“V CONGRESO REGISTRAL PARAGUAYO” El Registro responde a la necesidad humana de almacenar información, de encontrar una base permanente que recoja hechos significativos para la comunidad, un soporte escrito que sirva de «memoria colectiva». De ahí que la registración se produzca normalmente a través de procesos ceremoniales, bajo la intervención de la autoridad y de un modo formal y dignificado. El Registro de la Propiedad forma parte de un subsistema de seguridad…Es una INSTITUCIÓN destinada a GARANTIZAR la estabilidad del TRÁFICO JURÍDICO y, con ello, dos fenómenos económicos de muy remoto origen: el intercambio y el crédito. Como instrumento de tutela de tráfico, la idea de registro se inserta de modo natural en la estructura y función del Derecho, porque todo ordenamiento legal tiene una finalidad de garantía que distribuye «certeza ordenadora»: certidumbre del supuesto de hecho y de la consecuencia jurídica; atribución de posiciones firmes, posibilidad de cálculo y previsión respecto de los efectos del comportamiento social. La finalidad asignada a los modernos registros de la propiedad consiste en que los derechos de la propiedad sobre los bienes registrados sean seguros y, simultáneamente, que las transacciones con los mismos sean ágiles. Esto es, que los derechos de propiedad sobre bienes registrables sean, simultáneamente, seguros y fácilmente transmisibles. Los Registros de la Propiedad están llamados a actuar en la fase no contenciosa del Derecho. Como instancia de control de la legalidad contribuye decisivamente a la depuración de la titulación jurídica y, con ello, a la prevención de los conflictos. Para cumplir dicha función debe ejercer una actividad característica: el de la calificación registral. La calificación registral se fundamenta en el principio de legalidad, principio, a su vez, indisolublemente unido a los efectos legitimadores del Registro. En virtud de este principio, los documentos que aspiren a la protección registral deben ser sometidos a una previa comprobación, examen o calificación , a fin de que solo una titulación válida y perfecta pueda tener acceso a los libros del registro. Para una doctrina mayoritaria, la función calificadora tiene una naturaleza especial, y debe incluirse entre los actos de jurisdicción voluntaria realizados por un órgano no judicial. 1. Una vez promovida la actividad registral a través de una solicitud de inscripción el Registrador realiza un juicio lógico de análisis fáctico y subsunción jurídica que desemboca en su resolución o pronunciamiento : práctica de la inscripción, denegación u observación. Sin embargo, deben realizarse las siguientes advertencias: La calificación no se limita al examen del documento para dictaminar si es o no ajustado a Derecho; se extiende también al contenido del Registro a fin de comprobar si la titulación presentada es o no compatible o congruente con sus pronunciamientos. Los títulos no son válidos porque se inscriban, se inscriben porque son válidos; pero no todos los títulos, aún eficaces y perfectos, pueden acceder al Registro. Para ello han de reunir, además los requisitos exigidos por la legislación hipotecaria o registral. Y si bien la inscripción no añade validez a los derechos registrados, los reviste, sin embargo, con el manto protector de la publicidad registral situándolos en el tráfico y en el mercado jurídico-comercial. 3. La calificación debe ser comprendida y estudiada en el marco de los principios básicos de cada sistema registral. Estos 3 preceptos determinan, en esencia, la extensión y alcance de la función calificadora. 2. Es una función de control de legalidad que legitima social y jurídicamente los efectos privilegiados del Registro 2. Es una actividad personal que no puede delegarse. Es por ello que al Registrador le está vedada la posibilidad de realizar consultas al superior sobre materias o cuestiones específicas sujetas a su calificación 3. Es una función inexcusable 4. Es una actividad independiente que debe ser inmune al apremio judicial o a la imposición administrativa 5. Se ejerce bajo la responsabilidad del Registrador que puede ser: civil, penal y/o administrativa. 1. 6. 7. 8. Debe efectuarse en forma global y unitaria, es decir, de una vez y con inclusión de todos los defectos observados. Exigencia ésta que solo se mantiene durante la vigencia del mismo asiento de presentación porque si éste llegare a caducar y los títulos fueran presentados nuevamente, habrán de ser objeto de una nueva calificación que podrá ser distinta a la anterior. La calificación puede recurrirse por las vías recursivas establecidas. Es revisable por el mismo Registrador en los casos de documentos observados. El Registrador calificará exclusivamente por lo que resulte de los títulos y de los asientos del Registro. Con ello se establece cierta limitación en los medios calificadores, que resulta más patente si se tiene en cuenta la amplitud de la materia a calificar. Sin embargo se trata de una exigencia ineludible: lo que no está en los documentos presentados ni en los asientos registrales debe ser excluido a efectos de calificación; lo contrario supondría investir al Registrador de funciones jurisdiccionales. El Registrador no puede cuestionar los fundamentos de las resoluciones judiciales ni los extremos amparados por la fe pública notarial; no debe exigir prueba de los hechos negativos ni basarse en presunciones o circunstancias indemostrables en el procedimiento registral. Tampoco tiene capacidad de comprobación en cuanto a los datos físicos de las fincas, no puede exigir la acreditación auténtica del estado civil de los otorgantes ni apreciar la eventual concurrencia de los vicios del consentimiento, y, desde luego, no debe acudir en su calificación a datos o noticias extrarregistrales de las que pudiera tener conocimiento por otras causas o motivos. Salvados estos límites, y en el ámbito de la contratación privada, sus facultades calificadoras son íntegras y plenarias. El Registrador puede y debe tener en cuenta documentos pendientes de despacho relativos al mismo bien o que afecten a su titular, aunque hayan sido presentados con posterioridad, si bien esta facultad, no puede llevarse hasta el extremo de desnaturalizar el propio principio de prioridad. 1. CIERTAS MATIZACIONES fuera de la doctrina tradicional : En la práctica diaria, desde la comunicación de los defectos hasta la consignación de la nota oficial denegatoria, se abre un paréntesis temporal durante el cual los interesados o los operadores jurídicos intervinientes pueden exponer al Registrador razones y argumentos en su favor o poner de relieve hechos, circunstancias o situaciones que aclaren o justifiquen la documentación aportada. De hecho, frente al rigor y al automatismo de la vía administrativa, el procedimiento registral arbitra, durante este período, una suerte de recurso informal de reposición y facilita una relación dialógica que abre nuevas perspectivas y permite acceder a la realidad fáctica, jurídica y económica que late tras el soporte documental. 2. 3. Se ha dicho que el Registrador no puede calificar basándose en datos extrarregistrales o en las noticias particulares que tuviera acerca de los extremos enjuiciados; pero, en mi criterio, puede y debe tomar en consideración acaecimientos o sucesos plenamente notorios a la comunidad. Que la calificación no pueda apoyarse en elementos extrarregistrales no impide al Registrador utilizar recursos auxiliares que faciliten el acierto o allanen el ejercicio de sus funciones. Una vez ingresados los documentos y distribuidos a cada dependencia registral, el Registrador pasará a examinarlos, con los siguientes posibles resultados: 1. CALIFICACIÓN POSITIVA: se produce cuando el Registrador considera que los títulos presentados guardan congruencia con la situación tabular preexistente y reúnen los requisitos legales para su registración. 2. CALIFICACIÓN NEGATIVA: se produce cuando el Registrador, a la vista del título y de los pronunciamientos de los asientos registrales vigentes, aprecia la concurrencia de causas o motivos de suspensión o denegación ; es decir, detecta la presencia de faltas subsanables o insubsanables que impiden, ya sea en forma provisional o bien, condicionada, el acceso a los libros del registro. FALTAS SUBSANABLES: son aquellos defectos de que adolece un título presentado a inscripción tanto en su aspecto formal como material, que además de ser susceptibles de rectificación, únicamente determinan la ineficacia registral provisional de la relación jurídica creada, y en consecuencia permiten mantener la prioridad derivada del asiento de presentación primitivamente practicado, sin necesidad de una nueva presentación de la titulación complementaria. FALTAS INSUBSANABLES: son las faltas que determinan la ineficacia registral del título presentado, exigiéndose en caso de ser objeto de subsanación, una nueva presentación, sin que a estos efectos mantenga su vigencia la prioridad ganada con el asiento de presentación primitivamente practicada….»Defectos en los documentos», op, cit, pág. 285 Javier Gómez Galligo. Registrador Español A. B. Calificación de los documentos administrativos: la misma se limita, en principio, a la legalidad de las formas extrínsecas. No obstante, se considera ajustada la posición registral de extender la calificación a la competencia del órgano; a la congruencia de la resolución con el expediente seguido; a los trámites esenciales del procedimiento; a la relación de éste con el titular registral y a los obstáculos que surjan del Registro. Calificación de los documentos judiciales: la calificación en éstos casos se limitará a la competencia del Juzgado o Tribunal, a la congruencia del mandato con el juicio en que se hubiere dictado, a las formalidades extrínsecas del documento presentado y a los obstáculos que surjan del Registro. 1. 2. Los asientos registrales producen efectos erga omnes, frente a todos, mientras que las decisiones judiciales producen únicamente efectos inter partes. Dentro de su respectivo campo el Registrador y el Juez son autónomos y, en cierto modo, soberanos, y el segundo no puede imponer la extensión de un asiento determinado, como el primero no puede alterar los pronunciamientos de un fallo. Los asientos del Registro están bajo la protección de los Tribunales y producen todos sus efectos mientras no se declare su inexactitud en los términos establecidos por las leyes. Por tanto, nadie puede perturbar los derechos e intereses de terceros mientras esos terceros permanecen en indefensión. 3. Hay que tener en cuenta el Principio de la Legalidad: el Registrador está sometido a requerimientos de juridicidad y debe proceder siempre de manera ajustada a Derecho. A su vez, las decisiones judiciales solo puede ser ejecutadas de conformidad a las leyes: con una sentencia dictada en el seno de una contienda inter partes, no puede pretenderse de la institución registral, ajena totalmente al procedimiento, la extensión de un asiento erga omnes contrario a las normas sustantivas que regulan su funcionamiento; sin perjuicio, obviamente, de que la calificación denegatoria pueda ser revisada por los Tribunales en el proceso establecido al efecto. EN DEFINITIVA: El respeto a la función jurisdiccional que corresponde en exclusividad a los Jueces y Tribunales, impone a todas las autoridades y funcionarios públicos, y también a los Registradores, la obligación de cumplir las resoluciones judiciales que hayan ganado firmeza o sean ejecutables de acuerdo con las leyes. No obstante, ni siquiera las resoluciones judiciales pueden entrar automáticamente al Registro sin pasar por el tamiz de la calificación registral. La calificación registral se extiende en éste caso a la legalidad de las formas extrínsecas, a la capacidad de los otorgantes y a la validez de los actos dispositivos contenidos en la escritura pública. Es decir, el Registrador deberá examinar los siguientes extremos: a) La competencia del funcionario autorizante b) La capacidad jurídica y de obrar de los intervinientes c) La legitimación para disponer en relación con el objeto d) El cumplimiento de las exigencias formales e) La observancia de los requisitos establecidos en la ley registral Por el contrario, quedan excluidos de la calificación: a) los aspectos amparados por la fe notarial, la cual se extiende a la exactitud de los hechos que el notario percibe por sus sentidos y a la autenticidad y fuerza probatoria de las declaraciones de voluntad contenidas en el instrumento públicos; b) los motivos que impulsan a las partes a la celebración del negocio; c) la lesión contractual que pudiera sufrir uno de los otorgantes o los posibles vicios del consentimiento, salvo que su apreciación resultara del propio título; d) la prueba de los hechos negativos; e) aquellos extremos de los que tuviera conocimiento a través de noticias particulares o datos extrarregistrales. El ámbito y extensión de la labor calificadora respecto de los documentos notariales, responde a una experiencia consolidada a través del tiempo, resulta consagrada en la ley y los reglamentos y ha sido confirmada en numerosos fallos jurisprudenciales. No obstante, y con cierta frecuencia aparecen posturas doctrinales que cuestionan, por excesivo, el alcance del control registral o censuran la concurrencia de funcionarios –notario y registrador- a la valoración jurídica de un mismo título, en una suerte de duplicidad de funciones o doble calificación que se considera ineficiente e innecesaria. DISPOSICIONES LEGALES Y REGLAMENTARIAS “Al pie de todo título que se inscriba en el Registro de Inmuebles o en el de las Hipotecas, el Jefe de la Sección pondrá una nota, firmada por él, que exprese la especie de la inscripción que se haya hecho, su fecha, la Sección de Registro, tomo y folio en que se encuentran, el número de la finca y el de la inscripción realizada. En caso de que a juicio del Jefe de Sección no pueda ser inscripto un título, pondrá al pie del mismo una nota negativa fundada, de la que podrá recurrir el interesado ante la Dirección de la oficina correspondiente, y si ésta dispusiera la inscripción, se hará bajo su responsabilidad. Si la Dirección, la denegare, el interesado tendrá recurso, sucesivamente, para ante el Director General de los Registros y el Tribunal de Apelación en lo Civil, si la decisión de aquél fuese igualmente denegatoria” “Si el testimonio del instrumento presentado para su inscripción careciera de algunos de los recaudos formales, el Jefe de Sección lo devolverá al interesado para que éste proceda a subsanarlo en el plazo de treinta días, durante el cual subsistirá la reserva de prioridad. Esta ampliación de reserva será computada desde la fecha de expedición por mesa de salida de la observación consignada. Vencido éste plazo se perderá la reserva de prioridad, pudiendo ser subsanados los defectos detectados, en cualquier tiempo. En todos los casos en que el Registro no inscribiese el documento, se anotará automáticamente en forma provisional, por un plazo no mayor a noventa días o hasta que recaiga resolución firme y ejecutoriada en caso de apelación, vencido el cual, el Registro procederá a inscribirlo definitivamente o levantar la anotación provisional, según corresponda.” La competencia del Registrador para entender en la calificación del título La calidad inscribible del título (art. 269 del C.O.J.) La adecuación del documento al asiento registral: titular, derecho y objeto; La existencia de obstáculos que emanen de la partida o asiento en la que deberá practicarse la inscripción; Si el título ingresó dentro del plazo de reserva de prioridad del certificado de condiciones de dominio, y si existen documentos pendientes de registración relativos al asiento, que puedan impedir temporal o definitivamente la inscripción; El cumplimiento de la forma instrumental establecida en la ley para el acto o derecho que pretenda la toma de razón; La existencia de causales de nulidad y anulabilidad de los instrumentos públicos en general y de las escrituras públicas en particular (Arts. 376, 377, 378 y 396 del Código Civil y otras disposiciones contenidas en leyes complementarias); Verificar la competencia material y territorial del funcionario público o notario que autorice el documento; Verificar la representación invocada por los otorgantes conforme a lo que resulte del documento, de la partida o asiento registral vinculado al acto materia de inscripción y de la certificación obtenida del Registro de Poderes, si correspondiere; Verificar que el notario haya solicitado y consignado en el cuerpo de la escritura los certificados previos exigidos por ley para la autorización de escrituras que creen, modifiquen o transmitan derechos reales y si la fecha del otorgamiento del acto está conforme al plazo de reserva de prioridad o de validez de los certificados mencionados en el titulo; Verificar el pago de tasas judiciales y especiales establecidos en la ley y de los demás tributos que graven el acto jurídico siempre que la ley no disponga de otra manera; Verificar la existencia de otros derechos reales, restricciones de dominio, gravámenes, medidas cautelares y anotaciones preventivas propiamente dichas con prioridad sobre el derecho que pretende inscripción o que impidan la registración del documento. La calificación por el registrador debe ser inicialmente completa o integral, ya que debe poner de manifiesto al rogante de la totalidad de los defectos ostensibles de que adolezca el título sobre el que se ha ejercido el control, toda vez que la comprobación de la legalidad del instrumento registrable no se desarrolla en etapas ni versa sobre aspectos concretos a examinarse escalonadamente. En este sentido es inmutable la calificación formulada y rige el principio de estabilidad del acto administrativo, claro que ello no impide que pueda rectificar su juicio, en todo o en parte y conformarse con la petición del recurrente. Un BUEN REGISTRO DE LA PROPIEDAD define quién es el propietario y qué cargas pesan sobre los bienes inscriptos. Constituye así un catalizador esencial de la actividad económica, pues estimula la inversión, facilita el comercio y abarata el crédito. Al asegurar la propiedad, da a los propietarios confianza para invertir, pues ya no necesitan gastar recursos en proteger la posesión de sus bienes y hacer valer sus derechos. Así mismo, al clarificar quién ostenta los diversos derechos sobre cada propiedad, elimina los “costes de transacción” que, en forma de asimetrías o desigualdades informativas, aparecen entre las partes a la hora de contratarlos. Por último, al definir quién es propietario de cada bien y qué cargas lo gravan, hace posible que los mismos se usen como garantía, lo que elimina el riesgo de insolvencia y abarata el crédito. Los recursos productivos se mueven así fácilmente hacia quienes más los valoran, y pueden agotarse las oportunidades de especialización y desarrollo. En definitiva, UN BUEN REGISTRO en el que se realicen plenamente los principios registrales, que éstos tengan plena aplicación, son elementos coadyuvantes para el imperio de excelentes condiciones para que se cristalice la mentada SEDURIDAD JURÍDICA. Gracias por su amable atención