¿Dónde está el altruismo Latino?

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Lunes 13 de noviembre del 2006 ❚ VALORES Y DINERO
PÁGINA 22
E
l altruismo empresarial está de nuevo de
moda. A mediados del
2006, mientras el calor
arrasaba en Occidente, el magnate Warren Buffet deslumbraba el
mundo entero al donar 85% de su
fortuna -31,000 millones de dólares, nada menos que 0.25% del
Producto Interno Bruto (PIB) de
Estados Unidos- a una fundación
privada creada por el también
estadounidense Bill Gates.
Poco después, en octubre
del 2006, el antiguo máximo responsable de Goldman Sachs, John
Thornton, decidía donar 10 millones de dólares para impulsar la
creación de un centro de estudios
sobre China en la Brookings, en
Washington y Beijing.
Estas fortunas, erguidas
desde los mundos supuestamente fríos de las finanzas y de las
tecnologías, abrasaban así, con
una generosidad nada retórica, el
verano de los antiimperialistas,
sorprendidos bajo el sol estival
por semejante derroche.
Esta generosidad resultó ser
contagiosa. Poco después, desde la
misma Mumbai, otro capitalista,
fundador del conglomerado minero indio Vedanta, donaba 1,000
millones de dólares de su fortuna
personal -estimada en algo más del
triple- para crear una universidad.
El mundo latino permaneció, sin embargo, inmune, ajeno
a esta epidemia de generosidad
empresarial. Ninguna de las colosales fortunas latinoamericanas se estremeció.
Si bien existen también
fundaciones empresariales por
toda América Latina, ninguna
alcanza el tamaño de sus primas
hermanas estadounidenses, a
pesar de que la región concentra
algunas de las mayores fortunas
individuales del planeta.
Tampoco en Europa se presenció algún movimiento análogo por parte de las grandes
fortunas del continente.
Las donaciones de Buffet,
Gates y Thornton seguirán alimentado la larga tradición filantrópica estadounidense. La del
empresario indio ejemplifica que
no hay, sin embargo, ningún cromosoma específicamente anglosajón que explica este tropismo.
El grueso de estos montos
irá a parar en proyectos de ayuda
al desarrollo y lucha contra las
enfermedades en los continentes más pobres del planeta. Una
parte también impulsará equipos
de investigación punteros, otros
fluirán hacia universidades y
thinktanks, vitalizando investigación y desarrollo.
¿DÓNDE ESTÁ
EL ALTRUISMO LATINO?
JAVIER SANTISO
Lo mismo ocurre con algunas instituciones de América
Latina, como el Instituto
Tecnológico Autónomo de México
(ITAM), o la Getulio Vargas, en
Brasil, sólo por mencionar a dos
de ellas.
Potencialmente, todas podrían ser candidatas para levantar
endowments. Con instrumentos
fiscales adecuados podrían seguir,
aunque sea de lejos, los pasos de
sus rivales estadounidenses.
❚ Bonos universitarios
El ITAM, una de las instituciones superiores con más potencial de desarrollo a nivel mundial. (Óscar Estévez)
Los gobiernos europeos y latinoamericanos deberían pararse
un tiempo sobre estos ejemplos.
Los incentivos fiscales son algunas
de las claves explicativas, nada
culturales, de esta filantropía.
❚ Filantropía
y educación
El filantropismo privado es también una de las claves del éxito
del sistema universitario estadounidense. La fuerza de éste reside
en su capacidad de innovación
y eficiencia para levantar instituciones deslumbrantes por su
reverberación internacional (en
el último cuarto de siglo los científicos estadounidenses se llevaron 105 de los 151 Premios Nobel
en ciencias duras).
Universidades como Harvard y Massachusetts Institute of
Technology (MIT) encabezan todas las clasificaciones mundiales
universitarias. En los rankings
de las 10 mejores carreras económicas, por ejemplo, no aparece
ninguna institución europea o
latinoamericana.
La paradoja es que, al
mismo tiempo, los departamentos de economía de todas estas
universidades están repletos de
europeos y latinoamericanos.
Así, en la prestigiosa MIT nos
encontramos, por ejemplo, con
los franceses Olivier Blanchard
y Esther Duflo, el argentino Iván
Werming, el venezolano Roberto
Rigobón y el chileno Ricardo
Caballero.
Podríamos multiplicar los
ejemplos para descubrir que el
grueso del capital humano de estos departamentos lo constituyen
extranjeros, abundando entre ellos
europeos y latinoamericanos.
La especificidad de estas
instituciones es haber sabido
innovar a la hora de captar y
gestionar sus recursos. No existe
nada comparable en España y en
América Latina a los gigantescos
endowments de las universidades estadounidenses. El mayor
de ellos, el de Harvard, acumula
en sus arcas un tesoro superior
a los 25,000 millones de dólares. A título de comparación, la
universidad de Oxford apenas
atesora una décima parte de esta
cantidad. El endowment de sus
tres principales colleges apenas
se aproxima a los 200 millones
de dólares en el 2006.
La última campaña de fondeo desencadenada por la sola
Harvard Business School, una
de las muchas unidades de la
matriz bostoniana, se saldó con
un monto total de 600 millones
de dólares.
Ésta sería otra lección por
meditar. Estas universidades han
sabido acumular tesoros financieros impresionantes y una estructura organizativa autónoma,
alejada de las herencias medievales de muchas venerables instituciones europeas.
La diferencia la hace en este
caso el sector privado: los fondos
públicos en la educación superior
europea representan 1.0% del PIB
de los 25 países miembros de la
Unión, una proporción similar a la
de Estados Unidos. Sin embargo, en
este último país, el financiamiento
del sector privado añade otro 1.4%
del PIB, mientras en Europa apenas
alcanza 0.1 por ciento.
También las universidades americanas gestionaron sus
tesoros financieros de manera
mucho más dinámica y autónoma. El mercado de los gestores
financieros de los endowments
universitarios es uno de los más
dinámicos y competitivos del
mundo anglosajón.
Así, en el 2006, la Harvard
Management Company se hizo con
el gestor estrella de Pimco, uno de
los mayores gestores privados de
renta fija emergente. MohamedEl-Erian se encuentra hoy al mando de los billones de dólares del
endowment de Harvard.
En Europa, nada comparable. Tampoco en el mundo latino, sea en España o en América
Latina. Salvo algunas excepciones, no existen endowments
universitarios por manejar. En
el 2006, en un intento europeo
relativamente aislado, Oxford
Investment Management se ha
dotado de un equipo de gestión
importado de la City procedente
de Deutsche Asset Management.
España podría, sin embargo,
innovar en este ámbito. El país se
ha dotado de algunas instituciones
punteras en el ámbito de las carreras económicas y empresariales.
Desde Barcelona, IESE, ESADE y
la Pompeu Fabra, se han hecho
así unos huecos apreciables en los
escalafones internacionales.
En Madrid, el Instituto de
Empresa también se alzó en lo
más alto de los rankings internacionales. Detrás, como siempre,
hay innovación y desarrollo, individuos con recursos y talentos. Sin
embargo, uno podría pensar en
soñar lo que podrían ser cada una
de ellas con endowments.
Pero podríamos ir más allá. ¿Por
qué no imaginar igualmente el
desarrollo de un mercado de bonos universitarios comparable al
de Estados Unidos? En ese país,
el activismo financiero por parte
de estas instituciones es máximo:
en el 2005, las universidades realizaron un total de 665 emisiones
de bonos, todo un récord. La banca de inversión Lehman Brothers
estima que entre el año 2000 y
el 2005 estas emisiones se han
triplicado, alcanzando un total de
33,000 millones.
Muchas emisiones, por si
fuera poco, fueron realizadas
con fiscalidades atractivas e incluso sin fiscalización. Canjear
deuda por educación puede ser
una respuesta al subdesarrollo en
América Latina.
Pero, ¿por qué no imaginar un mercado latino de bonos
universitarios? Éste, incluso,
se podría desarrollar también
desde Europa, con una base
española. El Banco Europeo
de Inversiones, la Corporación
Andina de Fomento e, incluso, el Banco Interamericano de
Desarrollo, podrían contribuir
en desarrollar estas emisiones,
aportando garantías e incluso
liquidez para iniciar el desarrollo, al igual que iniciaron
para estimular los mercados de
deudas en monedas locales.
Las agencias de ratings podrían iniciar calificaciones, los
gestores de activos mover fichas,
y los empresarios alentar donaciones para constituir colchones,
endowments, iniciales.
Todo ello puede que no sea
más que un sueño. Sin embargo,
sería un rotundo desmentido para todos aquellos convencidos de
que la filantropía es una cuestión
de cromosomas exclusivamente
anglosajón.
◗ Javier Santiso es Economista
Jefe y Director Adjunto del Centro
de Desarrollo de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos, OCDE.
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