En las turberas de Euskal Herria no faltan el caballito del diablo y la hierba algodonera (parte superior). Además, también se pueden encontrar flores como la calta y musgo esfagno (abajo). mildes vegetales absorben los escasos minerales del agua y convierten a esta en un líquido lo suficientemente ácido (en algunos casos cercano a la acidez del vinagre) como para complicar el desarrollo de otras plantas. Es como si construyeran un entorno selecto y exclusivo donde solo tienen cabida ellos y pocas plantas más. La pobreza mineral incluye también al nitrógeno, un elemento vital para todo vegetal. ¿Qué hacer para obtener una dosis suficiente cuando escasea? En un alarde de imaginación evolutiva, algunas plantas se han hecho carnívoras o, mejor dicho, insectívoras. Sus hojas están provistas de pelitos que exudan un líquido pegajoso, a veces dulce, que atrae y atrapa a los abundantes mosquitos del lugar. Una vez atrapados, la planta libera sustancias que digieren las proteínas del incauto insecto, de las que extraerá el preciado nitrógeno. En nuestras turberas, este grupo está representado por las grasillas (Pinguicula sp) y las atrapamoscas (Drosera sp). Estas últimas, llamadas también rocío de sol, ofrecen un precioso espectáculo al amanecer, cuando a las viscosas gotas de las hojas se le suman las de la escarcha. Otras especies que dan personalidad a nuestras turberas son las hierbas algodoneras (Eriophorum sp), que con sus espigas coronadas por unos penachos similares a copos de algodón delatan la ubicación del trampal. También la bella orquídea Dactylorhiza maculata o el brezo de turbera (Erica tetralix) son habituales. Les acompañan la calta (Caltha palustris), el ranúnculo (Ranunuculus flamula) o la sugerente genciana de turbera (Gentiana pneumonanthe), entre otras. La fauna de nuestras turberas se compone sobre todo de anfibios e invertebrados, entre los que destacan por su color y diseño las libélulas y los caballitos del diablo. Estos rápidos insectos precisan del agua para poner los huevos de los que nacerán unas larvas acuáticas. Feroces depredadoras, que incluso se alimentan de renacuajos, cuando estén listas para la muda, treparán a un junco fuera del agua y se harán 3 6 zazpika