GESTIÓN DEL CAMBIO EN TIEMPOS DE CRISIS: RETOS Y MITOS “Ninguna corrección parece por el momento agradable, sino dolorosa; pero después da frutos apacibles de justicia a los que en ella han sido ejercitados” Hebreos, 12 .- Biblia Hace ya más de 35 años que John Kotler publicó “Leading Change”, considerada por muchos como la obra seminal en el campo de la gestión del cambio; desde entonces hasta nuestros días se han multiplicado las aportaciones en forma de libros, artículos y cursos sobre este apasionante tema intentando dar respuesta a la misma pregunta: ¿porqué entre un 65/70% de los programas de cambio organizativo significativo fracasan? En 2008, la reputada firma de consultoría McKinsey condujo una intensiva encuesta entre más de 3.200 directivos en todo el mundo y, de sus resultados, se obtuvo una serie de conclusiones que apuntaban a cuatro elementos de psicología en la gestión del cambio organizativo que son considerados como relevantes para influir significativamente sobre las posibilidades de éxito: a) La visión convincente; que implica que la finalidad del cambio debe ser una historia atractiva que sea capaz de convencer a los empleados de la necesidad de adoptar nuevas formas de trabajar. b) El papel del liderazgo; en el sentido de que los directivos que impulsan el cambio deben tener comportamientos que sirvan de ejemplo al conjunto de los profesionales. c) Los mecanismos de refuerzo; elementos que actúan como soporte al proceso. Hablamos de sistemas, procedimientos, incentivos, etc... d) Las estructuras de apoyo; los cambios significativos suelen venir acompañados de apoyos en equipos, tecnología, formación, reformas en las instalaciones, etc... Podría decirse que estos elementos de prescripción están bien fundados en el campo de la sicología industrial, son muy intuitivos y han mostrado empíricamente su validez como palancas relevantes para conseguir el éxito en los procesos de cambio organizativo. 1 En los últimos años, fruto de la crisis económica que nos acogota desde 2008/2009, mi experiencia personal es que los procesos de cambio están especialmente orientados hacia el lado oscuro: reducciones de costes, proyectos de reestructuración, mejoras drásticas de eficacia, aumentos de productividad, trabajar más para ganar menos, etc... En este contexto de crisis creo que los elementos citados siguen siendo válidos como columnas del edificio, pero necesitan ser aplicados de una manera distinta, alejados de algunos mitos de la literatura clásica del management. La visión convincente.De manera intuitiva y racional, todos pensamos que una buena visión convincente tiene necesariamente que resultar ilusionante o atractiva. De hecho esperamos que los lemas que mueven las voluntades más fácilmente son del tipo “excelencia en la satisfacción de los clientes”, “ser reconocidos como la mejor organización”, “acceder al liderazgo del mercado” o “promover una sociedad mejor y más justa”... Francamente, en la realidad cotidiana que, al menos a mí, nos está tocando vivir es más probable que las verdaderas y más creíbles finalidades de los procesos de cambio tengan que ver con cuestiones asociadas a reducir costes, sobrevivir a la debacle, prepararnos para hacer lo mismo con menos gente y aspectos similares... todos ellos escasamente glamurosos. Ante esta situación, creo que es importante no renunciar a la enunciación de una visión convincente. Sin embargo, en muchas ocasiones, observo como dicha enunciación se convierte en una especie de ejercicio de comunicación alambicado en el que se intenta disfrazar con eufemismos la cruda realidad y que, en mi opinión, acaba siendo funesto para el objetivo principal: que dispongamos de una visión realmente convincente. A estos efectos, me permito ofrecer un par de consejos. En primer lugar no debemos olvidar que el ser humano, por su propia naturaleza, encuentra mayores incentivos a cambiar en evitar perder lo que tiene que para encontrar etéreos beneficios adicionales difíciles de aprehender. De hecho cuando Cristóbal Colón tuvo que reclutar tripulación para sus carabelas en 1492, acabó acudiendo a las prisiones más duras de la época y a los convictos con menores perspectivas de futuro. Es decir, la visión convincente para los heroicos descubridores de América no fue la promesa de un mundo mejor, sino el disponer de una alternativa algo incierta a una situación ciertamente obscura. 2 Es decir, la desesperación o el temor son también fuerzas de movilización del cambio que está profundamente arraigadas en la naturaleza humana y que no tenemos porqué desdeñar como palancas. No podemos decirlo con precisión individual, pero es más que seguro que los participantes en la expedición colombina disfrutaran de grandes ventajas y, además, hicieron un servicio excepcional a la humanidad, aún cuando su motivación inicial no parecía muy positiva. En mi opinión cuando un cambio organizativo viene dado por malas noticias, es necesario desde el estamento directivo ser claro y honesto en la expresión de las razones para el cambio. Esta forma de actuar también representa una vacuna contra otro enemigo de la movilización: la búsqueda de culpables. Los cambios organizativos a implantar no son porque alguien hizo las cosas mal, sino porque las condiciones del mercado han cambiado y nos tenemos que adaptar...para sobrevivir. En segundo lugar, otro consejo que me permito ofrecer al lector es evitar a toda costa tratar de construir detalladamente todos los elementos que conformarían esa necesaria visión convincente. En general en las empresas que yo conozco los profesionales que forman parte de los estamentos medios y directivos son personas con criterios fundados que ante una exposición razonable de las circunstancias que aconsejan un cambio y los objetivos que se persiguen, son capaces de elegir sus elementos de motivación. Los humanos somos diferentes por naturaleza y lo criterios de motivación (el bien común, el impacto en los clientes, las consecuencias para el negocio, las consecuencias para el equipo más cercano y las implicaciones personales) son suficientemente ricos y variados para que puedan construir su propia interpretación de visión convincente. Dejemos a los actores, o sufridores, del cambio que escriban su propia historia de motivación sobre el fundamento de los hechos y de los datos de la realidad. El papel del liderazgo.El rol de los directivos como ejemplos de las actitudes que hay que adoptar ante el cambio organizativo es otra palanca fundamental. Lo malo es que, en muchas ocasiones, este aspecto se traduce en caricaturas grotescas como dejar de usar corbata para incentivar la apertura a la innovación. En un proceso de cambio teñido de crisis, los líderes de la organización deben comportarse con arreglo al juramento o promesa de los ministros de un gobierno al acceder al cargo: cumplir y hacer cumplir la Constitución. En muchas ocasiones, los promotores del cambio creen serlo por el mero hecho de comunicarlo o defenderlo, pero eso no es efectivo si no se observan 3 reales y efectivos cambios de actitud también en quienes lo abanderan. No podemos dirigir un proceso de cambio significativo sin que sus consecuencias afecten también a la cúpula directiva. Si va a haber recortes o despidos, también parece lógico que afecte al estamento directivo. Si vamos a reducir y/o ajustar los medios con los que trabajamos (espacio, presupuestos de gastos, horarios más exigentes...), esto también debe afectar a los que mandan. Si tenemos que ser más eficientes en la organización y gestión de reuniones o si tenemos que exponernos más abiertamente a la evaluación de otros (clientes, colaboradores, colegas...), tenemos que hacerlo todos. En este sentido, en muchas ocasiones el mejor consejo que como consultor puede ofrecerse a un equipo directivo que promueve un cambio es que, contra el instinto básico de pensar que son mejores o diferentes a los demás, identifiquen qué cambios deben hacer ellos mismos en su forma de trabajar y dirigir. Es verdad que es más fácil escribirlo en un artículo como éste que plantearlo en la vida real. Los mecanismos de refuerzo.Los principios convencionales de la gestión del cambio enfatizan en la importancia de plantear mecanismos de refuerzo al proceso; nos referimos a cambios en la estructura organizativa, nuevos procesos o normas, definición de objetivos intermedios e hitos de seguimiento y establecimiento de incentivos y reconocimientos. En un caso de cambios por razón de crisis, malos resultados y/o necesidad de ajuste, no suele ser tan fácil esta parte del esfuerzo, dado que es habitual trabajar con escasez de medios que impiden realizar inversiones relevantes. El más idóneo mecanismo de refuerzo, en estos casos, es que la mejora de resultados que se busca se produzca efectivamente. Ahora bien, ésta mejora de resultados puede no ser visible a corto plazo o, en realidad, puede ni siquiera ser observable de manera justa, dado que nunca podremos comparar con lo que hubiera ocurrido en el caso de no haber abordado los cambios. ¿Debemos olvidarnos entonces de los mecanismos de refuerzo como palanca de gestión del cambio?. La respuesta es no; lo que ocurre es que hay que adaptarse a las circunstancias y eso exige, normalmente, acudir al concepto de la persistencia. La mayor parte de las veces, no es tan importante si la dirección y sentido del cambio era la mejor posible, como persistir tenazmente en la idea con tres aspectos a tener en cuenta: Ajustar la expectativa, no creando ilusiones excesivas y reconociendo la humildad de los resultados esperados a corto plazo. 4 Flexibilizar al máximo los aspectos de forma del modelo operativo elegido como referencia, realizando tantos cambios sean necesarios fruto de la experiencia real. Reconocer los esfuerzos individuales y los pequeños logros en el día a día. Es posible que lleguemos a un lugar algo distinto al que nos planteábamos al inicio, pero lo importante es que ese lugar sea mejor que el que hubiéramos tenido de seguir trabajando con el mismo modelo de funcionamiento y, para ello, hay que perseverar. Las herramientas de apoyo.Cualquier cambio en un modelo operativo u organizativo que pretenda tener un impacto significativo exige cierta inversión en herramientas: equipamientos tecnológicos, nuevas instalaciones, esfuerzo formativo. Es bastante ingenuo pensar que los cambios importantes en los hábitos y forma de trabajo de colectivos razonablemente numerosos y complejos se consiguen con la mera evangelización. Si el cambio del que hablamos hace referencia a una situación de crisis, todavía es más fuerte la tentación de pensar que es posible sin invertir algo de dinero en elementos de apoyo. Pues bien... las buenas intenciones, por sí solas, no son suficientes para conseguir que las cosas cambien de forma relevante. Aunque pueda parecer una contradicción o algo contra-intuitivo, la apuesta por invertir dinero en nuevas herramientas es especialmente importante en estos casos; es posible, por ejemplo, que podamos reducir nuestros costes de especio reorganizando a nuestros equipos y dotándonos de un modelo de trabajo flexible, pero no será posible si no invertimos en una reforma sustancial de dicho espacio y en dotar a los profesionales de tecnología y equipamiento para la comunicación en remoto. También la función y/o adiestramiento suele ser una víctima propiciatoria de la escasez de recursos; sin embargo, otra vez, es mejor buscar métodos baratos de capacitar que relegar esta herramienta al baúl de los olvidos. 5 Apuntes finales.Los elementos de prescripción para gestionar un cambio organizativo son los mismos en tiempos de crisis que en épocas de bonanza; ahora bien, la letra pequeña del reglamento de aplicación requiere de adaptaciones como las que me he permitido sugerir en este artículo. Al final, tratando de resumir las ideas esenciales, la actitud que un directivo puede adoptar para pilotar cambios organizativos en tiempos de crisis podía esquematizarse en los aspectos: Honestidad y claridad en la comunicación de los objetivos y razones del programa de cambio; la visión convincente bien anclada en la realidad Coraje e integridad para ser partícipe del cambio, como uno más Perseverancia y tenacidad en la implantación. Profesionalidad y criterio en la inversión para apoyarlo. Madrid, 20 de Junio de 2012. 6