Maltrato Infantil y Psiquesoma El Aparato Psíquico como Psiquesoma

Anuncio
 Maltrato Infantil y Psiquesoma El Aparato Psíquico como Psiquesoma El trabajo que presenta a continuación no trata del hambre como causante de deficiencias proteicas esenciales al cerebro, desgraciadamente un fenómeno bastante generalizado en la argentina. Mis propuestas son las de asumir al Aparato Psíquico descubierto por Freud como Psiquesoma como Aparato psicosomático, enriqueciendo y complejizando todos los desarrollos existentes acerca de las instancias psíquicas y respondiendo, creo, a la amplitud del impulso teórico que el creador del psicoanálisis le dio a ésta disciplina que todavía espera su contrastabilidad científica. El punto que elegí para probar esto, la unidad psicosomática, la “residencia psicosomática” (Winnicott) es el afecto y, dentro de todos los afectos, a la Angustia. Como dije antes, el trabajo que presento no trata del hambre y las deficiencias intelectuales que deja como secuelas, éste trabajo trata de la angustia, cuando está muy lejos de constituirse como señal, como el significante afectivo que nos permite huir, luchar, tramitar la situación peligrosa de alguna otra manera. Recordaré mi propuesta para considerar la estructura de todos los afectos pero indudablemente de la angustia. Los componentes de aquello que consideramos homogéneamente “afecto” son los siguientes: 1. Percepción (Interna o externa). 2. Disparo de la Neurona Llave freudiana, con los conocimientos actuales: disparo de la estructura cerebral amígdala perteneciente al sistema límbico. 3. A partir de la amígdala, descarga neurovegetativa o “inervación neurosecretoria” freudiana, la que culmina desde la hipófisis hasta la glándulas suprarenales con la producción de la hormona cortisol. Esta descarga debe ser considerada como “Clave de Afecto” y es parte del “Desarrollo de Afecto” freudiano. 4. Información de la clave de Afecto que retorna desde el cuerpo al Aparato Psíquico el que, eventualmente lo tramita hasta conciencia o “C” con lo cual se convierte en afecto propiamente dicho o simplemente Afecto, como descarga en conciencia de todo el proceso de Desarrollo de afecto. (Lucioni, Actualidad Psicológica de Abril 2002 y trabajo más extenso informado a S.P.S. EN EL 2001). Este artículo por lo tanto trata de la angustia no detenida por la lucha, la huída, o el consuelo , y ,en términos generales, el fracaso del procesamiento psíquico como afecto propiamente dicho , situaciones en las cuales el cortisol, por ejemplo, opera como el mas liso y llano veneno autoproducido con efectos devastadores en el psiquesoma. El cortisol es uno de los componentes tóxicos de la angustia desesperanzada y, nuevamente reconozco a Freud como creador de la idea, en su primerísima teoría de la angustia conocida como teoría tóxica y que no debe ser confundida con lo que, desde mi punto de vista, es la segunda teoría de la angustia que es la correspondiente a “Lo Inconsciente”. Yo propongo que la teoría de la angustia de “Inhibición, síntoma y angustia” es la tercera teoría freudiana de la angustia, las dos primeras fueron confundidas por el propio Freud.‐La teoría francamente autocriticada por el mismo creador del psicoanálisis es la segunda. Por lo que explicité anteriormente los afectos son psicosomáticos, procesamientos representacionales y, por lo tanto, mnémicos de descargas neurovegetativas. Vía por la cual obtenemos una bisagra teórica decisiva para concebir la unidad psicosomática. El psicoanálisis en su freudismo original planteó una situación que parecería inapelable: Las primeras memorias, las que se estableen en la infancia preceden y configuran a las memorias posteriores, los elementos cognitivo‐afectivos de la infancia determinan y condicionan a la experiencia posterior y adulta. Muchas críticas hemos recibido desde opciones terapéuticas que proponen abreviar los tratamientos “ocupándose del presente” y “de resolver los síntomas”. En realidad los psicoanalistas no vamos a buscar a la infancia ni a “revolver el pasado”. Nuestra técnica sólo indica no acallar y no enceguecerse frente a la radiante presencia del placer y el dolor infantiles. Ambos son parte ineludible de lo actual y de la resolución de lo actual. Fijaciones a los amores‐placeres infantiles y fijaciones al trauma infantil activados en el presente de la madurez, son la cosecha cotidiana en nuestras sesiones. Aunque los neurocientíficos están lejos de reconocernos como predecesores, están realizando descubrimientos que constatan las más antiguas tesis del psicoanálisis: nuestro Psiquismo no es otra cosa que una articulación de memorias, una complejísima estructura simbólica que une lo biológico con lo histórico‐cultural. Si ese psiquismo es una historia, siempre me resultó obvio que el cerebro debía mostrar, tarde o temprano, su plasticidad a la experiencia. Y así es. En consonancia con el psiquismo del que es soporte, el cerebro está historizado por su experiencia, sus aprendizajes cognitivo‐
emocionales, por sus percepciones en el placer y el dolor. Martín Teicher en “Investigación y Ciencia” de mayo de 2002 resume investigaciones propias y ajenas demostrando que el maltrato infantil de diferentes órdenes, siempre ha supuesto descargas neurovegetativas de angustia, las que reiteradas o sostenidas PRODUCEN ALTERACIONES EN EL SISTEMA LIMBICO DEL CEREBRO, CENTRO ESENCIAL PARA LA REGULACIÓN DE LAS EMOCIONES Y LA MEMORIA. Dentro del sistema límbico, el hipocampo tiene importancia en la formación y recuperación de la memoria verbal y emocional, en términos freudianos: tiene importancia en la formación y funcionamiento del sistema Preconciente‐Conciente. No estoy sosteniendo con esto que el hipocampo sea el Preconciente‐Conciente sino que es una de las varias estructuras cerebrales implicadas en las funciones que a nivel psicológico llamamos Prec. Cc. La amígdala cerebral también forma parte del Límbico, siendo la encargada principal de formar los contenidos emocionales de la memoria, es decir, está encargada de gran parte de los procesamientos afectivos como desarrollo de la clave de Afecto. En 1997 se informó que mujeres abusadas en la infancia presentaban una reducción en el tamaño del hipocampo izquierdo, otro grupo de investigación precisó que la reducción en el hipocampo izquierdo era del 16% y la amígdala se había empobrecido en un 8%. Se habían empobrecido por lo tanto la formación y la recuperación verbal de los recuerdos y su procesamiento emocional. Eran mujeres ezquizoides con historia de maltrato infantil. Las reducciones mencionadas se correlacionaron con depresión, hostilidad e irritabilidad. El hipocampo, según descubrimientos muy recientes, es un lugar en el que se originan nuevas neuronas en tiempos post‐natales del organismo. Pero también es una de las zonas que posee mayores receptores de la hormona cortisol en la cual concluye la descarga neurovegetativa de angustia. El cortisol no regulado como final de angustia es lo más parecido a un veneno engendrado por nuestro cuerpo, entre otras cosas DEFORMA A LAS NEURONAS DEL HIPOCAMPO Y PUEDE MATARLAS. También mata a las neuronas que se estén formando. Una de las consecuencias más impactantes del stress o angustia y su cortisol es que altera la estructura de la amígdala alterando el receptor del neurotransmisor GABA QUE ES UN CALMANTE PRIMARIO de la excitabilidad eléctrica de las neuronas. Se vincula entonces a la irritabilidad psicológica. Un sofisticado y nuevo electroencefalograma da cuenta del disminuido desarrollo de los intercambios neuronales, substrato de la vivacidad psicológica y si se quiere, una de las formas biológicas de Eros. Los pacientes maltratados en la infancia tenían una disminución macro del hemisferio izquierdo cerebral y cuando se les hacía evocar recuerdos perturbadores usaban el hemisferio derecho, en los no abusados, lo usual es el uso del hemisferio dominante, es decir del izquierdo. En los maltratados había menos integración interhemisférica, lo cual supone menos riqueza en la modulación de la experiencia y sobre todo disminución de la capacidad verbal para procesar experiencia cognitivas intensamente emocionales.‐El cuerpo calloso que conecta a los dos hemisferios también y consecuentemente está disminuido. Otro sofisticado y novedoso método que estudia el flujo de sangre que consumen las diferentes partes del cerebro activo muestra que otro núcleo cerebral, el vermis, no funcionaba normalmente en personas que tenían historial de abusos: con ésta insuficiencia no podía aplacar la irritabilidad límbica en sus niveles más altos. La irritabilidad eléctrica límbica puede producir síntomas de agresividad o se correlaciona con la agresividad, exasperación y ansiedad, la actividad eléctrica anormal del lóbulo temporal se observa en personas proclives al suicidio o al comportamiento autodestructivo. Fuera cual fuera el nivel de los síntomas de irritabilidad límbica el nivel de sangre fluyente en el vermis era claramente menor en las personas que habían sufrido maltrato infantil. El flujo menor de sangre está implicando menor actividad en una estructura que tiene funciones inhibitorias o calmantes sobre la irritabilidad psicológica correlacionada con la irritabilidad límbica. Lamentablemente, muchos neurocientíficos como el autor que cito piensan que estas anomalías neurofisiológicas son causa que invalida a las causas psicológicas, cuando lo que están probando es que el cerebro está moldeado bioquímicamente por la experiencia humana, por las condiciones ambientales y psicológicas en que le toca desarrollarse. Las conclusiones del equipo de Martín Teicher son que el maltrato a una edad muy temprana, el stress que yo considero lisa y llanamente angustia, configuran un agente que es tóxico en el mas lato sentido del término, porque esa angustia tiene un correlato físico envenenante que dificulta el desarrollo normal y ordenado del cerebro. La correlación psicológico‐somática corre por mi cuenta, pero el daño físico es descubrimiento de Teicher y predecesores. Tanto esos neurocientíficos como Freud y como yo, siguiéndolo, nos ubicamos siempre en la perspectiva de la evolución. Esa perspectiva nos coloca permanentemente en la hipótesis de que los cerebros evolucionaron como órganos de memoria y aprendizaje. Los cerebros evolucionaron para ser moldeados por la experiencia, eso es el Aparato Psíquico. Ese Aparato Psíquico formado por historias es ése para el cual su creador tuvo que hipotetizar una filogénesis así como había forjado su ontogénesis, aunque la historia de la especie cuajara en la relato incorrecto del Padre Primitivo y la Horda. La historia traumática con los padres o cuidadores produce efectos moleculares y neurobiológicos que alteran el desarrollo cerebral produciendo una “desadaptación” que es una “adaptación” en tanto deja al cerebro, al psiquesoma adulto, listo para sobrevivir y reproducirse en un mundo peligroso e infernal. Se ha “adaptado” a la generación de agresividad, a los pasajes al acto, podríamos decir que lleva en sus células como en sus Huellas Mnémicas al ambiente que lo formó. Hay muchos psicofármacos para varios fenómenos de los que mencioné, pero no para todos y además el psicofármaco no elabora, no procesa una historia. Es posible que el psicoanálisis (habrá que probarlo) produzca remodelamiento cerebral. El neurofisiólogo Roberto Llinas probó que el aprendizaje se traduce en psinapsis, deduzco que el psicoanálisis tiene que traducirse en remodelamiento sináptico. Es hora de que psicólogos y neurofisiólogos dejemos de disputar por un paciente tironeado como Túpac‐Amaru, lo que tenemos bajo nuestra responsabilidad es psiquesoma, una creación biológica que fue capaz de crear estructuras simbólicas. Isabel Lucioni Psicoanalista, profesora de la Universidad Abierta Interamericana 
Descargar