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MONEDA, BANCA
Y
POLÍTICA MONETARIA
D. F. Maza Zavala
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LA CONFIANZA EN EL BOLÍVAR
En los últimos meses -se ha registrado una situación dificil en el
mercado monetario y crediticio en el país. El nivel de los depósitos
bancarios del público ha descendido en una proporción que se estima
en 9%, con respecto al acusado a fines de junio. El encaje total de la
banca comercial ha sufrido una reducción sensible y los índices de
liquidez han desmejorado. Entre los factores que se mencionan como
responsables de esos hechos, figura en primer lugar el aumento anormal
de la salida de divisas. Ya en el primer semestre del año, el movimiento
de las divisas del Banco Central presentaba un saldo desfavorable de
US $ 25 millones. En los meses de mayo y junio el promedio de ventas
de dicho instituto alcanzó a US $ 127 millones, parecido al que se
registró en iguales meses de 1965: pero en los meses de julio y agosto,
según informaciones preliminares, la salida de divisas se elevó en más
del 40%, excediendo así el incremento estacional normal, que es de
20%. Evidentemente ha venido operando un motivo extraordinario
en la demanda de divisas por parte del público. El exceso de salida
no puede imputarse más que a fuga de capital, y ésta, a su vez, puede
explicarse por circunstancias relacionadas con la perdida de la
confianza en el futuro inmediato de la economía del país.
Al mismo tiempo, la oferta de crédito por la banca comercial
atraviesa una fase de restricción aguda, y ello, naturalmente, provoca
cierta inquietud en todas las ramas de actividad económica, que
requieren los financiamientos a corto plazo para su evolución normal.
Existe una virtual tensión crítica en la esfera monetaria y financiera,
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EL OBSERVATORIO ECONÓMICO/DE LA TEORfA Y LOS HECHOS
con repercusión en la esfera de la producción. Estos efectos son ahora
más amplios en el país en virtud de que la zona monetaria de la
economía ha crecido, lo que es una expresión de progreso. Ramas de
la agricultura y la cría, que antes eran marginales con respecto a la
dinámica bancaria y financiera, ahora reciben el impacto casi
inmediatamente, como la industria manufacturera y el comercio. Los
requerimientos crediticios de los negocios son, por tanto, mayores
en la actualidad que hace quince años, no solo por la expansión
absoluta del volumen de actividades, sino también por la
monetarización de las mismas: es decir, porque están incorporadas
en mayor proporción al mercado de dinero, y la circulación monetaria
exigida por unidad de transacción es creciente.
La restricción de la oferta de crédito bancario es consecuencia, en
buena parte, del deterioro de la liquidez de la banca: pero también es
debida a una actitud de expectativa por parte de los banqueros basada
en la incertidumbre con respecto al curso de acontecimientos que
pueden afectar más o menos considerablemente la bondad de las
colocaciones y la capacidad de pagos de los deudores. Puede decirse,
por tanto, que la misma causa que está perjudicando los índices de
liquidez bancaria, influye en la política crediticia de la banca comercial.
En un país como Venezuela, de tan limitada economía, las variables
que tienen importancia en la determinación del curso de los negocios
internos son pocas y conocidas. Hay que citar en primer lugar, desde
luego, la actividad petrolera, motor fundamental de la economía
venezolana. No es indicado examinar en este artículo la coyuntura
por la que atraviesa el negocio petrolero: basta señalar que el ritmo
de la producción se debilita sensiblemente, que el nivel de precios
no mejora, que el empleo en esa actividad está en su cifra más baja y
que el gobierno no define con entereza y claridad una política petrolera
de mediano y largo plazo, con arreglo a los intereses nacionales. Lo
expuesto equivale a decir que el eje petrolero de la economía está
operando en sentido regresivo, y ello es perfectamente conocido.
La política económica del gobierno es otra variable principal de la
dinámica económica venezolana. Específicamente esa política se
ejerce a través de la planeación y la ejecución del presupuesto. Tres
aspectos significativos deben considerarse en esta esfera: i) el
D. F. Maza Zavala
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equilibrio general del presupuesto, entendido como nivelación entre
los ingresos y gastos ordinarios: ii) la eficacia general del gasto
público, entendida como rendimiento en bienes y servicios de cada
bolívar fiscal gastado: iii) la tasa de inversión real del Estado. No es
indicado ahora extenderse en el análisis de estos tres aspectos; pero
puede decirse que no existe el equilibrio del presupuesto, que la
eficacia del gasto público es muy baja como ha podido comprobarse
en gran parte mediante las investigaciones oficiales emprendidas al
efecto y que la tasa de inversión pública real está deprimida desde
hace varios años. En conjunto puede afirmarse que la ciudadanía no
está satisfecha, ni con la forma ni con el fondo de la administración
de los recursos del Estado, y que aspira a un cambio en esta
administración antes de estar dispuesto a aceptar nuevas cargas
tributarias, como las proyectadas por el Ejecutivo Nacional.
La construcción privada es otro motor secundario de la actividad
económica nacional. En cuanto a absorción de empleo, es más
importante que la industria petrolera. Un amplio sector de la
producción y el comercio depende directamente de la actividad de
construcción. El mercado potencial de esta industria es muy amplio.
El mercado efectivo es restringido, ya que depende del nivel (y la
distribución) del ingreso privado disponible, y específicamente del
potencial de ahorro particular. Al parecer el ritmo de la inversión en
construcción residencial ha superado el ritmo de ahorro disponible
para estos fines, y hay una amenaza de colapso en este negocio, si no
se toman providencias para corregir aquella disparidad. En la
actualidad, varios miles de unidades de vivienda en propiedad horizontal
están en el mercado y su venta se ha hecho extraordinariamente dificil.
La industrialización del país ha venido efectuándose en virtud de
un proceso no programado de sustitución de importaciones, la mayoría
de las cuales corresponde a bienes finales de consumo. Hasta ahora
ese proceso ha permitido el crecimiento de la industria manufacturera,
con todas las limitaciones y peligros que pudieran señalarse; pero, al
nivel del consumo, está llegando a su término y-rehace indispensable
avanzar en el sector de los productos intermedios' y de algunos
renglones de bienes de capital. Esto requiere mayor capitalización
por unidad de producto, por tanto; mayor inversión a mediano y largo
plazo, así como la utilización en mayor proporción de la capacidad
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EL OBSERVATORIO ECON6MICO/DE LA TEORÍA Y LOS HECHOS
para importar, en momentos en que esta capacidad pueda estar
sufriendo deterioro. Urge la organización del mercado interno de
capital y una política de balanza de pagos en función de las
necesidades de desarrollo industrial del país.
Las observaciones anteriores constituyen el marco general dentro
del cual se debe situar el problema de la confianza en el bolívar.
Cuando ocurren, como ahora, salidas anormales de fondo al exterior
y propensión al atesoramiento de divisas extranjeras, la fe en la propia
moneda empieza a quebrantarse y ello puede conducir a graves
coyunturas, de pronóstico difícil o reservado. La cuestión se complica
al considerar que la solidez del bolívar no es autónoma, no descansa
en condiciones y factores que operen dentro de la economía
venezolana con fuerza relativamente independiente, sino en
condiciones y factores con sustancial influencia exterior, vinculados
a través del mecanismo del negocio petrolero. Es obvio que la política
económica nacional como un todo -y para fines determinados, la
política monetaria y financiera específicamente- tiene gran influencia
en la estabilización del signo monetario. De esa relación así como de
los demás factores implicados, trataré en un próximo artículo sobre
esta materia.
"La Esfera".- Caracas, 21 de septiembre de 1966; p. 4.
D. F. Maza Zavala
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LOS FACTORES DE LA ESTABILIDAD DEL
BOLÍVAR
En artículo anterior "La Esfera", 21-9-66, tracé algunos de los
signos actuales de la situación monetaria y crediticia del país, en
particular, y del panorama económico en general, con el objeto de
encuadrar el examen del problema de la solidez o estabilidad de
nuestra moneda. Me propongo en este artículo explorar los factores
y condiciones que inciden en dicha estabilidad, tanto a corto como a
largo plazo. Considero conveniente, para ello, hacer referencia de
algunas cifras relacionadas de modo inmediato con la situación del
bolívar, las cuales nos podrán llevar de la mano al planteamiento de
la cuestión de fondo, o sea, las de las bases estructurales de la
estabilidad monetaria.
El hecho más inquietante en la actualidad es la fuerte salida de
divisas que se estima como superior a la normal en estos meses, aunque
se tiene el conocimiento empírico de que a partir de julio las compras
de divisas por el público, para importación de bienes y servicios, suben
apreciablemente, en relación con el promedio mensual del primer
semestre. Así las ventas de divisas del Banco Central pasaron en el
año 1965, de US $127 millones en junio a US $145 millones enjulio
ya US $149 millones en agosto. Probablemente en los meses de julio
y agosto del año en curso, los niveles de egresos fueron superiores a
los citados; pero en parte, ello es explicable por el crecimiento general
de los negocios, incluidas las importaciones; de modo que sólo una
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EL OBSERVATORIO ECONÓMICO/DE LA TEORiA y LOS HECHOS
porción del incremento habido con respecto al mismo lapso de 1965
-y con respecto al segundo trimestre de este año- puede atribuirse a
causas accidentales, derivadas de factores políticos, psicológicos o
de otra índole.
Lo que sí es importante es la evolución a mediano plazo de la
balanza de pago internacional del país, porque así el análisis se
proyecta en una perspectiva más amplia que la definida por las
variaciones estacionales o accidentales. Haciendo la salvedad del
"pico" de 1957, debido a hechos conocidos, la entrega neta de divisas
petroleras a la economía venezolana ha variado de US$ 1374 millones
en 1956 a US $1.371 millones en 1965, lo que significa que,
transcurrido nueve años del período-base de la comparación, el nivel
de entradas de la principal fuente generadora de divisas para el país,
o sea, la actividad petrolera, permanece constante en términos
absolutos, a pesar de que el valor global de la exportación de
hidrocarburos subió, de US $ 2.086 millones en 1956 a US $2.330
millones en 1965, en cambio, el movimiento neto de capital de la
industria petrolera pasó de un saldo positivo de US $385 millones en
1956 a uno negativo de US $48 millones en 1964 (no hay todavía
datos para 1965). Así, pues, la dinámica de las divisas petroleras que
ingresan a Venezuela se encuentra sometida a factores contrapuestos:
de una parte la exportación aumenta hasta 1965, aunque a una tasa
media moderada, pero de la otra, la reinversión de capital petrolero
en el país no sólo deja de efectuarse, sino que incluso las compañías
descapitalizan, tendencia que puede observarse claramente a partir
de 1960, sin interrupción. Si el valor global de la exportación no sólo
no va a seguir aumentando, sino que va a bajar, según lo observado
en este año, y si la descapitalización petrolera va a continuar, incluso
acentuándose, no hay ninguna base para esperar que la entrada de
divisas petroleras al país sea ascendente, en el corto plazo. La
perspectiva en este aspecto es más bien de deterioro.
¿Han surgido otras fuentes de divisas para el país, que pudieran
contrarrestar, siquiera parcialmente, la tendencia de estancamiento,
y aún de regresión, del sector petrolero? Evidentemente no. Las
divisas precedentes de la explotación de mineral de hierro, fluctuaron
entre US $38 millones en 1956 y US $50 millones en 1965, o sea, un
crecimiento de US $ 12 millones en el transcurso de nueve años. Las
divisas procedentes de otras exportaciones variaron, de US $ 49
D. F. Maza Zavala
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millones en 1956 a US $60 millones en 1965, o sea, un aumento de
US $11 millones en nueve años. Es obvio que no se han desarrollado,
por lo que respecta a exportación de bienes, nuevas fuentes de divisas,
que pudieran aliviar la caída de la entrada petrolera. Me refiero, desde
luego, a fuentes propias, internas de divisas, y no a las que se
relacionan con inversiones y empréstitos extranjeros, que siempre
son aleatorias, extraordinarias, y significativas para la economía
nacional de un gravamen a mediano o largo plazo.
Menos favorable es la observación que puede hacerse mediante el
examen de la salida neta de divisas del país. En 1956 esa salida alcanzó
a US $1.153 millones, y se mantuvo por encima de ese nivel en todos
los años posteriores, hasta llegar a US $1.426 millones en 1964; en
1965, según estimaciones preliminares, este movimiento llegó a US
$1.440 millones. Debo advertir que tales cifras se limitan a las
transacciones corrientes. Si se tienen en cuenta la salida neta de capital
(o entrada neta, según los casos), la situación se torna menos favorable
a partir de 1958, ya que se registran casi sin interrupción salidas netas
de capital del sector nacional (privado y oficial, excluidos petróleo y
hierro). Si estos movimientos prosiguen desarrollándose, según los
mismos factores que operaron hasta ahora, hay que esperar un aumento
de la salida neta de divisas del sector nacional en los próximos años.
En conjunto puede decirse que la balanza de pagos, castigada por
fuertes fluctuaciones en los últimos ocho años y en recuperación desde
1962, muestra señales de debilidad estructural y de inestabilidad
coyuntural, que puede conducir, dentro de un plazo más bien breve
que largo, a una nueva situación crítica, como la de los años 195861, si no se corrigieran oportunamente y con medidas justas y firmes
los factores adversos que determinan, por una parte, el estancamiento
y aún la reducción del ingreso de divisas, y, por la otra parte, el
aumento de la salida. Ya en el año 1965 se registró una contracción
sustancial del saldo favorable de los pagos internacionales: en 1966
no cabe esperar más que, en el mejor de los casos, un precario
equilibrio entre ingresos y egresos externos.
El argumento especifico más ostensible que se presenta con relación
a la fortaleza del bolívar, es la magnitud de las reservas de oro y
divisas del país. Esta reserva fluctúa mes a mes, como es natural; pero
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EL OBSERVATORIO ECONÓMICO/DE LA TEORfA Y LOS HECHOS
desde 1964 se mantienen sobre el nivel de US $800 millones. Esta
reserva es sustancialmente superior a la de México (de US $480
millones) a la de Brasil, Argentina y Chile, por no citar sino países
económicamente importantes de América Latina. Sobre una base "por
habitantes", nuestra reserva monetaria es la mayor de América,
incluyendo los Estados Unidos. Esta reserva significa, en promedio,
un 70% del valor c.i.f de la importación de bienes. Como reserva
propiamente dicha es, no sólo suficiente, sino también muy amplia.
Sin embargo, de acuerdo con la experiencia internacional y la del
país en los últimos años, la reserva no es una valla frente a la crisis
de balanza de pagos, cuando ésta es algo más que coyuntural. La
reserva sirve para afrontar movimientos adversos de duración media
y de intensidad variable; pero no para permitir el restablecimiento de
la balanza de pagos en caso de deterioro estructural. Yo advierto que
el fenómeno actual, de corto plazo, puede ser perfectamente absorbido
dentro del cuadro monetario interno y externo del país; pero advierto
igualmente que existen las causas potenciales de una crisis estructural
de la balanza de pagos, y del entero esquema monetario y financiero
nacional, en el supuesto de que las condiciones generales bajo las
cuales se desenvuelve la economía, no cambien o cambien
relativamente poco dentro de los próximos cinco años.
Yo sostengo una tesis que debe parecer evidente: la estabilidad del
bolívar depende esencialmente de la estabilidad del sector externo
de la economía, básicamente de la relación que exista entre el
potencial efectivo de ingresos petroleros y la importación de bienes
y servicios, incluidos los rendimientos de las inversiones extranjeras.
A corto plazo esa relación es favorable; pero a mediano y largo plazo,
la tendencia es de deterioro progresivo. La corrección de esta
tendencia puede hacerse si se impulsa la realización de alguna de las
alternativas siguientes, o de una combinación de ellas: i) la
estabilización o un incremento del potencial de divisas petroleras; ii)
la detención del movimiento expansivo de la importación de bienes
y servicios; iii) el fomento de nuevas fuentes de ingresos de divisas
en cuenta corriente. Puede señalarse que el fortalecimiento de la
balanza de pagos en cuenta corriente, contribuirá sustancialmente al
equilibrio de la cuenta de capital.
La alternativa i) supone un mejoramiento sensible de la actividad
petrolera en Venezuela, bien sea por causas externas (relativas al
D. F. Maza ZavaZa
101
mercado mundial de petróleo como un todo), bien por motivos
internos (relacionados con la política petrolera en su concepción más
amplia). Este aspecto es lo que se ha dado en llamar de "creación de
confianza" y está en el núcleo del problema que examino. Es obvio
que en el cuadro de la política petrolera hay que hacer cambios, porque
la continuación estática de la política conducida en los años recientes
promete -en la esfera monetaria que ahora me interesa- un deterioro
de potencial de divisas petroleras. La alternativa ii) implica una
programación de las importaciones en función de las necesidades
del desarrollo económico y, por tanto, una política de regulación de
las mismas a través de instrumentos de operación directa (controles,
para ser más claro). La alternativa iii) es viable a largo plazo, mediante
el vigoroso desarrollo industrial y agrícola, que permite concurrir al
mercado internacional con base económica estable. Desde el punto
de vista monetario, hay que pensar en un régimen que permita ajustar
el nivel de costos monetarios internos con los precios prevalecientes
en los mercados exteriores.
Lo expuesto sirve para poner de manifiesto que la cuestión de la
solidez del bolívar no es simple, ni obvia, como ha sido tratada hasta
ahora por los comentaristas. Entiendo que quienes han hecho énfasis
en la firmeza del signo monetario venezolano, han estado inspirados
en la sana intención de robustecer la confianza nacional e internacional
en nuestra divisa. Pero probablemente se hace un mejor servicio a la
causa de la estabilidad, enfocando el problema en su esencia, como
estoy tratando de hacer en estos artículos. En el próximo insistiré en
estos aspectos.
"La Esfera".- Caracas, 28 de septiembre de 1966, p. 4.
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EL OBSERVATORIO ECONÓMICO/DE LA TEORfA y LOS HECHOS
LA COYUNTURA MONETARIA VENEZOLANA
Prosigo espigando en el campo de los hechos que guardan relación
con el problema de la estabilidad del bolívar. En artículo anterior La
Esfera 28-:9-66, señalé la función que desempeñan las divisas
petroleras en la dinámica de la balanza de pagos, de tal modo que de
las condiciones de buen desenvolvimiento de la actividad petrolera,
tanto a corto como a mediano plazo, depende la capacidad para
importar bienes y servicios; y el equilibrio de la balanza de pagos del cual depende, en última instancia, el equilibrio del bolívardescansa en la relación que exista en cada período entre la capacidad
para importar y los pagos hechos con cargo a ésta, incluidos los del
servicio de la deuda exterior pública y privada. La magnitud y la
composición de estos pagos están influidas por factores internos y
externos, entre los cuales cabe citar: la política económica,
especialmente en las ramas política monetaria, política fiscal, política
de comercio exterior y política industrial; el ritmo de la inversión
privada y la distribución del ingreso en cuanto pueda afectar el gasto
de consumo. Entre los factores externos de pagos que debe hacer la
economía venezolana al resto del mundo, deben mencionarse el nivel
de precios de las importaciones y las exigencias de reembolsos de
inversiones hechas con anterioridad en el país.
El eje de todo el mecanismo consiste en la participación efectiva
de la Nación venezolana en el producto petrolero. Es evidente que
esa participación creció, tanto en términos absolutos como relativos
en los últimos años, a pesar de las circunstancias conocidas que
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hicieron menos eficaz el i-istrumento fiscal construido y aplicado
por el Estado. Pero es igualmente evidente que la tasa de crecimiento
del ingreso petrolero que corresponde al país, se ha debilitado en los
períodos más recientes, yque la perspectiva a corto y mediano plazo
no es tranquilizadora al respecto. Salvo que el cuadro de condiciones
bajo las que opera en Venezuela la industria petrolera se modifique,
en el sentido de la estabilización de los precios que son válidos para
la liquidación de impuestos, el impulso a la producción de petróleo,
la estabilidad del nivel de empleo en el sector petrolero y la
intensificación de operaciones exploratorias a un ritmo sustancial,
no hay base para esperar un mejoramiento sensible de aquel ingreso.
La política petrolera debe ser replanteada, no para hacer frente a
urgencias coyunturales exclusivamente, sino principalmente para
ajustar el plan nacional de desarrollo en el mediano y largo plazo,
teniendo en cuenta que la variable petrolera no es doméstica, ni muy
domesticable como la experiencia lo ha demostrado.
Es una realidad incontestable en Venezuela que el Estado ejerce
una influencia primordial en la dinámica interna de la economía, ya
que es el mecanismo distribuidor -y redistribuidor- del ingreso
petrolero nacional. Las relaciones entre el Estado y la industria
petrolera, en su más amplio sentido, así como también la
administración del gasto público, son los pivotes dentro de la
economía que le marcan el paso. Esto lo hemos podido apreciar con
entera claridad en estos meses de fuerte tensión político-monetariafinanciera, cuya última peripecia, de efectos aun no bien
determinables, ha sido el discurso del Presidente de la República.
Debe reconocerse que la política monetaria, a cargo del Banco
Central, ha sido signada por la prudencia. Me refiero al período
posterior a 1962. En el mundo occidental el drama monetario se
desenvuelve con caracteres impresionantes, y no es extraño que los
países subdesarrollados se vean envueltos en las contingencias que
afectan a los grandes. Hay escasez de reservas monetarias en el
mundo, así como de capital a largo plazo para inversión. El dólar
norteamericano y la libra esterlina están en crisis desde hace tiempo,
y los países europeos buscan afanosamente una fórmula para
economizar el oro y facilitar la expansión del comercio y las
inversiones internacionales. Las tasas de interés suben en los mercados
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EL OBSERVATORIO ECONÓMICO/DE LA TEORfA y LOS HECHOS
mayores de occidente, incluido el norteamericano. Las presiones
inflacionarias campean por doquier. En estas circunstancias, las
amenazas a la estabilidad del bolívar se multiplican. El dinero tiende
a salir del país, no tanto por desconfianza o incertidumbre, como por
presiones y estimulantes exteriores. Sigue siendo una paradoja de
los países subdesarrollados, y específicamente del nuestro, que,
sufriendo de escasez de ahorros y necesitando de ellos para inversión,
contribuyan, sin embargo, al financiamiento de economías extranjeras
desarrolladas. La prudencia monetaria de nuestras autoridades debe
combinarse con una concepción realista de los problemas y las
tendencias monetarias del mundo, en general, y del país en particular.
Mayores estímulos a los depositantes bancarios deben ser estudiados,
así como una reorganización general del sistema de descuento,
redescuentos y anticipos del Banco Central, que permita eficazmente
ampliar el potencial crediticio de la banca, para el financiamiento de
la industria manufacturera, la agricultura comercial, determinados
servicios relacionados con la producción material y aún el capital de
trabajo de la industria de construcción. Igualmente puede estudiarse,
sin abandonar la prudencia, una fórmula dinámica que estimule el
mercado hipotecario organizado, a través de una mayor emisión y
colocación de cédulas con rendimientos netos satisfactorios, liquidez
asegurada y precios estables. En este sentido, el establecimiento del
sistema de operaciones a futuros con divisas es un paso positivo,
pero tímido y parcial, y debe ser desarrollado en sus diferentes
posibilidades, para que efectivamente el mercado de cambios se
desenvuelva con serenidad y flexibilidad.
La gran tarea, sin embargo, no radica exclusiva ni principalmente
en la esfera monetaria, sino en la de producción material. La
pregonada estabilidad del bolívar dependerá a largo plazo de la
sustitución eficaz de la actividad petrolera, como variable fundamental
de nuestra economía, por la actividad productiva interna proyectada
al exterior en cierta medida marginal. El verdadero poder de una
moneda, que es el de adquirir bienes y servicios de circulación
mercantil, descansa en última instancia en el grado de desarrollo de
la producción del país a que pertenece; este desarrollo se caracteriza
por la magnitud relativa de la producción material, por su
diversificación y por su estabilidad básica, lo cual significa que la
producción debe crecer, cuando menos, tanto como crece la población.
D. F. Maza Zavala
105
Entre las influencias externas que mencioné al comienzo, el nivel de
precios de importación es considerable. Un país que dependa de la
importación estará sujeto a la inestabilidad del poder adquisitivo
externo de su moneda, además de las contingencias de su exportación.
Venezuela no ha podido librarse todavía de esa dependencia y, por
tanto, sufre de aquella inestabilidad, lo cual se refleja en las balanzas
de pagos de modo desfavorable. Entre los años 1963 y 1966 el índice
general de precios al mayoreo en el país subió en una proporción de
9,3 por ciento, en lo cual influyó determinantemente el conjunto de los
precios dé artículos importados, cuyo índice se elevó en más de 16 por
ciento; la influencia de los precios nacionales fue morigeradora. Si se
deteriora el ingreso por unidad de exportación de petróleo y sube el
costo por unidad de importación, la carga sobre la balanza de pagos
será 'cada vez mayor, y la cuenta corriente concluirá por hacerse
deficitaria.
La circulación monetaria nacional no acusa expansión inflacionaria.
Al cerrar el año 1964 el monto de los medios de pago en manos del
público era de Bs. 4.617 millones, o sea, aumentó en 2,6 por ciento,
una proporción inferior a la de crecimiento de la población y también
inferior a la de aumento del producto nacional. Para julio del año en
curso el circulante monetario poseído por el público ascendía a Bs.
4.437 millones, o sea, que se había reducido en Bs. 300 millones con
respecto a fines de 1965, y en Bs. 128 millones en relación con el
mes de junio anterior; pero dicho nivel era sensiblemente superior al
acusado enjulio de 1965, que era de Bs. 4.238 millones. Por tanto, se
nota una moderación en el ritmo del circulante monetario y ello revela
la escasez de dinero que se deja sentir en el mercado interno, incluso
para financiar operaciones corrientes. En este aspecto, la prudencia
monetaria ha actuado con cierta rigidez, poniendo en peligro
probablemente la expansión de las actividades económicas.
Las colocaciones totales de la banca comercial se expanden con
cierto vigor. Durante el año 1965, esa magnitud se elevó en un 12
por ciento. En los primeros siete meses del año en curso, la tasa de
aumento de las colocaciones fue de sólo 2,6 por ciento; en el segundo
semestre, sin embargo, habitualmente sube el ritmo del crédito
bancario; en este año, este impulso estacional se ha visto entrabado
por factores accidentales consabidos. Pero, en general, puede decirse
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EL OBSERVATORIO ECONÓMICO/DE LA TEORÍA Y LOS HECHOS
que la actividad crediticia de la banca comercial es relativamente
parsimoniosa y, si se quiere hasta conservadora. Los márgenes de
liquidez que se mantienen, en promedio, son bastantes elevados (la
relación entre disponibilidad inmediata y obligaciones monetarias
se sitúa en su punto más alto). La recurrencia al crédito del Banco
Central para reforzar el potencial crediticio o mejorar la liquidez, es
muy escasa. Durante el año 1965 el saldo de colocaciones del BCY
sufrió una reducción de Bs. 40 millones y en los primeros siete meses
de 1966 dicho saldo también se redujo en Bs. 19 millones. La banca
comercial se abstiene realmente de utilizar el crédito del Instituto
Emisor, probablemente por dos razones: por una especie de complejo
en aparecer como deudor, ya que ello podría interpretarse como señal
de dificultades del banco respectivo, o por no incurrir en la condición
de interés limitado que impone el sistema de redescuento del BCY,
lo que impide a la banca comercial formar suficiente cartera
redescontable. En todo caso, cabe observar que la expansión crediticia
de la banca comercial no es suficiente para impulsar la actividad
económica, y ello puede constituirse también en un agente de
desaliento que afecta la dinámica monetaria del país.
Las consideraciones hechas conducen a la conclusión de que a
corto plazo, y desde un punto de vista puramente monetario, el bolívar
goza de solidez. La capacidad de resistencia de la economía
venezolana a coyunturas adversas de duración media es apreciable.
Sin embargo, a largo plazo hay necesidad de modificar las bases sobre
las que se asienta la fuerza monetaria del bolívar y crearle condiciones
nuevas, auto sostenidas y equilibradas, lo que significa la superación
de la dependencia económica y del subdesarrollo.
"La Esfera"> Caracas, 19 de octubre de 1966; p. 4.
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EL ALZA DE LAS TASAS DE INTERÉS
El Gobierno Nacional decretó un conjunto de medidas que afectan
a las más importantes operaciones de la banca comercial, en intento
por evitar para el mercado monetario y financiero del país las
repercusiones desfavorables de los graves problemas que afectan al
sistema monetario del mundo occidental, y principalmente a los
Estados Unidos. Las medidas tomadas por el Gobierno se dirigen a
la reorganización del cuadro de las tasas de interés en el sentido del
alza, y significan una réplica al aumento de costo del dinero en los
mayores centros financieros del 'exterior. El argumento implícito de
estas medidas es de que no ser tomadas el dinero tendería a salir del
país en busca de mejor remuneración y los capitales internacionales
que pudieran colocarse aquí no estarían animados para hacerlo, porque
en otros mercados lograrían más altos rendimientos.
Varios hechos importantes están envueltos en los tres decretos
ejecutivos y las disposiciones derivativas tomadas por el Banco
Central sobre la materia que comento. Concedo el primer lugar al
grado de la intervención oficial en el funcionamiento de la banca
comercial, ya que se ha dispuesto regular entre límites muy estrechos
el tipo de interés que pueden cargar los bancos sobre los préstamos y
descuentos que otorguen; se ha fijado un mínimo de 10 por 100 Yun
máximo de 11 por 100, dejando muy poca elasticidad a la banca para
'jugar" con estas tasas de interés bancario, instrumento fundamental
del negocio del dinero; pero es una regulación de doble acción, ya
que por un lado se fija un tope de 11 por 100, inferior al máximo
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EL OBSERVATORIO ECONÓMICO/DE LA TEORfA Y LOS HECHOS
legal, y por el otro se fija un mínimo de 10 por 100, es decir, que
prácticamente se obliga a la banca a ganar dinero en préstamos y
descuentos, sin mucho margen para beneficiar a sus clientes selectos.
Si la mayor parte de los recursos crediticios de la banca comercial
tiene su fundamento en los depósitos en cuenta corriente del público,
sobre los cuales no se paga interés, el negocio para la banca es muy
bueno, siempre que la demanda de dinero sea poco elástica a la tasa
de interés y no se contraiga sensiblemente por razón del alza decretada
por el gobierno.
Otro aspecto de esta intervención especial en el funcionamiento
de la banca es el relacionado con la limitación del crédito bancario
en perjuicio de las empresas extranjeras domiciliadas en el país. No
sé hasta qué punto el Banco Central instrumentará esta disposición
para hacerla efectiva, pero por lo menos la consagración de esta
defensa de la empresa venezolana en el decreto gubernamental recoge
en principio una aspiración del sector empresarial del país, que ha
venido sufriendo paradójicamente de discriminación en su propia
tierra y en favor de intereses extranjeros en sus operaciones bancarias.
El alza misma de las tasas de interés constituye el tercer hecho
relevante. El dinero de corto y mediano plazo costará más. Ello
significa que los costos de producción y operación subirán por esta
causa. Aumentarán los precios, sin duda alguna. Este factor se agrega
a los que ya han estado operando en el mercado venezolano, entre
los cuales el alza considerable de los precios en los Estados Unidos
es uno muy importante. Los trabajadores tendrán que exigir, a su
vez, el reforzamiento a sus salarios, una nueva razón para el repunte
de los precios. Puede parecer extraño que una medida ortodoxamente
antiflacionaria, como el alza de las tasas de interés, resulte en
vigorización de las presiones inflacionarias; pero en este caso hay
que consultar el contexto de condiciones que rodean la medida y la
índole de la economía venezolana. Por otra parte el alza de las tasas
de interés obliga a los empresarios a una administración más
cuidadosa del financiamiento y a una selección más detenida de los
proyectos de negocios. Ojalá, para el buen crecimiento de la
economía, que esa selección no opere en perjuicio de las actividades
realmente creativas y beneficiosas desde un punto de vista económicosocial. Para un país en ansias de crecimiento, como el nuestro, el
D. F. Maza Zavala
109
mayor costo de dinero -que puede repercutir en mayor costo del capital
en general, dada la interdependencia de los mercados- puede
ocasionar, dentro de tiempo prudencial, reajustes verdaderamente
significativos en la dinámica económica, tanto favorables como
adversos. Uno de esos reajustes podría ser, aunque parezca extraño
al poco observador, la utilización mayor de fuerza de trabajo en lugar
de capital dado el mayor precio de éste. Desde otro punto de vista,
los mayores premios a los ahorristas -aumento de las tasas de interés
que deben pagarse a depósitos en cuentas de ahorro y a plazo fijo en
los bancos, así como aumento de la tasa efectiva de interés para los
tenedores de cédulas hipotecarias- podrían estimular la inclinación
al ahorro, si el alza del costo de vida no viene tan fuerte que acogote
el poder adquisitivo de los consumidores. En todo caso, como se
sabe, el mayor caudal de capital en el país no proviene de los pequeños
ahorristas, sino de los beneficios de las empresas y del gobierno.
No puede afirmarse que el mercado de dinero de Venezuela esté
salvado con estas medidas. La coyuntura internacional es muy
problemática, y cualquier cosa puede ocurrir en el futuro próximo en
torno a la moneda, el crédito y las divisas claves. La economía
venezolana puede "hacer un viaje alrededor del cuarto", pero no puede
cambiar los acontecimientos que la afectan de una u otra manera.
"Últimas Noticias".- Caracas, 16 de junio de 1969; p. 23.
110
EL OBSERVATORIO ECON6MlCO/OE LA TEORfA Y LOS HECHOS
MERCADO DE DINERO Y CAPITAL
El Ministro de Hacienda, doctor Pedro R. Tinoco, declaró en el acto
de la instalación de la comisión creada por el decreto número 41 de
24-4-69 que tendrá a su cargo el estudio de un programa para el
fomento de mercado de dinero y de capital, que es propósito gubernamental el asegurar el desarrollo de un activo mercado de esa índole,
incluso mediante la promoción de un "capitalismo popular" que
permita la participación del pequeño ahorrista en el financiamiento
de la inversión para el crecimiento económico del país.
Esta fuera de duda la necesidad de un activo y moderno mercado
de dinero y de capital en Venezuela, como instrumento canalizador
del ahorro interno a la inversión nacional. El proceso de crecimiento
de la industria exige, entre otros factores esenciales, una elevada tasa
de capitalización hasta el punto que, como ha sido observado
históricamente, la etapa llamada por Rostow del "despegue" está
condicionada al salto de la tasa de inversión desde 5 por 100 o menos,
habitual en las economías atrasadas, a 12 por 100 o más. Este esfuerzo
de capitalización puede facilitarse en economías como la venezolana,
sostenida por la explotación de un importante recurso para fines de
exportación como es el caso del petróleo, en virtud de que el Estado
percibe un ingreso relativamente cuantioso procedente de aquella
explotación, lo que le permite, aun cuando sea un mal administrador,
realizar algún ahorro que o bien invierte directamente en obras de
infraestructura, o bien lo coloca a la disposición del sector privado a
través de las instituciones de crédito como la CVF, el BAP y otras.
D. F. Maza Zavala
111
En economías de empresas privadas la porción sustancial de ahorro
es efectuada por empresas y personas naturales. Hay quienes sustentan
la tesis de que la acentuada desigualdad de la distribución del ingreso
favorece el ahorro ya que el grupo minoritario de altos ingresos
ahorrará una proporción considerable de éstos. Esa tesis ha sido
refutada generalmente por los hechos, no en el sentido que los ahorros
no se formen en la clase de los altos ingresos, sino, lo que es más
importante, en cuanto al destino económico del ahorro. Por mi parte
sostengo que una distribución progresiva del ingreso favorece la
industrialización nacional al propiciar la difusión de poder de comprar
en lugar de concentrarlo en pocas manos.
Lo anterior me conduce al comentario sobre la modalidad del
"capitalismo popular" que parece ser idea acogida por el Gobierno
para estimular el ahorro. El capitalismo es un sistema con determinadas
bases y conocidos modos de funcionamiento, cuya tendencia histórica
es a la concentración en empresas de dimensiones crecientes. El
Ministro Tinaco precisamente se refirió a la necesidad del surgimiento
de nuevas -mayores- dimensiones empresariales en el país, en vista
de la expansión al exterior de la economía y de que ello reclama, por
supuesto, capitales más grandes a utilizarse en una perspectiva
económica de largo plazo. Estas grandes empresas de iniciativa
privada tendrán que operar al modo capitalista, y así el poder
económico que las controle, en lugar de estar disperso en miles de
accionistas, estará consolidado en un grupo limitado e influyente de
intereses. El llamado capitalismo popular no modifica esa característica
que es inmanente al sistema. Es posible, desde luego, incorporar al
pequeño ahorrista al financiamiento del capital como un recurso
complementario, pero sin que por ello la dirección de las empresas
vaya a estar al alcance de la representación de esos accionistas
numerosos y dispersos.
El mercado de dinero y el de capital tienen funciones distintas,
aunque se relacionan en la práctica. El mercado de dinero pone en
comunicación una oferta de fondos líquidos dispuesta a colocarse a
corto plazo, con una demanda de dichos fondos para cubrir exigencias
de liquidez o giros breves de los negocios (financiamiento de
inventarios circulantes, por ejemplo). El sector público puede operar
regularmente en este mercado para cubrir las deficiencias transitorias
112
EL OBSERVATORIO ECONÓMICO/DE LA TEORfA y LOS HECHOS
de tesorería, en virtud de variaciones del movimiento fiscal dentro
del ejercicio anual. También las empresas pueden satisfacer sus
necesidades de liquidez a través de este mercado. El Banco Central
tiene la facultad de operar en el mercado de dinero como medio
regulador de la circulación monetaria y en los últimos años lo ha
hecho con frecuencia. Sin embargo, este mercado de dinero está
todavía en estado incipiente, la experiencia es insuficiente, y los
instrumentos operativos escasos o inexistentes. Compromisos del
sector público, que forman esa deuda "flotante" anteriormente no
cuantificada en forma oficial, podrían ser instrumentos para su
negociabilidad cierta en el mercado de dinero, siempre y cuando el
deudor garantice la cancelación al vencimiento. La negociabilidad
de esos compromisos proporcionaría una gran eficacia a la circulación
financiera.
El mercado de capital pone en comunicación la oferta de ahorros
con la demanda de inversiones principalmente para la creación de
capital fijo. Este mercado opera, por tanto, en la perspectiva del largo
plazo. En Venezuela la forma tradicional de este mercado, no superada
hasta ahora, es la hipoteca a mediano plazo renovable, con intereses
generalmente elevados y con garantía real dos o tres veces mayor
que el préstamo. La creación de bancos hipotecarios ha significado
un progreso en este sentido.
También han surgido corporaciones privadas de financiamiento a
largo plazo, pero la fuente principal de sus fondos es el extranjero.
No existe, propiamente, un mercado de capital para el desarrollo
económico en el país y debe estructurarse porque es una necesidad.
"Últimas Noticias", Caracas, 20 de mayo de 1969; p. 27.
D. F. Maza ZavaZa
113
UNA POLÍTICA MONETARIA INTERNACIONAL
CAPAZ DE ENFRENTARLOS EMBATES DEL
DÓLAR DEBE ADOPTAR VENEZUELA
Se opone a la fluctuación del Bolívar
El profesor y economista doctor Domingo F. Maza Zavala, Decano
de la Facultad de Economía de la Universidad Central, afirmó ayer
al comentar la nueva crisis porque atraviesa el dólar en los actuales
momentos, que existe en Venezuela la necesidad de instrumentar una
política económica monetaria internacional propia que afronte el
problema en toda su integridad y magnitud.
El Decano de Economía de la UCV se mostrócontrario a la formula
sugerida por algunos organismos y personas que se han manifestado
partidarias de permitir la fluctuación del bolívar y expresó que él no
cree que dicha formula pueda corregir realmente la situación
mencionada, además de que -subrayó-, introduciría un factor de
inestabilidad y hasta de incertidumbre en los cálculos económicos
privados y aún en la determinación de los ingresos fiscales
provenientes del petróleo y del mineral de hierro. -La fluctuación,
además, plantearía -señaló Maza Zavala- algunos problemas delicados
en el seno del Pacto Subregional Andino y afectaría, a mi manera de
ver, desfavorablemente la promoción de nuevas exportaciones.
-Por otra parte -afirmó nuestro informante-, esa formula propiciaría
un clima especulativo en el mercado de cambios de consecuencias
impredecibles para el curso de nuestra balanza de pagos y para la
estabilidad del ritmo de las inversiones.
114
EL OBSERVATORIO ECONÓMICO/DE LA rEORIA y LOS HECHOS
¿Qué actitud, profesor, ajuicio suyo deben adoptar las autoridades
venezolanas frente a .las constantes y frecuentes fluctuaciones que
viene sufriendo el dólar?
-Yo me inclino mejor por la ampliación de nuestro actual sistema
de cambios diferenciales, dejando un tipo de cambio de la divisa
petrolera que permita dentro de lo posible compensar la devaluación
del dólar en términos de promedio mundial y tipos de cambio
diferentes para las importaciones de bienes de capital, materias primas
indispensables y bienes de consumo básicos, así como también un
cambio preferencial para nuevas exportaciones.
Agregó el profesor Maza Zavala que este sistema sería compatible
en todo caso con la inclusión de un tipo de cambio flotante para
determinadas transacciones internacionales, verbo y gracia, para los
movimientos de capital privado, para el turismo y otras operaciones
similares.
Historia del dólar
A juicio del profesor y experto economista doctor D. F. Maza
Zavala, la época inmediatamente anterior a la primera Guerra Mundial,
entre los fines del siglo XIX y 1914, es la época de punto de partida
del dólar. En esa época la divisa principal del mundo era la Libra
Esterlina, por ser Inglaterra el país de mayor poderío económico y
político. El patrón oro, que en esa misma época funcionaba casi de
acuerdo con las reglas clásicas del sistema, o sea, la paridad de la
moneda, se fijaba en términos de un determinado contenido de oro
fino y, por tanto, la relación de equilibrio entre las monedas debía
corresponder a la relación entre sus cantidades de oro.
-Por otra parte, los tipos de cambio en el mercado sólo podían
fluctuar dentro de estrechos límites llamados los puntos de
importación y exportación del oro. Dentro de estos límites el tipo de
cambio obedecía a la oferta y la demanda de la correspondiente divisa.
Así pues existía un sistema monetario internacional rígido y
automático que podía servir al limitado comercio de esa época.
D. F. Maza Zavala
Los cambios en
I~
115
economía
Explicaba el Decano de Economía de la UCV que después de la
Primera Guerra Mundial ocurren cambios importantes en la economía
internacional.
Por una parte, surge un nuevo sistema en Rusia, o sea, el
socialismo, que divide al mercado mundial en dos sectores.
Por la otra, Estados Unidos surge como el primer acreedor del mundo
capitalista, incluida Inglaterra y la economía norteamericana adquiere
el puesto dominante del sistema. Sin embargo, se inicia un proceso
que puede propiamente calificarse como de crisis a largo plazo del
patrón oro, que aún subsiste. Sobreviene una guerra comercial y
financiera en medio de la cual tiene lugar la gran depresión económica
de 1929 a 1934 durante la cual la Libra Esterlina es desvinculada del
oro en 1931 y el dólar es devaluado en un 40% a principios de 1934.
La consecuencia de esta guerra económica fue la Segunda Guerra
Mundial, de la cual salen Estados Unidos mucho más fortalecidos que
en la primera posguerra y siendo prácticamente la única economía
industrializada en actividad en aquella época. Ello explica que el
Acuerdo de Bretton Woods, que dio nacimiento al Fondo Monetario
Internacional en 1945, adoptase como moneda internacional de cuenta
y de reserva al dólar de Estados Unidos, dándole, por tanto, el carácter
de divisa del mundo occidental, prácticamente con el mismo rango que
el oro, pero en la vida comercial de posguerra, el dólar era mejor que
el oro porque permitía la adquisición de mercancías norteamericanas
y en general el área del dólar, incluido el petróleo venezolano, para
satisfacer las necesidades de Europa y el Japón, devastado por la
guerra.
-Era la época del hambre de dólares que perduró más o menos por
toda la década de los 50, mientras se reconstruía la economía europea.
-En la década de los 60 la situación cambia con relativa rapidez y
empieza a sentirse una cierta abundancia de dólares en Europa,
alimentada por los crecientes desembolsos norteamericanos en importaciones, turismo, sostenimiento de gastos militares e inversiones en
116
EL OBSERVATORIO ECONÓMICO/DE LA TEORfA Y LOS HECHOS
el Mercado Común Europeo, Gran Bretaña y el Japón. Por otro lado,
la guerra de Viet Nam aceleró esta salida de dólares, acentuó el déficit
de la balanza de pagos de Estados Unidos para hacer frente a esos
compromisos internacionales en dólares.
En virtud de eso comenzó a exigirse la conversión de dólares en
oro por parte de los tenedores europeos, hasta el punto de reducir las
existencias de este metal monetario a algo así como 12 mil millones
de dólares, el nivel critico que hacia insostenible la convertibilidad
de dólar. En consecuencia, el Gobierno norteamericano en agosto de
1971 suspendió la convertibilidad del dólar y tomo medidas de
emergencia de carácter económico para mejorar su balanza de pagos
y reducir la tasa de inflación. Sin embargo, en diciembre de ese mismo
año fue decretada la devaluación del dólar en una proporción del 8%
y al mismo tiempo, por acuerdo del llamado Club de los Diez países
ricos de Occidente, se dejaba flotar las principales monedas de la
Comunidad Europea con tendencia a la reevaluación.
-El marco, de entonces acá ha sufrido una reevaluación de 21 %; Y
el Yen japonés de 16%. También otras monedas como el Franco
francés se han reva1uado sensiblemente.
Afirmaba seguidamente el profesor Maza Zavala que la
continuación del déficit de la balanza de pago de los Estados Unidos
y la insuperada desconfianza con respecto a la estabilidad del dólar
determinaron otra devaluación de esta moneda a principios de 1973,
de un 10%, a pesar de 10 cual la inestabilidad del dólar persiste y no
hay expectativa cierta sobre el fin de este proceso. El oro, por su
parte se ha reva1uado de hecho en un 200% con respecto a su precio
oficial internacional, llegando hasta 122 dólares la onza.
-La flotación de las principales monedas europeas -señalaba más
adelante el Decano de Economía de la UCV-, muestra día a día el
deterioro del dólar y en segundo término de la Libra Esterlina,
mientras el Fondo Monetario Internacional no toma, aparentemente,
las cartas en estas crisis y todas las decisiones parecen concentrarse
en tres bloques de intereses: la Comunidad Económica Europea, los
Estados Unidos y el Japón, permaneciendo como siempre en calidad
de espectadores y de víctimas los países del Tercer Mundo.
D. F. Maza Zavala
117
La posición de Venezuela
Consultado el profesor Maza Zavala cuál debía ser en su opinión
la actitud de Venezuela frente a estas frecuentes crisis que el dólar
ha sufrido últimamente y sí consideraba apropiado adoptar algunas
medidas de tipo monetario, manifestó:
-Hasta ahora la política monetaria venezolana en relación con la
crisis monetaria mundial ha sido de pequeños ajustes en los tipos de
cambio del bolívar, con respecto al dólar para aliviar parcialmente
los efectos de la devaluación de la moneda norteamericana, mientras
que el bolívar ha perdido y pierde poder adquisitivo en relación con
las monedas europeas y el Yen japonés.
-Por otra parte -apuntaba nuestro entrevistado-, la fijación de los
precios del petróleo por el Gobierno a efectos fiscales, tampoco ha
logrado compensar enteramente la pérdida real del país en términos
del poder adquisitivo internacional del bolívar. En consecuencia afirmaba MZ- hay necesidad de una política monetaria internacional
de Venezuela que afronte el problema en toda su integridad y
magnitud.
Recalcó el Decano de Economía de la UCV que no cree que la
fórmula sugerida por algunos organismos y personas de permitir la
flotación del bolívar pueda corregir realmente la situación
mencionada, además de que introduciría un factor de inestabilidad y
hasta de incertidumbre en los cálculos económicos privados y en la
determinación de los ingresos fiscales provenientes del hierro y el
petróleo.
"El Universal".- Caracas, 7 de julio de 1973; pp. 3 Y 22.
118
EL OBSERVATORIO ECONÓMICO/DE LA TEORfA Y LOS HECHOS
LA CRISIS MONETARIA INTERNACIONAL
En los últimos seis años el sistema monetario capitalista ha estado
críticamente conmovido, hasta el punto de que se impone la necesidad
de una reorganización considerable del mismo para afrontar una nueva
etapa del desarrollo económico mundial. En verdad, esa conmoción,
aún presente, tuvo un prolongado proceso de gestión, que casi podría
ubicarse en cuanto a su punto de partida virtual en los años de la
Primera Guerra Mundial, lo que significa que la mayor parte del siglo
XX ha sido un período de crisis monetaria -por no hablar de otras
crisis- con tregua más o menos considerable. Los hechos significativos
de los últimos seis años han sido los siguientes: i) Déficit persistente
de la balanza de pagos de los EE.UU., facilitado por la aceptación
internacional del dólar como medio de pago (en los doce años
comprendidos entre 1960 y 1971, ambos incluidos, el déficit
acumulado alcanzó a US$ 50.707 millones); ii) devaluaciones y
reevaluaciones de las principales monedas europeas (libras esterlinas,
franco francés, marco alemán occidental, florín holandés, etc.); iii)
el 15 de agosto de 1971 el Gobierno norteamericano suspendió la
convertibilidad del dólar en oro, para poner freno a la salida de este
metal con destino a la banca y entidades financieras extranjeras; iv)
en diciembre de 1971 -como era perfectamente previsible, aunque
sin fecha cierta- fue celebrado el llamado "Acuerdo del Instituto
Smithsonniano" por el cual se establecieron nuevas paridades de las
principales monedas capitalistas, lo que significó la devaluación del
dólar en un 8 por 100 aproximadamente; v) el12 de febrero de 1973
D. F. Maza Zavala
119
el Gobierno de los EE.UU., decidió una nueva devaluación del dólar,
en una proporción de 10 por 100 aproximadamente, vi) en relación
con las devaluaciones del dólar, el precio oficial internacional del
oro, a efectos monetarios, subió de US$ 35 a US$ 42,22 la onza troy;
el precio del oro en el mercado no oficial ha subido hasta situarse
actualmente en un promedio de US$ 120 la onza, es decir, casi tres
veces mayor que el precio oficial; vii) las más importantes monedas
europeas y el Yen japonés se mantienen "flotando" con respecto al
.dólar, aunque con una relación fija entre sí.
Simultáneamente, la economía norteamericana es sometida a
nuevos y/o mayores controles -nunca ha sido una economía
enteramente "libre"- para procurar el restablecimiento de la balanza
de pagos y reducir la tasa de inflación que le corroe como un cáncer.
Han sido impuestos controles o regulaciones diversas sobre el
movimiento internacional de capitales, sobre los precios y los salarios,
sobre numerosas importaciones y exportaciones de mercancías y sobre
gastos oficiales en el extranjero. Algunos de esos controles y
regulaciones han tenido éxito. El déficit de la balanza comercial de
los EE. UU., disminuyó de US$ 1.400 millones en el primer trimestre
de 1972, a US$ 429 millones en el primer trimestre de 1973. Las
devaluaciones del dólar en un 18 por 100 acumulativo y las alzas
arancelarias norteamericanas probablemente contribuyan al
mejoramiento de la balanza de pago, ya que significa un
encarecimiento de los artículos extranjeros para los norteamericanos
y el abaratamiento de los artículos norteamericanos para los
extranjeros. La devaluación y los aumentos de las tasas de interés
hacen más atractivo el mercado norteamericano de inversiones y
desalientan, en parte, las inversiones norteamericanas en el exterior.
Sin embargo, como factores que actúan en sentido contrario, debe
mencionarse: la inflación, la crisis energética que obliga a la mayor
importación de hidrocarburos y su racionamiento interno y la
incertidumbre política con respecto al proceso "Watergate".
La redistribución de oro monetario, desde luego, no corresponde
proporcionalmente a la relación de poder económico en el mundo
capitalista. Más de la mitad del oro del sistema está en manos
europeas; los países árabes y latinoamericanos disponen de un diez o
120
EL OBSERVATORIO ECON6MICO/DE LA TEORÍA Y LOS HECHOS
doce por ciento; Estados Unidos tiene menos de 25 por 100. El oro
está mitigando en parte la aguda incertidumbre monetaria, centrada
principalmente en el dólar, y por ello su precio real ha subido tan
espectacularmente. Aunque la lógica parecería indicar que el dólar
debe mejorar su posición en los mercados, los hechos señalan lo
contrario: el dólar se debilita y se espera que nuevas situaciones
ocurran. De lo que se está seguro, en un mundo tan dinámico, es que
el dólar no recuperará su función de moneda patrón del mundo
occidental.
El sistema monetario capitalista
El libre cambio, que prevaleció en el siglo XIX, requería un sistema
monetario de alcance mundial. Se estableció el régimen de patrón
oro, sujeto a reglas sencillas: la paridad de las monedas nacionales
se expresaba en términos de su contenido de oro fino y su valor de
cambio frente a otras monedas no podía exceder ciertos límites,
llamados "puntos de oro", fijados por los costos de desplazamiento
el oro entre uno y otro mercado; para efectos operativos el oro podía
ser suplementado en la circulación por billetes bancarios o de
Tesorería, pero bajo la condición de que la autoridad emisora se
obligaba a convertirlos plenamente, es decir, a cambiarlos por oro a
su presentación; la autoridad, por tanto, adquiría oro contra sus propios
billetes y entregaba oro a cambio de sus billetes; dada esta seguridad
-y mientras permaneciera inquebrantable- el tenedor de billetes no
tenía prisa en convertirlos en oro, porque era más práctico pagar y
cobrar en billetes que en oro. Así, el oro se fue retirando poco a poco
de la circulación activa y en su lugar se desplazaban los billetes; el
oro se acumulaba en las arcas bancarias y oficiales, y mientras el
público tuviese la certidumbre de que el oro estaba allí disponible no
había empeño en la conversión.
Entre países la circulación de monedas nacionales, bajo la forma
de billetes de banco o de Tesorería, se tomaba difícil; en principio
debía pagarse en oro, pero esto era poco práctico y, además, costoso.
Dos tipos de relación capitalistas propiciaron la solución de los pagos
internacionales: i) las interbancarias, por medio de las cuales los
bancos de cada país hacían operaciones con los de otros países, que
D. F. Maza Zavala
121
implicaban transferencias de fondos, para lo cual cada banco mantenía
cuenta corriente con otros; ii) las intercomerciales, que ponían en
contacto funcional a exportadores, cuyas operaciones se
documentaban por lo general mediante letras de cambio, las cuales
podían descontarse en un banco; estas letras cambio, denominadas
en monedas de los exportadores, podían ser adquiridas por los
importadores del mismo país para cancelar sus obligaciones con los
proveedores extranjeros. Las letras de cambio o giros comerciales
internacionales, con un mercado cierto cuyo núcleo era el sistema
bancario, constituyeron las divisas, cuyo perfeccionamiento consistió
en que, en lugar de circular internacionalmente tales letras de cambio
o giros comerciales, circularon, y circulan, los giros bancarios
convertibles en moneda nacional del beneficiario y, a través de ésta,
en oro.
La desigualdad económica entre los países llegó al caso extremo
de la preponderancia de uno de ellos, el de mayor desarrollo industrial
y comercial, lo que se manifestó en el campo monetario por la
atribución de su divisa como medio de reserva de los otros países, y,
por tato, la posibilidad de ser utilizada como medio de pago
internacional. La condición esencial seguía siendo la de
convertibilidad. En el siglo XIX y hasta bien entrado el XX la libra
esterlina hizo esa función, dado que Inglaterra era entonces el país
económicamente más fuerte, avanzado y poderoso del sistema. La
porción relativamente mayor del oro monetario del mundo se
concentraba en Inglaterra, y principalmente en Londres. El sistema
bancario inglés era una especie de cámara internacional de
compensación a través de la cual se efectuaban las operaciones
monetarias relacionadas con el comercio y las finanzas exteriores
del mundo. Gracias a esta atribución de la libra esterlina, los ingleses
pudieron pagar sus importaciones con la propia moneda y realizar
inversiones en el resto del globo con la misma, pero con el talón
regulador de su reserva de oro y de monedas extranjeras convertibles.
Poseer libras esterlinas era entonces casi tan bueno como poseer oro.
Pero en ese tiempo la economía mundial era pequeña y los ingleses
bastantes conservadores en economía, de modo que no hubo una
expansión excesiva de la oferta de libras esterlinas y el sistema cambio oro- no perdió su fuerza.
122
EL OBSERVATORIO ECONÓMICO/DE LA TEORÍA Y LOS HECHOS
Durante el período comprendido entre las dos guerras mundiales
(1914-1939) ocurrieron graves y continuos trastornos comerciales,
financieros y monetarios, en medio de los cuales Inglaterra abandonó
-en 1931- el patrón de oro y Estados Unidos devaluó el dólar, el
comercio exterior del mundo se redujo sustancialmente, los países
se erizaron de vallas y controles económicos y monetarios, la
economía norteamericana y europea se hundieron casi enteramente
en la gran depresión de 1929-33 y la división internacional del trabajo
-países exportadores de materias primas e importadores de
manufacturas, por un lado, y países exportadores de manufacturas e
importadores de materia primas, por el otro- sufrió modificaciones
sensibles, por las cuales América Latina inició su proceso de
industrialización. Fue en ese período de entreguerras que se desarrolló
el socialismo en Rusia y, por tanto, se dividió la economía mundial
en dos estructuras antagónicas. La economía norteamericana surgió
en la primera guerra mundial como potencia dominante del sistema
y el dólar empezó a figurar, junto con la libra esterlina y
frecuentemente en lugar de la libra esterlina, como moneda de reserva,
casi tan buena como el oro.
En la posguerra de 1945 y años sucesivos la economía
norteamericana se establece decisivamente como la primera en el
mundo, entonces devastado, y por supuesto el dólar se aprecia como
mejor que el oro, ya que da acceso a las mercancías y servicios de los
Estados Unidos en una situación de escasez de dólares, y Europa, el
Japón, Canadá, América Latina, la región árabe, Israel, reciben
cantidades crecientes de dólares bajo la forma de ayuda, gastos
militares, inversiones, turismo, importaciones norteamericanas,
préstamo y similares. Los norteamericanos se convierten en los
banqueros del mundo occidental, con capacidad de crear dólares casi
sin tasa ni medida, prácticamente sin costo. Mientras el oro sigue
siendo esencialmente escaso, y costoso, el dólar se hace abundante y
de bajo costo. Mientras tanto, las economías europeas y las japonesas
no sólo se recuperan sino que se expanden considerablemente, se
hacen exportadoras, compiten ventajosamente con la norteamericana.
El dólar deja de ser escaso y llega hasta hacerse abundante. Los
EE.UU., entran en dificultades, pues su balanza comercial se toma
deficitaria y la salida de fondos incontenible (inversiones, turismo,
gastos militares -en el período 1946-71 éstos totalizaron US$ 58.000
D. F. Maza Zavala
123
millones en forma neta-). Se estima en US$ 85.000 millones la
circulación de dólares fuera de los EE.UU. La pérdida de oro por ese
país hizo descender su reserva hasta un nivel crítico y sobrevino la
inconvertibilidad en 1971. El dólar, antes tan bueno como el oro, se
hace relativamente indeseable frente al oro. Cae el dólar, sube el oro,
suben las monedas europeas y el yen. Se desquicia el sistema
monetario capitalista. La especulación, la incertidumbre, la vieja
inseguridad de los tenedores de activos monetarios y financieros
resurge.
La economía capitalista y las relaciones monetarias
Las incidencias monetarias mencionadas corresponden a
determinadas modificaciones de la organización capitalista mundial.
El desarrollo de la Comunidad Económica Europea (CEE) y la
formidable expansión japonesa permiten contrabalancear el poderío
económico de los EE.UU., de tal modo que el sistema mono céntrico
prevaleciente después de la segunda guerra mundial -con EE.UU.
como único líder- está siendo sustituido por un sistema muIticéntrico,
es decir, constituido por varios núcleos de poder económico, que
aspiran también a ejercer influencias equivalentes en la política
internacional. Esos núcleos, además de EE.UU., son la CEE y el
Japón. A nivel planetario, desde luego, la multicentralidad incluye
los dos grandes núcleos de poder socialista, la Unión Soviética y
China.
La economía capitalista monocéntrica ha tenido como divisa al
dólar, como antes tuvo a la libra esterlina. Ha continuado siendo un
sistema monetario con un patrón de cambio de oro, es decir, en última
instancia su fundamento está constituido por el oro, aunque funcionan
como suplementarias las divisas fuertes convertibles y principalmente
el dólar. Para una economía en expansión, como la de los últimos
veinticinco años, no era posible sujetarse estrechamente al oro como
medio de pago internacional y de reserva, y por ello se recurrió a las
monedas nacionales, el dólar, la libra, y en mucho menor grado al
marco, al franco, al florín, a la lira, etc., para complementar el oro en
sus funciones monetarias. La confianza en el dólar, basada en la
capacidad de la economía norteamericana y en su poder expansivo,
124
EL OBSERVATORIO ECON6MICO/DE LA TEORIA y LOS HECHOS
permitió su emisión y aceptación en una escala sin precedentes, hasta
el punto de práctica saturación en Europa y el Japón. La necesidad
de continuar ofreciendo dólares por parte de los EE.UU., para
financiar el déficit de su balanza de pagos, debilitó aquella confianza,
en momentos en que hacía crisis política y militar la guerra de Vietnam
y la inflación devoraba -como aún devora- el poder adquisitivo de la
moneda norteamericana. La tasa media de inflación en los EE.UD.
no baja en los últimos años de un 6 por 100 anual, anulándose así
parcialmente los incrementos de productividad de esa economía. Ello
significa que a las devaluaciones oficiales del dólar se añade la
desvalorización continua en el mercado por efecto de la inflación.
Puede estimarse que entre devaluaciones y desvalorización el dólar
ha perdido en los últimos dos años un 30 por 100 de su poder
adquisitivo. Una moneda que así se deteriora no puede seguir siendo
la divisa central única del sistema capitalista.
Paralelamente se fortalecen las principales monedas europeas y el
yen. El marco se ha revaluado en un 11 por 100, el franco suizo en un
18 por 100 Y el yen en 24 por 100. El dólar oficialmente se ha
devaluado en un 18 por 100, pero en términos de oro la devaluación
es del orden de 240 por 100 aproximadamente. Aun cuando no se
dibuja aún con claridad una nueva situación, en la realidad los poderes
monetarios se comparten entre los EE.UU., la CEE y el Japón, por lo
que atañe al sistema capitalista. Los arreglos se han hecho dentro del
club de los "ricos", al margen del Fondo Monetario Internacional; en
verdad, nunca el FMI ha hecho otra función que la de representar y
servir los intereses de los grandes y ricos del mundo occidental: en
los hechos recientes la situación se ha "sincerado" como se dice y el
club de los Diez desarrollados capitalistas decidió conforme a su
conveniencia y saber los problemas más agudos de la crisis monetaria.
Entre tanto, el sector no desarrollado del sistema capitalista, el
llamado "Tercer Mundo", ha permanecido como espectador pasivo
de los hechos, y como víctima de las consecuencias. En buena parte
-específicamente América Latina- es deudor en dólares y tenedor
de dólares: como deudor es posible que la devaluación alivie su
carga, pero como tenedor sufre una pérdida: además, la inflación
norteamericana y la reevaluación de las monedas europeas y el yen
sustraen poder adquisitivo a sus exportaciones de materias primas y
alimentos, mientras que su propia inflación -de la que Venezuela ha
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escapado hasta ahora, pero ya está bajo el signo inflacionario- resta
fuerza a su precario crecimiento económico. Sea monocéntrica o
multicéntrica la economía capitalista mundial, el Tercer Mundo sufre
su condición de no desarrollo, de dependencia, aunque el
multicentrismo pudiera favorecer su posición comercial en virtud de
la diversidad y de la competencia.
El multicentrismo, sin embargo, parece ser más formal que efectivo,
a la luz de transformaciones más profundas que sufre la organización
capitalista. Me refiero especialmente al surgimiento y expansión de
las llamadas empresas multinacionales o transnacionales, que son
poderosos conglomerados de capitales, técnicas y poderes que operan
a escala del planeta, que adelantan una estrategia de dominación
múltiple de actividades y sectores de la economía mundial, con
facilidades informativas y operativas en todo los países capitalistas,
capaces de movilizar capitales y fondos a través de las fronteras y, en
una evolución ulterior previsible, liberarse de las vinculaciones
nacionales en aras de la acumulación y el poderío. Estas corporaciones
transnacionales -que configuran una tendencia nueva a la
universalización monopol ista y ultraimperialista- han jugado y juegan
un papel considerable en la crisis monetaria, por su capacidad
creciente de especulación en los distintos mercados y movilización
de fuertes masas de divisas a escala internacional. El capitalismo de
los años venideros, más que multicéntrico, será perimundial, como
réplica dialéctica del liberalismo del siglo XIX.
Otra fuerza que emerge en medio de esta crisis monetaria capitalista
es la de los países petroleros, principalmente árabes. Gracias a la
elevación de los precios del petróleo en los últimos cuatro años,
incluido el actual, esos países, no obstante su inclinación a importar,
han podido acumular no menos de 8.000 millones de dólares, suma
influyente en las activa dinámica monetaria contemporánea, y se
estima que para 1980 esa acumulación alcanzará el doble, o sea,
16.000 millones. Este poder combinado conduciría a la creación de
una nueva divisa internacional y ya se habla del "denario" árabe como
nombre de esa divisa. La base es el petróleo, la monetización podría
hacerse en oro y su instrumento operativo sería el denario o cualquier
otro signo capaz de circular internacionalmente.
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EL OBSERVATORIO ECONÓMICO/DE LA TEORfA y LOS HECHOS
Hacia un nuevo orden monetario
Todos los indicadores señalan la necesidad de un nuevo orden
monetario internacional que tenga en cuenta, incluso, las relaciones
económicas con el sector socialista. El Fondo Monetario Internacional
no parece capaz de llegar a ser el centro institucional de ese nuevo
orden. El oro, como en los viejos tiempos, parece que seguirá siendo
la medida de los valores mercantiles. A pesar de las pregonadas
.realizaciones tecnológicas del capitalismo, de su sofisticación
financiera, de su facultad figurativa, el oro reconquista su poder
mitológico, su magia primitiva. Es una paradoja sorprendente: siendo
estéril el oro soporta la superestructura gigantesca de los valores del
capitalismo. Cuesta producirlo, cuesta mantenerlo, cuesta movilizarlo,
pero es 10 único, al parecer, que mitiga la sed de confianza.
El nuevo orden monetario será, según los indicios, un viejo orden
capitalista, con divisas múltiples, tasas de cambio más o menos estables
y desigualdad económica entre los países. En lugar de una moneda de
reserva, habrá varias, conjuntamente con el oro. Quizás los Derechos
Especiales de Giro, moneda del Fondo Monetario Internacional,
desempeñen una función complementaria limitada, suavizándose la
dependencia con respecto a las divisas nacionales. Lo único que será
cierto, real en medio de la incertidumbre monetaria, será el potencial
económico, la capacidad de crear riqueza, de hacerla circular, de
consumirla y acumularla. Nada nuevo bajo el sol, que en este caso es
el oro, como en los tiempos del rey Midas. Nuestros antepasados, los
aborígenes, apreciaban más las manufacturas que el oro, y su
predilección no era irracional a la luz de la mejor doctrina liberal.
Venezuela y la crisis monetaria
Ante las devaluaciones del dólar las autoridades monetarias
venezolanas decidieron revaluar el bolívar en una proporción acumulativa de un 4.5 por 100. Sin embargo, en relación con las monedas
revaluadas de Europa y Japón, en proporciones que varían de 11 a 24
por 100, el bolívar sufre una devaluación, que se manifiesta en las
transacciones con los países de moneda revaluada, los cuales proveen,
en su conjunto, alrededor de un 35 por ciento de nuestras importaciones.
La reevaluación frente al dólar, por otra parte, nos dispensa en el mer-
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cado norteamericano una ventaja muy transitoria, ya que por el ritmo
inflacionario de aquéllos compradores extranjeros sufren una pérdida
de valor de un 6 por 100 anual en promedio. El resultado para nosotros
en todo caso y globalmente, es un mayor costo de las importaciones.
El bolívar se mantiene como moneda fuerte, convertible, digna de
confianza. La base de esa fortaleza no consiste en los 1.600 millones
de dólares en reservas monetarias que poseemos -de los cuales casi
400 millones consisten en oro, sujeto a revalorización sustancial-,
sino en firmeza de la actividad petrolera, que sustenta a nuestra
economía. Mientras el petróleo sea una mercancía "fuerte" en el
comercio mundial -y según todas las previsiones lo será por muchos
años- el bolívar tendrá solidez y podrá atraer a capitales extranjeros.
En razón de ello conviene establecer una política racional ante las
inversiones extranjeras que mantenga sana la balanza de pagos y al
mismo tiempo estimule contribuciones realmente positivas al
crecimiento económico nacional. Los capitales especulativos, el
dinero "caliente" que se moviliza con mucha fluidez entre los países
en respuesta a cambios en la situación monetaria y financiera, o
simplemente por aprensiones políticas, es indeseable.
Alguna diversificación de las reservas debe propiciarse, incluyendo
divisas fuertes europeas y aumentando la reserva de oro. Más
importante aún es una política activa de preservación y fortalecimiento
de los precios que efectivamente recibe la Nación por su petróleo;
debe incluirse en esa política un dispositivo automático de
compensación suficiente por la devaluación monetaria internacional
y uno por la inflación externa que afecta negativamente al poder del
barril de petróleo, que es en verdad, nuestra divisa. Una política
arancelaria eficaz para regular las importaciones en provecho de la
producción nacional, sin lesionar esencialmente la posición del
consumidor medio, debe ser un complemento del sistema de defensa
de nuestro signo monetario ante las contingencias que afectan al dólar
y otras divisas del mundo occidental.
"Revistade la EscuelaSuperiorde las FuerzasArmadas de Cooperación".Caracas, N° 1, enero-junio 1973: pp.145-154.
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