Reducción de armas nucleares

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ANALITICA INTERNACIONAL
Grupo Coppan SC
Noviembre 12, 2009
Reducción de armas nucleares
El Presidente de Rusia, Dimitri Medvedev, se reunió con el presidente Barak
Obama a inicios de abril para negociar un nuevo acuerdo de control y
reducción de armas nucleares, que sustituirá al Tratado de Reducción de
Armamento Estratégico (START-1) de 1991.1
Durante su estancia en Praga, el pasado mes de abril, el presidente Obama
pronunció un discurso con su visión de un mundo sin armas nucleares. Destacó
que la reducción de armas nucleares debe venir acompañada de reglas más
duras sobre cómo tratar con países que no cumplan con los tratados
internacionales vigentes, en referencia explícita a Corea del Norte y
posiblemente Irán.
En su visita a Rusia, del 6 al 8 de julio de 2009, Obama y Medvedev firmaron
un convenio marco a partir del START-1, en el que se señala que el nuevo
tratado debe firmarse a la brevedad, pues el actual pierde vigencia en
diciembre de 2009. En el acuerdo de 1991 ambos Estados se comprometieron
a no tener más de 1,600 portadores para el envío de armas nucleares
estratégicas (Strategic Nuclear Delivery Vehicles), 6,000 cabezas nucleares y
4,900 misiles balísticos, aunque estas cifras aún se están negociando.2
Logros del START-1
En diciembre de 2001, se registraban ya avances que apuntaban al
cumplimiento de los acuerdos de 1991. Rusia contaba, en 2001, con 1,136
instrumentos portadores y 5,518 cabezas nucleares, mientras que Estados
Unidos tenía 1,237 y 5,948 respectivamente. Ambos se encontraban ya dentro
de los límites acordados (1,600 portadores y 6,000 cabezas nucleares). A once
años de la entrada en vigor del START-1, Rusia planteó la renegociación del
tratado para contar con tiempo suficiente para renovarlo antes de que
expirara. En ese momento (2002) George W. Bush se negó a la negociación.
1 El START-1 se firmó en 1991 por Reagan y Gorbachov; entró en vigor en 1994; tiene una duración de
15 años que expira en diciembre 2009.
2 Federation of American Scientists, “Strategic Arms Reduction Treaty (START I),”
(http://www.fas.org/nuke/control/start1/index.html).
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Analítica Internacional
Como muestra la gráfica, en 1993, Bush y Boris Yeltsin firmaron una
actualización del tratado START-I, denominándolo START II. Este ajuste
prohibió el uso de los misiles intercontinentales con múltiples cabezas
nucleares y acuerda limitar el número de ojivas (cabezas nucleares) a entre
1,700 y 2,200 unidades a finales de 2012.
Escenario estratégico para 2009
Durante el mandato de George W. Bush el panorama estratégico nuclear se
complicó. Los problemas de verificación de los acuerdos aumentaron durante
su mandato y se violó el Tratado sobre Limitación de Sistemas Antimisiles, que
prohibía el desarrollo de estos sistemas por considerar que su instalación
ponía en riesgo todo el equilibrio estratégico, basado precisamente en la
imposibilidad de una defensa efectiva. Esto ocurrió en junio de 2002, lo que
llevó a que Rusia se retirara del START-II.
A la llegada de Barak Obama a la presidencia de Estados Unidos, el Kremlin le
solicitó abandonar el proyecto del escudo antimisiles en Europa del Este.
Estados Unidos aseguró que este escudo se dirige a posibles ataques
provenientes de Irán y que no estaba dispuesto a abandonarlo. El conflicto en
Georgia creó un ambiente poco favorable para continuar las negociaciones
para este tema. Sin embargo, a unos meses del término de la vigencia del
tratado START-1, Medvedev y Obama acordaron negociar un nuevo tratado
para reducir aún más el número de de cabezas nucleares.
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Analítica Internacional
A pesar de los avances en la negociación, el final no se ve cerca. Frente a la
posición estadounidense, Rusia plantea la necesidad de encontrar una fórmula
que garantice la uniformidad estratégica, es decir, que provea seguridad a
ambas partes. Desde la perspectiva rusa, esta ecuación debe incluir el tema
del escudo antimisiles. Esto complica el escenario de la negociación y, aunque
las dos partes parecen tener la intención genuina de avanzar, las dificultades
permiten diagnosticar un camino largo antes de alcanzar un nuevo tratado, lo
que no se ve probable antes de expirar el actual. Frente a este escenario, es
posible que ambas partes declaren apegarse a las disposiciones del actual
acuerdo, en tanto no se concrete el nuevo tratado.
*Con la colaboración de Alejandra Castro Olivet.
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