Los sentimientos son fisiología

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opinión
30 de enero de 2006 |
se descubrió que...
Los sentimientos
son fisiología
Luis González de Alba*
Uno de los neurocientíficos más
destacados del mundo, Antonio
Damasio, premio Príncipe de Asturias 2005 por sus trabajos acerca
de la conciencia como un producto
del cerebro y del cuerpo en su totalidad, señala en Looking for Spinoza
(Harcourt, 2003) que un daño en la
región prefrontal del cerebro hace
emerger a otra persona dentro del
mismo cuerpo.
“La conducta social es un área
de particular dificultad. No es fácil
para estos pacientes [con una lesión
en dicha zona] determinar quién es
confiable y guiar de acuerdo su conducta. A los pacientes les falta el sentido de lo socialmente apropiado. Se
despreocupan de las convenciones
sociales y pueden violar reglas de
ética […].
“Sus cónyuges notan esta falta
de empatía. La esposa de uno de
nuestros pacientes observó cómo su
esposo, quien previamente reaccionaba con cuidado y afecto siempre
que ella parecía preocupada, ahora
reaccionaba con indiferencia ante
las mismas circunstancias”. No
vuelven a ser personas independientes. “Cuando el daño se restringe a sectores laterales izquierdos
del lóbulo frontal tiende a no causar
este problema, aunque conozco al
menos una excepción; si el daño se
produce del lado derecho, sí lo causa. Daño en otras pocas regiones cerebrales, como el sector parietal del
hemisferio cerebral derecho, causa
problemas similares, aunque menos
puros, en el sentido de que otros
prominentes síntomas neurológicos
también están presentes”.
Baruch Spinoza es uno de los casos en que la filosofía se ha adelantado a la ciencia, la ha “prefigurado”,
como dice Damasio. El filósofo judío
sefardita portugués holandés fue
el principal oponente del dualismo
de René Descartes, según el cual,
aunque el cuerpo percibe, se requiere un elemento inmaterial para la
producción de sentimientos. Para
Spinoza, como hoy lo saben los neurofisiólogos, el pensamiento era un
producto del cuerpo. Por supuesto,
fue arrasado, demolido, por todas
las iglesias (la judía, la católica y
las protestantes) que veían en el
dualismo cartesiano la prueba filosófica, racional, de la existencia
del alma.
La expresión más notoria del
alma, o de la res cogitans cartesiana,
han sido siempre los sentimientos.
Pero otro portugués, Damasio,
ahora residente en Estados Unidos, presenta los siguientes argumentos en contrario: “Uno. Los
sentimientos individuales pueden
ser evitados dañando una región
discreta (delimitada) del cerebro;
la pérdida de un sector específico
de los circuitos cerebrales lleva a
perder un tipo específico de hecho
mental.
“Dos. Parece claro que diversos sistemas cerebrales controlan
diversos sentimientos; el daño de
un área en la anatomía cerebral no
causa la desaparición a la vez de
todo tipo de sentimientos.
“Tres. Y más sorpresivamente, cuando los pacientes pierden
la habilidad de expresar una cierta emoción, pierden también la
habilidad de experimentar el sentimiento correspondiente. Pero lo
contrario no es verdad: algunos
pacientes que pierden su habilidad para experimentar un cierto
sentimiento todavía pueden expresar la emoción correspondiente”.
Y a seguir la ruta, mental y
geográfica de aquel portugués
emigrado a un país más tolerante,
a Holanda, en el siglo XVII, se dedica el portugués emigrado en el
siglo XX a otro país, Estados Unidos, el cual le dio los medios técnicos y económicos para investigar
nada menos que el gozo, la tristeza, la conciencia y todo aquello
que, según la sociología del siglo
XX, la religión del I, la psicología
de la primera mitad del XX y la filosofía encabezada por Descartes
en el XVII, no debíamos investigar. De ello podemos concluir que,
como siempre, los extremos se
juntan y no lo saben. El materialismo conductista en psicología y la
sociología marxista levantaron las
mismas prohibiciones y, de forma
implícita, admitieron una zona
proscrita para la ciencia. Como
todos los muros, hoy lo vemos derrumbarse.n
*Escritor, periodista y
divulgador científico
FOTO: Adriana González | Gaceta Universitaria
Miravalle: problema
complejo
Carlos M. Orozco Santillán*
Lo más fácil para quienes evitan
debatir los temas de alta sensibilidad social es señalar categóricamente un culpable sin más argumento que el reduccionismo poco
responsable. Ese es el caso de los
“técnicos” y opinólogos espontáneos que intentan evadir su propia
incapacidad para contrarrestar y
entender el complejo problema de
la contaminación ambiental. Colonias como Miravalle, en Guadalajara, es una zona como las que
abundan en nuestro país, donde
los habitantes no tienen otra alternativa mas que cohabitar con las
máquinas, el humo industrial, pero
sobre todo, con el artilugio tecnológico que más víctimas provoca en
esta polucionada ciudad: los automóviles, el transporte público y el
de carga.
Por otro lado, la industria requiere de obreros, los cuales necesitan medios para llegar a sus respectivos centros de trabajo. Al mismo
tiempo, quienes viven en torno a la
zona industrial deben trasladarse
a sus respectivos centros laborales,
de estudio, esparcimiento o abasto.
Como agravante sabemos que
el caótico desplazamiento de miles
de ciudadanos desde, hacia y por
Miravalle, es el factor principal del
congestionamiento vial común en
el sur de la metrópoli, el cual ya
afecta a Loma Dorada, al Fraccionamiento Revolución, Las Juntas,
Polanquito y a otras colonias que
han sido ignoradas en la aplicación
de normas, presas de la impunidad
de aquellos que han evadido los
planes de “desarrollo urbano”.
Las mismas autoridades ambientales han reconocido lo que
los científicos de la UdeG señalan
constantemente: en la contaminación atmosférica, la presencia
de las emisiones de automotores
está 70 por ciento por encima de lo
que produce la industria, e incluso
las ladrilleras. ¿Por qué entonces
buscar nuevos culpables? Eso lo
podrían contestar quienes se han
negado a reconocer en el transporte deficiente y en la inseguridad
pública las variables que obligan a
la mayoría de los tapatíos a encontrar en el uso del automóvil contaminante, la opción para llegar al
trabajo o a la escuela y llevar a su
familia hasta los satisfactores necesarios.
De hecho, el ejecutivo estatal, los
líderes sindicales y los legisladores
saben que la solución de fondo es la
reforma a la ley estatal de vialidad
y transporte. Con esto también se
evidencia el entretejido de los intereses económicos y políticos ante el
hecho de que, de impulsar una iniciativa, necesariamente se afectará
más de un futuro político.
No obstante, esta función vital
de toda conglomeración urbana es
considerada, desde hace más de un
siglo, como el eje estratégico para la
sustentabilidad de una ciudad que
se precie de serlo. Hoy, queramos
reconocerlo o no, el sur de la zona
metropolitana presenta embolia
múltiple luego de una arterioesclerosis vial anunciada por el crecimiento del parque vehicular en 250
unidades diarias, consecuencia de
las variables que padecemos todos
los que vivimos en esta antes amable urbe.n
*Académico del Instituto de Estudios sobre Centros Históricos y
secretario general del STAUdeG.
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