el aquí y ahora.
En tercer lugar, se trata de poner de manifiesto que la conciencia de la propia identidad, como
sentimiento consciente, necesariamente anclado al cuerpo en condiciones habituales, no lo está en
otros estados de autoconciencia, lo que apoya que ésta no se confunde ni se identifica con los
procesos neuronales.
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2. Identidad y autonomía
La Biología ha alcanzado una profunda comprensión de los procesos vitales del mundo animal que
se entienden hoy como una cooperación dinámica de genes y medio, que da lugar a la expresión
regulada de la información genética inmaterial y constante. Esta información de segundo nivel o
epigenética, inmaterial como toda información, aumenta durante la constitución del individuo, su
desarrollo, especialmente de su cerebro, y a lo largo de la vida.
Gracias a esta información epigenética la vida es una trayectoria unitaria, dinámica y ordenada, en
continua actualización de las potencialidades que corresponden a la identidad biológica, específica
de la especie. La información genética se amplia, paso a paso, con esta nueva información
epigenética que aparece con el proceso vital mismo; la retroalimentación hace que en cada proceso
el resultado sea más que la suma de las partes y el beneficiario sea siempre el individuo. Las
capacidades y operaciones, que corresponden a la identidad biológica como individuo de la especie,
no están contenidas en los materiales constituyentes, sino que emergen de las nuevas
configuraciones que los materiales adquieren con el paso del tiempo.
La diversa intensidad de vida animal depende del desarrollo del sistema nervioso. La complejidad
de la configuración cerebral es dependiente a su vez de la información epigenética, permitida por la
identidad genética específica de especie y que aumenta con la actividad cerebral misma.
La conciencia “biológica” se sitúa en la relación del viviente con su medio. Todos los seres vivos
necesitan actuar en el mundo desde el todo de su existencia dinámica, y de la manera específica que
dicta la pertenencia a la especie. Esto es, la conciencia biológica es información de sus
posibilidades vitales y de su individualidad. Hasta el ser vivo más simple tiene un en sí mismo,
porque se constituye desde un material informativo, es decir, contiene un mensaje inmaterial.
La complejidad de la configuración cerebral permite una mayor capacidad de adaptación al medio,
una mayor autonomía, que es característica de los individuos de una especie. Esa configuración
cerebral puede denominarse identidad neurobiológica, como punto nuclear de la identidad
biológica. Es un segundo nivel de conciencia, es conciencia de la individualidad en “on”, en
presente.
A estos dos niveles, cada hombre suma integradamente la conciencia de la personalidad, propia de
un ser relacional cuyo mundo no es sólo biológico sino fundamentalmente cultural. La
autoconciencia, o conciencia en “off”, es decir memoria del pasado y simulación del futuro, es
conciencia del yo propio como sujeto de esa trayectoria autobiográfica.
El yo personal a diferencia del yo neurobiológico –encerrado en el presente- tiene una estructura
temporal. El cerebro humano, a diferencia del cerebro animal y a diferencia de cualquier otro
órgano, tiene un desarrollo y una maduración abierta en el tiempo.
Autonomía respecto del medio e identidad neurobiológica
Una mayor complejidad funcional del cerebro permite una mejor capacidad de adaptación al medio,
una mayor autonomía. A lo largo del proceso evolutivo han aparecido sucesivamente cerebros con
una, dos y tres capas, con la consiguiente necesidad de aumento progresivo de integración de
funciones en cada capa y entre las capas. Y, con ello, el aumento de autonomía respecto del medio.
La etapa reptiliana aportó el tronco encefálico y el cerebelo que controlan la motricidad básica y los
instintos relacionados con la supervivencia. Esta capa basal tiene un tiempo de reacción de décimas
de segundo y no permite un control de las respuestas, por lo que la autonomía es muy escasa. A este
cerebro reptiliano debemos los hombres las respuestas automáticas viscerales.
En el hombre los estados muy vegetativos -como el proceso que va desde sentirse sediento a la
satisfacción de la sed- implican de forma ordenada activación y desactivación de áreas “ancestrales”
del cerebro10 sobre las que no tiene un control voluntario. En situaciones de daño o decadencia de
las otras capas cerebrales, como ocurre en los anencéfalos11 estructuras del tronco cerebral que
10
Denton, D., Shade, R., Zamarippa, F. Egan, G., West, J. B., Mckinley, M., Lancaster, J., Fox, P. (1999)
“Neuroimaging of genesis and satiation of thirst and an interoceptor-driven theory of origins of primary
consciousness”. Proc. Natl. Acad. Sci. USA. 96, 5304–5309.
11
Werth, R. (2009) “En busca de la consciencia perdida” Mente y cerebro, 36-41.
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asumen, al menos en parte, la elaboración de los estímulos simples y la transmisión de la reacción
ante dichos estímulos.
La segunda capa encefálica, la intermedia o sistema limbico, junto con un brusco aumento de la
corteza cerebral, aparece con los mamíferos. Contiene el tálamo, el hipotálamo, el hipocampo y el
complejo amigdalino. Su tiempo de respuesta es más lento pero su promedio no llega al segundo.
La liberación de neurotransmisores produce el efecto de frenar o acelerar la actividad neuronal y,
con ello, la velocidad de la respuesta ante la emoción suscitada por un estímulo. Esto es, permite la
perfecta adaptación del organismo al medio, en la que el estímulo es la ocasión, no la causa, de la
respuesta instintiva del animal, según sus necesidades biológicas y siempre que esté presente el
estímulo.
A esta organización deben los hombres el olfato, las hormonas, la expresión facial y corporal que
comunica con nuestros interlocutores nuestro estado de ánimo, etc. Corresponden a ella
fundamentalmente el procesamiento de las emociones y el recuerdo del impacto emocional positivo
o negativo (placer u odio) de nuestras vivencias, que suponen un conocimiento intuitivo que se
adelanta al razonamiento y nos guía para aceptar o rechazar las experiencias repetidas.
En la etapa de los primates se formó el neocortex. El aumento de la superficie de la corteza y la
subdivisión de la misma en áreas especializadas lleva a la máxima complejidad el encéfalo animal y
hace posible combinar los patrones acumulados de percepciones y emociones. Algunos primates
tienen una conciencia primaria, “un percatarse de” meramente biológico, en presente, como lo
ponen de manifiesto ciertos “estados mentales”. Por una parte, reconocen inter-subjetivamente a sus
congéneres. Por otra, como sugieren los controvertidos experimentos de Gallup, contemplando su
imagen en un espejo, algunos chimpancés reconocen su propia figura.
Recientemente12 se ha llevado a cabo un sofisticado análisis de aquellos gestos y vocalizaciones,
incluida la evaluación de su valencia emocional, que permiten a los primates la vida en el entorno
social de un grupo. Los videos de contenido social captaron con más frecuencia su atención, y
durante más tiempo, que los vídeos de contenido no social. Más aún, los primates de este estudio
prestaban más atención si las señales y expresiones faciales de sus congéneres, captadas en el vídeo,
se dirigían directamente a ellos.
El despliegue de la información epigenética en las neuronas, que permite que se expresen genes
diferentes, marca una trayectoria de las capacidades que siempre es paralela a la edad del individuo,
e idéntica para los individuos de la especie. Siempre el paso del tiempo y las operaciones -propias
de cada etapa- dejan huella en el cerebro, por lo que el comportamiento específico ante un mismo
estímulo, como puede ser una situación que provoca el miedo, es diferente a las diversas edades.
La información epigenética cerebral, el solapamiento en el tiempo de patrones de actividad, supone
un aumento de información que es más que la mera suma; en este sentido se habla de emergencia de
operaciones.
Podemos presumir, por tanto, que con el desarrollo del encéfalo y la organización neuronal que
procesa la relación del individuo y su medio, puede alcanzarse “conciencia neurobiológica” de la
individualidad en presente, que no implica ni la reflexibilidad, ni la autoposesión, dimensiones
exclusivas de la realidad del hombre. Es meramente un “yo biológico” encerrado en el automatismo
de la zoología, de las relaciones con los individuos del grupo a que pertenece, y encerrado en el
presente.
Autonomía respecto de sí e identidad personal
Por ultimo, la aparición de los hombres trae el desarrollo de los lóbulos pre-frontales, sobre las
cuencas de los ojos. El peculiar funcionamiento del cerebro humano, con un sistema jerárquico de
control con neuronas localizadas en áreas de la corteza pre-frontal, es presupuesto para que la
autonomía respecto al medio sea en él en autonomía de sí.
Las capacidades específicamente humanas descansan sobre el control jerárquico que ejerce esta
área. El humano es un cerebro racional -por la integración de lo emocional con lo cognitivo-, y tiene
12
Machado, C.J., Bliss-Moreau, E., Platt, M.L., Amaral, D.G. (2011) “Social and Nonsocial Content Differentially
Modulates Visual Attention and Autonomic Arousal in Rhesus Macaques”. PLoS ONE 6, 10, e26598.
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en cada persona como presupuesto biológico la capacidad de frenar la excitación automática13. El
frenado de la excitación de los circuitos neuronales rompe el automatismo de las respuestas. La
liberación del encierro en el aquí y ahora se manifiesta, entre otras características genuinamente
humanas, en la capacidad de abstraer al captar simultáneamente lo general y lo particular; la de
dilatar en el tiempo la satisfacción de los deseos y no tener que responder inmediatamente a los
estímulos que recibe. Es capaz de planificar acciones, la prever las consecuencias futuras y
adelantarse a ellas. También de entender que existen otras mentes y ponerse en el lugar de los otros.
En el hombre, a la información genética y epigenética del cerebro se agrega intrínsecamente la
información relacional hacia dentro de sí y hacia los demás que potencia a otro nivel los flujos de
información. Los estados mentales que emergen de la actividad de un cerebro configurado por su
biografía tampoco determinan la conducta. La posibilidad de frenar la excitación y pensar, valorar y
viajar en el tiempo a las experiencias del pasado y pre-experimentar el futuro, le permite tomar
decisiones.
Como se muestra en el esquema, los flujos de información desde diferentes niveles informativos, es
siempre causado en más direcciones que el mero nivel mecanicista de abajo hacia arriba. Puede
causarse desde arriba, desde un nivel superior, por coordinar los flujos de la información de un nivel
inferior y puede hacer crecer la estructura informativa en el mismo nivel como retroalimentación
del contenido informativo.
El nivel inferior es la representación de los estímulos en patrones de actividad de neuronas. Los
estados mentales emergen desde ellos, de abajo hacia arriba, por la reunión en unidad temporal de
patrones de actividad. La regulación secuencial de la sincronización/des-sincronización de los
procesos neuronales, es un proceso mental que no se identifica con los patrones de activación
neuronal.
Esta función coordinadora modifica el modo de acción propio del nivel inferior tanto por cambiar
los patrones mismos de actividad, como por dejar huella en la expresión de los genes de las
neuronas implicadas14. La modificación de las relaciones causales del nivel inferior genera la
plasticidad cerebral.
La eficiencia está en el proceso mismo; no se introduce un estimulo que modifique la integración
del las representaciones de los estímulos, sino que usa los patrones que se generan en el proceso. El
estado de conciencia animal, conciencia exclusivamente en “on”, emerge ante un estimulo externo,
causándolo el individuo desde arriba automáticamente y permitiéndole una cierta autonomía
respecto al medio.
La autoconciencia humana, conciencia en “off”, emerge en presencia o ausencia de estímulos
externos e internos, sin encierro en el automatismo de los procesos neuronales, ya que cada hombre
13
López Moratalla, N (2009) “Una lectura de la neurobiología actual desde la antropología trascendental de Leonardo
Polo”, Studia Poliana,11, 21-46; López Moratalla, N (2010) “Dotación ética universal del cerebro” Acta Philos, 19,
297-310.
14
Ho, V.M., Lee, J.A., Martin, K.C, (2011) “The Cell Biology of Synaptic Plasticity”. Science, 334, 623-628.
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ejerce un control de más arriba por auto-frenado de la excitación neuronal y des-automatización de
funciones. Lo que pone de manifiesto la autonomía de sí mismo, liberación del encierro en el
presente, de cada ser humano.
La autoconciencia es otro nivel de la conciencia primaria; es conciencia en off, fuera del presente.
En el hombre, a la información genética y epigenética se une la información relacional hacia dentro
de sí y hacia los demás. Le permite un nuevo nivel de control jerárquico al controlar el tiempo en la
actividad neuronal y en su sincronización/des-sincronización.
Conclusión 1: Ni la conciencia en “on” ni la autoconciencia, conciencia en “off”, se identifican con
los procesos neuronales. Los procesos cerebrales son sistémicos, es decir con una dinámica
epigenética en que los flujos de información fluyen de abajo-arriba y aumentan con el proceso
mismo con el control de arriba-abajo.
3. La percepción subjetiva del tiempo
Los hombres experimentan el tiempo a pesar de no tener ni estímulos, ni receptores temporales. Lo
hacen de forma subjetiva según su situación, estado emocional y atención prestada. Unas veces el
tiempo parece eterno y otras transcurre sin que nos demos cuenta. El tiempo humano es subjetivo.
Para percibir conscientemente el tiempo y evaluar el transcurrido entre dos eventos disponemos de
dos mecanismos diferentes según la duración. Un reloj interno mide la duración de un
acontecimiento breve, o el intervalo entre dos acontecimientos recientes. Pero, se requieren “los
viajes al pasado y al futuro” para medir los tiempos fuera del presente, los tiempos en “off”.
El tiempo en “on” y el reloj interno
El reloj interno tiene como patrón de medida la actividad cerebral en áreas de la capa cortical y de
la subcortical. Todo procesamiento cerebral supone descargas neuronales, impulsos, a una
frecuencia media constante; estos impulsos se acumulan y se almacenan en una red de memoria15 y
es la cantidad de descargas neuronales acumuladas lo que mide el tiempo. Funciona, por tanto,
como un cronometro, que para evaluar la duración, cuenta el número de impulsos.
Para algunas actividades automatizadas y con control rápido, como los movimientos rítmicos, el
control motor, la percepción de la palabra, el tiempo de la música, es imprescindible el lado derecho
del cerebelo. Este tipo de procesamientos se realizan en el área motora suplementaria, la corteza
sensomotora izquierda, la corteza promotora lateral, los ganglios basales, y el tálamo.
Un trabajo realizado en monos rhesus16 ha permitido estudiar las propiedades funcionales de las
neuronas de corteza premotora media durante la ejecución de una tarea rítmica. Han podido
observar que intervienen dos poblaciones de células diferentes de la corteza promotora; un grupo
codifica el tiempo que resta para la siguiente acción y el otro grupo codifica el tiempo transcurrido
desde el último movimiento. Los comportamientos rítmicos complejos, como tocar música,
posiblemente dependan de la interacción cíclica entre diferentes cronómetros neuronales.Sin
embargo, cuando la tarea no es automática sino que requiere el control cognitivo, se activan el
cerebelo izquierdo, la corteza prefrontal y la corteza parietal derecha.
La estimación y percepción de las duraciones en intervalos superiores a un segundo, y hasta una
hora, la conciencia del tiempo requiere las áreas prefrontal derecha, motriz y el núcleo estriado. El
cuerpo estriado, una especie de director de orquesta, que determina con su batuta el principio y el
fin de las duraciones importantes a evaluar.
Por otra parte, la percepción del tiempo depende de las condiciones fisiológicas, de las drogas y
ciertos medicamentos, del estado psicológico y especialmente de las emociones. Precisamente la
liberación de neurotransmisores que intervienen en el procesamiento emocional, la dopamina entre
otros, ejerce una función activadora de los ganglios basales que intervienen en la acumulación de
impulsos, base de la evaluación del tiempo.
15
Pouthas, V. (2011) “Bases neuronales de la percepción del tiempo”. Mente y Cerebro, 51, 68-75; Droit-Volet, S.
(2011) “Las ilusiones temporales”. Mente y Cerebro, 51, 58-63; Gil, S., Droit-Volet, S. (2011)
16
Merchant, H., Zarco, W., Pérez, O., Prado, L., Bartola. R. (2011) “Measuring time with different neural chronometers
during a synchronization-continuation task”. www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1112933108.
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El hecho de que el reloj interno cambie nos permite acoplarnos voluntariamente al tiempo de los
demás para conectar con ellos. Por ejemplo, el cronómetro se acelera ante una situación
interpersonal que requiere nuestra cooperación, como ante una persona triste, mientras que se
ralentiza si nos sentimos tristes.
Los animales se rigen por los ritmos biológicos, como el de 24 horas o circadiano de forma
automática. Además, son capaces de aprender, siempre que se consiga condicionarles, a calcular
bien un intervalo de tiempo. Los animales sólo predicen las consecuencias de los acontecimientos
de los que antes han tenido experiencia, con un “entonces si”. Muchos animales aprenden a asociar
placeres y dolores con sucesos ocurridos con anterioridad – por ejemplo, el olor de un depredadorque les capacita para dirigirse hacia el placer o huir del dolor antes de que lo estén experimentando,
pero sólo si se presenta en presente el estimulo sensorial que habían experimentado anteriormente.
El tiempo en “off”, fuera del presente
Para evaluar duraciones más largas –semanas, años- no sirve el reloj interno, sino que resulta
necesaria la memoria y la atención, a fin de mantener la evaluación del tiempo que ha pasado y
prestar atención al que está pasando. El hombre tiene capacidad para la retrospección, reexperienciar el pasado, y para la prospección, pre-experienciar el futuro simulándolo en la mente.
En ello la corteza frontal desempeña un papel fundamental. De hecho, los pacientes con daño en la
corteza prefrontal están atados al estimulo en presente y en lo inmediato, de forma similar a los
niños pequeños que no han madurado aún esta área cerebral.
En diversos experimentos se ha medido, con los “viajes imaginarios en el tiempo”17 la conciencia
del tiempo subjetivo. Y se ha podido poner de manifiesto que se solapan los patrones de activación
neuronal del recuerdo autobiográfico con los patrones de la imaginación que simula el futuro, y lo
hacen en la corteza frontal inferior, giro fusiforme, cingular/pecúneo posterior y corteza inferior
parietal.
Esta memoria es episódica, autobiográfica, y requiere activación de la corteza prefrontal, parietal y
temporal izquierda. Cuando el recuerdo no es autobiográfico se requiere sobre todo la memoria
semántica, asociada principalmente a la actividad del hipocampo y más en relación con el mensaje
en sí, con el contenido de la experiencia, que con la conciencia temporal de su duración. La
percepción del tiempo subjetivo requiere activación diferencial en el lóbulo parietal izquierdo según
el tiempo sea breve o largo.
Poder imaginar y así proyectar el futuro –lo que está en la base de la tecnología progresiva,
exclusivamente humana ya que la simple fabricación de un instrumento de piedra no sería
concebible sin la imaginación de su futuro-, lo hacemos evocando el pasado, combinando nuevos
retazos de memoria y almacenando el resultado.
Y puesto que la imaginación de una escena desencadena casi siempre sentimientos, las emociones
desempeñan una función capital en la elaboración del futuro. Con frecuencia sólo nos imaginamos
el futuro para comprobar de qué manera nos sentiríamos. Esto es, sentimos por adelantado, facultad
que aprovechamos para colocarnos a modo de prueba ante una situación. Más aún, se ha descrito18
que se predice con una precisión de unos pocos cientos de milisegundos, incluso segundos, el
momento de iniciar un acto voluntario. Es decir, la volición emerge, generada internamente, una vez
que el cambio en la tasa de encendido del conjunto de neuronas traspasa un umbral.
Mientras que la memoria episódica es una memoria explícita de la que se tiene conciencia, sin
embargo, la prospección y la simulación se desarrollan inconscientemente y constituye factores de
influencia en las decisiones. En efecto, al elaborar las evocaciones almacenamos lo imaginado que
por eso también se puede recuperar posteriormente. Al mismo tiempo, el pasado se reconfigura en
la memoria episódica, con el riesgo de desordenar los recuerdos basados en vivencias reales. Es
17
Nyberg, L., Alice, S. N., Habib, K. R. Levine, B., Tulving, E. (2011) “Consciousness of subjective time in the
brain”.PNAS. www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1016823108. “Gilbert, D.T., Wilson, T.D. (2007) “Prospection:
Experiencing the Future” Science, 317, 1351-1354.
18
Fried, I., Mukamel, R., Kreiman, G. (2011) “Internally Generated Preactivation of Single Neurons in Human Medial
Frontal Cortex Predicts Volition” Neuron 69, 548–562.
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decir, al igual que el contexto de lo que ocurre en el presente influye en las predicciones de futuras
experiencias, la experiencia en el presente es influida por la simulación del futuro.
La facultad de asociar cada vez los nuevos patrones de recuerdo a los anteriores actúa como un
modo de auto-proyección que permite predecir y permite además viajar a la mente de otras personas
Conclusión 2. La perspectiva temporal surge de procesos cognitivos, que dividen la experiencia
humana en pasado, presente, y futuro. Todo hombre echa mano del pasado, memoria, para evaluar
las opciones presentes y para imaginar y simular el futuro. De forma que el contenido de la
memoria es un componente de la conciencia.
4. Atención y conciencia
La atención constituye un estado especial de conciencia. La atención se adelanta a la conciencia y
se solapa en el tiempo con las dos memorias declarativas: la memoria semántica de los
conocimientos memorizados, y la memoria episódica cuyo núcleo central son las vivencias
personales. La memoria autobiográfica –los recuerdos personales que a su vez se rememoran para la
simulación del futuro- representa el fundamento de la conciencia del yo.
Los numerosos estudios sobre la visión permiten afirmar que se es consciente de aquello a lo se
presta atención. Por un breve tiempo se forma una representación de la figura completa, que no es
consciente para el observador pero que es, sin embargo, la materia prima para la atención. La
conciencia fenomenológica es una memoria que mantiene disponibles los estímulos para la
vivencia. La atención selecciona entonces lo que realmente se hace consciente, de forma que la
persona lo puede relatar19. Es la conciencia dirigida al foco de atención, puesto que sólo se hacen
conscientes aquellas percepciones que la atención mantiene en presente. La región prefrontal se
ocupa de la atención selectiva, de retener únicamente determinada información durante un corto
periodo de tiempo. Cuando se mantiene focalizada la atención en algo un grupo de neuronas,
situadas a lo ancho y largo de la corteza cerebral y el tálamo, sincronizan un disparo y se es
consciente.
La atención induce sesgos subjetivos a la percepción20 al modular las primeras señales sensoriales,
ejerciendo su influencia en el tálamo, antes de modular las señales en la corteza. A su vez, la
atención es modulada por las estructuras subcorticales -el tálamo devuelve información a la
corteza21- y los sistemas de recompensa. Permite así, sin desconectarse del interior22, filtrar la
información sensorial para prestar atención a lo más relevante.
En el animal la atención es atraída en dependencia del significado biológico del estímulo y en
función de la supervivencia. Un reciente estudio23 analiza los mecanismos por los que se produce
una rápida modulación de los circuitos corticales en dos procesos diferentes: el cambio de estado
para generar una alerta en roedores, y el efecto de la atención en el sistema visual de primates. La
visión clásica de los estados corticales de forma global, como sincronizan o des-sincronizan de
forma simultánea en todas las áreas corticales, da paso a la idea de que el cambio de un estado a
otro, o la atención selectiva, afecta a la des-sincronización cortical a nivel local. En ambos casos
aumenta la representación del estimulo y se suprime los patrones de actividad generados en el
interior, lo que sugiere que la atención no selecciona entre estímulos sensoriales competitivos sino
entre el mundo interno y externo.
En efecto, el estado sincronizado representa un modo de ahorro de energía. La actividad sináptica
usa una gran cantidad de energía y la actividad fluctuante significa que una parte esté activa durante
menos tiempo. Al des-sincronizar se aumenta la respuesta al estimulo atendido y decrece la
respuesta a los no atendidos. De esta forma el estimulo puntual es capaz de generar una gran
19
Lamme, V.A.F. (2003) “Why visual attention and awareness are different”. TRENDS in Cognitive Sciences, 7,
Rahnev, D., Maniscalco, B., Graves, T., Huang, E., de Lange F. P., Lau, H. 2011 “Attention induces conservative
subjective biases in visual perception”. Nature Neuroscience, 14, 1513-1515.
21
Saalmann,Y. B., Kastner, S. (2011) “Cognitive and Perceptual Functions of the Visual Thalamus” Neuron 71,. 209223
22
Baluch, F., Itti L. (2011) “Mechanisms of top-down attention” Trends in Neurosciences, 34, 210-224.
23
K.D.,Harris, Thiele A. (2011) “Cortical state and attention”. Nature Reviews Neuroscience, 12, 509-522.
20
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respuesta en todos los estados, mientras que el que se extiende en el tiempo no está representado
fielmente en la corteza durante el estado des-sincronizado. Esta regulación fijada desde el interior
tiene, por ello, un enorme valor de adaptación del animal a las circunstancias cambiantes del medio,
ya que es propio de los animales analizar la percepción de lo inmediato como único horizonte de su
operación.
En el hombre la atención, además de atraída, puede ser puesta, fijarla desde su interior, ya que elige
qué información es relevante para él. Se ha podido comprobar que la atención no está fijada de ante
mano al analizar como se mantiene en la memoria a tiempo real una tarea visual en presencia o
ausencia de distracciones24. Existe en el hombre un mecanismo de control cognitivo, jerárquico, de
arriba-abajo, que promueve y potencia el mantenimiento adecuado de la información relevante, en
la memoria en presente, cuando existen estímulos que suponen distracciones. El procesamiento
cortical refleja la interacción de la excitación sináptica y de la inhibición sináptica. La inhibición
tiene un papel crucial de en cortical actividad y empiezan a conocerse mejor los circuitos
inhibitorios en la función cortical25.
Se ha investigado la actividad cerebral en personas con experiencia de meditar comparándola con
controles que no tenían esa experiencia26 El estado mental de meditación requiere mantener la
atención en un objeto, evitando el vagabundeo de la mente, y redirigir la atención a este objeto
cuando se desvía; la mente concentrada en el instante se correlaciona con la activación de áreas
asociadas al procesamiento auto-referencial. Se implican en ellos las regiones prefrontal medial y la
corteza cingulada posterior. Además, se observó un acoplamiento más fuerte entre la corteza
cingulada posterior, cingulada anterior dorsal y corteza prefrontal dorsolateral, regiones implicadas
en la atención y el control cognitivo, tanto al inicio como durante la meditación, en los
experimentados que en los controles.
5. Integración de poli-ritmos cerebrales y memoria a tiempo real
Los sistemas de transmisión de información usan oscilaciones electromagnéticas de diversas
frecuencias. Las ondas actúan como eficientes canales que aúnan diversos mensajes sin
interferencias. De forma similar, el cerebro usa oscilaciones como un modo de procesar en diversas
áreas. Las oscilaciones de la actividad permiten la comunicación transitoria a través de diferentes
estructuras cerebrales por mantenerlas en fase constantemente, instante a instante.
El hipocampo y la corteza prefrontal son nudos de intercomunicación de estructuras. Ambas son
capaces de orquestar la actividad de muchas áreas corticales y subcoticales que subyacen funciones
cognitivas, adquisición y consolidación de memoria, y la toma de decisiones. Estas estructuras
reciben entradas de áreas asociativas sensoriales.
La tarea de retener en el tiempo solamente la información seleccionada por la atención desde el
presente o el pasado, la realiza una memoria de trabajo, memoria a tiempo real o en presente, que
requiere la tarea de regulación jerárquica de la región prefrontal. El trabajo de Fujisawa y Buzsaki27
con el que arranca la visión de la actividad cerebral como coherencia oscilatoria, o unión temporal
de actividades oscilatorias, nos permite una penetración en la memoria a tiempo real, hasta ahora no
alcanzada.
Los investigadores entrenaron las ratas para elegir en un campo en “T” entre ir hacia la derecha o la
izquierda y así alcanzar comida, asociando la orientación a un olor concreto en el punto de partida.
Posteriormente, midieron los potenciales generados en áreas concretas del cerebro, mientras los
animales mantenían la información en la memoria. En este caso de orientación espacial
24
Feredoesa, E., K. Heinena, Nikolaus Weiskopf, Christian Ruffb,Jon Drivera, (2011) “Causal evidence for frontal
involvement in memory target maintenance by posterior brain areas during distracter interference of visual working
memory. pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1106439108.
25
Isaacson, J.S , Scanziani, M. (2011) , “How Inhibition Shapes Cortical Activity” Neuron 72, 231-243.
26
Brewera, J.A., Worhunskya, P.D. Gray, J.R., Tangc, Y-Y , Weberd, J., Kobera, H. “Meditation experience is
associated with differences in default mode network activity and connectivity” PNAS
www.pnas.org/cgi/doi/10.1073/pnas.1112029108.
27
Fujisawa, S., Buzsaki, G., A (2011) “4 Hz Oscillation Adaptively Synchronizes Prefrontal, VTA, and Hippocampal
Activities”. Neuron 72, 153–165
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condicionada a recompensa, las áreas cerebrales implicadas y que han de integrarse son la corteza
prefrontal el sistema hipocampo-entorrinal que guarda la memoria cartográfica, y el sistema de
recompensa (el área tegmental ventral). Estas áreas procesan a ritmos muy diferentes: la corteza
prefrontal mantiene un potencial con oscilaciones de 4 y 8 Hz de frecuencia. Las de 8 Hz están en
fase con las del hipocampo de 8 Hz, mientras que las de 4 Hz están en fase con cada segundo pico
de las de 8 Hz del área tegmental ventral VTA.
Además entre la corteza prefrontal y esta última se observan oscilaciones gamma (30-80 Hz). Estas
altas frecuencias se generan por las complejas interacciones neuronales en el interior de cada área.
De hecho, la actividad cortical es modulada y retroalimentada por neurotransmisores de acción
rápida como son el glutamato y el inhibidor GABA. Y en la región tegmental ventral, interaccionan
las neuronas generadoras de dopamina y las productoras del neurotransmisor inhibidor GABA.
Pues bien, las interacciones a 4 Hz entre corteza prefrontal y el área tegmental ventral pueden
modular estas relaciones neuronales locales, de las que surgen las oscilaciones gamma, y las ponen
en fase con las de 8 y 4 Hz. Hay, por tanto, un triple control de tiempos entre las tres áreas. Al
converger tres ritmos independientes (4 Hz, 8 Hz y gamma) de forma transitoria -una unión
temporal de actividades oscilatorias- se permite realizar la acción específica: mantener información
en la memoria en presente.
Conclusión 3. El cerebro usa oscilaciones como modo de reunir coherentemente lo que se está
procesando en diversas áreas. Las oscilaciones mantienen en fase, instante a instante, las ondas de
diferente frecuencia permitiendo la comunicación de informaciones del presente y del pasado.
6. Autoconciencia independizada de entradas sensoriales y des-somatizada
La contemplación y el éxtasis
El estado mental de intensa contemplación, y el estado de éxtasis, se alcanzan por dos vías que son
complementarias. Bien por concentrar la atención en algo, religioso o no, anulando al mismo
tiempo el pensamiento discursivo. O, por la renuncia de pensamientos, distracciones y placeres. Se
consigue así deshacer la automatización respecto al entorno, al desconectar los procesos que
organizan, limitan, seleccionan e interpretan los estímulos preceptúales que llegan del exterior.
El yo se percibe habitualmente somatizado, anclado al cuerpo y distinto del entorno, gracias a la
actividad del lóbulo parietal derecho encargado de la orientación en el espacio. Moverse en el
entorno requiere un mapa corporal, que realiza el área de orientación del parietal izquierdo y otro
mapa del entorno. El parietal derecho aporta las coordenadas espaciales para que el cuerpo pueda
orientarse. Ambos lados reciben información constantemente y cooperan en la percepción del yo
anclado al cuerpo y diferenciado del entorno.
En actividades intensas con la atención muy focalizada, como la contemplación, se desconectan
ambas zonas. Poco a poco va desapareciendo la percepción del yo, se borran los límites y el cerebro
interpreta que no hay distinción entre el yo y el mundo que le rodea, una sensación unitiva
característica de esta experiencia. Al mismo tiempo aumenta la actividad de áreas pre-frontales
capaces de centrar la atención.
En la experiencia de éxtasis, el hipocampo derecho y el complejo amigdalino – en el interior del
lóbulo temporal- que están asociados con el sentido del yo en relación con el tiempo y el espacio, se
hiper-estimulan. Actúan a su vez sobre las regiones del sistema parasimpático del hipotálamo
dando lugar a un ciclo de excitación que se retroalimenta. Es un estado emocional intenso que
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cambia la forma de percibir y puede incluso distorsionar las entradas sensoriales. De hecho, el
hipocampo, a través del tálamo, puede bloquear las entradas sensoriales a la corteza cerebral.
El estilo intelectual activo –que asocia la realidad a los estímulos externos- es reemplazado por un
modo de percibir pasivo, en el que se produce una des-diferenciación y fusión de las modalidades
sensoriales. Se gana así en intensidad y riqueza sensorial global, a expensas de la categorización
abstracta y la diferenciación sensorial. De esta forma, estas experiencias de contemplación
aprovechan las memorias –hipocampo- que ahora están sometidas a otro tipo de auto-conciencia,
global, holística, con sentido intenso de la propia mismidad.
Como señala Rubia28, estas experiencias significan que el sentido religioso es innato; nuestro
sentido de la espiritualidad esta ligado a una parte del cerebro. Es decir, existen en el cerebro
estructuras que las hacen posibles. La existencia de las estructuras responsables no dice nada a
favor, o en contra, de la creencia en seres sobrenaturales. Para el creyente hacen posible
comunicarse con Dios. Para el no creyente no serian esas experiencias más que proyecciones al
mundo exterior de nuestro cerebro.
Des-somatización del yo: “yo fuera de mi cuerpo”
Se ha analizado ampliamente la experiencia del “yo sin mi cuerpo” en personas que han sobrevivido
a una parada cardiaca de pocos minutos de duración. Los pacientes, en aparente coma, tienen un
claro aumento de la conciencia, recuerdan después con nítida memoria, mantienen su autoidentidad, conocimientos y emociones intensas. Este tipo de experiencias extracorpóreas supone la
disolución de la sensación de unidad en el cerebro entre las dos representaciones corporales, y una
debilitación de la conexión entre tales representaciones y las del entorno espacial inmediato.
Se han analizado los correlatos neuronales29 de un tipo de alucinaciones en que el daño cerebral
genera desconexión en regiones temporo-parietal y en algunos también del temporo-occipital de la
corteza. Los pacientes ven un segundo cuerpo propio en el espacio corporal extrapersonal y se
identifican y localizan en uno o en otro. La localización extracorporal y la identificación de sí
mismo en el cuerpo ilusorio es completa en las experiencias de “yo fuera de mi cuerpo” que miles
de personas relatan haber tenido en situación de muerte inminente. La desconexión se asocia a la
corteza alteración temporo-parietal derecha. La estimulación de la parte posterior del giro temporal
superior de la derecha reproduce esta experiencia30; durante este estado el cerebro de los pacientes
muestran aumento de actividad en el pecúneo y tálamo posterior hasta el vermis superior, lo que
sugiere que la activación de estas regiones es el correlato neural de la des-somatización que forma
parte de la experiencia “yo sin mi cuerpo”.
Se han señalado varios mecanismos que realizan la desconexión de áreas, que se percibe como dessomatización del yo; desde falta de oxigeno -que destruiría interneuronas que inhiben la actividad
cortical, disparando la actividad de otras muchas-, a liberación de endorfinas u otros
neurotransmisores31. Todo estado de la mente se corresponde con una situación del cerebro.
Esta experiencia, no puede ser reducida, afirma Lomme32 a la imaginación, miedo a la muerte,
alucinaciones, psicosis, uso de drogas o deficiencia de oxigeno en el cerebro, sino que significa una
28
Rubia, F.J. “La conexión divina”. Ed. Crítica, 2º edición, 2004
Blanke, O., S. Ortigue, T. Landis, et al. (2002) “Stimulating illusory own-body perceptions. The part of the brain that
can induce out-of-body experiences has been located”. Nature 419: 269–270; Blanke, O., Metzinger, T.(2008) “Fullbody illusions and minimal phenomenal selfhood”. Trends Cogn. Sci. 13, 7–13
30
De Ridder, D., Van Laere, K., Dupont, P., Menovsky, T., Van de Heyning, P. (2007). “Visualizing out-of-body
experience in the brain”. N. Engl. J. Med. 357, 1829–1933.
31
Lempert T. (1994) “Syncope and near-death experience”. Lancet, 344:829-830; Saavedra-Aguilar JC, Gómez-Jeria
JS. (1989) “Aneurobiological model for neardeath experiences”. J Near-Death Studies, 7, 205-222; Carr D. (1982”
Endorphins at the Approach of Death”. Lancet, 1, 390.
32
van Lommel, P., R. VanWees, V. Meyers, et al. 2001. “Neardeath experiences in survivors of cardiac arrest: a
prospective study in the Netherlands”. Lancet 358: 2039–2045. van Lommel, P. (2011) “Near-death experiences: the
experience of the self as real and not as an illusion”. Ann. N.Y. Acad. Sci 1234, 19–28; van Lommel, P. (2004) “About
the continuity of our consciousness” .Adv. Exp. Med. Biol. 550: 115–132
29
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continuidad de la conciencia en el tiempo. Para otros es una alucinación más, aunque es no es fácil
de explicar33.
Conclusión 4. La naturaleza subjetiva y la falta de un marco de referencia para esta inefable
experiencia hacen que el vocabulario usado para describirla dependa del individuo, de su cultura y
religión. Así, lo que estas experiencias ponen de manifiesto es que la conciencia puede ser
experimentada en otra dimensión aparte de nuestro espacio-tiempo convencional, en la cual todos
los eventos pasados, presentes y futuros pueden ser observados simultánea e instantáneamente. La
identificación conciencia-cerebro resulta restrictiva para el intento de explicar el significado de
estos fenómenos.
7. La estructural temporal del yo
La autoconciencia manifiesta una dimensión extra-cósmica del hombre, intemporal. La dimensión
extra-cósmica del ser humano le permite la posibilidad de introducir la racionalidad en el tiempo. Al
no estar encerrado en el inmediato presente ni en el instinto, gracias a su inteligencia, puede
configurar su acción mentalmente antes de realizarla, puede ordenarla según fines y destinarla.
“Para y piensa!” es la forma de introducir la racionalidad en el tiempo. La vida de cada uno es
empresa moral en el tiempo en cuanto es organización de su biografía. Puede vivir en el tiempo sin
ceder a la inmediatez o a discontinuidades impuestas desde fuera de sí, esclavizantes. Esa liberación
del encierro es lo que le permite crecer. Y crecer es ganar tiempo al tiempo biológico; en ese nivel
del liberarse de los límites de las leyes de lo biológico, está su ser personal34. Cada vez que un
hombre piensa, quiere, recuerda, va creando “un dentro”, que se retroalimenta y reconfigura y se
abre al futuro. Retiene el tiempo y crece. El tiempo no pasa simplemente. Ponerse metas supone
meter en el tiempo lo que es intemporal: las operaciones no atadas al presente. Es el tiempo interior
el que está abierto al futuro. Por ello, la organización del tiempo interior es una tarea encargada a su
libertad.
En conclusión, solamente el hombre, liberado del encierro en el presente, del aquí y ahora, del
automatismo de los procesos cerebrales, posee conciencia en “off”, superior. La autoconciencia
manifiesta la dimensión extra-cosmica del hombre, que abarca mentalmente todo posible espacio y
todo posible tiempo. La neurociencia, por si misma, no tiene nada que decir acerca del origen
último de la capacidad de cada hombre de liberarse del aquí y ahora. Sin embargo, en el dialogo
interdisciplinar la apertura de la biología humana al nivel de la persona debería estar presente de la
explicación racional de los fenómenos mentales genuinamente humanos universales.
33
Cfr el interesante debate celebrado el 7 de diciembre de 2010 en la New Cork Academy of Sciences in Ney cork City
moderato por Krista Tippett en el que participaron Thomas Metzinger, Evan Thompson y Pim van Lommel (2011) “To
be o not to be: The self as illusion”. Ann.N.Y.Acad.Sci. 1234, 5-18.
34
Cfr. entre otras obras de Leonardo Polo “Presente y futuro: presente y futuro del hombre”. Rialp, Madrid, 1993
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