El “efecto Pygmalión” “Para el profesor Higgins yo seré siempre una florista, porque él me trata siempre como a una florista: pero yo sé que para usted puedo ser una señora, porque usted siempre me ha tratado y me seguirá tratando como a una señora”. (Eliza Doolittle, en Pygmalión, de G. B. Shaw) Cuenta Ovidio en su Metamorfosis que Pygmalión, rey de Chipre, esculpió una estatua de mujer tan hermosa que se enamoró perdidamente de ella. Luego invocó a sus dioses, y éstos convirtieron la estatua en una bellísima mujer de carne y hueso, a la que Pygmalión llamó “Galatea”, se casó con ella y fueron muy felices. A este conocido mito cultural, escritores y pensadores de todo tipo, en especial psicólogos y pedagogos contemporáneos, le atribuyen el sentido siguiente: persona, abrigamos cuando le nos relacionamos comunicamos acerca de ella, las las con una esperanzas que cuales pueden convertirse en realidad. En términos algo más técnicos: las expectativas que una persona concibe sobre el comportamiento de otra pueden convertirse en una “profecía de cumplimiento inducido”. Reflexiona y enumera cinco personas que a lo largo de tu vida ejercieron de pygmaliones positivos. En caso de que no recuerdes a esas personas que hayan ejercido una influencia positiva intenta enumerar cinco que ejercieran de pygmaliones negativos. El “efecto Pygmalión” 1-1